Exhumación de Francisco Franco e inhumación en el panteón de Mingorrubio, El Pardo

Yo creo que la momia costara sacarla del Valle:LOL::LOL::LOL:. Está ahía tan agustito... que lo dejo todo atado y bien atado.El obispo ha dicho que aceptara lo que diga el Supremo,es porque sabe perfectamente que son afines y que van a impedir que la momia salga y queda muy bien decir lo que dijo.Hasta que no lo vea,no lo creo.El poder que dejo el "caudillo" que al golpe de estado que dió, se le llama "levantamiento glorioso en defensa de España" ha dejado raíces más profundas,que las del Toxo verde:p:p:p

costar, está costando :LOL::LOL::LOL:

Pero el TS no puede enmendar la plana al parlamento. me refiero a pasarse por el arco de triunfo la ley de Memoria Historica.

se puede forzar la cosa, pero no hasta ese punto. es inconcebible.

tendría que derogarse antes la ley de Memoria.

VOX lo lleva en su programa pero no tiene la mayoría necesaria para hacerlo.
 
Última edición por un moderador:
tu eres la que estas mal informada, no va a salir de ahí, mal que os pese
Pongo me gusta, no por Franco, sino por que el falso pum laude Pedro el hermoso que en vez de gobernar y unir quiere vivir al estilo hollywoodiense, cual nuevo millonario y traicionar todo lo que haga falta con tal de seguir el en la Moncloa y distraernos todo el día con los restos de Franco, así no hablamos del traidor de Zapatero y su rendición a Eta, olvidando a todas las victimas de Eta, mas la corrupción del Psoe mucho mayor que la de cualquier otro partido y la financiación a los catalanes para que sigan manteniendo todas las instituciones al servicio del independentistmo.
 
Última edición:
Pongo me gusta, no por Franco, sino por que el falso cum laude Pedro el hermoso que en vez de gobernar y unir quiere vivir al estilo hollywoodiense, cual nuevo millonario y traicionar todo lo que haga falta con tal de seguir el en la Moncloa y distraernos todo el día con los restos de Franco, así no hablamos del traidor de Zapatero y su rendición a Eta, olvidando a todas las victimas de Eta, mas la corrupción del Psoe mucho mayor que la de cualquier otro partido.
lo de Zapatero con Eta es de traca, es para que desapareciera el PSOE
 
El Supremo y sus golpes de Estado

Memoria histórica

En la inmensa mayoría de sus decisiones, el Supremo se ha puesto siempre del lado de la dictadura, del lado de los verdugos y enfrente de sus víctimas
No hay que ser independentista para sorprenderse de que en una sala del Alto Tribunal se acuse de golpistas a los políticos catalanes, mientras en la otra se legitima a los golpistas que secuestraron nuestras libertades durante cuarenta años
Más información | Crece la presión para que el Tribunal Supremo rectifique y cambie la frase que legitima el golpe de Franco

Carlos Hernández
06/06/2019 - 08:17h
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El presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. EFE

España, junio de 2019. El Tribunal Supremo retrocede 83 años en el tiempo no solo para legitimar a Francisco Franco, sino también para dar la razón a Adolf Hitler y a Benito Mussolini. Ellos fueron dos de los pocos líderes mundiales, y los únicos de relevancia, que dieron por buena la designación como jefe del Estado de un general gallego, bajito y con voz atiplada, llevada a cabo por una horda de militares golpistas en el otoño de 1936. El Führer y el Duce han dejado de ser los únicos, porque ahora esa elección ilegal ha sido avalada por nuestro Tribunal Supremo.




Es difícil creer que la perversa redacción de ese auto sea fruto de un inocente error o de la mera traición de un subconsciente que ha pasado demasiadas horas cara al sol. Aunque es la más grave, se trata de una decisión más. Una decisión que ahonda en la jurisprudencia filofranquista aplicada por el Alto Tribunal durante todo el periodo democrático. La lista de ejemplos es amplia y reveladora. El Supremo evitó condenar a varios alcaldes que habían incumplido la Ley de Memoria Histórica al negarse a retirar la simbología fascista de las calles. El Supremo, recientemente, ha rechazado que los familiares de las víctimas tengan el derecho a obtener ayudas económicas estatales para recuperar los restos de sus seres queridos, asesinados por defender la democracia y la libertad. El Supremo inhabilitó a Baltasar Garzón cuando osó investigar los crímenes del franquismo. Los magistrados buscaron la excusa para hacerlo en otro de los casos que instruía, pero la "coincidencia" no pasó desapercibida para nadie. El primer juez en 40 años de democracia que osaba poner su foco en el tirano era conveniente y oportunamente defenestrado.

Es una evidencia que, en la inmensa mayoría de sus decisiones, el Supremo se ha puesto siempre del lado de la dictadura, del lado de los verdugos y enfrente de sus víctimas. Es obvio también que parte del problema proviene de una Ley de Memoria Histórica descafeinada que encaja perfectamente en una legislación global amable con el franquismo. Una legislación que ni siquiera anula las sentencias dictadas en los juicios farsa que celebraban los tribunales militares y civiles durante la guerra y la posterior tiranía. Una legislación que, en el mejor de los casos, es tan equidistante y ambigua como para que cualquier magistrado con caspa pueda interpretarla a mayor gloria del "Caudillo". Sin embargo, las leyes no son las únicas culpables. La judicatura sigue trufada de magistrados que esconden bajo sus togas la camisa azul heredada de sus padres y sus abuelos.

Con este auto, el Tribunal Supremo ha terminado de dilapidar buena parte de la ya escasa credibilidad que atesoraba. Apenas han pasado seis meses desde aquel sonrojante día en el que su presidente corrió, más que nunca, para evitar que los bancos tuvieran que pagar el impuesto de las hipotecas. No le importó saltarse todos los procedimientos establecidos hasta ese momento… ni humillar a los miembros de la sala competente corrigiendo su decisión… ni embarrar la imagen de la institución que presidía. La banca mandaba y ganaba.

Sin haberse recuperado de aquel desastre, el Supremo ha dado el penúltimo paso hacia el abismo. Y lo ha vuelto a hacer en el peor de los momentos. No hay que ser independentista para sorprenderse de que en una sala del Alto Tribunal se acuse de golpistas a los políticos catalanes, mientras en la otra se legitima a los golpistas que secuestraron nuestras libertades durante cuarenta años. No hay que ser independentista para dudar de la credibilidad e incluso de la legitimidad de esos magistrados para quemar en la hoguera a quienes se saltaron la Constitución el 1 de octubre de 2017 en una acción incruenta que apenas tuvo consecuencias reales, al mismo tiempo que avalan la proclamación ilegal de un dictador que acabó a bombazos con el orden constitucional vigente, provocó una guerra que arrasó el país y asesinó a decenas de miles de demócratas.

Este miércoles la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha exigido al Supremo que rectifique su auto. No estaría de más que esa corrección fuera acompañada de una petición de perdón a todos los españoles, en general, y a las víctimas del franquismo, en particular. Está por ver si Carlos Lesmes y sus huestes atienden la exigencia, recuperando una pequeña parte de la dignidad perdida, o demuestran que su sitio continúa estando al lado de dictadores y banqueros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Supremo-golpes_6_907169277.html

Esto es lo verdaderamente escandaloso y a lo que hay que darle publicidad en un país con una verdadera democracia, pero la prensa se va por otros derroteros, y ésto solamente una reseña.


Democracia franquista. ¿Alguien lo pone en duda a éstas alturas?
 
El error

Si el Gobierno hubiera sido el justiciero con fuerza, el ejecutor de la voluntad de la dignidad democrática y popular, hubiera sacado al dictador sin contemplaciones, apoyado en la fuerza de las urnas, en la de la memoria europea de los fascismos, en la de la dignidad y la reparación de las víctimas y hubiera asumido las consecuencias
Elisa Beni
06/06/2019 - 00:47h
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El cadáver de Francisco Franco durante la misa 'corpore insepulto' en el palacio del Pardo, en 1975 EFE

"Decirlo no es hacerlo"




‘La ley de la calle’. Francis Ford Coppola

Si algo tiene el periodismo es que te embarca en singladuras de todo tipo y que todas te enseñan algo. Una de las cosas que aprendí, en aquellos tiempos en los que trabajaba al filo de las pasiones humanas, pasiones más terrenales pero no distintas ya que el poder siempre está de telón de fondo, fue que en la calle si amagabas tenías que dar. Amenazar sin cumplir, sacar navaja sin intención de tirar, mostrar los puños sin dar es el fin en la jungla de asfalto o de tierra, en la jungla humana. Y eso porque el mostrar tu poder sólo tiene sentido y efecto si estás dispuesto a usarlo. Con todas las consecuencias.

Todo esto me venía a la cabeza, a título de metáfora, cuando leía el auto de paralización cautelar de la exhumación del dictador en el que cinco magistrados dejaban en suspenso, en una resolución de contenido insólito, la decisión legítima del pueblo español, formulada a través de sus representantes democráticos, de acabar con la inadmisible situación de honor y preeminencia de un dictador genocida en una democracia asentada. Y lo hacía porque durante todo este largo y agónico trámite siempre he pensado -y he dicho, que no soy de callar- que el error de origen estaba en la decisión de anunciar la realización de una acto de justicia democrática, que emana de una orden del pueblo, y de convertirlo en un vulgar procedimiento administrativo en el que la familia del execrable dictador se convierte en una parte habilitada en la balanza de la Justicia con el mismo peso que toda la fuerza de la justicia debida a sus víctimas, al pueblo español y a los requerimientos de la legalidad internacional. Amagar y no dar. Y ese amago se produjo porque el anuncio se hace en un momento en el que el gobierno no se siente con la suficiente fuerza. Por eso muestra los puños, pero no se atreve a usarlos. Mala cosa. A sabiendas de que tras el músculo faltaba golpe, la familia del tirano, se vino arriba y convirtió todo el asunto en una cuestión de divergencias administrativas entre unos nietos atribulados por el “desgarro” producido por la idea de que el abuelito fuera desenterrado y las antiguallas del derecho absoluto de la iglesia sobre ese “sagrado” que ni siquiera mantiene económicamente. Así comenzó un debate absurdo e inane. Así normalizamos los deseos de los franquistas y sus herederos, los llevamos a los medios, los entrevistamos, les dejamos ocupar el espacio público que jamás ocuparon hasta ahora en toda la democracia. Existían, valga, pero existían en la sombra, existían marcados por la vergüenza, existían por la magnanimidad de una democracia que se define como no militante.

Si Gobierno hubiera sido el justiciero con fuerza, el ejecutor de la voluntad de la dignidad democrática y popular, hubiera sacado al dictador sin contemplaciones, apoyado en la fuerza de las urnas, en la de la memoria europea de los fascismos, en la de la dignidad y la reparación de las víctimas y hubiera asumido las consecuencias. Así se actuó en Pamplona con Mola y con Sanjurjo, el dueño de la silla de Franquito, el doble rebelde. La familia de Sanjurjo fue a tiro pasado a la Justicia y en una primera instancia le dieron la razón y ordenaron reinhumarlo pero el Tribunal Superior de Justicia de Navarra ha avalado finalmente la exhumación. ¿Alguien duda de la diferencia que hay en someter a un tribunal de Justicia un hecho consumado que debe revertir a preguntarle sobre si puede o no hacerse? No hablo sólo en términos jurídicos sino en términos de dignidad democrática.

La equidistancia entre el mal y el bien es moralmente inaceptable. No hay término medio. Sólo cabe un alineamiento. La equidistancia entre los deseos de la familia de un dictador asesino y liberticida y los de las víctimas de su régimen opresor y de los representantes legítimos del pueblo democráticamente elegidos, tampoco.

Además de la normalización del franquismo sociológico y del real hemos conseguido también que el Tribunal Supremo del Reino de España considere un golpe de estado militar -este sí, de código penal en mano- como fuente de legitimidad de gobierno, al datar el inicio de caudillaje del rebelde y su usurpación del poder en la fecha en el que él y sus golpistas se proclaman, obviando la legalidad de un gobierno legítimo y reconocido además por todas las instancias internacionales. La Justicia demuestra una vez más su confusión respecto a la realidad político-jurídica de la dictadura y su incapacidad para hacer justicia y reparar los crímenes de un régimen opresor e ilegítimo que usurpó la voluntad del pueblo español durante cuarenta años.

El interés general por acabar con la ignominia que supone mantener al tirano enterrado con honor junto a los cadáveres de miles de personas que fueron, estas sí, robadas de cunetas, sin consideración absoluta a su memoria, sus ideales y a su familia, para dar una pátina de regularidad a la obra megalómana de un dictador ensoberbecido, se pone en pie de igualdad con el deseo de los herederos de su infausta memoria. El Valle es una loa a lo que los rebeldes victoriosos consideraron su “gloriosa cruzada” y un escupitajo en la cara de los defensores de la legitimidad constitucional vencidos. Franco, al que yo no llamaré don Francisco Franco Bahamonde como hace el auto, no es un “jefe de Estado” en abstracto, y mucho menos desde la fecha en que él lo decide unilateralmente tras un violento golpe de Estado, sino que fue el militar que, por la fuerza, tomó un poder que no le correspondía y lo usurpó mediante la violencia y la represión, perpetrando un sin número de crímenes con el único objetivo de acabar con los que no compartían su delito ni sus efectos.

Franco es el secuestrador de la libertad de los españoles. Franco es quien represalía y ejecuta a los que pensaban diferente. Franco es el golpista que nos sacó del hilo de la historia. A semejante individuo no se le pueden rendir honores ni en el papel timbrado.

El error ha sido consentir hacerlo como ellos querían. Aceptar que las condiciones eran las que sus nostálgicos reclamaban. Un gobierno, siguiendo instrucciones de un parlamento, no amaga sino que da. El error ha sido mostrarse débil. ¿Qué sucedería si cuatro o cinco personas decidieran que el lugar del dictador es el que le enaltece por la aplicación de cuatro reglamentos y dos normas administrativas? Esto no es una cuestión de administraciones sino una cuestión constitucional y de dignidad democrática. ¿Por qué no ha llevado a pleno Díaz-Picazo esta cuestión como hizo para arreglar a los bancos la historia de los gastos hipotecarios?, ¿no tiene la suficiente relevancia?

El Supremo de nuevo navega por aguas turbulentas. Han olvidado que ha terminado el tiempo en el que todo se hacía tras la cortina y sin dar explicaciones. Toda la dignidad de una nación libre les espera fuera.

https://www.eldiario.es/zonacritica/error_6_907169275.html

¡Que vergüenza!
 
costar, está costando :LOL::LOL::LOL:

Pero el TS no puede enmendar la plana al parlamento. me refiero a pasarse por el arco de triunfo la ley de Memoria Historica.

se puede forzar la cosa, pero no hasta ese punto. es inconcebible.

tendría que derogarse antes la ley de Memoria.

VOX lo lleva en su programa pero no tiene la mayoría necesaria para hacerlo.
Para ciertas instituciones no hay nada inconcebible.Se cambian la chaqueta y se ponen las etiquetas que más les convengan,ahora oca "democracia" de dientes para fuera,pero en el interior anida el TOP y le han cambiado el nombre por TS.Los mismos perros con distintos collares.Si se anqaliza con tiempo y minuciosamente el trabajo que llevan haciendo... se ve como se va aclarando y las caretas se van esfumando.
 
Esto lleva el camino de terminar como el cadáver de Evita Peron si un voluntario se ofrece a guardarlo en su domicilio hasta que lleguen tiempos mejores.
 
El error

Si el Gobierno hubiera sido el justiciero con fuerza, el ejecutor de la voluntad de la dignidad democrática y popular, hubiera sacado al dictador sin contemplaciones, apoyado en la fuerza de las urnas, en la de la memoria europea de los fascismos, en la de la dignidad y la reparación de las víctimas y hubiera asumido las consecuencias
Elisa Beni
06/06/2019 - 00:47h
cadaver-Francisco-Franco-insepulto-Pardo_EDIIMA20190603_0504_20.jpg


El cadáver de Francisco Franco durante la misa 'corpore insepulto' en el palacio del Pardo, en 1975 EFE

"Decirlo no es hacerlo"




‘La ley de la calle’. Francis Ford Coppola

Si algo tiene el periodismo es que te embarca en singladuras de todo tipo y que todas te enseñan algo. Una de las cosas que aprendí, en aquellos tiempos en los que trabajaba al filo de las pasiones humanas, pasiones más terrenales pero no distintas ya que el poder siempre está de telón de fondo, fue que en la calle si amagabas tenías que dar. Amenazar sin cumplir, sacar navaja sin intención de tirar, mostrar los puños sin dar es el fin en la jungla de asfalto o de tierra, en la jungla humana. Y eso porque el mostrar tu poder sólo tiene sentido y efecto si estás dispuesto a usarlo. Con todas las consecuencias.

Todo esto me venía a la cabeza, a título de metáfora, cuando leía el auto de paralización cautelar de la exhumación del dictador en el que cinco magistrados dejaban en suspenso, en una resolución de contenido insólito, la decisión legítima del pueblo español, formulada a través de sus representantes democráticos, de acabar con la inadmisible situación de honor y preeminencia de un dictador genocida en una democracia asentada. Y lo hacía porque durante todo este largo y agónico trámite siempre he pensado -y he dicho, que no soy de callar- que el error de origen estaba en la decisión de anunciar la realización de una acto de justicia democrática, que emana de una orden del pueblo, y de convertirlo en un vulgar procedimiento administrativo en el que la familia del execrable dictador se convierte en una parte habilitada en la balanza de la Justicia con el mismo peso que toda la fuerza de la justicia debida a sus víctimas, al pueblo español y a los requerimientos de la legalidad internacional. Amagar y no dar. Y ese amago se produjo porque el anuncio se hace en un momento en el que el gobierno no se siente con la suficiente fuerza. Por eso muestra los puños, pero no se atreve a usarlos. Mala cosa. A sabiendas de que tras el músculo faltaba golpe, la familia del tirano, se vino arriba y convirtió todo el asunto en una cuestión de divergencias administrativas entre unos nietos atribulados por el “desgarro” producido por la idea de que el abuelito fuera desenterrado y las antiguallas del derecho absoluto de la iglesia sobre ese “sagrado” que ni siquiera mantiene económicamente. Así comenzó un debate absurdo e inane. Así normalizamos los deseos de los franquistas y sus herederos, los llevamos a los medios, los entrevistamos, les dejamos ocupar el espacio público que jamás ocuparon hasta ahora en toda la democracia. Existían, valga, pero existían en la sombra, existían marcados por la vergüenza, existían por la magnanimidad de una democracia que se define como no militante.

Si Gobierno hubiera sido el justiciero con fuerza, el ejecutor de la voluntad de la dignidad democrática y popular, hubiera sacado al dictador sin contemplaciones, apoyado en la fuerza de las urnas, en la de la memoria europea de los fascismos, en la de la dignidad y la reparación de las víctimas y hubiera asumido las consecuencias. Así se actuó en Pamplona con Mola y con Sanjurjo, el dueño de la silla de Franquito, el doble rebelde. La familia de Sanjurjo fue a tiro pasado a la Justicia y en una primera instancia le dieron la razón y ordenaron reinhumarlo pero el Tribunal Superior de Justicia de Navarra ha avalado finalmente la exhumación. ¿Alguien duda de la diferencia que hay en someter a un tribunal de Justicia un hecho consumado que debe revertir a preguntarle sobre si puede o no hacerse? No hablo sólo en términos jurídicos sino en términos de dignidad democrática.

La equidistancia entre el mal y el bien es moralmente inaceptable. No hay término medio. Sólo cabe un alineamiento. La equidistancia entre los deseos de la familia de un dictador asesino y liberticida y los de las víctimas de su régimen opresor y de los representantes legítimos del pueblo democráticamente elegidos, tampoco.

Además de la normalización del franquismo sociológico y del real hemos conseguido también que el Tribunal Supremo del Reino de España considere un golpe de estado militar -este sí, de código penal en mano- como fuente de legitimidad de gobierno, al datar el inicio de caudillaje del rebelde y su usurpación del poder en la fecha en el que él y sus golpistas se proclaman, obviando la legalidad de un gobierno legítimo y reconocido además por todas las instancias internacionales. La Justicia demuestra una vez más su confusión respecto a la realidad político-jurídica de la dictadura y su incapacidad para hacer justicia y reparar los crímenes de un régimen opresor e ilegítimo que usurpó la voluntad del pueblo español durante cuarenta años.

El interés general por acabar con la ignominia que supone mantener al tirano enterrado con honor junto a los cadáveres de miles de personas que fueron, estas sí, robadas de cunetas, sin consideración absoluta a su memoria, sus ideales y a su familia, para dar una pátina de regularidad a la obra megalómana de un dictador ensoberbecido, se pone en pie de igualdad con el deseo de los herederos de su infausta memoria. El Valle es una loa a lo que los rebeldes victoriosos consideraron su “gloriosa cruzada” y un escupitajo en la cara de los defensores de la legitimidad constitucional vencidos. Franco, al que yo no llamaré don Francisco Franco Bahamonde como hace el auto, no es un “jefe de Estado” en abstracto, y mucho menos desde la fecha en que él lo decide unilateralmente tras un violento golpe de Estado, sino que fue el militar que, por la fuerza, tomó un poder que no le correspondía y lo usurpó mediante la violencia y la represión, perpetrando un sin número de crímenes con el único objetivo de acabar con los que no compartían su delito ni sus efectos.

Franco es el secuestrador de la libertad de los españoles. Franco es quien represalía y ejecuta a los que pensaban diferente. Franco es el golpista que nos sacó del hilo de la historia. A semejante individuo no se le pueden rendir honores ni en el papel timbrado.

El error ha sido consentir hacerlo como ellos querían. Aceptar que las condiciones eran las que sus nostálgicos reclamaban. Un gobierno, siguiendo instrucciones de un parlamento, no amaga sino que da. El error ha sido mostrarse débil. ¿Qué sucedería si cuatro o cinco personas decidieran que el lugar del dictador es el que le enaltece por la aplicación de cuatro reglamentos y dos normas administrativas? Esto no es una cuestión de administraciones sino una cuestión constitucional y de dignidad democrática. ¿Por qué no ha llevado a pleno Díaz-Picazo esta cuestión como hizo para arreglar a los bancos la historia de los gastos hipotecarios?, ¿no tiene la suficiente relevancia?

El Supremo de nuevo navega por aguas turbulentas. Han olvidado que ha terminado el tiempo en el que todo se hacía tras la cortina y sin dar explicaciones. Toda la dignidad de una nación libre les espera fuera.

https://www.eldiario.es/zonacritica/error_6_907169275.html

¡Que vergüenza!
Vergüenza leer cualquier truño que malpublica la Beni, tiparraca sectaria e ignorante. Sin comentarios
 
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