La amistad secreta y desconocida de Grace Kelly y la reina Victoria Eugenia de España

Por lo menos alguien le apoyó al principio. No la aceptaban los demás Royals. Mirad ahora el panorama actual lleno de plebeyas en los tronos.

La amistad secreta y desconocida de Grace Kelly y la reina Victoria Eugenia de España, la única royal europea que la apoyó cuando llegó a Mónaco​

Grace Kelly y la reina Victoria Eugenia de España forjaron una amistad muy estrecha a pesar de la diferencia de edad.​

Grace Kelly nunca olvidó lo bien que se portó con ella la reina Victoria Eugenia de España/getty images

Grace Kelly nunca olvidó lo bien que se portó con ella la reina Victoria Eugenia de España / GETTY IMAGES
ELENA CASTELLÓSábado, 6 agosto 2022, 13:39
La reina Victoria Eugenia fue la madrina de bautismo del rey Felipe, su nieto. Pero también de otro príncipe heredero: Alberto II de Mónaco. No es casualidad: la princesa Grace y la reina española fueron amigas íntimas, a pesar de que las separaban cuatro décadas.
Su relación comenzó cuando Victoria Eugenia tendió la mano a la nueva princesa de Mónaco, a mediados de los años cincuenta, cuando toda la realeza europea se echaba las manos a la cabeza horrorizada por su origen plebeyo y ligado a Hollywood. La princesa Grace nunca olvidó el apoyo de la anciana reina española y eso ligó de forma especial a las dos familias reales.

Victoria Eugenia era nieta de la reina Victoria de Inglaterra y había nacido en 1887, en el castillo de Balmoral. Era una de las princesas más bellas de su tiempo . Grace Kelly, nacida en 1929 en Filadelfia, era hija de un próspero empresario de la construcción, actriz de cine, ganadora de una Oscar, una estrella y una de las grandes bellezas de los años cincuenta.
Poco tenían que ver. Pero el destino había situado a ambas en el papel de consortes de un jefe de Estado de la realeza y, a pesar de ser tan diferentes, mantuvieron un a profunda amistad durante años. Grace no gozaba de la aceptación de las familias reales europeas.
El anuncio de su compromiso con Rainiero de Mónaco, el 5 de enero de 1956, causó un rechazo generalizado. Nunca hasta entonces un príncipe reinante se había casado con una plebeya. Los matrimonios morganáticos estaban totalmente vetados a los miembros de la realeza, que, en caso de casarse con una joven sin sangre azul, debían renunciar al trono.
Grace Kelly hizo madrina de Alberto de Mónaco a la reina Victoria Eugenia de España.

Grace Kelly hizo madrina de Alberto de Mónaco a la reina Victoria Eugenia de España. / D.R.
El rechazo a Grace se materializó en su boda. Ningún representante de las Casas Reales europeas acudió a la celebración nupcial, el 19 de abril de 1956, en la Catedral de Mónaco. Sólo aceptó la invitación el rey Faruk de Egipto, entre los 600 invitados, en los que había, sobre todo, actores de Hollywood, empresarios amigos de Rainiero y familiares.
A partir de entonces, la actriz, convertida tras la ceremonia en su Alteza Serenísima la princesa Grace, tuvo que atravesar un difícil periodo de adaptación a la vida de palacio. Ella misma lo contaba unos años después: «Cuando acabó la boda no pensé en nada. Me pasé al menos un año sin leer un recorte de prensa. Era una pesadilla. Hubo uno o dos momentos realmente maravillosos, pero en general fue un periodo muy difícil».
La reina Victoria Eugenia observó estos acontecimientos desde la distancia de su residencia de Lausana, Suiza, donde se había instalado, en el exilio, tras la muerte del rey Alfonso XIII y donde llevaba una vida muy tranquila, sin apenas actos en su agenda. Al principio, se había sumado al disgusto que provocó en la realeza el enlace de Rainiero y Grace. Sin embargo, existía un vínculo especial entre la familia real española y la monegasca.
Grace Kelly y la reina Victoria Eugenia tenían una relación muy estrecha.

Grace Kelly y la reina Victoria Eugenia tenían una relación muy estrecha.
El rey Alfonso XIII había pasado su primera noche en el exilio en el Hotel París de Montecarlo, antes de instalarse en París. El hijo de Victoria Eugenia, Juan de Borbón, conde de Barcelona, viajaba con asiduidad a Montecarlo para practicar la vela. Ella misma, instalada en Suiza, cerca del principado, adoraba frecuentar sus calles y sus lujosas tiendas. Pasado un tiempo, Victoria Eugenia empezó a fijarse en la nueva princesa, una mujer inteligente y fuerte, que intentaba, poco a poco, adaptarse a su vida de princesa, sin conseguirlo del todo.

No acababa de encontrar su papel. La reina conocía por experiencia propia lo difícil que es adaptarse a un país extranjero y a una corte que te mira con distancia sin querer aceptarte. Así que decidió ayudar a Grace a convertirse en princesa.
Grace admiraba profundamente a la reina española. Cuando Grace y Rainiero se comprometieron, la novia estudió cada una de las familias reales europeas para familiarizarse con ellas y descubrió a Victoria Eugenia, que se convirtió en un modelo para ella. La reina española exiliada pasaba temporadas empezó a alargar sus estancias en Montecarlo y se convirtió en una invitada asidua del Palacio Grimaldi.

La princesa recién casada escuchaba atentamente los consejos de la reina viuda. Gracias a estas conversaciones Grace se convirtió en un icono de la realeza europea. Grace decidió agradecérselo a Victoria Eugenia convirtiéndola en madrina de bautismo del príncipe Alberto, segundo hijo de los soberanos de Mónaco y heredero al trono del Principado, que había nacido el 14 de marzo de 1958.
Gracias a la reina Victoria Eugenia las relaciones entre la familia real española y la monaguesca se estrecharon.

Gracias a la reina Victoria Eugenia las relaciones entre la familia real española y la monaguesca se estrecharon. / D.R.

Era su manera de rendir públicamente homenajea Victoria Eugenia por su apoyo. El bautizo se celebró el 20 de abril de 1958. Alberto es el único de los tres hermanos Grimaldi que cuenta con un miembro de la realeza entre sus padrinos. A partir de entonces, la reina se convirtió en parte de la familia. Asistía a celebraciones en la intimidad, entre ellas el primer cumpleaños de Alberto.

Victoria Eugenia empezó también a incluir a los príncipes de Mónaco en las celebraciones de la familia real española. Fue el caso, por ejemplo, de la boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía, en Atenas, en 1962. Un evento en el que se dieron cita todas las Casas Reales europeas y al que los Príncipes de Mónaco acudieron gracias a la abuela del novio: la madre de la novia, la Reina Federica de Grecia, se había negado desde el principio a esta invitación.

Para ella, una actriz era poco más que una prost*t*ta y estuvo a punto de no enviar la invitación. Pero Victoria Eugenia insistió. Para agradecérselo, Grace y Rainiero organizaron una fiesta para los príncipes recién casados en el Sporting Club de Montecarlo, durante su luna de miel, y les regalaron un velero.

Cuando se celebró la boda de la Infanta Pilar con Luis Gómez-Acebo, los Condes de Barcelona invitaron de nuevo a los príncipes de Mónaco, que asistieron a la cena de gala organizada el día antes de la ceremonia, en la que la Princesa Grace ocupó un lugar de honor en la mesa principal, sentada a la derecha del padre de la novia, don Juan de Borbón.
Grace se convirtió con el tiempo en un gran apoyo para la Reina Victoria Eugenia, en los últimos años de su vida. A principios de 1968, estaba pasando unos días en Montecarlo como invitada de los Príncipes de Mónaco, días antes de celebrarse el bautizo de su bisnieto, Felipe VI.

Fue la propia Grace quien la acompañó a coger el avión que la trasladaría a Madrid, en el aeropuerto de Niza. Era uno de los vuelos más importantes de su vida y Grace estaba presente. La reina volvía a España, por primera vez, desde que la instauración de la Segunda República la obligase a exiliarse en el año 1931. Era un momento de grandes emociones y Grace estaba allí para apoyarla.

Victoria Eugenia falleció en Lausana el 15 de abril de 1969. Tras su muerte, las relaciones de los Grimaldi y los Borbón no volvieron a ser lo mismo, aunque no perdieron la cordialidad, pues Grace visitó en más de una ocasión a la familia real en La Zarzuela.

Los Príncipes de Mónaco sí acudieron a la proclamación del Rey Juan Carlos I en 1975 y, cuando la Princesa Grace falleció en un trágico accidente de coche, los Condes de Barcelona representaron a la Casa Real Española en su funeral.
Cuando ambos fallecieron, los Grimaldi acudieron también a sus funerales. Y cuando fue el Príncipe Rainiero quien falleció, en 2005, don Juan Carlos viajó a Monte-Carlo para despedirle.

Pero las dos familias también compartieron momentos de alegría, como la boda de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, en 1995, o la de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en 1997, a las que asistió Rainiero junto a su hijo Alberto. Cuando se casó el Príncipe Felipe con doña Letizia fue la Princesa Carolina quien representó al Principado.
 
Aquí sus enemigas.

Las rivales de Grace Kelly: su suegra y Carlota y su cuñada Antoinette, las dos mujeres que le complicaron la vida​

Cuando Grace Kelly decidió dar el «sí quiero» al príncipe Rainiero dispuesta a dejar atrás Hollywood poco podía imaginar que en Mónaco le esperaban dos mujeres que serían sus rivales de por vida: su suegra, la princesa Carlota Grimaldi, y su cuñada, la princesa Antoinette.​

Si quieres ver la relación de Grace Kelly con sus hijos pincha en la foto/instagram
Si quieres ver la relación de Grace Kelly con sus hijos pincha en la foto / INSTAGRAM
SILVIA VIVASJueves, 18 noviembre 2021, 17:19
«Mi suegra muestra hacia mí una actitud que no contribuye a distender el ambiente», declaró Grace Kelly en una ocasión resumiendo cómo era la relación que la princesa Carlota Grimaldi, madre de Rainiero de Mónaco, y duquesa de Valentinois (y de paso su hija, la princesa Antoinette Grimaldi), le dispensó desde el mismo momento en que la estrella de Hollywood hizo sus 80 maletas para partir en 1956 rumbo a Mónaco. Como si la historia de la princesa Charlène con sus cuñadas Carolina de Mónaco y la princesa Estefanía fuera un calco de lo que le sucedió a Grace Kelly en el siglo XX, en aquella ocasión las mujeres Grimaldi tampoco fueron benevolentes con la recién llegada a la familia, esa extraña a su árbol genealógico de la que, además, dependía que el Principado continuara siendo independiente.

Cómo se llevaba Grace Kelly con su suegra y su cuñada​

Cuando Carlota Grimaldi llegó al mundo no tenía derecho ni a ser princesa ni ha ostentar el apellido de los herederos del principado. Hija ilegítima del príncipe Luis II de Mónaco y una cantante de cabaret llamada Marie Juliette, Carlota no ascendió en la escala social convirtiéndose en señora de Valentinois hasta que no cumplió los 13 años, momento en el que su padre ya sospechaba que la niña iba a ser la única descendencia que iba a tener en su vida.
La pequeña Carlota con su padre, Luis

La pequeña Carlota con su padre, Luis / INSTAGRAM

Para cuando Carlota cumplió los 20 años, su padre decidió adoptarla formalmente, transformarla de señora a duquesa y cederle, esta vez ya para siempre, el apellido Grimaldi. Corría el año 1919 y un año más tarde su recién estrenado padre oficial casó a la joven con un noble francés, Pierre de Polignac. El objetivo del príncipe de Mónaco era que los herederos que él no pudo engendrar los tuviera de forma legítima su hija secreta.
Carlota cumplió con su cometido: a pesar de vivir un matrimonio efímero (se rumorea que su marido era el amante de Marcel Proust) logra dar a luz a dos hijos antes de exigir el divorcio en 1933. Antoinette Grimaldi fue la primera en llegar al mundo, Rainiero el segundo. Tras la firma del divorcio ambos quedaron a cargo de su abuelo mientras que su padre fue declarado persona non grata en Mónaco y su madre decidía dejarlos atrás para vivir su vida en Francia.
Retrato de la princesa Carlota Grimaldi, madre de Antoinette y Rainiero y suegra terrible de Grace Kelly.

Retrato de la princesa Carlota Grimaldi, madre de Antoinette y Rainiero y suegra terrible de Grace Kelly. / INSTAGRAM
La princesa Carlota aún hizo un último servicio al principado al renunciar a sus opciones al trono en beneficio de su hijo cuando este cumplió los 21. Fue lo último que hizo por él, el resto de su vida escogió dedicarla al trabajo social, la rehabilitación de presos, la villa francesa en la que se retiró y su amante René Girier, un afamado ladrón de joyas.
Los «servicios a la corona» de Antoinette Grimaldi fueron aún más dudosos. Su origen siempre estuvo en entredicho: su madre se casó embarazada y todo el mundo sospechaba que era de su amante y no de su prometido. El abandono de sus padres, que su madre cediera el trono a su hermano y que su abuelo no esperara nada de ella salvo una buena boda hicieron que la princesa Antoinette desarrollara una personalidad peculiar que brillaba en todo su esplendor cuando ambicionaba el trono de La Roca. Intentó llegar hasta él por todos los medios a su alcance, aunque eso supisiera derrocar a su único hermano. Pero sus planes se fueron por la borda cuando Rainiero se casó inesperadamente con Grace Kelly.
Grace Kelly y Rainiero en Mónaco

Grace Kelly y Rainiero en Mónaco / INSTAGRAM
Cuando a los 26 años Grace Kelly pagó dos millones de dólares de dote y se sometió a unas pruebas de fertilidad para poder casarse con Rainiero inocentemente pensó que ya había pasado lo más difícil... pero se equivocaba. Para ella Rainiero era el caballero de brillante armadura que la iba a rescatar de los romances infelices y la vida de cartón piedra de Hollywood, pero lo que se encontró en Mónaco fue el set de película más grande del mundo en el que estaba condenada a interpretar su papel día tras día mientras aguantaba entre bambalinas los ataques de una cuñada que envidiaba su puesto y una suegra que mostraba más interés por los perros de palacio que por sus propios hijos.

Los que pudieron ver las interacciones Grimaldi-Grace Kelly en aquella época afirman que llamar frialdad al trato que le dio Carlota Grimaldi a la mujer de su único hijo es quedarse corto. Basta como ejemplo que la madre de Rainiero jamás dejó una sola joya a su nuera, prefirió legarlas de forma íntegra y póstuma a su nieta, Carolina de Mónaco. Para la madre de Rainiero su mujer cometió el terrible error de llevarse bien con su ex marido, y eso era algo que no pudo perdonar.

La biógrafa Wendy Leigh, autora de True Grace, afirma que en los meses previos y posteriores a su boda con Rainiero « Grace fue humillada y extremadamente infeliz« y que vivía rodeada de la decadencia y los peores contactos de Rainiero... entre los que se encontraba su propia familia. Quizá por eso no es extraño que cuando décadas más tarde coincidió con una jovencísima Diana de Gales de 19 años que le comentó lo sola que se sentía entre los Windsor, Grace Kelly le contestó sin pestañear: «No te preocupes querida, solo empeorará».
 
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