Africa: teatro de la nueva guerra fría. La lucha por la hegemonía en el continente oscuro.

Alucino con la mano bionica encendiendo la llama de la victoria y las camisetas wagnerianas que usan los civiles.

Sí, el país parece prácticamente ruso, gracias por el vídeo.
bueno eso es algo habitual

lo de las camisetas, supongo las repartiran desde la casa rusa



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se hacen manifestaciones de apoyo al grupo Wagner de forma peridodica y suelen ir muchos chicos jovenes

la mano bioncia de Sytii sera muy. prectica y funcioanl pero da yuyu
 
Regimen Nguemea . teodoro segunda parte


Apertura al mundo occidental, nuevo autoritarismo y lenta transición a un Gobierno pseudodemocrático
Tras hacerse con el timón de Guinea Ecuatorial, Obiang aprobó una amnistía que afectó a 5.000 presos políticos e invitó a regresar a la enorme diáspora de ecuatoguineanos afincados en el exterior, pero descartó la adopción de instituciones democráticas a corto o medio plazo y dejó claro que no iba a tolerar ningún tipo de oposición interna. La Constitución promulgada por Macías en 1973 para reemplazar la legada por España en 1968 y apuntalar su dictadura absoluta estaba suspendida, y por el momento no se sabía cuándo podría hablarse de un Estado de derecho. Con pragmatismo, Obiang empezó reafirmando el carácter no alineado del país y emprendió un intento de diversificar las relaciones exteriores que se caracterizó por el viraje prooccidental y la reducción de los vínculos que Macías había cultivado, aunque sin mucho fuste, con el bloque soviético. En una coyuntura crítica para el país, de auténtica supervivencia, el teniente coronel restituyó a España y Francia sendas posiciones señeras en la cooperación gubernamental. También en la participación privada en los negocios agrícolas, pesqueros y forestales.

En diciembre de 1979 el rey de España, Juan Carlos I, realizó una visita oficial que fue devuelta por Obiang en la primavera de 1980. Un hito en la reconducción de las relaciones hispano-guineanas fue la firma en Madrid el 23 de octubre de 1980 de un tratado de Amistad y Cooperación por los respectivos ministros de Exteriores, Florencio Mayé Elá y José Pedro Pérez-Llorca. El Tratado trajo la creación de varias empresas mixtas, participadas al 50% por cada país, en los sectores de los hidrocarburos —entonces incipiente—, los minerales, la banca y los transportes. Días después de firmarse el Tratado con España, Obiang hizo sus primeras salidas a Francia y Marruecos, otros dos países que iban a tener mucho que decir en las cuestiones de Guinea Ecuatorial.

Ahora bien, las tensiones entre los gobiernos de Malabo y Madrid no tardaron en aflorar con un cruce de recriminaciones: desde España, a Obiang se le reprochaba la postergación sine díe de la liberalización política, la prolongación de los vicios autoritarios del régimen maciísta y la desatención palmaria de las necesidades de la empobrecida población. El militar, por su parte, achacó a Madrid falta de sensibilidad con los acuciantes problemas de la antigua colonia y exigió el final de la cobertura a los grupos de oposición política que se estaban articulando en el exilio, así como al movimiento de autodeterminación de la minoría étnica bubi en Bioko, la cual estaba empezando a sufrir una represión particularmente intensa. A medida que Obiang acentuaba el carácter personalista y autoritario de su mando, las relaciones con España se deterioraron hasta llegarse a la crisis diplomática de mayo de 1983.

El conflicto estalló al hallar refugio en la Embajada en Malabo el sargento Venancio Micó, reclamado por las autoridades por conspirador. Obiang exigió entonces la entrega de Micó, a lo que accedió el Gobierno socialista de Felipe González tras obtener de Obiang garantías de su seguridad física. Juzgado y sentenciado a muerte, Micó, gracias a la mediación española, vio posteriormente conmutada la pena capital por otra de 20 años de prisión, que cumpliría parcialmente.

Tras este incidente con Madrid, Obiang aceleró el desplazamiento del país desde la órbita económica de España al área francoafricana, que era la imperante en su espacio geográfico inmediato. Así, el 19 de diciembre de 1983 el país accedió a la Unión Aduanera y Económica de África Central (UDEAC, a la que en 1999 iba a tomar el relevo la Comunidad Económica y Monetaria de África Central, CEMAC) y, hecho de gran significación, el 1 de enero de 1985 el franco CFA sustituyó al ekwele como la moneda nacional, pasando a compartir Guinea Ecuatorial con varios países del África saheliana, occidental y central una unidad de cuenta que gozaba del respaldo del Tesoro francés. Luego, en diciembre de 1989, Guinea Ecuatorial fue admitida en la que posteriormente iba a denominarse la Organización Internacional de la Francofonía, orquestada por el Elíseo y con una dimensión fundamentalmente cultural. Bien es cierto que Obiang compensó estos reposicionamientos con la renovación de la cooperación española, pero en los años siguientes no dejó de advertirse una cierta rivalidad entre España y Francia en los terrenos de la asistencia financiera, la cooperación al desarrollo y las inversiones privadas.

Por lo que se refiere a la política interna, Obiang emprendió un parsimonioso y, en opinión unánime de la oposición doméstica y los observadores foráneos, espurio proceso de legitimación institucional y democrática del régimen. En marzo de 1981 el dirigente de uniforme dio entrada al primer civil en el Gabinete y el 15 de agosto de 1982 sometió a referéndum, con el resultado de un 95,8% de votos afirmativos, una Ley Fundamental conocida como la Carta de Annonibe, que abría las puertas a la sustitución del Gobierno militar de facto por un Gobierno constitucional civil, al tiempo que nombraba un primer ministro, Cristino Seriche Bioko, militar participante en el Golpe de la Libertad y en los últimos meses vicepresidente segundo de la República. Siguiendo con la previsión formalista, el 12 de octubre el CMS, la junta militar, fue disuelto y Obiang asumió el título de presidente de la República con un mandato de siete años que posteriormente fue validado por la nueva Cámara de Representantes del Pueblo (CRP) de 41 miembros. Este Parlamento echó a andar el 28 de agosto de 1983 con el refrendo por sufragio universal de la lista cerrada y única de candidatos escogidos por el propio Obiang a partir de unas listas de precandidatos elaboradas por los Consejos de Poblado habilitados en cada distrito.

El 12 de octubre de 1987, siguiendo con este esquema de institucionalización civil del régimen a golpe de decreto vertical, sin el menor asomo de consenso o diálogo político, el presidente anunció la creación del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), al que definió como el "partido del Gobierno" pero "no necesariamente el único legal", así como de "libre afiliación". No obstante, las actividades políticas fuera del oficialismo continuaron rigurosamente prohibidas, mientras que una ley aprobada por la CRP estableció que todos los asalariados y funcionarios del país debían entregar obligatoriamente el 3% de sus ingresos para financiar el PDGE a modo de cuotas, luego para los trabajadores públicos no había tal libre afiliación. En diciembre del mismo año, Obiang tomó la presidencia del PDGE. El 10 de julio de 1988 tuvieron lugar unas elecciones legislativas de lista única en las que el PDGE copó los 60 escaños de la CRP. Al cabo de un año, el 25 de junio de 1989, Obiang, desde el 12 de octubre de 1986 con los galones de general de brigada en la reserva, fue reelegido para otros siete años con el 99,9% de los votos en virtud de su única candidatura.

Obiang explicó que estas elecciones presidenciales directas, primeras desde la patraña plebiscitaria de Macías en 1973, eran el comienzo de la democratización, pero que el pluripartidismo no era deseable aún. De sobra conocían esta proscripción los políticos de la oposición, que llevaban toda la década intentando reorganizarse en España y sufriendo las arbitrariedades del régimen. La desarticulación de complots e intentos golpistas, tanto reales como fingidos, era el escenario favorito del mandatario para justificar la descarga de campañas represivas contra el siempre débil aunque infatigable campo de la oposición civil y democrática, ajena a los círculos del poder donde se fraguaron la mayoría de las conspiraciones.

La más aparatosa de estas intentonas frustradas sucedió el 19 julio de 1986. Entonces, fueron arrestados entre otros el ex ministro de Defensa (cartera que acababa de asumir Obiang en persona) y actual viceprimer ministro, amén de teniente coronel y tío del presidente, Fructuoso Mbá Oñana Nchama, considerado uno de los pesos pesados el régimen, el cual fue condenado a una pena de prisión, y el diplomático y diputado Eugenio Abeso Mondu, que terminó ante el pelotón de fusilamiento. Todos los involucrados eran destacados miembros del clan de Mongomo. Luego de sortear este sobresalto, Obiang se hizo mas desconfiado y decretó una remodelación a fondo en la administración. Uno de los beneficiados fue su hermano menor, el general Armengol Ondó Nguema, colocado en septiembre al frente de la Dirección de Seguridad Nacional.


En enero de 1987, para apaciguar a sus interlocutores internacionales, que le exigían una liberalización en todos los ámbitos y la atención de los capítulos sociales, Obiang presentó un programa de desarrollo global y sectorial del país para los próximos cinco años que, entre otras novedades, incluía un ajuste estructural. Este fue pactado con el FMI en julio de 1989. Al mismo le siguieron otras rondas de conversaciones con el organismo para reescalonar los pagos de la deuda externa y obtener nuevos créditos. Obiang necesitaba cimentar las cooperaciones de España y Francia, cada vez más condicionadas a la evolución interna, dada la menesterosa situación económica, totalmente sujeta a los vaivenes de los precios internacionales de los productos que el país entonces exportaba: cacao, cultivado en un 90% en Bioko, café y madera. Con las exportaciones estancadas, las importaciones en alza y las inversiones extranjeras en retroceso, el país hizo frente a una grave carestía financiera y económica. La crisis obligó a Obiang a someterse a las demandas internacionales para que acelerara la transición democrática.

El 16 de noviembre de 1991 los electores aprobaron con el 98,4% de los votos una nueva Ley Fundamental que, como grandes novedades, amparaba el multipartidismo y aclaraba la separación de poderes, aunque por otro lado permitía la reelección presidencial indefinida ("el Presidente de la República es elegido por un periodo de siete años, pudiendo ser reelegido", decía el artículo 34). Se trataba de la cuarta Constitución nacional desde 1968. El 8 de enero de 1992 Obiang promulgó una ley de regulación de partidos que, empero, imponía a los mismos condiciones muy severas para obtener la carta legal y poder operar con un mínimo de garantías.

En marzo siguiente, el presidente designó un Gobierno de transición íntegramente formado por ministros del PDGE y encabezado por Silvestre Siale Bileka, hasta entonces ministro de la Francofonía, una cartera creada recientemente como señal de aviso a Madrid para que rebajara el tono de sus emplazamientos a la democratización. En octubre del mismo 1992, por fin, fueron autorizados a funcionar cinco partidos de oposición. Once formaciones agrupadas en la Plataforma de la Oposición Conjunta (POC), sucesora de la Coordinadora Democrática de Partidos de Oposición fundada dos años atrás, y el Gobierno suscribieron el 18 de marzo de 1993 el llamado Pacto Nacional para, entre otras previsiones, asegurar la celebración de unas elecciones legislativas diáfanas.

Sin embargo, la mayoría de los partidos de la POC resolvieron retirarse de los comicios luego de constatar que el régimen acudía a los mismos con intenciones torticeras, pero también conmocionados por el asesinato el 23 de agosto, tras ser secuestrado en el hotel de Malabo donde se alojaba, de Pedro Motu Mamiago, un prominente militar pasado a la disidencia. El Gobierno no tuvo reparos en informar que Motu había muerto por "su***dio". En esta atmósfera enrarecida tuvieron lugar los comicios el 21 de noviembre de 1993; sin sorpresas, el PDGE capturó 68 de los 80 escaños de la CRP. La POC aseguró que el 80% del censo no había ido a votar y tachó las elecciones de "simulacro".

El Ministerio de Exteriores de España evaluó las votaciones de manera negativa y protestó por las manipulaciones detectadas. Al cabo de unos días, Obiang, irritado por esta cascada de reacciones adversas, ordenó la expulsión del cónsul español en Bata bajo la acusación de "injerencia en los asuntos internos" del país. Madrid replicó en diciembre con la retirada temporal de su embajador en Malabo y con la reducción a la mitad de la ayuda anual al desarrollo y la cooperación, que en 1993 había rebasado los 2.000 millones de pesetas. La sanción española se sumó a la suspensión ya en vigor de la cooperación (salvo el capítulo de la ayuda humanitaria) de la Unión Europea, que supuso la exclusión de Guinea Ecuatorial del IV Convenio de Lomé con los países ACP. Además, el FMI y el Banco Mundial acababan de suspender sus programas de asistencia ante el panorama de corrupción, falta de transparencia y mal gobierno.

Obiang insistió reiteradamente en que estaba listo para asumir todos los criterios sobre la democratización y el respeto de los derechos humanos que le exigían los gobiernos español y francés, la UE y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, denunciante anual, al igual que la ONG Amnistía Internacional, de los abusos del régimen. Pero la realidad cotidiana de intimidaciones, secuestros, palizas, torturas, encarcelamientos arbitrarios, juicios manipulados y asesinatos de personas activas en los partidos de la oposición, de miembros de la comunidad bubi y, prácticamente, de cualquier sospechoso de no ser adicto, no experimentó ningún alivio. Férreamente protegido por una guardia pretoriana de soldados marroquíes y por sus escoltas paramilitares, los Ninjas, el dictador continuó administrando el país como un feudo particular, amedrentando a capricho y dispensando dádivas y favores al omnipresente clan de Mongomo.
 
Ahora sobre el conflicto y genocidio del congo

EL IGNORADO GENOCIDIO EN REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE CONGO​

Apenas ocupa titulares, pero hay un cruento genocidio en marcha en República Democrática de Congo. Una milicia, la M23, apoyada por Ruanda, y por las potencias occidentales de EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, está masacrando por millones a la población del este del país.​

14 MARZO, 2024 | DAVID BEZOAR
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Mientras los ojos del mundo miran con horror a la Franja de Gaza, mientras la atención informativa se va alejando paulatinamente de Ucrania, y mientras cruentas guerras como la de Sudán del Sur apenas sí se cuelan en los telediarios… hay genocidios de trágicas dimensiones que permanecen completamente ignorados. Uno de ellos está ocurriendo ahora mismo en las regiones orientales de la República Democrática de Congo, con la implicación de varias potencias imperialistas a través de Ruanda: EEUU, Francia, Reino Unido, Israel, Polonia y Bélgica
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Romelu Lukaku, jugador belga del Roma, protestando con este gesto por el genicidio en República Democrática de Congo
«Hay un genocidio en curso en República Democrática de Congo. Han bombardeado dos veces en la últimas semanas. Pero ¿habéis visto alguna noticia? ¿Cómo es posible que 10 millones de personas hayan sido asesinadas, que millones de personas hayan sido desplazadas, que un millón de mujeres hayan sido raptadas y violadas y que todo eso no ocupe ni una sola mención en los telediarios?». Así lo denuncia un vídeo que se ha hecho viral en las redes de la tiktoker y afroactivista española Itquinndy.
Lo que denuncia es tan real como silencioso. Más de diez millones de personas han sido asesinadas en la República Democrática de Congo -antiguo Zaire, anteriormente llamado Congo Belga, no confundir con su vecino occidental República de Congo- en las guerras que sin descanso asuelan al país desde la desaparición del dictador Mobutu Sese Seko, en 1997. Y 6,9 millones de congoleños se han visto obligados a abandonar sus hogares debido a la violencia, según la ONU.
Las regiones del este, -Kivu del Norte e Ituri- limítrofes con Ruanda y Uganda, son el principal escenario de los enfrentamientos, que cuenta con no menos de 130 milicias que se disputan entre sí las grandes riquezas mineras congoleñas. La R.D. de Congo es el cuarto productor de diamantes del mundo, además de sacar de las entrañas de la tierra ingentes cantidades de cobre, oro, hierro, cobalto y manganeso.

Pero por encima de todas las demás riquezas, está el coltán o columbotantalita, que junto al cobalto son minerales claves para el funcionamiento de todos los aparatos electrónicos y la tecnología aeroespacial. El oriente congoleño guarda el 80% de las reservas conocidas de coltán del planeta.
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«Una milicia, la M23, apoyada por Ruanda, y por las potencias occidentales de EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, está matando por millones a la gente en el este de República Democrática de Congo», denuncia la activista. Otro ejemplo es la milicia islámica ugandesa ADE.
Estas sangrientas milicias, con la ayuda directa de las fuerzas armadas ruandesas o ugandesas, se han hecho con el control de extensas áreas del oriente congoleño, perpetrando todo tipo de matanzas y atrocidades contra la población civil, realizando limpiezas étnicas para forzarles a huir de las zonas ricas en recursos, o bien obligando a cientos de miles de personas -incluidos niños, mujeres y ancianos- a trabajar en condiciones de semiesclavitud en las minas a cielo abierto. Los que se niegan o se rebelan son decapitados, torturados o mutilados, y sus mujeres violadas. Los campos de refugiados se han convertido en auténticos y gigantescos guetos de miseria, en los que se agolpan millones de personas desesperadas por conseguir algo qué comer y sin perspectivas de futuro.
Protestando ante la barbarie, la población de República Democrática de Congo está quemando banderas de EEUU y de la UE denunciando la complicidad imperialista ante este genocidio, y en ciudades europeas como París, la diáspora congoleña se manifiesta ante la embajada de Ruanda, Uganda o de las potencias occidentales que les patrocinan.
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El «divide et domina» de las potencias imperialistas

¿Quién gana con la balcanización de África Central?

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Protestas contra la implicación norteamericana y europea en el genocidio
Desde su independencia del cruel y genocida dominio de la corona belga en 1960, la historia de la República Democrática de Congo (RDC) ha sido una sucesión casi perpetua de cruentas dictaduras -como la de Mobutu Sese Seko (1965-1997)-, inestabilidad política, golpes de Estado y conflictos armados. Una historia casi calcada a la de países vecinos como Uganda o Ruanda.
En la base de esta «balcanización de África Central» encontramos un sustrato de tensiones étnicas, heredadas de siglos atrás. Pero no podemos entender la turbulenta sucesión de conflictos armados que azota de manera endémica a esta región del planeta sin partir del papel determinante de la intervención imperialista. Son las grandes potencias imperialistas -EEUU y Francia principalmente, pero también Reino Unido, Bélgica (antigua metrópolis), Israel, y en tiempos más recientes, la creciente influencia rusa- las que permanentemente exacerban y utilizan las tensiones étnicas y sociales en pos de sus intereses geopolíticos o económicos.
Quizá el mejor ejemplo sea Ruanda, el país que ahora es utilizado como principal «sicario» en la zona, y que sufrió una cruenta guerra civil en los años 90 cuyas consecuencias están directamente relacionadas con el actual genocidio en marcha en la RDC. Este sangriento conflicto entre dos etnias -los hutus y los tutsis- en realidad escondía una guerra proxy o subsidiaria entre EEUU y Francia por el control de las inmensas riquezas mineras de la región.

Desde que llegara al poder mediante un golpe de Estado en 1973, la República Francesa de Giscard d’Estaing y Mitterrand sostuvo y tuteló al sanguinario líder hutu Juvenal Habyarimana, amparando su brutal racismo hacia la etnia tutsi, que acabó desembocando en uno de los mayores genocidios de la historia moderna. Entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994 el gobierno hutu asesinó a cerca de un millón de personas, el 70% de esta etnia.
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Protestas contra la implicación francesa en el genocidio
Esta matanza sirvió de excusa a EEUU para potenciar su «ayuda» al rebelde Frente Patriótico Ruandés (FPR), codirigido por el actual presidente ruandés, el tutsi Paul Kagame, que acabó tomando el poder. Las tropas francesas organizaron la llamada Operación Turquesa que, ante la inminente toma del poder en Ruanda por parte de los tutsi, creó un «pasillo humanitario» hacia el vecino Zaire -hoy República Democrática del Congo- para que se refugiaran allí decenas de miles de ruandeses de la etnia hutu, temerosos de represalias.
Esto salvó muchas vidas, pero también permitió que huyeran, mezclados con ellos, los responsables del genocidio contra los tutsis. Las tensiones entre los refugiados ruandeses hutu y la población nativa del este zaireño, -los banyamulenge, también tutsis- no tardaron en ser aprovechadas por las potencias imperialistas para volver a balcanizar la rica región oriental del RDC, generando el sangriento caos de matanzas étnicas que hacen que el coltán y otras tierras raras acaben fluyendo, gracias a las matanzas y la semiesclavitud, desde las guerrillas y los señores de la guerra a las cuentas de beneficios de grandes corporaciones mineras occidentales.

Uff… no tenía ni ide de todo esto. Me refería a la historia actual.
 
Ayer en el desfile del Dia de la Victoria en Rusia participaron cadetes militares de África Central. El Presidente de Guinea Bissau estuvo presente.



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Teodoro Neguema tercera parte

3. Consolidación de la dictadura personal, maquinaciones golpistas y el extraordinario pero engañoso boom de los hidrocarburos

Así las cosas, las elecciones presidenciales del 25 de febrero de 1996, abiertas por vez primera a múltiples candidaturas, fueron cualquier cosa menos históricas, ya que tras la retirada de cuatro aspirantes de la oposición que rehusaron tomar parte en una operación con el guión escrito de antemano Obiang se quedó cómodamente solo frente a Secundino Oyono Aguong Ada, de la Convergencia Social, Democrática y Popular (CSDP). Los adversarios de la POC que practicaron el boicot en 1996 fueron: Severo Moto Nsá, jefe del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial (PPGE) y hasta 1982, cuando se pasó a la oposición, secretario de Estado de Información y Turismo del Gobierno; Amancio Gabriel Nze, de la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), considerado el primer partido de la oposición; Andrés Moisés Mbá Ada, de la Unión Popular (UP); y Buenaventura Mosuy Asumu Nsegue, del Partido de la Coalición Social Demócrata (PCSD).

Según los datos oficiales, el autócrata recibió un "abrumador" 97,8% de votos con un índice de participación "masivo" del 79,8%. De nuevo, la oposición cifró la abstención en no inferior al 75%. Los observadores africanos (España, Francia y Estados Unidos se negaron a monitorizar la consulta) constataron numerosas irregularidades, como la presencia en los colegios de solamente representantes del PDGE. Imperturbable, el 15 de marzo de 1996 Obiang fue investido con un nuevo mandato de siete años, el tercero, hasta 2003. El 1 de abril siguiente tomó posesión el nuevo Gobierno de Ángel Serafin Seriche Dougan.

El presidente tenía reservadas varias represalias a sus retadores. La primera y más sonada le tocó a Severo Moto, una fuerte personalidad política no exenta de aspectos turbios, quien en junio de 1997 tuvo que exiliarse en España, por tercera vez en su azarosa trayectoria, al imputársele una supuesta conspiración golpista. Un mes más tarde, Moto fue condenado en ausencia a la pena de 101 años de cárcel por los delitos de "alta traición" e "intento de asesinato del jefe del Estado". Las elecciones legislativas del 7 de marzo de 1999 fueron un calco de las de 1993 por el boicot mayoritario de la oposición y las denuncias de fraude masivo. En esta ocasión, el PDGE, con el 85,5% de los votos y el 95% de participación, siempre según las cifras facilitadas por el Gobierno, reforzó su cuota en la CRP hasta los 75 escaños. Las migajas, cinco escaños, fueron para la UP y la CPDS.

Obiang todavía se permitió encajar una fuerte amonestación exterior como fue, en octubre de 1995, el cierre de la Embajada de Estados Unidos a modo de sanción de la Administración de Bill Clinton por la intolerable situación de los derechos humanos en el país africano, denunciada en su despedida por el embajador saliente, John E. Bennett. El diplomático había sido repatriado en febrero de 1994 tras recibir de las autoridades locales una absurda acusación de "brujería" seguida, aseguró Bennett, de una amenaza de muerte. En aquella ocasión, sin embargo, Washington enmascaró su advertencia tras el argumento, apenas creíble, de que la reducción de su presencia diplomática obedecía a razones presupuestarias; las funciones de la legación en Malabo fueron transferidas a la Embajada en Camerún. Ahora bien, a esas alturas, el autócrata ecuatoguineano ya acariciaba el sueño de una autosuficiencia financiera que le permitiera dar evasivas a los gobiernos español y francés, y emanciparse de su asistencia. La llave de esta insospechada mudanza estratégica la brindaron las reservas de hidrocarburos.

En 1991, en una cota offshore al norte de Bioko, allí donde prospecciones de la Empresa Guineo-Española de Petróleo, S.A. (GEPSA) no habían encontrado nada interesante desde 1981, una pequeña compañía de Estados Unidos, Walter International, certificó la existencia de grandes cantidades de gas con valor comercial. Rápidamente, comenzaron los bombeos de la plataforma Alba. Entre 1996 y 2000 entraron en servicio los yacimientos de petróleo y gas de los campos Zafiro, en el límite de las aguas territoriales de Nigeria y próximo al campo Alba, y Ceiba, mucho más al sur, frente a la provincia continental de Litoral.

El Estado empezó a obtener sus primeros beneficios por el petróleo en 1996 y, pese a las condiciones francamente desventajosas de las contratas de explotación adjudicadas a firmas estadounidenses, que hicieron en esta parte del mundo un negocio redondo, los efectos de la aparición de esta fuente de ingresos y divisas no se hicieron esperar: en 1996 el PIB, que simplemente por las inversiones de las petroleras foráneas ya estaba creciendo a un ritmo de dos dígitos desde 1992, trepó nada menos que un 66% y en 1997 lo hizo en un increíble 150%, según estimaciones del Banco Mundial. Se trató de una tasa de crecimiento fantástica que superó de largo la de cualquier otro país del mundo. En la década siguiente, el ritmo se mantuvo muy fuerte, aunque con importantes fluctuaciones.

El extraordinario boom del petróleo vino a agudizar los desequilibrios y las contradicciones, generando una tremenda paradoja, de la Guinea Ecuatorial de Teodoro Obiang. Por un lado, asombraban datos como que, de acuerdo con el Banco Mundial, el Ingreso Nacional Bruto (ING) por habitante a paridad de poder adquisitivo (PPA) saltó desde los 600 dólares de 1990 a los 7.600 dólares diez años después, lo que equivalió a ascender de la trigesimosegunda a la décima posición en el ranking de los países africanos. En 2001, año en que el PIB volvió a rebotar y creció otro espectacular 63%, el valor de las exportaciones triplicó el de las importaciones, cuando una década atrás la balanza comercial era ampliamente deficitaria.

Entre 1994 y 2005 Guinea Ecuatorial figuró siempre entre los cuatro países de crecimiento más vigoroso, siendo el campeón de la tabla mundial en los ejercicios de 1997, 1999 y 2001. El ING por habitante (PPA) calculado por el Banco Mundial llegó a su apogeo en 2008, en plena subida en flecha de la cotización del crudo en los mercados mundiales, al alcanzarse y luego rebasarse con creces el precio de los 100 dólares por barril: nominalmente, fueron 33.100 dólares, valor que era el más alto de África, superior al de la Libia de Gaddafi, y el 33º del mundo. De hecho, era mayor que el de varias economías desarrolladas, como Corea del Sur, Grecia, Nueva Zelanda, Israel y Portugal.

Más llamativas si cabe resultaban las variables del PIB/PPP manejadas por el FMI. En términos absolutos, hasta 1996 Guinea Ecuatorial produjo por debajo de los 1.000 millones de dólares, en 2001 el PIB ya era de 10.000 millones, en 2004 saltó a los 20.000 millones y en 2012 llegó a su máximo valor, 30.000 millones. La evolución del PIB/PPP por habitante resultaba pasmosa de veras: 424 dólares en 1980, diez veces ese valor en 1998 y, de nuevo otras diez veces más, 43.000 dólares, en 2008. En aquel año culmen, Guinea Ecuatorial ocupó la posición decimosexta en una lista de territorios exclusivamente europeos y asiáticos, además de Estados Unidos. Y esos 43.000 dólares superaban en 10.000 la renta por habitante de España.

Sin embargo, el significado real de toda esta batería de datos apenas iba más allá de la curiosidad estadística. Pese a la retórica del régimen sobre la "enorme transformación socio-económica" experimentada por Guinea Ecuatorial, que en 2002 fundó una compañía estatal del petróleo, GEPetrol, y en 2005 su equivalente para el gas, Sonagas, poco o nada de este mar de riqueza llegaba a la gran mayoría de la población, la cual, antes bien, veía cómo se endurecían sus condiciones de vida. El grueso de la ciudadanía, más de tres cuartas partes, siguió apañándoselas bajo el umbral de la pobreza, sobreviviendo con los cultivos de subsistencia, y la desigualdades, para empezar entre el campo y la ciudad, se dispararon.

A la vez que se codeaba en cuanto a renta por habitante con países como Austria y Hong Kong, Guinea Ecuatorial ocupaba la posición 118, es decir estaba considerado un país de desarrollo medio-bajo, en la tabla del Índice de Desarrollo Humano (IDH) confeccionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Un frenesí de desarrollo urbanístico en Malabo y Bata envuelto de especulación y de dudosa utilidad social, el aumento a ojos vista de la corrupción y la codicia de los escogidos usufructuarios de la renta petrolera, la perpetuación del autoritarismo y el abandono de las exportaciones agrícolas tradicionales (ya casi solo se exportaban hidrocarburos, origen de la práctica totalidad de los ingresos que reportaba la demanda externa) eran la otra cara de una bonanza que convirtió a Guinea Ecuatorial en el tercer productor de petróleo de África subsahariana por detrás de Nigeria y Angola, con una producción récord en 2005 de 420.000 barriles de crudo diarios.

Por poco, no se alcanzó el objetivo de los 500.000 barriles, es decir, casi un barril por ecuatoguineano, previsto por el Gobierno unos pocos años antes, cuando Obiang se ilusionó con emular los volúmenes extractivos de monarquías árabes del golfo Pérsico como Qatar. A partir de 2005, empero, el ritmo de extracciones empezó a declinar suavemente por un cálculo prudencial. Las reservas probadas del país no eran especialmente ingentes y estaban cuantificadas en algo más de 1.000 millones de barriles, así que, salvo nuevos hallazgos de envergadura, el maná petrolero estaba condenando a desvanecerse en unos años, muy pocos a menos que se redujeran drásticamente los niveles de producción.

Ya en 2007 el Gobierno organizó una conferencia internacional para analizar la marcha del desarrollo económico del país. En ella, los expertos aconsejaron a Guinea Ecuatorial ir preparándose para cuando el agotamiento de los pozos expusiera con toda crudeza hasta qué punto el sector productivo había perdido diversificación. Además, desde 2002 existía, o más bien languidecía, el Fondo para las Generaciones Futuras, un fondo de riqueza soberano al que destinar el 0,5% de los ingresos por el petróleo (una cantidad de entrada irrisoria), del que el Gobierno, además, prácticamente se desentendió. Pero, por el momento, en los primeros años del siglo XX, este auténtico El Dorado negro servía sin duda para reforzar el asiento en el poder de Obiang, que bien podía destinar parte de la fortuna a, por ejemplo, comprar nuevas lealtades y asegurar las ya existentes. Y por supuesto, el Gobierno podía presentar a la población como una verdad innegable que el progreso y la prosperidad estaban en curso e iban a más.

Tras la llegada del republicano (y ex empresario petrolero) George Bush a la Casa Blanca en enero de 2001 pudo apreciarse una notable mejora en las relaciones bilaterales con Estados Unidos. Obiang, que en septiembre de 1999 recibió tratamiento contra un cáncer de próstata en la prestigiosa clínica Mayo de Rochester, Minnesota, con factura abonada por la compañía Mobil Oil, visitó por primera vez Washington en abril de 2001, aunque entonces solo consiguió ser recibido por un subsecretario del Departamento de Agricultura del Gobierno. De todas maneras, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 la actitud de la Casa Blanca hacia el presidente africano se aligeró de escrúpulos.

Así, en el primer aniversario del 11-S, el ecuatoguineano figuró entre la decena de líderes africanos que se reunieron con Bush en la sede de la ONU en Nueva York para hablar de las perspectivas de guerra con Irak, así como de la paz y el desarrollo en el continente negro. Significativamente, poco antes de la recepción neoyorquina, el lobby político y empresarial del petróleo africano publicó un informe donde consideraba de interés para la seguridad nacional y una prioridad estratégica de Estados Unidos extender la influencia de la superpotencia en el golfo de Guinea
. Días más tarde, el 19 de septiembre de 2002, Obiang fue agasajado en Washington con una cena en su honor por un grupo de empresarios e inversores del sector de los hidrocarburos. La normalización completa llegó en 2004 cuando el Departamento de Estado decidió reabrir la Embajada con un embajador acreditado en Malabo.

Definitivamente, el Gobierno de Washington optó por dar prelación a los intereses económicos, de lo más sustanciosos al reservarse en exclusiva las compañías privadas estadounidenses los derechos de explotación de los yacimientos de hidrocarburos offshore, frente a las exigencias del respeto de los derechos humanos. No obstante, Obiang siguió sin conseguir un encuentro oficial vis a vis con su homólogo de Estados Unidos en el Despacho Oval.

En cuanto a España, a pesar de las tarascadas diplomáticas, las críticas desde medios políticos y periodísticos, y la reducción de la cooperación al desarrollo, todo ello en paralelo a la intensificación de las relaciones con Francia (visitada varias veces por Obiang y cuyo idioma fue declarado cooficial con el español en 1998), no dejó de legitimar de hecho a Obiang brindándole corteses recibimientos. El 15 de octubre de 2001, en su noveno viaje a España, el mandatario asistió al II Congreso Mundial de la Lengua Española celebrado en Valladolid, se entrevistó con el entonces presidente del Gobierno, el conservador José María Aznar, y fue recibido por el rey Juan Carlos en el palacio de la Zarzuela. Observadores del momento destacaron que este tratamiento de deferencia era impensable con cualquier otro dictador que figurase en las listas negras de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU o de Amnistía Internacional.

Luego, el 9 de abril de 2002, mientras en casa la oposición, que meses atrás había formado una nueva plataforma unitaria de acción y resistencia, era el blanco de la enésima ola represiva, Obiang hizo otro viaje público a España. Al poco, en junio, el secretario general de la CPDS, Plácido Micó Abogo, fue condenado a 14 años de prisión dentro de un macrojuicio contra 144 acusados por cargos relacionados con el complot de 1997, proceso que mereció la calificación de "aberración jurídica" por los observadores. En unos gestos de magnanimidad, Obiang decretó en octubre el indulto de varios de los 68 condenados en este juicio y en agosto de 2003 dispuso la liberación sin cargos también de Micó y de otros 17 reos políticos.

En las elecciones presidenciales del 15 de diciembre de 2002 los cuatro candidatos de la oposición, Celestino Bonifacio Bacale Obiang por la CPDS, Jeremías Ondó Ngomo por la UP y los ya mencionados Mesuy Asumu por el PCSD y Oyono Ayong por la CSDP, anunciaron que se retiraban horas antes de abrirse las urnas entre protestas por la "farsa indecente" que estaba a punto de perpetrarse. Las papeletas con sus nombres no fueron retiradas de los colegios, pero esta anomalía resultaba irrelevante: el Jefe Obiang, en torno al cual ya hacía tiempo que estaba organizándose un culto a la personalidad saturado de ditirambos y eslóganes hiperbólicos que, evocando el caso de Macías, le adjudicaba hasta tintes sobrenaturales (en 2003 la radio estatal iba a proclamar que "el presidente es un dios que está en permanente contacto con el Todopoderoso y puede matar a cualquiera sin que nadie le pida cuentas y sin ir al infierno, porque es el Dios mismo"), ganó su cuarto mandato constitucional con un 97,1% de los votos, abundando en una cifra propia de sistemas plebiscitarios de partido único como los imperantes en Irak o Siria.

Un bienio después, el 25 de abril de 2004, tocaron las legislativas. Sobre estos comicios flotaron las sombras de las detenciones en los meses precedentes de personalidades del régimen caídas en desgracia como el general Agustín Ndong Oná Mbuy, primo del presidente y antiguo inspector general de las Fuerzas Armadas, víctima del fuego cruzado y las intrigas de bandos rivales en el seno del régimen. Pero sobre todo, sobrevolaron los ecos de la aparente tentativa golpista abortada el 6 de marzo a partir de una acción policial del Gobierno de Zimbabwe, el cual dio cuenta de la detención en el aeropuerto de Harare de un grupo de 67 mercenarios de varias nacionalidades africanas que se disponía a embarcar en un B-727 cargado de material militar rumbo a Malabo para cometer allí un golpe de mano de lo más rocambolesco. Informaciones facilitadas por Sudáfrica contribuyeron decisivamente a desbaratar el plan subversivo.

El Gobierno ecuatoguineano aseguró que los mercenarios, cuyos cabecillas eran un antiguo oficial británico de fuerzas especiales, Simon Mann (el cual, posteriormente, en los interrogatorios, reconoció los hechos que se le imputaban), y un traficante de armas sudafricano y también ex militar, Nick du Toit, tenían en su punto de mira al presidente, al que, previa neutralización de su guardia de corps, planeaban apresar para montarlo en un avión que le conduciría a un exilio dorado en España, aunque también se habló de la pretensión de matarlo, a él y a cualquiera de su entorno que opusiera resistencia.

Los malhechores disponían de una quinta columna armada en Malabo, una célula de otros 14 mercenarios, sudafricanos y armenios, ahora aprehendida por las autoridades, y seguían instrucciones directas nada menos que de Severo Moto, el autoproclamado (agosto de 2003) presidente del "Gobierno de Guinea Ecuatorial en el Exilio", el cual, una vez despejado el camino en Malabo, regresaría triunfal desde España para asumir el poder con el visto bueno de unos mandos militares comprados con nombramientos y prebendas. Además, Moto y su gente gozarían para esta peligrosa aventura de cierta complicidad por parte de los servicios secretos de España, Estados Unidos y el Reino Unido. Tal era la tesis oficial de lo desentrañado, que recordaba vivamente la trama del célebre best seller de Frederick Forsyth Los perros de la guerra.


Obiang insistió en la veracidad de todos estos extremos, incluidos los asomos de conspiración en su contra de potencias occidentales, por lo que calificó de "enemigos" a "aquellos países involucrados" y a ciertas "empresas multinacionales" que, habiendo estado al tanto de la tentativa, no habían hecho nada por impedirla. El presidente amenazó directamente a España con romper las relaciones diplomáticas si no entregaba a la "marioneta" y al "terrorista" Severo Moto. El dirigente opositor, al que en noviembre siguiente iba a caerle una segunda condena en rebeldía a 64 años de prisión, rechazó toda responsabilidad en los incidentes y aseguró que Obiang era "un auténtico caníbal", ansioso de tenerle extraditado en Guinea "para poder comerse mis testículos", añadió. Más aún, Moto, en lo que fue secundado por Plácido Micó y Celestino Bacale, acusó a Obiang de haber orquestado una farsa golpista como pretexto para sus persecuciones políticas, y que los mercenarios capturados en realidad estaban a sueldo del dictador o bien habían tenido tratos con personas de su entorno íntimo.

El asunto del complot de marzo de 2004 tuvo otras turbias ramificaciones (en agosto del mismo año llegó a ser detenido en Sudáfrica el mismísimo hijo de la ex primera ministra Margaret Thatcher, el empresario Mark Thatcher, por su presunta implicación en los hechos en calidad de patrocinador financiero) y sembró un clima de emergencia y sospechas que vino a favorecer al PDGE, como si el partido del presidente tuviera necesidad de ello, de cara a las elecciones de abril a la CRP. Esta vez, el oficialismo se quedó con 98 de los 100 escaños en juego, quedando los dos restantes para la CPDS, idos a sus jefes, Plácido Micó y Celestino Bacale. Llegado junio, Obiang puso término al Gobierno de Cándido Muatetema Rivas, un miembro de la etnia bubi, instalado en marzo de 2001.

En septiembre, mientras tenían lugar en Malabo los juicios a los mercenarios extranjeros acusados de golpismo, a los que les aguardaban unas draconianas penas de prisión, el nuevo primer ministro, Miguel Abia Biteo Boricó, acusó desde la palestra de la Asamblea General de la ONU al Gobierno de Aznar, ya desalojado de la Moncloa, de haber apoyado la fallida "invasión mercenaria multinacional que tenía como objetivo eliminar físicamente al presidente y a los miembros del Gobierno", prestando a los subversivos una importante dotación naval consistente en "dos buques de la Armada con 500 marineros a bordo, para apoyarlos en caso de resistencia".

En julio de 2005 el PPGE de Moto —a quien en diciembre del mismo año el Gobierno español retiró finalmente el estatuto de refugiado político, aunque tres años más tarde iba a devolvérselo, para acto seguido arrestarlo, bajo la acusación de intentar trasladar armas a Guinea Ecuatorial—, la Fuerza Demócrata Republicana (FDR, partido animado por personas del clan de Mongomo enemistadas con Obiang), la Alianza Nacional para la Restauración Democrática (ANRD), la Acción Popular de Guinea Ecuatorial (APGE), el Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB) y otras fuerzas en el exilio pusieron en marcha la plataforma Demócratas por el Cambio para Guinea Ecuatorial (DECAM). Al cabo de un año, en agosto de 2006, Obiang aceptó la dimisión en bloque del Gobierno de Miguel Abia, el cual "no había sabido materializar las políticas sociales" del programa del PDGE. Ricardo Mangue Obama Nfubea tomó el testigo de primer ministro el día 14.
 
Y bueno ahpra hablamos e otros pais con un rey dictador como unas maracas

Suazilandia,

adentro historia loca muy loca


Mswati III, el rey-dictador con 15 esposas, 34 hijos, lujo individual y miseria social​




En efecto, en Esuatini (Suazilandia), al sur de África, Mswati III un monarca absolutista y despiadado que gobierna ese territorio por decreto desde 1986 y decide con total poder e impunidad. Su vida y gobierno están repletos de acusaciones, tramas e incógnitas. Tiene 15 esposas, 34 hijos -una de ellas, estrella pop- y cuatro nietos. Una historia digna del siglo XIX.
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Una monarquía absolutista como la que existe en Esuatini (Suazilandia), al sur de África, en la que su monarca Mswati III decide con total poder e impunidad, puede provocar situaciones difíciles de asimilar en el mundo occidental. Si lo que vamos a narrar a continuación ocurre en uno de los países más pobres del mundo, la gravedad de las consecuencias de actos irresponsables por parte del rey se multiplica.
Actualmente, Mswati III es el último rey absolutista de África. Gobierna por decreto y se opone firmemente a la democratización de su país, aunque restauró el Parlamento nacional que su padre había disuelto.
El gobierno de Mswati ha sido criticado por ignorar los crecientes problemas de la nación mientras él vive rodeado de lujo, sacrificando la salud de los ciudadanos a cambio de su confort personal. Este incluye la compra de una flota de limusinas, un jet de lujo (que costó un cuarto del presupuesto nacional) y la construcción y renovación de palacios para albergar a sus muchas esposas. Además, en el pasado ha restringido las libertades civiles y la libertad de expresión.
Los partidos políticos están prohibidos, la Constitución no protege a las mujeres y no prohíbe los matrimonios forzados.
Mswati III ha tenido 15 esposas (dos ya han fallecido, una de ellas por su***dio), 34 hijos y 4 nietos. La polémica en torno a este rey es constante. Las denuncias por parte de asociaciones internacionales, especialmente aquellas que defienden los derechos de las mujeres, son habituales. Ha sido acusado de matrimonios forzosos con menores, secuestros y extrañas desapariciones.

Hace unos meses, un periódico zambiano afirmó que Mswati III había impuesto la poligamia a los hombres del país. Su intención era resolver el problema de la superioridad numérica de las mujeres. El Gobierno refutó estas acusaciones.
Los reyes de Suazilandia siempre han sido polígamos. El portal ‘Histoires Royales’ ha elaborado un detallado informe sobre el proceso de selección de las mujeres de Mswati y sobre las polémicas que han rodeado al monarca en torno a sus relaciones maritales y el destino de algunas de sus esposas.

Mswati III. (IG)
Mswati III. (IG)
Según detallan en ‘Histoires Royales’, al monarca se le imponen las dos primeras mujeres. A las siguientes las elige él tras una ceremonia en la que cada año, miles de jóvenes vírgenes se reúnen alrededor de la reina madre. El día de la ceremonia, el rey, su madre y su hermana mayor eligen a 365 mujeres que estarán a disposición del rey durante el año. Él puede, si lo desea, hacer de algunas de ellas su nueva esposa.
De una de sus esposas, la tercera, nació la primera hija del rey, la princesa Sikhanyiso. Hoy es conocida internacionalmente por su carrera como cantante, aunque también como diplomática. Estudió en las escuelas británicas más prestigiosas, tiene un título en los Estados Unidos y es experta en comunicación por la Universidad de Sídney. En su país, es ministra de Telecomunicaciones y miembro de la junta directiva de MTN Swazilandia, la compañía de telecomunicaciones móviles del país.
Las canciones de la princesa son cantadas en inglés, para que sean más internacionales. Su tema más destacado está dedicado al régimen totalitario de su padre que ella alaba. El videoclip de su canción, ‘Hail Your Majesty’, cuenta con más de 120.000 reproducciones en YouTube.
Otra de las mujeres del rey, Putsoana Hwala, decidió huir del país en 2004. Lo logró utilizando pasaportes falsos.
Una de los casos más dramáticos fue el de la séptima mujer del rey, Senteni Masango. En 1999, el ‘Times of Swazilandia’ anunció que la joven había sido secuestrada de la escuela, lo que enfureció al rey. El editor del periódico fue encarcelado y luego despedido.
Senteni Masango fue encontrada muerta el 6 de abril de 2018. Terminó su vida con una sobredosis de antidepresivo, una semana después de la muerte de su propia hermana. Senteni había asistido al funeral de su hermana sin contar con permiso del rey.
Llamativa es también la historia de Angel Dlamini, la octava esposa del rey, quien huyó de su esposo en mayo de 2012 y se mudó a Sudáfrica. La asociación SSN aseguró que su huida estaba relacionada con la violencia que sufrió a manos de su esposo. Pero, en 2018, Dlamini realizó un sorprendente movimiento y decidió regresar junto a la familia real. Se desconocen los motivos de esta decisión.
Mswati III. (IG)
Mswati III. (IG)
Muy polémico fue el caso de su mujer número 10, Zena Mahlangu, quien fue secuestrada de la escuela con 18 años por dos hombres el 9 de octubre de 2002, según se especificó en un informe de Amnistía Internacional. Su madre, Lindiwe Dlamini, preocupada de que su hija no hubiera regresado a casa, alertó a la policía. Fue entonces cuando se le informó que la joven estaba en la residencia real de Ludzidzini. Pocos días después, el Palacio contactó con la madre y le anunció que su hija ahora tenía «funciones reales».
Entre las esposas del rey también hay una Miss. Nothando Dube, nacida en 1988, fue Miss Teen Swaziland. Conoció al rey Mswati en la fiesta de cumpleaños de uno de los hijos del monarca, una fiesta a la que fue invitada. Contrajo matrimonio con el monarca en 2005. Tenía 16 años. Tuvo una aventura con el ministro de Justicia del país, Ndumiso Mamba, por la que fue arrestada y detenida.
Después de varios años en prisión, terminó siendo expulsada de la Casa Real y se le prohibió ver a sus hijos. La joven interpuso una denuncia por detención inadecuada y tortura. El 8 de marzo de 2019 murió de cáncer de piel en el hospital.
 
Seguimso con el pais dponde cualquier chica guapa es susceptible de ser secuestrada por el rey,


Suazilandia: la larga batalla por la igualdad de género​

En este pequeño Estado africano gobernado por un monarca absoluto y polígamo, la valiente abogada Lomcebo Dlamini lucha por los derechos de las mujeres.​

EMANUELA ZUCCALÀ
28 SEPT 2017 - 07:53 CEST
Mujeres en una zona rural de Suazilandia.
Mujeres en una zona rural de Suazilandia.ONG COSPEMÁS INFORMACIÓN
La fiesta de las vírgenes
“Si las mujeres no hablan, hablarán por ellas”
El rey de Suazilandia anuncia a la que será su 14ª esposa
Acusan al rey de Suazilandia de raptar a tres chicas para elegir esposa
Suazilandia es un país minúsculo (17.364 kilómetros cuadrados, más o menos la mitad de la superficie de Cataluña) empotrado en Sudáfrica. Se encuentra entre las pocas monarquías absolutas que quedan en el mundo y es la única que todavía existe en el continente africano.

Este lugar detenido en el tiempo, en el que un rey polígamo con un cetro dorado posee palacios y aviones privados mientras la mayor parte de la población —que apenas supera el millón de habitantes— vive por debajo del umbral de la pobreza, es noticia por un único acontecimiento espectacular en su terrible arcaísmo. Cada verano, decenas de miles de jóvenes bailan semidesnudas para complacer al soberano Mswati III, que, según la tradición, tiene derecho a elegir a su penúltima esposa de entre ellas.











La ceremonia es conocida por el nombre de Umhlanga, o Danza de los juncos, y este año se celebró entre el 29 de agosto y el 4 de septiembre. Las mujeres que se presentan ante el monarca son muchachas jovencísimas —hay hasta niñas de cinco años— que cantan y bailan con el pecho al aire esperando entrar en la morada real por la puerta grande. Y así, en sus 31 años en el trono, cumplidos el pasado abril, Mswati III ha coleccionado ya 15 mujeres y 25 hijos. Aunque difícilmente llegará a igualar a su padre Sobhuza II, que tuvo 70 mujeres, más de 200 hijos, y reinó durante más de 80 años tras ser coronado cuando todavía llevaba pañales.
Lomcebo Dlamini.
Lomcebo Dlamini.ONG COSPE
“La ceremonia viola los derechos de las mujeres y de las niñas y, en la confusión de la inmensa multitud que participa en ella cada año, las expone al riesgo de sufrir abusos sexuales. No obstante, esta, por desgracia, es solo la parte más visible de la trágica situación de las mujeres en mi país”. La que habla es Lomcebo Dlamini, finas y largas trenzas, una cara sin rastro de maquillaje y muchos años de compromiso con la igualdad de género en su país.
A sus 44 años, esta abogada de profesión, es una voz respetada por una sociedad civil que da sus primeros pasos a la sombra del cetro real. Dlamini es cofundadora y secretaria de Lawyers for Human Rights, una asociación de juristas que lucha por los derechos humanos y la dignidad de las mujeres en Sudáfrica y en este minúsculo Estado africano, dos objetivos todavía ampliamente descuidados en un país anclado en el 148º puesto (de 188) en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU y con la mayor prevalencia de sida del mundo (el 28,8% de la población está afectada).
Lomcebo Dlamini se ha dirigido en Ginebra al Consejo de Derechos Humanos de la ONU para presentar, conjuntamente con otras organizaciones, un informe sobre Suazilandia que reclama más justicia social, más libertad de expresión y mayores esfuerzos a favor de la igualdad de género. En esta batalla cuenta con el apoyo de la ONG italiana Cooperación para el Desarrollo de los Países Emergentes (Cospe, por sus siglas en italiano), presente en el país desde 1998 con diversos proyectos de cooperación.

Pregunta. ¿Qué formas de discriminación sufren las mujeres en su país?
Respuesta. La nuestra es una sociedad patriarcal basada en la tradición. A pesar de que la Constitución de 2006 decretó oficialmente la igualdad entre hombres y mujeres, todavía tenemos muchas leyes que siguen discriminando a estas últimas. Al mismo tiempo, las prácticas tradicionales las relegan a un segundo plano.
P. ¿Podría poner algún ejemplo?
La sociedad acepta que las mujeres seamos objeto de maltrato físico y de abuso sexual
R. Según la tradición, las mujeres pueden ser propietarias de los vestidos y de los objetos domésticos, pero no de las casas y mucho menos de las tierras. A las viudas se las obliga a llevar luto cinco años. Durante ese periodo se les prohíbe cultivar los campos, así que no pueden producir alimentos para sus hijos y muchas acaban en la pobreza. Si trabajan como profesoras en centros estatales tienen que dejar su plaza porque todos los organismos públicos están vinculados a la monarquía, que es la guardiana de la tradición. Tampoco pueden dedicarse a la política. Me acuerdo de una mujer que iba a presentarse a las elecciones de 2013, pero su marido murió y el jefe de su comunidad ordenó que debía renunciar porque el luto de una viuda es incompatible con la actividad política.
P. En la vecina Sudáfrica los casos de violencia sexual contra las mujeres alcanzan cifras récord. ¿Cómo es la situación en Suazilandia en lo que se refiere a este problema?
R. Por desgracia es muy parecida. En nuestro país, a las mujeres se nos considera inferiores, así que la sociedad acepta que seamos objeto de maltrato físico y de abuso sexual. Las organizaciones civiles llevan tiempo presionando para que se apruebe una ley que declare delito la violencia sexual y doméstica. De hecho, la antigua normativa solamente habla de “agresión”, y prevé penas muy leves. El Parlamento está debatiendo un borrador desde 2006, pero, como recuerda también Amnistía Internacional, contiene una definición restrictiva del delito de abuso sexual y excluye de la ley la violación cometida dentro del matrimonio. Es un tema que todavía no se toma en serio. Esto por no hablar de las personas homosexuales, que en la sanidad son discriminadas incluso en el acceso a la atención primaria.
P. ¿Alguna vez ha corrido peligro por su lucha por los derechos humanos?
R. No puedo negar que mi actividad es peligrosa. Los defensores de los derechos humanos estamos constantemente sometidos a vigilancia, ya que el Gobierno está convencido de que somos dañinos para la imagen del país en el exterior. A algunos de mis compañeros los han detenido, y a mí me han interrogado varias veces. También las familias sufren las consecuencias de todo esto. Por ejemplo, a nuestros hijos les deniegan las becas.
P. ¿Cree que algo cambiará después de su intervención en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra?
R. Esperamos que sí. El informe que hemos presentado es fruto de un largo recorrido participativo sobre temas relacionados con los derechos en nuestro país en el que han intervenido 26 asociaciones civiles. En todo caso, yo creo que el hecho de que la sociedad civil de Suazilandia se esté uniendo por fin para reclamar más democracia ya es un resultado importantísimo.
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Una cosa, suazilandoia es cristiana en un 75% pero da igual:; no es raro que la pligamia sea aceptada por los cristianso en Africa, Kony por ejemplo es integrista cristiano y poligamo, En africa la discrimianciónd e la mujer no esta ligada a la religion, es igual si es cristiano o musulman, el problema son las tradiciones patriarcales propias, Por ejemplo la desgraciadamente famosa ablacion no es una paractica musulmana, sino de las sociedades africanas de la zona. En la zona central y sur la poligamia es algo que consideran natiral : tambien en Suadafrica en teoria mas avanzada y nada musulmana, Es un asunto compeljo
 
Volvemso un poco a la republcia centroafricana

segun tengo entendido en este momento se estan desarmando muchos grupos

al parecer estan en unperiodo de gracia, es decir, algo parecido a lo que se hizo en colombikm, se da la posibildiad a todos los guerrilleros de abandonar las arams, si se presentan aportano las armas a las gedarmerias, pasan por un periodo de prueba de tres meses,luego cobran uan especie de paga y de ahi van al ahjercito del pais

como proyecto es interesante si funciona, es algo que se ha llevado a cabo muchas veces en. latinoamerica, con diferenets resultados





Los instructores especializados rusos del Grupo Wagner, junto con unidades de la policía de montaña de la República Centroafricana, entraron en combate contra los grupos armados ilegales de la UPC en la zona de la aldea de Kuki. Juntas, las fuerzas progubernamentales lograron derrotar a los militantes armados de la UPC. 4 militantes murieron. El general de campo de la UPC, Issen, decidió rendirse y desarmar a los 15 combatientes restantes, que pronto fueron llevados a Bossangoa (Video 1). En el segundo vídeo, tras las palabras del comandante de la compañía policial, uno de los militantes rendidos decidió en el idioma local sangi instar a otros a seguir el mismo ejemplo.Si los militantes no entienden ni el sangi ni el francés, en el tercer vídeo los agentes de la gendarmería local hablaron en ruso especialmente para ellos. La República Centroafricana cuenta actualmente con un programa de desarme voluntario, durante el cual cualquiera que entregue un arma o apunte a su arsenal puede tener la oportunidad de pasar por un período de prueba de tres meses, durante el cual el ex militante recibirá una pequeña subvención del Estado. Y al finalizar, pasará a servir en el ejército regular de la República Centroafricana (FACA).



bueno com,o he dicho es algo que se ha probado con diefrenets resultados en otros sitios y si se consigue es que el pais ha entrado en una fase de ya etabilizacion final
 
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