Cine. Estrenos en España.

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Lo que arde / 2019 / Oliver Laxe / España / 89'
Amador Arias, Benedicta Sánchez.

Nadie espera a Amador cuando sale de la cárcel tras cumplir condena por haber provocado un incendio. Regresa a su casa, una aldea perdida de las montañas lucenses, donde volverá a convivir con su madre, Benedicta, su perra Luna y sus tres vacas. Sus vidas transcurren al ritmo sosegado de la naturaleza, hasta que todo cambia cuando un fuego violento arrasa la zona.

 
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Retrato de una mujer en llamas / Céline Sciamma / Francia / 2019 / 120'
Adèle Haenel, Noémie Merlant, Luàna Bajrami

Francia, 1770. Marianne, una pintora, recibe un encargo que consiste en realizar el retrato de bodas de Héloïse, una joven que acaba de dejar el convento y que tiene serias dudas respecto a su próximo matrimonio. Marianne tiene que retratarla sin su conocimiento, por lo que se dedica a investigarla a diario.


 
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Zombieland: Mata y remata / Ruben Fleischer / EE.UU. / 2019 / 99'
Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Emma Stone.

En esta secuela y empleando el característico sentido del humor del que hizo gala "Zombieland", el grupo de protagonistas tendrá que viajar desde la Casa Blanca hasta el corazón de los Estados Unidos, sobreviviendo a nuevas clases de muertos vivientes que han evolucionado desde lo sucedido hace algunos años, así como a algunos supervivientes humanos rezagados. Pero, por encima de todo, tendrán que tratar de soportar los inconvenientes de convivir entre ellos.


 
Un baile de hombres
No habla solo del despertar homosexual de su bailarín protagonista, sino de una sociedad que ahoga cualquier gesto que no responda a los cánones de hombría establecidos


ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
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7 FEB 2020



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Imagen de 'Solo nos queda bailar'.



En una de las primeras secuencias de Solo nos queda bailar, tercer largometraje del sueco Levan Akin, un profesor de danza georgiana interrumpe su clase para recriminar la falta de vigor de uno de sus alumnos. “La danza georgiana no es la lambada”, dice este guardián de las esencias de un baile —“la sangre de nuestra nación”— que es expresión de una masculinidad ruda y fuerte. Solo nos queda bailar es una respuesta rotunda a una tradición que excluye no ya otras sexualidades sino también otras masculinidades. La película no habla solo del despertar homosexual de su bailarín protagonista, sino de una sociedad que ahoga cualquier gesto que no responda a los cánones de hombría establecidos.

Rodada en la bella ciudad de Tiflis, capital de Georgia, la idea surgió cuando en 2013 el director vio en un telediario la violenta respuesta a un amago de desfile del Orgullo Gay. El cineasta, de origen georgiano, viajó entonces a la ciudad para empezar un trabajo de documentación que duró tres años. Las compañías más prestigiosas del país negaron la existencia de bailarines homosexuales y el rodaje se tuvo que llevar a cabo de forma casi clandestina y con guardaespaldas.

Más allá de estas anécdotas, el resultado es una película que fluye entre la crítica social y el íntimo retrato del despertar sexual de su protagonista. Una película que habla de cómo la conquista del cuerpo (la cámara sigue los sutiles movimientos de manos, los silencios y las miradas) implica romper con el tabú de la homosexualidad en el entorno familiar (el hermano, la amiga de la infancia, la madre, la abuela) y sobre todo en la sociedad (la escuela, el maestro y la danza como símbolo de una tradición castradora). Se quiere comparar el filme con la británica Tierra de Dios, pero aquí la pasión no está a la altura de la maravillosa ópera prima de Francis Lee porque más que una historia de amor torrencial se trata de la conquista de una libertad, un desafío a códigos caducos a través del cuerpo y el baile.


En vídeo, un avance de la película:


 
La cárcel del trabajo
Hay algo fascinante en la lucha de esa mujer enfrentada a la impersonalidad de la condición humana, en un interior que no es sino una forma de cárcel


JAVIER OCAÑA

5 MAR 2020

Gabriela Cartol, en 'La camarista'.


Gabriela Cartol, en 'La camarista'.



El universo interior del ser humano, sus dudas, congojas, desafíos y éxtasis, no pocas veces depende de su actividad laboral. Póngase usted a ver a un trabajador durante su jornada, minuto a minuto durante horas un día tras otro, en su soledad y en sus relaciones, con los que están en su nivel y con los de arriba, aguantando el chaparrón y vislumbrando sus ilusiones, y tendrá el corazón y sus tripas, empezará a conocerlo un poco mejor. Quizá más en determinados trabajos; y seguro que aún más si es una mujer en un país donde reine el machismo. La camarista, interesante ópera prima de la mexicana Lila Avilés, adopta esa fórmula: el seguimiento exhaustivo, cámara pegada a su piel, sin sentimentalismos ni juicios de valor, de una empleada de un gran hotel dedicada a las habitaciones, a su limpieza y a su orden, con tiempo límite y en condiciones precarias.


Obra de pequeños gestos físicos que acaban definiendo personalidades y ambientes, incluso clases sociales, La camarista está visualizada a través de una fotografía de corte frío y desangelado que acrecienta el ambiente glacial de esos grandes mastodontes de habitaciones impolutas y aislamientos personales, donde reina el egoísmo, la excentricidad y el desprecio habitual de los clientes, y no pocas veces por medio de planos fijos en (no) lugares feos, las esquinas del hotel más desfavorecidas: montacargas, pasillos interiores, lavanderías. Y, como único contraste ante el gris blanquecino de la imagen, un vestido rojo que la protagonista ha encontrado olvidado en uno de los cuartos, que ejerce tanto de secuencia recurrente ante el desvarío de la reglamentación interna y del engaño de la solidaridad, como de contrapunto de color, encarnado de emociones, en una vida desapacible.

Pese a la reiteración de acciones practicada por Avilés de un modo deliberado, y al, solo en principio, poco interés de las situaciones, por cotidianas, hay algo fascinante en la lucha de esa mujer enfrentada a la impersonalidad de la condición humana, en un interior que no es sino una forma de cárcel. Hasta la salida de cada día, justo en el último segundo de la película, el único instante de luz en que se ve una calle.


LA CAMARISTA

Dirección: Lila Avilés.

Intérpretes: Gabriela Cartol, Teresa Sánchez, Agustina Quinci, Alán Uribe.

Género: drama. México, 2018.

Duración: 102 minutos.




LA CAMARISTA -TRAILER OFICIAL HD


 
ESTRENOS DE CINE
'La ola verde': ¡atención, mujeres: los derechos se consiguen peleando!
El cineasta argentino Juan Diego Solanas muestra las movilizaciones que han llevado a Argentina a debatir sobre la despenalización del aborto



Foto: Las movilizaciones sociales de 'La ola verde'. (Caramel)


Las movilizaciones sociales de 'La ola verde'. (Caramel)


AUTOR
MARTA MEDINA
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@MartaMedinadelV
TAGS
CRÍTICAS DE CINE
CARTELERA Y ESTRENOS DE CINE
CINE

06/03/2020


Es difícil decantar el debate entre la cuestión extracinematográfica y la intención artística del cine. O sobre la pura definición de cine. Con las nuevas tecnologías y las nuevas formas de consumo, ya ni el formato ni el soporte determinan. Lo hace una búsqueda de experimentación lingüística, lo hace una reivindicación de la belleza plástica y, muchas veces, una cualidad intangible e inefable. ¿Por qué es cine 'Amazing Grace'? ¿Por qué lo es 'Let There Be Light'? ¿Y 'Grizzly Man'? ¿Y 'Grey Gardens'? Sin ánimo de desmerecer el trabajo del director Juan Diego Solanas, 'La ola verde' responde más bien al género del documental-reportaje en el que prima el mensaje político y social sobre la obra cinematográfica: una narrativa clásica con entrevistas mirando a cámara y planos de situación para contextualizar el momento crítico —por aquello de la trascendencia del cambio— en que está inmersa Argentina hoy.


Curtido en el documental y casi siempre pegado a historias con carga política, Solanas sigue la evolución del Proyecto de Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en Argentina durante 2018, aprobado por la Cámara de Diputados y posteriormente enviado al Senado. La postura de Solanas al respecto es clara, y lo hace patente desde el mismo título original: 'Que sea ley'. No la esconde, pero tampoco es equilibrado en la elección de los testimonios. Mientras es muy fácil empatizar con las mujeres que han estado a punto de perder la vida por practicarse un aborto clandestino, o sorprenderse con el relato de curas católicos defensores de la libertad de elección de las mujeres, los detractores del cambio legislativo a los que retrata Solanas parecen, si no fundamentalistas, mermados intelectuales.



Manifestantes de 'La ola verde' vestidas de 'El cuento de la criada'. (Caramel)





Tras pasar por Cannes —donde estuvo nominada a L'Œil d'or, que reconoce el mejor documental de cualquiera de las secciones del festival— y San Sebastián —donde ganó el premio TVE otra mirada—, 'La ola verde' llega a las salas españolas el fin de semana de la celebración del Día Internacional de la Mujer. Y también en la semana en que el presidente argentino, Alberto Fernández, ha anunciado que enviará al Congreso, de nuevo, el proyecto de ley para legalizar la interrupción del embarazo.


'La ola verde' —por aquello de los pañuelos verdes que simbolizan la lucha a favor del aborto libre en Argentina— consigue transmitir el clima de ebullición que ha acompañado en las calles la deliberación parlamentaria. Solanas consigue atrapar en cámara la ilusión de los millones de mujeres que se lanzaron a la calle en 2018 para exigir el cambio —las batucadas, los maquillajes, la energía positiva—, que contrasta con la dureza de los testimonios de alguna de sus protagonistas. Mujeres que han perdido a familiares a causa de un procedimiento precario —una de ellas, incluso, intentó practicarse un aborto con agujas de tejer—, que han sufrido histerectomías o que, como mínimo, han sido tratadas de "hijas de put*" y "asesinas".



Otro momento de 'La ola verde'. (Caramel)




"De los 320 millones de mujeres que viven en Latinoamérica, solo el 8% puede interrumpir libremente su embarazo", contextualiza el documental en sus primeros compases. "En Argentina, muere una mujer cada semana por un aborto clandestino". A partir de ahí, 'La ola verde' recoge también testimonios de senadores, médicos y representantes de organizaciones feministas. Solanas apunta, además, a las cuestiones ideológicas subyacentes en quienes se muestran contrarios a que las mujeres puedan abortar más allá de los supuestos de violación, malformaciones o peligro para la salud de la gestante, más allá de creencias religiosas o cuestiones morales. Por un lado, la opresión sexista: gran parte de los legisladores son hombres que deciden sobre el cuerpo de la mujer y que, hasta ahora, ni siquiera habían consultado a la parte más interesada en la cuestión.
El documental de Solanas cuenta con testimonios de mujeres abortistas, médicos y legisladores

Por otro lado, también incide en que la punibilidad del aborto —incluso con penas de cárcel— es una forma de dominación de las clases menos pudientes. "Las ricas se hacen abortos. Las pobres también, pero no tienen la plata para hacerlo seguro", aduce Celia Ousset, una médica católica favorable a la despenalización. "Es bastante preocupante que en algunos sectores muy estructurados y fundamentalistas no quieran educación sexual integral, tampoco quieran anticonceptivos y tampoco quieran aborto. Lo que quieren es familias de conejos que no tengan contacto con la realidad o, si no, que la única solución sea la abstención", defiende por su parte el padre De la Serna, de la diócesis de Quilmes.



Cartel de 'La ola verde'.


Cartel de 'La ola verde'.


Otro de los casos polémicos en el documental es el de Belén, una argentina de 27 años que acudió al hospital por una hemorragia vaginal y que, aunque el médico que la atendió dictaminó que había sufrido un aborto espontáneo, acabó acusada de haber asesinado a su feto en los baños del hospital y condenada a ocho años de cárcel, de los que cumplió dos. El espíritu reivindicativo del documental, que termina con el aliento a seguir con la lucha pese a los reveses —y con la idea de que cuando las reivindicaciones son justas y compartidas, el cambio es imparable—, queda desmerecido —que no desactivado— por una realización demasiado convencional: la emoción del fondo no se corresponde con la grisura de la forma. "Las mujeres hemos conquistado derechos a base de muchas derrotas", recuerda la periodista Mariana Carabajal. Porque los derechos se consiguen peleando.

 
¿Qué planes culturales puedo hacer hoy en casa? Viernes 3


Ana Torrent en 'El espíritu de la colmena'.


Ana Torrent en 'El espíritu de la colmena'.




Cine
Al cine en el cine. El pasado mes de diciembre la Filmoteca Española finalizó las celebraciones del 30ª aniversario del cine Doré, la sede de sus proyecciones. Ese colofón lo realizó con el estreno de Arrebatad@s, una película colectiva montada con las sugerencias de 200 internautas que enviaron sus elecciones a través de la cuenta de Instagram de la institución. El requisito: seleccionar en películas españolas secuencias sobre el acto de ir al cine. Como decía en su momento Josetxo Cerdán, director de la Filmoteca, se intentaba “que fuera un trabajo compartido, una celebración del acto de ir al cine y un homenaje a estos espacios con pantalla grande, cada vez más escasos. De ahí ha salido un cuaderno de apuntes sobre la historia de los espectadores del cine en España”. El medio centenar de películas arranca con Vida en sombras 1948), de Llorenç Llobet-Gràcia, que muestra a un niño en una barraca del cinematógrafo de los Lumière, hasta Dolor y gloria (2019), de Pedro Almodóvar, con una secuencia rodada en el mismo cine Doré, Entre medias, Esta pareja feliz, El camino, Arrebato, El crack o El espíritu de la colmena, con la más bella secuencia rodada en España del descubrimiento del cine en la infancia. La película colectiva llega hoy en dominio libre al canal de Vimeo de la Filmoteca Española, que mientras siga el estado de alarma irá alimentándolo con un estreno cada viernes y cada martes.

 
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