ISASAWEIS — Mother Piñones

Qué mueble de Ikea?
Hace muuuuuchos años, cuando estaba empezando y aún vivía en Cantabria, enseñó un mueble blanco en el baño ( que según ella era de Ikea) llenito a rebosar de cosas de maquillaje y belleza, del cual dijo que todavía le faltaban cosas por poner y que lo enseñaría completo más adelante. Cuando se fue de vuelta a Asturias, ni volvió a mencionar el mueble, ni se volvió a ver nada de lo que en él había. Muy en su línea de prometer cosas que luego no cumple.
 
Madre mía el veranito que se ha pegado. Y encima tiene la cara dura de decir que vuelve pronto y que pasan cosas, como insinuando que si no escribe es porque están pasando cosas superimportantes en su vida que le impiden postear. No que se esté rascando el papo a dos manos, no, que es que pasan cosas.

Eso sí, para irse 10 días a Huelva, dos semanas a Sicilia, un fin de semana a Ibiza acompañada, pero acompañada… para eso nunca pasan cosas ¿eh? Y encima, las piñonas comentando que se lo merece. No sé si me indigna más Vagaweis o su séquito de unineuronales que no dan para más.

Estoy indignadísima, vuelvo el jueves a trabajar después de 10 días de vacaciones que sobrevaloro máximo porque son las pocas vacaciones que tengo en verano y veo a la pava esta todo el verano rascándose el papo y no puedo con tanta hostilidad.
 
Vuelvo a rescatar esto para que no se pierda
Y esto otro...



Lo nuestro es un amor imposible ISASAWEIS ESCRITORA Y BLOGGER 17.08.2016 - 07:34H Íbamos a pasar once días juntos después de un tiempo sin vernos. Llegué de noche. Me esperabas como siempre en la estación de tren y me abrazaste con tanta fuerza... Te abracé también, sentí tu calor y supe que serían unos días inolvidables. Desayunamos en el hotel como cada mañana desde que nos conocimos. Fruta, café, pan de semillas con tomate y la luz entrando por el ventanal a la Gran vía. Mirándonos a los ojos, repasando el día anterior y planeando con emoción las posibilidades del que comenzaba. Vivíamos todo con tanta pasión, pero ahora también había otras cosas, confianza, complicidad e ilusión por lo que emprendíamos juntos. Aquellos días hicimos mil cosas. Primero las obligaciones. Un par de trabajos importantes, o fueron tres, o cuatro... No recuerdo. Cuando uno ama lo que hace no cuenta las horas. Salió todo muy bien. Y tú siempre a mi lado, arropándome. Y yo no podía estar más contenta y agradecida. Y supe que empezaba a sentir algo... Tuvimos una reunión. En realidad fueron tres. Pero de nuevo en aquellas mesas había más amistad que contratos. Y te miré a los ojos y nos dimos la mano, y sentí que algo fuerte nos unía. Salimos a correr cinco veces bordeando el Manzanares. Siempre con mucho calor, pero a tu lado me sentía tan viva... Hubo dos sesiones de fotos, una de ellas tirados por el suelo. Me presentaste a un amigo y reímos a carcajadas. Me confesó que estaba muy orgulloso de ti y que le gustaba oírme hablar de cómo me hacías sentir y vernos tan felices juntos. Me llevaste de cena a un japo y no era la primera vez. Ya me conoces muy bien. La charla fue inmejorable y tengo grabada en la retina la vista desde la terraza que me descubriste después. La noche acabó en un paseo en moto. Me agarré con fuerza a tu cintura, cerré los ojos para sentir el aire fresco y entonces supe que te pertenecía. Otra cena con amigos, una comida de trabajo con grandes intenciones y promesas de mejora, y un encuentro fortuito en una terraza llena de gin tonic que celebraban el comienzo de algo importante. Hasta nos hicimos una foto que inmortalizara aquel momento. Terminaban nuestros días juntos. La última noche dio para un concierto íntimo. Un grupo pequeño de gente, luces bajas y un piano. Y una voz que nos susurró que nos habíamos enamorado irremediablemente... Después de once días con sus once noches nos despedimos. Lo habíamos hecho otras veces y había sido sencillo. Nos levantamos, desayunamos cerca de nuestra ventana, nos miramos a los ojos y te dije adiós. Lo hice como siempre, pero se me encogió el corazón y me puse a llorar incapaz de poner freno a las emociones de los últimos días. "Me voy a donde lo tengo todo y me marcho de donde cada día dejo más", escribí en Twitter. Y me despedí de ti con la promesa de darme unos días para pensar. Pero lo nuestro quizás sea un amor imposible, Madrid.

Ver más en: https://www.20minutos.es/opiniones/.../#xtor=AD-15&xts=467263#xtor=AD-15&xts=467263
 
Hace muuuuuchos años, cuando estaba empezando y aún vivía en Cantabria, enseñó un mueble blanco en el baño ( que según ella era de Ikea) llenito a rebosar de cosas de maquillaje y belleza, del cual dijo que todavía le faltaban cosas por poner y que lo enseñaría completo más adelante. Cuando se fue de vuelta a Asturias, ni volvió a mencionar el mueble, ni se volvió a ver nada de lo que en él había. Muy en su línea de prometer cosas que luego no cumple.
Me acuerdo, y a mi me encantaba, me hubiera gustado tener tantas cosas, hoy me da vergüenza reconocerlo pero las pistachas somos de decir la verdad, ahora pienso que es una gilipollez, con cuatro básicos tienes todo lo necesario, pero yo admiraba a isasaweis, era todo lo que resultó no ser.

He vuelto a ver el principio del vídeo y me ha dado vergüenza ajena ver ese mueble plantado delante del vidé
 
Última edición:
¡ @Miria me muero de la risa! Pero cómo sale así maquillada, tan horrorosa, con ese carón y esos pómulos rosa y brillos ¡que la cara parece una pera! Y los perfumes de imitación y esa cantidad de mierduquis, además de lo que ya tu apuntas del bidet ahí al ladito ¡me desorino!
 
Y esto otro...



Lo nuestro es un amor imposible ISASAWEIS ESCRITORA Y BLOGGER 17.08.2016 - 07:34H Íbamos a pasar once días juntos después de un tiempo sin vernos. Llegué de noche. Me esperabas como siempre en la estación de tren y me abrazaste con tanta fuerza... Te abracé también, sentí tu calor y supe que serían unos días inolvidables. Desayunamos en el hotel como cada mañana desde que nos conocimos. Fruta, café, pan de semillas con tomate y la luz entrando por el ventanal a la Gran vía. Mirándonos a los ojos, repasando el día anterior y planeando con emoción las posibilidades del que comenzaba. Vivíamos todo con tanta pasión, pero ahora también había otras cosas, confianza, complicidad e ilusión por lo que emprendíamos juntos. Aquellos días hicimos mil cosas. Primero las obligaciones. Un par de trabajos importantes, o fueron tres, o cuatro... No recuerdo. Cuando uno ama lo que hace no cuenta las horas. Salió todo muy bien. Y tú siempre a mi lado, arropándome. Y yo no podía estar más contenta y agradecida. Y supe que empezaba a sentir algo... Tuvimos una reunión. En realidad fueron tres. Pero de nuevo en aquellas mesas había más amistad que contratos. Y te miré a los ojos y nos dimos la mano, y sentí que algo fuerte nos unía. Salimos a correr cinco veces bordeando el Manzanares. Siempre con mucho calor, pero a tu lado me sentía tan viva... Hubo dos sesiones de fotos, una de ellas tirados por el suelo. Me presentaste a un amigo y reímos a carcajadas. Me confesó que estaba muy orgulloso de ti y que le gustaba oírme hablar de cómo me hacías sentir y vernos tan felices juntos. Me llevaste de cena a un japo y no era la primera vez. Ya me conoces muy bien. La charla fue inmejorable y tengo grabada en la retina la vista desde la terraza que me descubriste después. La noche acabó en un paseo en moto. Me agarré con fuerza a tu cintura, cerré los ojos para sentir el aire fresco y entonces supe que te pertenecía. Otra cena con amigos, una comida de trabajo con grandes intenciones y promesas de mejora, y un encuentro fortuito en una terraza llena de gin tonic que celebraban el comienzo de algo importante. Hasta nos hicimos una foto que inmortalizara aquel momento. Terminaban nuestros días juntos. La última noche dio para un concierto íntimo. Un grupo pequeño de gente, luces bajas y un piano. Y una voz que nos susurró que nos habíamos enamorado irremediablemente... Después de once días con sus once noches nos despedimos. Lo habíamos hecho otras veces y había sido sencillo. Nos levantamos, desayunamos cerca de nuestra ventana, nos miramos a los ojos y te dije adiós. Lo hice como siempre, pero se me encogió el corazón y me puse a llorar incapaz de poner freno a las emociones de los últimos días. "Me voy a donde lo tengo todo y me marcho de donde cada día dejo más", escribí en Twitter. Y me despedí de ti con la promesa de darme unos días para pensar. Pero lo nuestro quizás sea un amor imposible, Madrid.

Ver más en: https://www.20minutos.es/opiniones/.../#xtor=AD-15&xts=467263#xtor=AD-15&xts=467263
esta mierda se la dedica a rai? no me digais eso porque me estoy mareando. Rai es encantador , no me puedo creer que se fijara en ella.
 
yo al principio aunque era evidente que no sabia nada de maquillaje, la veía porque era como estar escuchando a una vecina o compañera de trabajo, alguien con quien compartes recetas, algun truco, wtc esa era su esencia, la sencillez. Luego lo monetizo absolutamente todo y le pasó lo que les pasa a los catetos con suerte, se le subieron los humos.
 
Me acuerdo, y a mi me encantaba, me hubiera gustado tener tantas cosas, hoy me da vergüenza reconocerlo pero las pistachas somos de decir la verdad, ahora pienso que es una gilipollez, con cuatro básicos tienes todo lo necesario, pero yo admiraba a isasaweis, era todo lo que resultó no ser.

He vuelto a ver el principio del vídeo y me ha dado vergüenza ajena ver ese mueble plantado delante del vidé

¡¡¡¿¿¿ Y esas pegatinas de Hello Kitty????!!!!!!
 
Y esto otro...



Lo nuestro es un amor imposible ISASAWEIS ESCRITORA Y BLOGGER 17.08.2016 - 07:34H Íbamos a pasar once días juntos después de un tiempo sin vernos. Llegué de noche. Me esperabas como siempre en la estación de tren y me abrazaste con tanta fuerza... Te abracé también, sentí tu calor y supe que serían unos días inolvidables. Desayunamos en el hotel como cada mañana desde que nos conocimos. Fruta, café, pan de semillas con tomate y la luz entrando por el ventanal a la Gran vía. Mirándonos a los ojos, repasando el día anterior y planeando con emoción las posibilidades del que comenzaba. Vivíamos todo con tanta pasión, pero ahora también había otras cosas, confianza, complicidad e ilusión por lo que emprendíamos juntos. Aquellos días hicimos mil cosas. Primero las obligaciones. Un par de trabajos importantes, o fueron tres, o cuatro... No recuerdo. Cuando uno ama lo que hace no cuenta las horas. Salió todo muy bien. Y tú siempre a mi lado, arropándome. Y yo no podía estar más contenta y agradecida. Y supe que empezaba a sentir algo... Tuvimos una reunión. En realidad fueron tres. Pero de nuevo en aquellas mesas había más amistad que contratos. Y te miré a los ojos y nos dimos la mano, y sentí que algo fuerte nos unía. Salimos a correr cinco veces bordeando el Manzanares. Siempre con mucho calor, pero a tu lado me sentía tan viva... Hubo dos sesiones de fotos, una de ellas tirados por el suelo. Me presentaste a un amigo y reímos a carcajadas. Me confesó que estaba muy orgulloso de ti y que le gustaba oírme hablar de cómo me hacías sentir y vernos tan felices juntos. Me llevaste de cena a un japo y no era la primera vez. Ya me conoces muy bien. La charla fue inmejorable y tengo grabada en la retina la vista desde la terraza que me descubriste después. La noche acabó en un paseo en moto. Me agarré con fuerza a tu cintura, cerré los ojos para sentir el aire fresco y entonces supe que te pertenecía. Otra cena con amigos, una comida de trabajo con grandes intenciones y promesas de mejora, y un encuentro fortuito en una terraza llena de gin tonic que celebraban el comienzo de algo importante. Hasta nos hicimos una foto que inmortalizara aquel momento. Terminaban nuestros días juntos. La última noche dio para un concierto íntimo. Un grupo pequeño de gente, luces bajas y un piano. Y una voz que nos susurró que nos habíamos enamorado irremediablemente... Después de once días con sus once noches nos despedimos. Lo habíamos hecho otras veces y había sido sencillo. Nos levantamos, desayunamos cerca de nuestra ventana, nos miramos a los ojos y te dije adiós. Lo hice como siempre, pero se me encogió el corazón y me puse a llorar incapaz de poner freno a las emociones de los últimos días. "Me voy a donde lo tengo todo y me marcho de donde cada día dejo más", escribí en Twitter. Y me despedí de ti con la promesa de darme unos días para pensar. Pero lo nuestro quizás sea un amor imposible, Madrid.

Ver más en: https://www.20minutos.es/opiniones/.../#xtor=AD-15&xts=467263#xtor=AD-15&xts=467263

Es que parece que es una versión de burla
Ay, Isa, que no vales pa casi nada, que tu minuto de gloria fue hacerte un moño, yo haría control de daños.
 
Y esto otro...



Lo nuestro es un amor imposible ISASAWEIS ESCRITORA Y BLOGGER 17.08.2016 - 07:34H Íbamos a pasar once días juntos después de un tiempo sin vernos. Llegué de noche. Me esperabas como siempre en la estación de tren y me abrazaste con tanta fuerza... Te abracé también, sentí tu calor y supe que serían unos días inolvidables. Desayunamos en el hotel como cada mañana desde que nos conocimos. Fruta, café, pan de semillas con tomate y la luz entrando por el ventanal a la Gran vía. Mirándonos a los ojos, repasando el día anterior y planeando con emoción las posibilidades del que comenzaba. Vivíamos todo con tanta pasión, pero ahora también había otras cosas, confianza, complicidad e ilusión por lo que emprendíamos juntos. Aquellos días hicimos mil cosas. Primero las obligaciones. Un par de trabajos importantes, o fueron tres, o cuatro... No recuerdo. Cuando uno ama lo que hace no cuenta las horas. Salió todo muy bien. Y tú siempre a mi lado, arropándome. Y yo no podía estar más contenta y agradecida. Y supe que empezaba a sentir algo... Tuvimos una reunión. En realidad fueron tres. Pero de nuevo en aquellas mesas había más amistad que contratos. Y te miré a los ojos y nos dimos la mano, y sentí que algo fuerte nos unía. Salimos a correr cinco veces bordeando el Manzanares. Siempre con mucho calor, pero a tu lado me sentía tan viva... Hubo dos sesiones de fotos, una de ellas tirados por el suelo. Me presentaste a un amigo y reímos a carcajadas. Me confesó que estaba muy orgulloso de ti y que le gustaba oírme hablar de cómo me hacías sentir y vernos tan felices juntos. Me llevaste de cena a un japo y no era la primera vez. Ya me conoces muy bien. La charla fue inmejorable y tengo grabada en la retina la vista desde la terraza que me descubriste después. La noche acabó en un paseo en moto. Me agarré con fuerza a tu cintura, cerré los ojos para sentir el aire fresco y entonces supe que te pertenecía. Otra cena con amigos, una comida de trabajo con grandes intenciones y promesas de mejora, y un encuentro fortuito en una terraza llena de gin tonic que celebraban el comienzo de algo importante. Hasta nos hicimos una foto que inmortalizara aquel momento. Terminaban nuestros días juntos. La última noche dio para un concierto íntimo. Un grupo pequeño de gente, luces bajas y un piano. Y una voz que nos susurró que nos habíamos enamorado irremediablemente... Después de once días con sus once noches nos despedimos. Lo habíamos hecho otras veces y había sido sencillo. Nos levantamos, desayunamos cerca de nuestra ventana, nos miramos a los ojos y te dije adiós. Lo hice como siempre, pero se me encogió el corazón y me puse a llorar incapaz de poner freno a las emociones de los últimos días. "Me voy a donde lo tengo todo y me marcho de donde cada día dejo más", escribí en Twitter. Y me despedí de ti con la promesa de darme unos días para pensar. Pero lo nuestro quizás sea un amor imposible, Madrid.

Ver más en: https://www.20minutos.es/opiniones/.../#xtor=AD-15&xts=467263#xtor=AD-15&xts=467263

Aunque ese texto lo publicó el 17 de agosto en 20 minutos, los hechos que cuenta sucedieron un mes antes.
["Me voy a donde lo tengo todo y me marcho de donde cada día dejo más", escribí en Twitter.] Ese tweet que cita lo publicó
el 21 de julio, un mes escaso después de haber colgado el video de "Separación y mariposas".
 
Back