ASTRONOMIA, FISICA

SOSTIENEN QUE ESTÁ DE PASO
Descubren una miniluna, del tamaño de un coche, que orbita la Tierra
Bautizada con el nombre de 2020 CD3 y es muy probable que sea un asteroide que ha quedado atrapado por la gravedad de nuestro planeta



Foto: La Luna. Foto: EFE EPA CHAMILA KARUNARATHNE


La Luna. Foto: EFE EPA CHAMILA KARUNARATHNE


AUTOR
EL CONFIDENCIAL
TAGS
BASURA ESPACIAL
PLANETA TIERRA
ESPACIO
COSMOS
ASTRONOMÍA

27/02/2020




La Tierra podría tener una pequeña luna orbitando a su alrededor. Astrónomos del Catalina Sky Survey, en Arizona, han descubierto un objeto tenue, del tamaño de un coche, que ha estado ligado gravitacionalmente a nuestro planeta desde hace unos tres años.
Bautizada con el nombre de 2020 CD3, los astrónomos afirman que "no se ha encontrado ningún vínculo con un objeto artificial conocido", lo que implica que es muy probable que sea un asteroide que ha quedado atrapado por la gravedad de la Tierra a su paso.

Este es el segundo asteroide que se conoce que haya sido capturado por nuestro planeta como una miniluna, el primero, 2006 RH120, estuvo con nosotros entre septiembre de 2006 y junio de 2007 antes de escapar de la gravedad de la Tierra.




https://twitter.com/WierzchosKacper/status/1232460436634656769

BIG NEWS (thread 1/3). Earth has a new temporarily captured object/Possible mini-moon called 2020 CD3. On the night of Feb. 15, my Catalina Sky Survey teammate Teddy Pruyne and I found a 20th magnitude object. Here are the discovery images.

Video insertado


3.133

1:20 - 26 feb. 2020

Esta nueva luna mide entre 1,9 y 3,5 metros de ancho, lo que supone un tamaño ridículo frente a nuestra Luna y da una vuelta completa a nuestro planeta cada 47 días, en una órbita ancha y ovalada lejos del camino de la nuestro principal satélite.

Los astrónomos siguen investigando para confirmar que es definitivamente una luna temporal y no un pedazo de basura espacial

La órbita no es estable, por lo que, con casi toda seguridad, 2020 CD3 terminará siendo expulsada de la órbita de la Tierra. "Se está alejando del sistema de la Luna Terrestre mientras hablamos", señala Grigori Fedorets, de la Queen's University Belfast (Reino Unido), en declaraciones recogidas por New Scientist, y lo más probable es que nos abandone en abril.

Aunque este último punto no está claro, ya que las diferentes simulaciones no se ponen de acuerdo. Los astrónomos señalan que necesitan más observaciones para predecir con precisión el destino de esta nueva miniluna e, incluso, para confirmar que es definitivamente una luna temporal y no un pedazo de basura espacial. "Nuestro equipo internacional está trabajando continuamente para dar con la solución", concluye Fedorets.

 
Detectada la mayor explosión de la historia del universo
Astrónomos de EE UU y Australia describen una deflagración cinco veces mayor que cualquier otra detectada hasta la fecha en el cúmulo de galaxias de Ofiuco, a 390 millones de años luz

NUÑO DOMÍNGUEZ
27 FEB 2020



Composición de la mayor explosión de la historia del universo, generada en un agujero negro.


Composición de la mayor explosión de la historia del universo, generada en un agujero negro.



Un equipo de astrónomos de EE UU y Australia acaba de anunciar el descubrimiento de la mayor explosión detectada en el universo desde su origen, el Big Bang, sucedido hace 13.700 millones de años.

La explosión se ha detectado en el cúmulo de galaxias de Ofiuco, a 390 millones de años luz de la Tierra. Para alcanzarlo habría que estar viajando 390 millones de años a la inalcanzable velocidad de la luz. La explosión procede del núcleo activo de una galaxia, es decir, un agujero negro supermasivo en el centro del cúmulo.

Este evento es cinco veces mayor que cualquier otra explosión detectada hasta la fecha y cientos de veces más intensa que la mayoría de las explosiones en cúmulos de galaxias vistas hasta hoy, según aseguran los responsables del trabajo, publicado en Astrophysical Journal. Los cúmulos de galaxias son las mayores estructuras conocidas en el universo y están formados por miles de galaxias, materia oscura y gas a altas temperaturas.









Este evento cósmico fue tan violento que formó una enorme cavidad en la nube de gas a altísimas temperaturas que orbita en los límites del agujero negro. Esta cavidad había sido ya detectada con un telescopio de rayos X pero, según los responsables del estudio, se interpretó que no podía deberse a una explosión, porque era demasiado grande. De hecho, explica Simona Giantucci, del Laboratorio de Investigación Naval de EE UU y coautora del estudio, en el hueco dejado por la explosión podrían caber 15 galaxias como la Vía Láctea.

Los responsables del trabajo volvieron a analizar esa región de la galaxia Ofiuco, esta vez usando telescopios de radio. Según su trabajo, los nuevos datos encajan perfectamente con la explicación que proponen los investigadores. En el estudio se han usado el telescopio espacial de rayos X Chandra, de la NASA, el XMM Newton de la Agencia Espacial Europea y dos radiotelescopios ubicados en Australia e India.

“Esta explosión en realidad fue un periodo continuado de mucha actividad en una galaxia activa producida por la acumulación de materia en torno al agujero negro central”, explica José Luis Gómez, investigador del Instituto de Física de Andalucía. “Una explosión como esta puede durar cientos de millones de años. Esto no es inusual en modo alguno, lo que sí lo es que genere tanta energía”, destaca.

Según el investigador, esta explosión fue 50.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 veces más potente que la primera bomba nuclear, Trinity, detonada en julio de 1945. Es decir, cincuenta mil sextillones.

Uno de los radiotelescopios empleados en el hallazgo es el MWA, al oeste de Australia, un conjunto de más de 2.000 antenas de radio que pronto serán duplicadas hasta las más de 4.000, con lo que tendrá 10 veces más sensibilidad para captar estallidos incluso más lejanos que el detectado ahora.



 
Cuatro siglos sin una supernova en la Vía Láctea
Los astrónomos anhelan la observación de una explosión estelar en nuestra galaxia, como la que contempló y estudió Kepler en 1604



Casiopea A, con la recreación de la secuencia desde la supernova de 1680 hasta el remanente actual, formado por la nebulosa visible con los fragmentos de la estrella que explotó escindidos por el espacio.


Casiopea A, con la recreación de la secuencia desde la supernova de 1680 hasta el remanente actual, formado por la nebulosa visible con los fragmentos de la estrella que explotó escindidos por el espacio.NASA, ESA, STSCI/AURA




VICENTE AUPÍ
29 FEB 2020


La ciudad cósmica que habitamos, poblada por más de 150.000 millones de estrellas, lleva cuatro siglos ocultando a la humanidad el fenómeno natural más violento: supernovas, soles masivos que explotan tras un colapso gravitatorio y multiplican su brillo millones de veces. La última vez que la ciencia asistió a semejante estallido fue en 1604, cuando el gran Johannes Kepler fue testigo, junto a otros astrónomos de su tiempo, de la última supernova observada en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Aquella explosión alcanzó un brillo similar al de Venus e impulsó al matemático alemán a escribir un libro para contar su experiencia, titulado De Stella nova. Desde entonces, los científicos no han podido observar en nuestra galaxia ninguna supernova, pero no porque no se hayan producido, sino porque las franjas de polvo existente en el medio interestelar las han ocultado a la luz de los telescopios, por lo que solo se descubrieron con posterioridad a la explosión, bien con radiotelescopios (emisiones en el espectro no visible) o por el hallazgo del remanente, en forma de nebulosa con los restos de la estrella. El ejemplo más famoso es Casiopea A, una intensa radiofuente a una distancia de unos 10.000 años luz, cuyo origen se atribuye a una supernova en 1680.

Recientemente, los cambios de brillo en Betelgeuse, en la constelación de Orión, han despertado gran expectación ante el posible estallido de esta supergigante roja. Sin embargo, muchos astrónomos creen que a Betelgeuse no le ha llegado su hora, ya que probablemente aún no haya colapsado y se trate solo de alteraciones en sus capas externas, que modifican su emisión de luz.




Visión artística de la supernova SN 1993J, en un sistema estelar binario de la galaxia M 81. La imagen muestra la estrella superviviente, en el centro, envuelta por los restos de su compañera destruida.


Visión artística de la supernova SN 1993J, en un sistema estelar binario de la galaxia M 81. La imagen muestra la estrella superviviente, en el centro, envuelta por los restos de su compañera destruida.NASA, ESA, G. BACON (STSCI)



Hay otros nombres propios en nuestra galaxia, como la enana blanca IK Pegasi b y la hipermasiva azul Eta Carinae (con una masa que supera 100 veces la del Sol), tan buenos o mejores candidatos que Betelgeuse para explotar en un futuro cercano. Como todas las estrellas masivas, sufrirán un colapso gravitatorio una vez que agoten su combustible nuclear, si bien la ciencia no puede predecir con exactitud cuándo se producirá. Pero la explosión será tan colosal que brillarán en el cielo a pleno día, como sucedió hace casi un milenio con la supernova de 1054, cuyo remanente forma en la actualidad la Nebulosa del Cangrejo (M 1), visible con telescopios en la constelación de Taurus. Las crónicas de los astrónomos chinos de la época refieren que fue visible de día, por lo que su resplandor debió superar el de Venus, el astro más brillante después del Sol y la Luna.


De una a tres cada 100 años
Aunque no todas, la mayoría de las candidatas a supernova se hallan a distancias de cientos o miles de años luz del Sistema Solar, por lo que no suponen una amenaza para la Tierra. Su estallido, en cambio, sería una oportunidad extraordinaria para la ciencia, al estudiarse con el mayor detalle merced a la multitud de telescopios e instrumental de observación de los que disponen ahora los astrofísicos. La supernova SN 1987A fue analizada con todo lujo de detalles en la Gran Nube de Magallanes, pero un fenómeno así dentro la Vía Láctea aportaría un escenario mucho más propicio por proximidad.

El astrofísico Jon Marcaide, catedrático de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias, afirma que si sucediera “veríamos cambios morfológicos día a día, y si estallaran a la distancia de las supernovas históricas, veríamos los cambios semana a semana”. Esto en forma de imágenes, pero las ventajas irían más allá de las limitaciones de los telescopios ópticos, ya que “los espectros mostrarían detalles extraordinarios”, añade. Su afirmación se basa en la experiencia propia, ya que Marcaide lideró, a mediados de los años noventa, el equipo internacional de radioastrónomos que logró, por primera vez, hacer imágenes de una supernova en su etapa joven y la única película existente de la expansión de una supernova, todo ello tras la explosión de SN 1993J, en la galaxia M 81.

Miguel Ángel Pérez Torres, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), recuerda que después de la Estrella de Kepler en 1604 ha habido otras supernovas en la Vía Láctea, descubiertas gracias a los estudios en el espectro no visible, que revelaron las nebulosas residuales (remanentes) con los fragmentos de la estrella aniquilada expandiéndose en su entorno. Apunta que “la tasa de explosión de supernovas para nuestra galaxia se estima entre una y tres cada 100 años”. Aunque con este dato en la mano pueda sorprender que no se haya observado ninguna, “el problema radica en que sólo nos hemos fijado en las supernovas con telescopios ópticos, pero explotan allí donde hay estrellas, es decir, en el disco de la Vía Láctea, y la enorme cantidad de polvo del disco galáctico impide que la mayoría de ellas se vean en el rango visible”. Torres menciona el caso del remanente denominado G1.9+0.3, en Sagitario, que seguramente “explotó hace 140 años”. Se trata, como Casiopea A, de una supernova cuya explosión no fue vista pero ha sido detectada después.


Umbral de seguridad para la Tierra
Pese a que la atención se centra en estrellas supergigantes masivas, la realidad es que las enanas blancas también forman parte del grupo de candidatas entre la población estelar. Suelen hallarse en sistemas estelares binarios o múltiples (formados por dos o más componentes), y en determinados casos una parte de la masa de una estrella compañera es succionada gravitatoriamente por la densa enana blanca, que a causa de ello aumenta su masa y entra en una fase de inestabilidad que termina abocándola a una explosión en forma de supernova.

Los mecanismos que producen esta catastrófica interacción entre dos estrellas son complejos, pero añaden un aspecto inquietante al capítulo de las supernovas potencialmente peligrosas para la Tierra. Aunque no hay cifras exactas, se estima entre 32 y 50 años luz la distancia que define el margen de seguridad, y la buena noticia es que la mayoría de las grandes candidatas conocidas superan ese umbral con creces, por lo que si algún día explotan solo aportarán un magnífico espectáculo cósmico y hallazgos científicos. En cambio, hay enanas blancas mucho más cercanas que impiden descartar el riesgo. Es posible que alguna de ellas suponga una amenaza en el futuro; de hecho, existen indicios de extinciones masivas en nuestro planeta causadas en el pasado por alguna supernova cercana. Acerca de ello, Marcaide cree que, “considerando las estrellas supergigantes que hay por ahí, es muy improbable que tengamos una supernova de colapso de núcleo más cercana que unos 500 años luz”. Puntualiza, no obstante, que entre las enanas blancas más cercanas las cosas no están tan claras, porque brillan poco y, por tanto, “quizá pueda haber una supernova termonuclear más próxima a partir de una estrella enana con casi la masa del límite de Chandrasekhar”. Con todo, el astrofísico no cree que “ninguno de los dos tipos de supernova sean un gran peligro para la humanidad en este momento”.


Polvo de estrellas
La gran paradoja es que las supernovas son a la vez uno de los fenómenos más destructivos y fuente de vida. Los seres vivos de la Tierra estamos formados por fragmentos de estrellas y hace miles de millones de años compartimos con el Sol la nebulosa primigenia de la que nacimos. Como añade Miguel Ángel Pérez Torres, “somos literalmente polvo de estrellas”, porque “nuestro Sol se formó al reciclar el material de una estrella que explotó como supernova hace miles de millones de años, y el hierro de nuestra sangre y el calcio de nuestros huesos, así como el silicio de nuestros ordenadores, no se formaron en el Sol, sino en la estrella que explotó como supernova; sin esa explosión, esos materiales nunca habrían llegado hasta aquí y nosotros no existiríamos”.



 
LA NASA ASEGURA QUE NO HAY QUE PREOCUPARSE
Un enorme asteroide sobrevolará la Tierra el 29 de abril, pero sin riesgo de colisión
Mide 1,7 kilómetros de largo y 4,1 kilómetros de ancho, pero los científicos creen que no se acercará a menos de cinco millones de kilómetros de nuestro planeta



Foto: Los asteroides no se acercarán a menos de 5 millones de kilómetros de la Tierra (Foto: Pixabay)


Los asteroides no se acercarán a menos de 5 millones de kilómetros de la Tierra (Foto: Pixabay)


AUTOR
EL CONFIDENCIAL
TAGS
PLANETA TIERRA
NASA

04/03/2020



La NASA tiene un departamento que se dedica a buscar asteroides potencialmente peligrosos para nuestro planeta. Es el Centro de estudios de objetos cercanos a la Tierra y acaba de anunciar que dos asteroides, el 1998 OH y el 1998 OR2, han sido clasificados como ‘objetos potencialmente peligrosos’ porque "son lo suficientemente grandes como para causar efectos globales si uno de ellos impactara contra la Tierra".

Sin embargo, la agencia espacial norteamericana ha querido dejar claro que, pese al tamaño de ambos, no hay riesgo de colisión La razón es que pasarán a unos 5 millones de kilómetros de nuestro planeta, es decir, trece veces la distancia existente entre la Tierra y la Luna. El asteroide que sobrevolará la Tierra el 29 de abril mide 1,7 kilómetros de largo y 4,1 kilómetros de ancho.








https://twitter.com/AsteroidWatch/status/1228032181756235776

We've seen some incorrect stories on #asteroid 2002 PZ39 circulating. The trajectory of this asteroid is very well known. It will safely pass Earth at a distance of 5.77 million km (3.59 million miles), about 15 times the distance of the Moon.




Además, el Centro de estudios de objetos cercanos a la Tierra ha aprovechado su cuenta de Twitter para informar de que otro objeto potencialmente peligroso, el 2002 PZ39, tampoco tiene riesgo de colisión, pese a los bulos que circulan por la red. En este caso, pasará a 5,77 millones de kilómetros de la Tierra, es decir a 15 veces la distancia de nuestro planeta a la Luna.


No hay que alarmarse
El primero de esos asteroides que sobrevolará la Tierra es el 1998 OR2 y fue descubierto en 1998. En su caso, se espera que sobrevuele la Tierra el miércoles 29 de abril cuando sean las 10:56 de la mañana, hora de España. Pasará a una velocidad de más de 31.000 kilómetros por hora y no se acercará a menos de 6 millones de kilómetros de la Tierra.

El asteroide que sobrevolará la Tierra el 29 de abril mide 1,7 kilómetros de largo y 4,1 kilómetros de ancho, pero no es el más grande en visitarnos

Sin embargo, tal y como descubrió el Sistema Sentry de la NASA, el asteroide más grande que ha sobrevolado la Tierra lo hizo en el año 2017 y no volverá a hacerlo de nuevo hasta 2057. Se trata de un objeto potencialmente peligroso por su colosal tamaño: mide dos kilómetros y medio de ancho por 9 kilómetros de largo.

Ese sistema se encarga de "escanear continuamente el catálogo de asteroides más actual en busca de posibilidades de impacto futuro con la Tierra en los próximos 100 años". Ante la llegada del asteroide, el director ejecutivo del Instituto de Asteroides de la NASA, el exastronauta Ed Lu, ha explicado a la CNN que "es un momento emocionante para la defensa planetaria: las nuevas observaciones nos permitirán rastrear 10 veces más asteroides de los que hemos rastreado antes".

 
La Agencia Espacial Europea retrasa dos años su misión para buscar vida en Marte
La imposibilidad de realizar a tiempo todos los tests necesarios para asegurar un aterrizaje seguro pospone hasta 2022 la misión ‘ExoMars’, en la que también colabora la agencia espacial rusa


Recreación artística del robot explorador de 'ExoMars'.


Recreación artística del robot explorador de 'ExoMars'.AOES MEDIALAB M.THIEBAUT / ESA-PRODUCTION AOES MEDIALAB



DANIEL MEDIAVILLA

12 MAR 2020


La Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Rusa (Roscosmos) han anunciado hoy que retrasan el lanzamiento a Marte de la misión ExoMars 2020, previsto para este año. No consiguieron integrar todas las partes de la misión y los responsables del proyecto han preferido esperar a la siguiente oportunidad de lanzamiento, en 2022. Aunque los ingenieros no necesitarán tanto tiempo para realizar las mejoras necesarias, la demora será imprescindible porque tendrán que esperar al momento en que las órbitas de Marte y la Tierra vuelvan a estar próximas, algo que sucede cada dos años.

El director general de la ESA, Jan Wörner, reconoció que pese a los esfuerzos de los últimos meses para llegar a la fecha prevista no fue posible. “Es una gran decepción para todos”, ha reconocido, “pero después de las experiencias del Beagle [un módulo de aterrizaje que se dio por perdido sobre Marte en 2004] y Schiaparelli [un módulo experimental de aterrizaje estrellado en 2016] hemos decidido que no podíamos tomar atajos, porque lanzar ahora significaría sacrificar algunos tests esenciales”.

Francesco Spoto, responsable de la ESA para la misión ExoMars, apuntó que además de realizar algunas pruebas de seguridad para los paracaídas que ayudarán a frenar ExoMars a su llegada a Marte, había equipos electrónicos en el módulo de descenso que también se debían poner a prueba y, además, después será necesario reunir todos esos equipos y probar que son compatibles y funcionan juntos. Por último, recordó la importancia de las condiciones de almacenamiento de todos los equipos durante los dos años de espera que para muchos de ellos quedan por delante. “La limpieza tiene que ser extrema si pensamos descubrir trazas de vida”, ha añadido.


“Es una gran decepción para todos”, ha reconocido el director general de la ESA



La ambiciosa misión, que tiene como objetivo principal buscar evidencias de vida presente o pasada en el planeta rojo, ya tuvo un encontronazo con la superficie marciana cuando en 2016, la sonda Schiaparelli, creada para probar la tecnología de aterrizaje, se estrelló contra el suelo.

El objetivo de aquella avanzadilla era precisamente evitar el destino que suele acompañar a casi todas las misiones que llegan a Marte, sobre todo si no son estadounidenses. Aunque las sondas Viking ya se posaron íntegras sobre el planeta en 1976, desde entonces, la mitad de las misiones que han intentado hacer lo mismo no lo han conseguido. Aterrizar en Marte requiere una compleja maniobra para frenar los más de 20.000 kilómetros por hora a los que llegan las naves hasta la detención en siete minutos. Además, eso se debe conseguir en una atmósfera muy fina y a merced de condiciones climáticas que pueden malograr las previsiones de los ingenieros.

En 2016, Schiaparelli fue golpeada por una ráfaga de viento durante su descenso que confundió a sus sensores y apagaron los retrocohetes. La idea es que aquel aprendizaje servirá para que en el siguiente intento no se produzcan errores similares. “Aterrizar en Marte no es tan fácil como alguna gente cree”, repetía durante la conferencia de este jueves Wörner.

ExoMars es una misión que ya ha comenzado en Marte. En 2016, junto a Schiaparelli, llegó ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO), que necesitó año y medio para ir frenando y llegar a su órbita definitiva, a unos 400 kilómetros de altitud. Desde allí, fotografía cada dos horas puestas de Sol para buscar en el contraluz gases poco abundantes. Uno de los aspectos más interesantes de la misión era averiguar si había metano en la atmósfera, un gas que puede tener su origen en procesos geológicos, pero también puede ser una señal de la existencia de vida. Las observaciones de la misión permitieron concluir a los científicos el año pasado que no hay metano en Marte ni lo ha habido en los últimos 350 años y TGO sigue recogiendo información.

El principal objetivo de la misión es determinar si en algún momento hubo vida en Marte y comprender mejor la historia del agua en el planeta. El robot explorador de ExoMars, bautizado Rosalind Franklin, incluye un taladro para acceder al subsuelo marciano y un laboratorio miniaturizado de búsqueda de vida dentro de una zona ultralimpia. Este robot saldrá del módulo de aterrizaje ruso Kazachok. El lugar de aterrizaje será la misma llanura del norte de Marte donde estaba previsto.


 
Astrofísica para el confinamiento
Cómo convertirse en un cazador de planetas o en un taxonomista de galaxias durante la crisis sanitaria


PABLO G. PÉREZ GONZÁLEZ|PATRICIA SÁNCHEZ BLÁZQUEZ

19 MAR 2020



Una galaxia a 32 millones de años luz de la Tierra.


Una galaxia a 32 millones de años luz de la Tierra.ESA/HUBBLE (NASA)



Obviamente este no es el post que teníamos planeado para esta semana. También queremos decir que no sabemos a ciencia cierta si debemos seguir con una sección como esta en los tiempos que corren. Tras pensarlo unos días, hemos concluido que todos necesitamos alguna distracción de nuestros problemas y que a los aficionados a la astrofísica y la ciencia les vendrá bien leer algo diferente.


Así que aquí va un nuevo post de Vacío Cósmico con sugerencias que pueden llevarnos la ciencia a nuestro encierro, y con la que incluso podemos todos ayudar a entender mejor el universo, además de distraer la mente de las preocupaciones de estos días. Presentamos actividades de lo que se llama ciencia ciudadana (citizen science en inglés, para los que quieran buscar más opciones) que abarcan muchos de los temas astrofísicos más candentes. Y también indicamos una actividad para niños.

Las dos iniciativas más exitosas en los últimos años en el ámbito de la ciencia ciudadana están relacionadas con planetas en nuestra galaxia y con el estudio de galaxias cercanas.

Conviértete en buscador de planetas. Una misión de la NASA está buscando planetas por el método del tránsito. Este método consiste en la medida de variaciones en la luz de una estrella producidas por el paso de uno o más planetas por delante, cuando realizan un tránsito. Esta misión, llamada TESS, ha elegido 200.000 estrellas de la Vía Láctea que ha estado observando de manera continuada para intentar detectar estos cambios en su luz. TESS construye curvas de luz para esas estrellas, es decir, mide su brillo durante periodos de tiempo más o menos largos para detectar variaciones.

Como los planetas giran en torno a la estrella, los cambios de brillo tienen que ser periódicos, repetirse cada cierto tiempo. Sin embargo, los planetas son muy pequeños con respecto a las estrellas y los cambios en la luz son muy muy pequeños. La cámara de TESS es extremadamente sensible, es capaz de detectar que algo ha provocado que no nos lleguen 2 de cada 10000 fotones provenientes de una estrella de magnitud 10 (algo menos brillante de la que podemos ver con nuestros ojos). Pero esos pequeños eclipses es fácil que pasen desapercibidos y que se confundan con el ruido en la señal. Por suerte, el ojo humano es bastante bueno en identificar puntos discordantes en una gráfica (nos gustan las cosas que se separan de la normalidad) y por eso Planet Hunter Tess nos propone buscar tránsitos en curvas de luz. La tarea no es fácil, sobre todo si queremos buscar planetas tan pequeños como la Tierra, pero la recompensa de descubrir un nuevo mundo merece la pena.


Conviértete en buscador de planetas. Una misión de la NASA está buscando planetas por el método del tránsito. Este método consiste en la medida de variaciones en la luz de una estrella producidas por el paso de uno o más planetas por delante, cuando realizan un tránsito


Ayuda a clasificar millones de galaxias. El segundo gran programa de ciencia ciudadana es Galaxy Zoo. Parece mentira, pero hace un siglo no se conocía que hay millones de galaxias como la nuestra, se creía que la Vía Láctea era todo el universo. Fue por mujeres como Henrietta Swan Leavitt y por hombres como Edwin Hubble por los que acabó apareciendo la palabra galaxia tal y como lo entendemos hoy (con analogía a los universos isla de Immanuel Kanto al trabajo previo de Thomas Wright). Y en los albores de la astrofísica extragaláctica, aquella que se encarga de estudiar galaxias más o menos lejanas, lo primero que se hizo fue una clasificación basándose en el aspecto, en la morfología de las galaxias. La idea era que si dos galaxias parecían iguales seguramente se habían formado de igual manera. Es un argumento tomado, por ejemplo, de la zoología: si dos animales tienen cuatro patas, cola y hocico, seguramente provienen de una misma rama evolutiva. La clasificación morfológica de galaxias a través de imágenes se hizo en un principio visualmente dividiendo entre galaxias espirales, elípticas, barradas e irregulares.

E. Hubble lo hizo para unas 200 galaxias. Hoy tenemos imágenes de millones de galaxias, costaría mucho repetirla como la hizo Hubble. Y la clasificación morfológica es bastante difícil de codificar para poder hacerla de manera automática, lo que el ojo humano hace no es trivial. Por eso Galaxy Zoo nos propone visualizar imágenes de galaxias y responder a unas preguntas para clasificarla. Galaxy Zoo va más allá y aplica herramientas de machine learning para usar lo que los astrónomos aficionados y profesionales hacen con sus ojos para unos miles de galaxias y entrenar a una máquina para que haga algo parecido en los millones que hemos observado. Como curiosidad, podemos decir que hace dos años la clasificación de un grupo de ciudadanos dio lugar al descubrimiento de un nuevo tipo de galaxias, las llamadas guisantes verdes.


La clasificación morfológica de galaxias a través de imágenes se hizo en un principio visualmente dividiendo entre galaxias espirales, elípticas, barradas e irregulares. E. Hubble lo hizo para unas 200 galaxias. Hoy tenemos imágenes de millones de galaxias


La última actividad que proponemos a los aficionados a la astrofísica es para niños, que necesitan distracción estos días. Y los padres necesitamos jugar con ellos. Quizás va a ser difícil seguir al pie de la letra las instrucciones que nos proponen en esta página para hacer un planeta como Saturno usando un CD y una bola de plástico, no podemos salir a comprar todos los materiales, pero todos sabemos que la imaginación de los niños es infinita. Proponemos que colguéis fotos de vuestras creaciones por redes sociales, a ver si alguien inventa cómo incluir satélites pastor. Otra curiosidad para esta actividad: podemos decir que Saturno es famoso por ellos, pero todos los planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, tienen anillos. Y algunos planetas extrasolares muestran características que son compatibles con la presencia de anillos, aunque no los hemos visto directamente.

Hay muchos más ejemplos de iniciativas de ciencia ciudadana y de actividades recreativas en el ámbito de la astrofísica. Enseñaremos más en próximas entradas de este blog, hasta que venzamos al bicho. Ojalá que todos pasemos este trance lo mejor posible, juntos lo conseguiremos. ¡Ánimo!

Pablo G. Pérez González es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).

Patricia Sánchez Blázquez es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).


Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre “vacío cósmico” hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo.





 
La búsqueda de hogares en otros soles
Hoy conocemos más de 4.000 planetas más allá del Sistema Solar, y estamos empezando a buscar signos de vida


PATRICIA SÁNCHEZ BLÁZQUEZ
PABLO G. PÉREZ GONZÁLEZ

19 FEB 2020


Descubrimiento planetas


Recreación de la superficie del exoplaneta Trappist-1f. NASA/JPL-CALTECH



“Hay incontables soles e incontables tierras, todas ellas girando alrededor de sus soles exactamente de la misma manera que los planetas de nuestro sistema”. Esta afirmación, que en 1600 llevó a la hoguera al astrónomo veneciano Giordano Bruno (420 años desde su ejecución se cumplieron hace pocos días, el 17 de febrero), proporcionó en el 2019 el premio Nobel de física a los astrónomos suizos Michel Mayor y Didier Queloz.

En la época en la Didier Queloz realizaba su tesis doctoral, dirigida por Michel Mayor, sobre la búsqueda de planetas extrasolares, pocos astrofísicos creían que fuera posible detectar un objeto pequeño y oscuro situado muy cerca o incluso delante de otro enorme y brillante. El equivalente sería, por ejemplo, intentar detectar una mota de polvo atravesando el potente faro de una motocicleta. La “mota de polvo”, por ejemplo un planeta como Júpiter, taparía en torno a un 1% de la luz del “faro”, que sería una estrella como el Sol. La Tierra taparía uno de cada diez mil fotones que llegan del Sol a un observador distante. Sin embargo, estos astrónomos desarrollaron una nueva técnica que consiste en la detección de variaciones en la velocidad de la estrella central debido a la cambiante dirección de la fuerza gravitacional del planeta (invisible) a medida que orbita la estrella. Cuando el planeta se encuentra en su posición más cercana a la Tierra (desde donde realizamos las observaciones) y empieza a alejarse de nosotros, la estrella se mueve ligeramente en la misma dirección, acercándose a la Tierra, y ocurre lo contrario cuando el planeta se encuentra en su posición más alejada.

Estas variaciones de velocidad radial, como se conocen en astrofísica, con la estrella a veces alejándose y a veces acercándose a nosotros, se pueden detectar gracias al efecto Doppler y potentes telescopios capaces de medir velocidades del orden de centímetros por segundo (¡la velocidad típica de un perezoso en su árbol!). Si las variaciones de velocidad radial son periódicas se puede deducir que son debidas a la influencia de un acompañante que es invisible, pero deja su marca en el movimiento de la estrella que sí vemos (véase ilustración).



Planet reflex 200.gif
By Rnt20 - Own work, CC BY-SA 3.0, Link



En 1995, utilizando un pequeño telescopio de 1,9 metros del Observatorio de Haute Provence (Francia), los astrónomos suizos detectaron los primeros indicios claros de la presencia de un planeta orbitando en torno a una estrella, 51 Pegasi, muy parecida al Sol y situada a 50 años luz de distancia. “Fue una revelación que cambió para siempre nuestra visión sobre el lugar de la Tierra en el Universo”, según la Academia sueca que otorga el Nobel.

En la actualidad conocemos más de 4.000 planetas extrasolares (exoplanetas) gracias al desarrollo de otras técnicas, como la de tránsito, que mide la variación, pequeñísima como mencionamos antes, en el brillo de una estrella cuando un planeta pasa por delante de ella (produciendo un mini eclipse). La mayor parte de los planetas que hemos descubierto son más parecidos a Júpiter que a la Tierra, nos es más fácil actualmente detectar esos objetos gigantes. Pero ya tenemos bastantes planetas rocosos como el nuestro que podrían tener agua líquida y, por tanto, albergar formas de vida parecidas a las que conocemos, incluso en la estrella más cercana a al Sistema Solar. En solo 15 años, y con un volumen de datos ingente proveniente de grandes colaboraciones internacionales, hemos avanzado de manera extraordinaria en nuestro conocimiento acerca de la formación de los planetas y de nuestro propio Sistema Solar, cambiando por completo las teorías existentes hasta la fecha. El futuro, sin embargo, tiene un objetivo claro y mucho más ambicioso. Encontrar vida a través de biomarcadores, compuestos que se asocian a seres vivos y de los que hablaremos en algún momento.

Varias misiones presentes y futuras están dedicadas a la detección y caracterización de planetas con altas probabilidades de albergar vida similar a la nuestra. El instrumento CARMENES, montado en un telescopio situado en el Observatorio de Calar Alto (Almería), o las misiones de la Agencia Espacial Europea, CHEOPS o PLATO son ejemplos con fuerte participación española. Estos proyectos permitirán medir las densidades de los planetas, clave para discernir entre mundos rocosos de otros predominantemente gaseosos. Y es que la densidad típica de un planeta rocoso como la Tierra es de varios miles de kilogramos por metro cúbico (en el caso de la Tierra, 5500 kg/m3), mientras que la densidad de planetas gaseosos como Júpiter y Saturno, aún siendo enormemente grandes, es mucho menor, incluso por debajo de 1000 kg/m3. Esa es la densidad del agua, así que se dice que Saturno, cuya densidad es 687 kg/m3, flotaría en una piscina (gigantesca) de agua. El exoplaneta menos denso que hemos detectado tiene solo 50 kg/m3, ¡la densidad de un colchón viscolástico normalito! Las nuevas misiones que están en marcha también permitirán conocer la composición de la atmósfera (en particular, la presencia de hidrógeno) y, en un futuro, la presencia de biomarcadores que puedan ser debidos a la presencia de vida.

Giordano Bruno añadía en su trabajo “Sobre el infinito universo y los mundos”: “estos mundos están habitados por animales y seres inteligentes". El tiempo nos dirá si tenemos que volver a darle la razón al italiano. Lo que sí es seguro es que, de realizarse, este descubrimiento será merecedor de un premio Nobel y provocará una revolución en nuestra percepción del universo y nuestra existencia.

Pablo G. Pérez González es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).

Patricia Sánchez Blázquez es profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre "vacío cósmico" hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo.

 
Chandra asesta un golpe a la teoría del todo
El observatorio espacial no ha sido capaz de encontrar en el cúmulo de Perseo una partícula propuesta por las teorías unificadoras



Imágenes de Chandra del cúmulo de Perseo


Imágenes de Chandra del cúmulo de Perseo - NASA / CXC / Univ. De Cambridge / C. Reynolds et al.




MADRID Actualizado:22/03/2020

Una de las ideas más anheladas (y discutidas) de la física es la posibilidad de que todas las fuerzas, partículas e interacciones conocidas puedan conectarse en un mismo marco teórico. Se le denomina «teoría del todo» y unificaría nuestra comprensión del universo. La teoría de cuerdas, en sus diferentes versiones, es posiblemente la propuesta más conocida. Grosso modo, viene a decir que las partículas subatómicas, generalmente representadas como puntos, consisten en la vibración de objetos aún más pequeños que parecen cuerdas o filamentos en un espaciotiempo de múltiples dimensiones. Sin embargo, hasta el momento ha tenido muy pocas pruebas experimentales.

En un intento de poner a prueba la famosa teoría, los astrónomos que usan el Observatorio Chandra de rayos X de la NASA han observado elcúmulo de Perseo, una gigantesca estructura (550.000 años luz de diámetro) unida por la gravedad en la constelación del mismo nombre, a unos 240 millones de años luz de la Tierra. Los investigadores consideraban que ese era el lugar ideal para buscar una partícula llamada axión que muchos modelos de teoría de cuerdas predicen que debería existir. Sin embargo, no han conseguido detectarla. Aunque los resultados no descartan por completo estas teorías, sí dan un golpe a algunas formas de entenderla.


Materia oscura
Según explican los investigadores, estas partículas aún no detectadas deberían tener masas extraordinariamente bajas, desde una millonésima parte de la masa de un electrón hasta la masa cero. En este sentido, algunos científicos creen que los axiones podrían explicar el misterio de la materia oscura, una misteriosa sustancia que nadie ha visto jamás pero que se cree representa la gran mayoría de la materia en el universo.

Una propiedad inusual de estas partículas de masa ultrabaja sería que a veces podrían convertirse en fotones (es decir, paquetes de luz) a medida que pasan a través de campos magnéticos. Lo contrario también puede ser cierto: los fotones también pueden convertirse en axiones bajo ciertas condiciones. La frecuencia con la que se produce este cambio depende de la facilidad con que realizan esta conversión, lo que se llama su «convertibilidad».

Algunos científicos han propuesto la existencia de una clase más amplia de partículas de masa ultrabaja con propiedades similares a los axiones. Los axiones tendrían un solo valor de convertibilidad en cada masa, pero las «partículas similares a axiones» tendrían un rango de convertibilidad en la misma masa.

«Si bien puede parecer una posibilidad remota buscar partículas diminutas como axiones en estructuras gigantes como cúmulos de galaxias, en realidad son excelentes lugares para mirar», dice David Marsh, de la Universidad de Estocolmo en Suecia y coautor del estudio. «Los cúmulos de galaxias contienen campos magnéticos en distancias gigantes, y también a menudo contienen fuentes de rayos X brillantes. En conjunto, estas propiedades aumentan las posibilidades de que la conversión de partículas similares a axiones sea detectable».

Para buscar signos de partículas similares a axiones, el equipo de astrónomos examinó durante cinco días las observaciones de rayos X de Chandra del material que caía hacia el agujero negro supermasivo en el centro del cúmulo de galaxias de Perseo. La larga observación y la brillante fuente de rayos X dieron un espectro con suficiente sensibilidad como para mostrar las distorsiones que los científicos esperaban si hubiera partículas similares a axiones.

La falta de detección de tales distorsiones permitió a los investigadores descartar la presencia de la mayoría de los tipos de partículas similares a axiones en el rango de masa a la que sus observaciones eran sensibles, por debajo de aproximadamente una millonésima de una mil millonésima parte de la masa de un electrón.

«Nuestra investigación no descarta la existencia de estas partículas, pero definitivamente no ayuda a su caso», reconoce la coautora Helen Russell, de la británica Universidad de Nottingham. «Estas restricciones profundizan en el rango de propiedades sugeridas por la teoría de cuerdas y pueden ayudar a los teóricos de cuerdas a afinar en sus teorías».


Resultados poderosos
El último resultado fue aproximadamente tres o cuatro veces más sensible que la mejor búsqueda previa de partículas similares a axiones, que provino de las observaciones de Chandra del agujero negro supermasivo en M87. Este estudio de Perseo también es aproximadamente cien veces más poderoso que las mediciones actuales que se pueden realizar en los laboratorios aquí en la Tierra para el rango de masas considerado.

Los autores concluyen que una posible interpretación de su trabajo es que no existen partículas similares a axiones. Pero otra explicación, indican, es que las partículas tienen valores de convertibilidad aún más bajos que el límite de detección de esta observación, y más bajos de lo que algunos físicos de partículas esperaban. También podrían tener masas más altas que las probadas con los datos de Chandra.

«Hasta hace poco no tenía idea de cuánto aportan los astrónomos de rayos X a la teoría de cuerdas, pero podríamos desempeñar un papel importante», reflexiona Christopher Reynolds, de la Universidad de Cambridge, también en Reino Unido, y responsable del estudio publicado en «The Astrophisical Journal» y disponible en arXiv.org. «Si finalmente se detectan estas partículas, cambiaría la física para siempre». Pero por lo visto, para saber si los partidarios de la fantástica teoría de cuerdas tienen razón todavía hay que esperar un poco más.

 
El parón de la actividad humana está cambiando los movimientos de la Tierra
Los sismólogos han percibido mejoras en los sistemas de detección de terremotos o eventos sísmicos a raíz del frenazo de los transportes y la industria global por las cuarentenas


Foto: (Pixabay)


(Pixabay)



AUTOR
E. Z.
Contacta al autor
04/04/2020




La expansión de la pandemia del coronavirus está obligando a millones de personas de todo el mundo a permanecer aisladas en sus casas, a la par que está produciendo un auténtico caos en la economía de los diferentes países y su tejido productivo. Esto ha producido que las calles se hayan quedado vacías, un notorio descenso del tráfico y de la actividad industrial, lo que también ha hecho reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera terrestre y con ello una hipotética ralentización del cambio climático.

Así pues, la calidad del aire ha mejorado sustancialmente, pero esto no es lo único que ha cambiado tras el cese parcial de la actividad humana en el planeta. También los ruidos sísmicos, según ha informado un equipo belga de investigadores que estudian los movimientos de la corteza terrestre. Esto podría permitir a los detectores de terremotos monitorear mejor las erupciones volcánicas para así anticiparse a posibles desastres naturales relacionados con los movimientos sísmicos.

Las cuarentenas globales causaron que el ruido producido por los humanos cayera en aproximadamente un tercio
“El zumbido de las vibraciones de la corteza de la Tierra ha caído en picado, una reducción que solo puede notarse durante un período muy breve en Navidad”, asegura Thomas Lecocq, sismólogo del Observatorio Real de Bélgica, a la revista ‘Nature’. Las vibraciones causadas por el transporte terrestre de vehículos y trenes, así como la maquinaria industrial, ha influido en este descenso de la actividad sísmica de la corteza. “Aunque las fuentes individuales de ruido pueden parecer pequeñas, juntas producen un característico ruido de fondo que reduce la capacidad de los expertos para detectar señales sísmicas que ocurren en la misma frecuencia”, ha explicado el experto.



Fuente: Real Observatorio de Bélgica.


Fuente: Real Observatorio de Bélgica.



“Los datos del sismómetro en el observatorio muestran que las medidas de confinamiento para frenar la expansión de la Covid-19 en Bruselas causaron que el ruido producido por los humanos cayera en aproximadamente un tercio”, informa Lecocq. En la capital de la Unión Europea, esas medidas pasaron por cerrar escuelas, restaurantes y otros lugares públicos desde el 14 de marzo.


La caída de esta actividad humana ha aumentado la sensibilidad del equipo del observatorio, mejorando su capacidad para detectar ondas sísmicas en el mismo rango de alta frecuencia que el ruido artificial. “El sismómetro del que disponemos en la superficie de nuestras instalaciones es ahora casi tan sensible a pequeños terremotos y explosiones de canteras como un detector homólogo que tenemos enterrado en un pozo de 100 metros”, agrega el investigador.

“Si el bloqueo de la actividad del transporte prosigue en los próximos meses, detectores sísmicos de todo el mundo podrían mejorar su eficacia para conocer las ubicaciones exactas de las réplicas de los terremotos”, asegura Andy Frassetto, un experto de las Instituciones de Investigación Incorporadas para la Sismología en Washington DC, a la revista científica. “Obtendrán una señal con menos ruido en la parte superior, lo que les permitirá extraer un poco más de información sobre este tipo de eventos”.

Una caída del ruido inducido por el hombre aumenta la sensibilidad de los detectores a estas ondas naturales emitidas en frecuencias similares

Habitualmente, los sismólogos utilizan las vibraciones de fondo naturales para sondear y explorar los movimientos de la corteza terrestre, como por ejemplo las de las olas oceánicas. Debido a que la actividad volcánica y los cambios en las capas freáticas afectan a la rapidez con la que viajan estas ondas naturales, los científicos pueden estudiar este tipo de eventos al monitorear cuánto tarda una ola en llegar a un sitio determinado. Así pues, una caída del ruido inducido por el hombre aumenta la sensibilidad de los detectores a estas ondas naturales emitidos en frecuencias similares. “Existe una gran posibilidad de que pueda conducir a mejores mediciones”, sentencia Lecocq.

No solo en Bélgica han notado este descenso del ruido a causa del confinamiento global. Hace unos días, Celeste Labedz, una estudiante graduada en Geofísica en Instituto de Tecnología de California, en Pasadena, publicó un tuit en el que reportaba que una estación sísmica de Los Ángeles había detectado también una caída en picado del ruido de fondo. “El descenso es realmente salvaje”, apuntó.

La mayoría de estas estaciones repartidas por toda la corteza terrestre están ubicadas en áreas remotas para huir de este ‘ruido humano’, o bien albergadas en pozos profundos para obtener la más precisa medición de las vibraciones. En este caso, “deberían notar una disminución menor del sonido en las frecuencias, o ningún cambio en absoluto”, señala Emily Wolin, geóloga del Servicio Geológico de Estados Unidos, localizado en Alburqueque, Nuevo México.

 
SIGUEN UNA ÓRBITA EN FORMA DE ROSETÓN
Einstein tenía razón: captan el 'baile de estrellas' alrededor de un agujero negro
Las imágenes recogidas por el Observatorio Europeo Austral durante casi tres décadas demuestran uno de los principales hechos experimentales que sustentan la teoría de la relatividad general



Foto: Una representación artística ilustra la precesión de la órbita de la estrella S2. (ESO/L. Calçada)


Una representación artística ilustra la precesión de la órbita de la estrella S2. (ESO/L. Calçada)



AUTOR
JOSÉ RODRÍGUEZ SOJO
Contacta al autor
@UberSojo
TAGS
ASTRONOMÍA
16/04/2020


Más de un siglo después, el universo sigue dando la razón a Albert Einstein. Si la órbita del planeta Mercurio alrededor del Sol fue la primera evidencia a favor de la relatividad general cuando el científico alemán se propuso demostrarla en 1916, ahora la teoría que revolucionó la física ha pasado su examen más duro: nada menos que ante un agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía Láctea.

Simplificada hasta su mínima expresión, la teoría de la relatividad generalsostiene que la gravedad surge de la curvatura del espacio-tiempo. Baste imaginar el universo como un tejido tenso cuya forma geométrica varía en función de la masa de los cuerpos celestes que se disponen sobre él. Bajo esta premisa, las órbitas de unos objetos sobre otros no repiten su trayectoria, como formulaba la gravitación newtoniana, sino que siguen un movimiento de precesión, lo que significa que la trayectoria cambia con cada giro.

Tal es el comportamiento que sigue la estrella S2 alrededor de Sagitario A*, considerado un agujero negro —a más de 26.000 años luz— con cuatro millones de veces la masa del Sol. Las observaciones realizadas durante 27 años con el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) revelan que una de las estrellas más cercanas a este campo gravitacional gira en torno a él en forma de rosetón y no en forma de elipse, con lo cual la ubicación de su punto más próximo varía a medida que da vueltas.



Una simulación muestra el 'baile de estrellas' alrededor de Sagitario A*. (ESO/L.Calçada)


Una simulación muestra el 'baile de estrellas' alrededor de Sagitario A*. (ESO/L.Calçada)




"Nuestras mediciones detectan de manera sólida la precesión Scwarzschild", celebra Stefan Gillessen, que ha liderado el estudio publicado este jueves en la revista 'Astronomy & Astropysics' junto a sus colegas del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre. Las observaciones coinciden con la predicción de la relatividad general en que S2 se precipita hacia el agujero negro supermasivo desde aproximadamente 20.000 millones de kilómetros (120 veces la distancia entre el Sol y la Tierra). En su punto más cercano, atraviesa el espacio a casi el tres por ciento de la velocidad de la luz, completando su recorrido una vez cada 16 años.


El gran laboratorio de la física
El avance científico ayudará a saber más sobre uno de los enigmas que intrigan a los astrónomos desde hace décadas. "Debido a que las mediciones de S2 se ajustan tan bien a la relatividad general, podemos establecer límites estrictos sobre la cantidad de materia invisible (como materia oscura distribuida o posibles agujeros negros más pequeños) que hay alrededor de Sagitario A*", explican Guy Perrin y Karine Perraut, representantes franceses del proyecto. "Esto resulta muy interesante para entender la formación y evolución de los agujeros negros supermasivos".

El denso cúmulo de estrellas que hay en las proximidades de Sagitario A* proporciona un laboratorio único para poner a prueba la física en un régimen de gravedad extremo e inexplorado. De hecho, el ESO ya trabaja en un telescopio aun más potente, el Extremely Large Telescope, con el que los expertos esperan ver otras estrellas orbitando incluso más cerca del agujero negro supermasivo. “Si tenemos suerte, podríamos captar estrellas lo suficientemente cerca como para que realmente sientan la rotación, el giro del agujero negro”, alienta Andreas Eckart, de la Universidad de Colonia. “Eso sería un nivel completamente diferente de probar la relatividad”.

 
HASTA EL 25 DE ABRIL
Llegan las Líridas: esta noche podrá verse la lluvia de estrellas en su máximo esplendor
Desde el pasado 16 de abril, si se cumplen las condiciones lumínicas, se puede disfrutar de la lluvia de estrellas de las Líridas, que acabará el 25 de este mismo mes


Foto: Una estrella fugaz se aprecia desde Rye, Inglaterra. (Foto: Kristopher Roller-Unsplash)


Una estrella fugaz se aprecia desde Rye, Inglaterra. (Foto: Kristopher Roller-Unsplash)


AUTOR
TEKNAUTAS
TAGS
LLUVIA DE ESTRELLAS
PRIMAVERA

21/04/2020



Llegó el momento de las Líridas. La lluvia de meteoros de abril se dejará ver esta noche en su máximo esplendor gracias, en parte, a la fase lunar. Coincidiendo prácticamente con el máximo novilunio, la noche que une este 21 de abril con el día 22 será el mejor momento para disfrutar de esta lluvia de meteoros, pues, si se cuenta con una situación óptima fuera de la contaminación lumínica característica de las ciudades, la falta de luz garantizará la observación de este fenómeno a lo largo de toda la noche.

En concreto, la mejor hora para observar las Líridas será a las 9:00 horas del 22 de abril. El fenómeno se podrá ver en cualquier parte del cielo, aunque lo más recomendable es dirigir la mirada hacia las zonas más oscuras, en la dirección opuesta en la que se encuentre la luna. Además, se deberá ser un poco insistente, pues para que la vista se acostumbre a la oscuridad tendrá que pasar un breve periodo de tiempo, por lo que lo mejor será tumbarse y esperar a que el ojo se aclimate a la falta de luz.

Esta lluvia de estrellas, que durará hasta el 25 de abril y que arrancó el pasado día 16, cuenta con una tasa de actividad de 18 meteoros por hora que alcanzan una velocidad de 49 kilómetros por segundo durante varios días, por lo que está considerada como una lluvia de estrellas discreta. Sin embargo, en algunos años —difíciles de predecir según lo recogido por el Instituto Geográfico Nacional—, su tasa de actividad se incrementa hasta alcanzar los más de 100 meteoros por hora.



Radiante de las Líridas. (IGN)


Radiante de las Líridas. (IGN)



Los meteoros de esta lluvia de estrellas de la primavera son fragmentos del C/1861 G1 (Thatcher), un cometa de largo periodo que orbita alrededor del Sol una vez cada 415 años. El Tratcher pasó por última vez por las cercanías de la Tierra, según explican los expertos del Instituto Astrofísico de Canarias, el año 1861, y no volverá al perigeo terrestre hasta el 2276.

Así, cada año, durante el mes de abril la Tierra atraviesa un anillo repleto de fragmentos que se han desprendido del cometa Thatcher provocando que, desde nuestro planeta se perciba el resplandor de luz que se ocasiona cuando uno de estos pedazos de meteoro entra en contacto con la atmosfera terrestre y se calcina debido a la fricción con el aire.

La lluvia de estrella que podrá vislumbrarse esta noche en el hemisferio norte y en el sur, aunque en este segundo a un menor ritmo, se repite desde al menos hace 2.600 años, pues se tiene constancia de su aparición en el cielo nocturno desde el año 687 antes de Cristo, cuando se registró el fenómeno en el libro chino de crónicas Zou Zuhan, y debe su nombre a la constelación Lyra, donde tienen la radiante. se repite anualmente desde hace al menos de 2.600 años.


Cómo cazar estrellas con el móvil
Quien cuente con una cámara de 'smartphone' de al menos 12 megapíxelespodrá, si tiene suerte de encontrar alguna, cazar al vuelo una Lírida y conservarla en modo de imagen para siempre. Para hacerlo solo necesitará su terminal móvil y un pequeño trípode, pues al igual que en las cámaras DSLR este aparato le dará al 'smartphone' la estabilidad que necesita para sacar la fotografía sin movimiento, por lo que si no se dispone de uno, lo mejor será apoyar el móvil en un punto fijo para evitar balanceos. Si se dispone de él, la manera más efectiva de sacar una buena foto será haciéndola desde un trípode con control remoto, así se evitará también cualquier posible movimiento provocado por el contacto del dedo con la pantalla del 'smartphone'.
En cuanto a las especificaciones técnicas, lo mejor es subir el ISO lo máximo posible siempre estando pendiente del grano que se mete en las zonas oscuras de la imagen, y en un principio, con fotos de entre 10 y 30 segundos debería ser suficiente para captar con buena calidad el cielo estrellado.


Ocho lluvias de estrellas más en 2020
Quienes debido al confinamiento no puedan disfrutar de las Líridas en su máximo esplendor, este 2020 todavía tienen la oportunidad de ver otras ocho lluvias de meteoros, entre ellas la más conocida de todas, las Perseidas, que llegarán el próximo 17 de julio para durar hasta el 24 de agosto. Eso sí, el mejor momento para disfrutarlas será, según el IGN, unos días antes de la festividad del 15 de agosto, concretamente el miércoles 12 de ese mes.
Estas son las principales lluvias de meteoros que quedan este 2020, y sus fechas de máxima visibilidad:



Las lluvias de meteoros que quedan por venir
NOMBREVISIBILIDADPUNTO MÁXIMO
Líridas16 - 25 de abril22 de abril
η Acuáridas19 de abril -28 de mayo6 de mayo
δ Acuáridas12 de julio - 23 de agosto30 de julio
Perseidas17 de julio - 24 de agosto12 de agosto
Dracónidas6 - 10 de octubre8 de octubre
Oriónidas2 de octubre - 7 de noviembre18 de octubre
Leónidas6 - 30 de noviembre17 de noviembre
Gemínidas4 - 17 de diciembre14 de diciembre
Úrsidas17 - 26 de diciembre22 de diciembre


 
Back