Antònia al poder

Y oye, sigo hablando, porque contando lo de Mido me he acordado de la malísima impresión que me causo la forma en la que trataba a su hermano el poquito rato que lo vimos (nosotras y ella) en sus viajes de este verano. El hermano la miraba poco menos que con adoración, diciéndole que era muy valiente, que valía mucho, que era la mejor, y ella ni lo miraba y casi ni le contestaba, de verdad que me hizo hasta daño que fuera tan despectiva con una persona que la quiere tanto.
En las vacaciones de hace dos años tuvo que hacerse cargo de su hermano porque su madre estaba ingresada. Cuando salieron del hospital él le dijo que tenía ganas de fumar, ella como un sargento le gritó: Ahora no fumas, ya te daré el tabaco. El pobre se quedó chuzado, más por las maneras que por el simple hecho de no poder fumar.
La falta de empatía y cariño que tiene hacia las personas la hacen muy desagradable, por eso me muero de risa cuando va de enrrollada y pone esos caretos falsos de cariñosa.
Es un cardo borriquero.
 
Algunos tienen cientos de miles de visualizaciones e incluso millones, no habrá dinero para pagarles, véase Nekojitablog
Ver el archivo adjunto 2136456

Sí, los vídeos de Nekojitablog se los curran, son interesantes, ni comparación con los de las dos petardas de la Toña y la Minti.

Precisamente ahora, leyendo El Mundo, me he encontrado con este artículo que habla de las instamamis. Algunas sí ganan mucha pasta, como Verdeliss.

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Así funciona el negocio de las instamamis

  • JOSITA GARCÍA DE LA HERRÁN
Jueves, 30 septiembre 2021 - 17:15

Miles de influencers retransmiten en directo su vida íntima y la de sus hijos como medio de negocio, pudiendo llegar a cobrar por una publicación hasta 18.000 euros.

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El Mundo

Hasta 600 euros por una foto. 400 por un pack de doce stories. Esto, el contrato más sencillo. "Se genera muchísimo dinero, yo alucino con las cantidades", resalta María, nombre ficticio al no querer revelar su identidad.

Es sólo una de las miles de pequeñas influencers que explotan y monetizan en redes su maternidad. Tiene dos hijos y más de 48.000 seguidores, cantidad aproximada a toda la población censada en Segovia, a los que les muestra como es el día a día de su familia.

La de esta instamami es una comunidad muy pequeña. Las madres influencers más populares sobrepasan con creces el millón de seguidores. Sin embargo, con menos de 100.000 followers, ya se gana dinero, y mucho.

Las mamás son uno de los perfiles que más abundan en redes sociales, sobre todo en Instagram. Buscan visibilizar la maternidad, dan consejos y, por supuesto, publicitan productos y servicios de lo más variopintos.

Al retransmitir en directo su vida y la de sus hijos, crean contenido y mantienen el preciado engagement, es decir, el grado de interacción con su audiencia. No solo vale el like. Los comentarios y los post que sus seguidores comparten o se guardan como información de interés son su carta de presentación ante las marcas, que lo utilizan como baremo para tasar colaboraciones comerciales con ellas.

El lado oscuro de esta práctica es la sobreexposición que hacen de sus hijos y hasta qué punto pueden estar vulnerando sus derechos. Admiten que es algo en lo que piensan, sí, pero se excusan bajo la idea de que no les hacen ningún daño, simplemente ganan dinero para darles una vida mejor. De hecho, la agencia 'Influencers de Moda' reconoce que: "Hoy en día el trabajo en redes es como salir a la calle. Nosotros lo vemos como si le taparas la cara a tu hijo cuando sales de casa porque no quieres que nadie le vea. No está mal que aparezcan, salvo que te veas beneficiado de una manera total".

Hoy encontramos miles de perfiles de madres, incluso empiezan a proliferar los padres, pero entre las pioneras, las que fueron fuente de inspiración para muchas, sobresalen nombres como el de Verdeliss. Una de las españolas más populares en redes, que probablemente abrió el camino a muchas de las instamamis que han ido apareciendo después. Tiene 7 hijos -el octavo en camino- y cerca de un millón y medio de seguidores, sólo en Instagram. Como la mayoría, también está en otras plataformas como YouTube o TikTok.

Entre su día a día y su intimidad llegó a retransmitir en directo alguno de sus partos. En su perfil encontramos un variadísimo escaparate de productos y propuestas comerciales. El caché de una influencer como ella, convertida en celebrity, puede llegar hasta los 18.000 euros por post según Bussines Insider. Aunque las cifras varían mucho en función del tamaño de la audiencia, la calidad de sus contenidos o los comentarios que generan entre su comunidad.

En esa horquilla de tarifas cada vez han ido ganando más peso las microinfluencers, con menos de 100.000 fans pero con un público muy fiel, lo que las marcas consideran nicho, una audiencia muy comprometida en la que es más fácil impactar desde el punto de vista comercial. De hecho, precursoras como Verdeliss o Balamoda, ya han creado perfiles de alguno de sus hijos -aún menores de edad-, gestionados y supervisados por ellas, para llegar a esos nichos donde encuentran nuevos segmentos de monetización. Una muestra más de que vender en Instagram no es solo una moda, sino un negocio que mueve mucho dinero.
Pero, ¿qué hay de la legalidad? Lo novedoso de la práctica nos sitúa en un escenario aún poco concreto. Lo cierto es que empiezan a aparecer las primeras denuncias interpuestas por jóvenes cuya infancia está circulando por las redes.

Destaca un caso de octubre de 2018 en el que el Tribunal del Distrito de la Haya condenó a una mujer a retirar todo el contenido en el que aparecieran sus hijos y le desautorizó a publicar imágenes o vídeos, incluso le multó con pagar 500 euros por cada día que no cumpliese la sanción hasta llegar al máximo de 25.000.

Los menores, por su condición de madurez y vulnerabilidad, son representados por sus progenitores en el ejercicio de sus derechos. "Yo, como padre, tengo una responsabilidad respecto a mis hijos y debo ejercerla en todos los ámbitos de la vida. No puedes subir a las redes sociales fotografías suyas de forma indiscriminada", subraya Arturo Canalda, ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.

Respecto a la exposición abusiva de menores, el protocolo marca que si existe un beneficio económico, aunque sea indirecto, lo correcto es pedir una autorización fiscal informando de qué actividad se pretende desarrollar. En este caso, Fiscalía estudiará si estas publicaciones suponen una vulneración de sus derechos. Aun así, Beatriz Patiño, abogada especializada en Derecho Digital, insiste: "No veo correcto exponer la vida de un menor y además con el fin de ganar dinero. Subir una foto de manera puntual vale, pero que no se vuelva la profesión de su madre".

Ante esta percepción no faltan haters que cada día les recuerden que su práctica no es del todo ética. María tiene claro donde pone sus límites, pero hay casos de arrepentimiento. Isabela de Lachiondo, la influencer tras el perfil tiene tres hijos, y hasta no hace mucho, entre sus consejos sobre cómo llevar una vida saludable aparecían los rostros de sus niños. Un día sorprendió a su comunidad con una limpieza radical, borró todas las imágenes en las que se podía reconocer a los pequeños y publicó un vídeo explicando a sus seguidores la decisión. "No quería que les reconocieran como "los hijos de". Y lo peor, en las redes puede haber pederastas, hay muchas madres que no saben quién les está siguiendo".

Lucía Bosque, psicoterapeuta infantil, argumenta que la exposición de menores en la red se ha normalizado tanto que ya no lo vemos como algo peligroso que puede afectar negativamente a su desarrollo. "La línea de la intimidad va a ser muy difícil de delimitar para aquellos cuya vida está completamente expuesta. Cuando estos niños sean adolescentes y empiecen a manejar sus redes, ¿dónde van a poner el límite de su privacidad? Les va a ser complicado diferenciar qué es íntimo y qué no", subraya.

Con este escenario, en países como Francia trabajan ya para amparar a los mas pequeños. "No por que sus padres hayan abusado. Pero sí por que promovieron estas conductas y no pusieron límite. Estos chicos sienten que han perdido su infancia", afirma Javier Urra. Como novedad, la ley francesa establece que cualquier persona que publique imágenes de menores con un fin lucrativo, deberá solicitar una autorización a la administración.

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Veremos en unos años qué tal lo llevan los hijos de la Toña y la Minti.
 
Está claro que la fórmula de estas es videos diarios, con por lo menos el tiempo mínimo para que sea monetizable. Por eso son tan aburridos. Sacar contenido de todo.
Con unas vidas monótonas y sin nada que contar que resulte interesante, o divertido.
Si suben al coche hablar sin parar, de lo que sea, niños, marido, carretera cortada etc , no estar ni un momento callada, llas palabras son euros. se habla de lo que sea.
Supermercado enfocando la mercancía y hablando sin parar porque la música de fondo le puede fastidiar el video y no monetiza, en casa interactuando con la familia o sola contándonos lo que piensan hacer o no hacer da lo mismo.
¿Por qué las seguimos? Pues muchas primas porque los vemos en 3 minutos y así y aún la cazamos en su trampas y trolas y sobre todo porque si un día ocurre el milagro y nos cuentan el lado oscuro de sus vidas, que todas lo tienen y a veces más que oscuro negro, muy negro.
En mi caso entré en este mundo por Tomasa conversa de pro que se fue al Isis con sus hijos. También tuvo la culpa de este enganche el confinamiento, y hasta ahora.
Pues mi enganche es pir las primas y el foro, que cuando hubo problems y estuvo cerrado, anda que no os eche en falta😜😜😜😜😘😘😘
 
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