El gran Rubinstein (1887 - 1982)

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Arthur Rubinstein, el gran pianista, quizás mejor que su amado Chopin en técnica, no necesita presentación, fué un genio de la musica. Pero, a diferencia de muchos de ellos, él no fué nada neurótico y fué un gran bon vivant.



Nacido en Polonia de familia judia, a los tres años empezó a teclear el piano y pese a no ser un niño disciplinado estudió con los mejores profesores. Su carrera y eventos mundiales como las guerras le llevaron a viajar muchísimo.

Solterón empedernido y donjuan impenitente, se casó a los cuarenta años por el flechazo que sintió por Aniela Mlynarska, de 18 años.Era en 1926, y seis años después el pianista más famoso del mundo cambió su estado de soltero vividor para casarse con aquella joven ideal. Nela Rubinstein estuvo a la sombra del genio durante cinco décadas, hasta que éste murió, en 1982. Soportó muchas infidelidades pero se siente compensada. Podría ser un ejemplo de gran mujer en el cuarto trastero de un hombre de talento. Pero le costó tanto decidirse que ella terminó casandose primero y a los tres años, ya divorciada, Rubinstein le pidió que se casase con él.

https://elpais.com/diario/1987/06/07/cultura/550015211_850215.html

Fueron padres de Eva, John, Alina y Paul.

Eva es fotógrafa y John es un afamado actor

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De Rubinstein hay muchas anécdotas que hablan de su bonhomía.

  • En uno de sus conciertos en el Teatro Principal de Palma de Mallorca le dijo al desesperado afinador, que no acertaba a ajustar una nota: “Déjelo, hombre. Si la gente no se va a dar cuenta”. Años más tarde, en el mismo escenario, hizo pasar a toda la gente que se había quedado a las puertas sin entrada y les dejó sentarse sobre el escenario alrededor de él.
  • Cuenta el director y pianista Daniel Barenboim que la primera vez que fue a visitarlo a los once años, muerto de miedo ante semejante eminencia musical, el maestro le dio un puro y una copa de coñac. La tensión quedó evidentemente aliviada, y la alegría con la que volvió Barenboim a casa les resultó a sus padres algo sospechosa.
  • Cuenta Astor Piazzolla que en 1939, a los dieciocho años, lo escuchó en el Teatro Colón (Buenos Aires) y quedó enamorado de su manera de tocar el piano. Decidió escribir un concierto para piano, especialmente para él. Luego lo fue a visitar a su departamento en Buenos Aires para mostrárselo. La primera reacción de Rubinstein, aunque muy amable, fue la sorpresa de que el concierto fuese para piano solo. Comenzó a tocar los primeros compases del joven futuro genio de la música argentina y le lanzó una mirada "fuerte y cordial". Le preguntó "¿Digame joven, a usted le gusta la música?" "Sí" respondió Astor. "¿Entonces, porqué no va a estudiarla?" "Justamente, por eso estoy acá, quiero estudiar música." Rubinstein se encargaría de hablar con el director de orquesta Juan José Castro, que terminaría recomendando a Astor que estudiara con Alberto Ginastera.
  • Joachim Kaiser narra en su libro “Große Pianisten in unserer Zeit” (Grandes pianistas de nuestro tiempo) el contratiempo que se le presentó mientras interpretaba en Eindhoven la sonata Appassionata, cuyo significado explicó Beethoven con la frase: “Lean la Tempestad de Shakespeare”. En el tercer movimiento, en el presto-fortissimo, en ese final salvaje, se rompió la banqueta con un fuerte chasquido. Rubinstein se puso pálido; pero, lejos de acobardarse, siguió tocando, medio de pie, medio sentado, con notas incorrectas, hasta el final.
 
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