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Me refería yo más bien en el aspecto sentimental de sus hijos,de sus relaciones.Excepto el último,todos divorciados.Que no pasa nada,es corriente hoy en día.Pero que ninguno ha tenido una vida sentimental tan plena y largaCreo que también ha tenido unos hijos maravillosos, sanos, siempre cariñosos con ella, siempre transmiten admiración por ella, dedicación cuando los necesita, le han dado unos nietos, bisnietos preciosos y sobre todo siempre están a su lado..
Los hijos son "prestados", la perfección no existe y todo ser humano tiene derecho a equivocarse y rectificar su camino en esta vida...
Hay mucha insistencia en funeral de estado con la presencia de"casas reinantes y no reinantes" con jefes de estado de todo el mundo incluído Corea del Norte.
Ya se explicó que el señor quería algo sencillo y no que quieren pompa y circunstancia. Pero no toca.
Habrá que esperar a que sea el turno de la reina y esperemos que para entonces la pandemia este bajo control.
Estas imágenes son muy bonitas,ella vestida y enjoyada,sexy como una actriz de Hollywood,y el guapo y admirador rendido.Las fotos y videos muestran el amor, la complicidad y la admiración que sentían el uno por el otro.
Yo me hubiese enamorado locamente, era atractivo y sexy por donde lo mirases.
Leí en un artículo, a raíz de ver la serie, que Lilibet no lo dejaba vivir con el tema s*x*, que quería acostarse con él a todas horas... y me lo creo.
Me refería yo más bien en el aspecto sentimental de sus hijos,de sus relaciones.Excepto el último,todos divorciados.Que no pasa nada,es corriente hoy en día.Pero que ninguno ha tenido una vida sentimental tan plena y larga
como la de Elizabeth y Philips,de verlos con esas miradas de afecto y atracción mutua.Puede ser porque tampoco los han fotografiado tanto.
Respecto a sus hijos,se contaba que su educación fue bastante estricta.
A Charles decían que lo enviaron a un internado en que los levantaban a las seis de la mañana y les hacían duchar con agua fría.
Ni Charles ni Ana consiguieron entrar en la universidad,no obtuvieron la nota mínima.Por lo menos eso leí.
La hermana de Isabel,Margaret, también sufrió mucho de amores porque no le dejaron casar con quién estaba enamorada.
Elisabeth tuvo más suerte.
Es que parece que Philips admiraba a la mujer,no a la reina.Cómo la miraba la queen espectacular con ese vestido y joyas.
Qué relación más especial tenían estos dos. Creo que el Duque de Edimburgo valoraba mucho cómo se había comportado Kate con la Familia Real en todos los años de noviazgo. Y, una vez convertida en Duquesa de Cambridge, ella supo ver en él el ejemplo de lo que tenía que hacer. El apoyo, siempre certero y sereno, del que está designado a ser Rey.
Aparte del cariño que le tenía Philipp por ser la nieta de un buen amigo. La mira con ojos de abuelo, orgulloso de lo que ha conseguido.
Creo que tanto Chabela como Philip han terminado sintiéndose muy orgullosos del hombre que resultó ser Edward: tranquilo, sin escándalos maritales, sin mayores problemas con la prensa, buen padre, buen hermano, muy trabajador en sus deberes royal.
Y sus hijos son reflejo de eso, tanto Louise como James han tenido una infancia/adolescencia feliz porque han estado rodeados de cariño y con una estructura estable alrededor, al ser los menores también sus tíos y primos les han cobijado más.
Aún recuerdo cuando Louise comenzó a competir en lo de los carruajes en Windsor, el primero que llegaba a verle era Philip. Y a Chabela le encanta salir a cabalgar con ella y su hermano.
Charles estudió historia, arqueología y antropología en Cambridge, y también estuvo en una universidad de Gales estudiando historia y lengua galesaMe refería yo más bien en el aspecto sentimental de sus hijos,de sus relaciones.Excepto el último,todos divorciados.Que no pasa nada,es corriente hoy en día.Pero que ninguno ha tenido una vida sentimental tan plena y larga
como la de Elizabeth y Philips,de verlos con esas miradas de afecto y atracción mutua.Puede ser porque tampoco los han fotografiado tanto.
Respecto a sus hijos,se contaba que su educación fue bastante estricta.
A Charles decían que lo enviaron a un internado en que los levantaban a las seis de la mañana y les hacían duchar con agua fría.
Ni Charles ni Ana consiguieron entrar en la universidad,no obtuvieron la nota mínima.Por lo menos eso leí.
La hermana de Isabel,Margaret, también sufrió mucho de amores porque no le dejaron casar con quién estaba enamorada.
Elisabeth tuvo más suerte.
El último párrafo es muy conmovedorArtículo de opinión de The New York Times.
El último párrafo me encantó.
Opinion | Prince Philip, the Man Who Walked Two Paces Behind the Queen (Published 2021)
The Duke of Edinburgh understood that the rituals of monarchy were both ridiculous and necessary.www.nytimes.com
Ver el archivo adjunto 1890907
El príncipe Felipe, el hombre que caminó dos pasos detrás de la reina
El duque de Edimburgo comprendió que los rituales de la monarquía eran tan ridículos como necesarios
Por Tina Brown
La Sra. Brown es autora de "The Diana Chronicles" y del próximo libro "The Palace Papers".
9 de abril de 2021
En 1953, con un susurro de armiño, en la coronación de la reina Isabel II en la abadía de Westminster, Philip Mountbatten, duque de Edimburgo, de 31 años, se quitó su propia corona y se arrodilló a los pies de la joven con la que se había casado seis años antes, y le juró lealtad. "Yo, Felipe, duque de Edimburgo, me convierto en vuestro vasallo y devoto servidor en la tierra, y, leal y honestamente, os juro vivir y morir en vuestra defensa contra cualquier enemigo. Con la ayuda de Dios”.
El hecho de que Felipe mantuviera ese juramento durante los siguientes 68 años es un milagro no solo de la monarquía moderna, sino también del matrimonio moderno.
No fue fácil asumir un papel en el que siempre caminaría dos pasos detrás de su esposa. Philip era la inquietante definición de un macho alfa completo: devastadoramente guapo, vigorosamente seguro de sí mismo, impaciente con los tontos -y no solo con los tontos.
Cuando se inclinaba desde su considerable altura y se abalanzaba sobre un acto o un factótum recalcitrante, podía ser una experiencia desgarradora para quienquiera que se hubiera equivocado.
"La reina debe haber entendido desde el principio que se trataba de un personaje muy, muy fuerte con una columna vertebral recta como una baqueta, y no iba dejar de serlo", me dijo Sir Nicholas Soames, un amigo del príncipe Carlos.
Esta no fue una unión artificial, como el desastroso matrimonio de Carlos y Diana. Fue un matrimonio por amor desde el principio. La reina había estado loca por él desde 1939, cuando tenía 13 años y el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, un oficial cadete de la Armada de 18 años, la acompañó en el Royal Naval College de Dartmouth.
Con el tiempo, él se enamoró de ella, según dijo en una carta de 1946 citada en la biografía de Philip Eade, "completamente y sin reservas". Cuando le propuso matrimonio siete años después en Balmoral, ni su padre, el rey, ni la reina madre pensaron que fuera una apuesta segura. Es posible que Felipe estuviera relacionado con la mitad de las cabezas coronadas de Europa, pero su familia había sido expulsada al exilio y él era príncipe de nada y no tenía un centavo.
Desde la infancia, el trilingüe Philip rebotó entre sus parientes europeos. Mientras estaba en Gordonstoun, el espartano internado escocés al que fue enviado, no tenía idea de dónde pasaría sus vacaciones escolares. Firmaba el libro de visitas en las casas de campo de sus amigos con el descriptor "sin domicilio fijo".
La tímida y observadora princesa Isabel no se dejó intimidar. Vio en Philip el personaje inquebrantable que sería lo que ella llamaría en su 50 aniversario "mi fuerza y mi pilar todos estos años". Los dos compartían un sentido del deber y un deseo de servir que estaba enmarcado por la guerra.
"Su generación equiparó el servicio al país con el servicio a los valores en los que creía", dijo Jamie Lowther-Pinkerton, ex secretario privado de los príncipes William y Harry.
El desarraigado pasado real de Felipe reforzó su convicción de que la supervivencia de la monarquía se basa y está limitada por un compromiso con el deber.
Ahogada por la deferencia, Elizabeth confió en la impaciencia subversiva de Philip. Rodeada de una formalidad insoportable, siempre podía depender de él para hacerla reír. Su regalo para ella fue el secreto compartido de que las formalidades eran completamente absurdas y absolutamente necesarias.
“Sabía que él siempre le daría una respuesta honesta”, me dijo Alastair Bruce, gobernador del Castillo de Edimburgo y documentalista.
Ver el archivo adjunto 1890912A cambio, ella le proporcionó a Philip el lugar emocional seguro del que careció su infancia. Aunque se rumoreaba que le gustaba el flirteo, su devoción por la reina no puede ser cuestionada. Completó más de 22.000 compromisos reales por su cuenta y acompañó a la reina en todas sus giras por el extranjero. ("¡No empujes a la reina!", ladraba a veces cuando la prensa se acercaba demasiado).
Retrato de Thomas Struth de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo, Castillo de Windsor, 2011.
CreditThomas Struth
Hizo comentarios que iban desde descorteses ("Su país es uno de los centros más notorios de comercio de especies en peligro de extinción", les dijo a sus ofendidos anfitriones al aceptar un premio de conservación en Tailandia en 1991) a ofensivos ("¿Todavía arrojan lanzas entre ustedes?”, preguntó a los ancianos aborígenes en un viaje con la reina a Australia en 2002). Pero la cara de póquer de la reina en público no era una guía de cómo podría haberlo reprendido secamente en privado.
El matrimonio tuvo éxito tanto en la estrategia como en el amor.
El desafío matrimonial de la reina fue cómo aprovechar las prodigiosas energías de su esposo al servicio de la corona.
La clave para eso era evitar que se sintiera desamparado. Hubo un período difícil en los primeros años, cuando se enteró de que sus hijos tomarían el nombre dinástico de Windsor, no el suyo. Y había pocos modelos entonces sobre cómo construir un matrimonio en el que el equilibrio de poder se inclinara tan completamente hacia una esposa, a menos que se cuente a la reina Victoria y al príncipe Alberto.
Con su acostumbrada sabiduría calmada, la reina encontró formas astutas de manejar a su marido mientras se ocupaba de importantes asuntos de estado. Lo puso a cargo de todas las propiedades y casas reales, que él supervisó, como dijo amargamente la reina madre, como un “junker alemán”, y le delegó las grandes decisiones familiares.
Elizabeth alentó las actividades que hicieron que Philip se sintiera autónomo: volar, practicar polo, conducir carruajes. Conducía un carruaje de cuatro caballos por Windsor Great Park a la edad de 97 años. Le apasionaba la tecnología. En años más recientes, me han dicho, ensalzaba los beneficios de su Kindle hasta que, disgustado por todo el marketing directo de libros que no quería leer, lo tiró a la bañera.
Felipe estaba decidido a no interferir en el ámbito constitucional de la reina. En cambio, se lanzó a un torbellino de casi 800 presidencias benéficas. Su pasión por la conservación estaba por delante de la curva medioambiental.
En 2017, a la edad de 95 años, Philip anunció que se retiraba de los deberes reales.
En una acogedora casa de campo en la finca de Sandringham, se dedicó a leer con voracidad y pintar acuarelas.
Su retiro dejó un vacío tanto para el palacio como para la reina. Hay muchos que creen que la falta de su presencia decisiva en el centro de la acción es una razón clave por la que la familia Windsor comenzó nuevamente a arder en llamas: primero el embrollo del príncipe Andrew con el delincuente sexual Jeffrey Epstein y luego las revelaciones explosivas de Harry. y Meghan en el exilio. Pero es difícil imaginar que incluso Philip, el ejecutor de la familia, pudiera haber apagado este infierno.
Para la reina, la traumática experiencia de Inglaterra con el Covid trajo una bendición inesperada. Pudo pasar un año encerrada en Windsor y Balmoral con el amor de su vida. En público, no se permitían muestras de afecto, pero en privado, me dijo Bruce, tenían una maravillosa complicidad burlona.
“Se enfrentan como lo hacen dos personas que se aman, de una manera que hace ver su intimidad y confianza”, dijo.
En sus décadas como consorte de Isabel, Philip continuó buscando formas de redefinir la relevancia de una monarquía moderna y apoyarla mientras se forjaba un compromiso hiperactivo con las causas y los intereses propios. Sin embargo, nunca olvidó su obligación. Cuando finalmente se dio cuenta de que se estaba quedando sin fuerzas, el frágil vasallo y compañero de la reina le preguntó formalmente al monarca si lo liberaría de su servicio.
Suavemente y con amor ella lo dejó ir.
Aquí el parecido orejil (más desarrollado en Charles) pero es evidente.