La España de Franco

Estado
Cerrado para nuevas respuestas
Félix Población

El canon 1242 del Código de Derecho Canónico de 1983 es muy claro. "No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice, de sus propios cardenales u obispos diocesanos, incluso eméritos". Así fue establecido por la iglesia católica a partir del concilio Vaticano II.

Acabo de leer en eldiario.es a Jesús Bastante, que sabe bastante en cuestiones que atañen a la católica iglesia. Nos recuerda el periodista que la iglesia de La Almudena de Madrid fue la única catedral del universo mundo, inaugurada por Juan Pablo en 1993, bendecida por un papa. Sería por lo tanto de suponer que, basándose en el Derecho Canónico por un lado, y en la palabra del papa por otro, si esta fuera necesaria, la posibilidad de enterrar al dictador Franco en La Almudena fuera desestimada por el arzobispo de Madrid, que sin embargo no lo ha hecho, antes bien al contrario.

Resulta que Carmen Franco, hija unigénita del general felón, adquirió en 1987 una tumba "a perpetuidad" en la cripta de La Almudena, mucho después del concilio Vaticano II, donde podrían reposar los restos del dictador cuando, finalmente, sea exhumado del Valle de los Caídos. Esos son al parecer los deseos expresados por la familia, y posiblemente tenidos en cuenta por doña Carmen ante la eventualidad de que algún día -por fin- un gobierno socialista acometiese el traslado de los restos de Franco fuera de la basílica de Cuelgamuros.

El lugar en la cripta de la catedral tiene capacidad para entre cuatro y seis fallecidos, y no fue un regalo de la diócesis de Madrid sin una adquisición de la propia 'Carmencita' por un importe, al cambio en pesetas, de unos 150.000 euros, según ha podido saber eldiario.es. La pregunta es obvia: si el Derecho Canónico lo impide, ¿por qué doña Carmen Franco ha podido comprar en la cripta de la catedral un sepulcro para su sueño eterno, el de su esposo y hasta el de sus padres -llegado el caso-, abriendo la posibilidad de que ese sagrado lugar, ubicado en el centro de la capital de España y al lado del Palacio Real -en cuya plaza se convocaron tantas manifestaciones franquistas durante la dictadura-, sea lugar de culto y peregrinación para la ultraderecha nostálgica y la renaciente?

Cuenta Bastante que, según el vicario de La Almudena, Joaquín Iniesta, la catedral recibe actualmente unas 800 visitas diarias, que donan "voluntariamente" un euro. Cabría la posibilidad de que la iglesia católica viera incrementado ese numero con el que aportarían los fieles a la memoria del dictador, con el consiguiente aumento en el cepillo.

¿No debería el santo padre, que vive en Roma, ofrecer algún tipo de respuesta, él que cuenta además con la experiencia de haber vivido de cerca los desmanes de la dictadura de los generales en su propio país? ¿Cabría enterrar a Jorge Rafael Videla en la catedral metropolitana de Buenos Aires?

Léase+@El Gobierno recurre al Vaticano para no enterrar a Franco en La Almudena.

http://www.diariodelaire.com/
 
Las cuentas de El Valle de los Caídos salen a la luz
Por 123dale, 9 oct 2018, 21:30
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Sobre el asesinato de Calvo Sotelo
La noche de los sucesos

El 12 de julio de 1936, José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto y militante socialista, fue asesinado a tiros. Las tesis apuntan a falangistas según los historiadores Paul Preston29 y Gabriel Jackson,30 aunque otros autores como Ian Gibson apuntan a carlistas pertenecientes al Tercio de requetés de Madrid.

El cadáver de Castillo fue llevado a la Dirección General de Seguridad, donde quedó instalada la capilla ardiente. Esa noche se concentraron en el cuartel de Pontejos de la Guardia de Asalto algunos policías compañeros de Castillo y también paisanos pertenecientes a las milicias socialistas, entre los que se encontraba el oficial de la guardia civil Fernando Condés, amigo de Castillo. Entre los militantes socialistas se encontraban muchos que pertenecían a La Motorizada, una especie de milicia de los socialistas madrileños y de la que Castillo era instructor. En medio de la indignación, muchos clamaban venganza por este y otros asesinatos cometidos por pistoleros derechistas, como había sido el caso del capitán Faraudo, también asesinado a principios de mayo.32 Un grupo de policías se quejaron de lo sucedido al ministro de la gobernación, Juan Moles, y le pidieron autorización para detener a algunos falangistas que todavía seguían en la clandestinidad. El ministro aceptó, siempre y cuando solo se detuviera a las personas que se tenía fichadas y que estas serían "entregadas a la autoridad competente". Desde Pontejos partieron varias camionetas policiales con listas de falangistas a los que detener. En una de estas camionetas se encontraban un grupo de guardias de Asalto, miembros de las milicias socialistas como Luis Cuenca o Santiago Garcés, y el propio Condés.

Fueron a buscar a un falangista, pero al llegar al lugar se dieron cuenta de que la dirección era falsa. Entonces alguien propuso ir a casa del líder de Renovación Española, Antonio Goicoechea, pero no se encontraba en su domicilio. Alguien comentó que fueran a la casa de Gil-Robles, pero cuando llegaron se encontraron con que Gil-Robles estaba veraneando en Biarritz. Fue entonces cuando al pasar por la calle Velázquez alguien recordó que el diputado Calvo Sotelo vivía allí, en el número 89. Eran alrededor de las 03:00 del 13 de julio. Cuando llegaron al portal, Condés encargó a varios guardias y paisanos que vigilasen los alrededores. Con el pretexto de efectuar un registro, este y algunos otros penetraron en casa del diputado monárquico Calvo Sotelo, a quien pidieron les acompañase a la sede de la Dirección General de Seguridad (DGS). Según su hija Enriqueta, Calvo Sotelo dijo sorprendido: “¿Detenido? ¿Pero por qué?; ¿y mi inmunidad parlamentaria? ¿Y la inviolabilidad de domicilio? ¡Soy Diputado y me protege la Constitución!”.33 Condés entonces se identificó como oficial de la Guardia civil, lo que tranquilizó Calvo Sotelo, quien, a pesar de las reticencias iniciales, finalmente aceptó ir.

Calvo Sotelo se despidió de su familia y prometió telefonear cuando llegara, "a no ser que estos señores se me lleven para darme cuatro tiros".34 La camioneta se puso en marcha de nuevo. El coche se dirigía hacia la Dirección General de Seguridad cuando, tras circular unos doscientos metros, se escucharon dos disparos; Calvo Sotelo se desplomó al suelo, sin vida. El autor de los disparos mortales había sido Luis Cuenca Estevas, extremo que ha sido confirmado por la mayoría de autores que han investigado el tema, en especial Ian Gibson y Luis Romero.

Consecuencias e implicaciones[editar]

Sorprendidos los ocupantes de la camioneta por este desenlace y sin saber muy bien qué hacer, el vehículo se dirigió al Cementerio del Este, en cuyo depósito dejaron el cuerpo sin vida de Calvo Sotelo. Sin embargo, el cadáver no sería identificado hasta el mediodía.34

A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte. Cuando este llegó, Condés se encontraba pálido, descompuesto, “con los ojos enrojecidos”. Ante la pregunta de Vidarte sobre qué pasaba, Condés le espetó: “Algo terrible. Anoche matamos a Calvo Sotelo”. Condés añadió que no había sido su intención que el viaje acabase con el asesinato de Calvo Sotelo, sino que sólo pretendía secuestrarle para tenerle como rehén. Vidarte, le mostró su repugnancia por el asesinato y su negativa a defenderle como abogado si se diese el caso de que fuese detenido. Ante la pregunta de Condés de si debía entregarse, le dijo que sería mejor que esperase y que buscase un lugar donde ocultarse, si disponía de él.37 Luis Cuenca, autor material de los disparos, habló con Julián Zugazagoitia, el editor del diario El Socialista. Zugazagoitia quedó horrorizado por lo que le contó Cuenca y declaró: “Ese atentado es la guerra”.38 Más adelante, Condés lograría hablar con Prieto y tras contarle lo sucedido, le manifestó que estaba pensando en suicidarse, a lo que Prieto le contestó: “Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.”39 Al mediodía del 13 de julio, Cuenca, Condés y otros de los que iban en la camioneta fueron detenidos por la policía, sin ofrecer resistencia.34

Consecuencias e implicaciones[editar]

Sorprendidos los ocupantes de la camioneta por este desenlace y sin saber muy bien qué hacer, el vehículo se dirigió al Cementerio del Este, en cuyo depósito dejaron el cuerpo sin vida de Calvo Sotelo. Sin embargo, el cadáver no sería identificado hasta el mediodía.34

A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte. Cuando este llegó, Condés se encontraba pálido, descompuesto, “con los ojos enrojecidos”. Ante la pregunta de Vidarte sobre qué pasaba, Condés le espetó: “Algo terrible. Anoche matamos a Calvo Sotelo”. Condés añadió que no había sido su intención que el viaje acabase con el asesinato de Calvo Sotelo, sino que sólo pretendía secuestrarle para tenerle como rehén. Vidarte, le mostró su repugnancia por el asesinato y su negativa a defenderle como abogado si se diese el caso de que fuese detenido. Ante la pregunta de Condés de si debía entregarse, le dijo que sería mejor que esperase y que buscase un lugar donde ocultarse, si disponía de él.37 Luis Cuenca, autor material de los disparos, habló con Julián Zugazagoitia, el editor del diario El Socialista. Zugazagoitia quedó horrorizado por lo que le contó Cuenca y declaró: “Ese atentado es la guerra”.38 Más adelante, Condés lograría hablar con Prieto y tras contarle lo sucedido, le manifestó que estaba pensando en suicidarse, a lo que Prieto le contestó: “Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.”39

Al mediodía del 13 de julio, Cuenca, Condés y otros de los que iban en la camioneta fueron detenidos por la policía, sin ofrecer resistencia.34


El vicepresidente y el secretario permanente de las Cortes estuvieron presentes en el cementerio y fueron atacados o abucheados por muchos de los asistentes.40 Tras el entierro, algunos de los congregados trataron de marchar en manifestación hacia el centro de Madrid, y tras haber sido cacheados varios veces por guardias de Asalto, surgieron disturbios entre algunos falangistas y las fuerzas del orden, llegando a haber algunos disparos. Hubo cinco muertos y más de treinta heridos.41

En general la clase media española quedó muy impactada por este crimen,42 mientras que los sectores conservadores quedaron particularmente horrorizados. Efectivamente, el asesinato del líder de la oposición parlamentaria estando bajo custodia policial no era una situación normal. Entre muchos dirigentes centristas o conservadores se instaló la idea de que el estado no era capaz de controlar a sus fuerzas de seguridad, aun cuando quisiera hacerlo.42 Por su parte, muchos de los militares que andaban dubitativos sobre si participar o no en la conspiración militar organizada por el general Mola se vieron más convencidos para finalmente decantarse favorables a la sublevación militar. Un caso singular fue el del general Francisco Franco, tal y como recoge el testimonio de su primo y ayudante Francisco Franco Salgado-Araujo: «Con gran indignación, mi primo afirmó que ya no se podía esperar más y que perdía por completo la esperanza de que el gobierno cambiase de conducta al realizar este crimen de Estado, asesinando alevosamente a un diputado de la nación valiéndose de la fuerza de orden público a su servicio».4344

Las autoridades republicanas abrieron una investigación para tratar de esclarecer los hechos. Algunos de los implicados habían sido detenidos e interrogados. Sin embargo, tras el comienzo de la guerra civil, el 25 de julio los documentos de dicha investigación, que estaban guardados en el Ministerio de la Gobernación, fueron sustraídos por un grupo de milicianos y su rastro se extravió.4546 Además, los dos principales implicados en el asesinato de Calvo Sotelo, Fernando Condés y Luis Cuenca, murieron a los pocos días de comenzar la guerra mientras combatían en la Sierra de Madrid.47.



En resumen, para vengar el asesinato de José Castillo, sus compañeros se lanzan a buscar a un falangista, o algun fascista o de derechas. Un guardia civil, Condés, amigo del difunto, y varias camionetas de guardias de Asalto con listas de falangistas a los que detener se lanzaron a buscarlos, primero buscan a Antonio de Goicoechea y al no encontrarle van a casa de Calvo Sotelo y lo detienen. Es decir, son las circunstancias lo que le convierte en victima, no fue el objetivo inicial de detención o asesinato. La pretensión de ellos es tomarlo de rehén pero a 200 metros de distancia, en la camioneta, en una curva se oyen dos disparos que le mete Luis Cuencas y sin saber que hacer, dejan el cadaver en el cementerio.

Conscientes de la gravedad de los hechos, los autores se entregan y son detenidos por la Autoridad. Pero la espiral de violencia ha llegado en un momento álgido, cuando los militares golpistas llevan ya cuatro meses preparando el golpe de Estado y el asesinato de su diputado precipita los acontecimientos.

El asesinato de Calvo Sotelo fué la excusa, no la causa, para adelantar el golpe de Estado.

Los autores de la muerte de Calvo Sotelo cayeron dias despues en la Sierra de Madrid.

Los autores de la muerte de José Castillo, asesinado horas antes y causa de la muerte de Calvo Sotelo, a saber.

Los autores de la muerte de los 250.000 españoles de ambos bandos, pues en su mayoria, a salvo tras la amnistia de 1977.



 
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Sobre el asesinato de Calvo Sotelo
La noche de los sucesos

El 12 de julio de 1936, José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto y militante socialista, fue asesinado a tiros. Las tesis apuntan a falangistas según los historiadores Paul Preston29 y Gabriel Jackson,30 aunque otros autores como Ian Gibson apuntan a carlistas pertenecientes al Tercio de requetés de Madrid.

El cadáver de Castillo fue llevado a la Dirección General de Seguridad, donde quedó instalada la capilla ardiente. Esa noche se concentraron en el cuartel de Pontejos de la Guardia de Asalto algunos policías compañeros de Castillo y también paisanos pertenecientes a las milicias socialistas, entre los que se encontraba el oficial de la guardia civil Fernando Condés, amigo de Castillo. Entre los militantes socialistas se encontraban muchos que pertenecían a La Motorizada, una especie de milicia de los socialistas madrileños y de la que Castillo era instructor. En medio de la indignación, muchos clamaban venganza por este y otros asesinatos cometidos por pistoleros derechistas, como había sido el caso del capitán Faraudo, también asesinado a principios de mayo.32 Un grupo de policías se quejaron de lo sucedido al ministro de la gobernación, Juan Moles, y le pidieron autorización para detener a algunos falangistas que todavía seguían en la clandestinidad. El ministro aceptó, siempre y cuando solo se detuviera a las personas que se tenía fichadas y que estas serían "entregadas a la autoridad competente". Desde Pontejos partieron varias camionetas policiales con listas de falangistas a los que detener. En una de estas camionetas se encontraban un grupo de guardias de Asalto, miembros de las milicias socialistas como Luis Cuenca o Santiago Garcés, y el propio Condés.

Fueron a buscar a un falangista, pero al llegar al lugar se dieron cuenta de que la dirección era falsa. Entonces alguien propuso ir a casa del líder de Renovación Española, Antonio Goicoechea, pero no se encontraba en su domicilio. Alguien comentó que fueran a la casa de Gil-Robles, pero cuando llegaron se encontraron con que Gil-Robles estaba veraneando en Biarritz. Fue entonces cuando al pasar por la calle Velázquez alguien recordó que el diputado Calvo Sotelo vivía allí, en el número 89. Eran alrededor de las 03:00 del 13 de julio. Cuando llegaron al portal, Condés encargó a varios guardias y paisanos que vigilasen los alrededores. Con el pretexto de efectuar un registro, este y algunos otros penetraron en casa del diputado monárquico Calvo Sotelo, a quien pidieron les acompañase a la sede de la Dirección General de Seguridad (DGS). Según su hija Enriqueta, Calvo Sotelo dijo sorprendido: “¿Detenido? ¿Pero por qué?; ¿y mi inmunidad parlamentaria? ¿Y la inviolabilidad de domicilio? ¡Soy Diputado y me protege la Constitución!”.33 Condés entonces se identificó como oficial de la Guardia civil, lo que tranquilizó Calvo Sotelo, quien, a pesar de las reticencias iniciales, finalmente aceptó ir.

Calvo Sotelo se despidió de su familia y prometió telefonear cuando llegara, "a no ser que estos señores se me lleven para darme cuatro tiros".34 La camioneta se puso en marcha de nuevo. El coche se dirigía hacia la Dirección General de Seguridad cuando, tras circular unos doscientos metros, se escucharon dos disparos; Calvo Sotelo se desplomó al suelo, sin vida. El autor de los disparos mortales había sido Luis Cuenca Estevas, extremo que ha sido confirmado por la mayoría de autores que han investigado el tema, en especial Ian Gibson y Luis Romero.

Consecuencias e implicaciones[editar]

Sorprendidos los ocupantes de la camioneta por este desenlace y sin saber muy bien qué hacer, el vehículo se dirigió al Cementerio del Este, en cuyo depósito dejaron el cuerpo sin vida de Calvo Sotelo. Sin embargo, el cadáver no sería identificado hasta el mediodía.34

A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte. Cuando este llegó, Condés se encontraba pálido, descompuesto, “con los ojos enrojecidos”. Ante la pregunta de Vidarte sobre qué pasaba, Condés le espetó: “Algo terrible. Anoche matamos a Calvo Sotelo”. Condés añadió que no había sido su intención que el viaje acabase con el asesinato de Calvo Sotelo, sino que sólo pretendía secuestrarle para tenerle como rehén. Vidarte, le mostró su repugnancia por el asesinato y su negativa a defenderle como abogado si se diese el caso de que fuese detenido. Ante la pregunta de Condés de si debía entregarse, le dijo que sería mejor que esperase y que buscase un lugar donde ocultarse, si disponía de él.37 Luis Cuenca, autor material de los disparos, habló con Julián Zugazagoitia, el editor del diario El Socialista. Zugazagoitia quedó horrorizado por lo que le contó Cuenca y declaró: “Ese atentado es la guerra”.38 Más adelante, Condés lograría hablar con Prieto y tras contarle lo sucedido, le manifestó que estaba pensando en suicidarse, a lo que Prieto le contestó: “Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.”39 Al mediodía del 13 de julio, Cuenca, Condés y otros de los que iban en la camioneta fueron detenidos por la policía, sin ofrecer resistencia.34

Consecuencias e implicaciones[editar]

Sorprendidos los ocupantes de la camioneta por este desenlace y sin saber muy bien qué hacer, el vehículo se dirigió al Cementerio del Este, en cuyo depósito dejaron el cuerpo sin vida de Calvo Sotelo. Sin embargo, el cadáver no sería identificado hasta el mediodía.34

A las ocho y media de la mañana, Condés se presentó en la sede del PSOE y pidió hablar con algún dirigente del partido, pero al no encontrarse en Madrid ningún líder de relevancia se llamó al diputado Juan Simeón Vidarte. Cuando este llegó, Condés se encontraba pálido, descompuesto, “con los ojos enrojecidos”. Ante la pregunta de Vidarte sobre qué pasaba, Condés le espetó: “Algo terrible. Anoche matamos a Calvo Sotelo”. Condés añadió que no había sido su intención que el viaje acabase con el asesinato de Calvo Sotelo, sino que sólo pretendía secuestrarle para tenerle como rehén. Vidarte, le mostró su repugnancia por el asesinato y su negativa a defenderle como abogado si se diese el caso de que fuese detenido. Ante la pregunta de Condés de si debía entregarse, le dijo que sería mejor que esperase y que buscase un lugar donde ocultarse, si disponía de él.37 Luis Cuenca, autor material de los disparos, habló con Julián Zugazagoitia, el editor del diario El Socialista. Zugazagoitia quedó horrorizado por lo que le contó Cuenca y declaró: “Ese atentado es la guerra”.38 Más adelante, Condés lograría hablar con Prieto y tras contarle lo sucedido, le manifestó que estaba pensando en suicidarse, a lo que Prieto le contestó: “Suicidarse –respondió Prieto- sería una estupidez. Van a sobrarle ocasiones de sacrificar heroicamente su vida en la lucha que, de modo ineludible, comenzará pronto, dentro de días o dentro de horas.”39

Al mediodía del 13 de julio, Cuenca, Condés y otros de los que iban en la camioneta fueron detenidos por la policía, sin ofrecer resistencia.34


El vicepresidente y el secretario permanente de las Cortes estuvieron presentes en el cementerio y fueron atacados o abucheados por muchos de los asistentes.40 Tras el entierro, algunos de los congregados trataron de marchar en manifestación hacia el centro de Madrid, y tras haber sido cacheados varios veces por guardias de Asalto, surgieron disturbios entre algunos falangistas y las fuerzas del orden, llegando a haber algunos disparos. Hubo cinco muertos y más de treinta heridos.41

En general la clase media española quedó muy impactada por este crimen,42 mientras que los sectores conservadores quedaron particularmente horrorizados. Efectivamente, el asesinato del líder de la oposición parlamentaria estando bajo custodia policial no era una situación normal. Entre muchos dirigentes centristas o conservadores se instaló la idea de que el estado no era capaz de controlar a sus fuerzas de seguridad, aun cuando quisiera hacerlo.42 Por su parte, muchos de los militares que andaban dubitativos sobre si participar o no en la conspiración militar organizada por el general Mola se vieron más convencidos para finalmente decantarse favorables a la sublevación militar. Un caso singular fue el del general Francisco Franco, tal y como recoge el testimonio de su primo y ayudante Francisco Franco Salgado-Araujo: «Con gran indignación, mi primo afirmó que ya no se podía esperar más y que perdía por completo la esperanza de que el gobierno cambiase de conducta al realizar este crimen de Estado, asesinando alevosamente a un diputado de la nación valiéndose de la fuerza de orden público a su servicio».4344

Las autoridades republicanas abrieron una investigación para tratar de esclarecer los hechos. Algunos de los implicados habían sido detenidos e interrogados. Sin embargo, tras el comienzo de la guerra civil, el 25 de julio los documentos de dicha investigación, que estaban guardados en el Ministerio de la Gobernación, fueron sustraídos por un grupo de milicianos y su rastro se extravió.4546 Además, los dos principales implicados en el asesinato de Calvo Sotelo, Fernando Condés y Luis Cuenca, murieron a los pocos días de comenzar la guerra mientras combatían en la Sierra de Madrid.47.



En resumen, para vengar el asesinato de José Castillo, sus compañeros se lanzan a buscar a un falangista, o algun fascista o de derechas. Un guardia civil, Condés, amigo del difunto, y varias camionetas de guardias de Asalto con listas de falangistas a los que detener se lanzaron a buscarlos, primero buscan a Antonio de Goicoechea y al no encontrarle van a casa de Calvo Sotelo y lo detienen. Es decir, son las circunstancias lo que le convierte en victima, no fue el objetivo inicial de detención o asesinato. La pretensión de ellos es tomarlo de rehén pero a 200 metros de distancia, en la camioneta, en una curva se oyen dos disparos que le mete Luis Cuencas y sin saber que hacer, dejan el cadaver en el cementerio.

Conscientes de la gravedad de los hechos, los autores se entregan y son detenidos por la Autoridad. Pero la espiral de violencia ha llegado en un momento álgido, cuando los militares golpistas llevan ya cuatro meses preparando el golpe de Estado y el asesinato de su diputado precipita los acontecimientos.

El asesinato de Calvo Sotelo fué la excusa, no la causa, para adelantar el golpe de Estado.

Los autores de la muerte de Calvo Sotelo cayeron dias despues en la Sierra de Madrid.

Los autores de la muerte de José Castillo, asesinado horas antes y causa de la muerte de Calvo Sotelo, a saber.

Los autores de la muerte de los 250.000 españoles de ambos bandos, pues en su mayoria, a salvo tras la amnistia de 1977.


a calvo Sotelo lo mataron porque se atrevio a denunciar los desmanes de la republica
 
El teniente Castillo, el ídolo de la izquierda que ordenó disparar contra civiles
Juan E. Pflüger
Juan E. Pflüger
/ 26 julio, 2016



José del Castillo Sáenz de Tejada, el teniente de la Guardia de Asalto que fue asesinado el 12 de julio de 1936 y que desencadenó la venganza que culminó con el asesinato del líder de la derecha monárquica José Calvo Sotelo, fue un criminal protegido por el Gobierno del Frente Popular. Una persona que usaba su cargo como militar para beneficio sectario de sus ideas políticas, no para garantizar la seguridad de los Españoles, objetivo al que se había comprometido, pero que no cumplió en varios episodios de su vida.

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Ahora, el Comisariado de la Memoria Histórica que preside la socialista Francisca Sauquillo quiere darle una calle en Madrid, una distinción que ya tuvo durante la Guerra Civil, pero que es más que discutible incluso aplicando la Ley de Memoria Histórica.


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Durante la revolución de octubre de 1934, Castillo formaba parte de las columnas enviadas por el Gobierno legítimo de la República para sofocar un movimiento revolucionario que pretendía dar un golpe de Estado. Recordemos que la revolución de octubre fue un intento de anarquistas, socialistas y comunistas de impedir el acceso al Gobierno del partido que había ganado las elecciones: la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).

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Dirigía una sección de morteros que debía atacar a los revolucionarios en Villaviciosa. Esos revolucionarios habían causado la muerte de centenares de personas, entre ellos varias decenas de religiosos, y habían bombardeado Oviedo, donde también habían quemado la Universidad, la Catedral y la Cámara Santa. Estaban realizando actos criminales, pero bajo el argumento de que él no disparaba contra el pueblo, se negó a reestablecer el orden y terminar con los asesinatos que se venían sucediendo.

Fue destituído y condenado, pero se reincorporó a la vida el 12 de marzo, tras la victoria del Frente Popular. Desde entonces su militancia en la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) y su compromiso como instructor de las milicias de las Juventudes Socialistas Unificadas, pesaron más que su compromiso de defender a España y los españoles. Su nuevo puesto estaba en la Guardia de Asalto y su destino en el cuartel de Pontejos, en una compañía de especialidades que tenía como objetivo el mantenimiento del orden público. Curiosamente un orden que el atacaba adiestrando a los pistoleros socialistas y comunistas.

El 14 de abril de 1936 se festejaba el quinto aniversario de la proclamación de la república. Durante el desfile militar, un grupo de obreros abucheó a su paso a la Guardia Civil. Un miembro del Instituro Armado que se encontraba presente, de paisano, les recriminó su actitud y, al volverse le asesinaron de un disparo por la espalda.

Su nombre era Anastasio de los Reyes. Dos días después se celebró un multitudinario entierro al que asistieron representantes de todos los partidos de la derecha y muy pocos miembros de los partidos del Gobierno. Quienes sí estuvieron presentes fueron numerosos agentes de las diversas policías, militares y guardias civiles. Durante el recorrido desde el hipódromo al cementerio del Este, la comitiva fue atacada numerosas veces, causando varios heridos y obligando a intervenir a los agentes de paisano que se encontraban presentes, ya que desde Gubernación (antiguo Ministerio del Interior) no se dotó a la marcha de protección.

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Cuando el cortejo fúnebre llegó a la altura de la plaza de Manuel Becerra se encontró a la sección de la Guardia de Asalto del teniente Castillo que les cortaba el paso. Sin previo aviso, Castillo ordenó abrir fuego contra quienes avanzaban los primeros. Como consecuencia de los disparos murieron tres personas: Andrés Sáenz de Heredia, de 24 años; Manuel Rodríguez Gimeno, de 30; y Luis Rodríguez Verges, de 23 años. Los tres recibieron disparos en la cabeza que les causaron la muerte casi inmediata. Además hubo varias decenas de heridos de diversa consideración.

Curiosamente, en esta ocasión el teniente Castillo hizo todo lo contrario de lo que había hecho en la revolución de octubre. En este caso no solamente disparó contra el pueblo, sino que la orden partió de el. Y el Gobierno republicano del Frente Popular no abrió, si quiera, una investigación oficial. Protegió al militar que había ordenado el asesinato a sangre fría de varias personas, abusando de su cargo, por el mero hecho de pensar de diferente manera.

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Félix Población

El canon 1242 del Código de Derecho Canónico de 1983 es muy claro. "No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice, de sus propios cardenales u obispos diocesanos, incluso eméritos". Así fue establecido por la iglesia católica a partir del concilio Vaticano II.

Acabo de leer en eldiario.es a Jesús Bastante, que sabe bastante en cuestiones que atañen a la católica iglesia. Nos recuerda el periodista que la iglesia de La Almudena de Madrid fue la única catedral del universo mundo, inaugurada por Juan Pablo en 1993, bendecida por un papa. Sería por lo tanto de suponer que, basándose en el Derecho Canónico por un lado, y en la palabra del papa por otro, si esta fuera necesaria, la posibilidad de enterrar al dictador Franco en La Almudena fuera desestimada por el arzobispo de Madrid, que sin embargo no lo ha hecho, antes bien al contrario.

Resulta que Carmen Franco, hija unigénita del general felón, adquirió en 1987 una tumba "a perpetuidad" en la cripta de La Almudena, mucho después del concilio Vaticano II, donde podrían reposar los restos del dictador cuando, finalmente, sea exhumado del Valle de los Caídos. Esos son al parecer los deseos expresados por la familia, y posiblemente tenidos en cuenta por doña Carmen ante la eventualidad de que algún día -por fin- un gobierno socialista acometiese el traslado de los restos de Franco fuera de la basílica de Cuelgamuros.

El lugar en la cripta de la catedral tiene capacidad para entre cuatro y seis fallecidos, y no fue un regalo de la diócesis de Madrid sin una adquisición de la propia 'Carmencita' por un importe, al cambio en pesetas, de unos 150.000 euros, según ha podido saber eldiario.es. La pregunta es obvia: si el Derecho Canónico lo impide, ¿por qué doña Carmen Franco ha podido comprar en la cripta de la catedral un sepulcro para su sueño eterno, el de su esposo y hasta el de sus padres -llegado el caso-, abriendo la posibilidad de que ese sagrado lugar, ubicado en el centro de la capital de España y al lado del Palacio Real -en cuya plaza se convocaron tantas manifestaciones franquistas durante la dictadura-, sea lugar de culto y peregrinación para la ultraderecha nostálgica y la renaciente?

Cuenta Bastante que, según el vicario de La Almudena, Joaquín Iniesta, la catedral recibe actualmente unas 800 visitas diarias, que donan "voluntariamente" un euro. Cabría la posibilidad de que la iglesia católica viera incrementado ese numero con el que aportarían los fieles a la memoria del dictador, con el consiguiente aumento en el cepillo.

¿No debería el santo padre, que vive en Roma, ofrecer algún tipo de respuesta, él que cuenta además con la experiencia de haber vivido de cerca los desmanes de la dictadura de los generales en su propio país? ¿Cabría enterrar a Jorge Rafael Videla en la catedral metropolitana de Buenos Aires?

Léase+@El Gobierno recurre al Vaticano para no enterrar a Franco en La Almudena.

http://www.diariodelaire.com/



Dicen que por el hueso baila el perro, y también dicen que con la iglesia hemos topado. Llevan siglos haciendo lo que han querido adquiriendo y vendiendo todo lo que se les ha antojado. No sorprende para nada éste ultimo caso.
 
Dicen que por el hueso baila el perro, y también dicen que con la iglesia hemos topado. Llevan siglos haciendo lo que han querido adquiriendo y vendiendo todo lo que se les ha antojado. No sorprende para nada éste ultimo caso.
es una cripta, no es la misma iglesia pero Franco no saldrá del valle, no lo van a conseguir
 
Dicen que por el hueso baila el perro, y también dicen que con la iglesia hemos topado. Llevan siglos haciendo lo que han querido adquiriendo y vendiendo todo lo que se les ha antojado. No sorprende para nada éste ultimo caso.


España es un estado aconfesional y a pesar de ello tenemos un concordato, y se aprovecha de ello.

Ninguna partido en el poder se ha metido a regular ésto. Si eres un estado aconfesional no puedes tener prerrogativas con ninguna religión. Es una incoherencia terrible.

Si resulta que muchos votantes de ese partido son católicos, debiera haber conformado un acuerdo intentando solucionar esa incoherencia.



La Constitución española de 1978.
Título I. De los derechos y deberes fundamentales

[paste:font size="4"]Ver sinopsis
Artículo 16

  1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
  2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
  3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Y luego nos dicen por activa y por pasiva que hay que respetar las leyes y sobre todo la Constitución....

¡De pena!
 
Estado
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