Fotografía

FOTOGRAFÍA Exposición colectiva

El tesoro perdido de Magnum
  • Magnum's First es la primera exposición colectiva que Magnum organizó como agencia
  • Recorrió en 1955 varias ciudades de Austria para perderse después durante 50 años
  • 83 obras de maestros del fotoperiodismo como Capa, Cartier-Bresson o Werner Bischof
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Los tesoros de Magnum Fotograma: Eveleigh Nash en Buckingham Palace Mall. ©Inge Morath /Magnum Photos



RAQUEL QUÍLEZ | VÍDEO: ZOE RODRÍGUEZ desde MADRID
Actualizado: 22/10/2013 16:50 hora

Marzo de 1947. Fecha clave para la historia del fotoperiodismo. El húngaro Robert Capa, el francés Cartier-Bresson, el polaco David Seymour, el británico George Rodger y el norteamericano William Vandivert sientan las bases de una cooperativa de fotógrafos que reivindicaba una nueva forma de hacer las cosas: al margen de grandes empresas periodísticas, con autonomía total sobre los temas y conservando la propiedad intelectual de su trabajo. Acabaron convirtiéndose en mito. El mito Magnum.

Cada fundador asumió una parte del mundo -David Seymour, Europa; Cartier-Bresson, Asia; Vandivert, América; George Rodger, África y Oriente Medio, y Capa, la coordinación global- y comenzaron a trabajar en historias reposadas, cultivadas durante largos periodos de tiempo. Cada uno bajo su punto de vista, pero todos con una filosofía global, la que dictaban las tres máximas bajo las que se creó la agencia: proximidad al objeto, el instante decisivo y el ojo fotográfico; bases con las que pretendían acabar con las representaciones escenificadas de la realidad y terminaron revolucionando el oficio.

Capa convence a Cartie-Bresson con un argumento incontestable: 'Sigue haciendo fotos surrealistas y te quedarás encasillado. Conviértete en fotoperiodista y harás del resto de tus días lo que quieras'

La idea cuajó y Magnum fue aumentando su nómina de reporteros con nuevos nombres, como los de los austriacos Inge Morath, Ernst Haas y Erich Lessing. En 1955, tras la muerte de Capa -que si no hubiese pisado una mina en Indochina hubiese cumplido ahora 100 años - y la dimisión de Vandivert, la agencia decide preparar una exposición colectiva que represente sus principios y les ayude a crecer. Una especie de carta de presentación. Se llamó 'El rostro del tiempo' y sus fotos pueden verse ahora en Madrid, en la sede de la Fundación Canal: 83 imágenes tomadas entre 1947 y 1954 por Capa, Cartier-Bresson, Werner Bischof, Ernst Haas, Erich Lessing, Jean Marquis, Inge Morath y Marc Riboud. Ahí es nada.

"Los propios fotógrafos seleccionaron las series con las que querían demostrar los fundamentos de la agencia: desde momentos históricos como la muerte de Ghandi, a escenas costumbristas, cuadernos de viajes o el rodaje de una superproducción hollywoodiense, 'Tierra de faraones'. Querían dejar claro que la filosofía Magnum puede aplicarse a cualquier escenario, demostrar porqué su trabajo es diferente", explica Cristian Ruiz-Orfila, director de Exposiciones de la Fundación Canal.

"Destaca la aportación de dos fundadores, Capa y Cartier-Bresson. Capa era el verdadero germen de la agencia, el que tenía la idea en la cabeza, pero se autolimitó en la muestra con sólo tres fotos y, además, muy distintas a lo que más se conocía de su trabajo, como reportero de guerra. Curiosamente, selecciona imágenes alegres de una fiesta popular en Biarritz (País Vasco francés)", cuenta Ruis-Orfila. Se trata de su regreso al País Vasco 14 años después de realizar su famoso reportaje sobre el bombardeo de Bilbao, en 1937. "Quería dar la otra cara de la moneda para demostrar que Magnum propone una forma diferente de ver la realidad", añade el director. También Erich Lessing apuesta por alejarse de su trabajo de guerra con unas imágenes de Viena bajo la ocupación soviética en las que se percibe normalidad.

"Cuando Capa propuso bautizar al grupo como Magnum, nos mostramos de acuerdo. A la vez que expresaba esa vida en pos de grandes imágenes sugería la alegría de una gran botella de champán", David Seymour

El trabajo de Cartier-Bresson es, sin embargo, el más extenso. Elige 18 fotos de la serie Gandhi, que narran los días anteriores a la muerte del líder indio. Con su inseparable Leica, el francés se mete en el epicentro de la escena en una secuencia que muestra la víspera del asesinato, el anuncio de la muerte por el Primer Ministro Nehru, el pueblo durante el cortejo fúnebre, la cremación y el dolor de sus miles de seguidores mientras observan el esparcimiento de las cenizas en el río Summa.

"En todas destaca uno de las señas de Magnum: el fotógrafo se hace invisible gracias a la intimidad que ha desarrollado con el fotografiado. Cartier-Bresson estuvo mucho tiempo en el entorno de Gandhi, labrándose una amistad y así consigue estas fotos tan naturales en las que él desaparece", explica Ruis-Orfila. El reportaje se publicó en la revista Life en febrero de 1948. Durante décadas, las grandes biblias del periodismo gráfico de Europa y EEUU se hicieron eco del trabajo de la agencia.

"En la exposición vemos cómo estaba naciendo una agencia llamada a convertirse en la primera del mundo mezclando los conceptos de reportero y artista. No olvidemos que Capa convence a Cartier-Bresson de que asuma sus principios con un argumento incontestable: 'Sigue haciendo fotos surrealistas y te quedarás encasillado toda tu vida. Conviértete en fotoperiodista y harás del resto de tus días lo que quieras".

La muestra, bautizada ahora como Magnum's Fisrt, recorrió en 1955 varias ciudades de Austria para perderse después durante 50 años, hasta que en 2006 aparecieron los embalajes originales en los almacenes del Institut Français de Innsbrück. Cinco décadas en los que muchas de esas imágenes hicieron historia. Cinco décadas en las que se forjó un mito.



Magnum's First. Fundación Canal. | Hasta el 19 de enero | Laborables y festivos: 11 a 20 h. | Entrada libre.
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http://www.metropoli.com/arte/2013/10/22/526665e661fd3d424d8b456e.html
 
Los grandes fotógrafos de la Agencia Magnum

Repaso histórico por la historia de la agencia de fotos más conocida del planeta





Durante más de 65 años, las impactantes imágenes de los fotógrafos de Magnum han documentado nuestra historia más reciente en revistas y periódicos. Hacemos un repaso histórico por la historia de la agencia de fotos más conocida del planeta.



Magnum fue fundada en 1947 por los reporteros de guerra Robert Capa, David Seymour "Chim", Henri Cartier-Bresson, George Rodger y Bill Vandivert, además de Maria Eisner y Rita Vandivert, a la postre, primera presidenta. En los 60 años, solo una española ha conseguido entrar en el club de reportero de raza: Cristina García Rodero.

Al principio fue una imagen: la foto de un soldado alcanzado mortalmente por una bala, captada en 1936 durante laGuerra Civil española. El instante muestra la verdad última de todas las guerras: la destrucción de la vida humana. La muerte solitaria. Robert Capa se hizo famoso gracias a ella y se convirtió en un ejemplo para una nueva generación de reporteros gráficos que aspiraba a captar y entender la realidad con ayuda de la cámara. En 1947, los mejores de entre ellos se asociaron en un colectivo de genios individualistas, con el objetivo de documentar “las heridas y crisis del mundo”. Estos fotógrafos –Capa, Rodger, Seymour, Cartier-Bresson– fundaron la agencia Magnum Photos, un club elitista, radicalmente independiente, cuya única obligación iba a ser la veracidad del reportaje. Desde entonces, las imágenes de los fotógrafos de Magnum dan testimonio de lo que está sucediendo en el mundo, ya sean las luchas callejeras en Budapest, Praga y París, las guerras en Vietnam, Yugoslavia y Ruanda, la caída del muro de Berlín...



La historia de la fotografía del miliciano tras la cámara
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El 5 de septiembre 1936 va a ser el último día en la vida de Federico García. El joven soldado se encuentra en una trinchera del Cerro Muriano, en el frente de Córdoba. Es un republicano que lucha contra el régimen fascista del general Francisco Franco. Agachado, a su lado, hay un fotógrafo apátrida de 22 años, nacido en Hungría. García sale de la trinchera y el fotógrafo le sigue. Aprieta el disparador en el preciso momento en que la bala de un fusil mata al soldado: una foto del siglo, una imagen simbólica contra la guerra, contra todas las guerras. Elfotógrafo se llama André Friedmann, pero ha decido “rebautizarse” como Robert Capa. El nombre suena americano, mejor que el del exiliado judío que es. Además, los fotógrafos americanos ganan más dinero. Malos tiempos en Europa, lo que quiere decir que son buenos para los reporteros gráficos, una profesión que acaba de ser inventada. Tres factores favorecen la promoción de los artistas gráficos: las revistas de reciente aparición, las nuevas tecnologías y una guerra civil. En Estados Unidos se han fundado Look y Life; en Francia Vu ya se vende en los kioscos. Son revistas llenas de imágenes que muestran un mundo sin fotografiar hasta entonces. La manejable cámara Leica y las películas de alta sensibilidad dan movilidad a los fotógrafos y les permiten captar instantes fugaces. Como el del soldado García.


© Robert Capa
Robert Capa, que durante sus primeros años de exilio en París tuvo que empeñar su cámara varias veces para poder comer, se convierte en una estrella del oficio. Las revistas le declaran el “mejor fotógrafo bélico del mundo”. Ello no impide que acompañen sus fotos con textos de tendencia conservadora y las corten desvirtuando su mensaje. Capa busca aliados; sueña con una “hermandad” de reporteros gráficos que no esté sometida a los dictados de las revistas. En la primavera de 1947 ha conseguido reunir a un buen número de leales. Durante un almuerzo en el restaurante delMuseo de Arte Moderno de Nueva York funda Magnum Photos, junto con David “Chim” Seymour, la agente de fotografía Maria Eisner, el fotógrafo de Life Bill Vandivert y su mujer Rita. Son un colectivo en el que los fotógrafos deciden; un club elitista cuya única responsabilidad es conseguir una buena foto, un buen reportaje y ser veraces. Otros dos fotógrafos se convirtieron en miembros, aunque estuvieran ausentes: Henri Cartier-Bresson y George Rodger. Para ellos, la naturaleza del reportero de Magnun se define en pocas palabras: siempre en movimiento, en algún lugar.

fotografía y compone sus imágenes. Apenas si habla con las personas que retrata. Teoriza sobre “el momento decisivo” en el que el flujo eterno de la vida se detiene, cuando “los elementos del movimiento alcanzan un punto de equilibrio”. Ése es el momento que el fotógrafo debe captar con su cámara. Esa tensión creativa, a medio camino entre periodismo y arte, caracteriza aún hoy día a la agencia Magnum.


© Henri Cartier Bresson
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Las biografías de los fundadores están influenciadas por la Segunda Guerra Mundial. Capa y el polaco Seymour eran judíos y tuvieron que escapar de los nazis. Cartier-Bresson logró fugarse de un campo alemán de prisioneros y se unió a la resistencia en Francia. Rodger documentó la vida en Londres bajo los bombardeos alemanes.


© Henri Cartier Bresson
Magnum abre oficinas
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Esa declaración de independencia revoluciona el oficio; los artesanos se van a convertir en autores autónomos. En la actualidad, los reporteros gráficos tienen que agradecerle a los fundadores de Magnum el ser propietarios de los derechos de sus imágenes. Magnum abre oficinas en París y Nueva York. Los fotógrafos se reparten el mundo entre sí: Cartier-Bresson viaja por Asia, Rodger por África, “Chim” se hace cargo de Europa. Capa está en todas partes, es el motor de la agencia. Su carisma y su capacidad para “emborracharse en el momento adecuado con la gente adecuada”, como dice el asistente Pierre Gassmann, salva una y otra vez a Magnum de la ruina. En cierta ocasión, para pagar deudas, Capa apuesta todo el dinero en metálico de la agencia en un carrera de caballos... ¡y gana!


© Henri Cartier Bresson
Cómo sobrevive la fotografía
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A finales de los años cincuenta disminuyen los ingresos procedentes de la venta de fotos a las revistas, y en Magnum comienza una discusión sobre la importancia de las imágenes, que se prolongará hasta hoy.

La muerte de Capa es, paradójicamente, un estímulo para muchos fotógrafos. No pueden abandonar Magnum sin traicionar su legado. El escritor John Steinbeck, que había viajado con él por la Unión Soviética, escribió en su necrológica: “Capa reunió a su alrededor a otros jóvenes, les dio ánimos y les enseñó a respetar su arte y a ser íntegros. Llevarán a Capa en su interior durante toda la vida”. Los años sesenta fueron los más productivos en la historia de la mítica agencia.



A principios de los setenta, mientras aún dura la guerra, sus fotos aparecen en las pancartas de los manifestantes contra la guerra. Los fotógrafos se convierten en testigos principales del movimiento pacifista. Cada foto de Griffiths es una sanción a los heroicos comunicados de los generales americanos. Pero, ¿tienen algún efecto?

Sus imágenes, opina prudentemente el propio Philip Jones Griffiths, alimentaron “la conmoción sentimental que ayudó a acabar la guerra”. Pero la contienda de Vietnam la ganó el Vietcong en el campo de batalla y no el movimiento por la paz.

“Las fotos más terribles nunca conseguirán acabar con las guerras”, decía Erich Lessing ya en 1956, después de que hubo fotografiado la rebelión en Hungría: “No puedes ni ayudar ni perjudicar a la revolución. Sólo la documentas”.

George Rodger, otro fundador de Magnun, no quería ni siquiera hacer eso. Tras la liberación del campo de concentración de Bergen-Belsen, había fotografiado montañas de cadáveres. Pero, cuando se dio cuenta de que, al hacerlo, se concentraba en la luz y en la composición de las imágenes, se sintió asqueado. Nunca más volvió a colocarse a sí mismo en una situación semejante.



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Las imágenes de Gilles Peress de la guerra de Yugoslavia proporcionaron material para la acusación ante el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra en La Haya contra el serbio Slobodan Milosevich. “La buena fotografía ya no es tan importante”, dice Peress, quien está acostumbrado a arriesgar constantemente la vida en su trabajo. “Lo que yo hago es reunir pruebas.”

La inseguridad respecto al sentido mismo del reportaje gráfico ha hecho que Magnum abra sus puertas a algunos fotógrafos que van por caminos radicalmente diferentes a los que recorrieron los fundadores. Con la admisión del belga Harry Gruyaert en 1981, el colectivo se despidió del inevitable predominio del periodismo: para Gruyaert la composición cromática adquiere una gran importancia e, igualmente, mantiene la estética de la imagen en lugar de profundizar en las transformaciones del mundo. Pero fue la candidatura del inglés Martin Parr la que, en 1994, amenazó con dividir a la agencia.

A Cartier-Bresson la forma en que Parr dialoga con la realidad le parece cínica: “Vives en otro planeta completamente distinto al mío”, le reprocha al novicio en 1995.

Todos los años, más de 300 fotógrafos presentan su candidatura para ser aceptados en Magnum; una docena lo logran en la segunda vuelta. Durante la convención anual, unos 60 miembros discuten sobre la calidad de los candidatos apasionadamente, tal como informa el director de la oficina de Nueva York, Mark Lubell: “Ha llegado a suceder que un fotógrafo le diga a otro ‘vamos afuera y lo discutimos de hombre a hombre”. Quien consigue la mayoría de los votos se convierte en nominee. Al cabo de dos años tiene que volver a presentar una carpeta con trabajos para llegar a ser un associate. Sólo después de otros dos años puede llegar a ser miembro de pleno derecho.


© Henri Cartier Bresson
“El sistema de admisión en Magnum es un tanto ingenuo”, opina Alec Soth, associate desde 2006, “es como en un antiguo club, con pruebas de valor y apretones de mano secretos”. La candidatura de Soth dividió a la agencia, como había sucedido en el caso de Martin Parr: el americano de 39 años se había hecho famoso con Sleeping by the Mississippi, una serie de imágenes en las que no sucede nada, captadas con una cámara de gran formato a lo largo del río. Soth ya era una estrella cuando ingresó en Magnum y sus fotos suelen exponerse en el Museo Whitney de Arte Americano. El que Alec Soth sea miembro refleja lo mucho que la agencia ha cambiado desde su fundación. Según sus propias palabras: “Magnum está enraizada en algo muy real, eso me ayuda a permanecer en contacto con el mundo”. Soth calcula que sólo una milésima parte de sus ingresos procede de los encargos de las revistas.

fotos de guerra se encuentran también entre la oferta de las galerías, como por ejemplo las de James Nachtwey, miembro de Magnum desde 1986 a 2001. Su foto del duelo de una mujer afgana junto a la tumba de su hermano se ofrecía en la feria por 6.500 dólares. La foto documenta un “momento decisivo”, según la idea de Cartier-Bresson, ese instante en que el presente se hace historia. Ese momento se convierte en mercancía y, también, en una obra de arte a la que los galeristas ponen precio y que los coleccionistas compran.

To take someone’s picture, se dice en inglés, que traducido literalmente significa “tomar una fotografía de alguien”. La frase recuerda que los fotógrafos cogen algo que, en realidad, pertenece a la persona retratada. Si trabaja usted para la prensa, es decir, para el cuarto poder, siempre podrá remitirse a la ética de los periodistas.



¿Pero, pueden las fotos que son producto de un acuerdo tácito entre el profesional y su objetivo ser consideradas como una inversión? “Para que las imágenes sean posibles, un fotógrafo necesita mucho tiempo, así como conocimiento y habilidad”, dice el crítico neoyorquino A. D. Coleman. “En la actualidad, apenas si hay revistas que financien una investigación de cierta envergadura. Sin la venta de copias, un James Nachtwey ya no podría hacer tales fotos.” Pero, aunque así sea, ¿para qué necesitamos todavía fotos de la agencia Magnum?
 
Homenaje al fotógrafo desconocido
Un archivo de 500 imágenes inéditas de la I Guerra Mundial, hechas durante años por un militar anónimo, será la base de una gran exposición en 2014, centenario de la contienda
ANDRÉS GARCÍA DE LA RIVA Logroño 31 OCT 2013 - 19:14 CET1


“21/10/1918. Resistencia final alemana en Hooglède (Bélgica)”, escribe sobre el negativo de vidrio el autor.

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Viendo estas fotos en blanco y negro, algunas terribles, otras llenas de romanticismo e incluso de ternura, todas ellas testimonio mudo de una época indeseable de la Humanidad, la de la I Guerra Mundial, uno piensa en Senderos de gloria, la película con la que Stanley Kubrick retrató en 1957 la sinrazón de la contienda y sus miserias. Tras un repaso veloz a estas imágenes, tomadas durante y después de la Gran Guerra por un militar anónimo que se recorrió todo el frente occidental de norte a sur haciendo fotos con su unidad, uno piensa que podrían estar hechas directamente por el responsable de la foto fija de aquela obra maestra de Kubrick protagonizada por Kirk Douglas.


3D World War I from Casa de la Imagen on Vimeo.

Todo comenzó en 2003, cuando el fotoperiodista Pablo San Juan encontró por casualidad en un mercado de Tánger un curioso material: unas cajitas de madera, de 15 x 20 centímetros, dentro de cada una de las cuales había 50 placas de vidrio con imágenes.

El vendedor le dijo que eran fotos pero que se veían al revés. Lógico, teniendo en cuenta que eran negativos obtenidos con una cámara estereoscópica Verascope. Cuando San Juan extrajo uno de aquellos negativos comprobó que reproducía una escena bélica antigua. Intrigado, no dudó en llamar de inmediato para contarle su hallazgo a su amigo Jesús Rocandio, un fotógrafo riojano responsable de la Casa de la Imagen de Logroño. La CDI es una entidad especializada en la conservación de material fotográfico que ha impulsado iniciativas tan solventes como Fotoconservación, un encuentro internacional celebrado en 2011 donde se actualizaron las técnicas de restauración de patrimonio fotográfico. Rocandio no dudó en recomendarle encarecidamente que comprara todas las cajas. Lo hizo, y cuando estas llegaron a Logroño, Rocandio y sus ayudantes descubrieron con gozo que habían adquirido un verdadero tesoro: una colección de medio millar de negativos estereoscópicos de gran calidad, fechados, localizados y, muchos de ellos, con comentarios. Como explica el fotógrafo Carlos Trespaderne, compañero de Rocandio en la Casa de la Imagen, “la técnica estereoscópica de aquella época consistía en un cámara con dos objetivos y un disparador. La imagen que se obtenía era doble y correspondía una a cada ojo. Las dos quedaban recogidas en una placa de cristal, el negativo. Cuando la información llegaba al cerebro creaba la sensación de profundidad”, una suerte de 3D en los albores del siglo XX.

La colección supone un documento inédito de la I Guerra Mundial ya que, “a diferencia de la mayoría de imágenes que conocemos sobre esta contienda, nos sumerge de lleno en el frente de la contienda, en la guerra de verdad; vemos las trincheras, las armas, los tanques, los cañones, los ejércitos, las destrucciones... Nunca se había visto esta guerra así”, asegura Trespaderne.

BÉLICA (I Guerra Mundial) from Casa de la Imagen on Vimeo.

La colección está formada por 500 negativos de entre 1916 y 1938. Un primer bloque de 235 placas se obtuvieron durante las principales batallas de esta contienda, como Verdun, Arras o Somme. El resto corresponde a la posguerra y retrata escenas familiares y vacaciones localizadas en Niza, el sur de Italia o el norte de África.

Aunque se sabe que el autor de estos negativos era un militar francés, seguramente un capitán de artillería —extremo deducido por sus minuciosos comentarios sobre el calibre de los cañones—, aún no se hay datos sobre su identidad, ya que no firmaba sus fotografías. Ahora se investiga quién era realmente este oficial aficionado a la fotografía cuyo trabajo tiene, según él, “un gran valor documental y estético: tenía un ojo fotográfico estupendo, sus planos están muy bien construidos y sabía componer muy bien para 3D”.

La Casa de la Imagen inició hace ahora una década el lento proceso de conservación de este material, estabilizándolo, aislándolo, reproduciéndolo y realizando una complejísima restauración digital. “Las cajas llegaron en muy malas condiciones, el clima del norte de África, tan seco, es terrible, tenían hasta termitas”, recuerda Carlos Trespaderne. En 2007 organizaron Bélica, una primera muestra con una mínima parte de este material; y ahora trabajan para la puesta en marcha de una exposición definitiva, y la publicación de un libro en 2014 con motivo del primer centenario del inicio de la contienda. Para ello, la entidad se ha puesto en contacto con asociaciones y organismos de diferentes países que participaron en la guerra, como Italia, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda o Reino Unido.
 
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