Lugares abandonados.

Faro Mys Aniva, Sakhalin, Rusia
Construido en condiciones extremadamente difíciles en una roca junto a la parte más sureste de la isla Sakhalin, el faro Mys Aniva faro ha visto un montón de historias durante su vida útil. Japón ordenó construir el faro en la década de 1930 cuando Sakhalin fue dividida entre ese país y la URSS. Al final de la Segunda Guerra Mundial los soviéticos tomaron la totalidad de Sakhalin y se instaló un RTG (Generador Termoeléctrico de Radioisótopos) para suministrar electricidad a la lámpara, se convirtió en un faro de propulsión nuclear.

La caída del comunismo en la década de 1990 llevó a un caos y a una falta de fondos. El faro Mys Aniva, aislado, fue saqueado y todo los componentes metálicos fueron robados, aunque por suerte sus RTG se retiraron antes de que fueran robados.
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Faro Grand Harbor, New Brunswick, Canadá
El Grand Harbour, en Ross Island, New Brunswick, Canadá. Ha estado en un estado de colapso a cámara lenta desde 1963, cuando cerró. Su degeneración se aceleró por el vendaval del "Día de la marmota" en 1976.

Inaugurado en el otoño de 1879, el Grand Harbour, tuvo un bajo presupuesto desde el primer momento: uno de los primeros guardianes tenía una sirena de accionamiento manual que se utilizaba cuando sea necesario. Pese a su poco presupuesto su estructura de madera ha durado más que muchas estructuras de piedra.
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Centralia, el pueblo que lleva más de medio siglo ardiendo
En la región del carbón de los Montes Apalaches de Pensilvania, en el noreste de Estados Unidos, se halla Centralia, o más bien lo que queda de esta pequeña población, que un día fue una próspera comunidad minera y terminó convertida en un pueblo fantasma en cuyo subsuelo arde un infierno a más de 700ºC.

El último lunes de mayo en Estados Unidos se celebra el Día de los Caídos, una jornada en la que la gente la gente honra la memoria de los soldados fallecidos dejando flores sobre sus tumbas. El 7 de mayo de 1962, tres semanas antes de esta fecha, al consejo del pueblo de Centralia le preocupaba la perspectiva de que los malos olores del vertedero, que estaba muy cerca del cementerio, arruinaran el Día de los Caídos.

El vertedero era en realidad una zanja de 91 por 23 metros y una profundidad de 15 metros que había formado parte de una antigua mina al aire libre. La regulación del Estado de Pennsylvania prohibía la ignición de basura en las minas de carbón, vaticinando que no era una idea necesariamente buena. Pero, aun así, el domingo 27 de mayo de 1962, un día antes del Día de los Caídos, Centralia decidió que la basura iba a arder. No querían que el fuego ardiera a lo loco: la intención era mantener el fuego vigilado en todo momento y controlarlo con mangueras.

Rápida, barata y sencilla, parecía la solución perfecta… Si no hubiera sido porque un afloramiento de carbón asomaba por encima de la superficie, en el interior de la zanja, oculto a la vista por la basura que tenía apilada encima.

Dos días después de que el fuego de la zanja fuera sofocado, aparentemente sin incidencias, las llamas volvieron a aparecer en el vertedero el 29 de mayo. Se volvieron a apagar, pero el 4 de junio reaparecieron de nuevo. Se removió la basura con un 'bulldozer' para que los bomberos pudieran empapar cualquier rastro que quedara del incendio, y unos días más tarde se descubrió que había aparecido un agujero de 4,6 metros de diámetro al pie de la pared norte de la zanja y que estaba taponado por basura, lo que impedía el paso del agua y otros agentes usados para ahogar las llamas.

El agujero había conectado el incendio con el túnel de alguna de las antiguas minas de carbón de la zona. El fuego empezó a propagarse bajo la superficie, extendiéndose lentamente entre los depósitos de carbón subterráneos.

Se intentó apagar el fuego inundando el vertedero de la zona con agua y vertiendo arena y otros materiales no inflamables para ahogar las llamas, pero la solución no funcionó. Incluso se intentó cortar el paso del fuego cavando otras zanjas entre la zona afectada y los depósitos que aún no estaban ardiendo pero, por falta de recursos y exceso de burocracia, los trabajos de excavación no eran capaces de realizarse lo suficientemente rápido como para adelantar al incendio. De hecho, llegó un momento en el que el operario de la excavadora que se había permitido pagar el pueblo tan sólo tenía permitido trabajar en días laborables durante un máximo de 8 horas.

Finalmente no se pudo actuar lo suficientemente deprisa como para frenar el lento avance de las llamas y, poco a poco, el fuego llegó hasta el pueblo.

Cuando el carbón del subsuelo se quemaba, dejaba grandes huecos que debilitaban la integridad estructural del suelo, que de vez en cuando se derrumbaba, dejando profundas zanjas. Este ya era, por sí mismo, un motivo de preocupación importante para los habitantes de Centralia y sus hogares, pero la principal amenaza del incendio que ardía bajo las casas era el riesgo de que sus ocupantes fueran envenenados por el monóxido de carbono emitido por la combustión del carbón.

Pese a todo, el Gobierno se mantuvo al margen del problema hasta que, en 1981, un niño cayó en un agujero de 46 metros de profundidad y 1,5 de ancho que se abrió bajo sus pies sin previo aviso. Por suerte, el niño pudo agarrarse a una raíz y ser rescatado, pero el suceso impidió que el Gobierno estadounidense pudiera seguir ignorando el problema y se organizó un programa de 42 millones de dólares para reubicar a la población y demoler las viviendas que se dejaran atrás.

Esta solución dividió el pueblo de Centralia en dos bandos: los que se querían marchar del lugar y los que preferían quedarse y que el dinero fuera utilizado para apagar el incendio. Al final, se permitió a que quien quisiera se quedara en el pueblo, pese a que todos los terrenos pasaron a formar parte del Estado. En 2013, tan sólo quedaban 7 residentes de los más de 1.000 que había en los años 60.
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Craco, Italia
Craco, o el antiguo pueblo de Craco, está situado en el valle de Cavone, y permanece abandonado desde el año 1975, después de que los movimiento sísmicos destruyeran las casas que poco a poco fueron quedando abandonadas. Fue la consecuencia indeseada de una falla geológica contra la que no se podía luchar: la ciudad de Craco estaba situada sobre una colina de arena y arcilla que no resistiría el mínimo temblor demasiado tiempo.

La ciudad de Craco, hoy en ruinas, es un pequeño circuito turístico bastante desolador. Es posible recorrer sus calles entre fachadas destruidas, pero al mismo tiempo, admirar algunas de las casonas señoriales, o ascender hasta la cima y recorrer la torre del Castillo, explorar antiguas iglesias y sobre todo, observar las panorámicas de un sitio que podría ser el escenario de una película de fantasmas.

La villa abandonada de Craco acentúa su apariencia fantasmal gracias a su emplazamiento a 400 metros de altura sobre la colina empinada. Craco se irá “desmoronando” eternamente a cielo abierto, y mientras, será un paisaje para explorar entre aquellos sitios abandonados que. por su silencio y sus construcciones vacías, impregnan un misterio difícil de explicar y de encontrar. Craco, con registros del asentamiento desde el año 1276 aC, no pudo llegar habitado al tercer milenio. Los deslizamientos de tierra, que resultaron irreversibles, convirtieron a Craco en una ruina para siempre.
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Wycoff Villa, Nueva York
Localizada en una isla, fue construida por William Wycoff que hizo su fortuna vendiendo máquinas de escribir Remington. Desgraciadamente, Wycoff falleció de un ataque al corazón en su primera noche en la casa, apenas un mes después de perder a su mujer a causa del cáncer. Aunque la casa pasó a manos de su hijo, lleva más de 60 años sin ser habitada.
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Castillo Elda en Nueva York
Inspirado por la visión de su esposa, la arquitecta Lucy Abbot Cate, el fundador de Abercombrie & Fitch, David T. Abercombrie mandó construir la casa en 1927. Fue abandonado tras la muerte de la pareja y está en venta por 3,5 millones de euros.
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La mansión Wyndclyffe en Nueva York
Esta mansión de 24 habitaciones fue construida en 1853 y abandonada un siglo después. (En algunos sitios aparece denominada como castillo y en otros como mansión)
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El Castillo Franklin
Construido entre 1881 y 1883 para Hannes Tiedemann, un próspero inmigrante alemán en la ciudad de Ohi (EEUU). En 1891 la hija de 15 años de Hannes falleció de diabetes, poco después la madre de Hannes también falleció en la casa. Durante los siguientes tres años, los Tiedemanns enterraron a tres hijos más. Para distraer a su mujer Hannes mandó construir una sala de baile y se añadieron torretas y gárgolas a la casa. La mujer de Hannes, Louise, falleció por enfermedad hepática en 1895, al año siguiente su marido vendió la casa.
Para 1908, todos los Tiedermanns habían muerto.
De 1921 a 1968 la casa funcionó como lugar de encuentro de cultura de alemanes. En 1968 la familia Romano (matrimonio y 6 hijos) se establecieron en la casa. Los Romano aseguraron haber visto fantasmas en la casa e incluso practicaron un exorcismo en ella pero en 1974 decidieron abandonar la casa.
Posteriormente la casa fue comprada por varias personas, incluyendo al quinto y último marido de Judy Garland que gastó más de un millón de dólares en renovarla para después ponerla en venta 1994. En 2011 la artista del tápiz Chiara Dona la compró con la intención de hacer tres casas familiares dividiendo el espacio en dos.
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Cambusnethan House (Escocia)
Priorato Cambusnethan, Escocia, casa abandonada de campo estilo cuasi-eclesiástica del renacimiento gótico. Construida en 1820 fue abandonada en 1984.
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Villa de Vecchi (Italia)- La Mansión Fantasma
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Justo al este del Lago de Como, enclavada en las montañas boscosas de Cortenova al norte de Italia, se encuentra la abandonada Villa De Vecchi. Fue construida en la década de 1.850 para servir como residencia de verano del conde Félix De Vecchi.
El conde Félix De Vecchi era el jefe de la Guardia Nacional Italiana y un héroe condecorado después de la liberación de Milán del dominio austriaco en 1.848. Como un hombre bien leído y ampliamente viajado, el Conde se propuso construir un refugio de ensueño para su familia con la ayuda del arquitecto Alessandro Sidoli.

El arquitecto murió un año antes de que se completara la villa y muchos vieron su muerte como el primer mal augurio de la casa.

El conde y su familia hicieron de Villa De Vecchi su hogar idílico durante los meses de primavera y verano. Pero en algún momento de 1.862, todo cambió. El Conde regresó a casa y encontró a su esposa brutalmente asesinada y su hija desaparecida. El Conde hizo una larga búsqueda infructuosa de su hija, antes de suicidarse ese mismo año.

Posteriormente la villa pasó al manos del hermano de Félix, Biago, cuyas renovaciones posteriores conllevaron la eliminación de gran parte de los aspectos orientales de la finca. Biago y su familia continuaron viviendo en el lugar hasta la Segunda Guerra Mundial, después de lo cual dejaron el lugar definitivamente. La casa quedó a la venta y atrajo a posibles compradores, pero en la década de 1.960 la “Mansión Fantasma”, como se la llamó, quedó permanentemente deshabitada.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos naturales y humanos para lograr su desaparición, Villa De Vecchi en pie actualmente. Una avalancha en 2.002 destrozó todas las casas cercanas, mientras que la villa permaneció intacta.
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