¿Y si Alfonso de Borbón y Battenberg no hubiese renunciado a sus derechos dinásticos?

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¿Y si Alfonso de Borbón y Battenberg no hubiese renunciado a sus derechos dinásticos?

Abro este tema para recordar al primogénito de los reyes de España Alfonso Xlll y Victoria Eugenia de Battenberg, el príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg, quien a pesar de haber nacido hemofílico, jamás su padre tuvo intención alguna de hacerle renunciar a sus derechos dinásticos al trono español. (posiblemente a que su hemofilia no era grave (era de tipo "B" y no la mortal de tipo "A") que sí sufrió el heredero de Nicolás ll de Rusia.

¿Cuáles fueron las razones por las que perdió sus derechos dinásticos? Aún cuando su padre, el entonces rey de España, le había escogido para matrimoniar a importantes princesas europeas para que alguna fuese Reina de España.

La historia hubiese tomado un giro de 180 grados si el infante don Juan de Borbón no hubiese sido depositario de los derechos dinásticos de la Casa Real Española .

Se han tejido muchos comentarios en torno al entonces príncipe de Asturias y por tanto, próximo rey Alfonso XlV de España nacido en el Palacio Real de Madrid en 1907.
 
renunció a sus derechos porque era un junior mimado, ni de lejos le interesaba la política ni España como tal, en cuanto pudo se fue a vivir la vida loca, en esos tiempos convulsos entre guerras era evidente que las monarquías iban de salida y tuvo las luces para irse a vivir su vida
 
El rey Alfonso Xlll se casó en 1906 con la princesa inglesa Victoria Eugenia de Battenberg, nieta de la reina Victoria de la Gran Bretaña. Se casó con quien él quiso y no con la princesa que se tenía reservada para él. Por lo tanto, se dijo que el suyo fue matrimonio por amor.

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renunció a sus derechos porque era un junior mimado, ni de lejos le interesaba la política ni España como tal, en cuanto pudo se fue a vivir la vida loca, en esos tiempos convulsos entre guerras era evidente que las monarquías iban de salida y tuvo las luces para irse a vivir su vida
O sea que tonto no era. Además en esa época ¿qué príncipe heredero europeo no era mimado y con tendencia al capricho? Peor aún fue su padre Alfonso Xlll pues nació siendo rey y su madre, la reina regente María Cristina le permitió que hiciera todo lo que quería.
 
Las «doce horas atroces» de la Reina Victoria Eugenia.

Ese fue el tiempo que la soberana estuvo de parto sin recibir ningún tipo de calmante que le aliviara los dolores del real alumbramiento.


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Ese fue el tiempo que la soberana estuvo de parto sin recibir ningún tipo de calmante que le aliviara los dolores del real alumbramiento.

Ala una de la madrugada del 10 de mayo de 1907, la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa del rey Alfonso XIII y bisabuela del también rey Felipe VI, advirtió los síntomas de su primer parto, a raíz del cual nacería el primogénito Alfonso, motejado luego «el Borbón de cristal» a causa de la hemofilia. Se avisó de inmediato al eminente ginecólogo Eugenio Gutiérrez y a la enfermera inglesa Mrs. Green, que ya había atendido, en calidad de comadrona, a la princesa de Gales, la futura reina María, esposa de Jorge V de Inglaterra, durante el alumbramiento de todos sus hijos; la señorita Green contaba también entre su clientela con la reina Maud de Noruega, la duquesa de Teek, la princesa Alex de Teek, o la duquesa de Sajonia-Coburgo.

Al mismo tiempo, bajo la atenta supervisión del primer farmacéutico de cámara, Martín Bayod, asistido por su ayudante Mariano Baquero, se preparó todo el material aséptico necesario, sueros artificiales, ampollas con soluciones hipodérmicas y medicamentos esterilizados. En contra de lo expresado en el parte oficial, que anunciaba el «normal y satisfactorio» desenlace, la propia parturienta recordaba con horror «esas doce horas atroces».

Pero al final, la reina había tenido que aguantar intensos e interminables dolores sin el consuelo de una anestesia; al contrario que su propia abuela, la reina Victoria de Inglaterra, a quien el doctor Simpson, de Edimburgo, le administró por primera vez cloroformo en 1853 para paliarle el suplicio mientras alumbraba al príncipe Leopoldo, atendida por el ginecólogo John Snow. El doctor Simpson se limitó a colocar un pañuelo empapado en cloroformo bajo la nariz de la soberana, hecho que constituyó un hito en la historia de la anestesia moderna. Mujer de fuerte carácter, la reina Victoria, nacida en Londres el 24 de mayo de 1819 y fallecida en Osborne el 22 de enero de 1901, impuso al final su criterio frente al de muchos médicos y reverendos que consideraban pecaminoso evitar a la mujer los dolores naturales del parto, los cuales, a fin de cuentas, debían ser tolerados con resignación como una imposición divina.

Las reinas no gritan

Otra mujer de armas tomar seguía ahora, a cada instante, la agonía del primer parto de Ena; era su suegra, la reina María Cristina, que insistía en participar en todos los momentos del drama. «Nosotras las españolas –dijo orgullosa a su nuera, que sufría atrozmente– no gritamos cuando traemos un rey al mundo».

¿Por qué no se aplicó a Ena un calmante, igual que se le administró a su abuela, la reina Victoria, medio siglo atrás? El doctor Enrique Junceda especulaba con que el riesgo de una anestesia entonces «dado su escaso margen de seguridad, su toxicidad, su acción cardiorrespiratoria, depresora y anoxemizante, su brevedad de acción, etcétera», pudo desaconsejar su empleo a los médicos.
 
Las «doce horas atroces» de la Reina Victoria Eugenia.

Ese fue el tiempo que la soberana estuvo de parto sin recibir ningún tipo de calmante que le aliviara los dolores del real alumbramiento.


Ver el archivo adjunto 1497684



Ese fue el tiempo que la soberana estuvo de parto sin recibir ningún tipo de calmante que le aliviara los dolores del real alumbramiento.

Ala una de la madrugada del 10 de mayo de 1907, la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa del rey Alfonso XIII y bisabuela del también rey Felipe VI, advirtió los síntomas de su primer parto, a raíz del cual nacería el primogénito Alfonso, motejado luego «el Borbón de cristal» a causa de la hemofilia. Se avisó de inmediato al eminente ginecólogo Eugenio Gutiérrez y a la enfermera inglesa Mrs. Green, que ya había atendido, en calidad de comadrona, a la princesa de Gales, la futura reina María, esposa de Jorge V de Inglaterra, durante el alumbramiento de todos sus hijos; la señorita Green contaba también entre su clientela con la reina Maud de Noruega, la duquesa de Teek, la princesa Alex de Teek, o la duquesa de Sajonia-Coburgo.

Al mismo tiempo, bajo la atenta supervisión del primer farmacéutico de cámara, Martín Bayod, asistido por su ayudante Mariano Baquero, se preparó todo el material aséptico necesario, sueros artificiales, ampollas con soluciones hipodérmicas y medicamentos esterilizados. En contra de lo expresado en el parte oficial, que anunciaba el «normal y satisfactorio» desenlace, la propia parturienta recordaba con horror «esas doce horas atroces».

Pero al final, la reina había tenido que aguantar intensos e interminables dolores sin el consuelo de una anestesia; al contrario que su propia abuela, la reina Victoria de Inglaterra, a quien el doctor Simpson, de Edimburgo, le administró por primera vez cloroformo en 1853 para paliarle el suplicio mientras alumbraba al príncipe Leopoldo, atendida por el ginecólogo John Snow. El doctor Simpson se limitó a colocar un pañuelo empapado en cloroformo bajo la nariz de la soberana, hecho que constituyó un hito en la historia de la anestesia moderna. Mujer de fuerte carácter, la reina Victoria, nacida en Londres el 24 de mayo de 1819 y fallecida en Osborne el 22 de enero de 1901, impuso al final su criterio frente al de muchos médicos y reverendos que consideraban pecaminoso evitar a la mujer los dolores naturales del parto, los cuales, a fin de cuentas, debían ser tolerados con resignación como una imposición divina.


Las reinas no gritan

Otra mujer de armas tomar seguía ahora, a cada instante, la agonía del primer parto de Ena; era su suegra, la reina María Cristina, que insistía en participar en todos los momentos del drama. «Nosotras las españolas –dijo orgullosa a su nuera, que sufría atrozmente– no gritamos cuando traemos un rey al mundo».

¿Por qué no se aplicó a Ena un calmante, igual que se le administró a su abuela, la reina Victoria, medio siglo atrás? El doctor Enrique Junceda especulaba con que el riesgo de una anestesia entonces «dado su escaso margen de seguridad, su toxicidad, su acción cardiorrespiratoria, depresora y anoxemizante, su brevedad de acción, etcétera», pudo desaconsejar su empleo a los médicos.

o sea, hubiera sido mucho mejor que la hubiera atendido una partera de pueblo de la España profunda y seguro que la hubiera tratado mejor y aliviado alguno que otro dolor con remedios caseros.
 
Screenshot_681.png Otro Alfonso para ser rey.1593548026644.png

Screenshot_682.png En 1908 nació su segundo hijo el infante don Jaime.
 
o sea, hubiera sido mucho mejor que la hubiera atendido una partera de pueblo de la España profunda y seguro que la hubiera tratado mejor y aliviado alguno que otro dolor con remedios caseros.
En Inglaterra desde hace muchos años se recurre a sustancias químicas y hasta bebidas espirituosas para calmar dolores "innecesarios".
 
Cuando el príncipe de Asturias cumplió 2 años se supo sufría de "La enfermedad de los Reyes". Esto es, de hemofilia. Alfonso Xlll muy disgustado ordenó silencio absoluto y continuó mostrándose en fotografías con su primogénito. Se dice que el príncipe tenía ojos azules preciosos (heredados de su madre) que el rey de España no se cansaba de mostrar que tenía su heredero.

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Casi coincidiendo con el primer aniversario de boda de los Reyes nació su primer hijo. Era el 10 de mayo de 1907 y veintiún disparos de cañón desde el Palacio Real de Madrid anunciaron la llegada de un varón que sería bautizado con el nombre de Alfonso Pío Cristino Eduardo Francisco Guillermo Carlos Enrique Eugenio Fernando Antonio Venancio de Borbón y Battenberg. Desde el mismo día de su nacimiento se convirtió en Príncipe de Asturias y Heredero al Trono.

El nacimiento de un varón aparentemente sano era un motivo de júbilo porque garantizaba la perdurabilidad de la dinastía, pero rápidamente se dieron cuenta de que el recién nacido no estaba tan sano como parecía. Y es que, según el periodista Juan Balansó, por aquel entonces existía la tradición en la Corte Española de circuncidar a los príncipes recién nacidos. Cuando se dispusieron a realizar la operación al Príncipe de Asturias se encontraron con que la hemorragia no se detenía y solo con muchas dificultades consiguieron que el bebé sobreviviera. Los peores miedos de su madre se habían cumplido: el heredero tenía hemofilia.

Mientras que la Reina Victoria Eugenia siempre se culpó de haber introducido esta enfermedad en la Familia Real Española,
Alfonso XIII parecía no ser consciente de los riesgos que suponía teniendo en cuenta que decidió educar y formar a su primogénito para las responsabilidades de un futuro rey aún sabiendo que era prácticamente imposible que el heredero llegase a ser coronado. Las crisis, operaciones quirúrgicas y tratamientos infructuosos se sucedieron durante la infancia del Príncipe de Asturias, de quien se llegó a difundir un terrible rumor: el pueblo decía que cada día se sacrificaba a un niño para alimentar a Alfonso con su sangre. Por mucho que se pretendiese ocultar su enfermedad, todo el mundo era consciente de que el Heredero al Trono no gozaba de buena salud.

Ni el infante Juan ni tampoco el infante Gonzalo fueron educados para las responsabilidades de un futuro Rey. Infantes nacieron e infantes morirían.

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En esta foto en la que Alfonso està con su madre la reina Victoria Eugenia se parece a su sobrino-nieto el rey Felipe Vl. Es una opinión subjetiva, claro.


 

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