El arte de la Métrica. Reseñas biográficas.

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Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe (Tábara, Zamora, 11 de abril de 1884 - Ciudad de México, 18 de septiembre de 1968), fue un poeta español, integrado en la generación del 14.

Infancia y juventud
Nacido en una familia acomodada, su padre fue notario. Tras licenciarse como farmacéutico, León Felipe inició una vida llena de peripecias, empezando por la regencia de varias farmacias en pueblos de España y recorriendo a la vez el país como cómico de una compañía de teatro.

Permaneció tres años en la cárcel, convicto de desfalco y contrajo un matrimonio fracasado con la peruana Irene Lambarri, residiendo con ella en Barcelona. Su vida bohemia le sumió en una situación económicamente complicada hacia 1919, cuando iniciaba su obra poética en Madrid.

Poeta y republicano
Después de tres años de estancia en Guinea Ecuatorial, en aquellos años colonia española, trabajando como administrador de hospitales, viajó a México en 1922, con una carta de Alfonso Reyes que habría de abrirle las puertas del ambiente intelectual mexicano.

Trabajó como bibliotecario en Veracruz, y como profesor de literatura española en la Universidad Cornell, Estados Unidos. Contrajo un segundo matrimonio con Berta Gamboa, también profesora.

Volvió a España poco antes de iniciarse la guerra civil, viviendo como militante republicano hasta 1938, año en que se exilia definitivamente a México, pasando a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio, única reconocida entonces por el gobierno mexicano.

Murió en Ciudad de México el 18 de septiembre de 1968.

Su obra suele asociarse a la de Walt Whitman, del que fue traductor. Comparte con él el tono enérgico, de proclama y arenga casi religiosa, y el impaciente canto a la libertad.

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Tras celebración en 2004 del ciento veinte aniversario de su nacimiento, sigue habiendo partidarios de que se reivindique a León Felipe como un poeta mayor superando las dificultades que en vida le depararon su independencia de todas las corrientes literarias de la época y su condición de exiliado.



Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/León_Felipe

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AQUÍ VINO Y SE FUE

Y dexas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo... escuro...
F ray Luis de León

Aquí vino...
y se fue
Vino, nos marco nuestra tarea
y se fue.

Tal vez detrás de aquella nube
hay alguien que trabaja
lo mismo que nosotros,
y tal vez
las estrellas
no son mas que ventanas encendidas
de una fábrica
donde Dios tiene que repartir
una labor también.

Aquí vino
y se fue

Vino, lleno nuestra caja de caudales
con millones de siglos y de siglos.
nos dejó unas herramientas...
y se fue.

Él, que lo sabe todo,
sabe que estando solos
sin Dioses que nos miren
trabajamos mejor.

Detrás de ti no hay nadie. Nadie,
ni un maestro, ni un amo, ni un patrón.

Pero tuyo es el tiempo. El tiempo y esa gubia
con que Dios comenzó la creación.
 
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Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, mientras permanecía en el exilio desde su segunda patria, Puerto Rico (donde también vivieron exiliadas otras renombradas figuras peninsulares, tales como Pau Casals y Francisco Ayala).

Nació el 23 de diciembre de 1881 en la casa número dos de la calle de la Ribera de Moguer. Hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón, quienes se dedicaban con éxito al comercio de vinos. En 1887 sus padres se trasladan a una antigua casa de la calle Nueva y aprende primaria y elemental en el colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José.


En 1891 aprueba con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto de Huelva. En 1893 estudia Bachillerato en el colegio de San Luis Gonzaga del Puerto de Santa María, y obtiene el titulo de Bachiller en Artes. Se traslada a Sevilla, en 1896, para ser pintor, creyendo que esa es su vocación. Allí frecuenta la biblioteca del Ateneo sevillano. Escribe sus primeros trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.

Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de Sevilla, aunque no finalizó sus estudios. En 1899 abandona la carrera de Derecho.

En 1900 se trasladó a Madrid y publicó sus dos primeros libros de textos, "Ninfeas" y "Almas de violeta". La muerte de su padre en este mismo año y la ruina familiar le causaron una honda preocupación, vivida intensamente a causa de su carácter hiperestésico, y en 1901 será ingresado con depresión en un sanatorio en Burdeos, regresando a Madrid, posteriormente, al Sanatorio del Rosario.

En 1902 publica "Arias tristes" e interviene en la fundación de la revista literaria Helios. También abandona el Sanatorio del Rosario y se traslada al domicilio particular del Doctor Simarro. Ya en 1904 publica "Jardines lejanos".

En 1905 regresa a su pueblo natal, por la muerte de su padre y los problemas económicos por los que atravesaba su familia, residiendo en la casa de la calle Aceña. Este periodo coincide con la etapa de mayor producción literaria. Entre los que figuran, en la Segunda Antología Poética (terminada de imprimir en 1922), los libros en verso: “Pastorales” (1903-1905); “Olvidanzas” (1906-1907); “Baladas de primavera” (1907); “Elejías”(1907•1908); “La soledad sonora” (1908); “Poemas májicos y dolientes” (1909); “Arte menor” (1909);” Poemas agrestes” (1910-1911); “Laberinto” (1910-1911); “Melancolía” (1910-1911); “Poemas impersonales” (1911); “Libros de amor” (1911-1912); “Domingos (Apartamiento: 1)” (1911-1912); “El corazón en la mano (Apartamiento: 2)” (1911-1912); “Bonanza (Apartamiento: y 3) (1911-1912); “La frente pensativa” (1911-1912); “Pureza” (1912); “El silencio de oro” (1911 -1913); “Idilios” (1912-l913), todos escritos durante su estancia en la casa. En verso y prosa son los libros “Esto” (1908•1911) y el sugerente título “Historias” (1909- 1912).

Seis años más tarde se traslada a Madrid, donde conoce a Zenobia Camprubí Aymar en 1913, de quién se enamora profundamente. Hizo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia. Este hecho y el redescubrimiento del mar será decisivo en su obra, escribiendo "Diario de un poeta recién casado". Esta obra marca la frontera entre su etapa sensitiva y la intelectual. Desde este momento crea una poesía pura con una lírica muy intelectual. En 1918 encabeza movimientos de renovación poética, logrando una gran influencia en la Generación del 27. Del año 1921 al 1927 publíca en revistas parte de su obra en prosa, y de 1925 a 1935 publíca sus "Cuadernos", donde publíca la mayoría de sus escritos. A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros síntomas de un cáncer que acabará con su vida.

En 1936 se vio obligado a abandonar España al estallar la Guerra Civil Española, trasladandose a Washington. Este momento marca en su obra, el paso de la etapa intelectual a la etapa suficiente o verdadera. En 1946 el poeta permanece hospitalizado ocho meses a causa de otra crisis depresiva. En 1950 se vuelve a trasladar a Puerto Rico, dando clases en la Universidad de Puerto Rico.

En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que, Don Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más tarde, en la misma clínica en la que había fallecido su esposa. Sus restos fueron trasladados a España.



Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Ramón_Jiménez

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A DIOS EN PRIMAVERA

Señor, matadme, si queréis.
(Pero, señor, ¡no me matéis!)
Señor dios, por el sol sonoro,
por la mariposa de oro,
por la rosa con el lucero,
los corretines del sendero,
por el pecho del ruiseñor,
por los naranjales en flor,
por la perlería del río,
por el lento pinar umbrío,
por los recientes labios rojos
de ella y por sus grandes ojos...
¡Señor, Señor, no me matéis!
(...Pero matadme, si queréis)
 
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Francisco Villaespesa Martín (* Laujar de Andarax, Almería, 15 de octubre de 1877 - † Madrid, 9 de abril de 1936), poeta, dramaturgo y narrador español del Modernismo.

Nació en la Alpujarra almeriense, un quince de octubre, no un catorce, como se suele creer; este paisaje impregnado de historia y exaltador de los sentidos marcó profundamente su obra; en su homenaje la biblioteca de la capital Almería lleva su nombre. Inició estudios de Derecho en la Universidad de Granada, pero a los 20 años, en 1897, los abandonó y marchó a Málaga, donde se unió a la vida bohemia de Narciso Díaz de Escovar, Ricardo León y Salvador González Anaya. Ese mismo año continuó su vida bohemia en Madrid, donde subsistió dedicado al periodismo y colaborando en numerosas revistas y diarios. Allí frecuenta las tertulias (Café de Levante y Fornos), donde conoce a Eduardo Zamacois, Alejandro Sawa, Catarinéu, Fernández Vaamonde y a todos los demás del grupo de la revista Germinal donde publica sus primeras obras. Da a la imprenta su primer libro de poemas Intimidades (1898) y conoce a su futura esposa, Elisa González Columbio, que morirá en 1903 y le inspirará algunos de sus libros más queridos, por ejemplo Tristitiae rerum (1906). Fundó revistas de corte modernista como Electra, La Revista Ibérica y La Revista Latina. El gran éxito de su pieza El alcázar de las perlas (1911) le abrió las llaves del teatro y estuvo varias veces en en la América española de gira como empresario teatral y recitador de sus poemas. Viajó por Portugal e Italia y se estableció durante diez años en Caracas; conoció a los poetas modernistas de casi toda Hispanoamérica. Admirador del poeta nicaragüense Rubén Darío, fue su mejor y más fiel discípulo en la estética del Modernismo que ambos procuraron impulsar en España. Fue un poeta de obra torrencial y extensísima: más de cincuenta libros de poemas publicados y varios inéditos. También escribió varias novelas, y piezas teatrales tan populares como El alcázar de las perlas (1911) o Aben-Humeya (1913); su teatro es en su mayoría de naturaleza histórica, y en él domina la gran escenografía y el lujo formal.

Sus primeros poemarios (Intimidades, de 1898) y Luchas, de 1899) presentan fuertes reminiscencias del Romanticismo tardío de José Zorrilla (musicalidad, temas orientales) y del Colorismo de Salvador Rueda. Con La copa del rey de Thule (1900) se inserta decididamente en el Modernismo, de cuya renovación poética fue el más temprano portavoz y principal artífice. En efecto, invitó a Juan Ramón Jiménez a venir a Madrid a "luchar por el Modernismo" y, como éste más tarde le recordaría, fue "el paladín, el cruzado, el púgil del modernismo". No obstante, a pesar de la importancia capital que logró adquirir en el contexto literario del novecientos, la obra del poeta, dramaturgo y novelista almeriense ha llegado hasta nuestros días difuminada por el olvido de los lectores y la escasa atención editorial y académica que ha venido padeciendo durante décadas. Sus libros más importantes coinciden con los primeros años de siglo. A partir, aproximadamente, de 1906 surge en sus versos una nota orientalista que explotará hasta la exageración. Entre otros libros poéticos destacan Bajo la lluvia, 1910; Los remansos del crepúsculo, 1911; Andalucía, 1911.

En la capital amista con Antonio Ledesma y Francisco Aquino y colabora en la prensa almeriense: La Crónica, La Provincia, El Ferrocarril. En una segunda etapa madrileña empieza a publicar en Revista Nueva y La Vida Literaria, además de afrontar la dirección de El Album de Madrid; se relaciona con Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Salvador Rueda, Amado Nervo y el mismísimo Rubén Darío. Aquejado de arterioclerosis, de insuficiencia gástrica y de hipertensión, entre otros achaques, enfermó gravemente en 1930 cuando se hallaba en Brasil, y volvió a España, donde sus males se agravaron en 1933; falleció en 1936.



Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Villaespesa

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ANIMAE RERUM

Al mirar del paisaje la borrosa tristeza
y sentir de mi alma la sorda pena oscura,
pienso a veces si esta dolorosa amargura
surge de mí o del seno de la Naturaleza.

Contemplando el paisaje lluvioso en esta hora
y sintiendo en mis ojos la humedad de mi llanto,
ya no sé, confundido de terror y de espanto,
si lloro su agonía o si él mis penas llora.

A medida que sobre los valles anochece,
todo se va borrando, todo desaparece...
El labio, que recuerda, un dulce nombre nombra.

y en medio de este oscuro silencio, de esta calma,
ya no sé si es la sombra quien invade mi alma
o si es que de mi alma va surgiendo la sombra.
 
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Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla. Fue el segundo de cinco hermanos de una familia liberal; el mayor, Manuel, trabajó junto a Antonio en varias obras. Su padre, Antonio Machado Álvarez "Demófilo", amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, publicó numerosos estudios sobre el folclore andaluz y gallego. Su madre, Ana Ruiz. Su abuelo, Antonio Machado Núñez, era médico y profesor de Ciencias Naturales.

En 1883, su abuelo fue nombrado profesor de la Universidad Central de Madrid y toda la familia se traslada con él a dicha ciudad. Antonio Machado completa entonces su formación en la célebre Institución Libre de Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos.

En 1889 empieza sus estudios de bachillerato, primero en el instituto San Isidro y después en Cardenal Cisneros. Es en esa época cuando se aficiona al teatro junto a su hermano, y comienza a asistir a tertulias. Machado interrumpe varias veces sus estudios, afectado por los problemas económicos de su familia tras la muerte de su padre por tuberculosis en 1893 y su abuelo, tres años más tarde. El influjo familiar y su centro de estudios marcaron su camino intelectual. Por aquella época, conoce a Valle-Inclán en una tertulia. Trabaja en la parte de los verbos, en el Diccionario de ideas afines.

En 1899, Antonio Machado viaja a París, donde vive su hermano el poeta Manuel, con quien en lo sucesivo emprenderá una carrera conjunta de autores dramáticos, y trabaja de traductor para la Editorial Garnier. Allí entrará en contacto con, por ejemplo, Oscar Wilde y Pío Baroja y asiste a las clases del filósofo Henri Bergson, que le impresionan profundamente. Vuelve a España y trabaja de actor mientras alcanza el título de bachiller.

En 1902 vuelve a París y conoce a Rubén Darío. De vuelta a Madrid entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica Soledades (1903).

En 1907 publica Soledades, Galerías y Otros poemas, una versión ampliada de Soledades, y gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés. Elige la vacante del instituto de Soria, donde conoce a Leonor Izquierdo, con la que se casará tres años después; teniendo ella 15 años y él, 34.

En 1911 viajará a París al conseguir una beca para ampliar sus estudios.

Leonor cae enferma de tuberculosis y muere en 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión y éste solicita su traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio. Durante siete años, hasta 1919, el poeta enseña Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la Antigua Universidad baezana.

En 1912 publica Campos de Castilla, obra en la que el autor se separa de los rasgos modernistas que presentaba su obra Soledades y del intimisimo hacia el que había evolucionado en Soledades, galerías y otros poemas, acercándose a las inquietudes patrióticas de los autores de la Generación del 98; en efecto, ha mantenido una amplia correspondencia epistolar con Miguel de Unamuno y algunas de sus ideas se reflejan en este libro. En Baeza, en 1917, conoce a Federico García Lorca, con el que entabló gran amistad.

En 1919 se traslada a Segovia, donde encontrará un ambiente cultural más acorde con sus gustos y comenzará a participar en las actividades de la reciente Universidad Popular, que tiene como objetivo la extensión de la cultura a los sectores sociales tradicionalmente más apartados de ella. Así, fue profesor de francés en el Instituto de Segovia,[1] donde conoció a Mariano Quintanilla. Continuará hasta 1932.

En 1932 se le concede un puesto de profesor en el Instituto Calderón de la Barca, de Madrid.

Escribe textos en prosa que luego serán recogidos en los dos apócrifos Juan de Mairena y Abel Martín. Por entonces corteja a una dama casada, Pilar Valderrama, que en los versos de Nuevas canciones (1924), su último libro de poesía, progresivamente ampliado, como los otros, aparece bajo el nombre de Guiomar. Siente un gran interés por la Filosofía y se licencia a trancas y barrancas en esta materia en la Universidad Central.

Con el estallido de la Guerra Civil Española marcha a Valencia. Vivió en la localidad de Rocafort desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938. En 1937 publica La guerra. Entre 1937 y 1939, Machado publica un total de 26 artículos en La Vanguardia (que en aquella época era el órgano de expresión del gobierno de la República y recogía firmas de los más destacados intelectuales y escritores que apoyaron la causa republicana).

A finales de enero de 1939, y ante la inminente ocupación de la ciudad, sale de Barcelona. Tras unos primeros días en Raset (Girona), pasa su última noche en España, la del 26 al 27 de enero, en Viladasens. En la tarde del día 28 llega finalmente a Collioure (Francia), en donde muere el día 22 de febrero en el Hotel Bougnol-Quintana. A los tres días, fallece su madre. En el bolsillo de su abrigo se encuentra un último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia".

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Machado

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Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 en Sevilla. Fue el segundo de cinco hermanos de una familia liberal; el mayor, Manuel, trabajó junto a Antonio en varias obras. Su padre, Antonio Machado Álvarez "Demófilo", amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, publicó numerosos estudios sobre el folclore andaluz y gallego. Su madre, Ana Ruiz. Su abuelo, Antonio Machado Núñez, era médico y profesor de Ciencias Naturales.

En 1883, su abuelo fue nombrado profesor de la Universidad Central de Madrid y toda la familia se traslada con él a dicha ciudad. Antonio Machado completa entonces su formación en la célebre Institución Libre de Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos.

En 1889 empieza sus estudios de bachillerato, primero en el instituto San Isidro y después en Cardenal Cisneros. Es en esa época cuando se aficiona al teatro junto a su hermano, y comienza a asistir a tertulias. Machado interrumpe varias veces sus estudios, afectado por los problemas económicos de su familia tras la muerte de su padre por tuberculosis en 1893 y su abuelo, tres años más tarde. El influjo familiar y su centro de estudios marcaron su camino intelectual. Por aquella época, conoce a Valle-Inclán en una tertulia. Trabaja en la parte de los verbos, en el Diccionario de ideas afines.

En 1899, Antonio Machado viaja a París, donde vive su hermano el poeta Manuel, con quien en lo sucesivo emprenderá una carrera conjunta de autores dramáticos, y trabaja de traductor para la Editorial Garnier. Allí entrará en contacto con, por ejemplo, Oscar Wilde y Pío Baroja y asiste a las clases del filósofo Henri Bergson, que le impresionan profundamente. Vuelve a España y trabaja de actor mientras alcanza el título de bachiller.

En 1902 vuelve a París y conoce a Rubén Darío. De vuelta a Madrid entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica Soledades (1903).

En 1907 publica Soledades, Galerías y Otros poemas, una versión ampliada de Soledades, y gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés. Elige la vacante del instituto de Soria, donde conoce a Leonor Izquierdo, con la que se casará tres años después; teniendo ella 15 años y él, 34.

En 1911 viajará a París al conseguir una beca para ampliar sus estudios.

Leonor cae enferma de tuberculosis y muere en 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión y éste solicita su traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio. Durante siete años, hasta 1919, el poeta enseña Gramática Francesa en el Instituto de Bachillerato instalado en la Antigua Universidad baezana.

En 1912 publica Campos de Castilla, obra en la que el autor se separa de los rasgos modernistas que presentaba su obra Soledades y del intimisimo hacia el que había evolucionado en Soledades, galerías y otros poemas, acercándose a las inquietudes patrióticas de los autores de la Generación del 98; en efecto, ha mantenido una amplia correspondencia epistolar con Miguel de Unamuno y algunas de sus ideas se reflejan en este libro. En Baeza, en 1917, conoce a Federico García Lorca, con el que entabló gran amistad.

En 1919 se traslada a Segovia, donde encontrará un ambiente cultural más acorde con sus gustos y comenzará a participar en las actividades de la reciente Universidad Popular, que tiene como objetivo la extensión de la cultura a los sectores sociales tradicionalmente más apartados de ella. Así, fue profesor de francés en el Instituto de Segovia,[1] donde conoció a Mariano Quintanilla. Continuará hasta 1932.

En 1932 se le concede un puesto de profesor en el Instituto Calderón de la Barca, de Madrid.

Escribe textos en prosa que luego serán recogidos en los dos apócrifos Juan de Mairena y Abel Martín. Por entonces corteja a una dama casada, Pilar Valderrama, que en los versos de Nuevas canciones (1924), su último libro de poesía, progresivamente ampliado, como los otros, aparece bajo el nombre de Guiomar. Siente un gran interés por la Filosofía y se licencia a trancas y barrancas en esta materia en la Universidad Central.

Con el estallido de la Guerra Civil Española marcha a Valencia. Vivió en la localidad de Rocafort desde noviembre de 1936 hasta marzo de 1938. En 1937 publica La guerra. Entre 1937 y 1939, Machado publica un total de 26 artículos en La Vanguardia (que en aquella época era el órgano de expresión del gobierno de la República y recogía firmas de los más destacados intelectuales y escritores que apoyaron la causa republicana).

A finales de enero de 1939, y ante la inminente ocupación de la ciudad, sale de Barcelona. Tras unos primeros días en Raset (Girona), pasa su última noche en España, la del 26 al 27 de enero, en Viladasens. En la tarde del día 28 llega finalmente a Collioure (Francia), en donde muere el día 22 de febrero en el Hotel Bougnol-Quintana. A los tres días, fallece su madre. En el bolsillo de su abrigo se encuentra un último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia".



Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Machado

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A UN VIEJO Y DISTINGUIDO SEÑOR

Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.

El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!

Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
-hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca-
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata

http://www.sonferrer.com/poetas/antoniomachado.htm#A UN VIEJO Y DISTINGUIDO SEÑOR
 
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Manuel Machado Ruiz (Sevilla, 29 de agosto de 1874 – Madrid, 19 de enero de 1947) fue un poeta español, hermano de Antonio Machado con el que colaboró mucho. Fue uno de los más destacados representantes del Modernismo en España.

Primeros años
Manuel Machado era hijo de Antonio Machado Álvarez, conocido folclorista sevillano de sobrenombre «Demófilo» y de Ana Ruiz. Su hermano fue otro poeta, pero de talla superior y de trayectoria paralela: Antonio Machado.

De su padre heredó el amor a lo auténtico del carácter popular andaluz. Nacido en la calle de San Pedro Mártir nº20, también su infancia transcurrió en el seno del Palacio de las Dueñas, donde su familia había alquilado una de las estancias destinadas a particulares. A pesar de lo creído, nada demuestra que su padre trabajara como administrador de la ilustre casa ducal de Alba. Cuando Manuel tenía 9 años, la familia al completo se traslada a Madrid dado que el abuelo paterno ha conseguido una cátedra en la Universidad Central. El deseo de todos es que los tres hermanos -Manuel, Antonio y José- cursen sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, gran amigo del abuelo Manuel.

Juventud
La familia se trasladó a Madrid y allí fue donde desarrolló lo importante de sus estudios que llegaron hasta la licenciatura de Filosofía y Letras. A partir de esos años, la familia Machado volvería a Sevilla en muy escasas ocasiones pero lo sevillano y lo andaluz siempre fue para él una referencia viva, aunque distante, por la nostalgia y el amor que derramaban sus padres hacia la tierra que les vio nacer.

En Madrid, el joven Manuel empieza a dar a conocer sus primeras poesías y colabora en diversos proyectos de la vida literaria madrileña junto con escritores como Francisco Villaespesa y Juan Ramón Jiménez.

Madurez
Con el transcurrir de los años, llegó a ser director de la Biblioteca Municipal (hoy Biblioteca Histórica Municipal) y Museo Municipal. Creó varias revistas literarias de escasa duración, y colaboró en periódicos diarios de Europa y América.

Contribuyó fervientemente a la poesía modernista, entendida en su vertiente más colorista, decadente y cosmopolita, dándole un matiz andalucista que hace de su poesía algo único.

A menudo se ha contrapuesto esta vertiente modernista a la Generación del 98.

En el año 1938 —en plena guerra civil— fue designado para ocupar un sillón en la Real Academia Española.

Colaboración con su hermano
Manuel y Antonio, dos poetas hermanos que despuntaban en aquel Madrid de principios del siglo XX, llegaron a colaborar en la creación teatral, siempre impregnada de situaciones que recordaban al típico ambiente andaluz. La obra cumbre de su creación teatral es, sin duda, «La Lola se va a los Puertos», de la cual se han hecho un par de versiones cinematográficas.

Otras obras teatrales en cooperación fraternal fueron: «La duquesa de Benamejí», «La prima Fernanda», «Juan de Mañara», «Las adelfas», «El hombre que murió en la guerra», «Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel». Después, los dos hermanos poetas se encaminan por senderos separados que les conducen, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la guerra civil.

Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras, cualquiera que las observe con algún detenimiento descubrirá, en cada una de ellas, algunos retazos o matices que delatan la fuente común de la que bebieron y vivieron. Tiene Manuel Machado una poesía titulada «Adelfos» que bien pudiera llevar el subtítulo de «Autobiografía». En ella, el poeta describe con bellos florilegios, una argumentación muy paralela a la contenida en la poesía «Retrato» de su hermano Antonio. Ambas poesías están construidas con versos alejandrinos; ambas poesías se componen de serventesios — nueve serventesios la de Antonio, uno menos la de Manuel; y ambas poesías describen las autobiografías poéticas respectivas.

Dictadura de Franco
Al llegar a Madrid la sublevación de Franco, en el año 1939, Manuel dedicó al militar una poesía de panegírico titulada «Al sable del Caudillo». Esto le valió a Manuel el reconocimiento y el salvoconducto para poder vivir dentro del régimen. Según Andrés Trapiello (Las Armas y las Letras, p. 235) se incorporó, tras la guerra, a su cargo de director de la Hemeroteca y del Museo Municipal de Madrid, del que se jubilaría al poco tiempo. Siguió escribiendo poesía, la mayor parte de carácter religioso. Su fe católica se reavivó durante su estancia en Burgos gracias a la devoción de su mujer y a la influencia de ciertos sacerdotes, como Bonifacio Zamora. El poeta continuó escribiendo panegíricos a diversas figuras y símbolos del fascio-franquismo, lo cual le valdría ostracismo, cuando no desprecio, por parte de la crítica y poetas posteriores.

El 19 de enero de 1947 falleció en Madrid. Tras la muerte del poeta su viuda ingresó en una congregación religiosa dedicada al cuidado de niños abandonados y enfermos.

Repercusión
Después vino el aperturismo español de los años 60 y 70 en donde ya se vislumbraba el final de la dictadura franquista. Aquella juventud que militaba en el antifranquismo, dio de lado a todo poeta amparado por la dictadura, y empezó a abrazar a esos otros que murieron —o aún vivían— en el exilio.

La obra de Manuel Machado fue dada de lado, y su vacío se llenó con la obra poética de su hermano Antonio. La figura de Manuel Machado quedó, pues, eclipsada por la de Antonio Machado.

Crítica
Sin embargo, Manuel Machado es el gran conocedor y divulgador de letras de los cantes flamencos, que a decir con el gracejo típico andaluz, ha quedado bajo el conocido nombre de «cante hondo». No es nada raro que parte de su inspiración la hubiera tomado de la enorme colección de letras de cantes flamencos, que su padre fue recopilando a lo largo de muchos años, tomadas directamente de los anónimos cantaores andaluces y que publicó en un libro titulado «Cantes flamencos».

Manuel Machado fue un gran estudioso de todos los estilos del cante flamenco y escribió poesías idóneas, que bien pudieran ser adaptadas para la música de una garganta y una guitarra española. Su estilo poético incluye estrofas de coplas, seguidillas, y soleares. Dentro de este último estilo, el poeta innovó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, ó más sílabas) que él mismo bautizó como soleariyas. También escribió romances octosílabos, cuartetos, serventesios y sonetos.

Bajo el estilo de soneto, escribió como nadie los sonetos octosílabos, denominados sonetillos; y dentro de estos sonetos de arte menor, véase la filigrana que borda con el sonetillo trisílabo titulado «Verano». Cuando el poeta reproduce literalmente esas palabras típicas del decir andaluz, para mejor dar a entender al lector que no pertenecen al correcto lenguaje español, van escritas en letra cursiva. Ahora por medio de estos modernos métodos, se expone una de sus mejores antologías, para que sea apreciado y valorado con serena neutralidad; con ello, hacemos un agradecido homenaje al fino y gran poeta del alma andaluza.

Su verso es ingenioso, ágil, expresivo, muy influido por el parnasianismo. Verlaine y Rubén Darío son destilados por Manuel Machado para darles una personalidad única.



Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Machado

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CANCIONES

Me dijo una tarde
de la primavera:
Si buscas caminos
en flor en la tierra,
mata tus palabras
y oye tu alma vieja.

Que el mismo albo lino
que te viste, sea
tu traje de duelo,
tu traje de fiesta.

Ama tu alegría
y ama tu tristeza,
si buscas caminos
en flor en la tierra.
Respondí a la tarde
de la primavera:
Tú has dicho el secreto
que en mi alma reza:
yo odio la alegría
por odio a la pena.

Mas antes que pise
tu florida senda,
quisiera traerte
muerta mi alma vieja.
 
77 años de la muerte de Miguel Hernández
Murió de tuberculosis en una cárcel de Alicante, un 28 de marzo en 1942, hace ya 77 años

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Miguel Hernández, en un dibujo realizado por Buero Vallejo. BNE
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 28.3.2019 - 5:15

"No lo sé. Fue sin música./ Tus grandes ojos azules/ abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante" escribió el poeta sevillano Vicente Aleixandre sobre el día en que mataron a su amigo, el poeta Miguel Hernández. Tenía entonces 31 años. Un tiempo escaso, fugaz e insuficiente pero que al poeta de Orihuela le bastó para convertirse en una de las voces más importantes de la literatura española del siglo XX. Murió de tuberculosis, en una cárcel de Alicante, un 28 de marzo en 1942. Hace ya 77 años. Un consejo de guerra lo había condenado a muerte en 1940. Y aunque el régimen franquista le conmutó la pena a cambio de 30 años de cárcel, las condiciones de su prisión fueron más implacables que cualquier paredón de fusilamiento.

Todos los 28 de marzo muere un poeta, se suicida una escritora y nace un NobelTodos los 28 de marzo muere un poeta, se suicida una escritora y nace un Nobel
Comprometido a fondo con la causa republicana, en 1936 se alistó en el 5º Regimiento y se afilió al Partido Comunista. Los libros de aquellos años, Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939), los escribió en los frentes donde combatió: Madrid, Andalucía, Extremadura. En la primavera de 1939, ante el debilitamiento y desbandada del ejército republicano, Miguel Hernández intentó cruzar la frontera portuguesa. Pero fue detenido en Huelva y entregado a las autoridades españolas. Eran los años de Salazar. Entonces el dictador portugués sostenía con el Gobierno franquista una política de apoyo y colaboración.

Murió de tuberculosis, en una cárcel de Alicante, un 28 de marzo en 1942. Hace ya 77 años

En aquellos días de derrota y confusión Miguel Hernández escribe Nana de las cebollas, que cierra su último poemario Cancionero y romancero de ausencias, el cual quedó inconcluso a causa de su muerte. Es acaso, uno de sus poemas más amargos: "La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre:/ escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla:/ hielo negro y escarcha/ grande y redonda". Aquellos versos los escribió Miguel Hernández después de leer una carta de su mujer, Josefina Manresa, en la que relataba al poeta cuán oscuras se habían puesto las cosas. No había nada para comer, excepto eso: pan y cebolla. Cómo alimentaría a su hijo recién nacido, se lamentaba Manresa.

Fue justo ese año, en 1939, cuando comenzó la larga peregrinación de Miguel Hernández por las cárceles de la posguerra: Sevilla, Madrid, Palencia, Alicante... Su condena de muerte se hizo firme en 1940. El juez encargado de firmarla fue Manuel Martínez Gargallo, quien antes de ordenarse como funcionario de Justicia y pasarse al bando nacional, había escrito piezas humorísticas y relatos publicados en Buen Humor, Cosmópolis, Ondas, Cinegramas o el periódico ABC. La ironía es casi sádica, porque Miguel Hernández no fue al único que Martínez Gargallo sentenció a muerte, hizo lo mismo con el caricaturista que había ilustrado parte de sus relatos, según ha apuntado el catedrático de Literatura y Lengua Española, Juan Antonio Ríos. La intervención de figuras como Pablo Neruda o José María de Cossío -gran amigo del poeta alicantino-, entre otros intelectuales y personas cercanas a Miguel Hernández, consiguieron evitar su muerte; en su lugar, debía cumplir una condena de 30 años de cárcel.

En aquel tiempo escribió cuatro relatos: El potro obscuro, El conejito, Un hogar en el árbol y La gatita Mancha y el ovillo rojo

En aquel tiempo escribió cuatro relatos: El potro oscuro, El conejito, Un hogar en el árbol y La gatita Mancha y el ovillo rojo. Los redactó sobre hojas de papel higiénico con las que el poeta armó un precario cuaderno. El manuscrito estaba formado por seis hojas pequeñas cosidas con hilo ocre. Hernández se lo confió al periodista y dibujante Eusebio Oca Pérez, compañero en la cárcel, quien fue además el ilustrador de las dos primeras historias. El pequeño al que iban dirigidos aquellos relatos Manuel Miguel Hernández Manresa, 'Manolillo', había nacido el 4 de enero de 1939. Miguel Hernández apenas pudo verlo antes de ingresar en prisión. Y aunque la esperanza de reencontrarse parecía ser uno de los alambres que mantenían su espíritu firme, el poeta se dobló.

El escritor Buero Vallejo, quien junto a García Lorca y Valle-Inclán es considerado hoy uno de los hitos la literatura dramática española, compartió celda con Hernández en aquellos años. Entonces volcado en la pintura y no en el teatro, Buero Vallejo realizó uno de los retratos que se tienen de Miguel Hernández en esos años. Fue el poeta quien se lo pidió. Temía que su hijo olvidara su rostro: "Ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea, dibujado por un compañero de fatigas, como verás, bastante bien", esa fue la pequeña nota con la que acompañó la carta para su mujer.

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Retrato de Miguel Hernández, enero de 1940 hecho por Antonio Buero-Vallejo (Carboncillo sobre papel) BNE
Las cosas empeoraron cuando Hernández fue trasladado al reformatorio de Adultos de Alicante. Cayó enfermo. Primero sufrió bronquitis y luego tifus, que desembocó en tuberculosis. Murió castigado por las condiciones de su cautiverio. Su familia intentó, por todos los medios, trasladarlo al Sanatorio Porta-Coeli, en Valencia. La autorización llegó con retraso y sirvió de poco. El deterioro del poeta era manifiesto y temían que el viaje empeorara su estado. Murió en la madrugada del 28 de marzo de 1942. Un pequeño retrato a lápiz da fe de su aspecto el día de su muerte: un ser fruncido al que ni siquiera pudieron cerrarle los ojos.
https://www.vozpopuli.com/altavoz/c...ez-aniversario-muerte-poeta_0_1230777301.html
 
Francisca Aguirre, figura silente de la poesía
  • MANUEL LLORENTE
    Madrid
Domingo, 14 abril 2019 - 07:56
Fue esposa de poeta (Félix Grande) y madre de poeta (Guadalupe Grande) y distinguida con el Premio Nacional de las Letras un año antes de su muerte con 88 años de edad

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La poeta Francisca Aguirre, Premio Nacional de Letras 2018.BERNARDO DIAZ EL MUNDO
Fue esposa de poeta (Félix Grande) y madre de poeta (Guadalupe Grande), parecía una figura silente y discretaentre los dos, pero con mucho que decir y una tragedia que la ahogaba, el ajusticiamiento de su padre, pintor y policía republicano, en 1942. El garrote vil que acabó con Lorenzo Aguirre apagó su adolescencia y ensombreció su vida. Tarde, apenas el pasado año, tuvo el reconocimiento oficial a su trayectoria que se le había negado al ser distinguida con el Premio Nacional de las Letras. Paca tenía 88 años y era de Alicante.

En la casa de Paca, y la de Félix, en la calle Alenza, al lado de la estación de autobuses, siempre había tomates y vino para las visitas, fueran las de Juan Carlos Onetti o la de chavales que llevaban poemas al maestro para que les aconsejara. Ella sacaba mantelitos, servilletas, vasos, pan, y se alejaba por un pasillo larguísimo acolchado de libros detrás de unas enormes gafas. Los encuentros a veces terminaban con Félix (sabio del flamenco) tocando la guitarra.

"En la noche fui hasta el mar para pedir socorro,/ y el mar me respondió : socorro./ Fui hasta el mar y lo toqué/ con cuidado, como se toca un animal equívoco,/ un animal que se come la tierra/ y en su límite último intenta confundirse con el cielo". Así arranca el primer poema (Triste fiera) de su primer libro (Ítaca), publicado en 1971 y que un jurado en el que figuraban Luis Rosales y Gregorio Marañón le concedió el Premio Leopoldo Panero. Paca tenía entonces 41 años. Podría parecer que se presentó al concurso en silencio, como pidiendo perdón, con la discreción de los tímidos, de los que no quieren molestar.

Paca Aguirre pertenecía a la época en que se leían los poemas en alto, ante Félix, Lupe o quien estuviera invitado. Concebía la poesía como un gozo, como un canto, y también como válvula de escape del dolor de lo cotidiano, del silencio de ser incómoda en el franquismo. "De vez en cuando me entretengo pensando tonterías:/ ¿cómo sería la vida sin llorar'', escribió en el poema Las lágrimas.

Paca vivió una época en la que poesía era refugio, una moneda entregada al amigo para consolarlo, una ofrenda. Como su amado Antonio Machado. Así hemos recibido sus poemas, con la gratitud de quien todo lo da. En silencio y con una sonrisa.
https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/04/14/5cb2c93a21efa05c6a8b457b.html
 
Muere Manuel Alcántara, maestro de columnistas
El periodista y poeta ha fallecido en Málaga a los 91 años
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Manuel Alcántara, poeta y maestro de columnistas, ha fallecido esta mañana en su domicilio de Málaga a los 91 años, según informa el diario Sur, en cuya última página escribía una columna.

Su nieta Marina Maier ha explicado a Efe que el escritor se encontraba aquejado de un resfriado que se ha complicado y que el fallecimiento ha tenido lugar alrededor de las 11.30 de esta mañana.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha lamentado la muerte de este «andaluz sabio y brillante, con una mente clara y abierta» del que «tanto aprendimos y que tanto nos hizo disfrutar con su lectura en Diario Sur», según ha escrito en su cuenta personal de Twitter.



Moreno ha trasladado sus condolencias por la muerte de Alcántara, al que ha deseado que «descanse en paz», al tiempo que ha destacado que «la cultura está hoy de luto».

También el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha expresado sus condolencias por la muerte y el respeto a su figura, y ha dicho que Alcántara forma parte de la historia de Málaga y de España.

Autor del Año 2019 por haber sabido «combinar periodismo y literatura» y haberse convertido en «el maestro de los articulistas de España».

Como articulista recibió los tres máximos premios del periodismo español: el Luca de Tena, el Mariano de Cavia y el González-Ruano. Además, obtuvo premios periodísticos como el Javier Bueno, el José María Pemán, el Pedro Antonio de Alarcón, el Bravo, el Costa del Sol, el Joaquín Romero Murube, o el Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija.

De igual modo, a estos reconocimientos se unieron otros de orden académico y social: Doctor Honoris Causa de la Universidad de Málaga, Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Medalla de Andalucía, Hijo Predilecto de Málaga, Hijo Predilecto de la Provincia de Málaga e Hijo Adoptivo del Rincón de la Victoria, fue también pregonero de su Semana Santa y de la Feria, además de recibir la Medalla de Andalucía en el año 2001.

Su nombre da título a un premio de periodismo, que ganó en 2018 la periodista de ABC Laura Marta y el director del diario 'As', Alfredo Relaño, y a otro de poesía. El Premio de Poesía Manuel Alcántara es un importante galardón literario denominado así como homenaje al escritor, poeta y máxima figura del articulismo en este país. En 2007 se constituyó la Fundación Manuel Alcántara encargada de difundir y reeditar su obra.

Entre sus libros de poesía destacan «Manera de silencio», «El embarcadero», «Plaza Mayor», 'Ciudad de entonces', 'Anochecer privado', 'Sur, paredón y después' y 'Este verano en Málaga'. Entre otros reconocimientos, Manuel Alcántara había sido distinguido con los premios Antonio Machado, Nacional de Literatura, Hispanidad de Alforjas para la Poesía e Ibn Zaydún.

En uno de sus últimos actos públicos, en la reedición de su poemario «Este verano en Málaga', rescatado por la Fundación Unicaja, pronunciaba unas palabras que sonaban a despedida: «Me voy sin ningún resentimiento ni deseo de rectificar nada. No es que esté encantado de haberme conocido, pero sí encantado de conoceros a todos vosotros».
https://www.abc.es/cultura/abci-muere-manuel-alcantara-maestro-periodistas-201904171228_noticia.html
 
Ida Vitale: «Con Cervantes comparto el buen humor con el que puedo asumir todos los riesgos»
La poeta uruguaya, que recibirá mañana de manos de Don Felipe el máximo galardón de las letras hispanas, ha mantenido un encuentro con los medios en la Biblioteca Nacional de España.
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SeguirInés Martín Rodrigo@imartinrodrigo

Madrid Actualizado:22/04/2019 14:40h
0 Ida Vitale: «El Cervantes es un premio a la ancianidad, pero no da la inmunidad»

Reconoce Ida Vitale (Montevideo, Uruguay) que ella es «bicho más bien nocturno». Por eso la premio Cervantes, que mañana recibirá el galardón de manos de Don Felipe en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, ha llegado a su encuentro con la prensa en la Biblioteca Nacional de España (BNE) «en estado de lelez». Esa disculpa de la uruguaya ha sonado a pura poesía, pues no estamos los plumillas acostumbrados a que el centro de los focos pida «perdón por la demora» y reconozca, además, que «fue culpa mía».

Para colmo de nuestra grata sorpresa, Vitale, un dechado de humildad, ha reconocido no saber lo que se espera de ella de cara a estos fastos cervantinos: «Estoy improvisando la vida en estos días. Todavía no respondo debidamente a todo lo que está detrás de este acto. Es un premio que no me esperaba para nada... Pienso por qué no llegó diez años antes, que yo estaba en mejores condiciones para responder». Pero el caso es que respondió, y vaya si lo hizo. A lo que de ella se esperaba y a todo lo que quienes allí nos encontrábamos le preguntamos, previo permiso de la homenajeada para «ser todo lo indiscretos» que pudiéramos, pues ya se encargaría ella de ponernos «en orden».

Maestra vocacional y pedagoga literaria como pocas, Vitale nunca ha dado clases sobre ella, por lo que «este cambio de foco» le resulta bastante perturbador. Eso de verse rodeada de fotógrafos, ávidos de una imagen suya que nunca valdrá más que mil de sus palabras, la desconcierta, quizás porque considera que su oficio es poco atractivo para la gran mayoría y acapara, sin duda, pocos titulares -sobre todo en estos días. «Lo que yo hago, eso de escribir poesía, no es lo habitual. Uno puede vivir toda su vida prescindiendo de la poesía; yo no, pero sé que es lo normal».

Dicho esto, ¿qué tiene de Cervantes la obra de la reconocida este año con el galardón que lleva su nombre? «De Cervantes hay sobre todo el buen humor con el que puedo asumir todos los riesgos». Y eso que, pese a disponer de una biblioteca en casa que ya quisiera cualquier crío -de entonces y de ahora-, por lo que tenía de prohibido, Vitale llegó al autor del Quijote «un poco tarde, cuando estaba en el liceo». Allí fue picando, un día un capítulo, otro día otro... Hasta que descubrió «que era el libro de mi vida» y empezó a buscar, entre quienes le rodeaban, a todos los Quijotes y los Sanchos que pudo -nunca dio con Dulcinea, aunque «por suerte» no le interesaba-. Tanto es así que la obra magna de Cervantes se convirtió «casi en un tratado de psicología precoz para elegir a la gente, a los amigos». No es extraño, por tanto, que Vitale defienda que «quizás la escuela debería obligar a leer el Quijote antes, porque es un breviario para la vida, está todo en el Quijote».

Carrera
A sus 95 años, la poeta uruguaya atesora una trayectoria en la que brillan galardones y obras envidiables por cualquier literato de los que presumen de lanza en astillero, pero a ella «eso de carrera le pone «un poco nerviosa». «Yo no he sido una corredora de gran velocidad. Haber llegado a los 95 me hace tomar conciencia de que no trabajé lo suficiente... Carrera nada, fui muy lenta, nunca tuve la sensación de que tenía que ir en una dirección». Simplemente le gustó escribir y supone que «eso vino de lo que leía» en su casa. «Tener libros a mano en la infancia es importante, y que no sean los libros que técnicamente corresponden a la edad que uno tiene. Pienso que es tan importante entender como no entender, y del no entender sale la curiosidad de ir más allá». Y eso que su afición a la lectura llegó, casi, a través de una obligación, pues los sábados por la mañana sus padres le mandaban limpiar siempre la misma biblioteca. «Era una manera de acostumbrarme a que los libros no mordían», recuerda, volviendo, una vez más, a su infancia, como le aconseja ese amigo que la escribe con frecuencia y al que escucha siempre con atención pero cuya identidad no reveló.

Como en la vida, Vitale sabe que en la escritura lo ideal, y también lo más difícil, es buscar el equilibrio, huir de los extremos. En este caso, el término medio al que debe llegar el escritor se encuentra «entre la respuesta instantánea al lector y lo que va a quedar como curiosidad para que éste regrese al libro». Es decir, «lo que tiene que tener en la cabeza un escritor cuando escribe es ser claro, pero tampoco demasiado: es esencial que quede alguna semilla de curiosidad en la lectura». Sólo de ese modo su obra será imperecedera, universal. Claro que ese territorio está reservado sólo a genios de la categoría de Cervantes y Vitale es consciente de que «la vida no nos da para eso». Son esos los libros que la poeta considera «una especie de recurso al que uno vuelve como volvemos a un amigo al que no vemos a diario, pero que hay una gana enorme de volver a ver y de preguntar».

A tenor de lo escuchado, Vitale cumplió con creces, en su debut como premio Cervantes, con lo que ella considera el «deber último de todo lector»: ser una «criatura que absorbe una cultura, la elabora y se la transmite a quienes están cerca». Antes de poner rumbo al Instituto Cervantes -su agenda en España es digna de un ministro, aunque el del ramo hoy no la ha acompañado- hasta tuvo tiempo de acordarse de su México lindo y querido, país que la acogió cuando «una situación política en mi país anunció peligros futuros» y que se convirtió en su «segunda patria». «Detesto el picante, es la única cosa que no extraño de México, pero cuando está en la lengua es otra cosa. Me gusta la lengua picosa de México», remató.

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Ida Vitale, en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes - EFE
Un manuscrito de Bergamín, su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes
Tras su paso por la BNE, Vitale se ha trasladado al Instituto Cervantes para depositar su legado en la Caja de las Letras, la antigua cámara acorazada del banco que albergaba este edificio y en la que tradicionalmente los premios Cervantes dejan algún objeto personal. El legado de la uruguaya, el manuscrito de Bergamín, se encuentra desde este lunes custodiado en la caja de seguridad 1191, donde permanecerá hasta el 2 de noviembre de 2023, fecha en la que Vitale cumple cien años. Este manuscrito es un «tesoro» que la poeta tiene desde hace años, un documento que le llegó debido a que Bergamín fue profesor suyo en la entonces recién creada Facultad de Humanidades de Montevideo.

Bergamín, ha recordado, llegó a Montevideo «muy desamparado» con sus tres hijos tras perder a su mujer en plena Guerra Civil y encontró allí a un grupo de alumnos entre los que se estaba ella. «El resto del grupo habría tenido derecho a tener el manuscrito también pero yo tuve más oportunidad que otros que estaban distraídos», ha dicho entre risas. La posesión de este manuscrito era una responsabilidad para ella y no sabía qué iba a hacer con él, ha explicado Vitale, que ha indicado que al poder depositarlo en la Caja de las Letras se ha quedado con la «conciencia tranquila». «Todas las cosas se conjuntaron, lo que yo suelo llamar tímidamente el destino, sin saber lo que hay detrás de esa palabra; el azar, porque no todo es improvisación», ha señalado.

El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha querido homenajear a Vitale con la lectura de un poema de la uruguaya, titulado precisamente «Mi homenaje». Y ha recalcado que actos como el de este lunes ponen de manifiesto que la verdadera riqueza de un país no es el dinero sino su cultura y ha agregado: «El compromiso que tenemos con el futuro es la herencia que elegimos del pasado».

https://www.abc.es/cultura/libros/a...sumir-todos-riesgos-201904221337_noticia.html
 
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