Volantazo vital. ¿Por qué no?

¡Hola, primas! Os pongo al día, por si os estáis preguntando qué habrá sido de esta chalada :X3:

En el pueblecito de Cádiz del que os hablé solo pasé 24 horas, la casa no se correspondía con lo anunciado ni de lejos y la casera no estaba por la labor de negociar, así que renuncié, me devolvieron mi dinero, y lo malo es que tuve apenas cuatro horas para volver a guardarlo toodo en las maletas otra vez, bajarlas por unas escaleras de caracol infames, cargar el coche y buscar otra casa inmediatamente. Hubiese podido pasar esa noche en cualquier hotel barato y buscar con más calma, pero para acogerme a la protección del inquilino de la aplicación tenía que salir de una casa y entrar en otra, o no me devolvían el dinero.

Así que alquilé mi siguiente casa casi casi al azar, con los riñones en llamas después de cargar el coche a toda prisa y una mala leche inmensa por mi suerte, y rezando para que los hados me iluminasen y fuese un sitio en el que medianamente se pudiera estar. Dentro de mi rango de precios solo había una que estaba a hora y media y que no tenía ni un solo voto, se estrenaba en la app. Así que era una lotería tremenda, pero me arriesgué.

Y acerté.

La siguiente casa era de lujo: sofá de piel, televisión tamaño cine, muebles nuevos, la cama la estrenaba yo... Y encima el apartamento estaba junto a una dehesa de cuento de hadas, encinas cubiertas de musgo, ovejas por allí sueltas que se paraban para verme pasear, y un riachuelo como de cuento de hadas atravesando el pueblo. A pesar de que me llovió a lo bestia al menos doce días (me he tenido que comprar un chubasquero, otro bulto a la maleta) he disfrutado muchísimo de ese mes, y he visto Ronda, un pueblo precioso con miradores espectaculares, y he andado por senderos diminutos y me he pateado la sierra de Grazalema, una maravilla que os recomiendo. Y todo ha sido por un azar del destino, no tenía pensado para nada hacer esta visita, ni siquiera sabía dónde me estaba metiendo.

Después, animada por lo mucho que he disfrutado de esta zona, para abril me busqué otro apartamento al borde de otro parque natural, con idea de seguir en mi línea de levantarme, salir a caminar campo a través hasta hartarme, vuelta a casa y ya pasar la tarde leyendo, entrando en Cotilleando, estudiando italiano y viendo películas. Más o menos está siendo mi régimen vital en estos últimos meses. Mañanas de caminar y tardes de recogimiento.

Traté de buscar algún trabajillo online y quizá para el verano un amigo me pueda ofrecer algo, pero muy poco. Así que me estoy planteando la opción de pasar el verano en alguna granja/ecoaldea/aldea-autogestionada... qué sé yo, donde me den alojamiento y comida a cambio de ayudar en el huerto y con los animales, y así vivo otra experiencia nueva y ahorro un poco para compensar el gasto del coche. Si alguna prima ha probado el wwoof o ha usado helpx, me interesa conocer su experiencia.

Pero eso será después de mayo, porque para mayo ya tengo reservado un apartamento en un centro ecuestre. ¿Por qué alquilan apartamentos allí? Ni idea, pero puede ser mi ocasión de aprender a montar, veremos si me atrevo, siempre me dieron mucho respeto los caballos. Al menos lo que sí podré es seguir paseando por el campo, la zona es preciosa.


Pronto cumpliré seis meses de nomadismo, si hago una valoración general es positiva. Me siento muy sola algunos días, creo que es el único defecto de esta forma de vida, y aunque hago muchas videollamadas con amigos, y hablo con todo bicho viviente que me cruzo, me falta la proximidad con gente con la que tengo una conexión más íntima. Creo que eso hace que me plantee también vivir de vez en cuando en alguna granja o comunidad ecológica o lo que sea, ir alternando el nomadismo en solitario con periodos de trabajo en granjas, acompañada.

También creo que si me encontrara un sitio que me enamorara, podría quedarme algo más de tiempo, pero eso de momento no me ha pasado. Siempre me marcho dando por bueno el tiempo vivido allí, y agradecida por irme ya.


Y esto es todo lo que os cuento por ahora, primas. Gracias por vuestra compañía.

💚
 
Hola, primas. Sigo con la narrativa de mis aventuras, y desventuras, porque la casa en el centro ecuestre me salió rana.

Resultó que la casera se inventó unos extras que quería cobrar más allá del alquiler del mes, unos extras que había olvidado mencionar hasta que llegué, qué casualidad. La casa tenía buena pinta (aunque era un segundo sin ascensor) y el lugar parecía interesante para campear, pero me sentó tan mal que me quisiera estafar, y ese tono de señora super rica y ultraeducada cuando en realidad su comportamiento era tan miserable, que cancelé y la mandé a paseo, después de que me montara una escenita espectacular "¡Vienes a mi casa a llamarme estafadora!", me decía, la muy arpía. Nuevamente la aplicación me hizo la devolución del dinero sin ponerme pegas, porque tenía razón yo.

El problema es que me vi en mitad del mundo, con el coche lleno de bultos, agotada después de pegarme casi cuatro horas de malas carreteras de montaña para llegar hasta allí... y sin sitio a donde ir. Esta forma de vida es caminar por un delgado alambre todo el rato.

Busqué un hotel que estuviera cerca, pensando en desde allí reorganizarme y encontrar una solución, y reservé en uno cerca de Córdoba. Con la mala suerte que después de instalarme compruebo que prácticamente no hay cobertura de teléfono, y el wifi del hotel no puede ser peor. Después de dos horas desesperada intentando buscar casa por internet a paso de caracol, me tuve que ir con el coche a lo alto de un monte con el portátil bajo el brazo para buscar cobertura. Luego presumen las compañías de teléfono de lo que les da la gana, pero tela el mundo real de internet en los pueblos...

Lo único que encontré más o menos pagable era una casa carísima en un pueblo al norte de Sevilla, más de trescientos euros por encima de mi precio más pesimista. Una barbaridad. Hablé con el casero, me hizo una rebaja importante, pero aún así seguía siendo muy cara. Rehusé en primer lugar pero luego me di cuenta que cada día de hotel me costaba 70€ + comer, así que con un par de días más que tuviera que pasar allí, ya me merecía más la pena aquella casa tan cara.

Me sentía agotada, asustada (¿qué voy a hacer si no encuentro donde meterme? ¡no puedo pasarme un mes entero en un hotel, no soy rica!) todavía enfadada con la miserable del centro equino, y sentía un desconsuelo especial, como si fuera un cachorrillo en mitad de un bosque oscuro. Fueron solo unas horas, pero lo pasé realmente mal. La libertad a veces da muchísimo miedo, y en ese momento hubiese matado por que alguien viniera a solucionarlo todo por mí y a acunarme hasta que me durmiera.

Así que acepté la oferta de la casa y me mudé al día siguiente. La nueva casa es espectacular, la verdad, enorme, fresca y cómoda. Es un pueblo pequeño, ovejas, cerdos y vacas, muy tranquilo, y estoy aprovechando para hacer viajes a Sevilla, pilla cerca, y es una ciudad que no conocía y me está enamorando. He visitado la catedral, he subido a la Giralda, y ayer fui a propósito para patearme Triana de arriba a abajo. No me extraña que haya tanto turismo, es que es preciosa de verdad. Se aceptan sugerencias de sitios a donde ir en Sevilla, por cierto.

Mi próxima parada será en una quesería ecológica como voluntaria a cambio de cama y comida (así me repongo en lo económico un poquito) ya dejando Andalucía porque se acerca el verano. Estoy bastante asustada por la perspectiva de meterme en un fregado semejante, pero supongo que para rechazar y marcharme si no estoy a gusto siempre estaré a tiempo. Ya os contaré cómo me sale este invento.


Un saludito.



P.D. El mes pasado hice un viaje rápido a visitar a unos amigos y aproveché para pasarme por mi guardamuebles, un poco asustada por si llegaba y me lo encontraba vacío, por ejemplo. Pero no, allí estaba todo. Fue una sensación extrañísima ver todas mis cosas allí, apiladas. Fue como si no me pertenecieran, como si estuviera cotilleando el armario de alguien que ya murió. Hace solo siete meses que las dejé allí, y ya las siento ajenas. Aproveché para descargarme un poco, para viajar más ligera todavía, pero sigo moviéndome con demasiados bultos.
 
Hola, primas. Sigo con la narrativa de mis aventuras, y desventuras, porque la casa en el centro ecuestre me salió rana.

Resultó que la casera se inventó unos extras que quería cobrar más allá del alquiler del mes, unos extras que había olvidado mencionar hasta que llegué, qué casualidad. La casa tenía buena pinta (aunque era un segundo sin ascensor) y el lugar parecía interesante para campear, pero me sentó tan mal que me quisiera estafar, y ese tono de señora super rica y ultraeducada cuando en realidad su comportamiento era tan miserable, que cancelé y la mandé a paseo, después de que me montara una escenita espectacular "¡Vienes a mi casa a llamarme estafadora!", me decía, la muy arpía. Nuevamente la aplicación me hizo la devolución del dinero sin ponerme pegas, porque tenía razón yo.

El problema es que me vi en mitad del mundo, con el coche lleno de bultos, agotada después de pegarme casi cuatro horas de malas carreteras de montaña para llegar hasta allí... y sin sitio a donde ir. Esta forma de vida es caminar por un delgado alambre todo el rato.

Busqué un hotel que estuviera cerca, pensando en desde allí reorganizarme y encontrar una solución, y reservé en uno cerca de Córdoba. Con la mala suerte que después de instalarme compruebo que prácticamente no hay cobertura de teléfono, y el wifi del hotel no puede ser peor. Después de dos horas desesperada intentando buscar casa por internet a paso de caracol, me tuve que ir con el coche a lo alto de un monte con el portátil bajo el brazo para buscar cobertura. Luego presumen las compañías de teléfono de lo que les da la gana, pero tela el mundo real de internet en los pueblos...

Lo único que encontré más o menos pagable era una casa carísima en un pueblo al norte de Sevilla, más de trescientos euros por encima de mi precio más pesimista. Una barbaridad. Hablé con el casero, me hizo una rebaja importante, pero aún así seguía siendo muy cara. Rehusé en primer lugar pero luego me di cuenta que cada día de hotel me costaba 70€ + comer, así que con un par de días más que tuviera que pasar allí, ya me merecía más la pena aquella casa tan cara.

Me sentía agotada, asustada (¿qué voy a hacer si no encuentro donde meterme? ¡no puedo pasarme un mes entero en un hotel, no soy rica!) todavía enfadada con la miserable del centro equino, y sentía un desconsuelo especial, como si fuera un cachorrillo en mitad de un bosque oscuro. Fueron solo unas horas, pero lo pasé realmente mal. La libertad a veces da muchísimo miedo, y en ese momento hubiese matado por que alguien viniera a solucionarlo todo por mí y a acunarme hasta que me durmiera.

Así que acepté la oferta de la casa y me mudé al día siguiente. La nueva casa es espectacular, la verdad, enorme, fresca y cómoda. Es un pueblo pequeño, ovejas, cerdos y vacas, muy tranquilo, y estoy aprovechando para hacer viajes a Sevilla, pilla cerca, y es una ciudad que no conocía y me está enamorando. He visitado la catedral, he subido a la Giralda, y ayer fui a propósito para patearme Triana de arriba a abajo. No me extraña que haya tanto turismo, es que es preciosa de verdad. Se aceptan sugerencias de sitios a donde ir en Sevilla, por cierto.

Mi próxima parada será en una quesería ecológica como voluntaria a cambio de cama y comida (así me repongo en lo económico un poquito) ya dejando Andalucía porque se acerca el verano. Estoy bastante asustada por la perspectiva de meterme en un fregado semejante, pero supongo que para rechazar y marcharme si no estoy a gusto siempre estaré a tiempo. Ya os contaré cómo me sale este invento.


Un saludito.



P.D. El mes pasado hice un viaje rápido a visitar a unos amigos y aproveché para pasarme por mi guardamuebles, un poco asustada por si llegaba y me lo encontraba vacío, por ejemplo. Pero no, allí estaba todo. Fue una sensación extrañísima ver todas mis cosas allí, apiladas. Fue como si no me pertenecieran, como si estuviera cotilleando el armario de alguien que ya murió. Hace solo siete meses que las dejé allí, y ya las siento ajenas. Aproveché para descargarme un poco, para viajar más ligera todavía, pero sigo moviéndome con demasiados bultos.

Desde luego es toda una aventura la que estás viviendo. Por un lado te admiro, pero yo no creo que sea capaz, requiere de mucha valentía.
Dirías que la experiencia en general es buena? Lo recomendarías?
Sigue haciendo actualizaciones de vez en cuando porfa, que está muy interesante tu historia.
Y espero que te vaya muy bien!
 
Desde luego es toda una aventura la que estás viviendo. Por un lado te admiro, pero yo no creo que sea capaz, requiere de mucha valentía.
Dirías que la experiencia en general es buena? Lo recomendarías?
Sigue haciendo actualizaciones de vez en cuando porfa, que está muy interesante tu historia.
Y espero que te vaya muy bien!

Gracias por tu apoyo, prima.

Creo que sobre todo hace falta un plus importante de energía. Hago una mudanza todos los meses, así que de cada treinta días paso al menos cinco buscando casa y otros dos viajando, cargando y descargando el coche y abriendo o llenando maletas. Tengo que estar permanentemente aprendiendo dónde está el supermercado más próximo, cómo funciona el calentador para la ducha, etc.. Es sobre todo un gasto enorme de energía, porque es un permanente empezar de cero.

No sé si recomendaría a nadie esta vida. Algunos días me harto a llorar porque me siento muy sola y me pregunto qué leches estoy haciendo, otros soy la reina del universo. La mayoría del tiempo estoy en un estado de bastante calma y relativa felicidad, y si me comparo con cómo estaba en mi vida anterior, la vida "normal", entonces ahora estoy mucho mejor, en general. Así que para mí sí está siendo una experiencia positiva. Pero no es algo que quiera hacer para siempre, claro. Lo disfruto porque lo vivo como una etapa.

He descubierto que tengo más capacidad de adaptación de lo que yo me creía, y que en realidad necesito muy pocas cosas. Tener tanto tiempo para pensar y caminar ayuda a darte cuenta de cómo eres y a plantearte cómo mejorar y crecer.

También fue un revulsivo importante el susto que me llevé con el bulto en el pecho, me ha servido de gasolina para seguir buscando una vida que me guste vivir, un lugar donde me quiera quedar. Si me viene la muerte a buscar, que me encuentre viviendo.

Seguiré contando mis aventuras, pero si veis que paso mucho tiempo sin escribir y os apetece saber de mí, dejadme un mensajito, que a mí se me puede olvidar!
 
Muchos ánimos. Me
Si me viene la muerte a buscar, que me encuentre viviendo.
Me ha calado esta frase🥲 Muchas fuerzas, prima. Esta experiencia tenías que hacerla sí o sí, porque es algo que te apetecía hacer desde hace mucho, tengo entendido. Por lo que a disfrutar de tu soledad, y como siempre habrá días que pensarás que pa' qué. Poca gente puede permitirse un viaje como ese de descubrirse a unx mismo, y otras veces pasa que desde la comodidad se está mejor no internarlo. Yo experimenté un viaje algo parecido, pero claramente yo creo que tú estás algo más descolgada, más en tu libre albedrío, y eso da vértigo con solo imaginarlo.

Por eso pienso que tienes mucho valor. Qué aventura. Lo recordarás por el resto de tu vida con mucho cariño. ❤️
 
Hola, primaje.

Vuelvo aquí para actualizar mi diario aventurero.

Como os dije, mi plan era pasar junio como voluntaria en la quesería ecológica. Bueno, pues allá va en formato spoiler lo allí sucedido:


Llegué al sitio en cuestión, en un pueblo de Salamanca, y al mismo recibirme la anfitriona ya supe que me había metido en problemas. La casa estaba a rebosar de moscas y de suciedad, era difícil tocar algo sin dejarte la mano pegada.
Mi habitación era una especie de almacén lleno de trastos (y de moscas, y de arañas, y ese olor... dios mío, ese olor...). Hice de tripas corazón y seguí adelante, dándole una oportunidad. Tampoco seas tan tiquismiquis, me dije. Del baño y de la cocina no digo nada, os lo ahorro.

La comida cotidiana eran gachas de avena en el desayuno, y patatas cocidas y huevos cocidos para comida y cena, más alguna manzana perdida aquí y allá. Nada más. Un día ellos comieron unas albóndigas, pero de una de ellas salió una mosca. Literalmente. Por suerte yo estaba exenta de comer albóndigas porque tenían gluten y soy celíaca. En realidad esto fue una condena a pasar hambre desde el principio, porque los holandeses no estaban dispuestos a comprar nada sin gluten ni lactosa. Si no puedes comer te fastidias, parecían decir. Sin embargo sabían esta condición mía desde mucho antes de que llegase.

El trabajo era fundamentalmente con las cabras. Hubiese podido ser un trabajo cómodo de haber querido los holandeses, pero preferían hacerlo difícil, ahora sé que lo hacían para que me hartara y me fuera cuanto antes. Palizones a limpiar el establo, llenar de caca los sacos con la pala, y pasear diez, doce kilómetros a las cabras. Esto era innecesario porque las cabras disponían de una finca vallada y llena de pasto donde se las podía soltar y luego recoger, sin más. En total ocho horas, sí, pero qué ocho horas. Aguanté cinco días, y todavía no sé ni cómo.

También estuve limpiando la quesería, y solo os digo que nunca, jamás, volveré a comer un queso que no sea de una multinacional acosada por el ministerio de sanidad. No voy a entrar en detalles.
Otro día limpié la casa, esto ya lo hice voluntariamente solo para no morir por una crisis multibacteriana. Limpié cosas que estoy segura no se habían limpiado jamás.

El último día de mi voluntariado el holandés decidió que dejáramos a las cabras en paz, que ya estaban más que paseadas, y nos fuéramos los dos montaña arriba "para que conozcas mejor el entorno", me dijo. Cuando llegué arriba, con el corazón en la boca y medio asfixiada, me di cuenta de lo evidente: que me estaban pu.teando para que me fuera. Le dije que me iba, que aquello no era para mí, me indicó el camino para que volviera al establo por mi cuenta (bajar de la montaña sola también fue una aventura...), y a partir de ahí entró en una especie de ataque pasivo-agresivo contra mí, y fue maleducado y descortés cada minuto hasta que me fui, que fue al día siguiente por la mañana.

Esa noche pasé miedo en mi habitación. Apoyé algunas maletas contra la puerta por si le daba por entrar durante la noche, y conseguí dormir alguna hora, pero la noche fue larga, larguísima. Por la mañana el holandés golpeó mi puerta a las siete y trató de entrar (pero no pudo), y en diez minutos me había vestido, bajado las maletas y salido pitando. Sin volver la vista atrás.

Me llevo un recuerdo bonito de las cabras, que son animales espectaculares, inteligentísimas, y de los perros pastores, encantadores. Todo lo demás trataré de olvidarlo cuanto antes.


Como recurso de emergencia me metí en un balneario de la provincia de Salamanca, pensando en quitarme el olor a establo y el sinsabor a fuerza de bañarme en agua caliente. Nuevamente el problema era la conexión a internet (e incluso el teléfono iba y venía), pero a pesar de todo, haciendo mil inventos, conseguí reservar una casa estupenda, a un precio aceptable, en Valladolid capital.

Y justo ahí estoy ahora, para los próximos dos meses.

Se supone que el coche nuevo me lo entregan a finales de julio, y eso espero, porque mi coche viejo ha vuelto a darme un susto aunque luego ha quedado en nada, pero es evidente que ha llegado al final de su camino.

Y estas son las novedades. Francamente, me han quedado cero ganas de pensar en voluntariados tras esta experiencia.

El plan ahora es buscarme una casa a medio camino de Valladolid-Madrid para el mes de agosto. Pero como siempre, mi ansiedad y mi riqueza son que todo es posible.
 
Acabo de descubrir éste hilo y qué maravilla!!

Ojalá yo pudiese hacer lo mismo pero mis responsabilidades familiares me tienen amarrada y bien atracada en puerto cuando lo que a mí me gustaría es poder desaparecer y regalarme tiempo.

Voy a seguir con mucho interés todo lo que nos vayas contando y te deseo toda la suerte del mundo en esa aventura
 
Acabo de descubrir éste hilo y qué maravilla!!

Ojalá yo pudiese hacer lo mismo pero mis responsabilidades familiares me tienen amarrada y bien atracada en puerto cuando lo que a mí me gustaría es poder desaparecer y regalarme tiempo.

Voy a seguir con mucho interés todo lo que nos vayas contando y te deseo toda la suerte del mundo en esa aventura

Muchas gracias por tu apoyo, prima. Yo os cuento todo, lo bueno y lo malo, porque me pasa de todo. Cuando una piensa en una vida nómada, se piensa enseguida solo en lo bueno.

Ahora mismo, por ejemplo, estoy con fiebre. Imagino que es el resultado de mi paso por la quesería: extenuada+mala alimentación+ambiente insalubre = estoy enferma.
Ya llegué el lunes a Valladolid con dolor de cabeza y picor de garganta, y al día siguiente llegó la fiebre. En momentos como este, me gustaría estar en un lugar seguro, rodeada de personas conocidas que fueran por mí al super a por una botella de zumo y a la farmacia.

No es grave y no pasa nada, seguro que en pocos días estoy mejor, pero aún así, siempre la enfermedad me hace sentir muy sola, y frágil.


Menuda pasada. Por curiosidad que aplicación usas para alquilar las casas?


Las uso todas. Idealista, fotocasa, airbnb, booking, wallapop ...

A veces hago contacto con una inmobiliaria de la zona y me buscan algo ellos, pero esto no funciona igual de bien en todas las zonas, en algunas comunidades las inmobiliarias solo están interesadas en la compra/venta, no en el alquiler y menos de corta duración.
 
Mucho ánimo y pronta recuperación! Si la fiebre no se aleja explica con detalle al médico que has estado en contacto con cabras
 

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