Juan Carlos I abandona España. Zarzuela emite un comunicado escueto sobre su destino. El Gobierno no le retirará el título de rey

La marcha del Rey trunca la reconciliación de Juan Carlos y Sofía
"Cada vez estoy mejor con Juanito", desveló la madre del Rey a su entorno hace un año. Desde entonces se la ha visto acompañando a su marido e incluso intercambiando gestos amorosos. La marcha de Don Juan Carlos trunca su amor crepuscular
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PREMIUM
  • JAVIER BLÁNQUEZ
Viernes, 28 agosto 2020 - 21:46
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  • Casa Real. Reina Sofía: el 'castigo' a la madre del Rey que no beneficia a la corona
  • Reyes eméritos. La Reina Sofía seguirá viviendo en Zarzuela pese a la marcha de Don Juan Carlos
  • Primera aparición. La 'nueva normalidad' de la Reina Sofía: de compras por Palma de Mallorca
El momento de la abdicación fue para Juan Carlos I como si el cielo se le cayera encima, que era lo que más temían los galos en los cómics de Astérix. De repente, en pleno 2014, el Rey de España dejaba de reinar y, por extensión, de tener una agenda institucional que le ocupara el tiempo y le diera pie, también, a mantener una agenda privada entretenida: se limitaron los viajes, las recepciones, las cenas y las entrevistas personales para dar paso a largos meses de reclusión en la Zarzuela que, para quien había sido un monarca particularmente social, más se parecían a una condena que a una nueva vida de liberación.
No es que llegara Don Juan Carlos al extremo de vagar por los pasillos como un ánima en pena, afectado de una profunda melancolía como si fuera un personaje shakesperiano, pero sin un desempeño oficial, en barbecho para que amainara el escándalo de la cacería en Botsuana y el affaire Corinna, y por tanto desapegado del cargo, de sus honores y de sus excursiones, el monarca se sentía vacío por dentro.
Cualquier otra persona, llegado el momento de la jubilación, habría encontrado distracciones para ocupar su tiempo -aunque fuera bajar al bar a desayunar, inspeccionar las obras y jugar al dominó-, pero cuando se ha sido Rey, se es cualquier cosa menos una persona común.
A la larga, sin embargo, la liberación del cargo terminó teniendo efectos beneficiosos en Don Juan Carlos. Poco a poco aceptó la situación, encadenó una rutina palaciega -en la que no faltaban las visitas de los amigos, mucho más discretas- y, de paso, tuvo tiempo para reencontrarse con una vieja amiga que vivía justo al lado.
Hace un año, contábamos en LOC que Doña Sofía y Don Juan Carlos habían empezado a acercarse cada vez más, desempolvando los viejos afectos de más de medio siglo juntos, aprovechando que el Rey Padre ya no se escapaba a hurtadillas del palacio.

"Estoy mejor que nunca con Juanito", había dicho la Reina a su entorno más cercano, y esa confesión se correspondía con el incremento de las apariciones públicas de la pareja durante buena parte de la primavera y el verano del año pasado, a veces subrayadas con gestos de afecto normalmente proscritos, como una caricia furtiva o un par de manos asidas.
Este acercamiento se produjo porque el alejamiento de la vida pública y el atemperado de los pequeños escándalos había dado paso a un periodo de calma y discreción entre los muros del palacio. También Doña Sofía se sentía sola y aburrida por el descenso de su agenda oficial. De hecho, la soledad de la Reina Madre no era una cuestión reciente, sino un asunto del que se había tenido constancia durante años.
Mientras Juan Carlos I atendía a sus ocupaciones de rey y a sus asuntos privados -las ya conocidas Corinna Larsen y Marta Gayá-, -Doña Sofía desaparecía poco a poco en un silencio triste en el que tenía mucho que ver los rumores sobre su relación con la Reina Letizia, el acercamiento escaso a sus nietas y, por supuesto, la catarata de chismes publicados por la prensa del corazón sobre los años horribles de Juan Carlos.
Pero hubo un cierto momento de calma y silencio, el que va desde el encierro de la pareja real en Zarzuela hasta la reapertura del caso Corinna a principios de este año, en la que Juan Carlos y Sofía pudieron reencontrarse sin la compañía de ese molesto ruido de fondo.
Doña Sofía siempre se ha referido a su marido como Juanito, un diminutivo cariñoso que no se ha conservado en el tiempo por casualidad. Siempre se ha remarcado el hecho de que Sofía se casó en Atenas profundamente enamorada, y a pesar de los devaneos del Rey, ese amor nunca se ha disipado del todo.
Dos afectos paralelos lo explicarían: por una parte, el afecto familiar, formado sedimento a sedimento por mor de la responsabilidad institucional, el esfuerzo por garantizar la sucesión y la protección de la imagen pública de la Corona.
Quienes conocen bien las interioridades de Zarzuela sostienen que Doña Sofía nunca ha sido una víctima sufridora de infidelidades que le llegaban por sorpresa, sino que estaba bien informada de muchos detalles de la vida del Rey que, por el bien de la institución, callaba y consentía, a la vez que organizaba el tiempo de su vida privada para hacer también sus visitas y sus viajes, que solía hacer a plena luz, como bien saben los pasajeros que coincidieron con ella en varios vuelos baratos de Ryanair con destino Londres.
LEALTAD FINAL
Y luego estaba el afecto del amor puro, la lealtad, que nunca se apagado en Doña Sofía, lo que ha podido llevar a esa reconciliación que se habría ido puliendo desde el año 2017 en adelante, en cuanto bajó temporalmente el ritmo de publicaciones sobre las intimidades del rey.
Llegados a 2019, ese acercamiento era manifiesto, y encarado para transformarse en una fase última de dulce compañía en la vejez que, más allá de la cuestión personal, habría constituido una buena imagen pública para la familia real.
Pero las investigaciones en Suiza sobre las cuentas del Rey, alimentadas por el testimonio de Corinna Larsen, y la marcha voluntaria de Juan Carlos a Abu Dabi han sido palos en una rueda que, hasta ese momento, estaba girando bien y que, a la luz de los acontecimientos, ya parece que no podrá ponerse en marcha de nuevo.
Pues, al fin y al cabo, todo esto tiene un coste emocional enorme para Doña Sofía, a la que se le ha visto paseando por Mallorca como si estuviera soportando una carga de dos toneladas sobre los hombros, donde sigue refugiada de los acontecimientos actuales en la seguridad del palacio de Marivent, sin que aún se sepa cuándo decidirá volver a Zarzuela.
Parece lógico que, tras el último golpe recibido en su moral y su amor propio -la entrevista de Corinna a la BBC-. Y aun así, a pesar de los detalles, sigue quedando mucho amor en la reserva de su corazón.
Qué romántico, todo un folletín.
El rey que tiene que atender los asuntos de Estado (y a sus amantes) Sofía que sobrelleva sus infidelidades y ausencias por la imagen pública de la institución...
Cuando él tiene que abdicar, no sabe en qué ocupar su tiempo y ambos se reúnen y casi renace una relación que se había roto. Sofía está más unida que nunca a su "juanito".
Pero por culpa de Corinna y la fiscalía suiza, tienen que separarse de nuevo. Y son ahora, casi como dos almas en pena.
No conozco al autor, que me recuerda un poco a Peñafiel, pero me ha hecho llorar.
...De risa, claro.

Solo un apunte: no creo que JC tuviese ningún problema en ocupar su tiempo ni antes, ni después de abdicar, en otras cuestiones que su buena, buenísima vida. Salvo a lo que haya tenido que renunciar por su salud. Y Sofía, otro tanto.
 
Última edición:
Los Moros son ademas de Marruecos, los nacidos en el norte de Africa, Nador Tawuima, Tanger, Tetuan, Rio Martin, Rabat, Ceuta y Melilla,etx, etc y por cierto moros es simplemente que proviene de la antigua Mauritania. Te crees lista y graciosa y adoleces de las dos cosas
Un respeto y sin faltar, si me creería lista no hubiese preguntado y la adolescencia hace tiempo la pasé.
Pero si creo que es de poca madurez las que se registran varias veces con distintos Nic, lo digo en general.
No te molestes en contestarme.
 
Los Moros son ademas de Marruecos, los nacidos en el norte de Africa, Nador Tawuima, Tanger, Tetuan, Rio Martin, Rabat, Ceuta y Melilla,etx, etc y por cierto moros es simplemente que proviene de la antigua Mauritania. Te crees lista y graciosa y adoleces de las dos cosas

Gracias por la información, BOIRA-A, y como creo que no lo has visto te aviso de que el post 196, un poco más arriba, va dirigido a ti, y no sabes lo que me gustaría me contestaras.

Otra vez gracias adelantadas.
 
Pero qu
La marcha del Rey trunca la reconciliación de Juan Carlos y Sofía
"Cada vez estoy mejor con Juanito", desveló la madre del Rey a su entorno hace un año. Desde entonces se la ha visto acompañando a su marido e incluso intercambiando gestos amorosos. La marcha de Don Juan Carlos trunca su amor crepuscular
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  • JAVIER BLÁNQUEZ
Viernes, 28 agosto 2020 - 21:46
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  • Casa Real. Reina Sofía: el 'castigo' a la madre del Rey que no beneficia a la corona
  • Reyes eméritos. La Reina Sofía seguirá viviendo en Zarzuela pese a la marcha de Don Juan Carlos
  • Primera aparición. La 'nueva normalidad' de la Reina Sofía: de compras por Palma de Mallorca
El momento de la abdicación fue para Juan Carlos I como si el cielo se le cayera encima, que era lo que más temían los galos en los cómics de Astérix. De repente, en pleno 2014, el Rey de España dejaba de reinar y, por extensión, de tener una agenda institucional que le ocupara el tiempo y le diera pie, también, a mantener una agenda privada entretenida: se limitaron los viajes, las recepciones, las cenas y las entrevistas personales para dar paso a largos meses de reclusión en la Zarzuela que, para quien había sido un monarca particularmente social, más se parecían a una condena que a una nueva vida de liberación.
No es que llegara Don Juan Carlos al extremo de vagar por los pasillos como un ánima en pena, afectado de una profunda melancolía como si fuera un personaje shakesperiano, pero sin un desempeño oficial, en barbecho para que amainara el escándalo de la cacería en Botsuana y el affaire Corinna, y por tanto desapegado del cargo, de sus honores y de sus excursiones, el monarca se sentía vacío por dentro.
Cualquier otra persona, llegado el momento de la jubilación, habría encontrado distracciones para ocupar su tiempo -aunque fuera bajar al bar a desayunar, inspeccionar las obras y jugar al dominó-, pero cuando se ha sido Rey, se es cualquier cosa menos una persona común.
A la larga, sin embargo, la liberación del cargo terminó teniendo efectos beneficiosos en Don Juan Carlos. Poco a poco aceptó la situación, encadenó una rutina palaciega -en la que no faltaban las visitas de los amigos, mucho más discretas- y, de paso, tuvo tiempo para reencontrarse con una vieja amiga que vivía justo al lado.
Hace un año, contábamos en LOC que Doña Sofía y Don Juan Carlos habían empezado a acercarse cada vez más, desempolvando los viejos afectos de más de medio siglo juntos, aprovechando que el Rey Padre ya no se escapaba a hurtadillas del palacio.

"Estoy mejor que nunca con Juanito", había dicho la Reina a su entorno más cercano, y esa confesión se correspondía con el incremento de las apariciones públicas de la pareja durante buena parte de la primavera y el verano del año pasado, a veces subrayadas con gestos de afecto normalmente proscritos, como una caricia furtiva o un par de manos asidas.
Este acercamiento se produjo porque el alejamiento de la vida pública y el atemperado de los pequeños escándalos había dado paso a un periodo de calma y discreción entre los muros del palacio. También Doña Sofía se sentía sola y aburrida por el descenso de su agenda oficial. De hecho, la soledad de la Reina Madre no era una cuestión reciente, sino un asunto del que se había tenido constancia durante años.
Mientras Juan Carlos I atendía a sus ocupaciones de rey y a sus asuntos privados -las ya conocidas Corinna Larsen y Marta Gayá-, -Doña Sofía desaparecía poco a poco en un silencio triste en el que tenía mucho que ver los rumores sobre su relación con la Reina Letizia, el acercamiento escaso a sus nietas y, por supuesto, la catarata de chismes publicados por la prensa del corazón sobre los años horribles de Juan Carlos.
Pero hubo un cierto momento de calma y silencio, el que va desde el encierro de la pareja real en Zarzuela hasta la reapertura del caso Corinna a principios de este año, en la que Juan Carlos y Sofía pudieron reencontrarse sin la compañía de ese molesto ruido de fondo.
Doña Sofía siempre se ha referido a su marido como Juanito, un diminutivo cariñoso que no se ha conservado en el tiempo por casualidad. Siempre se ha remarcado el hecho de que Sofía se casó en Atenas profundamente enamorada, y a pesar de los devaneos del Rey, ese amor nunca se ha disipado del todo.
Dos afectos paralelos lo explicarían: por una parte, el afecto familiar, formado sedimento a sedimento por mor de la responsabilidad institucional, el esfuerzo por garantizar la sucesión y la protección de la imagen pública de la Corona.
Quienes conocen bien las interioridades de Zarzuela sostienen que Doña Sofía nunca ha sido una víctima sufridora de infidelidades que le llegaban por sorpresa, sino que estaba bien informada de muchos detalles de la vida del Rey que, por el bien de la institución, callaba y consentía, a la vez que organizaba el tiempo de su vida privada para hacer también sus visitas y sus viajes, que solía hacer a plena luz, como bien saben los pasajeros que coincidieron con ella en varios vuelos baratos de Ryanair con destino Londres.
LEALTAD FINAL
Y luego estaba el afecto del amor puro, la lealtad, que nunca se apagado en Doña Sofía, lo que ha podido llevar a esa reconciliación que se habría ido puliendo desde el año 2017 en adelante, en cuanto bajó temporalmente el ritmo de publicaciones sobre las intimidades del rey.
Llegados a 2019, ese acercamiento era manifiesto, y encarado para transformarse en una fase última de dulce compañía en la vejez que, más allá de la cuestión personal, habría constituido una buena imagen pública para la familia real.
Pero las investigaciones en Suiza sobre las cuentas del Rey, alimentadas por el testimonio de Corinna Larsen, y la marcha voluntaria de Juan Carlos a Abu Dabi han sido palos en una rueda que, hasta ese momento, estaba girando bien y que, a la luz de los acontecimientos, ya parece que no podrá ponerse en marcha de nuevo.
Pues, al fin y al cabo, todo esto tiene un coste emocional enorme para Doña Sofía, a la que se le ha visto paseando por Mallorca como si estuviera soportando una carga de dos toneladas sobre los hombros, donde sigue refugiada de los acontecimientos actuales en la seguridad del palacio de Marivent, sin que aún se sepa cuándo decidirá volver a Zarzuela.
Parece lógico que, tras el último golpe recibido en su moral y su amor propio -la entrevista de Corinna a la BBC-. Y aun así, a pesar de los detalles, sigue quedando mucho amor en la reserva de su corazón.
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Pero que tortilla de alucinogenos se ha tomado este periodista ? Menuda fotonovela. Es que el LSD es muy malo para la salud y si va acompanado de carajillos ya es directamente destructivo
 
Gracias por la información, BOIRA-A, y como creo que no lo has visto te aviso de que el post 196, un poco más arriba, va dirigido a ti, y no sabes lo que me gustaría me contestaras.

Otra vez gracias adelantadas.


Perdona Lilita , no, no lo he visto, si te he puesto un no me gusta o cualquier otro, si me lo indicas lo corrijo, pues contigo suelo estar casi siempre de acuerdo. Disculpa Un saludo
 
Perdona Lilita , no, no lo he visto, si te he puesto un no me gusta o cualquier otro, si me lo indicas lo corrijo, pues contigo suelo estar casi siempre de acuerdo. Disculpa Un saludo

BOIRA-A, está muy cerca, aquí mismo. No, no es por un no me gusta sino para ver si puedes aclararme la pregunta que te hago.

Saludos
 
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