Bueno, ya que me he consagrado a observar el ágape (debido a un percance en el asfalto) he sacado conclusiones.
Está realmente guapa, aunque podemos hablar de un cruce entre la madrastra de Blancanives y Nefertiti, ambas guapísimas pero ninguna real.
El tema del vestido -que le queda genial- supongo que es un guiño a Suecia. Desde mi punto de vista el hecho de que la heredera sueca tenga otro igual es una especie de jueguecito que les divierte a ellas. Me refiero a las herederas, a las reinas cuarentoncillas europeas, a sus cuñadas y demás. A las muy petardilas les encantan esas cosas. Así son ellas de corporativistas en su gremio. Qué graciosas y sencillas son.
Otra cosa es su actitud altiva y antipática. Quizá trate de opacar sus muchas inseguridades. Da igual, distancia y muecas de desagrado. Que no se note que alguna vez vendimos tabaco por las calles mejicanas (qué estupidez). Total, que Ena era una aficionada. Ella sí que sabe cómo imponerse a toda esa gentuza desoficiada que no ha pegado un palo al agua en su vida.
Tengo que decir, primas, que yo entiendo que le guste exhibir sus musculillos. Son una obra de arte, una oda al esfuerzo y al sacrificio junto con las ventajas propias de su rango que contribuyen a mejorar su aspecto. Es decir, que si en ese cuerpo enjuto se descuelga un pellejo (Dios no lo quiera) el mismísimo Pitanguy redivivo acudiría en su ayuda ipso facto. Sin embargo estoy convencida de que el consumo esporádico de unos torreznos sorianos sería de gran ayuda para cuadrar el círculo. Eso y un poquito salchichón a media tarde con su pan y su aceite. Es solo un consejo, que sabré yo... Pero si lo siguiera (el consejo, quiero decir) la tiara luciría más proporcionada con el resto del conjunto.
En fin, que muy guapa. Sí.
Las suecas en su línea. Y la ministra de maciza. Pues muy bien.
Está realmente guapa, aunque podemos hablar de un cruce entre la madrastra de Blancanives y Nefertiti, ambas guapísimas pero ninguna real.
El tema del vestido -que le queda genial- supongo que es un guiño a Suecia. Desde mi punto de vista el hecho de que la heredera sueca tenga otro igual es una especie de jueguecito que les divierte a ellas. Me refiero a las herederas, a las reinas cuarentoncillas europeas, a sus cuñadas y demás. A las muy petardilas les encantan esas cosas. Así son ellas de corporativistas en su gremio. Qué graciosas y sencillas son.
Otra cosa es su actitud altiva y antipática. Quizá trate de opacar sus muchas inseguridades. Da igual, distancia y muecas de desagrado. Que no se note que alguna vez vendimos tabaco por las calles mejicanas (qué estupidez). Total, que Ena era una aficionada. Ella sí que sabe cómo imponerse a toda esa gentuza desoficiada que no ha pegado un palo al agua en su vida.
Tengo que decir, primas, que yo entiendo que le guste exhibir sus musculillos. Son una obra de arte, una oda al esfuerzo y al sacrificio junto con las ventajas propias de su rango que contribuyen a mejorar su aspecto. Es decir, que si en ese cuerpo enjuto se descuelga un pellejo (Dios no lo quiera) el mismísimo Pitanguy redivivo acudiría en su ayuda ipso facto. Sin embargo estoy convencida de que el consumo esporádico de unos torreznos sorianos sería de gran ayuda para cuadrar el círculo. Eso y un poquito salchichón a media tarde con su pan y su aceite. Es solo un consejo, que sabré yo... Pero si lo siguiera (el consejo, quiero decir) la tiara luciría más proporcionada con el resto del conjunto.
En fin, que muy guapa. Sí.
Las suecas en su línea. Y la ministra de maciza. Pues muy bien.
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