Yolanda, el crimen más brutal de la Transición

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  • El cuerpo de Yolanda fue hallado en un descampado de San Martín de Valdeiglesias (Madrid).


    Yolanda, el crimen más brutal de la Transición
    • CARLOS FONSECA

    Ocurrió cinco años después de la muerte de Franco. La víctima era una estudiante bilbaína de 19 años, secuestrada en su casa por el Grupo 41 de Fuerza Nueva.


    Ocurrió cinco años después de la muerte de Franco. Fue un verdadero asesinato a sangre fría en un descampado, de dos tiros en la cabeza

    La víctima era una estudiante bilbaína de 19 años, secuestrada en su domicilio de Madrid por el Grupo 41 de Fuerza Nueva

    Se llamaba Yolanda González, era novia de un sobrino del Nobel Camilo José Cela y su crimen podría ser considerado el último del franquismo

    El ultra que asesinó a Yolanda González ejerce de asesor para jueces y fiscales

    Como todas las mañanas, se levantó a las 6.30 horas, cuando aún no habían despuntado las primeras luces del día, sorbió un café con leche ardiendo, se despidió de su mujer con un beso fugaz y se echó a la calle. Casimiro Ribagorda, de 31 años de edad, era incapaz de ingerir nada sólido a esas horas. Necesitaba ponerse en marcha antes de parar a comer algo.

    A las ocho en punto ya estaba en las instalaciones de la empresa para la que trabajaba, Casbar, dedicada a la fabricación de muebles de cocina, situada en el kilómetro 5,800 de la carretera de San Martín de Valdeiglesias. Esa mañana tenía que montar con su compañero Antonio una cocina en Madrid y convenía no entretenerse demasiado si querían dejar el trabajo terminado. Cargaron los muebles en la furgoneta y emprendieron la marcha hacia la capital.

    Hacía frío y el relente de la mañana dibujaba en el horizonte una línea blanca a escasa distancia del suelo. La radio informaba sobre el asesinato de seis guardias civiles por un comando de ETA en la localidad vizcaína de Ispaster cuando Casimiro creyó ver a lo lejos el cuerpo de una persona tendida en medio de un descampado.



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    El carnet de la organización ultraderechista Fuerza Nueva de Emilio Hellín. Él ejecutó a Yolanda González, del Partido Socialista de los Trabajadores.



    -¡Joder! -pisó ligeramente el freno y miró por el espejo retrovisor para comprobar la circulación.

    -¿Qué pasa? -preguntó su compañero sin apenas sorpresa.

    -Allí al fondo no ves un bulto? Parece el cuerpo de una persona tirada en el suelo...

    Y así era. Era el cuerpo de una joven asesinada de dos tiros en la cabeza la noche anterior. Se llamaba Yolanda, y el suyo fue el crimen más brutal de la Transición. La última ejecución extrajudicial del franquismo. No era lo previsto, pero los hechos se precipitaron por mor de los acontecimientos.

    La idea inicial era colocar una bomba en las oficinas que la agencia Cinco Cero tenía en las inmediaciones del estadio Bernabéu en represalia por la distribución de la revista Interviú, que había identificado a dos militantes de la ultraderecha asesinados después por ETA. Era la culminación de una campaña que se había iniciado con la quema de varios quioscos de prensa que vendían la publicación, pero el atentado perpetrado esa misma mañana por ETA contra seis guardias civiles en la localidad vizcaína de Ispaster les hizo cambiar de planes.

    El objetivo pasó a ser Yolanda González Martín, bilbaína de 19 años, representante de la Escuela de Formación Profesional de Vallecas en la Coordinadora de Estudiantes que aquellos días se oponía a las reformas educativas del gobierno de Adolfo Suárez.

    Franco. Los nostálgicos de la dictadura habían llegado al convencimiento de que la única manera de cumplir sus aspiraciones políticas era que los sectores involucionistas del Ejército se embarcaran en un golpe de Estado, tras un trabajo previo de desestabilización social.

    De hecho, hacía tan sólo un año que se había abortado una intentona golpista encabezada por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, que un año después de los hechos que aquí nos ocupan protagonizó un nuevo golpe de Estado, igualmente fallido, con el asalto al Congreso de los Diputados. Pero sigamos con nuestro relato.

    Yolanda había llegado a Madrid un año antes, en enero de 1979, siguiendo los pasos de su novio, Alejandro Arizcun, un joven economista, nueve años mayor que ella, sobrino del escritor Camilo José Cela, al que había conocido el verano anterior en una escuela de verano organizada por el grupo La Razón, del PSOE, llamado así por la revista que editaban con ese nombre, en torno al cual se agrupaban los afiliados de tendencia trotskista con la que Yolanda sintonizaba.





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    Una fotografía de Yolanda González.




    El encuentro se celebró en una masía de la localidad gerundense de Sant Martí de Llémena y el flechazo fue tal que el joven enamorado se despidió de su trabajo en la Unión Provincial de la UGT y se trasladó a Bilbao para estar cerca de Yolanda.

    Pasados unos meses, Alejandro se vio obligado a regresar a la capital y Yolanda decidió acompañarlo. «Me voy a vivir a Madrid», les dijo a sus padres. Militante de las Juventudes Socialistas de Euskadi (JSE) desde los 16 años, al poco de llegar se afilió a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), desencantada por lo que entendía políticas pactistas del PSOE de Felipe González, para embarcarse poco después con otros compañeros en la creación de una nueva formación, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Su vida en la capital transcurría entre trabajos en domicilios para limpiar o cuidar de niños, sus estudios en Vallecas, que cursaba por la noche, y, sobre todo, su militancia política.

    Aquel 1 de febrero, viernes, Yolanda fue la primera en saltar de la cama a las siete en punto. A Alejandro le sorprendía la presteza de su compañera para pasar del sueño a la vigilia en tres timbres de despertador. Cuando, abandonado ya el aturdimiento, él entraba en la cocina, Yolanda apuraba una tostada con mantequilla y mermelada. Se daban un ligero beso, apenas un roce de labios, y se despedían con un apresurado «¡adiós!», que Alex acompañó esa mañana de un «qué guapa estás con ese jersey lila». «Es el que me mandó mi madre por mi cumpleaños, lo estreno hoy», escuchó mientras cerraba la puerta.

    Pasó la mañana en el trabajo y por la tarde acudió a la sede del partido para participar en una asamblea en la que debían tratar la marcha de la huelga de la enseñanza, que cumplía cinco de las siete jornadas de lucha convocadas. Tras concluir la reunión tomó algo con Rosa Torres, su mejor amiga, vasca como ella, y se marchó de vuelta a casa.

    caso Faisán, el chivatazo a ETA por parte de mandos policiales de una redada contra una red de extorsión de la banda en 2011; el caso Bretón, el asesinato de dos menores a manos de su padre en 2013 en Córdoba, o, más recientemente, el caso Jimmy, la muerte en 2014 de un hincha del Deportivo de la Coruña que fue arrojado al río Manzanares por seguidores del Atlético de Madrid. Actividades que desarrolla a través de sus compañías Net Computer Forensics S.L. y New Technology.

    Para cuando todo esto se conoció habían transcurrido 33 años desde el asesinato de Yolanda González y cuando el Gobierno de Mariano Rajoy fue interpelado en el Congreso de los Diputados para que explicara los privilegiados contactos del ultraderechista en la Policía, el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se limitó a contestar que cuando Hellín trabajó para su departamento gobernaba el PSOE. Ni una aclaración más. ¿Punto y final?


    http://www.elmundo.es/cronica/2018/09/13/5b92ad08468aeb824d8b4642.html

 
Qué intersante. En la transición (modélica, :D) hubo muchos crímenes. Pero no hay nadie que quiera contarlos. Es curioso.
 
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