La España de Franco

Estado
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Es que algunos no entienden el concepto de "guerra civil". Entre familias, entre vecinos, todos contra todos, incluso si no tienes ningún interés por las ideas políticas. Lo que se dice una p. m.

Una guerra civil es lo peor que le puede pasar a un país. El PSOE es un partido que debería estar prohibido porque estuvo instigando desde finales de 1933 para ello con la inestimable ayuda del PC, además de las situaciones de crisis y pobreza que provoca cada vez que gobierna. A los socialistas les encanta crear tensión y conflictos y estuvieron encantados con que hubiera guerra. Lo que les hodió y les hode es no haberla ganado ellos.

Un poquito de la "memoria histórica" que no gusta a los sucesores ideológicos de los causantes de la Guerra Civil Española:

El 9 de noviembre de 1933, el líder socialista Francisco Largo Caballero afirmó públicamente: “Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar”. Discurso a los trabajadores. Madrid (marzo) 1934

El 20 de diciembre de 1933, el socialista y portavoz del partido Indalencio Prieto Tuero proclama en el Congreso de los Diputados: “Decimos, Sr. Lerroux y Sres. Diputados, desde aquí, al país entero, que públicamente contrae el partido socialista el compromiso de desencadenar, en ese caso, la revolución”. Diario de Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados, 20 de diciembre de 1933. p. 25

El máximo líder y responsable del Partido Socialista, Francisco Largo Caballero, escribe el 27 de enero de 1934: “La suerte está echada. El Partido y la Unión General ya están de acuerdo para organizar un movimiento revolucionario con un programa concreto al objeto de salir al frente de los manejos reaccionarios. Ahora lo que hace falta es intensificar los trabajos de preparación”. Notas históricas de la guerra en España. Madrid, 1985. p. 84.

Diario El Socialista, portavoz de la Ejecutiva, 9 de febrero de 1934. p. 3: “La revolución es inevitable. La fuerza moral y la fuerza numérica están de acuerdo con la actitud socialista: adueñarse del Poder. ¿Cómo ha de hacerse esto? ¿Cómo va a ser ese movimiento inevitable? ¿Cruento o incruento? ¿Sin resistencia del enemigo o teniendo que recurrir a todo? Eso ya no preocupa ni a quienes hasta ayer eran más inclinados a la templanza. Sea como sea, la revolución será”.

En febrero de 1934 quedó formado el Comité Nacional Revolucionario que estaba integrado por el Partido Socialista, la Unión General de Trabajadores y las Juventudes Socialistas, representados por Francisco Largo Caballero, Juan Simeón Vidarte, Enrique de Francisco, Pascual Tomás, José Díaz Alor, Carlos Hernández Zancajo, Santiago Carrillo Solares e Indalencio Prieto Tuero, que se incorporaría poco después. El Comité Nacional Revolucionario remitió las Instrucciones bajo contraseña a los 61 Comités revolucionarios provinciales, y en abril responden informando de la organización: militantes comprometidos, armas que disponen, fondos para la compra de armamento, etc.,. Francisco Largo Caballero. Notas históricas de la guerra en España. pp. 85 a 156.

El Socialista, 21 de abril de 1934, portada. Mensaje de Francisco Largo Caballero a los jóvenes socialistas: “En España van a ocurrir hechos de tal naturaleza, que es preciso que la clase trabajadora haga más manifestaciones que justifiquen su actuación en el porvenir. Aprovechando la circunstancia de estar representados aquí los delegados de las Juventudes Socialistas para decir que yo, que mantengo el criterio que hay que apoderarse del Poder político revolucionariamente, y que es tonto hacerse la ilusión de que vamos a poder adueñarnos de él de otra forma, tengo que manifestar que la revolución no se hace con gritos de viva el Socialismo, viva el comunismo y viva el anarquismo. Se hace violentamente, luchando en la calle con el enemigo. Hay que crear un ejército revolucionario (…). Y es preciso organizarlo militarmente. Yo no tengo escrúpulos de decir ante vosotros que hay que organizar nuestro ejército (…) vamos a la conquista del Poder como sea. ¡Camaradas! Organizad la lucha final. La batalla será cruel y larga”.

El Socialista, 1 de agosto de 1934, portada: “Contra el régimen de terror blanco como el actual no sirven protestas platónicas. Por ello, el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España se limita a declarar estar dispuesto a procurar que la clase trabajadora organizada que representa realice el supremo esfuerzo para dar término con el régimen de excepción que vive la clase obrera, y recomienda a ésta la más estrecha unión para fines concretos y definitivos”.

El Socialista, 25 de septiembre de 1934, portada: “Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía. Bendita la guerra contra los causantes de la ruina de España”.

El Socialista, 27 de septiembre de 1934, portada: “La consigna de hoy. Organización de todos los frentes. Las nubes van cargadas camino de octubre. Repetimos lo que dijimos hace unos meses: ¡atención al disco rojo! El mes próximo puede ser nuestro octubre. Tomar toda suerte de medidas, atar cabos sueltos, laborar para la causa son labores urgentes en estos momentos. El ejército obrero de las ciudades y los campos ha de considerarse movilizado, de manera que ante la ocasión de peligro cada cual conozca su puesto y su misión y lo ocupe y la desarrolle sin titubeos ni dudas. Nos aguardan días de prueba, jornadas duras. El trance histórico que se avecina nos convertirá en eje de las circunstancias. La responsabilidad del proletariado español y sus cabezas directoras es enorme”.


A las doce de la madrugada del día 4 de octubre de 1934, el socialista Francisco Largo Caballero da la orden de lanzar la Guerra Civil. Síntesis y composición literal de las Instrucciones del Comité Nacional Revolucionario elaboradas en febrero de 1934:
“Cada pueblo tiene que hacerse a la idea de que tiene que ser un firme sostén de la insurrección. El triunfo del movimiento descansará en la extensión que alcance y en la violencia con que se produzca, más el tesón con que se defienda. En esta acción nos lo jugamos todo y debemos hallarnos dispuestos a vencer o morir. Una vez empezada la insurrección no es posible retroceder.
Cuando una ciudad caiga en manos de los revolucionarios, nada debe justificar su abandono. Aunque la lucha se prolongue no debe desmayarse. Cada día que pase aumentará el número de rebeldes. En cambio la moral del enemigo irá decayendo. Nadie espere triunfar en un día en un movimiento que tiene todos los caracteres de una guerra civil.
Los grupos de acción han de convertirse en guerrillas dispuestas a desarrollar la máxima potencia. Haciendo una buena distribución deberá hacerse una guerra de guerrillas. Nunca deben presentar grandes masas a la fuerza pública, procurando así que toda sea distribuida y hostilizándola sin cesar hasta rendirla por agotamiento. Atacar siempre desde lugares seguros.
Precisa conocer la fuerza pública que exista en cada localidad. Militares, Guardia Civil, Asalto, Seguridad. Armamento que disponen. Condiciones defensivas de sus cuarteles. Conocer los depósitos de armas, dinamita, y medios de apoderarse de ellos. Apoderarse de los establecimientos donde se vendan armas, municiones y explosivos. Las casas cuarteles de la Guardia Civil deben incendiarse si previamente no se entregan. Imposibilitar que los jefes de las fuerzas puedan incorporarse a sus puestos, deteniéndoles a la salida de sus domicilios y atacándoles si se resisten. Utilizar uniformes del ejército, para dar la impresión de insubordinación militar.
Levantar barricadas que oculten aparatos explosivos. Volar puentes. Cortar carreteras y líneas de ferrocarril. Donde haya estación de radio, si no puede incautarse, incendiarla o volarla.
El movimiento debe afectar a todos los servicios, principalmente a los de vital importancia (alimentación, transportes, agua, gas, etc.,.), y los grupos de acción cuidarán de anular a los que se presten a evitarlo.
Asaltar centros oficiales y políticos, incautarse de ficheros y archivos. Los Bancos y Archivos se vigilarán estrechamente.
Rápidamente apoderarse de las autoridades y personas de más importancia y guardarlas en rehenes. Nombres y domicilio de las personas que más se han significado como enemigos de nuestra causa o que puedan ser más temibles como elemento contrarrevolucionario. Estas personas deben ser tomadas en rehenes al producirse el movimiento, o suprimidas si se resisten.
Toda la energía y todos los medios serán pocos para asegurarse el triunfo. Triunfante el movimiento revolucionario, lo primero que debe asegurarse es el dominio absoluto de la población, perfeccionando las milicias armadas, ocupando los sitios estratégicos, desarmando totalmente a las fuerzas contrarias y ocupando los edificios públicos.
Se prohíbe sacar copias de estas instrucciones. Quemad estas instrucciones tan pronto os hayáis enterado”
. Francisco Largo Caballero. Notas históricas de la guerra en España. pp. 92 a 102.

A principios de 1935 escriben y editan un folleto clandestino el presidente de las Juventudes Socialistas, Carlos Hernández Zancajo y el secretario Santiago Carrillo Solares, confesando:

No eran escaramuzas contra el frente armado del Estado. Era una batalla a fondo, en toda línea. Se trataba de un combate general dirigido por las Alianzas Obreras en cada provincia. Fuerzas de choque delante, y detrás el empuje armado de la organización. La unanimidad del proletariado para esta batalla tenía aterrada a las fuerzas mercenarias del Estado. Que en Valencia patrullasen las fuerzas de Seguridad por las calles con más miedo que vergüenza; el paseo militar de los mineros de la Arboleda hasta Bilbao; la concentración de la Guardia civil de los pueblos, en repliegue hasta las capitales de provincias; el miedo del Gobierno a declarar el estado de guerra hasta dos días después de la insurrección, y la furia represiva declarada a última hora, no son otra cosa que la exacerbación del pánico elevado a su última potencia. No se trataba de una conspiración de tipo blanquista. Se trataba solamente de un acto de presencia del proletariado, que, con las armas en la mano, desalojaría del Poder a un régimen tambaleante, convencido de su propia caducidad.
La experiencia ha demostrado muy ampliamente que si en octubre hubieran intervenido todas las fuerzas malgastadas inútilmente durante las diversas batallas de 1934, hubieran sobrado energías para levantar de un lado a otro de España la roja bandera del socialismo.
Las AA.OO. han dado su resultado donde se les ha sabido usar. Quiere decir que si en todas partes se hubiese hecho el mismo uso que en Asturias, otro hubiese sido el resultado del octubre rojo español”.


Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Octubre. Segunda etapa. Madrid, 1935. pp. 102 a 104.

Testimonio del arzobispo de Tarragona, el cardenal Francisco Vidal i Barraquer:
“El Llorá, 8 de Octubre de 1934.

A Su Eminencia Reverendísima el Señor Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado de Su Santidad. Buenos Aires.
El alzamiento armado ha sido realmente formidable en toda España, con especial intensidad en Asturias, Galicia y Cataluña, sin que se haya librado la propia capital de la República. No es dable en este momento tener exacta visión de los estragos producidos; puédese, sin embargo, apreciar el gran volumen y extensión de las organizaciones en armas, que de muchos meses veníanse preparando para el momento propicio en que pudieran apoderarse del poder a fin de restablecer el más extremo radicalismo político-social-antirreligioso, y aun la dictadura del proletariado.
El movimiento revolucionario extendido a toda España tiene características bien definidas por su origen y por sus objetivos. Procede de todos los grupos izquierdistas que monopolizaron el poder durante el bienio nefasto y desviaron la República con una legislación sectaria y antisocial. Ensoberbecidos por su hegemonía durante las Cortes Constituyentes, no supieron resignarse al resultado adverso de las elecciones de Noviembre, que les echó del poder y expresó la voluntad nacional de rectificar sus tendencias y conductas adversas a la justicia y a la libre convivencia y amparo de todos los ciudadanos. Desde entonces han conspirado contra la más alta magistratura de la Nación y el Parlamento actual, y se han propuesto conquistar por la violencia el puesto que los partidos de centro y de derecha han alcanzado legítimamente por las vías legales. Tan tenaz y encendida ha sido su voluntad subversiva, que en el orden político no vacilan en sacrificar el propio régimen, cuya instauración por medios democráticos proclamaban como su mejor gloria, y en el orden social no han desdeñado la participación de los comunistas, aunque fuera llegando a la dictadura del proletariado. El estallido, pues, ha sido formidable e intensísimo, y todos los medios han sido utilizados para triunfar del Gobierno legítimo e impedir la incorporación de la derecha al poder”
.

Miguel Batllori. Arxiu Vidal i Barraquer. Església i Estat durant la segona República Espanyola. 1931/1936. IV 10 d’ octubre de 1933. Barcelona, 1986. pp. 559 a 563

12ª. A principios de 1935 escriben y editan un folleto clandestino el presidente de las Juventudes Socialistas, Carlos Hernández Zancajo y el secretario Santiago Carrillo Solares, confesando:

No eran escaramuzas contra el frente armado del Estado. Era una batalla a fondo, en toda línea. Se trataba de un combate general dirigido por las Alianzas Obreras en cada provincia. Fuerzas de choque delante, y detrás el empuje armado de la organización. La unanimidad del proletariado para esta batalla tenía aterrada a las fuerzas mercenarias del Estado. Que en Valencia patrullasen las fuerzas de Seguridad por las calles con más miedo que vergüenza; el paseo militar de los mineros de la Arboleda hasta Bilbao; la concentración de la Guardia civil de los pueblos, en repliegue hasta las capitales de provincias; el miedo del Gobierno a declarar el estado de guerra hasta dos días después de la insurrección, y la furia represiva declarada a última hora, no son otra cosa que la exacerbación del pánico elevado a su última potencia. No se trataba de una conspiración de tipo blanquista. Se trataba solamente de un acto de presencia del proletariado, que, con las armas en la mano, desalojaría del Poder a un régimen tambaleante, convencido de su propia caducidad.
La experiencia ha demostrado muy ampliamente que si en octubre hubieran intervenido todas las fuerzas malgastadas inútilmente durante las diversas batallas de 1934, hubieran sobrado energías para levantar de un lado a otro de España la roja bandera del socialismo.
Las AA.OO. han dado su resultado donde se les ha sabido usar. Quiere decir que si en todas partes se hubiese hecho el mismo uso que en Asturias, otro hubiese sido el resultado del octubre rojo español”.


Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Octubre. Segunda etapa. Madrid, 1935. pp. 102 a 104.
 
En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados. Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

https://elpais.com/diario/2008/11/26/opinion/1227654005_850215.html
 
Tú misma si tienes especial interés. Que yo sepa este hilo es sobre la España de Franco, no sobre Stalin ni Pol Pot.

Y lo de la División Azul, pues muy bien, críos enviados al frente por el nazismo/franquismo como quien va al matadero, y?

Fíjate si sé bien que este hilo no es sobre los mencionados por ti, que he comentado que se abra otro hilo y no he seguido hablando de los genocidios cometidos por las dictaduras comunistas :)

Respecto a la División Azul, pues muy bien, pues vale, nadie te ha llevado la contraria.

Si tienes ganas de discutir conmigo, no me vas a "encontrar", que ya nos conocemos... :smuggrin: Tengo muy claro quiénes son las foreras con las que me apetece/merece la pena debatir/discutir y con las que no porque no están "a la altura". Bones nueches.
 
los españoles son buena gente, galantes con las mujeres y beben coñac.

eso si, son feos, bajitos, renegridos, ruidosos, desaliñados y más bien caóticos. Inquietos como monos y pícaros como los gitanos.

los alemanes, unos cabezas cuadradas.

Y ?????

Y nada. No le busques 5 pies al gato. Un punto de vista más sobre la División Azul, sin más.
 
En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados. Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

https://elpais.com/diario/2008/11/26/opinion/1227654005_850215.html
Claaarooo, claro. No olvidamos lo que nos conviene. Eso sí, los asesinatos de los etarras, pelillos a la mar. Anda ya.
 
Una guerra civil es lo peor que le puede pasar a un país. El PSOE es un partido que debería estar prohibido porque estuvo instigando desde finales de 1933 para ello con la inestimable ayuda del PC, además de las situaciones de crisis y pobreza que provoca cada vez que gobierna. A los socialistas les encanta crear tensión y conflictos y estuvieron encantados con que hubiera guerra. Lo que les hodió y les hode es no haberla ganado ellos.

Un poquito de la "memoria histórica" que no gusta a los sucesores ideológicos de los causantes de la Guerra Civil Española:

El 9 de noviembre de 1933, el líder socialista Francisco Largo Caballero afirmó públicamente: “Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar”. Discurso a los trabajadores. Madrid (marzo) 1934

El 20 de diciembre de 1933, el socialista y portavoz del partido Indalencio Prieto Tuero proclama en el Congreso de los Diputados: “Decimos, Sr. Lerroux y Sres. Diputados, desde aquí, al país entero, que públicamente contrae el partido socialista el compromiso de desencadenar, en ese caso, la revolución”. Diario de Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados, 20 de diciembre de 1933. p. 25

El máximo líder y responsable del Partido Socialista, Francisco Largo Caballero, escribe el 27 de enero de 1934: “La suerte está echada. El Partido y la Unión General ya están de acuerdo para organizar un movimiento revolucionario con un programa concreto al objeto de salir al frente de los manejos reaccionarios. Ahora lo que hace falta es intensificar los trabajos de preparación”. Notas históricas de la guerra en España. Madrid, 1985. p. 84.

Diario El Socialista, portavoz de la Ejecutiva, 9 de febrero de 1934. p. 3: “La revolución es inevitable. La fuerza moral y la fuerza numérica están de acuerdo con la actitud socialista: adueñarse del Poder. ¿Cómo ha de hacerse esto? ¿Cómo va a ser ese movimiento inevitable? ¿Cruento o incruento? ¿Sin resistencia del enemigo o teniendo que recurrir a todo? Eso ya no preocupa ni a quienes hasta ayer eran más inclinados a la templanza. Sea como sea, la revolución será”.

En febrero de 1934 quedó formado el Comité Nacional Revolucionario que estaba integrado por el Partido Socialista, la Unión General de Trabajadores y las Juventudes Socialistas, representados por Francisco Largo Caballero, Juan Simeón Vidarte, Enrique de Francisco, Pascual Tomás, José Díaz Alor, Carlos Hernández Zancajo, Santiago Carrillo Solares e Indalencio Prieto Tuero, que se incorporaría poco después. El Comité Nacional Revolucionario remitió las Instrucciones bajo contraseña a los 61 Comités revolucionarios provinciales, y en abril responden informando de la organización: militantes comprometidos, armas que disponen, fondos para la compra de armamento, etc.,. Francisco Largo Caballero. Notas históricas de la guerra en España. pp. 85 a 156.

El Socialista, 21 de abril de 1934, portada. Mensaje de Francisco Largo Caballero a los jóvenes socialistas: “En España van a ocurrir hechos de tal naturaleza, que es preciso que la clase trabajadora haga más manifestaciones que justifiquen su actuación en el porvenir. Aprovechando la circunstancia de estar representados aquí los delegados de las Juventudes Socialistas para decir que yo, que mantengo el criterio que hay que apoderarse del Poder político revolucionariamente, y que es tonto hacerse la ilusión de que vamos a poder adueñarnos de él de otra forma, tengo que manifestar que la revolución no se hace con gritos de viva el Socialismo, viva el comunismo y viva el anarquismo. Se hace violentamente, luchando en la calle con el enemigo. Hay que crear un ejército revolucionario (…). Y es preciso organizarlo militarmente. Yo no tengo escrúpulos de decir ante vosotros que hay que organizar nuestro ejército (…) vamos a la conquista del Poder como sea. ¡Camaradas! Organizad la lucha final. La batalla será cruel y larga”.

El Socialista, 1 de agosto de 1934, portada: “Contra el régimen de terror blanco como el actual no sirven protestas platónicas. Por ello, el Comité nacional de la Unión General de Trabajadores de España se limita a declarar estar dispuesto a procurar que la clase trabajadora organizada que representa realice el supremo esfuerzo para dar término con el régimen de excepción que vive la clase obrera, y recomienda a ésta la más estrecha unión para fines concretos y definitivos”.

El Socialista, 25 de septiembre de 1934, portada: “Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía. Bendita la guerra contra los causantes de la ruina de España”.

El Socialista, 27 de septiembre de 1934, portada: “La consigna de hoy. Organización de todos los frentes. Las nubes van cargadas camino de octubre. Repetimos lo que dijimos hace unos meses: ¡atención al disco rojo! El mes próximo puede ser nuestro octubre. Tomar toda suerte de medidas, atar cabos sueltos, laborar para la causa son labores urgentes en estos momentos. El ejército obrero de las ciudades y los campos ha de considerarse movilizado, de manera que ante la ocasión de peligro cada cual conozca su puesto y su misión y lo ocupe y la desarrolle sin titubeos ni dudas. Nos aguardan días de prueba, jornadas duras. El trance histórico que se avecina nos convertirá en eje de las circunstancias. La responsabilidad del proletariado español y sus cabezas directoras es enorme”.


A las doce de la madrugada del día 4 de octubre de 1934, el socialista Francisco Largo Caballero da la orden de lanzar la Guerra Civil. Síntesis y composición literal de las Instrucciones del Comité Nacional Revolucionario elaboradas en febrero de 1934:
“Cada pueblo tiene que hacerse a la idea de que tiene que ser un firme sostén de la insurrección. El triunfo del movimiento descansará en la extensión que alcance y en la violencia con que se produzca, más el tesón con que se defienda. En esta acción nos lo jugamos todo y debemos hallarnos dispuestos a vencer o morir. Una vez empezada la insurrección no es posible retroceder.
Cuando una ciudad caiga en manos de los revolucionarios, nada debe justificar su abandono. Aunque la lucha se prolongue no debe desmayarse. Cada día que pase aumentará el número de rebeldes. En cambio la moral del enemigo irá decayendo. Nadie espere triunfar en un día en un movimiento que tiene todos los caracteres de una guerra civil.
Los grupos de acción han de convertirse en guerrillas dispuestas a desarrollar la máxima potencia. Haciendo una buena distribución deberá hacerse una guerra de guerrillas. Nunca deben presentar grandes masas a la fuerza pública, procurando así que toda sea distribuida y hostilizándola sin cesar hasta rendirla por agotamiento. Atacar siempre desde lugares seguros.
Precisa conocer la fuerza pública que exista en cada localidad. Militares, Guardia Civil, Asalto, Seguridad. Armamento que disponen. Condiciones defensivas de sus cuarteles. Conocer los depósitos de armas, dinamita, y medios de apoderarse de ellos. Apoderarse de los establecimientos donde se vendan armas, municiones y explosivos. Las casas cuarteles de la Guardia Civil deben incendiarse si previamente no se entregan. Imposibilitar que los jefes de las fuerzas puedan incorporarse a sus puestos, deteniéndoles a la salida de sus domicilios y atacándoles si se resisten. Utilizar uniformes del ejército, para dar la impresión de insubordinación militar.
Levantar barricadas que oculten aparatos explosivos. Volar puentes. Cortar carreteras y líneas de ferrocarril. Donde haya estación de radio, si no puede incautarse, incendiarla o volarla.
El movimiento debe afectar a todos los servicios, principalmente a los de vital importancia (alimentación, transportes, agua, gas, etc.,.), y los grupos de acción cuidarán de anular a los que se presten a evitarlo.
Asaltar centros oficiales y políticos, incautarse de ficheros y archivos. Los Bancos y Archivos se vigilarán estrechamente.
Rápidamente apoderarse de las autoridades y personas de más importancia y guardarlas en rehenes. Nombres y domicilio de las personas que más se han significado como enemigos de nuestra causa o que puedan ser más temibles como elemento contrarrevolucionario. Estas personas deben ser tomadas en rehenes al producirse el movimiento, o suprimidas si se resisten.
Toda la energía y todos los medios serán pocos para asegurarse el triunfo. Triunfante el movimiento revolucionario, lo primero que debe asegurarse es el dominio absoluto de la población, perfeccionando las milicias armadas, ocupando los sitios estratégicos, desarmando totalmente a las fuerzas contrarias y ocupando los edificios públicos.
Se prohíbe sacar copias de estas instrucciones. Quemad estas instrucciones tan pronto os hayáis enterado”
. Francisco Largo Caballero. Notas históricas de la guerra en España. pp. 92 a 102.

A principios de 1935 escriben y editan un folleto clandestino el presidente de las Juventudes Socialistas, Carlos Hernández Zancajo y el secretario Santiago Carrillo Solares, confesando:

No eran escaramuzas contra el frente armado del Estado. Era una batalla a fondo, en toda línea. Se trataba de un combate general dirigido por las Alianzas Obreras en cada provincia. Fuerzas de choque delante, y detrás el empuje armado de la organización. La unanimidad del proletariado para esta batalla tenía aterrada a las fuerzas mercenarias del Estado. Que en Valencia patrullasen las fuerzas de Seguridad por las calles con más miedo que vergüenza; el paseo militar de los mineros de la Arboleda hasta Bilbao; la concentración de la Guardia civil de los pueblos, en repliegue hasta las capitales de provincias; el miedo del Gobierno a declarar el estado de guerra hasta dos días después de la insurrección, y la furia represiva declarada a última hora, no son otra cosa que la exacerbación del pánico elevado a su última potencia. No se trataba de una conspiración de tipo blanquista. Se trataba solamente de un acto de presencia del proletariado, que, con las armas en la mano, desalojaría del Poder a un régimen tambaleante, convencido de su propia caducidad.
La experiencia ha demostrado muy ampliamente que si en octubre hubieran intervenido todas las fuerzas malgastadas inútilmente durante las diversas batallas de 1934, hubieran sobrado energías para levantar de un lado a otro de España la roja bandera del socialismo.
Las AA.OO. han dado su resultado donde se les ha sabido usar. Quiere decir que si en todas partes se hubiese hecho el mismo uso que en Asturias, otro hubiese sido el resultado del octubre rojo español”.


Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Octubre. Segunda etapa. Madrid, 1935. pp. 102 a 104.

Testimonio del arzobispo de Tarragona, el cardenal Francisco Vidal i Barraquer:
“El Llorá, 8 de Octubre de 1934.

A Su Eminencia Reverendísima el Señor Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado de Su Santidad. Buenos Aires.
El alzamiento armado ha sido realmente formidable en toda España, con especial intensidad en Asturias, Galicia y Cataluña, sin que se haya librado la propia capital de la República. No es dable en este momento tener exacta visión de los estragos producidos; puédese, sin embargo, apreciar el gran volumen y extensión de las organizaciones en armas, que de muchos meses veníanse preparando para el momento propicio en que pudieran apoderarse del poder a fin de restablecer el más extremo radicalismo político-social-antirreligioso, y aun la dictadura del proletariado.
El movimiento revolucionario extendido a toda España tiene características bien definidas por su origen y por sus objetivos. Procede de todos los grupos izquierdistas que monopolizaron el poder durante el bienio nefasto y desviaron la República con una legislación sectaria y antisocial. Ensoberbecidos por su hegemonía durante las Cortes Constituyentes, no supieron resignarse al resultado adverso de las elecciones de Noviembre, que les echó del poder y expresó la voluntad nacional de rectificar sus tendencias y conductas adversas a la justicia y a la libre convivencia y amparo de todos los ciudadanos. Desde entonces han conspirado contra la más alta magistratura de la Nación y el Parlamento actual, y se han propuesto conquistar por la violencia el puesto que los partidos de centro y de derecha han alcanzado legítimamente por las vías legales. Tan tenaz y encendida ha sido su voluntad subversiva, que en el orden político no vacilan en sacrificar el propio régimen, cuya instauración por medios democráticos proclamaban como su mejor gloria, y en el orden social no han desdeñado la participación de los comunistas, aunque fuera llegando a la dictadura del proletariado. El estallido, pues, ha sido formidable e intensísimo, y todos los medios han sido utilizados para triunfar del Gobierno legítimo e impedir la incorporación de la derecha al poder”
.

Miguel Batllori. Arxiu Vidal i Barraquer. Església i Estat durant la segona República Espanyola. 1931/1936. IV 10 d’ octubre de 1933. Barcelona, 1986. pp. 559 a 563

12ª. A principios de 1935 escriben y editan un folleto clandestino el presidente de las Juventudes Socialistas, Carlos Hernández Zancajo y el secretario Santiago Carrillo Solares, confesando:

No eran escaramuzas contra el frente armado del Estado. Era una batalla a fondo, en toda línea. Se trataba de un combate general dirigido por las Alianzas Obreras en cada provincia. Fuerzas de choque delante, y detrás el empuje armado de la organización. La unanimidad del proletariado para esta batalla tenía aterrada a las fuerzas mercenarias del Estado. Que en Valencia patrullasen las fuerzas de Seguridad por las calles con más miedo que vergüenza; el paseo militar de los mineros de la Arboleda hasta Bilbao; la concentración de la Guardia civil de los pueblos, en repliegue hasta las capitales de provincias; el miedo del Gobierno a declarar el estado de guerra hasta dos días después de la insurrección, y la furia represiva declarada a última hora, no son otra cosa que la exacerbación del pánico elevado a su última potencia. No se trataba de una conspiración de tipo blanquista. Se trataba solamente de un acto de presencia del proletariado, que, con las armas en la mano, desalojaría del Poder a un régimen tambaleante, convencido de su propia caducidad.
La experiencia ha demostrado muy ampliamente que si en octubre hubieran intervenido todas las fuerzas malgastadas inútilmente durante las diversas batallas de 1934, hubieran sobrado energías para levantar de un lado a otro de España la roja bandera del socialismo.
Las AA.OO. han dado su resultado donde se les ha sabido usar. Quiere decir que si en todas partes se hubiese hecho el mismo uso que en Asturias, otro hubiese sido el resultado del octubre rojo español”.


Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Octubre. Segunda etapa. Madrid, 1935. pp. 102 a 104.
No supieron perder elecciones. No supieron perder una guerra. Ahora quieren enmerdarnos a nosotros mientras viven como pachás.
 
Fíjate si sé bien que este hilo no es sobre los mencionados por ti, que he comentado que se abra otro hilo y no he seguido hablando de los genocidios cometidos por las dictaduras comunistas :)

Respecto a la División Azul, pues muy bien, pues vale, nadie te ha llevado la contraria.

Si tienes ganas de discutir conmigo, no me vas a "encontrar", que ya nos conocemos... :smuggrin: Tengo muy claro quiénes son las foreras con las que me apetece/merece la pena debatir/discutir y con las que no porque no están "a la altura". Bones nueches.

En primer lugar yo no tengo ganas de discutir contigo ni con nadie. En segundo lugar no nos conocemos o al menos yo a ti no te “conozco” y creo que es la primera vez que intercambio mensajes contigo, pero dada tu grosería, digo amabilidad, ha sido la primera y será la última. Me gusta mucho perde el tiempo pero no tanto como para que me insulten o a lo menos lo intenten. Buenas noches para ti también. Bonos nueches no tengo ni idea de lo que es.
 
Y nada. No le busques 5 pies al gato. Un punto de vista más sobre la División Azul, sin más.

bueno, más que un punto de vista sobre la División Azul, un punto de vista sobre los hombres españoles diría yo. Podían haber sido feriantes o veraneantes y el retrato hubiera sido parecido. O soldados republicanos.

El caso es que la División Azul se la mandó Franco a Hitler en agradecimiento por la ayuda prestada en masacrar españoles.
 
En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Franco y la Iglesia ganaron juntos la guerra y juntos gestionaron la paz, una paz a su gusto, con las fuerzas represivas del Estado dando fuerte a los cautivos y desarmados rojos, mientras los obispos y clérigos supervisaban los valores morales y educaban a las masas en los principios del dogma católico. Hubo en esos largos años tragedia y comedia. La tragedia de decenas de miles de españoles fusilados, presos, humillados. Y la comedia del clero paseando a Franco bajo palio y dejando para la posteridad un rosario interminable de loas y adhesiones incondicionales a su dictadura.

https://elpais.com/diario/2008/11/26/opinion/1227654005_850215.html

Ahora cuéntanos lo de los miles y miles de prisioneros políticos tratados a latigazos y culatazos que trabajaron construyendo El Valle de los Caídos, antes de irnos a dormir.

Menos mal que existen los archivos y las hemerotecas y que están convenientemente digitalizados y en varios soportes y copias por si al PSOE y a UnidosPodemos les da un día por cargarse los documentos que no les interesan...
 
Es que no se trata del avance de la medicina, sino del sistema sanitario. No se le puede atribuir a Franco, de forma falaz, la sanidad universal y de calidad a la q hemos podido acceder posteriormente. Y tampoco se trata de no reconocer cualquier logro, sino de evitar que esos supuestos logros sirvan para justificar y blanquear un regimer dictatorial. Da la impresión de que eres una persona cercana al franquismo, y aunque ya sé que no es el debate, es que resulta extraño verte defender lo impensable, como si te fuera la vida en ello.
es enfermizo querer quitarle meritos a Franco por algo que hizo bien como los pantanos
 
Estado
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