Festival de Cannes 2018

71º FESTIVAL DE CANNES
Spike Lee: “No quiero llamar por su nombre al hijo de put* que está en la Casa Blanca”
El director estadounidense presenta 'BlacKkKlansman', la historia de un policía negro que se infiltró en el Ku Klux Klan

GREGORIO BELINCHÓN
Cannes 15 MAY 2018


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Spike Lee este martes en Cannes. TRISTAN FEWINGS GETTY


Spike Lee ya ha cumplido 61 años, pero no significa que haya caído en la tibieza. Ni mucho menos que haya cambiado de ideas. La presentación ante la prensa de su nuevo trabajo, BlacKkKansman, ha mostrado a un Lee combativo, cabreado, que ha decidido "no nombrar" a Donald Trump y usar en cambio la expresión “hijo de put*” para mencionar al presidente de los Estados Unidos. Porque BlacKkKansman ilustra una curiosa historia, la de Ron Stallworth, un joven policía afroamericano de Colorado que, durante la presidencia de Nixon, logró infiltrarse en el Ku Klux Klan, gracias a su labia por teléfono y a que un compañero blanco (curiosamente, judío) le sustituía en las reuniones presenciales. Incluso llegó a conocer a David Duke, el Gran Maestro del KKK.

La historia ocurrió, y cuando Lee ya había acabado de filmar este homenaje al género blaxploitation –películas de acción de los sesenta y setenta destinadas a los afroamericanos, y que crearon sus propios héroes, como Shaft– algo pasó: “La película tenía otro final, pero puse la tele, y vi en la CNN el atropello en Charlottesville [agosto de 2017]. Supe que había que contarlo. Hablé con la madre de la asesinada, Heather Heyer, y me dio su bendición para que apareciera en la película”. Al cineasta le dolió tanto el atropello como lo que ocurrió durante los días posteriores: “Después de Charlottesville, ese hijo de put* [Trump], que define el momento no solo para EE UU sino para todo el mundo, tuvo la ocasión de decir que apoyamos el amor y no el odio. Y el hijo de put* no denunció ni a los cabrones del Klan, ni a la derecha radical ni los hijos de putas de los nazis”. Así que decidió añadir ese epílogo, que recalca además lo cercanos que están los sentimientos que se muestran en la película. “Estados Unidos se construyó sobre el genocidio de los nativos y la esclavitud. Así se fabricó EE UU. Como dice mi hermano Jay-Z: hechos”. Y entre esos hechos está el renacer del KKK y, por cierto, de David Duke, uno de los personajes secundarios de BlacKkKansman.







Para el cineasta, la situación se repite en otras partes del mundo: “Pedimos a nuestros líderes que nos dirijan y que tomen decisiones morales. Por desgracia, no solo ocurre en América sino que esa mierda pasa en todo el mundo. No es un problema de negros o blancos, sino mundial. Todos vivimos en el mismo planeta. Y ese tipo, el de la Casa Blanca, tiene el código nuclear. Y además están el de Corea del Norte y el de Rusia. Joder, ¿qué está pasando?”.

Por eso, para Lee, BlacKkKlansman es algo más que cine. “Para mí es una llamada para que nos despertemos, en estos momentos en que la mentira se anuncia como verdad. Me da igual lo que digan los críticos. Sé que estamos en el lado correcto de la historia con esta película. Y perdónenme mi lenguaje, pero la mierda que estamos sufriendo me empuja a maldecir”.

Aunque la historia se desarrolle hace más de cuatro décadas, Lee apuesta por su éxito: “Como director debo conectar con el espíritu del público actual. Somos contadores de historias. Y además me rodeo de grandes artistas. Es como los deportes, en el cine solo ganas si has hecho el trabajo de equipo. Hacer cine es un trabajo de colaboración. Soy mayor, tengo 61 años, hacer una buena película es un milagro”.

Para el cineasta -que ha pedido que no hubiera más preguntas para él y sí para sus actores, tras lo cual ha seguido hablando y hablando- en Europa también tenemos que estar atentos a lo que ocurre: “Fíjense en cómo tratamos a los emigrantes en todo el planeta, así que la mierda no es solo de America”. Y acerca de uso continuo de la palabra nigger en el filme, un término muy despectivo, ha asegurado: “Las palabras pueden estar llenas de odio. Cierto, pero la manera en la que habla la gente en mis películas es como habla la gente en el mundo. Y no solo sobre los negros, sino también sobre los judíos. Cualquiera que piense que el Klan odia a los negros y no a los judíos necesita despertarse. Los judíos son los segundos en la lista del Klan”. ¿Queda lugar para la esperanza? “Yo creo en la esperanza. Haz lo que debas es un filme esperanzador. Pero no soy ni ciego ni sordo, así que pienso que puedes tener esperanza y a la vez preocuparte con lo que está pasando".

https://elpais.com/cultura/2018/05/15/actualidad/1526375898_863004.html
 
Los años dorados de la Costa Azul: el refugio de las celebridades


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Salvo algunas travesuras intelectuales protagonizadas por los americanos de Antibes, con Scott Fitzgerald y Zelda a la cabeza, la Costa Azul fue un día un remanso de paz y libertad en el que se reunía la mayor cantidad de talento y arte por metro cuadrado del mundo conocido.


GALERIA: https://www.gentleman.elconfidencia...osta-azul-anos-dorados-celebridades_1565589#7

Premios Nobel de Literatura, hasta ocho a la vez, repartidos en pequeños lugares separados por un puñado de kilómetros; pintores de fama mundial y escritores célebres acompañaban a miembros de la nobleza más antigua y a alegres individuos y sus consortes, oficiales o no, que dormían, con cierta inquietud, sobre fortunas muchas veces millonarias.

Los Nobel Iván Bunin y Maurice Maeterlinck se codeaban con Henri Matisse y Pablo Picasso; Rosthchild y Vanderbild pasaban sus tardes de la Riviera con Edith Wharton y Carolina Otero; Leopoldo ii de Bélgica se acercaba al Casino de Montecarlo y allí se encontraba, quizás, con Vicente Blasco Ibáñez o Somerset Maugham; Jean Cocteau tomaba el té con la Begum y Luis Miguel Dominguín.

Todos ellos habían llegado huyendo de algo: del fastidio de la fama o las obligaciones de la corte, de la intolerancia ante la homosexualidad o la formalidad del matrimonio consagrado por la Iglesia, de las penosas obligaciones que conllevan la pobreza o la riqueza, del fascismo o del comunismo. Todos ellos eran brillantes fugitivos que se encontraron allá abajo.

El mundo del cine, con sus oropeles y su inevitable ruido, apenas los había alcanzado. Y así fue hasta aquel septiembre de 1939 en el que estuvo a punto de celebrarse el primer Festival Internacional de Cine de Cannes. No tuvo lugar porque la guerra lo impidió, pero fue tan sólo un paréntesis: en 1946 la gran fiesta del cine comenzaría y no ha parado hasta hoy mismo.

Nuevos nombres se unieron a la feliz familia: Grace Kelly, que sería soberana de un reino en miniatura; el comandante Cousteau, marino y cineasta; Brigitte Bardot que encerraría bajo siete llaves el misterio de su soledad. Una vez al año, en primavera, llegan los sobresaltos y el glamour rompiendo la silenciosa placidez de los atardeceres frente al Mediterráneo. Nada volvió a ser lo que era y, seguramente, la mayoría no lo ha lamentado. 
 
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