Charlotte lo tuvo todo, pero su vida debió ser muy desgraciada. El padre, Louis II, la reconoció porque a causa de una sífilis no podía engendrar ningún hijo legítimo y los mandatarios franceses le obligaron a ello para evitar que el trono monegasco pasara a manos de un primo de Louis hijo de una princesa monegasca y de un príncipe alemán. Pero Charlotte tuvo que casarse con Pierre de Polignac -escogido por Louis II para gobernar Mónaco en caso de necesidad- mientras que a ella se le reservó la función de incubadora. Después del divorcio Pierre y Louis de Polignac estaban muy bien posiciones en el organigrama funcionarial de Mónaco.