Wallis Simpson: Estilo y Joyas

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El collar de perlas fue el único gesto de la familia real hacia él y hacia su mujer todas son joyas compradas por él y encargadas a propósito para ella. Tengo más si os interesa porque lo de estos dos y las joyas era TOO MUCH.
 
Esto puedo entenderlo perfectamente, viendo el estilazo que gastaba y lo que le gustaba lucirlo...según he leído aprovechaba cualquier ocasión para irse a EEUU, desde ir al dentista hasta llevar prendas a lavar en seco... todo lo cual está confirmado pues necesitaba autorización para esos desplazamientos, no olvidar que se estaba en guerra.
¿habéis visto la peli de Madona sobre la subasta de las joyas?. Si os interesa es lenta pero sólo por ver las copias de la ropa y de las joyas se pasa una tarde de invierno de lluvia.
 
Me pregunto quien habra heredado todas esas joyas?

Pero ¿quién quedó con la propiedad? Es decir, imagino que alguien toma la decisión de subastarlas y obtener el beneficio de la venta.

Eso mismo me estaba preguntado ahora mismo.Esas joyas no pertenecían a la corona británica ??:l duque se las apropio?? Que jeta tienen todos y que bien se les daba y se les da, para vivir sin dar un palo al agua.
No, las joyas no eran de la Corona. La reina madre y la madre de Elizabeth no la soportaban, de ninguna manera lo hubieran permitido...Eran obsequios del duque, que incluso a veces daba ideas para el diseño.
La mayor parte de su herencia fue para investigaciones médicas, debió ser al Instituto Pasteur, porque recuerdo que era una organización con sede en París. Esto fue muy extraño (sobre todo para sus escasos familiares en USA) porque nunca en su vida se había interesado por estas cosas... Otro legado fue para el estado francés, como agradecimiento por haberlos recibido (incluso les habían proporcionado una residencia en su momento) La FR no recibió nada significativo, lo que no debe asombrar a nadie...
 
http://blog.lopezlinares.com/2016/03/29/las-joyas-de-la-wallis-simpson-duquesa-de-windsor/

“Las Joyas de la Wallis Simpson- Duquesa de Windsor”
29 Marzo, 2016


Es difícil comparar la colección de joyas de la duquesa de Windsor con cualquier otra. La venta final de la colección fue única: no sólo eran éstas las joyas que habían sido elegidas por un rey para dárselas a la mujer que amaba y por la que abandonó un trono, sino que también incluían, por derecho propio, algunos de los ejemplos más importantes del arte y la creatividad de los más prestigiosos joyeros del siglo XX.

Durante todo el noviazgo del Príncipe de Gales con Wallis Warfield Simpson, y también durante su vida de casados, compartieron una pasión por la joyería, encargando una serie de fabulosas creaciones a algunos de los mejores joyeros de la época. Antes de su muerte en 1986, la duquesa de Windsor dejó instrucciones de que su colección de joyería debería venderse tras su muerte y todas las ganancias donadas al Instituto Pasteur en París, como muestra de gratitud a los franceses por toda la amabilidad que habían mostrado a ella y a su marido.

La subasta tuvo lugar en Ginebra en abril de 1987.

Muchas de las piezas que el Príncipe de Gales encargó para Wallis estaban basadas en sus propias ideas, pasando muchas horas con los joyeros que las crearon.

Casi todas las joyas estaban dedicadas con pequeñas inscripciones o fechas. La primera inscripción fechada se encontró en un collar de doce dijes, que llevaba en el reverso de una placa las fechas “9/4/34 12 de marzo 1934 15/5/34”. No ha sido posible encajar estas fechas con ocasiones en particular, pero los otros dijes del collar rememoran fines de semana en Fort Belvedere, en Windsor, vacaciones a menudo con la Tía Bessie y otros amigos, y eventos mencionados en cartas y diarios. El collar era una pieza simple y muy personal, y aunque la estimación de venta fue de 2000/3000 francos suizos, la joya se remató en 198.000 francos suizos, quedó claro que los compradores estaban dispuestos a pagar un alto precio por lo que ellos consideraban un trozo de historia.

Las siguientes fechas significativas se encuentran en un colgante de una cruz latina en oro que Wallis dio al príncipe también en 1934, y en una cruz latina en platino, similar, que el príncipe dio a Wallis, venía la fecha y la inscripción: “WE are too 25.XI.34”

En 1935 Cartier montaría una pulsera de diamantes con estas cruces más otras 7, hasta completar una pulsera con 9 cruces. Cada una tenía interesantes y a veces divertidas inscripciones.

Había una que conmemoraba su operación de apendicitis en 1944; otra, con la inscripción “God save de King for Wallis 16.VII.36”, era un recuerdo del día en que un periodista irlandés intentó disparar al rey. Había también una cruz con una dedicatoria por la boda; se puede ver a Wallis llevándola en los retratos de boda hechos por Cecil Beaton. De nuevo era una joya de gran significado personal, así como de un enorme atractivo.

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Los regalos continuaron durante el noviazgo con una impresionante pulsera de esmeraldas y diamantes, que Edward le regaló por Navidad en 1935. Ella, en respuesta, le regalaría una pitillera de oro de Cartier, que llevaba un mapa grabado con varios recorridos que ellos habían realizado.

Otra de las piezas más sorprendentes era una impresionante pulsera de rubíes y diamantes de Van Cleef & Arpels, creada por uno de los mejores diseñadores de París, René-Sim Lacaze; un diseño sencillo pero extremadamente elegante, engastado con vivos rubíes birmanos. En el broche llevaba inscrito “Hold Tight (Abraza fuerte) 27.III.36”.

En su 40 cumpleaños, el 19 de junio de 1936, recibió un espléndido collar de diamantes y rubíes birmanos de Van Cleef & Arpels. Este original diseño se puede ver en fotografías contemporáneas de la duquesa y en los archivos de la firma, pero cuando llegó a la subasta había cambiado su estilo totalmente. El diseño original del collar quedó pronto obsoleto, y en 1939 se encargó a Lacaza rediseñar la joya. La creación que produjo era espectacular: los rubíes y los diamantes estaban montados como un collar entrelac-de-ruban (un tipo de entrelazado que se usa en tapicería), que sostiene una borla desmontable, se añadieron algunas piedras y el resultado fue una obra maestra del arte de la joyería. Wallis lo llevaba con un par de pendientes a juego de 1936 a los que también había actualizado su diseño; de hecho, cuando aparecieron en la subasta, se habían vuelto a alterar.

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En la fecha de compromiso el 27 de octubre el rey dio a su futura esposa un exquisito anillo para celebrar la ocasión. Se compró a Cartier una excepcional esmeralda colombiana de 19,77 quilates, y se montó en un vástago de platino liso con la inscripción: “We are ours now 27.IX.36”, una declaración sencilla, pero audaz. Según una entrada en el diario de Marie Belloc Lowndes, Cartier adquirió la esmeralda en Bagdag, pero originalmente era el doble de grande. Cartier decidió que el mercado era muy limitado para una gema de ese tamaño y la cortó por la mitad. Una la compró un millonario americano y la otra el rey.

En diciembre de ese mismo año, y ya con su abdicación consumada, Edward, desde Austria, le envió a Wallis otra joya de Lacaze en forma de un clip de rubíes y diamantes

Hubo muchos otros regalos sentimentales durante estos meses de forzada separación, culminándose en la magnífica pulsera de zafiros y diamantes de Van Cleef & Arpels, que Lacaze diseñó para celebrar la finalización de su contrato matrimonial según la Ley francesa del 18 de mayo de 1937. La boda tuvo lugar el 3 de junio en el Château de Candé en Francia.

Al año siguiente el duque de Windsor regalaba a su esposa una espectacular pulsera de Cartier con la inscripción: “For our first anniversay of June third”. Los dos grandes extremos llevaban engastados rubíes de Birmania

Durante toda su vida de casados, la pareja continuó amasando una colección extremadamente interesante de joyas.

En 1946 los Windsor volvieron a Inglaterra a una visita privada, y estando con Lord Dudley en Edman Lodge en Berkshire un ladrón robó todas las joyas que Wallis llevó. Siempre ha habido cierta controversia sobre la magnitud de la pérdida, pero a todas luces fue pequeña porque el grueso de su colección se quedó en Francia

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Los Windsor adquirieron su primer clip de panteras en 1948. Era una piezas de oro decorada con esmalte negro y con una gran esmeralda en cabujón en bajorrelieve, que fue la primera joya en gato, totalmente en tres dimensiones, de Cartier.

Durante cerca de dos décadas los Windsor continuaron adquiriendo estos magníficos gatos. En muchas de estas joyas, no sólo el cuerpo del felino era flexible sino que su cuello estaba montado de tal manera que el ángulo de la cabeza se podía alterar a gusto. En 1956 adquirieron una pulsera de ónice y caprichosos diamantes amarillos en forma de tigre, y su clip a juego en 1959. En 1954 un par de impertinentes diseñados en forma de tigre con la garra levantada. En todos los casos, el diseño y la calidad eran exquisitas, dando a estos felinos de la jungla poder y belleza junto con un fuerte sentido del movimiento. Una colección de felinos incomparable.

En 1945 Cartier diseñó un collar de pechera de oro y gemas engastadas, de nuevo desmontando muchas de las joyas no utilizadas por la duquesa. De inspiración hindú, este collar resultaba particularmente atractivo en la pequeña figura de la duquesa.

La única joya que el duque recibió de su madre, la reina Mary, era un sencillo collar de una vuelta de veintiocho perlas. Fueron remontadas por Cartier, París, y la duquesa decidió llevarla a menudo con el gran colgante de perla y diamante que adquirió de Cartier en 1950.

Entre sus otras joyas de perlas había un atractivo par de pendientes de perlas y diamantes de Van Cleef & Arpels de 1957. Los Windsor también patrocinaron a diseñadores como Suzanne Belperron, Verdura, Seaman Schepps y David Webb. Éste último creó para ella su propia versión de las “joyas de la jungla”. Éstos llegaron en forma de encantadoras ranas decoradas con esmalte y engastadas con diamantes y rubíes en cabujón.

En 1953 adquirió del Maharajah de Baroda unas pulseras de tobillo de diamantes y esmeraldas de cabujón de los que creó un collar.

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En 1960 adquirió una bonita esmeralda de 48,95 quilates que había pertenecido anteriormente al rey Alfonso XIII de España, montado con diamantes en un colgante.

El diamante “McLean” fue probablemente la estrella en la colección de los Windsor. Era una piedra en forma de almohadilla de 31,26 quilates y del mejor color, de las antiguas minas hindúes de Golconda. Había pertenecido anteriormente a Evelyn Walsh McLean, la afamada anfitriona de Washington y ávida coleccionista de joyas. Poseyó el fabuloso diamante azul conocido como “Star of the South”. Tal era su amor por la joyería que en su autobiografía escribió “cuando me niego a llevar joyas, los astutos miembros de mi familia llaman al médico porque creen que estoy enferma”.

El total de las joyas de la venta de las joyas de los Windsor alcanzó un precio en subasta de 31MM de dólares. El subastador, Nicholas Rayner, dijo en el momento de la venta, “Los tres factores de historia, calidad y diseño están presentes y hacen esta colección única”. Es alentador e increíble que estos hechos alcanzaron tales resultados, que posibilitaron que el Instituto Pasteur llevara a cabo avances médicos vitales en la investigación del cáncer y del SIDA.

IMÁGENES:

CHRISTIE’S

Vogue

Bibliografía:

“Hollywood Jewels” by Penny Proddow, Debra Healy and Marion Fasel”
 
El collar de perlas fue el único gesto de la familia real hacia él y hacia su mujer todas son joyas compradas por él y encargadas a propósito para ella. Tengo más si os interesa porque lo de estos dos y las joyas era TOO MUCH.
Muchas gracias por tanta información de las joyas de esta pareja, si tienes más fotos, por favor, ponlas, gracias.
 
Noticia de 1987, del diario El País:

La subasta de las joyas de la duquesa de windsor alcanza un récord histórico

Agencias
Ginebra 3 ABR 1987
La colección de joyas de la duquesa de Windsor, la divorciada americana Wallis Simpson que se casó con el rey Eduardo VII de Inglaterra tras la abdicación de éste del trono, fue subastada ayer en Génova por la firma Sothebys, alcanzando un récord histórico en este tipo de subastas. Sólo 32 de los 306 lotes que salen a subasta alcanzaron una cotización de 3,7 millones de dólares (más de 470 millones de pesetas). Los beneficios de la subasta serán entregados al Instituto Pasteur para financiar la investigación contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Dieciocho cadenas de televisión retransmitieron en directo la subasta de la colección personal de joyas de Wallis Simpson, duquesa de Windsor, por quien Eduardo VIII de Inglaterra renunció al trono.La colección, expuesta desde hace varios días en un lujoso hotel de Ginebra, y que estaba valorada en más de 12 millones de francos suizos (unos 1.000 millones de pesetas) fue vendida por piezas. Ningún posible comprador se interesó por la totalidad.

El beneficio de la subasta, organizada por la casa británica Sotheby's, se destinará al Instituto Pasteur de París, por deseo expreso de la duquesa de Windsor.

Hoy se subastarán objetos personales del matrimonio: fotografías, espadas, bolsos y candelabros. Una gran tienda de campaña, instalada en el muelle que separa el hotel del lago Leman, acogió a las 1.200 personas que, por rigurosa invitación, asistieron a la subasta.

Mientras tanto, 400 personas participaron en la subasta desde los salones del hotel y otras 500 desde la sede de Sotheby's en Nueva York, donde !as joyas ya estuvieron expuestas.

Sólo la esposa
Givenchy, el último modista vivo que vistió a la duquesa, envió a Ginebra a varias maniquíes para que presentaran las joyas, pero que no las lucieron porque, según la casa organizadora, el duque no deseaba que nadie que no fuera su esposa las llevara puestas.El conjunto de piezas regaladas por el duque a Wallis comprenden principalmente joyas de Cartier, el joyero más apreciado por el matrimonio, Van Cleef y Arpels, y Harry Wínston, entre otros.

La mayoría son recuerdos personales con inscripciones conmemorativas de acontecimientos especiales, como el collar preferido de la duquesa, de rubíes y diamantes, ofrecido por su esposo con motivo de su cuadragésimo aniversario.

En el collar, está grabada la frase "A mi Wallis de su David 19/6/36", fue montado de nuevo en 1939 y está valorado en unos dos millones de francos suizos (más de 160 millones de pesetas).

Una sortija con un zafiro y una pulsera de diamantes de Van Cleef y Arpels, que dice "Por nuestro contrato 19-V-37" (dos semanas después de la boda), se estima que tienen un valor de 550.000 francos suizos (unos 46 millones de pesetas).

Un brazalete de Cartier de rubíes y diamantes con la inscripción "por nuestro primer aniversario, 3 de junio", está valorado en 80.000 francos suizos (6.720.000 pesetas).

Según los informadores que asistieron al acontecimiento, la expectación despertada por la subasta se basa fundamentalmente en la historia de amor de Wallis Simpson, divorciada, y de quien renunció al trono para llevarla al matrimonio hace más de 50 años.

Desde el pasado 28 de marzo, día en que se abrió la exposición de las joyas, una muchedumbre admiró la colección. Los norteamericanos, compatriotas & la duquesa, mostraron un vivo interés por las joyas, que habían sido expuestas en Nueva York.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de abril de 1987
 
En 2014 se subastaron nuevamente dos piezas adquiridas en 1987:

Salen a subasta las joyas más queridas de Wallis Simpson: los tigres de Cartier
Un brazalete y un broche con forma de tigre, hoy en manos de la soprano Sarah Brightman, serán subastados en noviembre
Dos millones de euros por los «gatitos» de la Duquesa de Windsor

El próximo 11 de noviembre saldrá a subasta, en la sede de Christie’s en Londres, un lote con dos piezas de Cartier, valoradas en casi dos millones de euros y que guardan dos grandes historias de amor. Se trata de las joyas más icónicas de la firma: un brazalete y un broche de tigres en ónix y diamantes con ojos de esmeraldas, que pertenecieron a la duquesa de Windsor y, posteriormente, a la soprano Sarah Brightman (54 años).

En la década de los 50, las panteras fueron encargadas por el duque de Windsor a la casa Cartier (su joyero de confianza) como regalo para su esposa, Wallis Simpson, por quien en noviembre de 1936 abdicó en su condición de Rey de Inglaterra con objeto de desposar a la divorciada norteamericana. La exiliada pareja, tras la Segunda Guerra Mundial, se habían instalado en París, desde donde arbitraba la moda y la elegancia internacional. Todavía hoy es considerado como el matrimonio más atractivo del siglo pasado.

La pasión felina
En 1948, la duquesa había caído en la redes de esta colección de Cartier, con su primera adquisición felina: otro broche de una pantera en oro, diamantes y cabujón de esmeralda, al que seguiría otra pieza muy similar, esta vez con zafiros. El diseño original data de 1914.

Locos por las joyas, los Windsor habían encontrado en ellas el vehículo ideal con el que demostrarse su amor. Cada ocasión, desde la celebración de un aniversario hasta una operación de apendicitis, quedaba grabada con una joya y así, durante cuatro décadas de matrimonio, atesoraron una de las colecciones mas importantes y vanguardistas del XX, casi todas con un mensaje personal. Y es que todas y cada una de las piezas encargadas en los mejores joyeros del mundo tenían un significado secreto que solo ellos conocían y con las que escribieron su historia de amor.

Cuando murió Wallis Simpson (1896-1986), catorce años después que Eduardo VIII (1984-1972), esta colección de Cartier fue vendida a través de Sotheby’s, en la mayor subasta de joyas de la época, llegando a alcanzar por 300 piezas, entre las cuales había siete panteras y los dos tigres, además del célebre flamenco o de los anteojos, la fabulosa cantidad de unos 64 millones de euros de la época, que fueron donadas al Instituto Pasteur por expreso deseo de su difunta propietaria.

En aquella subasta, algunas de las piezas más famosas fueron recompradas por la firma Cartier, pero estas dos joyas, el brazalete y el broche de tigre, fueron adquiridas por Andrew Lloyd Webber, compositor de los musicales «Evita» o «Jesucristo Superstar», como regalo para su segunda mujer, la cantante Sarah Brightman, y con objeto de celebrar el gran éxito de «El fantasma de la ópera» en 1988. Ahora, Brightman, quien en 1990 se divorció del célebre compositor, pone a la venta, a través de Christie’s, estas dos piezas históricas destinando parte de su importe a la Fundación Andrew Lloyds Webber en favor de la música y de su enseñanza. La cifra podría batir el récord alcanzado por Cartier en 2010. En aquella ocasión, Sotheby’s subastó otra joya de colección Windsor, una pulsera articulada, realizada en 1952, en ónix y diamantes, por la que pagaron 4.521.000 libras (5.413.000 euros).

La colección «Pantera»
Se cumple ahora cien años desde que Cartier sacó su primer reloj de pulsera, una joya de oro, diamantes y ónix que simulaba la piel de pantera. Años mas tarde, entró en la casa parisina Jeanne Toussaint, más conocida como «La Pantera», una mujer sofisticada y elegante que estuvo al frente de la alta joyería de la firma hasta los años 60, tratando y asesorando a todas las grandes. Además de ser la responsable de las piezas de flora y fauna, encumbró las joyas felinas e hizo de ellas el símbolo de la empresa. Famosos son los broches de pantera tridimensionales sobre cabujón de esmeralda o de zafiro para la misma duquesa de Windsor, o los brazaletes articulados en platino realizados especialmente para la multimillonaria Barbara Hutton.
 
Sí, la razón de fondo, la más grave, fué la simpatia que el rey sentía hacia el nazismo alemán. Opinaba que Gran Bretaña necesitaba un Fürher, y que debía ser él, el rey. Desde niño había sentido simpatía por Alemania, viajando de vacaciones para jugar y divertirse con sus primos, los hijos del Kaiser, que gobernaba sin los obstáculos de las Asambleas parlamentarias, el Reichtag era un grupo de servidores, no verdaderos legisladores, que lo era el Kaiser.

Coincidió en simpatía política con la Simpson, que a fines de los años 20, en Shangai, había conocido al embajador de Italia, Galeazzo Ciano, y abortó un hijo, que la dejó esteril. Ciano se casaría poco después con Edda, la hija de Benito Mussolini.

Eran grandes amigos de Oswald y Diana Mosley, de soltera Mitford y Guinness en su primer matrimonio, él era el lider del partido fascista británico y se casó con Diana por sugerencia de Hitler, porque Diana habia abandonado a su marido e hijos para ser amante de Mosley y entró a formar parte de su harén.

De modo que Gran Bretaña no podia poner en peligro su histórico sistema parlamentario con semejante rey intentando hundirlo y convertirse en dictador.

El hecho de que Waliis fuese divorciada sí que era un problema real para aceptar el matrimonio, porque el rey de Gran Bretaña es el jefe de la Iglesia anglicana y no podía casarse con alguien divorciado - hoy ya vemos que sí -. Asi que digamos que este tema y el pulso y farol que lanzó el rey al Gobierno diciendo que tenían que aceptar el matrimonio o abdicaría le salió mal, porque el Gobierno le tomó la palabra y tuvo que abdicar por la razón de la condición doblemente divorciada de la "novia", excusa perfecta para no tener que manchar la imagen de la familia real publicando el escándalo de tener un rey nazi.

De hecho, David pensó que volvería, apoyado por Hitler tras la conquista de Gran Bretaña. Ya casados y exiliados, fueron a Berlin a visitar a Hitler, quien trató a Waliis como Alteza Real. Esa foto dando la mano a Hitler fué una vergüenza. Y, al estallar la guerra, el MI5 descubrió al Duque de Windsor dando información confidencial a Hitler y diciendo que Gran Bretaña debía rendirse. De no haber sido quien era, lo hubiesen fusilado, pero Churchill los mandó a las Bahamas como gobernadores, lejos de Europa y vigilados por la Armada estadounidense y sus propios guardaespaldas, asi cuatro años en que la Simpson sintió que se volvía loca de aburrimiento. Tras el fin de la guerra, se dictó el exilio perpétuo de la pareja, que gozarian de una gran asignación económica, convertidos en ricos snobs de la Hit Society europea y en perpetuo enfrentamiento con la familia real, que no aceptarían a la Simpson hasta el dia del funeral del Duque de Windsor y, después, la enterrarían con él.
Es muy interesante esto que nos cuentas, pero me gustaría saber quién oficialmente sostenía el tren de vida de este de vividores de lujo.
 
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