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Prioridades​

El Gobierno ha lamentado, por no disponer de los fondos necesarios, rechazar la ayuda a los enfermos de ELA o la esclerosis lateral amiotrófica​

10/12/2023Actualizada 01:30
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Sus padres habían prometido a sus dos hijas que tirarían la casa por la ventana en su fiesta de puesta de largo. Más que de largo, en su puesta de ancho, porque las niñas estaban sobradas de opulentas e ilimitadas abundancias carnales. Se sometieron a una rigurosa dieta, con paupérrimos resultados. Su padre las consoló como pudo. «Hijas mías, papá es gordito, mamá es gordita, los padres de papá y mamá, vuestros abuelos, eran gorditos, y vosotras sois gorditas. Pero muy guapas». La gran fiesta, a mediados de junio. En el mes de abril, le fue detectada una gravísima enfermedad al padre. Eran los tiempos del esnobismo oncológico en un hospital de Houston. El presupuesto para la intervención quirúrgica, la estancia en el hospital, el hotel para la madre y las niñas y los gastos generales de los vuelos y la expedición, sumaba una cantidad astronómica.
La intervención podía tener lugar en España, pero una buena parte de la sociedad adinerada de nuestro país, volaba a Houston para curarse un uñero, o extirparse un quiste sebáceo. O Houston o puesta de largo. La madre y las niñas votaron a favor de la puesta de largo, y el padre, por lo que le tocaba, optó por Houston. El resultado de la votación se cumplió a rajatabla. El tumor del padre era igualmente inoperable en Houston que en Puertollano, y para colmo, en Puertollano tenían una honda amistad con un cirujano amigo que se ofreció a operar por un precio modesto y asequible.
Se mantuvo la puesta de largo o de ancho de las niñas, y el padre falleció en Puertollano durante la cirugía. También habría fallecido en Houston.
Y se celebró en junio la puesta de largo, y las niñas bailaron el primer vals con dos primos que se prestaron a protagonizar el heroico balanceo al son de El Danubio Azul. Prioridades.
El Gobierno de Sánchez –confundirlo con el Gobierno de España es una atrocidad, porque España como tal, carece de Gobierno–, para cumplir con sus pactos, se ha ofrecido a pagar anualmente a la Unión Europea 132 millones de euros para que pueden considerarse idiomas oficiales de la UE el catalán, el vascuence o batúa, y el gallego. El bable, el castúo y el murciano quedan a la espera. Prioridades.
El nuevo ministro de Cultura, el independentista catalán con apellido vasco Ernest Urtasun –en elDiccionario de Etimologías de Apellidos Vascos, de López Mendizábal, Urtasun es una variación de Urtaza y Urtazun, y significa «Pastizal de Avenas»–, ha anunciado que el Gobierno ha aprobado regalar 35 millones de euros de ayuda a diferentes productoras de cine español. Millones y millones de euros para producir películas ruinosas de taquillas vacías. Prioridades.
Y de nuevo, el Gobierno ha lamentado, por no disponer de los fondos necesarios, rechazar la ayuda a los enfermos de ELA, la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad cruel que suavizaría la angustia de sus sufrientes con la aportación de 38 millones de euros. Es decir, 132 millones cada año para financiar la oficialidad del catalán, el vascuence o batúa y el gallego en la Unión Europea. Y un primer acuerdo de subvencionar, también con el dinero de los contribuyentes, al infecto cine español. Prioridades.
Pero no tiene dinero para la investigación y tratamiento gratuito del ELA, esa enfermedad invencible que padecen centenares de españoles sin horizonte de alivio ni superación. Y la Mónica. Madre, Médica, Mema y Ministra –la 5-M–, calladita entre El Retiro y Cercedilla.
Son ustedes, todos, unos perfectos sinvergüenzas.

Más de Alfonso Ussía​

 

Vocaciones erradas​

Napoleonchu terminará su mandato entre las carcajadas de sus colegas. Morenota sucumbirá ante la fuerza de su oquedad intelectual. Y la Pistolera pasará a la historieta recuperando su condición de anestesista mientras los pacientes corren por los pasillos impulsados por el terror​

11/12/2023Actualizada 01:30
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El ministro Albares es un tapón con vocación de alto. El apodo 'Napoleonchu' le irrita sobremanera. De ahí que estire el cuello y alce la cabeza para ganar durante unos pocos segundos un centímetro de altura. Los bajos sin complejo del Ministerio de Asuntos Exteriores se divierten comentando sus posturas arrogantes. Se lo confesaba recientemente a un diplomático de su gabinete que, en lugar de guardar discreción, visitó todos los despachos narrando la confidencia ministerial. «Mi problema es humillante. Hasta el ministro de Exteriores de Japón es más alto que yo».
Quizá, esa breve ocupación del espacio es la que le ha recomendado no acompañar al Rey a la toma de posesión de la presidencia de Argentina de Javier Milei, que es un argentino de pocos centímetros pero muy bien aprovechados y carente de complejos.
Albares sufre por ser pequeño y Yolanda Díaz por sus moreneces pilosas. Quiere ser rubia. Gasta mucho dinero en las peluquerías, pero la naturaleza se impone. A los pocos días de teñirse de rubia su cuidada melena, el tinte abandona sus raíces y el pelo le nace más negro que los teléfonos de pared de la posguerra. Recuerdo el cuento. El cliente, enamorado de una joven y bellísima vendedora rubia, rubérrima, de un establecimiento de ropa masculina. –Señorita, si usted es tan amable, me gustaría probarme el sombrero tirolés que se ofrece en la estantería más alta–. La vendedora vestía con una minifalda de las que quitan el hipo. –Lo siento mucho, señor. No voy a subir por la escalera porque usted tiene aspecto de sádico sexual y lo que quiere es mirarme mientras asciendo–; –Señorita, deseo ese sombrero y no voy a mirarla. Se lo prometo desde mi condición de caballero español–. La promesa convence a la dependiente. Sube por las escaleras en pos del sombrero. En un momento, por intuición, mira hacia abajo y sorprende al cliente observando fijamente lo que había prometido no mirar. Le reprende: –Oiga, usted no es un caballero español–; y él responde, decepcionado. –Ni usted es rubia–.
La ministra de Sanidad no tiene vocación de anestesista. Lo demostró con creces durante la pandemia. Mientras sus colegas trabajaban en los hospitales de sol a sol, ella se dio de baja. Mónica García, la copropietaria de un chalet en Cercedilla construido ilegalmente en un terreno reservado para un hospital, tiene vocación de Clint Eastwood. Apunta muy bien con la mano derecha a modo de pistola. Y como todos los héroes de losWestern, lleva el pelo sucio, para causar más pavor al pistolero contrario. Sánchez le ha nombrado ministra de Sanidad, por su probada incapacidad para vencer en Madrid a Isabel Díaz Ayuso. El Ministerio de Sanidad es el más cómodo de todos, porque sus competencias están plenamente entregadas a las autonomías. No tiene competencia ni para recomendar marcas de esparadrapos. Pero está encantada con su coche oficial de ministra, sus escoltas y sus reuniones ministeriales en la Moncloa para no proponer nada de nada.
Se trata de tres ministros, que en otra situación, serían muy celebrados por la sociedad por su divertidísima innecesariedad. Muñecos de tebeos. Napoleonchu, Morenota y la Pistolera. El inconveniente es que los dos primeros son bastante poderosos en la banda de Pedro Sánchez. Napoleonchu terminará su mandato entre las carcajadas de sus colegas. Morenota sucumbirá ante la fuerza de su oquedad intelectual. Y la Pistolera pasará a la historieta recuperando su condición de anestesista mientras los pacientes corren por los pasillos impulsados por el terror.
Vocaciones erradas.
 

Pues... vale​

No conozco a nadie de Vox cuya política mate a la gente. Conocí a Santiago Abascal cuando la ETA, hoy socia de Sánchez, intentó asesinarle a él​

12/12/2023Actualizada 07:28
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No recuerdo si fue Chesterton, Churchill, Saki o Disraeli, o ninguno de los cuatro, el que dijo que el periodismo consistía en publicar el fallecimiento de Lord Donaldson para que leyeran la triste noticia decenas de miles de lectores que no sabían quién era Lord Donaldson. Más o menos. A mí me ha ocurrido en alguna ocasión. «¿Sabes? Ha muerto Jeremías Puig. Lo he leído en El País». «Y quién era?»; «que no sepas quién era Jeremías Puig dice mucho de tu incultura. Es el autor de la canción reivindicativa El Campo es de todos y hay que rogarle al gesto que adopte un semblante de tristeza trascendente.»
Sir Alec Guinness ensayaba sus gestos de pesadumbre en los entierros. Acudió a las inhumaciones de muchos londinenses a los que no conocía de nada. «Cuando no conoces al muerto y su familia agradece tu dolor, quiere decir que he protagonizado una gran escena». También se da entre los vivos. Hace setenta años apenas había famosos. Y la gente los conocía. Ministros, futbolistas, toreros, y los más cultos, a don Ramón Menéndez-Pidal. En la actualidad los famosos se cuentan por centenares de miles, y es harto complicado conocerlos a todos.
He visto en un vídeo la actuación y oído sus palabras de un tipo que algo tiene que haber hecho para ser invitado a una tertulia política en una cadena de televisión. Se llama Benjamín Prado. Ignoraba su existencia. Benjamín Prado, probablemente cobijado tras el Muro, ha dicho que Puigdemont no ha matado a nadie, en tanto que las políticas de Vox sí matan a la gente. Sus palabras se me antojan, además de gravísimas, de una nauseabunda falsedad. Un tipo despreciable. Y dada mi ignorancia acerca de su persona, he averiguado que Benjamín Prado es un empleado de Atresmedia y Planeta en La Sexta, además de poeta y novelista español, nacido en Madrid, autor de las novelasVinagre y RosasyLo niego todo,y padre de una chica que responde al bello nombre de Dylan Teresa Prado Rosenvinge. Ahí está el dato cultural. Dylan Teresa.
Antes de mis averiguaciones, he intentado hacer memoria, pero la memoria me ha fallado. No se puede memorizar lo que no existe o se ignora su existencia. Por su aspecto, podría ser un futbolista retirado, un solista de flauta, un politólogo del sistema, el jefe de un equipo ciclista que compite en la Vuelta a España o un tío de Jenni Hermoso. Pero no. Resulta que es poeta y novelista, además de portavoz de calumnias e injurias.
No conozco a nadie de Vox cuya política mate a la gente. Conocí a Santiago Abascal cuando la ETA, hoy socia de Sánchez, intentó asesinarle a él. A Santiago Abascal, no a Benjamín Prado. Y a su padre. Al padre de Santiago Abascal, y no al padre de Benjamín Prado y abuelo de Dylan Teresa. Vox puede gustar o no, pero no ha hecho ni dicho nada que merezca la injusta acusación de violencia. Defender la Constitución de 1978 no es un acto de violencia, al menos hasta ahora. La mayoría de dirigentes y personas afiliadas a Vox que he tenido la suerte de conocer, algunos cesantes como Iván Espinosa de los Monteros y Macarena Olona, y otros en activo, jamás me han hecho pensar que sus políticas incitan a matar a la gente, como afirma Prado. In video veritas.
Ahora entiendo los motivos de sus invitaciones y presencias en debates de algunas cadenas de televisión. Como no sintonizo con esos canales, no tenía ni puñetera idea de quién es y a qué se dedica Benjamín Prado. Es muy probable que Vox, no el golpista Puigdemont, le pida explicaciones ante un tribunal. Porque Vox ha defendido siempre la independencia de los jueces, última reserva de nuestra democracia.
Poeta y novelista. Al fin he sabido de su dedicación. Y además, un infectado mentiroso.

Más de Alfonso Ussía​

 

Catorce culos​

Lo que jamás he hecho, por temor a quedar mal, es presentar el libro de un señor que no sabe escribir y que, para colmo, no ha escrito el libro que se presenta​

13/12/2023Actualizada 01:30
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He asistido a muchas presentaciones de libros. Modestamente, me considero un brillante presentador, ameno y muy caritativo con los autores de los libros, que por motivos ajenos a la literatura, me he visto obligado a presentar. No se puede herir a los autores en su momento de gloria. Presentó Edgar Neville un libro en Marbella cuyo autor era un colega diplomático. Lo hizo con desgana y abatimiento. Con tanta desgana y abatimiento que a los diez minutos de iniciar la presentación comenzó a roncar. Se durmió mientras elogiaba, con desvergonzada falsedad, la calidad literaria de su amigo. Fui invitado por el alcalde de una bella localidad de Castilla La Vieja a una presentación-conferencia peculiar. Había escrito el señor alcalde un libro-guía de las diferentes razas de ovejas que balan por España. Especial entusiasmo en los capítulos dedicados a las ovejas churras y merinas. Me atemorizó la idea de ser débil y aceptar el reto. «No entiendo nada de ovejas, señor alcalde. Lamento declinar su invitación»; «no le estoy pidiendo un gran esfuerzo, señor Ussía. Hablar durante media hora de las ovejas churras lo hace cualquiera»; «estoy de acuerdo, señor alcalde. Llame usted a cualquiera». Me salvé por los pelos.
Me llamó Sabino Fernández Campo, inolvidable secretario general y posteriormente jefe de la Casa del Rey Don Juan Carlos. Un paisano había recogido en apenas 600 páginas las más conocidas canciones populares de las costas, los valles, y las montañas asturianas. A Sabino no le podía negar mi ayuda. Era un personaje excepcional. «¿Tengo que leer todos los textos, Sabino?» «Faltaría más. Ni se te ocurra. Elogia su esfuerzo compilatorio. Yo lo presentaré contigo». Así que me trasladé a Oviedo, y me planté en el local elegido. Un señor muy amable me recibió con una mala noticia. «Por un acto imprevisto que preside su Majestad, don Sabino no ha podido desplazarse». Me dejó plantado. Y le hice caso. Puse por las nubes el trabajo del autor, que había reunido más de dos mil canciones populares asturianas. Pero no son necesarios más de dos minutos para tal menester. A los tres minutos había terminado la presentación y salí por patas. Se la devolví a Sabino años después. Se la devolví doblada.
Lo que jamás he hecho, por temor a quedar mal, es presentar el libro de un señor que no sabe escribir y que, para colmo, no ha escrito el libro que se presenta. Un tipo que tiene que ser importantísimo, porque en la primera fila del salón del Círculo de Bellas Artes, hundían sus mullidos almohadones catorce culos ministeriales, además de los traseros del editor y de Pedro Jota, que últimamente no se pierde un guateque de alto copete. No estaba sentada en primera fila la autora del libro, Irene Lozano. Catorce culos de ministros son muchísimos culos de ministros, y eso prueba lo que renglones arriba me he atrevido a insinuar. Que el firmante del libro, no su autor, tiene que ser muy poderoso. Los culos ministeriales sólo se reúnen en los Consejos de Ministros. Eso sí, fallaron ocho culos, y esas ausencias glúteas me escaman sobremanera. Se me olvidaba apuntar que el libro no escrito por el presumible autor fue un payaso de televisión en busca de trabajo, que le caerá de inmediato por presentar esa cosa. He anotado los siguientes culos presentes en el acto. El de Marlasca –por orden de antigüedad–, el de Margarita Robles, el de Urtasun, el de Yolanda Díaz, el de Chiqui Montero, el de Bolaños, el de Puente Culos agradecidos, redondos, plisados, escurridos, bamboleantes, vírgenes y experimentados. Culos y culas, como gusta decir a Yolanda Díaz.
Y el autor, vestidito de azul celeste eléctrico. Fenomenal. Pero no era el autor. Lo pusieron ahí para que amenizara el acto.

Más de Alfonso Ussía​

 

La macheta​

Abascal no puede dejarse llevar por figuraciones y metáforas contraproducentes. Se ha equivocado. Se le ha calentado en exceso la boca, no ha sabido desdecirse y hora es que lo haga​

14/12/2023Actualizada 01:30
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Lo de Abascal en Argentina, que tanto ha escandalizado a Pedro Jota Ramírez, ha sido, simplemente, una metedura de pata. Abascal está obligado, por respeto a la experiencia, a no abrir las puertas de las peores interpretaciones con sus palabras. Las chicas de Podemos, hoy en Sumar, fueron mucho más sutiles cuando lamentaron que en España no se hubiera guillotinado a ningún Rey. Yolanda Díaz, Irene Montero, y la desaparecida Tania.
«En España los recortes serán con guillotina». Pero estas palabras y esas intenciones no produjeron en Pedro Jota ningún tipo de molestia. Nuestro comunista de las FARC, Enrique Santiago, no dudó en reconocer que «si se diera el caso» no tendría inconveniente alguno en presentarse en el Palacio de La Zarzuela para dar buena cuenta de la Familia Real y emular el asesinato del Zar Nicolás II y su familia en Ekaterimburgo, por orden expresa de Lenin cumplida a la perfección por el general bolchevique Yákov Yurovsky. Encerraron en un sótano al Zar, a la Zarina, al Zárevich Alexei, y a las princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, al médico de los Romanov y al marinero que cuidaba y acompañaba siempre al hemofílico heredero. Y los asesinaron, hecho e imagen que no dudaría en repetir – según sus palabras– el camarada Enrique Santiago, que tampoco alertaron la fina sensibilidad de Pedro Jota. «Ya es hora de sacar la macheta de carnicero y cortarle el cuello a Isabel Ayuso». Esta elegante frase de Máximo Pradera, de profesión «hijo de Javier», el violento Mínimo Parcela, tampoco fue recibida con un gesto de estupor por Pedro Jota.
Esos deseos incumplidos –a Dios gracias–, pero que bullen en las podridas mentes de sus intérpretes, son los suficientemente claros y transparentes para convertirse en motivos de un debate. Lo de Abascal sí se puede interpretar y discutir. Partiendo de su inoportuno infortunio, la imagen que describe está siendo analizada como una amenaza, cuando en realidad no es otra cosa que una metedura de pata, una majadería extraída de un contexto con mucho más alcance. Una cosa es sentir y otra decir lo que se siente. La libertad de expresión no contempla la libertad de los sentimientos. Yo he sentido en muchas ocasiones y deseado el mal de determinadas personas. Por fortuna, las nubes pasan con rapidez. No hubo odio en mis deseos pero, obviamente, mis deseos no han podido establecerse en la relación universal de deseos ejemplares. Cuando veo imágenes de Sánchez y oigo sus falsedades, sus palabras traidoras, sus chorradas y mentiras, no le deseo verlo colgado de los pies. Pero sí que tropiece al llegar al Congreso vestido de azul eléctrico, caiga al suelo, se fracture una pierna y emita un sollozo de dolor. Se lo deseo, y no puedo evitarlo. Y cuando veo a Bolaños, no le deseo un mal grave, pero sí que reciba del cielo, mientras habla con los periodistas, la cagarruta de una paloma o la picadura de una avispa asiática. Y cuando oigo a Yolanda Díaz, no le deseo una desgracia, pero sí que padezca de un afonía efímera y que al incorporarse se le rompa el pantalón de marca por detrás, mostrando sus posteriores fofeces. No por ello cometo delito, porque el pensamiento y los deseos callados no pueden ser enjuiciados como tales, por indemostrables. Por ejemplo, si el Barcelona pierde, durante un buen rato rozo los más altos andamios de la felicidad. Y últimamente no me bajo de esos andamios.
Abascal tiene que saber que es el objetivo, por defender lo que defiende y representar lo que representa, de la ultraizquierda, de la izquierda, de la socialdemocracia, de los separatismos, de los etarras, del PP, de Atresmedia, de Mediaset y de Pedro Jota. Por ello, no puede dejarse llevar por figuraciones y metáforas contraproducentes. Se ha equivocado. Se le ha calentado en exceso la boca, no ha sabido desdecirse y hora es que lo haga. Los indeseables jamás piden perdón por sus palabras. Hágalo él aunque sean interpretables, y todos al tostadero, y a pasar página. Que nos quedan las más difíciles de leer.

Más de Alfonso Ussía​

 

La buzona​

La libertad en España, en poco tiempo, sólo podrá sobrevivir disfrazada, oculta en las catacumbas. Jueces, escritores, catedráticos, profesores, y algunos periodistas serán detenidos y silenciados​

15/12/2023Actualizada 01:30
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Cuando hay que sobrevivir con una enormidad bucal, es conveniente saber administrar la aglomeración de palabras que combaten en el inmenso espacio del buzón para intentar que emigren ordenadamente de la boca al aire. La diputada catalanazi Miriam Noguera, siempre amparada por su colega balear y presidente del Congreso de los Diputados, Francia Armengol, balear catalanista y separatista, ha protagonizado en el Congreso una de las intervenciones parlamentarias más despreciables, repulsivas y antidemocráticas de los últimos años. Se ha permitido el lujo de señalar, amenazar y pedir que cinco jueces que llevan en sus mochilas una larga experiencia de ejemplaridad en sus funciones, cinco magistrados de trayectoria impecable, sean cesados, detenidos y juzgados. El mundo al revés. También se ha referido a periodistas y opinantes, pero sin dar nombres. Del buzón de Miriam Noguera han salido, en sede parlamentaria, los nombres de los magistrados que desea trasladar a su archipiélago Gulag, que en Cataluña ignoro dónde se ubica. Los magistrados Marchena, Llarena, Lamela, Espejel y Lesmes. Ha dicho en la tribuna del Congreso que esos cinco magistrados son indecentes e indeseables, además de poco escrupulosos con la imparcialidad.
Un insulto a toda la Judicatura, al pleno de Poder Judicial, y a la columna fundamental que sostiene el sistema democrático.
Lo injustificable no encuentra la amnistía en las desavenencias con la normalidad física de quien emite los exabruptos. Es cierto que la separatista de la ultraderechacatalanazitiene una boca de tamaño desmesurado. Boca grande y larga lengua. Cuando pronuncia la O, se le podría encajar en el buzón una mortadela a estrenar. Y en sus palabras, además de racismo incontrolado se encuentra el odio, el desprecio hacia todo lo español –es decir, hacia ella misma–, la superioridad genética y la exigencia de la excepción. El mundo se divide en tres partes. Partición muy paleta y aldeana. España, Cataluña y el resto. Pero sobre todo, lo que más hiere, molesta y enfada a los que no hemos tenido la oportunidad de sercatalanazis, es la chulería del desafecto. Son nuestros y nos odian. Son de ellos y odian a los que no piensan como ellos. De cuando en cuando, llega un señor bajito, que es también separatista, y exige. ¿Quién es usted para exigir, Aragonés? Representa a la facción contraria que Puigdemont, la gigantesca condenada y la buzona. Exige un «referéndum» inmediato. El otro amenaza a Sánchez y Albares en el Parlamento Europeo, y éstos soportan el chorreo público de un delincuente huido de la Justicia, exiliado en Waterloo con nuestro dinero, y exclusivamente empeñado en volver a España como si fuera un héroe.
¿Cómo huyó después de proclamar la independencia de los siete segundos y organizar el violento golpe de Estado? En el maletero de un coche. Un coche perfectamente localizado que siguió su ruta hacia Francia gracias a la generosidad –eso se ha dicho y escrito– de la impulsora de Podemos y vicepresidente del Gobierno del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, que mandaba mucho más que Rajoy. Gracias a ellos nos cayó del infierno Sánchez, y con Sánchez el comunismo –prohibido por la UE–, el separatismo y el terrorismo, se hicieron con el poder. La libertad en España, en poco tiempo, sólo podrá sobrevivir disfrazada, oculta en las catacumbas. Jueces, escritores, catedráticos, profesores, y algunos periodistas serán detenidos y silenciados. ¿Europa? Europa siempre ha sido y será una gran put*. Nada que esperar. Si caen los cinco magistrados señalados en sede parlamentaria por lacatalanazi, prepárense para lo peor. Es decir, para vivir el fin de España, la nación unida, el Estado más antiguo de Europa. Un microbio puede matar a un elefante.

Más de Alfonso Ussía​

 

Una, al menos​

Estoy a la espera de que el tal Monrosi nos diga qué miembro de Bildu –uno sólo– se jugó la vida contra la ETA. No lo dirá, porque no existe​

16/12/2023Actualizada 01:30
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Últimamente me ha dado por la mamarrachez desconocida. Resulta alentador el reto. Escribir de Sánchez, el de los acercamientos a la ETA, resulta agotador. Los acercamientos y los tocamientos. Que eso les decía para aconsejarlas, doña Roberta Schmidt Gorriti, dama de acrisoladas virtudes, a sus bellísimas hijas Coro, Mónica y Francisca, que en el mismo año fueron elegidas «Miss Pasajes de San Pedro», «Miss Pasajes de San Juan» y «Miss Pasajes Ancho», los tres Pasajes. Estaban buenísimas y eran de fluidos hablares. Y doña Roberta, harta estaba de tantos peligros. «Hijas mías, hay muchos muchachos que beben por vuestros vientos. Tened cuidado con los acercamientos, que después vienen los tocamientos, y finalmente los esparcimientos pecaminosos contra el Sexto Mandamiento».
Las niñas, con sus bandas de «misses» cubriendo en diagonal sus pechos, replicaron a su madre: «Madre, si hay muchos chicos que beben por nuestros vientos, díganos el nombre de uno de ellos. Porque ninguno nos llama». Y así era. A pesar de sus despampanantes bellezas, ni Coro ni Mónica ni Francisca se comían una rosca. Como decía Francisca, la más pequeña y graciosa «en Pasajes sólo se comen roscas, 'las morroskas'». Y ellas eran estilizadas, juncales, y no sabían hablar en vascuence. Se mudaron a Burgos, y comenzaron los acercamientos, los tocamientos y los esparcimientos. Por otra parte, les encantaron las morcillas de Burgos, y doña Roberta tuvo que asumir toda suerte de contrariedades. Fue salir de Pasajes, y armaron la gorda y el barullo.
Pero no formaban parte de la mamarrachez desconocida. La mamarrachez desconocida abunda en los platós de las cadenas de televisión del PSOE, como son las de Atresmedia y Mediaset. Para mí, que ven a un tipo o una tipa por la calle con aspecto de «amnistía sostenible», les hacen una oferta, y al día siguiente aparece como experto politólogo en el programa de la Griso o en las tertulias de La Sexta. Y dado mi nulo interés por esos espacios financiados por quien todos sabemos, mi desconcierto es grave. «¿Conoces a Enrique Monrosi?» «No». «Es un agudo comentarista político». «Lo siento una barbaridad».
Pero todo salta a las redes. Y he conocido en Twitter, ahora X, al eximio periodista y politólogo Monrosi. Enrique Monrosi, profundo conocedor de la trayectoria de los dirigentes de Bildu, ha salido en La Sexta en defensa del honor y la valentía de muchos miembros del partido del etarra Otegui y socio preferente de Sánchez. Y ha manifestado, con herida consternación, lo que literalmente transcribo: «Hay mucha gente en Bildu que se jugó la vida contra ETA». En el antiguo periodismo, ante semejante afirmación, el moderador del programa le habría preguntado al tal Monrosi: «Si hay mucha gente en Bildu que se jugó la vida contra ETA, dígame, al menos, el nombre y el apellido de uno de esos valientes». Pero ahora todo vale, y ningún participante en la mesa de la sabiduría Bilduetarra tuvo interés en conocer la identidad de uno sólo de esos valientes. Se trató de un cumplimiento de servicio de blanqueo de Monrosi del pacto pútrido y repugnante de Sánchez con los etarras –los ex etarras no existen, porque aquel que lo ha sido será etarra hasta la muerte– para cumplir con su promesa. Entregar a Bildu la alcaldía de Pamplona, y así favorecer la colonización del viejo Reino de Navarra por el separatismo vasco. Sólo con Navarra, lo que hoy denominan «Euskadi ó Euzkadi» (no se ponen de acuerdo), podría ser autosuficiente. Y Navarra es el sueño del separatismo. Y ha coincidido el principio del gozo de ese sueño con la necesidad de Sánchez de los votos del terrorismo para seguir en la Moncloa, que ya se lo ha advertido Begoña. «Como te desalojen de nuestra casa de la Moncloa, te vas a enterar de lo que es bueno».
Es decir, que estoy a la espera de que el tal Monrosi nos diga qué miembro de Bildu –uno sólo– se jugó la vida contra la ETA. No lo dirá, porque no existe.
Sánchez ha traicionado con vileza a Pamplona, Navarra y España.
Nada nuevo. Me quedo con las «misses» de Pasajes. Ningún etarra se atrevió a los acercamientos, tocamientos y esparcimientos. Sánchez ha pactado con los encapuchados que asesinaron a los suyos. Que también eran nuestros, y rozaron la terrible suma de 900 asesinados.
Y sale un tal Monrosi y…

Más de Alfonso Ussía​

 

Gambón​

No es desvarío intuir que en un breve plazo de tiempo, su hermano le encargue la creación de una ópera reivindicativa-social-amnistiada con marcado acento catalán y arias en vascuence​

17/12/2023Actualizada 01:30
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Era muy niño cuando mis padres me llevaron a mi primer concierto sinfónico. Un concierto matutino en el Palacio de la Música de la Orquesta Nacional de España dirigida por un niño italiano de 8 años, Pierino Gamba. Valses de los Strauss y las Danzas Húngaras de Brahms. Éxito monumental. Pierino Gamba saludó decenas de veces y el público se entregó a un niño que dirigía como un mayor. Me fascinó Pierino Gamba. Siguió con su carrera de director de orquesta, pero ya crecido y maduro perdió interés. Pasó de ser un niño que dirigía como un mayor a un mayor que dirigía como un niño. Yo era un niño muy influenciable, y además de director de orquesta quise ser misionero, niño pobre santo –Marcelino Pan y Vino–, solista de los Niños Cantores de Viena, y futbolista del Real Madrid. Me horrorizaba el circo y no encontré jamás ni emoción ni gracia a las películas de Walt Disney. El único personaje de Walt Disney que me convencía fue Dumbo, el elefante. Quizá por mi complejo de orejas grandes y despegadas. Dumbo las tenía mayores. Pero Bambi, la Cenicienta y Blancanieves se me atragantaron a brevísima edad.
No había llegado todavía la televisión. Y nuestros padres, en la atardecida, nos reunían en el salón y nos obligaban a oír discos de música clásica, romántica y barroca. Beethoven, Mozart, Schubert, Lizst, Brahms, Wagner y Tchaikowsky. No en aquel momento, pero les agradecí aquellos conciertos obligatorios –y sigo agradeciéndolos– durante toda mi vida. Y todo empezó con Pierino Gamba, una mañana de domingo en Madrid.
Años más tarde, gracias a mi maestro Santiago Amón, supe distinguir las diferencias y los matices de las orquestas dirigidas por los grandes maestros. Fürtwangler, Von Karajan, Bohm, Celibidache y Ataúlfo Argenta, el gran director montañés. Me emocionan las arias de la ópera y algunas zarzuelas. Creo que laVerbena de la Palomaes una joya poco valorada, comoAgua, Azucarillos y Aguardiente, oEl Caserío de Guridi. Pero una ópera completa, me cansa. La ópera se componía con un objetivo social, amén que musical. Alguien dijo que la ópera es una representación durante la cual el tenor quiere acostarse con la soprano, y cuando todo está hablado y pactado, aparece por un lado del escenario el barítono, y les fastidia el plan. Y también que la ópera es una función en la que el protagonista es mortalmente herido por el rival, y el primero no sólo no se muere, sino que se incorpora y sigue cantando. La ópera, eso que sólo termina cuando fallece la gorda. Pero hasta el Tannhäuser de Wagner, interminable, tiene momentos prodigiosos. El problema de Wagner es que su música gustaba a Hitler, y está medio prohibido. La música grande no tiene definición. Exceptuando a San Juan De la Cruz en la Poesía, sólo los genios de la música han escrito sus obras en los límites que Dios establece entre Él y los seres humanos.
Y escribo de música, de óperas, de sinfonías y de directores, porque tengo entendido que un hermano de Sánchez es director de orquesta, y ese hecho, según parece irrefutable, me conmueve. David Sánchez teje y reúne los instrumentos de su orquesta en Extremadura. Es autor de la ópera La Paz Perpetua y ha sido financiada con fondos europeos. Ha costado 128.000 euros y ha reportado en taquilla algo más que 2.000 euros.
Se deduce que La Paz es perpetua pero un tostón de paz. Quizá influido por el modo de ser y actuar de su hermano, no aparece por su despacho desde antes del verano. Y ha abandonado la sede de su máxima responsabilidad –la música sinfónica de Badajoz–, y vive en Elvas, la preciosa ciudad fronteriza y amurallada portuguesa. Más que un Pierino Gamba es un gambón.
Nada que objetar. Nadie pone en duda que su cargo es consecuencia de sus méritos y no de su parentesco. Y no es desvarío intuir que en un breve plazo de tiempo, su hermano le encargue la creación de una ópera reivindicativa-social-amnistiada con marcado acento catalán y arias en vascuence. Su pseudónimo es David Azagra. Y nos sentimos orgullosos de su vocación. Por malo que sea dirigiendo, nunca podrá empeorar la psicopatía de su hermano. Ánimo, maestro, aunque sea desde Portugal.

Más de Alfonso Ussía​

 

Transgalaico​

Un vuelo en Falcon La Coruña/Santiago de Compostela, de siete minutos de duración, sólo puede disfrutarlo y llevarlo a cabo un poderoso desaprensivo​

18/12/2023Actualizada 01:30
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Han llegado a denominarle Chulo del Sistema. Me escandalizo y protesto. Se ha limitado a usar el Falcon en un vuelo transgalaico. Un vuelo urgente e imprescindible. Desde La Coruña a Santiago de Compostela, por autopista y respetando los límites de velocidad establecidos por Tráfico, se cubre la distancia en apenas cuarenta minutos. De esos cuarenta minutos, el transgalaico rebajaría, como poco, cinco minutos, porque su coche y posterior comitiva están a salvo de una multa de la Guardia Civil, por una circunstancia incontestable. Son los guardias civiles de Tráfico los que abren el carril izquierdo para que Sánchez vuele sobre el asfalto. Creo que los kilómetros a cubrir no llegan a 74. Más o menos la distancia que separa Madrid de Buitrago del Lozoya. Sucede, y supone un gran inconveniente para Sánchez, que no hay aeropuerto en Buitrago del Lozoya y resulta imposible intentar un vuelo transmadrileño. El Falcon, por hábiles que sean los pilotos del Ejército del Aire, no está capacitado para detenerse en pleno vuelo con el fin de no dejar atrás las pistas del aeropuerto. Y como –lo repito–, Buitrago de Lozoya carece de aeródromo, si Sánchez desea acudir a un acto de su partido, habría que construir previamente una pista de aterrizaje. Y ese inconveniente es el que tiene consternados a los socialistas de Buitrago de Lozoya, que por muchos actos que organicen, jamás Sánchez se molestará en presidirlos, por falta de aeropuerto. Es cierto que en los entornos del embalse del río Lozoya, hay prados planos y aprovechables para aterrizar, si bien no recomendables por la presencia de ganaderías de vacuno en todos ellos, y hasta ahí podíamos llegar. Pero La Coruña y Santiago de Compostela tienen aeropuertos, y esa realidad conlleva la posibilidad de despegar de uno para aterrizar en el otro. Por otra parte, mis asesores en contaminación atmosférica y cambio climático me aseguran que un avión ensucia más el aire con queroseno despegando que aterrizando. Y que Cerdán, por teléfono, fue el que le recomendó siempre que el avión despegara en La Coruña y no desde Santiago.
—Presidente mío. No importa contaminar el aire en una aeropuerto costero. Los vientos de la mar limpian el ambiente.
—Me tranquilizas Cerdán, que sabes muy bien lo mucho que me afecta la contaminación.
—De haber volado al revés, presidente mío, te habría recomendado el uso de los treinta coches que llevas en tu comitiva por la autopista. Porque el aeropuerto de Santiago no está en la costa, y la porquería permanece en el aire mucho más tiempo.
—No sé lo que haría sin tu apoyo, sabiduría y consejo, Cerdán.
De tal modo que el transgalaico despegó de La Coruña y, siete minutos más tarde, aterrizó en Santiago de Compostela. Más que un vuelo, un salto. Más que un salto, un brinco. Más que un brinco, un sube y baja divertido y carísimo. Pero necesario, aunque algo de motivo tienen los que opinan que es un chulo del sistema, un hortera derrochador y un cobarde. Por tierra puede recibir toda suerte de desprecios y abucheos, pero las nubes no abuchean, y esa es la ventaja. Se contaminan, pero no le llaman «traidor, sinvergüenza» y otras cosas. Las nubes son muy correctas en ese sentido.
Un vuelo en Falcon La Coruña/Santiago de Compostela, de siete minutos de duración, sólo puede disfrutarlo y llevarlo a cabo un poderoso desaprensivo. Entiendo que resulte imposible reunir 38 millones para aliviar a los enfermos de ELA. También, con diferentes vuelos diarios entre Madrid y Santander, Yolanda Díaz embarcó en otro Falcon porque así le salió de sus desencuadernadas posaderas. Lo que hiciera en Santander no me importa, porque este artículo lo escribo desde Madrid y no me alcanzan los malos efluvios. Además, Yolanda se niega a explicar sus derroches textiles y volanderos, y para qué llevarse una desagradable sorpresa.
Pero de vuelta al vuelo de siete minutos del transgalaico, un último desahogo.
¿Se puede ser más chulo del dinero público y más hortera?
No.
 

Ansias de marquesado​

Es posible que algún joven de hoy se interese por estas imágenes de ayer​

19/12/2023Actualizada 01:30
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Excepcional trabajo, publicado en El Debate, trabajado y firmado por Mario de las Heras. Desmonta tópicos, mentiras y leyendas urbanas. Los personajes que se mueven en su texto no son menos excepcionales. Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Giménez-Caballero, Ramón Sijé Nadie conocía mejor a la llamada Generación del 27, reunida en torno a la figura de Góngora, que Pepín Bello. Y Pepín Bello, que era de izquierdas, descalabró la patraña poco antes de su muerte. «Federico no era comunista. Es más, no era ni de izquierdas». Federico era todo, un barullo genial, poético y artístico. Lástima del silencio de Luis Rosales, que guardó los secretos de su terrible muerte, quizá –eran otros tiempos– para no inmiscuir al grandioso poeta granadino en un asunto de celos homosexuales y bárbaros padecidos por un inmisericorde falangista. Federico García Lorca, como recuerda Mario de las Heras, se consideraba «católico, anarquista, comunista, libertario, tradicionalista y monárquico». Chocó con la envidia de Alberti. Rafael Alberti –y ya lo he escrito, pero lo repito porque me da la gana– era primo de los Terry, propietarios de las bodegas Terry y criadores de los mejores caballos de Andalucía la Baja, así bautizada por Fernando Villalón. Los Terry Merello y los Alberti Merello. Y Rafael quería ser un Terry Merello, y el apellido Alberti le sobraba. Rafael, que fue un grandísimo poeta al principio y al final de su trayectoria artística, era un señorito «snob» –sine nobilitate–, que no sólo quería ser un Terry, sino un marqués. Sus primos pertenecían a la clase alta del Puerto y Jerez, y Rafael a la clase media, la misma que sus compañeros –no de curso– en los Jesuítas del Puerto, Juan Ramón Jiménez, y Pedro Muñoz-Seca. No así Fernando Villalón, conde de Miraflores de los Ángeles, ganadero de bravo, caballista, arúspice y quiromante. Cuando en plena Guerra Civil, Rafael Alberti y María Teresa León se instalaron en el palacio incautado a los marqueses de Heredia-Spínola, Rafael Alberti rozó su sueño. Ya había visitado la URSS y se había reafirmado en su credo estalinista. Y de Moscú le mandaban puntualmente latas de caviar y botellas de vodka. También del PC de Huelva, le llegaban frescos los kilogramos de langostinos que, como ilusorio marqués, exigía. El gran poeta deMarinero en TierrayA la Pintura, el poeta del mar, el mar azul y el mar abierto, se convirtió en un implacable comisario político. Miguel Hernández, después de visitarlo en «su palacio» , le despidió con indignado desprecio. «Aquí hay mucha put* y algún hijo de put*». Alberti jamás pisó el frente de guerra. Tampoco Bergamín. Sí lo hizo en diferentes ocasiones Miguel Hernández.
Y Federico rompió con Alberti por su hipocresía, crueldad y su «alejamiento del arte» .«Rafael, después de su viaje a la URSS, se ha vuelto más comunista que nunca, y ya no hace poesía sino mala literatura». La poesía la recuperó en su exilio de Buenos Aires conBaladas y Canciones del Paraná, y en Roma posteriormente, conRoma, Peligro para Caminantes. Así el enfado y mosqueo de la estatua de San Pedro en el Vaticano, un San Pedro harto de los besos que dejaban en sus pies de bronce los peregrinos católicos. Aquí recupera su gracia andaluza.
Di, Jesucristo, ¿por qué
Me besan tanto los pies?
Soy San Pedro, aquí sentado,
En bronce inmovilizado.
No puedo mirar de lado
Ni pegar un puntapié,
Pues tengo los pies gastados
como ves.
¡Haz un milagro, Señor!
¡Déjame bajar al río!
¡Volver a ser pescador!
que es lo mío.
Fue José María de Cossío, el formidable montañés de Tudanca, el que jamás se lavó los dientes, el primer y más fuerte apoyo de Miguel Hernández. El poeta de Orihuela, cabrero y campesino, fascinó a Cossío: «Este chico tan chico lleva dentro una Poesía muy grande». De Miguel Hernández, que sí era comunista y de izquierdas, además de buena persona –curioso contrasentido–, el poema más conocido es suElegía a Ramón Sijésu amigo del alma, José Ramón Marín Gutiérrez, muy de derechas, íntimo de Giménez-Caballero, puerta abierta del fascismo en España, intelectual profundo, y fracasado «celestino» en su empeño de casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera. Ramón Sijé fue un republicano conservador, en la línea de Ortega y Gasset, el doctor Gregorio Marañón, y Melquíades Álvarez, y perteneció al Partido Republicano Federal, en el que militaba Azorín. Fue amigo de Pemán, Ramiro de Maeztu, Juan Ramón y Falla. De no haber muerto en plena juventud, habría sido asesinado por un pelotón de socialistas y comunistas en las tapias de un cementerio alicantino. Pero Miguel Hernández le dedicó la más maravillosa elegía, tan sabida como sus «Nanas a la Cebolla», escrita en la cárcel, poco antes de morir en prisión –una terrible crueldad del primer franquismo–, cuando supo que su mujer esperaba un hijo.
He intentado completar el gran trabajo de Mario de las Heras. Lorca, el genio inclasificable ideológicamente. Alberti, el comisario de las Letras de Stalin en España. No movió un dedo para salvar a su paisano Pedro Muñoz-Seca. Así se lo dijo a su hermano Vicente Alberti, que se había interesado por el genial autor portuense: «No me des más la tabarra con Perico Muñoz-Seca, porque ya lo hemos matado». Rafael, el acomplejado, el marqués que no fue nunca, el rencoroso y resentido, y pese a todo, extraordinario poeta. Miguel Hernández, el consecuente comunista, poeta indomable. Giménez Caballero, el fascista que fundó con García Lorca «La Barraca». Cossío, Bergamín, Pemán, Juan Ramón, Villalón…
Es posible que algún joven de hoy se interese por estas imágenes de ayer.
Mario de las Heras me ha empujado a ello.

Más de Alfonso Ussía​

 

Tríada oscura​

La tríada oscura la padecen –o disfrutan– aquellos poderosos que reúnen en su misma persona tres patologías. El maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía​

20/12/2023Actualizada 01:30
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Un amable lector de El Debate, en los «Comentarios» a uno de mis artículos, me ha invitado a conocer los rasgos psicológicos de los poderosos más o menos relacionados, por estar inmersos en sus rasgos, acciones y costumbres, con la tríada oscura. La tríada oscura es el término psiquiátrico de aquellos que ordenan y mandan en la vida y los sentimientos de los demás desde el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía.
Mis únicos y someros conocimientos de Medicina me vienen de mi querido amigo y compañero el doctor Gorroño, con el que tantos años compartí el mismo micrófono en el «Debate del estado de la nación» de Protagonistas, el gran programa de radio de Luis Del Olmo. Un micrófono, el mío, que era como el camarote de los Hermanos Marx, porque lo usaban simultáneamente el Marqués de Sotoancho, el mencionado doctor Félix Gorroño, el entrenador de fútbol Floro Recatado, gran estratega, el corresponsal de la Nicaragua sandinista Jeremías Aguirre, el ultracarroza Juan Pineda – al que Tip sorprendió un día en el Piano-Bar «La Ballena Cachonda»–, el reverendo padre Escolano, el pescador de fletanes Breogán Piñeiro y su esposa, «La Salmona», la tonadillera con voz de hombre Marifé de Camas, y el enviado de prensa especial del Rey de Marruecos a España, Mohamed Mustafá Ali-Kaidín. Pero ninguno de ellos sabía ni patata de psiquiatría y jamás me hablaron de la tríada oscura.
La tríada oscura la padecen –o disfrutan– aquellos poderosos que reúnen en su misma persona tres patologías. El maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía. Los tres rasgos, según los psiquiatras, que definen lo que calificamos en común como una mala persona.
Personas que, para mantener su poder, no dudan en manipular, traicionar, mentir, y saltarse cualquier principio ético con el único fin de conseguir sus más claros o nublados objetivos. Según los expertos, se trata de un patrón de conducta no patológico, y quienes lo presentan no tienen por qué estar enfermos o ser delincuentes, si bien, multitud de delincuentes de las altas esferas han alcanzado y mantenido sus espacios de poder gracias a la tríada oscura. Maquiavelos, narcisos y psicópatas.
En el maquiavelismo desarrollan sus carreras los cínicos, los que carecen de principios y valores, los manipuladores que usan a las personas de su entorno y colaboradores en la medida que éstos les promocionan, hasta llegar a ver a sus más íntimos y estrechos subordinados como simples instrumentos para lograr sus fines. Logrados y afirmados esos fines, aquellos que le ayudaron a conseguirlos se convierten en seres innecesarios y son depositados en la basura para siempre. Por lo tanto Cerdán, Pachi López, Simancas, Albares, Puente, Bolaños y compañía, ojo al dato.
El Narciso goza con su sentimiento de grandiosidad desmesurado, que en ocasiones es consecuencia de un inicial y turbador complejo de inferioridad. Disfrazado el complejo, el culto al «Yo» asciende como un cohete. «Yo, Mi Persona». Son, habitualmente, exhibicionistas de sus virtudes y encantos, y necesitan de la atención constante y admiración de su entorno. Si sus objetivos se tuercen, pueden acceder a la violencia, la ruptura de objetos al lanzarlos a las paredes, las broncas injustas, y los desprecios más acusados. Los narcisos con tríada oscura acostumbran a vestirse con ridiculez supina en pos de una elegancia que jamás han conocido.
Y los psicópatas son egoístas, dominantes, manipuladores, farsantes y sin empatía alguna hacia el sufrimiento humano. Violadores de reglas sociales y promesas dadas. Muy osados con el poder y muy cobardes cuando la tierra se mueve bajo sus pies o atisba que el poder se acerca a su fin. Para mantenerlo, está inmoralmente capacitado para pactar con lo peor para obtener lo mejor para él. Por un palacio gratis y un avión a la puerta, puede entregar un Estado.
Y a estas alturas de mi texto, me pregunto en quién habré estado pensando mientras lo escribía, y por mucho esfuerzo que hago no recuerdo su nombre, pero lo tengo en la punta de la lengua.
Cuando mi memoria se restablezca y salte de la punta de mi lengua, no tendré inconveniente de identificar al maquiavelo narciso y psicópata que sufre o disfruta –lo segundo– de la tríada oscura.
Por más que le doy vueltas a la cabeza nada. La edad no perdona.

Más de Alfonso Ussía​

 

Buena soledad​

Últimamente, le salen al tal Sánchez chungas hasta sus groserías. El Rey es prudentísimo y está educado para tal fin. Pero me atrevo a asegurar que prefiere viajar sólo que muy mal acompañado​

21/12/2023Actualizada 01:30
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Viajar mal acompañado es un suplicio. Si el suplicio forma parte del deber a cumplir, el suplicio se convierte en una tortura china. Me hacen saber que el Emir de Kuwait, don Nawaf al Ahmed al Sabbah ha fallecido a los 86 años, y que ha heredado el trono kuwaití el jeque don Meshal Al-Ahmad Al- Jaber Al Sabah, el del triple Al. Como Mónica García, la de las cinco emes, Mónica, Madre, Médica, Ministra y Mongola, como a ella le gusta llamar a Isabel Ayuso. Reconozco que aún lamentándolo, la noticia de la muerte del Emir no ha cambiado mis planes. Hace días paseando bajo el sol y el azul maravilloso del cielo de Madrid rumbo al restaurante Bécquer, templo de la gastronomía del Foro, me crucé en la calle de Serrano, a la altura de la Iglesia de San Francisco de Borja de los padres jesuítas, con una mujer amabilísima que me expresó sus más hondos sentimientos de solidaridad y consuelo. «Por su aspecto, don Alfonso, intuyo que el fallecimiento del Emir de Kuwait le ha afectado en demasía»; «muchas gracias, señora. Para mí, ha sido como un escopetazo»; «siempre se van los mejores»; «así es señora»; «¿viene de rezar por su alma?»; «no, señora, acudo raudo a comer con tres amigos estupendos, que también han sentido el fallecimiento del popular Emir, pero el muerto al hoyo, y el vivo al bollo». Fuese decepcionada la buena mujer.
Una de las ventajas de no ser el Rey, es la de no tener que desplazarse hasta Kuwait para dar el pésame al heredero. Y la ventaja del Rey ha sido la de viajar hasta el emirato kuwaití sin tener que soportar la compañía de un ministro del Gobierno. El presidente del Gobierno, un tal Sánchez, no ha entendido todavía que la grosería de no hacer acompañar al Rey a un viaje oficial por unos de sus ministros es una grosería que el Rey agradece sobremanera.
No obstante, el tal Sánchez sabe que es norma protocolaria que en los desplazamientos de Su Majestad debe ir acompañado, como poco, por un miembro del Gobierno. A Buenos Aires, Felipe VI acudió en buena soledad a la proclamación como nuevo presidente de la República hermana de Javier Milei. Y en el viaje a Kuwait, también le han dejado en la sosegada armonía de la soledad. Un viaje a Kuwait o a Buenos Aires con Yolanda Díaz, o Bolaños, o la choni, o Marlasca, o Puente, es causa de incitación al su***dio. Pero el deber es el deber. Días atrás, en un local de Madrid, el presidente del Gobierno, el tal Sánchez, presentó con un gran intelectual de última hora de la noche, su libro Tierra Firme, que además no lo ha escrito él sino su negrita particular Irene Lozano, y a esa patochada de acto, acudieron ¡catorce! ministros del Gobierno. Y se lo pasaron muy bien, porque el tal Sánchez, el autor sin obra, se desenvolvió con soltura, y el gran intelectual de las madrugadas, es de lo que no hay. Y ahí estuvieron los catorce pelotas aplaudiendo como la tonta de la familia cuando los novios parten con el sable la tarta nupcial. Que ninguno de esos chupópteros pelotilleros, de esa banda de catorce agradecidos, se ofrezca a acompañar al Rey, es más que un desprecio y una grosería. Es un insulto a la costumbre, la norma, y el protocolo. Pero simultáneamente, es motivo de alegría para el Rey, que está harto, aunque lo disimule, de tener que aguantar por respeto a sus obligaciones a ese cardumen de coñazos y groseros, que se descalzan durante el vuelo, comen con la boca abierta, y cuando el servicio de a bordo le sirve a Felipe VI la bandeja de la comida, le dicen: «Que aproveche».
Últimamente, le salen al tal Sánchez chungas hasta sus groserías. El Rey es prudentísimo y está educado para tal fin. Pero me atrevo a asegurar que prefiere viajar sólo que muy mal acompañado. Porque la tragedia no se detiene en el «que aproveche». Nada del otro mundo. Que la Díaz pide un bombón helado durante el vuelo. Que le llevan el bombón helado. Que ella demuestra que es capaz de quitarle el papel protector. Y que dirigiéndose al Rey le suelta: «¿Usted gusta?».
Mejor en soledad, Señor. Mucho mejor.

Más de Alfonso Ussía​

 
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