Universidad Española

El rector de la Universidad Rey Juan Carlos plagió también la tesis doctoral de una alumna en 2008
Fernando Suárez copió y pegó párrafos sin citar de una doctoranda de otra universidad para conformar su artículo La Asamblea de Bayona, publicado en 2008 como propio

Plagia páginas completas de una tesis de 2004, pero la cita una vez en un pie de página, calificando el trabajo que está copiando de "magnífico"

Según recoge una exhaustiva comparativa académica, también plagió a otros dos juristas. Uno de ellos, el profesor Sarasola, dice a eldiario.es que "el rector no puede tener un cargo institucional"

Raquel Ejerique
53 Comentarios

19/11/2016 - 19:58h
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Comparativa del trabajo del rector y la tesis, con nota al pie

más INFO
Fernando Suárez, rector de la universidad pública Rey Juan Carlos de Madrid, también copió y pegó la tesis de una alumna de la Universidad Complutense en 2008. Publicó el texto sin citar y sin comillas como si fuera suyo. Este nuevo caso se suma al último conocido, el plagio a un libro de un catedrático de Barcelona.

Si en la primera ocasión publicó el copia y pega en un prestigioso anuario jurídico, en esta segunda ocasión lo hizo en una publicación sobre la Constitución de Bayona que promocionó el Instituto de Derecho Público de la universidad que dirige. Entonces, era 2008, Suárez era vicerrector, ya que llegó a la cúspide académica, al puesto de rector, en las elecciones de 2013.

El texto del que se encargó se titula La Asamblea de Bayona, que tiene páginas enteras calcadas del trabajo de María Reyes Domínguez, una alumna de la Universidad Complutense de Madrid que presentó su tesis en 2004, cuatro años antes. La doctoranda había hecho un trabajo de investigación de más de 400 páginas, que el actual rector reutilizó literalmente en su artículo de 40 folios.

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El rector de la URJC, Fernando Suárez, en su toma de posesión

Pero no es la única autora de la que copia y pega texto, aunque sí es la que sale más damnificada. En la obra del rector se publican también párrafos completos de la investigación Los españoles en 1808, de Vicente Palacio Atard (1989) y de un trabajo del profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo Ignacio Fernández Sarasola, titulado La primera constitución española: el Estatuto de Bayona.

Así lo pone de manifiesto una exhaustiva comparativa que circula en el ámbito académico (abajo, el documento) y que incluye comentarios sobre la calidad del texto de Suárez como "Las notas nº 11 y nº 12 son irrisorias, como la nº 1 y la nº 2, dignas de apuntes de historia de bachillerato superior". eldiario.es ha podido confirmar que los textos comparados son los del rector, la doctoranda y el profesor Sarasola. El texto de Atard no se ha podido confirmar al no haberlo hallado online y no haber podido contactar con el autor, ya fallecido.

"Es una injusticia"
El profesor Sarasola, en conversación con eldiario.es, confirma que está al tanto del copia y pega de su libro y cuenta que no tiene pensado demandar, pero opina que Suárez "no puede tener un cargo institucional en una universidad pública pagado con los impuestos de todos. A mí no me causa daño personalmente, pero es una injusticia". Este experto en Derecho lamenta también que haya investigadores jóvenes, en precario, que pasan años "fuera de España buscando cobijo para luego ver que así se ocupa un cargo institucional".

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Ejemplo del plagio del rector
Fernando Suárez cita solo dos de las tres fuentes –a Sarasola ni lo cita– y de pasada en los pies de página. En el caso de la tesis tiene el detalle de decir al pie: " Merece especial atención la magnifica Tesis doctoral de DOMÍNGUEZ AGUDO, M. REYES, El Estatuto de Bayona, publicada por la Universidad Complutense". Lo que no dice es que la está plagiando literalmente.

El rector no ha comparecido desde la publicación del primer caso de plagio publicado por eldiario.es y adelantado por Cuarto Poder. La única explicación que ha dado ha sido que citó a pie de página (una vez) al profesor del que cogió párrafos enteros. El profesor Sarasola se indigna: "Son páginas enteras, en este caso sobre todo de la tesis, y citar una obra al pie no quita para que sea plagio, es vergonzoso".

Y así lo recoge la propia normativa de la universidad URJC que dirige el rector Suárez. Dice en su artículo V, letra f que entre las obligaciones del doctorando está "actuar con ética a la hora de informar sobre los resultados obtenidos en el transcurso de la tesis doctoral. Evitar el plagio y respetar los principios de la propiedad intelectual".

eldiario.es ha intentado contactar con el rector, que no ha dado respuesta a este segundo caso de plagio.

http://www.eldiario.es/sociedad/rector-URJC-plagio-doctoral-alumno_0_581642099.html
 
Mientras Tanto
CARLOS SáNCHEZ


UN LIBRO DESTAPA LA ENDOGAMIA Y EL COMPADREO
Las miserias de la Universidad española contadas desde dentro
La conversación no tiene desperdicio. Y se produjo entre la actual consejera de Educación de Madrid, Lucía Figar, y su directora general de Universidades.
Tiempo de lectura6 min
11.12.2013 – 06:00 H.
La conversación no tiene desperdicio. Y se produjo entre la actual consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, y su directora general de Universidades e Investigación, Clara Eugenia Núñez, quien años después ha reproducido en un libro lo que allí se dijo. Núñez había sido contratada directamente por Esperanza Aguirre con un encargo: “Regenerar las instituciones”.

La consejera y su subordinada hablaban de los IMDEA, un ambicioso programa científico que todavía hoy pretende atraer talento a la Comunidad de Madrid, carente de una masa crítica de investigadores. Fue en ese contexto cuando Figar dijo a la directora general: “Me dicen que tus investigadores (sic) no asisten a las reuniones ni a comités, se limitan a investigar”. Y prosiguió: “Ya sé que publican muchos papers, pero ¿quién les dice en qué tienen que investigar?, se preguntó.

La respuesta de Núñez fue inmediata y aplastante:

–Si hubiera que decírselo, no serían investigadores.
–Claro, claro –siguió argumentando la consejera–, pero además de investigar, ¿qué hacen?

Ni que decir tiene que, al poco tiempo, la directora general fue destituida de su cargo y las universidades madrileñas y sus centros de investigación son hoy pasto de todo tipo de políticas descabelladas. La consejera, sin embargo, como en el cuento de Monterroso, sigue allí.

No es desde luego el único caso. Ni siquiera el más sangrante. La España de las autonomías se ha llenado de campus universitarios bajo la atenta mirada del poder político, que, como dice Clara Eugenia Núñez, han inventado la biblioteca-espectáculo, poco espacio para el estudio y el depósito de libros y mucho para el divertimento. Algunos datos lo corroboran. En 1975, había en España 28 universidades, pero en 2007 ya eran 77 (de ellas, 50 públicas) con 132 campus universitarios. Es decir, una por provincia. Hoy existen tantos campus como institutos de enseñanza media había en España a comienzos del siglo XX.

Excelsa mediocridad

Tanto dispendio, sin embargo, no evita una realidad dolorosa: ninguna universidad española se encuentra entre las 200 mejores del mundo, lo que da idea de tan excelsa mediocridad. Y lo que probablemente sea más preocupante: su irrelevancia social es absoluta.
imagen-sin-titulo.jpg

Eso es, precisamente, lo que denuncia Clara Eugenia Núñez en Universidad y Ciencia en España, un libro que acaba de ver la luz y que refleja las miserias desde dentro (cinco años como directora general de Universidades) de una institución esencial en la formación de sociedades avanzadas, pero que en España se ha convertido (salvo en excepciones) en una inmensa agencia de colocación de profesores desmotivados y mal pagados, y en un inmenso aparcamiento de jóvenes condenados al paro o al subempleo.

Como sostiene Núñez, en España ni hemos aprendido de Francia, donde las universidades fueron un proyecto de Estado para defender la libertad frente a injerencias políticas o religiosas, ni de Alemania, donde el modelo diseñado por Humboldt puso el énfasis en la investigación como la clave de bóveda de una formación superior de carácter humanista. Ni, por supuesto, de las universidades norteamericanas, que combinan los centros de investigación con la larga tradición de los college británicos y su obsesión por cultivar élites del conocimiento.

Nada de eso ha sucedido en España, donde el clientelismo político y el caos organizativo se han apoderado de su funcionamiento. Algo en lo que tiene mucho que ver, como sostiene Núñez, su deficiente diseño institucional, calcado al de las comunidades autónomas, que son quienes meten mano en su funcionamiento al margen de cualquier racionalidad académica.

La autora del libro pone un ejemplo. Es evidente que cada año hay un desfase brutal entre la oferta de plazas universitarias y la demanda de titulaciones, lo que obliga a muchos alumnos que no alcanzan la nota a matricularse en otras disciplinas que no desean, con el consiguiente fracaso académico y económico. ¿Y por qué no se cambia el sistema?, se pregunta Núñez. Su respuesta no deja lugar dudas. A nadie importa la oferta educativa, “sino la permanencia en sus puestos de miles de profesores, muchos de ellos redundantes en la Universidad”.

Un 'lobby' para capturar rentas

Su conclusión es que la Universidad se ha convertido “en un lobby cuyo principal objetivo es obtener rentas públicas” bajo la amenaza permanente de presión política y movilización en la calle. El resultado sólo puede ser uno: España gasta en centros universitarios una cantidad “comparable” con otros países de la OCDE, pero los resultados académicos están muy por debajo de lo que cabría esperar en un país que destina tantos recursos a su sostenimiento. Sin duda, porque la Universidad tiene mucho más que ver con la política que con el conocimiento.

Dos casos lo acreditan. En la Universidad Carlos III, la plantilla de profesores contratados creció sospechosamente antes de unas elecciones a rector (impulsadas por el rector saliente Peces-Barba) para que su voto determinara los resultados de la votación a favor de su candidato; mientras que el exrector Berzosa, de la Universidad Complutense, lo que hizo fue subir los sueldos a los trabajadores para lograr la reelección (lo cual consiguió). Como dice Núñez, “su liberalidad, con los fondos públicos por supuesto, puso en apuros a todas las demás universidades públicas de Madrid, cuyos sindicatos empezaron a presionar a favor de un trato similar en aras de una supuesta equidad”.

Y es que el nepotismo, el compadreo, viene de lejos. La exdirectora general de Universidades de Madrid recuerda que la primera reforma –de 1983– permitió el ascenso a catedráticos de los entonces llamados profesores agregados. ¿El resultado? “Muchos diputados a Cortes y altos cargos en el Gobierno socialista se beneficiaron de esta medida”. El caso de Jon Juaristi, que también acabó siendo director general de Universidades con Lucía Figar, es igualmente significativo.

Juaristi había sido director del Instituto Cervantes y de la Biblioteca Nacional, y debido a su implicación contra el terrorismo etarra, tuvo que ‘exiliarse’ en Madrid. Por petición expresa de Esperanza Aguirre, la autora del libro le pidió a Virgilio Zapatero (rector de la Universidad de Alcalá y exministro de Felipe González) que proveyera una plaza a la que pudiera presentarse Juaristi.

El rector le daba largas pese a que el coste de la plaza era de unos 70.000 euros de un presupuesto de 66 millones para gastos corrientes. Pero ni así. Fue pasando el tiempo hasta que la directora general de Universidades se armó de valor y le preguntó un día durante un encuentro casual con el rector si ya había convocado la plaza. Zapatero, mirando hacia el suelo, le respondió que no dependía de él, sino del departamento. Y fue entonces cuando Núñez estalló y le recordó a la cara:

–“No te preocupes, es muy fácil. Llamas a tu antecesor en el cargo, Manolo Gala, y le preguntas cómo te trajo de catedrático de la Universidad de Almería, en contra del departamento. Tampoco es necesario que te explique cómo te hizo rector, Juaristi tan sólo necesita la cátedra”.

Una buen resumen de cómo funciona (al menos una parte) la endogámica Universidad española.

Universidad y Ciencia en España. Claves de un fracaso y vías de solución. Clara Eugenia Núñez, Gadir Editorial. 2013.
http://blogs.elconfidencial.com/esp...ersidad-espanola-contadas-desde-dentro_64802/
 
Aunque no es exactamente el tema --Universidad Española--, lo registro aquí por no abrir un Hilo nuevo. Gracias.

El fin de los exámenes: por qué ya no tendrás que darte atracones la noche anterior
Campus
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  • 5 JUN. 2019 02:12
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LUIS PAREJO
27comentariosVer comentarios

La irrupción de la Inteligencia Artifical relativiza la importancia de una educación basada en la retención del conocimiento. El mundo digital exige otras habilidades: 'vomitarlo' todo en un control ya no vale

Leer, memorizar en maratones o esprínes de última hora y vomitar el acopio de apuntes en negro sobre blanco. Es la angustiosa experiencia conocida por todos como el examen estándar, en el que lo retenido palabra por palabra culmina con una cifra plasmada en un boletín. Cada vez más, los expertos apuntan a este método como una asignatura pendiente en un sistema educativo que necesita ajustarse a una realidad social que hoy exige, no tanto memorizar conocimientos teóricos, como resolver problemas a través de ellos.

Hace exactamente 20 años nacía el plan de Bolonia. Su objetivo, decían, era promover un aire renacentista en la enseñanza universitaria y de dar carpetazo a discursos fosilizados que en meses caen en el olvido para el alumno.

En ese camino por recorrer, no son pocas las voces que vislumbran un cambio radical sin vuelta atrás. Así, el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Mariano Fernández Enguita afirma que «todavía se actúa como si la única manera de evaluar estuviera en manos del profesor. «Esto está cambiando», afirma. «Los estudiantes ya no sólo aprenden de él o de los textos, sino que estamos recuperando el valor colaborativo entre ellos y nos estamos dirigiendo a un aprendizaje por competencias».

Se trata, ni más ni menos, de poner en ejecución los conocimientos, más allá de depender de la evaluación de un único examen. Con ese fin, Fernández ha promovido recientemente un proyecto que, bajo el nombre de Hiperaula, se pondrá en marcha el próximo curso en su universidad.

Un escenario participativo en el que los estudiantes dejan de ser meros receptores de información para pasar a ser agentes activos, conforman grupos que pueden descomponerse a voluntad para el trabajo en equipo o individual, aprenden a combinar sus fortalezas y se evalúan entre ellos por pares en un entorno digital que aúna desde simulaciones a hologramas y videojuegos.

Las iniciativas de este tipo son -aún- pocas, pero con gran visibilidad. Por ejemplo, hace cuatros años, nació la primera universidad de élite sin exámenes ni campus fijo que ofrece educación al nivel de Harvard por la mitad de precio. Se llama Minerva y en el presente curso tan sólo ha aceptado al 1,2% de los 23.000 alumnos que solicitaron plaza, 1.300 más que en el MIT.

La insistencia por parte de determinadas instituciones en aplicar estos métodos y olvidar el mero volcado de contenidos responde al propio mercado laboral. Según el director científico del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela (CiTIUS), Senén Barro, «cada vez más empleadores tienen menos en cuenta las calificaciones de la carrera e imploran más otros aspectos como idiomas y competencias. Es decir, si pueden demostrar de algún modo sus habilidades de comunicación, de trabajo en equipo, su resiliencia... De ahí que los responsables de Recursos Humanos usen cada vez más las redes sociales para tener información complementaria».

En una postura similar se encuentra Xavier Ureta, coordinador del Grupo de Investigación de Pedagogía y Escuela del Colegio de Pedagogos de Cataluña, quien explica que estas metodologías colectivas están más instauradas en la Educación Primaria y Secundaria, pero que aún será difícil verlas consolidadas en las facultades. «Esto ya se hablaba en el siglo XIX con la corriente de la Escuela Nueva, que en aquel momento ya decía que era más importante el proceso de aprendizaje que el producto que se obtiene. El problema es que los rectores no saben todavía cómo hacer para que los profesores entren en estas dinámicas de trabajo».

EL PROBLEMA ES QUE LOS RECTORES NO SABEN TODAVÍA COMO HACER PARA QUE LOS PROFESORES ENTREN EN ESTAS DINÁMICAS DE TRABAJO.

XAVIER URETA, COLEGIO DE PEDAGOGOS DE CATALUÑA
Pero, ¿cuál es el salto de paradigma por el que muchos atisban un cambio radical en los métodos de evaluación y pedagogía? El informe The Impact of Artificial Intelligence on Learning, Teaching, and Education, publicado en 2018 por la Comisión Europea, situaba a la Inteligencia Artificial como un factor esencial para mejorar la escasez de habilidades, aprendizaje y enseñanza: «Tenemos que pensar más allá de las necesidades y prácticas actuales, y considerar cómo la IA es probable que cambie la relación entre la educación y el trabajo y el desarrollo humano».

Senén Barro lo advierte: se va a producir una democratización del proceso de enseñanza asistido por las máquinas, al mismo tiempo que va a haber una gran aportación de la IA en la personalización de la educación. «Es necesario personalizar la enseñanza, pero hoy es inviable porque no tenemos suficientes profesores para ir haciendo un proceso de evaluación continua. Es la gran revolución a perseguir».

A su juicio, la instauración en los próximos 20 años de lo que se conoce como el Learning Analytics o analítica de aprendizaje va a permitir recabar y conocer datos individuales mediante múltiples sensores para revisar la intensidad de estudio, agilizar velocidades de corrección y detectar evoluciones para ofrecer contenidos que cubran lagunas, como ya hace hoy, sin ir más lejos, Spotify con nuestros gustos personales en música.

Algunos informes como el de la plataforma de e-learning Docebo ya vaticinan que el mercado de la educación digital aumentará un 5% anual hasta 2021, mientras que HTF Market Intelligence pronostica un crecimiento del 50% de esta tecnología en el mercado para entonces. China, por ejemplo, ha introducido IA en la corrección de exámenes escritos de un curso de filología, a través de la cual puede corregir un ensayo en 40 segundos. De la misma forma, ya existen aplicaciones como Aropä, que procesa datos de evaluaciones realizadas entre los propios estudiantes para que sean ellos quienes revisen los comentarios de sus compañeros.

Ahora bien, el hecho de que Siri o Alexa puedan pasar de acaparar nuestra cotidianeidad a ser un complemento de enseñanza o que los robots nos superen memorizando, arroja muchas cuestiones. ¿En qué podremos competir con ellos? ¿Qué empleos van a quedar en el futuro?

UNA TRANSFORMACIÓN OBLIGADA
Algunos estudios, como Dell Technologies, dirigido por el Institute for the Future(IFTF), apuntan que el 85% de los trabajos de 2030 no se han inventado todavía y dan la voz de alarma sobre la desaparición de empleos. A juicio de los expertos consultados, no habrá profesiones que desaparezcan, pero sí se transformarán radicalmente.

«Los asesores fiscales se están yendo al garete porque los programas de las propias administraciones permiten casi a cualquiera hacer sus declaraciones de la renta sin dificultad, comenta Fernández Enguita. «En Medicina, un móvil ya es capaz de identificar afecciones de la piel mejor que un médico. Los análisis de sangre están cada vez más automatizados. Entonces, en la enseñanza, ¿por qué tengo que corregir cuentas? Eso lo puede hacer un ordenador».

Ante esto, interviene Xavier Ureta, los humanos deberán potenciar en su educación aspectos en los que seguiremos siendo más competentes que las máquinas. Entre ellos, subraya, la capacidad de argumentación de un profesional del Derecho en un juicio, el pensamiento disruptivo, la intuición para saber aplicar las leyes o la creatividad. Aunque, en este caso concreto, Fernández matiza: «Depende de a qué llamemos creatividad. La IA de los videojuegos ya es capaz de crear alianzas por sí misma. Cada año se da un salto y no descartaría nada, porque las máquinas de ahora aprenden solas».

Algo similar ocurre con la capacidad de comunicación, «poco cuidada en muchos estudiantes», que demanda Barro como competencia estrella frente a los robots. En 2016, el Georgia Institute of Technology utilizó un chatbot como asistente para tutorizaciones con sus alumnos, quienes pensaron durante mucho tiempo que hablaban con una persona.

Sea cual sea el desenlace en los próximos años, este científico defiende que la incursión de la IA no puede quedar sólo a la suerte de los mercados. Por eso, hace un llamamiento a las políticas públicas para que, mediante incentivos o normativas, las empresas no sólo dediquen recursos al rendimiento económico de la tecnología, sino a darle cabida a los profesionales en este ciclo y acabar con su miedo a ser suplantados.
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/06/05/5cf6a8b3fc6c83b8128b45d1.html
 
La Universidad en España es cosa muy antigua. La más antigua, que estaba en Palencia, es de la época de Cambridge. Y ahí tenemos Salamanca, la original Complutense en Alcalá...

Mi humilde opinión es que nuestra universidad ha sufrido una enorme transformación desde el advenimiento de la democracia. Y no siempre para bien.

No recordaba que ya había posteado por aquí. Y me acaban de recordar en otro hilo su existencia. Así que vuelvo, con ánimo de revitalizarlo.
 
Mientras Tanto
CARLOS SáNCHEZ


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Las miserias de la Universidad española contadas desde dentro
La conversación no tiene desperdicio. Y se produjo entre la actual consejera de Educación de Madrid, Lucía Figar, y su directora general de Universidades.
Tiempo de lectura6 min
11.12.2013 – 06:00 H.
La conversación no tiene desperdicio. Y se produjo entre la actual consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, y su directora general de Universidades e Investigación, Clara Eugenia Núñez, quien años después ha reproducido en un libro lo que allí se dijo. Núñez había sido contratada directamente por Esperanza Aguirre con un encargo: “Regenerar las instituciones”.

La consejera y su subordinada hablaban de los IMDEA, un ambicioso programa científico que todavía hoy pretende atraer talento a la Comunidad de Madrid, carente de una masa crítica de investigadores. Fue en ese contexto cuando Figar dijo a la directora general: “Me dicen que tus investigadores (sic) no asisten a las reuniones ni a comités, se limitan a investigar”. Y prosiguió: “Ya sé que publican muchos papers, pero ¿quién les dice en qué tienen que investigar?, se preguntó.

La respuesta de Núñez fue inmediata y aplastante:

–Si hubiera que decírselo, no serían investigadores.
–Claro, claro –siguió argumentando la consejera–, pero además de investigar, ¿qué hacen?

Ni que decir tiene que, al poco tiempo, la directora general fue destituida de su cargo y las universidades madrileñas y sus centros de investigación son hoy pasto de todo tipo de políticas descabelladas. La consejera, sin embargo, como en el cuento de Monterroso, sigue allí.

No es desde luego el único caso. Ni siquiera el más sangrante. La España de las autonomías se ha llenado de campus universitarios bajo la atenta mirada del poder político, que, como dice Clara Eugenia Núñez, han inventado la biblioteca-espectáculo, poco espacio para el estudio y el depósito de libros y mucho para el divertimento. Algunos datos lo corroboran. En 1975, había en España 28 universidades, pero en 2007 ya eran 77 (de ellas, 50 públicas) con 132 campus universitarios. Es decir, una por provincia. Hoy existen tantos campus como institutos de enseñanza media había en España a comienzos del siglo XX.

Excelsa mediocridad

Tanto dispendio, sin embargo, no evita una realidad dolorosa: ninguna universidad española se encuentra entre las 200 mejores del mundo, lo que da idea de tan excelsa mediocridad. Y lo que probablemente sea más preocupante: su irrelevancia social es absoluta.
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Eso es, precisamente, lo que denuncia Clara Eugenia Núñez en Universidad y Ciencia en España, un libro que acaba de ver la luz y que refleja las miserias desde dentro (cinco años como directora general de Universidades) de una institución esencial en la formación de sociedades avanzadas, pero que en España se ha convertido (salvo en excepciones) en una inmensa agencia de colocación de profesores desmotivados y mal pagados, y en un inmenso aparcamiento de jóvenes condenados al paro o al subempleo.

Como sostiene Núñez, en España ni hemos aprendido de Francia, donde las universidades fueron un proyecto de Estado para defender la libertad frente a injerencias políticas o religiosas, ni de Alemania, donde el modelo diseñado por Humboldt puso el énfasis en la investigación como la clave de bóveda de una formación superior de carácter humanista. Ni, por supuesto, de las universidades norteamericanas, que combinan los centros de investigación con la larga tradición de los college británicos y su obsesión por cultivar élites del conocimiento.

Nada de eso ha sucedido en España, donde el clientelismo político y el caos organizativo se han apoderado de su funcionamiento. Algo en lo que tiene mucho que ver, como sostiene Núñez, su deficiente diseño institucional, calcado al de las comunidades autónomas, que son quienes meten mano en su funcionamiento al margen de cualquier racionalidad académica.

La autora del libro pone un ejemplo. Es evidente que cada año hay un desfase brutal entre la oferta de plazas universitarias y la demanda de titulaciones, lo que obliga a muchos alumnos que no alcanzan la nota a matricularse en otras disciplinas que no desean, con el consiguiente fracaso académico y económico. ¿Y por qué no se cambia el sistema?, se pregunta Núñez. Su respuesta no deja lugar dudas. A nadie importa la oferta educativa, “sino la permanencia en sus puestos de miles de profesores, muchos de ellos redundantes en la Universidad”.

Un 'lobby' para capturar rentas

Su conclusión es que la Universidad se ha convertido “en un lobby cuyo principal objetivo es obtener rentas públicas” bajo la amenaza permanente de presión política y movilización en la calle. El resultado sólo puede ser uno: España gasta en centros universitarios una cantidad “comparable” con otros países de la OCDE, pero los resultados académicos están muy por debajo de lo que cabría esperar en un país que destina tantos recursos a su sostenimiento. Sin duda, porque la Universidad tiene mucho más que ver con la política que con el conocimiento.

Dos casos lo acreditan. En la Universidad Carlos III, la plantilla de profesores contratados creció sospechosamente antes de unas elecciones a rector (impulsadas por el rector saliente Peces-Barba) para que su voto determinara los resultados de la votación a favor de su candidato; mientras que el exrector Berzosa, de la Universidad Complutense, lo que hizo fue subir los sueldos a los trabajadores para lograr la reelección (lo cual consiguió). Como dice Núñez, “su liberalidad, con los fondos públicos por supuesto, puso en apuros a todas las demás universidades públicas de Madrid, cuyos sindicatos empezaron a presionar a favor de un trato similar en aras de una supuesta equidad”.

Y es que el nepotismo, el compadreo, viene de lejos. La exdirectora general de Universidades de Madrid recuerda que la primera reforma –de 1983– permitió el ascenso a catedráticos de los entonces llamados profesores agregados. ¿El resultado? “Muchos diputados a Cortes y altos cargos en el Gobierno socialista se beneficiaron de esta medida”. El caso de Jon Juaristi, que también acabó siendo director general de Universidades con Lucía Figar, es igualmente significativo.

Juaristi había sido director del Instituto Cervantes y de la Biblioteca Nacional, y debido a su implicación contra el terrorismo etarra, tuvo que ‘exiliarse’ en Madrid. Por petición expresa de Esperanza Aguirre, la autora del libro le pidió a Virgilio Zapatero (rector de la Universidad de Alcalá y exministro de Felipe González) que proveyera una plaza a la que pudiera presentarse Juaristi.

El rector le daba largas pese a que el coste de la plaza era de unos 70.000 euros de un presupuesto de 66 millones para gastos corrientes. Pero ni así. Fue pasando el tiempo hasta que la directora general de Universidades se armó de valor y le preguntó un día durante un encuentro casual con el rector si ya había convocado la plaza. Zapatero, mirando hacia el suelo, le respondió que no dependía de él, sino del departamento. Y fue entonces cuando Núñez estalló y le recordó a la cara:

–“No te preocupes, es muy fácil. Llamas a tu antecesor en el cargo, Manolo Gala, y le preguntas cómo te trajo de catedrático de la Universidad de Almería, en contra del departamento. Tampoco es necesario que te explique cómo te hizo rector, Juaristi tan sólo necesita la cátedra”.

Una buen resumen de cómo funciona (al menos una parte) la endogámica Universidad española.

Universidad y Ciencia en España. Claves de un fracaso y vías de solución. Clara Eugenia Núñez, Gadir Editorial. 2013.
http://blogs.elconfidencial.com/esp...ersidad-espanola-contadas-desde-dentro_64802/

Bueno, yo es que podría escribir un libro con todo lo que he visto en la universidad española. Auténticas barbaridades. A día de hoy, después de 4 años en España y antes 10 años en universidades extranjeras, lo que he vivido aquí es tan indignante que he llorado muchas veces. Y lo sigo haciendo porque la sensación de impotencia que llegas a tener, te destruye por dentro.

Os puedo asegurar que en estos 4 años no he visto NI UNA SOLA PLAZA adjudicada a un candidato sin haberse manipulado el tribunal. No sólo eso, si no que la plaza se saca PARA UN CANDIDATO CONCRETO. Y no nos quedamos sólo ahí, si no que EN MUCHAS OCASIONES ES EL PROPIO CANDIDATO EL QUE SELECCIONA EL TRIBUNAL, Y LOS LLAMA EL MISMO PARA COMUNICARLES LA INVITACIÓN.

He visto concursos en los que se "elegía" (por supuesto la plaza se sacaba para esa persona) con un índice de citas de 12, frente a gente que tenía 1000 citas. He visto justificar en tribunales "supuestamente limpios e imparciales" la elección de un candidato con 3 artículos y sin experiencia internacional, frente a candidatos con 40 artículos y años de experiencia en centros top extranjeros.

He visto favoritismos sexuales, de auténtica sumisión, de peloteo infinito. He visto gente hacer auténticas hijoputadas para quitarse candidatos de encima, como justificar en un tribunal que un pobre chaval es "una persona problemática" porque ha expresado su inconformidad con las manipulaciones de las plazas.

Bueno, y todo para sacarse el sueldo asegurado para el resto de su vida y TOCARSE LOS HUEVOS A DOS MANOS, que es lo que hace la mayoría de la gente en la universidad española. A MIL AÑOS LUZ DE ALEMANIA O REINO UNIDO O FRANCIA.
 
Se ha vuelto completamente endogámica. Antes, lo posteé hace tiempo, el cuerpo de catedráticos era nacional, y después se concursaba a las distintas universidades. Con la autonomía universitaria actual son mini taifas dentro de las Comunidades Autónomas.

Pero además del sistema de los docentes, la docencia en sí también ha cambiado mucho, y no siempre a mejor. El sistema Bolonia no me termina de convencer. Mirando planes del grado en Derecho, por pura curiosidad, me encontré alguna universidad en la que no se daba Derecho Penal, ni siquiera una parte general, si escogías otro itinerario. En las ingenierías, hay grados tan especializados que da miedo que cambie de repente la tecnología y esas personas se queden a por uvas. Y luego veamos como cursan ahora los estudiantes, con cuatrimestrales. En mis tiempos había parciales y en los de mis padres, el libro entero a final de curso y punto pelota.

A base de especializar tanto y fragmentar tantísimo, el alumno tiene poco de "universitario" en el sentido etimológico de la palabra, de "universal".
 
¿Tenéis experiencia en carreras de ciencias por la UNED? Si puede ser que sea reciente, porque hace diez o quince años ni me la planteaba.
 
¿Tenéis experiencia en carreras de ciencias por la UNED? Si puede ser que sea reciente, porque hace diez o quince años ni me la planteaba.

Si, una persona cercana dio varios años una asignatura en una carrera de ciencias de la UNED. Pero te estoy hablando de hace unos 6 años. La experiencia es buena, porque son grupos reducidos y hay suficientes horas de tutoría presenciales. Ahora imagino que habrá avanzado más en los últimos años con los recursos online.

Eso si, es para un alumnado muy diferente que el de la universidad presencial. Tiene que ser gente ya suficientemente madura (y no me refiero a la edad) como para trabajar las asignaturas por su cuenta, sin tener a un profesor detrás presionándolo. Si eres una persona autónoma, con capacidad de ponerte tu horario, y seguirlo, es una buena opción.
 
Se ha vuelto completamente endogámica. Antes, lo posteé hace tiempo, el cuerpo de catedráticos era nacional, y después se concursaba a las distintas universidades. Con la autonomía universitaria actual son mini taifas dentro de las Comunidades Autónomas.

Pero además del sistema de los docentes, la docencia en sí también ha cambiado mucho, y no siempre a mejor. El sistema Bolonia no me termina de convencer. Mirando planes del grado en Derecho, por pura curiosidad, me encontré alguna universidad en la que no se daba Derecho Penal, ni siquiera una parte general, si escogías otro itinerario. En las ingenierías, hay grados tan especializados que da miedo que cambie de repente la tecnología y esas personas se queden a por uvas. Y luego veamos como cursan ahora los estudiantes, con cuatrimestrales. En mis tiempos había parciales y en los de mis padres, el libro entero a final de curso y punto pelota.

A base de especializar tanto y fragmentar tantísimo, el alumno tiene poco de "universitario" en el sentido etimológico de la palabra, de "universal".

El plan bolonia es España fue una gilipollez como un piano. Los profesores eligieron las asignaturas que querían dar (así se hacen los planes de estudio, no por necesidad del alumnado, si no por "especialidad" del profesor que la imparte). Las carreras se "moldean" según los perfiles de los profesores. Por eso muchas son un auténtico despropósito. Siempre todo para "hacer la vida más fácil" al sufrido señor catedrático.

Y por supuesto, donde otros países entendieron este cambio como más o menos el mismo papeleo que en sus anteriores planes. En España se convirtió en la excusa perfecta para generar una burocracia tal que tape todas las demás carencias. Ahora tienes a profesores dedicando el 50% de su tiempo en hacer documentos y documentos de "planes y competencias" y más gilipolleces varias. Pero así justifican que su ultima publicación fue de hace 10 años.

Uy! y como se te ocurra criticar eso y decir que están perdiendo mucho tiempo en cosas "poco imporantes".....UY LA QUE SE MONTA! cuando se te ocurre decir que es mejor un profesor puntero en su campo, que enseña lo que hace de una forma fácil y divulgativa, que no uno que se pega dos meses haciendo una "guía con sus competencias" y se dedica a dar unas clases enrevesadas, llenas de terminología rebuscada y que no tiene nada que propio enseñar a sus alumnos porque no ha investigado en su vida (consiguió su plaza chupando banquillo y arrastrándose delante del catedrático de turno).

Y así es la universidad española. Y raro es que siga en pie, la verdad.
 
La universidad se ha convertido en una empresa, las carreras de ciencias son mas serias no todo lo que deberían...pero las de letras es penoso, politiqueo enchufismo, odios tribales entre profesores, obligación de comprar los libros de mierda de oh el profesor de turno, en fin, a mi me dio mucho asco, y mucho humo, tesis y doctorado sobre humo y humo....pero claro si haces tu tesis metes la nariz en la uní....en fin un largo etc, bueno y lo de los máster q muchos también son humo, negociado, como no tengas tal y cual, lo vas a tener mas crudo, es el chollo del mundo, te puede realizar estudiando y trabajando pero toda la imbecilidad q hay q tragar, si el mundo no tuviera el sistema q hay, uff seria la autentica libertad, estoy así como desvariando pero yo me entiendo

Mira, yo solo hice una licenciatura, hace más de 10 años, en una universidad pública. En los 2 últimos años, sobre todo en el último, me di cuenta de lo mafia que era la Universidad, los profesores, los departamentos... Asignaturas que tenían un título pero el docente impartía lo que le salía de las pelotas (¿es eso a lo que se llama libertad de cátedra?), profesores que establecen claras diferencias en el alumnado entre sus chichis y sus apestados, otros que faltaban más que acudían a impartir clase, varios cuyas clases se limitaban a leer un powerpoint, no había NI UNO que no tuviera una manía particular... La carrera me la saqué a curso por año (y trabajando a tiempo completo el último año), pero salí escopetada sin mirar atrás.

A día de hoy, el 80% de lo que aprendí está obsoleto. Y me gano las lentejas con una profesión colateral a la materia que estudié, pero que ni olí en ninguna asignatura.
 
Y eso hablando de la presencial, si empezamos a hablar de la Universidad a Distancia, el desnorte es inhumano. No es fácil chupar pasillos por wifi.

Desconozco los entresijos de las universidades a distancia pero, por casualidades de la vida, sí conozco desde dentro el mundillo de los cursos e-learning subvencionados. Solo espero que las titulaciones que se imparten en dicha modalidad tengan más control en cuanto a la calidad de contenidos, presentación de los mismos y docencia, porque TELA lo que me he topao
 
El plan bolonia es España fue una gilipollez como un piano. Los profesores eligieron las asignaturas que querían dar (así se hacen los planes de estudio, no por necesidad del alumnado, si no por "especialidad" del profesor que la imparte). Las carreras se "moldean" según los perfiles de los profesores. Por eso muchas son un auténtico despropósito. Siempre todo para "hacer la vida más fácil" al sufrido señor catedrático.

Y por supuesto, donde otros países entendieron este cambio como más o menos el mismo papeleo que en sus anteriores planes. En España se convirtió en la excusa perfecta para generar una burocracia tal que tape todas las demás carencias. Ahora tienes a profesores dedicando el 50% de su tiempo en hacer documentos y documentos de "planes y competencias" y más gilipolleces varias. Pero así justifican que su ultima publicación fue de hace 10 años.

Uy! y como se te ocurra criticar eso y decir que están perdiendo mucho tiempo en cosas "poco imporantes".....UY LA QUE SE MONTA! cuando se te ocurre decir que es mejor un profesor puntero en su campo, que enseña lo que hace de una forma fácil y divulgativa, que no uno que se pega dos meses haciendo una "guía con sus competencias" y se dedica a dar unas clases enrevesadas, llenas de terminología rebuscada y que no tiene nada que propio enseñar a sus alumnos porque no ha investigado en su vida (consiguió su plaza chupando banquillo y arrastrándose delante del catedrático de turno).

Y así es la universidad española. Y raro es que siga en pie, la verdad.

Absolutamente de acuerdo, ese hacer las asignaturas adaptadas al profesor que no al alumno, y ni siquiera a la lógica, fue la gran vergüenza de la adopción de Bolonia en casa, lo que demostró que estructuralmente somos unos aficionados, pero a la hora de mezclar la endogamia y la burrocracia, para funcionar como unos sacaperras, unos ases.
 
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