candela paz
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Es como una obsesión perfectamente plasmada en las cerriles declaraciones que nos regala Soraya, en el acoso por parte del Estado español que, hoy por hoy, tiene instrumentos para intentar aplastar a Cataluña pero que no creo lo consiga.
No creo que la cosa española, sobre todo en manos de un mandilón, poltrón, vago como chaqueta de guarda Rajoy, quiera aplastar nada. Aparte de su infinita pereza, no creo que haya consenso para ese tipo de comportamiento por parte de la población, que son ya palabras muy, muy mayores. La violencia, una vez desencadenada, es muy difícil de recoger de vuelta y no creo que nadie la quisiera.
Esto dicho, no tengo ni idea de lo que dice la Soraya, porque no la escucho, la verdad.
Lo que si está claro es el miedo, el pánico a perder esa maravillosa región, rica cultura.
Estamos todas hablando de impresiones, opiniones personales y aproximaciones, porque datos fehacientes hay pocos. Así que, en medio del batiburrillo de opiniones personales, ahí va la mía, que sólo cubre lo que cubre mi sombra, aunque en mi entorno cercano (decenas de personas, no más) se comparta. No hay ningún miedo a perder Cataluña. No hay pánico. Al contrario, en mi caso encuentro deseable que se vaya quien así lo vote, con su riqueza, su cultura y lo que entre en el lote.
Yo hubiera sido partidaria de empujar al País Vasco a la independencia en los años de plomo, sin ningún pánico, sin sensación de pérdida tampoco, sabiendo que se abandonaría en tal caso a parte de la población que no estuviera de acuerdo con lo que les llegaba, pero así se dan las cosas y se vive con ello, limitando el drama en lo que se pueda, con trasvase ordenado de poblaciones.
Lo mismo en este caso si se diera, que no se dará: se parten las peras, se aplican las leyes de nacionalidad que están ya bien sabidas, porque hay muchos precedentes y que van por residencia: en tal fecha, a tal hora, todos los residentes en Cataluña reciben la nacionalidad catalana y la española se anula. Los residentes en España siguen siendo españoles. Si están disconformes catalanes u otros que residan en España y que quieran ser catalanes, deben entrar en territorio de Cataluña antes de tal fecha y hora. Así recibirán la nueva nacionalidad, que ellos eligen, por residencia, con cancelación de la española.
Se erigen fronteras, se cortan las infraestructuras comunes (ferrocarriles, autovías y demás) y cada trozo se ocupa de lo que entra en su territorio, se facilita al trasvase de poblaciones y la vida sigue.
Pero por mucho que diga sigo sin entender como algo a lo que se aborrece se le intenta retener.
La verdad es que entre la gente que conozco más (andaluces y castellanos nuevos) no veo ninguna de las dos: ni se aborrece ni se quiere retener. Se quiere pasar página, dedicarse a lo propio (es decir, sin Cataluña) y quitarse este enredo de en medio. Que Cataluña pase a ser asunto/problema exclusivo de catalanes y no nuestro nunca más.
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