SU ALTEZA SERENISIMA CHARLENE DE MÓNACO

El difícil comienzo de Charlène en Mónaco: cuando dijo que estaba "lleno de víboras"
'Paris Match' desleva cuánto tuvo que luchar la exnadadora para hacerse un hueco en el principado, donde se encontró frontalmente con la hostilidad de su cuñada Carolina.

1598620602751.png
Charlène y Carolina, en la última celebración del Día Nacional de Mónaco. (EFE)

A. Rodríguez
ACTUALIZADO: 28/08/2020 12:26

Charlène de Mónaco, siempre ha dado la impresión de que no terminaba de encajar en su papel institucional.

El rictus serio que ha lucido a lo largo de estos años y que tantas críticas le ha valido era una constante en sus apariciones oficiales, mientras que se mostraba mucho más distendida y alegre en momentos privados en los que se creía lejos de las cámaras.

Un gesto que podría tener su explicación en las dificultades que encontró cuando se convirtió en la novia de Alberto de Mónaco, tal como desvelaba este jueves la publicación francesa 'Paris Match'.

Alberto y Charlène se conocieron en el año 2000, durante el Encuentro Internacional de Natación de Montecarlo, pero no empezaron a salir hasta seis meses después.

Lo hicieron de una forma más que discreta y no fue precisamente fácil, por la distancia y el estatus de él.

Solo unos años después, la sudafricana aprovechó que su carrera empezaba a decaer para establecerse en el principado, donde encontró no pocas dificultades.

Además de que Alberto reconoció en 2005 y 2006 a sus dos hijos ilegítimos, se topó frontalmente con la hostilidad de la princesa Carolina, su cuñada, que tras la muerte de Raniero, era la primera dama.

Un estatus que perdía al llegar Charlène: "Carolina apenas esconde su decepción. Sus miradas heladas hacen que Charlène se estremezca", recoge la publicación.


Carolina y Estefanía de Mónaco, en la boda de Alberto y Charlène. (Getty)

Carolina y Estefanía de Mónaco, en la boda de Alberto y Charlène. (Getty)

Carolina y las dos paternidades de Alberto -que podrían convertirse en tres por la demanda que le ha interpuesto recientemente una joven brasileña- no son los únicos obstáculos que Charlène se encuentra y que hacen que la vida palaciega no sea tan idílica como se había imaginado.

A partir de 2006, una vez que Alberto -entonces ya jefe de Estado- anuncia su relación con la sudafricana, sus apariciones públicas se multiplican. Y con ellas, los chismes y rumores sobre la pareja que circulan por el principado.

Muchos llegan a oídos de Charlène, que se desahogó en aquel momento con un amigo íntimo: "Mónaco es un pueblo poblado por tiburones y víboras".

Charlène nunca ha hablado abiertamente de las dificultades que se encontró en la propia familia de Alberto, pero sí lo insinuó en una entrevista, también con 'Paris Match', que ofrecía en 2015: "Solo unos pocos se han mostrado hostiles hacia mí, rechazando así la elección del soberano. Le hizo tanto daño como a mí", decía.

Pero Charlène ha demostrado, más o menos seria, que sí tiene su hueco en el principado. Especialmente en los últimos meses, la exnadadora ha dado un giro a su imagen, ofreciendo una nueva versión de sí misma, más amable, más cariñosa y más feliz.

Quizá la misma imagen que hubieran esperado los monegascos desde el principio y que le costaba -no sin motivo- tanto mostrar.

Alberto y Charlène de Mónaco. (Eric Mathon / Palais Princier)

Alberto y Charlène de Mónaco. (Eric Mathon / Palais Princier)

 
La inquietante corte en la sombra de Charlène de Mónaco
La revista «Paris Match» filtra la antigua pertenencia a una secta de la consejera privada de la Princesa

1598700245960.png
Charlène de Mónaco junto a su hija Gabriella en el balcón de Palacio

Juan Pedro Quiñonero
CORRESPONSAL EN PARÍS Actualizado:29/08/2020 09:51h

Por las residencias más secretas y los pasillos más oscuros del palacio del Principado, el coronavirus ha hecho realidad la profecía de la Princesa Charlène: «Mónaco es un pueblo de víboras y tiburones». Alteza Serenísima y Princesa de Mónaco desde su matrimonio con Alberto II el 23 de junio de 2010, hizo esa confidencia a una amiga íntima poco antes del nacimiento de sus hijos Gabriella y Jacques.

Desde entonces, la Princesa ha estado en el corazón más frágil de una inconclusa relación de rumores sobre presuntas rupturas, infidelidades y tensiones matrimoniales que han cobrado, con la prolongación de la crisis sanitaria, una dimensión más oscura, a través de la difusión de «noticias» y «revelaciones» llamativamente interesadas: su mera publicación, sin posible confirmación, haciéndose eco de «fuentes» evidentemente inconfesables, deja caer sobre la Princesa Charlène oscuras sombras inquietantes.

No era un secreto que la Princesa desembarcó en Mónaco con parte de su familia y algunas amistades íntimas. Sus hermanos Gareth (informático) y Sean Wittstock (comercial) comenzaron a ocupar puestos de poder e influencia en torno a la Fundación Princesa Charlène y una nube de lucrativos negocios, sin olvidar su participación creciente en una vida social con muchos flecos aristocráticos y sentimentales.

Prácticas adivinatorias

Entre las amistades íntimas de la Princesa Charlène, Dawn Earl formó parte de la comitiva en varios viajes oficiales, presentada como «consejera privada de su Alteza Serenísima». Ese fue el título con el que el Diario oficial del Gobierno del Principado la presentaba… hasta este fin de semana, cuando el semanario «Paris Match» califica de Dawn Earl de «numeróloga», que habría formado parte de una «secta» en Australia como firme creyente en la numerología: «Una práctica supuestamente adivinatoria a través de los números. Conjunto de creencias o tradiciones que pretende establecer una relación oculta entre los números, los seres vivos y las fuerzas físicas o espirituales».

Brujas, adivinas, echadoras de cartas, numerólogas… tienen un puesto eminente en la historia de las «creencias populares» más peregrinas. Convertir en «adivina» o echadora de cartas a la consejera privada de su Alteza Serenísima quizá tenga algo o mucho de malevolencia interesada. «Alguien» ha filtrado o hecho tal «revelación» a «Paris Match». Sin destacarla, en particular, se trata de una tormenta en un vaso de agua sucia, acompañada con insinuaciones sobre el comportamiento poco «principesco» de unos hermanos fascinados por los negocios y la vida nocturna de la Costa Azul.

Preservar el glamour

No es un secreto que Carolina de Mónaco recibió a la esposa de su hermano con velada hostilidad. Ella tuvo una vida amorosa muy rica y no siempre afortunada: de un tórrido verano con un tenista famoso a un marido tan principesco como borracho. Pero siempre ha intentado preservar el glamur rosa bombón atribuido a su patria natal. La Princesa Estefanía, por su parte, tuvo una vida sentimental igualmente prodigiosa, aunque mucho más profana, entre un pescadero y un payaso, pasando por aventuras más o menos efímeras. Pero también ha respetado casi siempre los estrictos protocolos aristocráticos de su linaje.

¿Quién ha filtrado a «Paris Match» la presunta condición de numeróloga de una consejera privada de la Princesa Charlène? Vaya usted a saber. Cuando la esposa de Alberto II afirmaba que «Mónaco es un pueblo de víboras y tiburones» sabía muy bien lo que decía. Años más tarde, Charlène ha sorteado todo tipo de pruebas con éxito. Y ha terminado imponiendo a sus consejeros, consejeras y hermanos ofreciéndoles envidiables posiciones de poder e influencia, quizá con poco glamur, pero muy sustanciales. Su esposo está a su lado en todos los momentos esenciales. La pareja ha resistido a todo tipo de turbulencias, íntimas y familiares.

Quizá la numerología y las tribulaciones de los hermanos Wittstock, avispados hombres de negocios, formen parte de una cierta guerra sucia, inconfesable, para enturbiar las doradas aguas territoriales de Mónaco-Monte Carlo, en una Costa Azul que ha conocido historias mucho más negras.

 
Back