SU ALTEZA SERENISIMA CHARLENE DE MÓNACO

Esta va a ser la Ivana Trump de la realeza. No le van a quedar más partes del cuerpo que operarse
 
Pues al lado de las que salen en las otras fotos... ésta por lo menos operada sí, pero pintada como una mona histérica en el departamento de cualquier tienda de cosmética, pues no.
Porque mucho maquillaje (y todo lo que implica) no lleva.
 
Creo que una de las profesiones con más licencia para mentir y opinar sin haber contrastado previamente absolutamente nada es la de periodista, ¡qué gilipolleces ponen al pie de las fotos sin molestarse tan siquiera en ver los vídeos!, ¿Charlene desmelenada? le faltó poco para echarse a llorar al hacer la pantomima de beber de la enorme botella, y se cuidó muy bien de ocultar que no bebió, pero pese a todo se nota por la no inclinación de la botella que no podía estar bebiendo.
 
PRINCIPADO DE MÓNACO

Charlène se desmelena sin el príncipe Alberto de Mónaco

Charlène de Mónaco está irreconocible. La que fuera conocida como 'la princesa triste' ha cambiado completamente. Ya no es aquella mujer retraída, fría y que apenas sonreía
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La princesa Charlène en la fiesta en el yate. (Vanitatis)
N.TIBURCIO

TIEMPO DE LECTURA4 min
01.06.2018 – 05:00 H.

Charlène de Mónaco está irreconocible (y no, nos referimos a sus operaciones estéticas). La que fuera rebautizada como 'la princesa triste' ha cambiado completamente. De ser una mujer retraída, fría y que apenas sonreía públicamente ha pasado a bromear e incluso compartir gestos de cariño con el príncipe Alberto. Este fin de semana, Charlène no dejó a nadie indiferente. El domingo la vimos beber directamente de una botella de champán durante el Gran Premio de Fórmula 1 y reír después a carcajadas, una imagen nada habitual en ella. Pero hay más.

La diversión no empezó aquí para Charlène. Tal como ha confirmado Vanitatis en exclusiva, la princesa ya disfrutó de una fiesta el día anterior, el sábado por la noche. La sudafricana se unió a una reunión de amigos que tuvo lugar en el yate de Sir Philip Green, el dueño del imperio Topshop. Se trata de una de las embarcaciones más lujosas del mundo, que cuenta con cuatro plantas, noventa metros de eslora, cuarenta tripulantes y en la que no falta detalle.

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Charlène bailando con un invitado. (Vanitatis)
Ataviada con un vestido negro que dejaba su espalda al aire, sin su marido y con esa sonrisa a la que tan poco nos tiene acostumbrados, la exnadadora olímpica derrochó simpatía con todos los invitados. Con uno de ellos se la vio especialmente cariñosa y hablaron cogidos de la mano, antes de bailar. Mientras todos los asistentes bebían copas de champán, la princesa tenía en sus manos un vaso redondo con un líquido transparente que parece agua.

Mientras Charlène disfrutaba de su fiesta privada, Alberto de Mónaco cumplió con sus obligaciones como soberano de la Roca y lo hizo también en un yate, el Seadream, para asistir a la fiesta de la relojera TAG Heuer, firma patrocinadora del Gran Prix de Mónaco. En esa fiesta coincidió con el deportista Tom Hardy, marido de Gisele Bünchend, o Bella Hadid.

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La princesa hablando con un invitado. (Vanitatis)
No es la primera vez que vemos a Charlène disfrutando de una fiesta con amigos y demostrando que no es la mujer hierática que nos parece en la mayoría de sus apariciones. En febrero de 2014 publicaron en la revista 'Bunte' unas imágenes en las que la princesa, en actitud distendida y entre carcajada y carcajada, disfrutaba de unas vacaciones en el Caribe junto a un acompañante masculino.

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Portada de la revista 'Bunte'.
Libre y junto a Alberto

Ya han pasado casi siete años desde que Alberto de Mónaco y Charlène de Mónaco se dieron el 'sí, quiero' y casi 24 meses desde que ella es totalmente libre. Cuando la exnadadora accedió a casarse con el príncipe se vio obligada a firmar un duro contrato en el que se exigía que debía darle al menos un heredero y pasar cinco años junto a él. Este contrato venció el 1 de julio de 2016 y casi dos años después vemos que Charlène sigue al lado de su marido.

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Alberto y Charlène el día de su boda. (EFE)
Como ya es habitual en las bodas reales, la novia se llevó todo el protagonismo, pero no por su vestido, una preciosa creación de Armani que causó sensación, sino por su cara de tristeza y su llanto desconsolado. Durante toda la ceremonia religiosa, se vio a una Charlène decaída, fría y muy distante. Ni siquiera las palabras o los mimos de su recién estrenado marido consiguieron levantarle el ánimo. La princesa fue rebautizada como 'la novia más triste de la realeza' y corrieron ríos de tinta sobre sus lágrimas por los medios de todo el mundo.

Con la llegada de sus mellizos, Jacques y Gabriella, su relación mejoró considerablemente, aunque Charlène sigue pasando largas temporadas en la isla de Córcega con sus dos pequeños. Sus apariciones en el pequeño principado son contadas, aunque ahora al menos se la ve mucho más sonriente y entregada que en el pasado. Prueba de ello es este fin de semana de diversión del que ha disfrutado.

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La pareja con sus hijos. (Gtres)
 
Estas fotos del supuesto desmelene no prueban nada. Son fotos tomadas desde muy lejos y captan un segundo que puede ser cualquier cosa. Seguro que Alberto andaba por allí y han esperado a que estuviera fuera del plano para hacer las fotografías. Típico reportaje de paparazzi desesperados por una foto que vender.
 
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