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en tu fiesta me colé
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Paloma Barrientos 04/02/2012
Matar al mensajero ha sido una constante en las películas de intriga y en los thrillers, donde el malo siempre vivía al otro lado del Telón de Acero y para salvar al mundo había que cargarse al intermediario. En el palacio de Zarzuela no hay espías (que se sepa) ni el Tercer Hombre recreado por Orson Welles, pero sí cierta tendencia a criticar a la prensa para justificar que algo no funciona en asuntos de comunicación.
La última acción tiene que ver con la intención de “emprender acciones legales” contra todos los medios que se hicieron eco y publicaron el desacertado anuncio del portal de contactos Ashley Madison utilizando una imagen de la reina. Desde el gabinete de comunicación, se explicó a Vanitatis esa decisión advirtiendo de la ilegalidad de publicar la imagen y por lo tanto de la posibilidad de la denuncia al medio, además de a la empresa anunciadora.
Efectivamente, el reclamo resultaba impropio, pero nada diferente a ciertas imágenes publicitarias que han utilizado como señuelo a la reina de Inglaterra y sobre todo a su hijo Carlos, que nunca ha salido bien parado en esas propagandas públicas. En la corte británica ni tan siquiera se “estudió” el denunciar al mensajero como ahora parece que quiere hacer la Casa Real, emulando a Telma Ortiz cuando presentó su demanda cósmica contra multitud de medios. Reclamación que perdió en todas las instancias.
Y no es la primera vez que surgen estos cortocircuitos entre la prensa y quien debe ilustrar, informar, responder y dar cuenta sobre los asuntos que tienen consecuencias mediáticas en La Casa. El escándalo Urdangarin se retomó mal y tarde, cuando ya el daño estaba hecho. No hubo explicaciones de la desacertada fotografía de la reina en Washington con el yerno investigado opacando el papel de doña Sofía, que siempre ha sido la imagen impecable de la institución.
Igual sucedió con el divorcio de la infanta Elena, que definieron como “cese temporal de la convivencia”, cuando ya estaba todo finiquitado y sin posibilidad de vuelta atrás. Cuando lo contaban los medios, desde palacio se aseguraba que no era así, que era un compás de espera y arreciaban las críticas contra quien decía lo contrario.
Durante el último año las filtraciones interesadas han estado a la orden del día, para descalificar a los mensajeros que contaban otra realidad. El tiempo, que es el mejor aliado para estas historias, ha dado la razón a quienes daban datos veraces sobre los movimientos de los príncipes y contaban que en vez de veranear en Marivent lo hacían en casa de un millonario portugués, que desterraban Baqueira para irse a los Alpes o que viajaban a Roma cuando se les suponía en España.
Ahora, al “estudio” de la demanda se suma la falta total de colaboración con cualquier asunto que tenga que ver con los duques de Palma.
ENLACE: http://www.vanitatis.com/blogs/en-vena/2012/02/04/los-cortocircuitos-de-zarzuela-con-la-prensa-962/
Matar al mensajero ha sido una constante en las películas de intriga y en los thrillers, donde el malo siempre vivía al otro lado del Telón de Acero y para salvar al mundo había que cargarse al intermediario. En el palacio de Zarzuela no hay espías (que se sepa) ni el Tercer Hombre recreado por Orson Welles, pero sí cierta tendencia a criticar a la prensa para justificar que algo no funciona en asuntos de comunicación.
La última acción tiene que ver con la intención de “emprender acciones legales” contra todos los medios que se hicieron eco y publicaron el desacertado anuncio del portal de contactos Ashley Madison utilizando una imagen de la reina. Desde el gabinete de comunicación, se explicó a Vanitatis esa decisión advirtiendo de la ilegalidad de publicar la imagen y por lo tanto de la posibilidad de la denuncia al medio, además de a la empresa anunciadora.
Efectivamente, el reclamo resultaba impropio, pero nada diferente a ciertas imágenes publicitarias que han utilizado como señuelo a la reina de Inglaterra y sobre todo a su hijo Carlos, que nunca ha salido bien parado en esas propagandas públicas. En la corte británica ni tan siquiera se “estudió” el denunciar al mensajero como ahora parece que quiere hacer la Casa Real, emulando a Telma Ortiz cuando presentó su demanda cósmica contra multitud de medios. Reclamación que perdió en todas las instancias.
Y no es la primera vez que surgen estos cortocircuitos entre la prensa y quien debe ilustrar, informar, responder y dar cuenta sobre los asuntos que tienen consecuencias mediáticas en La Casa. El escándalo Urdangarin se retomó mal y tarde, cuando ya el daño estaba hecho. No hubo explicaciones de la desacertada fotografía de la reina en Washington con el yerno investigado opacando el papel de doña Sofía, que siempre ha sido la imagen impecable de la institución.
Igual sucedió con el divorcio de la infanta Elena, que definieron como “cese temporal de la convivencia”, cuando ya estaba todo finiquitado y sin posibilidad de vuelta atrás. Cuando lo contaban los medios, desde palacio se aseguraba que no era así, que era un compás de espera y arreciaban las críticas contra quien decía lo contrario.
Durante el último año las filtraciones interesadas han estado a la orden del día, para descalificar a los mensajeros que contaban otra realidad. El tiempo, que es el mejor aliado para estas historias, ha dado la razón a quienes daban datos veraces sobre los movimientos de los príncipes y contaban que en vez de veranear en Marivent lo hacían en casa de un millonario portugués, que desterraban Baqueira para irse a los Alpes o que viajaban a Roma cuando se les suponía en España.
Ahora, al “estudio” de la demanda se suma la falta total de colaboración con cualquier asunto que tenga que ver con los duques de Palma.
ENLACE: http://www.vanitatis.com/blogs/en-vena/2012/02/04/los-cortocircuitos-de-zarzuela-con-la-prensa-962/