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La oquedad​

De haber asistido a su intervención algún periodista americano, y le hubiera repreguntado acerca de los algoritmos, el periodista habría comprendido al instante los cero escaños obtenidos por la oquedad en Galicia​

28/02/2024Actualizada 01:30
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No me parece cortés ni sensible aplicar a Yolanda Díaz la inmortal descripción que Arthur Baer dedicó a su amigo Spencer Harvey-Parva: «Nació tonto y ha tenido una recaída». Para celebrar su triunfo de cero escaños en las elecciones de Galicia, Yolanda Díaz ha viajado a los Estados Unidos a cumplir su compromiso con la nada. Y allí ha confirmado la importancia de su preocupación por los algoritmos, la algoritmia y lo algorítmico. La mujer que se sentaba a su lado durante su gloriosa intervención no sabía dónde meterse durante la parrafada de la oquedad de Fene. Permanecerá cuatro días en los Estados Unidos con los algoritmos como excusa. Lo que realmente le sucede es que no sabe cómo explicar al bondadoso periodismo español su éxito de cero escaños en Galicia, que ha servido simultáneamente para cepillarse la andadura en la política de su principal víctima, Marta Lois, que al menos ha demostrado dignidad anunciando su abandono de la política y su retorno al magisterio. A Yolanda Díaz le ocurre lo que a Mary Flower Smith, según Nathalie Barney. «De lejos, muy de lejos, parece una mujer más o menos del montón. Pero de cerca, muy de cerca, lo más saludable es retornar al punto de partida y seguirla de nuevo de lejos, muy de lejos».
Yolanda Díaz, ora en Fene, ora en Madrid, ora en la Santa Sede, ora en Nueva York, es el prototipo de la oquedad. Lo más divertido en ella es la persistencia en su error. Todavía, a pesar de las malas experiencias, sigue convencida de su valía como política y parlamentaria. Aparentemente es cariñosa y besucona, pero no hay que olvidar la ajustada máxima de Henry Louis Mencken, el ácido ensayista: «Populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas». Pero cuando acierta plenamente es en su visión del abrazo y los besuqueos:
«Cuando las mujeres se besan siempre recuerdan a los boxeadores profesionales cuando se estrechan las manos».
Cuando se obtienen en unas elecciones cero escaños, no resulta tan difícil explicarlo ante los periodistas. «He fracasado. Y lamento haber terminado con la carrera política de Marta Lois. De igual modo, deploro lo poco que me quieren en mi pueblo, después de llevar años y años besando a mis paisanos». Pero no. La oquedad se fugó a los Estados Unidos a soltar el tostón de los algoritmos, porque Yolanda Díaz es prepotente y vanidosa. No admite errores. Y haciendo uso de mi libertad de opinión, creo que su aspecto ha cambiado pero no su alforja de odio acumulado con los años. Es fácil cambiar de aspecto cuando la estética no agobia al propio bolsillo. Sucede que, dentro de lo que cabe, era una mujer más atractiva –siempre sometida a la medida, claro– cuando se vestía con unos vaqueros y una camiseta del Che, y lucía su espesa melena morenaza, que de rubia de bote y carísimos modelos de las firmas más exclusivas. En la primera Yolanda había algo auténtico, y en la segunda, todo es oquedad y mala interpretación. En los Estados Unidos ha hablado de los algoritmos como si lo hiciera de las alcachofas. De haber asistido a su intervención algún periodista americano –el interés que despertó su convocatoria fue muy descriptible–, y le hubiera repreguntado acerca de los algoritmos, el periodista habría comprendido al instante los cero escaños obtenidos por la oquedad en Galicia. Pero todos eran amigos de las subvenciones, y no entraron en detalles.
A mí, como español, me avergonzó su desprecio por la síntesis y la inteligencia. Se trabuca y extiende como los siete pelos que cubren la calva de Anasagasti. Y lógicamente, calculé lo que nos ha costado a los españoles el viaje de huida de la oquedad a los Estados Unidos para hablar de algoritmos y no de Galicia.
Y el cálculo me concedió un resultado final.
Nos ha costado un huevo.

Más de Alfonso Ussía​

 

Gran Jefe «Pato Cojo»​

El Gran Jefe Pato Cojo ha pasado de cortar y pinchar a cortarse y pincharse de manera inclemente, y esa exposición de males autopropiciados le ha situado en lo más alto del escalafón de gafes​

29/02/2024Actualizada 01:20
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Hoy se celebra el cumpleaños del Gran Jefe Pato Cojo, según ha dictado el talento de Luis Ventoso. Nos recuerda Ventoso que así son denominados en los Estados Unidos –«lame duck»–, los presidentes que ya ni pinchan ni cortan. Me figuro que se refiere a los expresidentes, si bien el actual en activo es un pato cojo de considerable perniquebrada. Se podría aplicar al dibujo –no recuerdo si de Forges o Chumy Chúmez– que tanto me hizo reír hace años. Dos soldados de la Caballería, amparados tras una roca, comentan el ataque de los pieles rojas. Los dos están perforados de flechas y sangran caudalosamente. Uno de ellos tiene la nariz atravesada de un flechazo, y es el primero en hablar. «Morgan, para mí que son los apaches del Gran Jefe 'Pato Cojo'»; y Morgan responde: «Te equivocas, Mac Callum, son los comanches del gran jefe 'Águila Gris'», a lo que Morgan sentencia: «Pues no sabes el peso que me quitas de encima». Si los americanos hubieran conocido los balnearios de los años cuarenta del pasado siglo, llamarían a los patos cojos «cuchillos de balneario», de acuerdo a uno de los aforismos encadenados más sobresalientes de Enrique Jardiel Poncela. «¿Qué es una rueda? La que se pincha; ¿qué es la leche? La que se corta. ¿Qué es un cuchillo para la carne en un balneario? El que ni pincha ni corta».
El Gran Jefe Pato Cojo nació un 29 de febrero, año bisiesto. Los años bisiestos son rechazados por los supersticiosos. Cuando tocaba año bisiesto, «Manolito el Puyas», picador retirado, se metía en la cama el uno de enero, y no la abandonaba hasta el 31 de diciembre del mismo año. No todos los nacidos un 29 de febrero son gafes, pero el Gran Jefe Pato Cojo lo es en su máximo nivel, gafe sotanillo con agravamiento de manzanoide. El sotanillo es el gafe que procura el mal ajeno pero no el propio, en tanto que el manzanoide es un gafe –como dicen los cursis–, más solidario. Con los años, el sotanillo degenera en manzanoide y se convierte en un peligro para sí mismo. Y ya ha dado el salto. El Gran Jefe Pato Cojo ha pasado de cortar y pinchar a cortarse y pincharse de manera inclemente, y esa exposición de males autopropiciados le ha situado en lo más alto del escalafón de gafes. Un Gran Jefe que ni pincha ni corta, y cojea en los andares, origina murmullos de burla cuando deambula entre sus guerreros, y es causa de simuladas risitas al pasar entre las mujeres de la tribu y los niños que se bañan en el río porque aún no tienen edad para combatir contra los «casacas azules». Puede seguir siendo el Gran Jefe, pero los guerreros de la tribu procuran no hacerle caso.
Uno de sus más fieles guerreros, el que conoce todos los secretos del Gran Jefe Pato Cojo, el que sabe dónde guarda lo que la tribu ignora, el conocido guerrero «Pitilín Insaciable», que a su vez tenía como protector a «Oso Desmesurado», se ha sentido exigido para que abandone el Gran Consejo de la tribu por asuntos que el propio Gran Jefe Pato Cojo, conoce a la perfección. Y «Pitilín Insaciable» le ha hecho frente, y se ha marchado con «Oso Desmesurado» a la tribu mixta, donde conviven los guerreros sin futuro, si bien mantienen en perfecto estado de uso toda suerte de arcos, flechas y «tomahawks». En la tribu del Gran Jefe Pato Cojo ha cundido el temor y el desánimo, porque se figuran el nivel de conocimiento y la buena memoria de «Pitilín Insaciable», muy capaz de soltarse la húmeda si se considera atacado por sus antiguos compañeros de fechorías.
Y el Gran Jefe Pato Cojo, que es osado, pero no tonto, sabe que esto no ha hecho más que empezar.

Más de Alfonso Ussía​

 

Jersey de dimisión​

La señora Armengol está obligada a dimitir. Ya. Ya es tarde, pero ya. Que lo haga en español, mallorquín o en su adorado catalán, resulta irrelevante​

01/03/2024Actualizada 01:30
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Francina Armengol, la balear y catalanista presidente del Congreso de los Diputados, preside los plenos muy malamente vestida. El último de ellos, el de los rifirrafes «koldóbicos» y abalenses, con un jersey horroroso que sólo puede ser admitido en tres escenarios. Durante la visita a una fábrica de helados, en una breve estancia en Anchorage para hacer turismo fotográfico a los osos, o en el patio central de la prisión de mujeres de Buelna (Ávila) en el recreo vespertino. Mi informador en el Congreso me asegura que en la agenda de la señora Armengol no aparece cita alguna para visitar fábricas de helados, y menos aún para viajar a la capital de Alaska con el fin de fotografiar osos. Quizá ha adquirido ese espantoso jersey por si se diera la tercera opción, como consecuencia de las mascarillas inservibles que adquirió a sabiendas de su inutilidad cuando era la presidente de las Islas Baleares. Las principales islas Baleares, para conocimiento de Yolanda Díaz, son Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera, y Cabrera, y no deben confundirse –apunte, Yolanda–, con las Canarias, que son, al menos hasta la fecha, Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura, Lanzarote, La Palma, Gomera y Hierro, a las que hay que añadir la Graciosa y Alagranza. Francina Armengol fue, durante la pandemia y los tiempos de adquirir mascarillas inservibles, presidente de las Baleares, y el actual ministro Ángel Víctor Torres, también cliente de Koldo, presidente de Canarias. Las primeras –no se confunda, Yolanda Díaz–, se ubican en el Mediterráneo, y las segundas, en el océano Atlántico, que luego, con los algoritmos vienen las confusiones y nuestra comunista gallega se bloquea.
Francina Armengol, la gran enemiga del idioma español en sus islas, compró una partida de carísimas mascarillas al empresario «Koldo», a su vez, subalterno de Ábalos, y éste, ministro de plena confianza y amigo personal de Sánchez. Ella sabía que había comprado una chapuza, y ordenó que, sin desempaquetar, fueran depositadas en un almacén de productos inservibles. Por ello, y como bien se explica y se aclara en el editorial de El Debate de hoy –cuando escribo–, 29 de febrero, la señora Armengol, dirigente que alimentó la trama corrupta e hizo todo lo posible para ocultarlo, no puede ser la tercera autoridad del Estado, del mismo modo que otros compradores de mascarillas cuchufletas, como Marlasca, Illa y Torres, ya tendrían que haber dimitido y aguardar pacientemente la acción de la Justicia.
La señora Armengol, la enemiga de enseñar el español en España, fue sorprendida en pleno confinamiento a altas horas de la madrugada, quizá algo piripi, en un bar mallorquín cerrado para el resto de los ciudadanos. Y algo tiene que ver en la indolencia de algún caso de abusos en centros que dependían de su autoridad. La situación no admite otra solución que su inmediata dimisión, con jersey o sin jersey, si bien lo recomendable es que lo haga con el jersey de marras, por aquello de la estética.
Con los labios en pretemblor lloroso, y después de restar callada durante 48 horas, la señora Armengol manifestó que sentía «muchísimo asco» por el asunto «Koldo», y que ella se precipitó en la compra de las mascarillas koldianas porque estaba muy preocupada por la cantidad de fallecimientos que se registraban cada día en España. Como dicen los monteros cuando, acuciados por una necesidad en la soledad del campo, son sorprendidos por la res en momentos inapropiados para su abatimiento, «me ha entrado cuando estaba en cuclillas y con el papel en la mano».
La señora Armengol está obligada a dimitir. Ya. Ya es tarde, pero ya. Que lo haga en español, mallorquín o en su adorado catalán, resulta irrelevante. Sucede lo mismo con el jersey que se pone para presidir los plenos en el Congreso de los Diputados. Pero su permanencia en la Presidencia del Congreso, vistas las cosas y analizados los antecedentes, alcanza los espacios de la indecencia política.

Más de Alfonso Ussía​

 

La empresaria​

Los resentidos se atreven a insinuar que ese rescate se consiguió, no por la autoridad empresarial de la transformadora de África, sino por su condición de esposa del presidente del Gobierno. Y en este punto, estallo de indignación​

02/03/2024Actualizada 01:30
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Tienen razón Chiqui Montero y Pachi López cuando afirman que una empresaria está obligada a reunirse con mucha gente. Hay personas que nacen empresarias, que la empresa corre por sus venas, y que en su actividad empresarial son convincentes. Un empresario no duda. Cuando la gran empresaria fue contratada por el Instituto de Empresa, escribí que el Instituto de Empresa buscaba algo más que el talento empresarial de Begoña Gómez. Y pasé por una época de incomprensión familiar y de alejamiento de muchos amigos, que consideraban que la contratación de la empresaria –casualmente, esposa del presidente del Gobierno– fue un acierto rotundo. Tan sólo me extrañó que todo se mantuviera en secreto, especialmente las condiciones de la contratación. Apenas cinco personas del IE sabían los detalles laborales del gran fichaje. Al menos, tuvieron la amabilidad de informarnos que su cometido no era otro que ocuparse de África. Trabajar para África, así en general, tiene mucho mérito. Pero el mérito fundamental estuvo en la visión, en el riesgo de ofrecer el desarrollo humano y económico de África a una persona sin experiencia. Ellos, los cinco grandes empresarios, supieron ver en doña Begoña a la empresaria eficaz y brillante ejecutiva que el resto de la humanidad no pudo intuir. Y se ocupó de África, y triunfó plenamente en su ocupación, porque África, desde que doña Begoña se ocupó de su desarrollo, es otra África, y a las pruebas me remito, en espera de que las pruebas me sean facilitadas, claro está.
No obstante, tuvo tiempo para extender su labor empresarial a otros sectores. Se adentró en la gastronomía «sostenible». Guardo el vídeo de su alocución sorprendente, propia de una empresaria con ilimitada capacidad de diversificar sus aptitudes. «Tu restaurante, ¿qué hace?» Repitió la pregunta clave en varios tramos de su intervención. Nos dijo que un restaurante no se puede dedicar exclusivamente a dar comidas. Su obligación –se trató de un curso-taller presidido por ella– «es educar al cliente invitándolo a consumir comida sana con productos ecológicos de proximidad». Y me convenció. Desde aquella revelación empresarial, siempre que acudo a un restaurante pregunto a su propietario: ¿usted se limita a dar comidas, o ha optado por educarme con productos ecológicos de proximidad? Y si me responde que lo segundo, me considero indigno de permanecer en ese restaurante, me levanto, me voy, y acudo a otro local más acorde con mi baja condición social. «Aquí damos comida, y muy buena», y en tal caso, me quedo.
De ahí, y amparada por su empresa y la Universidad Complutense, la empresaria se dedicó a organizar cursos. Y le fue bien. Y de África, la gastronomía y los cursos universitarios, entendió que su trabajo empresarial podía extenderse a la aeronáutica. Pasaba por una época económicamente melancólica Air Europa, y la empresaria se reunió con el hijo del fundador de la línea aérea y un amigo de Koldo. Y consiguió que el Gobierno aprobara un rescate de 516 millones de euros a la compañía aérea. Un rescate inmediato, lo que da a entender la calidad empresarial de doña Begoña. Y ahora, los de siempre, los envidiosos, los resentidos, se atreven a insinuar que ese rescate se consiguió, no por la autoridad empresarial de la transformadora de África, sino por su condición de esposa del presidente del Gobierno. Y en este punto, estallo de indignación.
Pero, ¿esta gente qué se habrá creído?
Se han inventado que tiene intereses en negocios marroquíes. Les pregunto: ¿dónde está Marruecos? En África. ¿Qué tiene de malo o sospechoso que una empresaria, cuyo primer trabajo en el IE, fue el de ocuparse de África, tenga intereses en un país africano? Otra cosa es que los negocios los hubiera creado y desarrollado en Indonesia, que no está en África, o en Islandia, que tampoco está en África. Ganas de enredar.
Esta mujer es empresaria. Lo demostró en el IE, y en sus cursos universitarios. Y una mujer empresaria, como bien dicen Chiqui Montero y Pachi López, se tiene que reunir con mucha gente.
Marta Ortega, Ana Botín, y demás empresarias, también se reúnen con mucha gente y nadie critica sus reuniones.
Todo muy injusto.

Más de Alfonso Ussía​

 

Fumando espero...​

No me han invitado los Garzón a su boda, y me siento públicamente humillado. Qué suerte tienen algunos​

03/03/2024Actualizada 01:30
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Llevo unos días sin apetencias. Me muevo como una sombra. Mis pasos tristes y lánguidos no encuentran su rumbo. Creo que todo se debe a mi cambio de domicilio. De Madrid al occidente de La Montaña santanderina. Era mi única ilusión, pasan los días y las semanas, y el cartero no me visita. Soy consciente, como creyente, de que este tipo de anhelos e ilusiones no se le pueden pedir a Dios. Pero el pasado domingo, lo hice. Y no he obtenido respuesta satisfactoria. «Señor, te ruego que hagas lo posible para que me inviten a la fiesta nupcial de Baltasar Garzón y Dolores Delgado que se celebrará, Tú mediante, en la finca 'La Cetrina' de Enrique Ponce». Y hasta el momento, nada. Nada de nada.
Es cierto que nuestras relaciones personales han sufrido un acusado deterioro en los últimos años. Pero esas desavenencias no pueden ser duraderas. Y también es cierto que los novios me importan un pimiento. Pero no algunos de los invitados. Se ha hecho pública la asistencia de Víctor Manuel y Ana Belén. ¡Al fin voy a conocerlos! Pero el cartero no me visita y mi invitación no llega. Podría colarme, pero me da corte. Con gente tan elegante y de la «jet», no me atrevo. También asistirán el juez Pedraz y Miguel Ríos. Al juez Pedraz sí me lo han presentado, pero no a Miguel Ríos, que es mi referencia en el «rock». Y me pierdo la contemplación de la piscina de Enrique Ponce. Que tiene forma de capote. Cuando lo he sabido me he emocionado. Una piscina con los perfiles de un capote, majestuoso detalle de alta torería. Majestuoso, pero sencillo. Creo que harían bien en imitar su buen gusto otros artistas y deportistas. Por ejemplo, una piscina con forma de coche de Fórmula 1 en casa de Fernando Alonso. En la de Rafa Nadal, piscina con aspecto de raqueta. No conocen el buen gusto, el mimo por el detalle.
Mi obsesión por conocer, tratar, tomar una copa y reír –creo que son muy divertidos en la charla–, con Ana Belén y Víctor Manuel, viene de muy atrás. De bastante atrás. El crítico teatral José María de Mesa, también mal poeta, escribía sus críticas teatrales cuando los autores que estrenaban eran de las llamadas «derechas». Con mi abuelo, don Pedro Muñoz-Seca, era demoledor. Sucede que don Pedro no leía las críticas de Mesa porque, según sus palabras, «no le afectaba la opinión de los muebles». Mesa leyó la entrevista en la que don Pedro dijo tal cosa, y le envió una carta bastante violenta. Y don Pedro le respondió.
Esa misiva insultante
Que remitido me has,
la tuve un poco delante
y ya la tengo detrás.
Admiro a Víctor Manuel por su defensa –ahora que está prohibida–, de Franco. Su canción al que fuera Jefe del Estado cuando su abuelo Víctor se sentaba en la puerta con la nerviosa vara de avellano, resume el ardor y la pericia de los grandes cantautores. Y de Ana Belén –¡qué decir!–, siempre en la trinchera contraria y negándose a formar parte de los repartos en las películas subvencionadas por el franquismo y la democracia. Pero son, como escribiría Wodehouse, dos corazones que laten al unísono. Y mi gozo en un pozo. No podré pedirles un autógrafo en la boda de Garzón y Dolores Delgado, porque éstos han decidido no invitarme.
Me parece muy bien que la «jet set» aumente. Hasta ahora casi todos sus miembros pertenecían al cine, al folclore o a las tertulias culturales del corazón. A partir de ahora, la «jet set» también se nutrirá de jueces y fiscales, y de tradicionales y titánicos defensores de la libertad, como Yolanda Díaz –en el caso de que haya vuelto a España–, o de ejemplares benéficos como Francina Armengol y «Koldo», que lo están pasando mal, y les envío desde aquí un fuerte abrazo rebosado de cariño y admiración.
Pero no me han invitado los Garzón a su boda, y me siento públicamente humillado.
Qué suerte tienen algunos.

Más de Alfonso Ussía​

 

Flotadoro​

A siete metros de la orilla, dejó de hacer pie, y flotó con seguridad y delicia. Sus amigos, en la orilla, reparamos en una aleta que se movía con agilidad y superaba la superficie del mar​

04/03/2024Actualizada 10:06
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Carlos Martínez, aunque sea forofo del Barcelona y cimero antimadridista, es un buen narrador de fútbol. Tiene un defecto en la pronunciación del idioma. Le resbala la última letra en las voces agudas y en alguna grave. En lugar de «balón», dice «balono», y al Real Madrid, cuando está contento porque va perdiendo el partido, le llama «ele Reale Madride». La entrada «dele» defensa ha sido fea porque se ha tratado de un «pisotono». Como decía Toni Leblanc en una divertidísima descripción de la habitación de un hotel: «Había una cama con 'dosele', otra sin 'ele', el 'ventiladoro aquele' y una buena 'calefacciona'».
En mi juventud tuve un amigo que no sabía nadar. A los dieciocho años no sabía nadar. Y se bañaba con un flota, al que llamaba mi «flotadoro». «Cuidadito, Julio María, porque han dicho en la radio que merodea por la playa de Ondarreta un 'tiburono' que ataca a los bañistas con 'flotadoro'». Pero Julio María no hacía caso a sus amigos, y se adentraba en las antaño elegantes aguas de Ondarreta, con su vistoso «flotadoro», que incorporaba a su sector frontal el cuello y la cabeza de un cisne intolerable, «intularapla» en catalán.
Ilustracion Barca

Barca
La mar es siempre inesperada, y es peligroso confiar en sus reacciones. En una galerna septembrina arremolinada, la dama de acrisoladas virtudes doña Icíar Gurusalde Oiz, que se bañaba todos los días del año con un traje de baño que impedía la visión de un solo centímetro cuadrado de su desarrollada celulitis, fue zarandeada por las olas y las corrientes de un temporal imprevisto, y apareció completamente desnuda bajo un pino de la isla de Santa Clara. Tuvo que ser rescatada por una lancha de la Comandancia de Marina y una embarcación del parque de Bomberos, y tanto los unos como los otros coincidieron en calificar a la náufraga en pelotas, de «más que horrorosa, lo siguiente». Los marineros y bomberos que intervinieron en el rescate fueron condecorados, no por el rescate en sí, sino por su templanza y serenidad ante el terrible espectáculo que ofrecía doña Icíar en porretas.
El día de autos, soplaba un leve viento nordeste y el sol brillaba con la luz refulgente pero melancólica que anuncia la llegada del otoño. Julio María, sujetando con sus manos el «flotadoro», entró en el agua con decisión. A siete metros de la orilla, dejó de hacer pie, y flotó con seguridad y delicia. Sus amigos, en la orilla, reparamos en una aleta que se movía con agilidad y superaba la superficie del mar. «¡¡'Flotadoro', vuelve a la orilla que hay un 'tiburono' presto a hacerte escabechina con su afilada dentadura!!», le gritó Higinio Landechoguren, que era muy redicho. Y «Flotadoro» consideró que la advertencia de Landechoguren era una broma de dudoso gusto. Y siguió flotando con seguridad y delicia.
La enorme boca del tiburón emergió de la mar y amputó al cisne por la cabeza. El cuello del cisne amputado comenzó a silbar, prueba inequívoca de que estaba perdiendo aire. «Flotadoro», horrorizado, en una décima de segundo, aprendió a nadar. Lo que le había resultado imposible en dieciocho años, lo dominó en un segundo. Y nadó hacia la playa. Recuerdo que, incluso, con buen estilo. Situación confusa. Todos animábamos a «Flotadoro» pero ninguno nos atrevimos a acudir en pos de su salvación. Fue devorado por el escualo, que resultó formar parte de la familia de las tintoreras, un tiburón tenido por pacífico de acuerdo con la tradición. La tradición no es dogmática.
Nada quedó del pobre «Flotadoro», que fue atacado por la indignada reacción del «tiburono» al reparar en el cisne. Al día siguiente fue enterrado en Polloe. Un entierro absurdo porque no se pudo encontrar nada para enterrar.
Han transcurrido más de cincuenta años de aquella masacre, y todavía recuerdo al bueno de «Flotadoro».
No identifico a los amigos que se abstuvieron de rescatar al pobre y recordado Julio María por dos razones de peso. La primera, porque uno de ellos era el autor del presente texto. Y la segunda, porque el otro era el gran artista que firma las ilustraciones de los lunes. Higinio Landechoguren, el tercero de los amigos, falleció arrollado por el trolebús de Igueldo, porque había estudiado en Inglaterra y antes de cruzar las calles de San Sebastián, miraba al revés. Eso sí, aprendió a hablar en inglés divinamente.

Más de Alfonso Ussía​

 

El ciruelo de Ortúzar​

Hoy, Sabino Arana habría montado en cólera, al conocer la degradación racial de su pueblo. Para Sabino, los castellanos eran sinónimo de fealdad y retraso. Quizá no visitó Madrid, ni Segovia, ni Ávila, ni Salamanca...​

05/03/2024Actualizada 01:30
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Ortúzar, el simpático dirigente del PNV, se ha exaltado en demasía con la pequeña historia de la ikurriña, cuya traducción al español, es 'banderola'. Ha dicho, llevado por la emoción a los aledaños del éxtasis, que «la ikurriñaes la expresión de un pueblo, el vasco, que año tras año y siglo tras siglo sigue luchando por ser un pueblo entre los otros pueblos del mundo». La ikurriñano se diseñó para ser la expresión de ningún pueblo, incluido el vasco. De ser así, se habría denominado ikurrin, que significa 'bandera', obviando el diminutivo cariñoso. La ikurriñaes muy joven. El hermano menor de Sabino Arana, Luis Arana Goyri, que era el más listo de la familia –Sabino era férreo y empecinado, pero tonto–, se inspiró en la Union Jack del imperio británico, cambiando los azules de Escocia por los verdes cantábricos. Y lo hizo para representar a un partido, el bizcaitarrista, posteriormente conocido por PNV, si bien recelaba de guipuzcoanos y alaveses, alaveses que para el fundador del bizcaitarrismo, eran más burgaleses que vascos. Álava siempre estuvo influida sociológicamente por Castilla, con las provincias de Burgos y La Rioja, y también por Navarra, exceptuando su zona vizcaína de Llodio y sus entornos. Guipúzcoa, con su señorial San Sebastián, no se puede entender sin la influencia madrileña y monárquica de la Corte de Alfonso XIII y su madre, la Reina María Cristina de Habsburgo, y la vecindad de Francia. Y Vizcaya, con Bilbao a la cabeza, por la industria alemana y su ensoñación británica, como la de aquella señora de Neguri que para facilitar la ubicación de su domicilio lo hacía de esta singular manera: «Llegando a Neguri de Dover o de Southhampton, la segunda calle a la derecha». Pero en la Historia, laikurriñaaranista tiene muy escaso recorrido. Sabino Arana, que despreciaba a las mujeres, se casó con Nicolasa Achica, con la que matrimonió en 1900. Sabedor de su reducido caudal de testosterona, se la llevó a Lourdes en pos del milagro, pero el milagro no se produjo, porque la Virgen de Lourdes no estaba ni está para ese tipo de solicitudes. Fallecido Sabino Arana, Nicolasa se caso de nuevo con el marino Eugenio Alegría, y lo pasó bastante mejor.
Hoy, Sabino Arana habría montado en cólera, al conocer la degradación racial de su pueblo. Para Sabino, los castellanos eran sinónimo de fealdad y retraso. Quizá no visitó Madrid, ni Segovia, ni Ávila, ni Salamanca, ni los tesoros románicos de Burgos y Palencia, ni Valladolid, ni Soria. La tragedia es que el próximo presidente lendakari, sin 'h', candidato del PNV, si Bildu-ETA no lo remedia, será un puro castellano cuyos padres se instalaron en Santurce. Manuel –ahora Imanol– Pradales Gil Boscones y Gutiérrez. Los Pradales Gil, para mayor irritación en el alma errante de Sabino, provienen de la segoviana localidad de Pradales o de Ciruelo de Pradales, un pueblo perteneciente al mismo municipio. Entre sus ocho primeros apellidos, no figura ninguno que tenga que ver con las Vascongadas. Claro, que su alma errante haría bien en comprender que, en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, los apellidos más comunes son García, Fernández, Pérez y López. Y me pregunto, si el pueblo al que se refiere Ortúzar, el simpático dirigente separatista vasco, al tremolar con el ánimo encendido su entusiasmo por la ikurriña, tan jovencita ella, no será Ciruelo de Pradales. Con una singular extravagancia histórica que haría bien en airear y aprovechar el PNV. Ciruelo, en vascuence, se escribe y se dice arana. Es decir, que traducido, Sabino Arana se llamaba Sabino Ciruelo, y que la localidad del candidato a la presidencia del Gobierno vasco, nació en Pradales de Arana, y así se arregla un poquito la cosa.
Es decir, que el candidato del PNV es vasco hasta las cachas.

Más de Alfonso Ussía​

 

La una y la otra​

Me extraña –no tanto, es un decir– el silencio de los empresarios que contrataron a Begoña Gómez. Y la inacción de la Justicia y la mayoría de los medios de comunicación​

06/03/2024Actualizada 01:30
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Para mí, que las gansadas y majaderías que suelta por esa boquilla tan suya la desprovista de mente, forman parte de una inteligente estrategia de confusión que le imponen desde la Moncloa. Mientras la una dice tonterías, la otra resta callada para no dar explicaciones. Mientras la una quiere someter la libertad de Madrid con medidas que no le corresponden, la otra sigue con sus entrevistas empresariales y sus cositas. Isabel Díaz Ayuso ya le ha dicho a la una –la del tope horario en los restaurantes de Madrid–, que antes cierra Sumar que un restaurante madrileño. A ella y al Alcalde de Madrid les corresponde defender la hostelería de la gran ciudad más alegre del mundo. Pero hace ruido, y ese ruido lo aprovecha la otra para mantener su trepidante ritmo empresarial.
Me extraña –no tanto, es un decir– el silencio de los empresarios que contrataron a Begoña Gómez. Y la inacción de la Justicia y la mayoría de los medios de comunicación. Los presumibles negocios de la mujer del presidente del Gobierno se canalizaron a través del llamado África Center del IE. Y a nadie le ha interesado conocer la opinión de los altos directivos del IE, que fueron los que tuvieron la feliz idea de contratarla. ¿La contratación de tan avispada mujer ha sido rentable para el África Center del Instituto de Empresa? ¿Su labor ha sido beneficiosa o deficiente? En la primera de las opciones, ¿el Instituto de Empresa se ha enriquecido? En la segunda posibilidad. ¿Cómo han mantenido cinco años a una mujer generosamente contratada cuya labor no ha supuesto negocio alguno para los contratantes? ¿Por qué, finalizada la etapa de colaboración de la mujer del presidente con el IE, ha seguido utilizando el prestigio del Instituto de Empresa cuando ya estaba desvinculada del grupo empresarial? ¿Tienen algún interés común los contratantes originales con Globalia y Javier Hidalgo? Me figuro que este silencio está muy justificado por el miedo al poder.
Eso, el poder. Me decía Pío Cabanillas Gallas aquel político listísimo, autor de la célebre sentencia posterior a unas elecciones, «hemos ganado, lo que todavía no sabemos es quiénes», que un Gobernador Civil de los primeros tiempos de UCD le definió magistralmente lo que significa el poder. «El poder, Pío, es llamar a tu despacho a un funcionario que te cae mal, que vive en Logroño, que tiene a sus hijos matriculados en un colegio de Logroño, que con mucho esfuerzo está pagando la hipoteca del piso en Logroño, y anunciarle que a partir de la semana siguiente, cambiará de lugar y será destinado a Huelva. Eso es el poder».
En una feria balear, uno de los miembros del servicio de seguridad, libre de servicio, de una señora perteneciente a la familia más poderosa, se enfrentó en una bronca ferial con un individuo que le había insultado. La pelea fue brutal y el insultador fue ingresado en coma profundo en una clínica de Palma. José María Stampa Braun fue el elegido por la señora para defender a su guardaespaldas. «Es fundamental –le dijo Stampa– que no meta mano en el asunto la prensa insular». Sólo en Mallorca se editaban, en aquellos años, cinco periódicos. El suceso no fue publicado por ningún periódico, ni comentado en emisora de radio alguna. «Ese poder es el Poder», me comentó el gran penalista.
Un destacado banquero español, señor y patriota, también me explicó lo que significaba el poder. «Tengo un cuñado que es miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna. Si me lo hubieran preguntado yo les habría respondido afirmativamente, porque es verídico. Pero nadie se ha interesado en averiguarlo».
La hueca no tiene poder para imponer sus caprichos comunistas en Madrid. Le han ordenado que diga memeces –orden que cumple con enorme celeridad–, y de esa manera confundir a la opinión pública en asuntos mucho más importantes. La otra duerme con el Poder. Y ha trabajado a cuenta de un inmenso poder empresarial que no ha sido molestado por nadie. Eso, el Poder.

Más de Alfonso Ussía​

 

Susiño​

Los bondadosos nazis que parece no detestar Suso de Toro, asesinaron a millones de judíos en sus terribles campos de concentración. Lo mismo hizo Stalin en su Archipiélago Gulag, y le recomiendo que lea a Solzhenitsyn​

07/03/2024Actualizada 01:30
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Escribo con absoluto desconocimiento de la producción literaria de Suso de Toro. No he tenido tiempo en mi larga vida para leer los libros y artículos de Suso de Toro, miembro del BNG, colaborador del diario El País, biógrafo de Ana Pontón, y autor preferido de Rodríguez Zapatero. Cuatro datos que –espero ser perdonado– despiertan mi repelencia. En mi biblioteca no caben sus dos obras maestras.Unha rosa é unha rosa y Descubrindo Ana Pontón. Deduzco que el gerundio «descubrindo» se traduce por «descubriendo», lo cual me tranquiliza. Y valoro en su medida, eso sí, la belleza del título de su novela floral Unha rosa é unha rosa, por aquello de la originalidad y el impacto. No debe malinterpretarse mi rechazo a leer Unha rosa é unha rosa. Lo mismo haría de tener en mis manos una novela titulada Una jirafa es una jirafa, oUna rueda pinchada es una rueda pinchada. Desde niño he sabido que una rosa es una rosa y no una hortensia, y de mayor se me han aletargado los deseos de conocer a Ana Pontón. Por otra parte, no leo ni compro El País, y tampoco considero que Rodríguez Zapatero se haya ganado mi confianza como guía literario.
Ni literario ni cinematográfico. Recuerdo que declaró, cuando fue, para desgracia de los españoles, presidente del Gobierno, que «había visto con sus hijas en más de un centenar de ocasiones la película Bambi». Lógicamente, las niñas le salieron góticas.
Pero una cosa es leer a Suso de Toro y otra muy diferente advertir lo que dice este enamorado de las rosas en las redes sociales. «Al final, los sionistas, con su crueldad sin límites, nos convencen de que, después de todo, los nazis no eran tan malos. Tantas películas de Auschwitz y resulta que Gaza es peor». Posteriormente ha intentado corregir su miserable comentario, pero no vale la maniobra. Susiño no cae en la cuenta de que Israel fue atacado por el ejército terrorista de Hamás con resultados brutales. Y que Israel, que es el guardián de la cultura judeocristiana de occidente, la que le permite escribir con plena libertad a Suso de Toro, ha respondido al ataque con contundencia. Israel, desde que se estableció como Estado en 1948 vive rodeado de enemigos que sueñan con su exterminación. Confundir a Hamás con Palestina es de una simpleza abrumadora. En Israel, trabajan y viven decenas de miles de palestinos y muchos de ellos, con la ciudadanía israelí. Hamás no representa a Palestina sino al terror financiado por Irán, el petróleo del Golfo Pérsico, y la ayuda de Putin. Palestina, como tal, renunció en 1948 a establecerse como nación en un territorio similar al de Israel. Otra cosa es que Israel, en determinadas acciones, se haya extralimitado a ojos del falso buenismo en su respuesta armada al ataque de Hamás.
Los bondadosos nazis que parece no detestar Suso de Toro, asesinaron a millones de judíos en sus terribles campos de concentración. Lo mismo hizo Stalin en su Archipiélago Gulag, y le recomiendo que lea a Solzhenitsyn. No fueron abatidas, ni las víctimas de unos y de otros, en los frentes de guerra, sino en los inmundos, crueles e inhumanos campos de concentración. Israel defenderá su Estado y su libertad hasta las últimas consecuencias. Ya lo demostró en la Guerra de los Seis Días. Israel y Palestina están condenados a entenderse y convivir pacíficamente, y algún día, esa convivencia vencerá al odio. Pero, mientras Hamás mantiene a hombres, mujeres y niños de rehenes, Israel trata a sus prisioneros de Hamás como prisioneros de guerra. Sucede que las izquierdas españolas son profundamente antisemitas, y se unen a la ultraderecha europea en la negación del Holocausto. De ahí, que el mensaje de Suso de Toro, lo único que he leído de Suso de Toro en mi vida, supere el límite de lo más despreciable.
Firmado el texto, pasearé por mi pequeño jardín –hoy el norte ha amanecido luminoso–, y comprobaré si mi roble sigue siendo un roble, y es muy probable que se empecine en ello. Como la rosa de Suso de Toro.

Más de Alfonso Ussía​

 

Sosteneibol​

Si no me equivoco, su traducción al ingles sería «sustainable», pero nuestra Diane Hendricks, nuestra Begoña Gómez, de tanto dominar el inglés y lo sostenible, lo pronuncia «sosteneibol»​

08/03/2024Actualizada 01:30
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En Inglaterra las clases sociales no dependen del dinero o el poder. Se dividen y establecen por la pronunciación del idioma. Y también por el tartamudeo previo a emitir una frase. Se trata de un tartamudeo ficticio, pero necesario para advertir a los demás su superioridad social. En ocasiones, la posibilidad de entenderse de los ingleses hablando la misma lengua linda con la fantasía. El gran Bernard Shaw, de origen irlandés, lo dejó claro con dos ejemplos. Su Pygmalion, que inspiró la comedia musical My Fair Lady, posteriormente interpretada en el cine por Rex Harrison y Audrey Hepburn, y su sentencia transoceánica: «Inglaterra y los Estados Unidos son dos naciones hermanas sólo separadas por el idioma».
Recomiendo a mis lectores la lectura de El Libro de los Snobs del duque de Bedford, guía imprescindible para que un inglés de la clase media hable, se vista, y actúe como un viejo Lord. En el registro de las dos grandes universidades inglesas, la de Oxford y Cambridge, a los alumnos matriculados que no pertenecían a la nobleza, se les añadía a su nombre y apellidos la calificación de «Snob», para advertir que se trataba de un universitariosine nobilitate. Bedford defiende que un inglés de la clase media, sueña en vestirse como un duque jubilado en su castillo de Surrey y verse siempre acompañado por su perro preferido. De ahí su hallazgo: «El 'snobismo' viene del marxismo, pero no del marxismo de Marx, sino el de Mark & Spencer». La cadena de almacenes y tiendas Mark & Spencer consiguió que los ingleses de la clase media se vistieran como los nobles en el campo a precios razonables.
En nuestros años, un tipo de 'snobismo' ha superado al original, y es el llamado «'snobismo' de dinero», muy frecuente en España. «Cuando un millonario cuenta un chiste, el chiste es mucho más gracioso que si lo hubiera contado un subalterno». En el sur de España nació la profesión de los agradadores, 'agradaores', cuyo único cometido era reír las gracias sin gracia de los antiguos, y casi extinguidos, señoritos de Andalucía la Baja. Pero hay que volver al inglés.
En España, se habla un muy buen inglés en Andalucía. Y un francés atroz. El francés nace con los labios predispuestos para su idioma. Decía Santiago Amón, que el conde de Motrico, don José María de Areilza, era tan elegante que cuando decía «sí» ponía la boca de «oui». Es lógico el buen inglés de los señores de Jerez y el Puerto de Santa María. Muchos de ellos provienen de Inglaterra o Irlanda. Los Osborne, los Terry, los Williams, Los Byass, los Humbert, los Sandeman, exceptuando a los Domecq, que se establecen desde Francia. El andaluz que habla el mejor inglés de Andalucía es mi gran amigo Beltrán Domecq Williams, que además tiene aspecto de «british». Pero ha sido superado.
Ayer pude solazarme con una parrafada en inglés de Begoña Gómez, y debo decir, que después de disfrutarla, comprendí a la perfección su éxito como empresaria a nivel internacional. Habla el inglés como a Bedford le gustaría que lo pronunciaran todos los británicos. Me quedé con su elegantísima pronunciación de «sostenible». Es conocido por todo el mundo empresarial, desde Wall Street hasta la City de Londres, la predilección que siente nuestra gran empresaria por la voz «sostenible». Si no me equivoco, su traducción al ingles sería «sustainable», pero nuestra Diane Hendricks, nuestra Begoña Gómez, de tanto dominar el inglés y lo sostenible, lo pronuncia «sosteneibol», lo cual, además de meritorio resulta mucho más inteligente. «Sustainable», pronunciado con rapidez, puede confundirse con otro adjetivo, en tanto que «sosteneibol» lo entienden todos los empresarios del mundo, desde los que dicen «sostenible», a «sustainable», a la versión italiana «sostenibile», o a la japonesa «sostinoko». Al efecto unitario de «sosteneibol» cabe destacar su feliz pronunciación, que le habría abierto las puertas de par en par para ser contratada de aprendiz de chacha en Downton Abbey.
Le deseamos muchos éxitos económicos con carácter «sosteneibol».

Más de Alfonso Ussía​

 

Sin putes no hay votes​

Demostrado está que, en todas las regiones de España, los mejores clientes de puticlús son destacados militantes socialistas​

10/03/2024Actualizada 01:30
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Aquí, en mis lares norteños, lo primero que leo es El Debate, como es lógico. Después repaso otros medios digitales, y finalmente, me traen a casa dos periódicos impresos.ABC y El Mundo. Tres horas de lectura para estar al tanto de nuestros preocupantes acontecimientos patrios.
Y a las 10, aproximadamente, escribo mi artículo para El Debate. En el occidente de La Montaña nos sentimos muy unidos con el oriente de Asturias. Y leyendo El Mundo de hoy, cuando escribo, 9 de marzo de 2024, he recordado la sentencia de un militante socialista asturiano, que a pesar de serlo –a socialista, me refiero–, es tan simpático y divertido como desvergonzado. Nos contaba a sus amigos la discusión que mantuvo con su alcaldesa respecto a su excesiva afición a visitar los locales nocturnos de carretera. La alcaldesa le anunció su propósito de clausurar los que iluminaban las noches con sus palmeras y sus perfiles de mujeres en luces de neón de su municipio. Y la advertencia del militante: «Nina, ya sabes. Si nos dejas sin putes te quedas sin votes». Y ahí siguen todos los establecimientos del falso amor funcionando a todo tren.
Dos noticias leídas me animan a escribir que los socialistas se están quedando sin votos. Sucede que, con los que tienen ahora mismo más los votos que los apoyan desde el terrorismo y el separatismo, cuando se queden sin votos, España se habrá convertido en una nación desmembrada y enfrentada gracias a las traiciones interesadas de Sánchez. Leo que el 42 % de los socialistas está «decepcionado» tras votar a Sánchez en las elecciones del pasado 23 de julio. Y lo que es más grave, por cuanto demuestra el desconocimiento del socialismo que tienen las pesadas de sus dirigentes feministas de pega. Con motivo de las manifestaciones convocadas por sus feministas «por un día», en la jornada dedicada a la mujer, dos socialistas muy nombradas y curiosas, como la asturiana Lastra y la andaluza Díaz –sí, la hueca–, han pedido la expulsión del partido de todos los militantes socialistas que paguen por s*x*. De cumplirse su advertencia, el PSOE se puede quedar sin votos, porque, demostrado está que, en todas las regiones de España, los mejores clientes de puticlús, casas de citas, bailongos puteriles y demás variaciones del negocio del amor confuso, son destacados militantes socialistas. Una buena parte del dinero de los ERE en Andalucía que no supo controlar nuestra ministra Choni o Chiqui Montero –más de 600 millones de euros–, y que correspondían a los trabajadores andaluces en paro o en grave situación económica, se derrocharon en putódromos y putofactorías. Ahí se hacían los negocios, se repartían los beneficios y se celebraban las ganancias. Las derechas en España también son puteras, pero en medida mucho más llevadera. Si algún día, las feministas socialistas de una sola jornada consiguen cerrar los prostibulámenes establecidos a lo ancho y largo del territorio todavía nacional, el PSOE se queda sin votos.
Visitó España un presidente de México, que además de llevarse el piano que había exigido para que su esposa, gran aficionada a las teclas mozartianas, pudiera mantener su destreza con los dedos en los tiempos libres de actos oficiales, se hizo acompañar por una muchedumbre de ministros, consejeros y asesores. Con el fin de entretenerlos, el ministerio de Asuntos Exteriores les organizó toda suerte de visitas a los museos más importantes y los restaurantes más prestigiosos de Madrid. El portavoz de todos ellos se quejó al diplomático español que les acompañaba. –Estamos cansaditos de tanto arte, tanta arquitectura y tanta gastronomía. Queremos que nos lleven a locales de palomitas güeras–. Es decir, de putitas rubias. Y el viaje oficial constituyó un éxito, y los visitantes mexicanos abandonaron España sin insultar a Hernán Cortés.
Las prost*tutas tienen todo el derecho a vivir de su trabajo, que por otra parte, es un trabajo tan duro como desagradable. Y son las feministas por un día las que pretenden llevarlas al paro. De conseguirlo, las grandes perjudicadas serían unas mujeres obligadas a trabajar en condiciones muy desfavorables. Y esa es la parte negativa de la obsesión femicomunista. En los hoteles para extranjeros de la URSS, había más putas que abejas en un panal. Pero si lo pretenden y alcanzan su pretensión, el PSOE se iría a tomar vientos, y en mi opinión, en este caso, solo en este caso, hay que solidarizarse con esas pesadas.

Más de Alfonso Ussía​

 

Con su permiso…​

Ya en el Panteón de los Reyes, después de rezar un responso en el pudridero ante la tumba provisional de Alfonso XIII, dos años más tarde de su traslado a El Escorial desde Roma, Don Juan se acostumbró a su sitio​

09/03/2024Actualizada 01:30
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Me dispongo a escribir de Don Juan De Borbón, lo que mucho fastidiará al franquista corrector y recalcitrante, y a muchos de los anclados desde aquellos tiempos.
«He hablado con el Rey. No quiero ser motivo de discrepancias cuando me llegue la hora. Y he propuesto que mi tumba sea la mar. En aguas territoriales españolas y en el rumbo que llevó a mi padre al exilio desde Cartagena hacia Marsella».
Durante una estancia de Don Juan en Barcelona, el presidente Tarradellas acudió a visitarlo. Y le invitó a comer al día siguiente en el Palacio de San Jaime todavía custodiado por la Guardia Civil. Le acompañaron el duque de Alburquerque, Jefe de su Casa, el conde de Montseny, Carlos Sentís y el conde de los Gaitanes. Le extrañó ser recibido por dos Consejeros del Gobierno autonómico. «El Muy Honorable le aguarda en su despacho, Señor».
Al llegar al despacho de Tarradellas, las puertas estaban abiertas de par en par. Tarradellas en pie. Cuando Don Juan fue a saludarlo, Tarradellas –ya un anciano– dobló una rodilla y besó la mano que Don Juan le tendía. «Tengo el honor de recibir en esta Casa a mi Señor natural el Conde de Barcelona». Una imagen para la historia. En aquella reunión, se habló de todo, hasta de la muerte. Y Tarradellas le propuso que su enterramiento fuera en el monasterio de Poblet, panteón de los Condes de Barcelona. Una semana después, Don Juan viajó hasta Poblet para entrevistarse con el abad de monasterio, que recibió la noticia con excesiva alegría: «Este buen hombre está deseando que me muera». Y se iniciaron las obras, a cargo de Don Juan, para construir los sepulcros del Conde de Barcelona y su esposa, Doña María de las Mercedes.
Pasaron los años. Y una mañana recibí la llamada del ayudante de Don Juan, en aquellos tiempos el capitán de Fragata Teodoro de Leste, hoy contralmirante de la Armada en la reserva.
«A Don Juan, siempre que te sea posible, le gustaría que le acompañaras a El Escorial. Está preocupado por la mala conservación del sepulcro de Don Juan de Austria, en el Panteón de los Infantes». Comida en El Charolés y cita a las cuatro de la tarde con el presidente del Patrimonio Nacional, Manuel Gómez de Pablos. Durante la comida, Don Juan nos informó. «Me ha dicho que el Rey, que por las excepcionales circunstancias dinásticas que concurren en mi persona, hijo heredero de Alfonso XIII, jefe de la Casa Real durante 40 años, y padre de Rey, seré inhumado en el Panteón de los Reyes. Los dos sepulcros que están disponibles serán para mis restos y los de Doña María, mi mujer. Y que el presidente del Gobierno, Felipe González, lo aprueba sin reservas».
Visitamos el sepulcro de Don Juan de Austria, que se hallaba en perfectas condiciones. «Era un tío. Y su hermano, Felipe II envidiaba su aspecto y su carisma». Y ya en el Panteón de los Reyes, después de rezar un responso en el pudridero ante la tumba provisional de Alfonso XIII, dos años más tarde de su traslado a El Escorial desde Roma, Don Juan se acostumbró a su sitio. Durante un par de minutos permaneció en silencio, mirándolo. «Aquí estaré muy bien». Gómez de Pablos le abrió la curiosidad. «Es una lástima que su visita haya sido tan precipitada. De haberlo sabido con la suficiente antelación, podría haber solicitado la autorización para que el Señor hubiera visto el estado en que se encuentran Carlos I y Felipe II. La técnica de conservación en sus tiempos era impecable y están incorruptos».
De vuelta, su comentario. «Estoy contento. No me hacía gracia lo de Poblet. Con Tarradellas, sí, pero no con Pujol. Pujol es el gran traidor, y está trabajando a la sombra a favor de la independencia de Cataluña. Y como comprenderéis, yo en una Cataluña separada de España, no quiero estar ni un minuto. No me fío nada de Pujol. Y una buena parte de los empresarios y de la burguesía catalana son sus cómplices. En el País Vasco hay terrorismo, pero eso se vence. En Cataluña hay un plan para humillar a España con un apoyo económico muy poderoso».
Se trata de una pequeña historia. Pero a Dios pongo por testigo que es plenamente verídica.
En su sepulcro del Panteón de los Reyes se lee en latín, traducido al español. «Juan III, Conde de Barcelona. 1913-1993».
Postdata. Para los no informados, el Condado de Barcelona es un título Soberano que sólo pueden utilizar el Rey de España o el Jefe de la Casa Real Española.

Más de Alfonso Ussía​

 
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