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¡Que hermosa novicia eres, hermana Angela!
Ahí estás, sola en una isla del Pacífico en plena guerra, tras la muerte del sacerdote de la misión, a merced de que te aparezcan los japoneses y te hagan algo peor que liquidarte! Sola en una isla desierta, hasta que a millas mar adentro se hunde un barco de guerra estadounidense y un marine naúfrago llega a tu isla...
Es el cabo Henry Allison, un soldado rudo, duro, que se crió en un orfanato y apenas ha conocido el verdadero amor de una mujer, más allá de los ligues pasajeros...
Y se encuentra en una isla desierta... con una monja, que entre todas las mujeres del planeta, es de la especie de las inalcanzables... casadas con Dios, nada menos...
Ante el peligro de la llegada de los japos, el soldado decide protegerte, hermana. Tu, ante un hombre, lo único que se te ocurre es intentar salvar su alma...
...porque lo ves muy descreído, que pasa de rezos y cosas así, sin darte cuenta de que él esta flipando contigo, por lo guapa que eres... ¡si, sí, al mirarte piensa en rezar, seguro que sí!
Pero te respeta porque le imponen esos hábitos, no es un violador ni nada por el estilo, es un buen hombre, pero, sin querer, le has hecho la faena de dejarlo solo en una isla desierta con la mujer mas guapa y buena que ha visto en su vida... y se enamora de tí, claro...
Tu, ni te enteras, de hombres sabes menos que de cualquier otra cosa, y él arriesgando la vida para conseguir víveres cuando los japos invaden la isla, y tú ayudándole en lo que puedes, cuando le hieren... y en menuda prueba le pones cuando él tiene que curarte y tienes que quitarte un poco el hábito, entonces sí que reza el pobre, para no dejarse vencer por la tentación... asi que cuando por fín se van los japos y os volveís a quedar solos en la isla, con las provisiones que han dejado, entre ellas unas botellas de licor, tu cabo Allison le da un poco al trinqui, porque le tienes a cien y sabe que nada, que contigo no puede hacer nada, y empieza a decirte de forma muy ruda, como enfadado contigo, por qué demonios tiene que haber monjas tan guapas... mirándote de una forma que te llega a asustar, es la primera vez que ves el deseo de un hombre a cien, y encima, frustrado total...
Al dia siguiente, ya sereno, él se disculpa contigo y te pregunta, humildemente, si no sería posible que dejases los hábitos, si son para siempre. Tu le dices que no, que aún eres novicia, que aún no has hecho los votos definitivos, y entonces a él se le abre el cielo y te pide que no los hagas, porque él quiere casarse contigo.
Y, hermana Ángela, a tí no te tienta ni que sea el mismísimo Robert Mitchum, ¡le dices que no, que tu amas a Dios y te entregarás a El! ¡Con la cantidad de "esposas" que tiene El en sus harenes...digo, sus conventos! ¡Y fijate que pedazo de hombre, mujer!
¡Que si estás viva no es por Dios, pienses lo que pienses, sino porque él se jugó el tipo por tí, porque te amaba!
¡Pobre hombre! De verdad que me da pena... y, nada, os rescatan, sin que nadie sepa nunca lo unidos que habeís llegado a estar, aunque no tanto como a él le hubiese gustado...
¡La tuya era una vocación de hierro, uff, no sé como lo resististes, jajajaja!
Postdata: Al enteraros de que la Liga de la Decencia Católica iba a censurar la peli, si que os disteis un buen morreo, que no salió en el montaje final, por supuesto... bueno, ese recuerdo que se llevó el soldado, jajajaja...