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Las tres victorias de Doña Trini, la activista indígena mexicana que tumbó el mayor aeropuerto de América Latina


Trinidad Ramírez, de casi de 70 años, encabezó la campaña contra el nuevo aeropuerto de Ciudad de México, finalmente paralizado por el presidente Andrés Manuel López Obrador tras una consulta popular

"Nos dijeron que traería el progreso, pero ya en aquel momento sabíamos que significaba el despojo de la tierra", asegura la activista

Iba a ser el segundo aeródromo más grande del mundo y fue el proyecto estrella de Enrique Peña Nieto, aunque los primeros pasos para su construcción se dieron hace casi dos décadas

Daniel Blanco - San Salvador Atenco (México)
27/03/2019 - 22:29h
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Doña Trini, junto al antiguo lago de Texcoco. DANIEL BLANCO

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Cuando a finales de octubre, el entonces recién electo Andrés Manuel López Obrador anunció que se cancelaba la obra del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, Trinidad Ramírez –Doña Trini– se apuntó una victoria. Un triunfo más en la lucha contra la megainfraestructura que había marcado su vida desde hace casi 20 años, llevó a su familia a prisión y la ha convertido en un símbolo del activismo en el país.

El anuncio de López Obrador vino después de una polémica consulta ciudadana organizada por su partido. La pregunta formulada fue la siguiente: "Dada la saturación actual del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, ¿cuál opción piensa usted que sea la mejor para el país?".

La alternativa de añadir dos pistas al aeródromo de la base militar de Santa Lucía arrasó sobre el proyecto que se levantaba sobre el antiguo lago de Texcoco, que tenía una inversión prevista de 13.000 millones de dólares y un 30% de la construcción ejecutada. Votaron algo más de un millón de personas y el 70% se decantó por cancelar el nuevo aeropuerto internacional. Doña Trini fue una de las líderes de la campaña 'Yo prefiero el lago', que alertaba de "los profundos daños medioambientales" y la destrucción de un modo de vida para muchos habitantes.

La posibilidad de cancelar el aeropuerto se convirtió en debate nacional el pasado verano tras la victoria electoral de López Obrador. En enero, las obras fueron suspendidas definitivamente. Las empresas españolas FCC y Acciona tenían parte del contrato más importante, el de la terminal, que rozaba los 4.000 millones de euros. A comienzos de marzo, el Gobierno fijó una compensación de alrededor de 500 millones de euros para el consorcio, liderado por el Grupo Carso de Carlos Slim, según informó El Economista. El Ejecutivo calcula que la cancelación costará un total de 4.500 millones de euros.

La lucha por la tierra habitada por la población indígena, como la que protagoniza Doña Trini, sigue siendo una realidad en varios puntos del país. Esta semana se ha hecho público que el presidente mexicano había enviado una carta al Gobierno de España con la intención de que el rey Felipe VI pidiera disculpas por los atropellos que considera que se cometieron durante la conquista de América. Aunque esta petición entronca con la crítica histórica de los pueblos originarios, algunas voces han criticado que se trata de un gesto que no es coherente con las políticas nacionales y los megaproyectos que afectan a poblaciones locales.

Casi dos décadas de lucha
El aeropuerto estaba llamado a convertirse en el segundo más grande del mundo, con capacidad para mover 125 millones de pasajeros al año, por detrás del nuevo aeródromo de Estambul. Era el proyecto estrella del sexenio de Enrique Peña Nieto. Para Doña Trini, sin embargo, la historia viene de mucho más lejos. Exactamente, del 22 de octubre de 2001, cuando los habitantes del municipio de Atenco amanecieron con un decreto expropiatorio de sus terrenos comunales. Eran tiempos del presidente Vicente Fox (PAN) y se daban los primeros pasos para construir un aeródromo en Texcoco. "Nos dijeron que traería el progreso, pero ya en aquel momento sabíamos que significaba el despojo de la tierra", recuerda Doña Trini.

A sus casi 70 años, esta mujer menuda y de hablar pausado marca el paso que conduce a un cerro cercano a San Salvador Atenco, desde donde se divisaba el avance de las obras del aeropuerto, los camiones moviendo la tierra, las máquinas trabajando. El expresidente Peña Nieto ordenó que continuaran hasta el fin de su mandato, el último día de noviembre. Afuera todo parece apacible, algún humedal, cultivos de maíz, cactus… Nada diría que el lugar se encuentra a solo unos minutos de la megaurbe más poblada de América Latina, Ciudad de México.

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López Obrador confirma suspensión de nuevo aeropuerto de México tras consulta EFE

La angustia por la expropiación dio paso a la acción con la creación del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Detrás de este nombre está una forma de entender la vida. Doña Trini, como muchos habitantes de Atenco y del resto de pueblos de la zona de Texcoco, desciende de los acolhuas, para quienes el suelo representa lo más profundo de su identidad.

"Sentí que me quitaban parte de mi vida porque estos caminos los recorríamos con nuestros abuelos y nuestros padres, eran recuerdos tan hermosos de armonía familiar...", recuerda con amargura. "Sentí que ya no era nada". Varios ambientalistas defienden que el "ecocidio" es evidente: desecación de zonas húmedas, rotura de cerros para extraer material, construcción de carreteras…. A la cancelación de las obras le siguieron las dudas sobre la posibilidad de revertir el daño y el coste que conllevaría.

En el repaso a sus primeros 100 días de Gobierno, López Obrador defendió la paralización del proyecto. "En el lago de Texcoco íbamos a padecer hundimientos y nos iba a costar mucho el mantenimiento", sostuvo. El presidente también ha señalado que el espacio se convertirá en un lugar para uso público, ecológico y deportivo, aunque aún no se conocen los detalles ni los costos de este plan. Este lunes, el proyecto suspendido volvió a los medios nacionales después de que Ricardo Salinas, el tercer hombre más rico del país, criticara en una entrevista con el diario británico Financial Times la decisión de cancelarlo.

"Pase lo que pase, vamos a seguir luchando"
La primera victoria para Doña Trini y el Frente llegó, sin embargo, mucho antes, con la anulación del decreto expropiatorio en agosto 2002. Los propietarios se negaron a vender y al Gobierno federal no le quedó más remedio que cancelar el proyecto. Para llegar a ese punto, el municipio se declaró "en rebeldía", se montaron guardias y se cerraron accesos para impedir el paso de maquinaria que persisten a día de hoy. El machete y el pañuelo rojo se convirtieron en sus símbolos. El precio de negarse a vender fue alto. La represión policial le costó la vida al campesino José Enrique Espinoza Juárez, fallecido a causa de los golpes recibidos en una protesta.

Mientras lideraba la movilización contra el aeropuerto, Doña Trini seguía con sus quehaceres diarios. Trabajaba en el hogar, cuidaba a sus tres hijos y ayudaba a su marido cuando mataban a algún animal. A su esposo, Ignacio del Valle, lo detuvieron por primera vez tras los disturbios de 2002. "Fue terrible", recuerda la activista. Pero lo peor para su familia tardaría unos años en llegar.

El subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional llegó a Atenco a finales de abril de 2006, en plena campaña presidencial. La carga simbólica de la unión de los dos movimientos de resistencia más importantes en aquel momento era enorme. Una semana después, comenzó la represión que se saldó con dos muertos, abusos sexuales contra al menos 11 mujeres y más de 200 detenidos. "Quisieron cortarnos las alas, decirnos hasta aquí llegaste, ya párale no queremos que sigas despertando a más gente, la queremos dormida que ignore lo que le corresponde, eso fue lo que hizo el Gobierno", cuenta Doña Trini.

Tras los disturbios, a Ignacio del Valle le condenaron a 112 años en una prisión de máxima seguridad. A su hijo César también lo encarcelaron y sus otros hijos, América y Ulises huyeron para evitar una orden de detención. La propia Doña Trini pasó siete meses fuera del pueblo para no ser detenida. "Conseguimos que todos fueran regresando y reunificar a la familia". Si antes ya estaba muy implicada, apunta, "desde entonces me dedico al 100% a esta lucha". Esta fue su segunda victoria.

El último capítulo de la historia arranca en 2014, cuando el Gobierno de Peña Nieto recupera el proyecto del lago en Texcoco. Para Antonio Lara Duque, presidente del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero, ONG contraria a la obra, fue una "venganza del poder" por haber tenido que renunciar a su plan inicial.

La decisión desató un conflicto interno entre vecinos, los que estaban a favor de vender tierras y los que vaticinaban un desastre medioambiental. Los sectores críticos denuncian "corrupción" en el proceso de compra de terrenos por parte de la administración y han presentado denuncias ante la Justicia. "Tenemos demostrado que al menos 24 firmas son falsas", señala Adela Romero, titular de una parcela, en referencia a la asamblea en la que se recalificaron los terrenos comunales de Atenco para permitir vender a cada propietario de forma individual.

El círculo se cerró con la consulta y la cancelación del proyecto, aunque quedan algunas incógnitas, entre ellas cómo será la recuperación del entorno. La obras que pretende llevar a cabo el Gobierno en Santa Lucía ya cuentan con la oposición del EZLN y el Congreso Nacional Indígena (CNI). Algunos vecinos del pueblo siguen recibiendo amenazas a día de hoy a pesar de que el aeropuerto está cancelado. Es el caso de la señora Nieves, cuya casa quedó atravesada por una carretera que conectaba con el aeropuerto. Se negó a vender y su vivienda quedó atrapada en medio de la calzada que la constructora quiere terminar alegando que está fuera del proyecto, denuncia el Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.

27/03/2019 - 22:29h
https://www.eldiario.es/desalambre/Dona-Trini-aeropuerto-America-Latina_0_882261957.html
 
Muere la directora Agnès Varda, pionera desde la 'nouvelle vague' hasta los Oscar


La directora francesa, autora de películas como Cléo de 5 à 7, L'une chante, ha fallecido este viernes a los 90 años

Pionera de la nouvelle vague, fue también la primera mujer en alzarse con el Oscar y la Palma de Oro honorífica, lleva más de seis décadas dedicadas al séptimo arte

Laura García Higueras
29/03/2019 - 11:44h
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La directora Agnès Varda con el premio Berlinale Camera durante el 69º Festival Internacional de Cine de Berlinale celebrado en 2019 en Berlín, Alemania. BRITTA PEDERSEN | GTRES

La cineasta francesa Agnès Varda, una de las pocas figuras femeninas de la nouvelle vague y galardonada con el Oscar de honor en 2017, falleció este viernes a los 90 años, informaron medios locales. Nacida en Bélgica, aunque de nacionalidad francesa, era uno de los rostros más conocidos del cine francés, autora de películas como Cléo de 5 à 7, L'une chante, l'autre pas o, más recientemente, el documental Varda par Agnès, estrenado este mismo año.

"Me llamaban la abuela de la nouvelle vague, pero ahora digo que soy su dinosaurio". La directora demostraba mantener intacto su sentido del humor al recibir el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián de 2018. Y no fue el único tributo de la temporada que recibió.

En marzo, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió el Oscar honorífico, convirtiéndose así en la primera directora en hacerse con el prestigioso galardón. Subió a recibirlo bailando, y se metió a todos en el bolsillo cuando confesó que "soy un poco tímida, pero me encanta escuchar todas estas lindas palabras sobre mí".

También estuvo en el festival de Cannes, donde presentó fuera de competición su documental Caras y lugares. En este mismo certamen, pero tres años antes, se alzó con la Palma de Oro honorífica, de nuevo convirtiéndose en la primera mujer en hacerlo. Hasta entonces, solamente la habían recibido Woody Allen en 2002, Clint Eastwood en 2009 y Bernardo Bertolucci en 2011.

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La directora de cine francesa Agnes Varda. Foto: Donostia Kultura.



Rompiendo techos de cristal desde la década de los 50
Bien podría haberse apellidado "Pionera" la cineasta y fotógrafa belga, pues también lo fue de la nouvelle vague y del cine feminista. Muchos identificarán en seguida a François Truffaut, Jean-Luc Godard o Claude Chabrol como los grandes referentes del movimiento francés de finales de los 50. Pero antes de que ellos filmaran Los 400 golpes (1959), Al final de la escapada (1960) o El bello Sergio (1958), Agnès Varda ya había rodado en 1954 su ópera prima La Pointre Courte, auténtica precursora estilística del movimiento.

En ella se combinan el retrato puramente neorrealista de la zona del suroeste de Francia con la triste historia de una pareja que debe decidir si seguir o no juntos.


La directora, hija de padre griego y madre francesa, había estudiado Historia del Arte en la École du Louvre antes de conseguir trabajo como fotógrafa oficial del Teatro Nacional Popular. Claramente interesada en la fotografía, no dio el salto al cine hasta que pasó unos días grabando la pequeña ciudad pesquera de Séte en el barrio La Pointe Courte, que coincide con el título de su debut.

Allí recogió imágenes para un amigo con una enfermedad terminal que no podía visitar por sí solo la zona. Fue entonces cuando decidió que debía y podía hacer una película. La primera de una trayectoria de más de seis décadas.

Entre ficción y documentales
Agnès Varda comenzó a hacer cine en una época y en un movimiento en el que la representación femenina quedaba prácticamente relegada a la de ser la musa del director. Además de ser precursora del cine feminista, también lo fue en la apertura de la dirección cinematográfica a las mujeres: "Les sugerí que estudiasen cine. Les dije, salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas".

Su filmografía la habitan películas de ficción, documentales y numerosos cortos. Los relatos sobre la vida de personas cotidianas caracterizan su obra, al tiempo que adquieren valor y magnetismo por su habilidosa puesta en escena y su dominio del pulso narrativo.


Así lo demostró igualmente en su segunda película, Cléo de 5 á 7 (1961). Con ella se ganó el reconocimiento internacional y fue nominada a la Palma de Oro en Cannes. En sus dos siguientes cintas La felicidad (1965) y Las criaturas (1966) pareció contagiarse del espíritu optimista del Mayo del 68.

En su posterior documental Daguerréotypes, de 1975, recogió el transitar de la calle Daguerre, en París, donde ha vivido durante décadas. Sus habitantes, pequeños comerciantes y artesanos sirven como reflejo de la vida en Francia en este homenaje a la cotidianidad de las ciudades.

Lo personal es político
La cineasta fue prolífica en la realización de cortometrajes. En 1975 presentó el filme Respuestas de mujeres: nuestro cuerpo, nuestro s*x*. Ese año fue designado como el Año de la Mujer por la ONU. Para celebrarlo, el canal francés Antenne 2 invitó a siete cineastas a realizar cortometrajes de siete minutos en los que se respondiera a la pregunta: ¿qué es ser mujer? Agnès Varda fue una de ellas.

En su pieza, son ellas quienes toman la palabra mirando a cámara, contestando, entre otra afirmaciones: "Ser mujer es vivir en el cuerpo de una mujer. Nuestra forma y características físicas son parte de nuestra estructura corporal, no puntos aislados que resaltan nuestra sexualidad como objeto de goce masculino. Ser mujer también es tener una cabeza de una mujer".


Los siete minutos de discurso abordan las preocupaciones de las mujeres de entonces, con sus cuestionamientos sobre sus cuerpos, sexualidad, maternidad o deseo. Y, paradójicamente, se corresponden con las de hoy. Reclama en su final: "si la mujer se reinventa, entonces el amor tendrá que ser reinventado".

La directora situó su siguiente película Una canta y la otra no (1976) en el mismo contexto feminista, que estaba en auge en Francia. En ella se cuenta la relación entre dos amigas en los años que transcurren desde 1962 a 1979.

Otra de sus obras más destacadas es Sin techo ni ley, de 1985, con la que se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia. En forma de flashback, se muestran los últimos días de la vida de una vagabunda.

El también cineasta Jacques Demy, fue su esposo desde 1962 hasta que, en 1990, falleció por sida. La directora le rindió homenaje en las películas Jacquot de Nantes (1991), en la que relató su infancia y su amor por el teatro y el cine; Les Demoisellesont eu 25 ans (1993) y L'Universe de Jacques Demy (1995).

La última ha sido considerada como el mejor homenaje posible al director, ya que de las decenas de tributos que llevaron a cabo otros admiradores, nadie consiguió retratar su figura de forma tan fiel como Varda. En él combinó los mejores momentos de la carrera del artista con testimonios de actores que trabajaron a sus órdenes.

La curiosidad no tiene edad


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El documental Los espigadores y la espigadora recoge a un amplio grupo de personas que recuperan la tradición de espigar y con los que ella misma se compara a la hora de recolectar imágenes. Podría pensarse que, en un mundo industrializado, nadie se agacha entre los campos a recoger los frutos de una cosecha, pero la película demuestra lo contrario.

Hay entre los recolectores gitanos que por necesidad toman objetos desechados. Igualmente en las grandes ciudades persisten aquellos que buscan entre la basura lo que podría convertirse en su comida del día. Los que recolectan recuerdos tienen también cabida en el documental. Dos años después, en 2002, recuperó a los mismos protagonistas para ver cómo había cambiado sus vidas desde entonces.

Finalmente, en 2008, abrió sus puertas de forma definitiva con otro documental, Las playas de Agnès. Un relato autobiográfico en el que reconstruye su pasado al tiempo que camina por las playas de Francia. Mediante el humor, invitaba al espectador a compartir sus grandes emociones, ansiedades y desgracias de toda una vida.

Pionera de la nouvelle vague, del cine feminista, de la Palma de Oro y el Oscar Honorífico. Dada la vitalidad, energía, ternura y curiosidad que mantuvo Agnès Varda hasta sus últimos días parecía lógico plantearse que, a sus 90 años, aún le quedase tiempo para ser la primera en lograr un nuevo hito. Por desgracia, habrá que conformarse con el legado irrepetible de esta genia y figura del cine francés.

https://www.eldiario.es/cultura/Fallece-Agnes-Varda-Nouvelle-Vague_0_882961928.html

 
Marian Anderson, la cantante que abrió a los negros la puerta de sus derechos civiles
La legendaria contralto norteamericana ofreció el 9 de abril de 1939, hace ochenta años, un histórico concierto en el Lincoln Memorial de Washington

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Julio Bravo@juliobravo1963
Madrid
Actualizado:30/03/2019 00:41h
0 Marian Anderson, la voz negra que arrebató el corazón de Federico García Lorca

En los primeros meses de 1939, Marian Anderson (Filadelfia, 1897) debía de cantar en el Constitution Hall de Washington. Sol Hurok, uno de los más importantes e influyentes empresarios del mundo del espectáculo en Estados Unidos, quería organizar allí un concierto de la contralto en su país después de varios años en Europa. Allí, el legendario director de orquesta Arturo Toscanini había dicho de ella. «Voces así solo se escuchan una vez cada siglo»

Marian Anderson, sin embargo, no pudo cantar en este auditorio. La excusa de sus responsables fue que no había fechas libres, pero fue la presión de las Hijas de la Revolución Americana (DAR) la que obligó a aplicar una cláusula de los estatutos del Constitution Hall que solo permitia cantar allí a artistas blancos.

Eran los tiempos en que los negros eran considerados en Estados Unidos ciudadanos de segunda y tenían restringidos muchos derechos: la segregación racial era un hecho en las escuelas, oficinas y lugares públicos.



La negativa del Constitution Hall causó un gran escándalo, avivado por la primera dama, Eleanor Roosevelt, miembro del DAR, a cuyos responsables envió una carta de renuncia por no permitir cantar allí a «una gran artista» Y no solo eso, sino que junto al secretario de Interior, Harold LeClair Ickes, inició las gestiones para organizar un concierto de Marian Anderson en el Lincoln Memorial de Washington.

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Marian Anderson, ante el Lincoln Memorial - ABC
El 9 de abril de 1939, y ante 75.000 personas que abarrotaban los alrededores del monumento (además de millones de oyentes radiofónicos), Marian Anderson ofreció un concierto de media hora. Ickes la presentó: «El genio no lo marca el color». La contralto Anderson cantó la canción «My country, ‘Tis of Thee», , un aria de «La Favorita», de Donizetti; el «Ave María» de Schubert; y tres espirituales negros: «Gospel Train», «Trampin» y «My soul is Anchored in the Lord».

No fue un concierto cualquiera. «La intolerancia ha recibido uno de los golpes más duros en años», escribió el periódico Chicago Defender. La revista Newsweek dijo que aquel día Marian Anderson se convirtió en una figura internacional de la lucha contra la segregación racial y a favor de la igualdad no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.

A pesar de la notoriedad adquirida por la contralto, Marian Anderson tendría que esperar aún más de quince años para alcanzar otro hito histórico: convertirse en la primera intérprete negra en cantar en el escenario del Metropolitan Opera House, el más importante teatro de ópera de Estados Unidos.

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Marian Anderson saluda tras el estreno de «Un ballo in maschera», entre Zinka Milanov y Leonard Warren
Fue el 7 de enero de 1955; Marian Anderson cantó el papel de Ulrica en «Un ballo in maschera», de Giuseppe Verdi, con Zinka Milanov (Amelia), Richard Tucker (Riccardo), Leonard Warren (Renato) y Roberta Peters (Oscar), bajo la dirección de Dimitri Mitropoulos. Según las crónicas de la época, la cantante recibió una impresionante ovación del público al aparecer en escena, y la emoción le llevó a cantar con vacilación en los primeros compases. Después se fue templando y completó una soberbia actuación.

Pero ¿quién era Marian Anderson? Había nacido el 27 de febrero de 1897 en Filadelfia, en el Estado de Pensilvania. Con seis años se unió al coro de la iglesia baptista a la que acudían sus padres; allí destacó pronto su voz y se la conocía como «la contralto bebé». A los trece años pasó al coro adulto y empezó a actuar en otras iglesias y escenarios.

Con quince años empezó a tomar clases de canto con la soprano negra Mary Saunders Patterson y después con la contralto Agnes Reifsnyder. Cuando la presentaron ante Giuseppe Boghetti, un reputado profesor italiano, y Marian Anderson cantó «Deep River», aquél se echó a llorar de emoción.

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Comenzó entonces una carrera que le llevó por distintos auditorios. El 30 de diciembre de 1928 se presentó en el Carnegie Hall neoyorquino para dar un recital; el crítico del New York Times dijo de ella: «Una verdadera mezzo-soprano, abarcó ambos rangos con plena potencia, sentimiento expresivo, contraste dinámico y máxima delicadeza».

Una beca le permitió llevar a cabo una gira por Europa: Londres, Berlín, Estocolmo, Copenhague... Y Madrid. El 29 de abril de 1936 ofreció un recital en el Teatro de la Comedia, dentro de la temporada de la Asociación de Cultura Musical; entre el público se encontraba Federico García Lorca, que acudió junto al diplomático chileno Carlos Morla Lynch, que escribió la impresión del poeta granadino: «Había quedado embelesado con su arte».

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Tras su sonoro concierto en el Lincoln Memorial, Marian Anderson se convirtió en una estrella, además de en un símbolo de igualdad. Unió su carrera musical a su labor humanitaria; realizó giras como embajadora de buena voluntad y delegada de Naciones Unidas, cantó para los soldados durante la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea.

A pesar de su peso simbólico, nunca quiso ser una bandera de los derechos civiles de los negros. Rechazó la primera línea y, aunque en Europa se alojaba siempre en los mejores hoteles y visitaba los mejores restaurantes, en Estados Unidos iba a alojamientos de tercera o cuarta clase o, en el Sur, a casas de amigos, para no ser origen de conflictos. Comía a menudo en su habitación y viajaba en trenes nocturnos para no llamar la atención. «Si me decidiera a ser combativa, supongo que podría insistir en hacer de estas cuestiones un problema. Pero esa no es mi naturaleza, y siempre tengo en cuenta que mi misión es dejar detrás de mi una huella que haga el camino más fácil a quienes me sigan»

El 8 de abril de 1993, a los 96 años de edad, murió en Portland. Semanas después, unos dos mil admiradores le rindieron homenaje en un funeral celebrado en el Carnegie Hall. Despedían así a una cantante única, a la que escucharon seis millones de personas en más de 1.500 auditorios a lo largo de su vida.



https://www.abc.es/cultura/teatros/...ta-derechos-civiles-201903300041_noticia.html
 
La imposible colaboración entre Dalí y Disney que explotó por sus egos y que casi los arruina
Los dos genios se hicieron grandes amigos, aunque su trabajo juntos no fue demasiado productivo
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Disney y Salvador Dalí se profesaron admiración mutua. En la imagen, ambos con Gala y los Disney en Portlligat - Archivo ABC

El estreno este fin de semana de Dumbo, la revisión del clásico de Disney de 1941, nos ha hecho recordar una de esas historias cargadas de anécdotas increíbles que rodean a la casa de Micky Mouse. En la historia que nos ocupa, dos genios son los protagonistas: Salvador Dalí y Walt Disney. Ambos se conocieron en el rodaje de «Recuerda», la película de Alfred Hitchcock para la que Dalí había pintado algunos fondos y decorados. Y ahí nació una amistad que los llevaría a colaborar juntos... Y que casi les lleva a la ruina.

Pero empecemos por el principio. Decía Dalí que «el verdadero pintor no es aquél que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío. El verdadero pintor es aquél que es capaz de pintar pacientemente una pera rodeado de los tumultos de la historia». De pintura, de escenas extraordinarias, de desiertos vacíos, de genio, de ingenio, de fantasía, de avatares históricos, de imaginación, de surrealismo y sobre todo de amistad entre dos genios Salvador Dalí y Walt Disney se puede puede calificar la historia de «Destino». Son sólo quince segundos en los que los dibujos y bocetos realizados por Salvador Dalí tomaron vida por obra de los lápices mágicos de Walt Disney y de su equipo de animadores.

El proyecto se gestó en 1946. El pintor estaba trabajando en aquellos momentos en Hollywood, en las famosas secuencias oníricas de la película «Recuerda» («Spellbound») de Alfred Hitchcock, que no llegaron a ser todo lo que él esperaba por los miedos de los productores a la fuerza y osadía de sus imágenes. Una noche, durante una cenna, Salvador Dalí conoció a Walt Disney por mediación de Jack Warner. A lo largo de la velada, tanto Dalí y Gala como el matrimonio Disney simpatizaron y comenzaron a planear hacer una película juntos.


Fantasía 2000
Dalí aceptó el trabajo rutinario de oficina
En 1940, Disney revolucionó el mundo de la animación con el estreno de «Fantasía». Se trataba de un largometraje en el que se mezclaba la animación, los más modernos efectos visuales y la música. A pesar de contar con la presencia del ratoncillo, la idea de Disney era tratar de dar un paso más y ofrecer un tipo de animación para un público más adulto. «Fantasía», ese es el título de la película, tiene una duración de dos horas, y está formada por segmentos animados en los que la música es primordial. La idea de Disney era introducir cada año nuevos fragmentos, con los diseños y dibujos más modernos y con nuevas partituras de los compositores contemporáneos. En una segunda entrega de «Fantasía» iría el corto firmado por Salvador Dalí. Nadie había trabajado antes combinando el arte surrealista y la animación. Disney trataba de conseguir que el público y la crítica vieran la animación como un medio artístico tan digno y poderoso como cualquier otro. A Dalí no había que convencerle porque estaba totalmente entusiasmado con sus posibilidades, según escribía en un reportaje de ABC de 2003 Carmen Aniorte.

En un principio, Disney sólo pretendió utilizar una balada romántica del compositor mexicano Armando Domínguez, llamada «Destino» para un corto musical, cantado y bailado por Dora Luz. La palabra «Destino» le resultó particularmente sugerente a Dalí, quien de inmediato empezó a crear imágenes, dibujos y trazos para plasmar sus emociones. Aunque solía hacer lo que le venía en gana y trabajaba sin responder ante nadie, Dalí se adaptó «casi sumiso» a la rutina. Según cuentan todavía en Disney, el pintor se recluía en un estudio-taller junto a John Hench, un artista de Disney que trabajó en una serie de películas «especiales», entre las que estaban las ya mencionadas «Fantasía» y «Dumbo».

La ruina de Disney
En principio le encomendaron instruir a Dalí en las técnicas de animación, pero, al final, entre los dos desarrollaron una técnica totalmente nueva. El método, en gran parte inspirado en las teorías de Freud sobre el subsconsciente, trata de insertar imágenes dobles ocultas en cada diseño. Dalí presentaba una imagen que el espectador reconocería como una cosa y luego, poco a poco, el artista le iba forzando a reconocer formas extrañas en la imagen. Al final acaba viéndose algo totalmente distinto.

El resultado de todos los desvelos quedó reducido a quince segundos de imágenes surrealistas en movimiento que quedaron enlatadas y almacenadas en un contenedor de un remoto almacén de los estudios. ¿El motivo? La empresa estaba en un momento económico terrible en aquel 1946.

Parte de ese mal momento económico era culpa de «Fantasía», cuya primera entrega no entusiasmó al público. Desde el Banco de América le habían cortado el crédito. La compañía se enfrentaba a deudas cada vez mayores. Era tan delicado el momento que tuvo que aceptar un préstamo sin intereses del multimillonario Howard Hughes. El éxito un año más tarde de «Dumbo» no fue suficiente. Y además, la guerra imponía sus reglas. El mercado Europeo estaba cerrado para este tipo de producciones y el interior tampoco se mostraba muy receptivo.

Por otra parte, los grandes estudios, en gesto patriótico, se dedicaron a la producción de películas pensadas para alegrar y levantar la moral a las tropas. Muchos de estos «servicios a la patria», aunque no eran realmente gratuitos, Disney nunca llegó a cobrarlos y el estudio tardó bastante tiempo en recuperarse de ese esfuerzo. Ante esta situación, los directivos de la compañía decidieron que las películas de gran metraje, entre las que se encontraba el proyecto de «Fantasía» y el trabajo con Dalí, quedaban aplazadas sine die, aunque, para recuperar algo de la inversión, no se descartaba emplear las secuencias que ya se hubieran rodado como cortometrajes antes de los pases de las programaciones habituales en los cines.

Así que, entre los asuntos económicos y la falta de confianza en el producto de Roy, el hermano de Disney encargado de los asuntos legales de la empresa, «Destino» se fue definitivamente al traste. Además, Roy Disney se cuestionó si los surrealista dibujos de Dalí serían aceptados por el público norteamericano y si este producto iba a gustar a los exhibidores cinematográficos, bastante convencionales y previsibles. Ahí entraron en juego varios factores. Por un lado, la lucha de egos entre Dalí y algunos sectores de la compañía que impedían que el proyecto avanzara con normalidad. Hay datos muy exagerados (quizá por el tiempo) que revelan las trabas que hubo, como que en ocho meses de trabajo apenas se hicieron 150 storyboards y 22 lienzos en los que Disney había despilfarrado 4.3 millones de dólares. Ni una subasta posterior de ese material en Nueva York redujo las pérdidas.

Aunque Salvador Dalí se sintió decepcionado por los acontecimientos, en el fondo siempre albergó la esperanza de que los malos tiempos pasarían y que «Destino» llegaría a proyectarse en salas comerciales. Además, la amistad con Walt siguió intacta: . «Le considero un amigo. Nuestra relación laboral fue muy alegre, por si alguien se lo pregunta. Dalí no es el culpable de que este trabajo en el que los dos estábamos inmersos no se haya completado», escribió el genio de la animación, para el que el «asunto Dalí» fue una espinita clavada en lo más profundo de su orgullo y de su ambición profesional. A pesar de estos tropiezos, la amistad entre ambos y la comunicación de ideas no cesó, por más que muchos asegurasen que la relación se había enfriado.

Resultado final
60 años después, el sobrino de Walt Disney, Roy E. Disney se encontró en los archivos de la major los restos del proyecto surrealista. Le encargó a un equipo ponerse en marcha para actualizar y completar ese material. Tras meses de trabajo, estrenaron el corto «Destino. El encuentro de dos grandes genios», que estuvo nominado al Oscar en 2003. Sus 6 minutos, íntegros en Youtube, son mágicos.



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Un perfume para esta vida y la siguiente
Publicado por Karlos Zurutuza
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Karam Ilahi Zafar, ca. 1958. Fotografía: autor desconocido (DP)

En el lounge de un céntrico hotel de Bilbao se amontonan las piezas de un complejo rompecabezas: hay cartas firmadas por Fraga, Felipe, Aznar, y hasta el mismísimo Franco. También hay titulares imposibles en recortes de periódico amarilleados por el tiempo, y fotos en sepia, muchas, de un Madrid en blanco y negro. Y luego están esos frasquitos de perfume. «Necesito ayuda para ordenar todo esto, se lo debo a mi padre», dice su propietario, que aún sigue sacando material de una maleta con ruedas. Se llama Qamar. Antes de que la historia se vuelva demasiado compleja, ponemos algo de distancia y volvemos a empezar desde la India.

Entre el marasmo desplegado sobre una mesa de mármol redonda encontramos la foto de Mirza Ghulam Ahmad. Tiene un gesto agotado pero sereno, y la cabeza ligeramente ladeada hacia su derecha, como si fuera por el peso de su voluminoso turbante. Se sabe que nació en 1835 en Qadián (India), y que ya en su primera revelación (1882) se le encomendó la reforma del mundo: acabar con las guerras de religión, condenar el derramamiento de sangre y reinstaurar la moral, la justicia y la paz. «Amor para todos, odio para nadie», es el mensaje bandera de esta comunidad. Mil trescientos años después de que Mahoma hundiera los cimientos del islam en las arenas de Arabia, el Mesías Prometido para los musulmanes ahmadíes llegaba al mundo en una ignota aldea del Imperio británico donde nunca antes había pasado nada, y nada volvería a suceder jamás.

Qamar, madrileño, corpulento, de tez oscura, ingeniero de telecomunicaciones y trabajador de Iberia prejubilado, se explica con la devoción propia de alguien entregado al proselitismo. Asegura que el profeta discípulo de Mahoma aprendió árabe en una noche, y que su mensaje no solo prendió en Qadián, sino que traspasó las lindes del distrito de Gurdaspur para extenderse por todo el imperio hasta su mismísima la capital. Fue en 1924 cuando la emergente comunidad reformista del islam abrió una sede en Londres. El problema era, y es, que para el resto de los fieles del islam del mundo —unos mil millones—, ni Ghulam Ahmad fue un profeta, ni los ahmadíes son musulmanes. La apostasía se puede pagar muy cara aún bien entrado el siglo XXI, pero de eso ya hablaremos al final.

Esta vida

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Mirza Bashir ud Din Mahmud Ahmad, el segundo califa, recibe a dos peregrinos nigerianos. 20 de septiembre de 1924. Fotografía: Cordon.
Karam Ilahi Zafar nació un 31 de diciembre del 1919 en Banga (actual Pakistán), en el seno de una familia ahmadí. «Perdona si me emociono, pero siempre me pasa cuando hablo de mi padre», se disculpa Qamar. Cuando el segundo califa —equivalente al papa católico para la comunidad— buscaba misioneros para irse a Europa, Karam se apuntó sin dudarlo un instante. A la mañana siguiente, y tras solventarse milagrosamente un error en el registro que casi le deja en tierra —«mi padre pasó aquella noche llorando y rezando en el minarete»—, le dicen que le han destinado a España. En julio de 1946 llega a Madrid el primer misionero ahmadí, probablemente exhausto tras una travesía de semanas bordeando África porque el canal de Suez estaba cerrado. Nada comparado con lo que estaba por llegar.

«Piensa en la España de entonces: pobre, analfabeta, lacerada por el racionamiento y monopolizada por el nacional-catolicismo… Bien: ahora imagina a mi padre, vestido como el indio que era y sin quitarse nunca el turbante, predicando la palabra del Mesías Prometido por aquellas calles». Lo que uno se imagina es realmente lo que sucedió en aquel país en el que no existía la libertad religiosa ni siquiera para otras comunidades cristianas al margen de la oficial. Qamar habla de los insultos y las vejaciones, de la persecución policial tras ser visto por un agente o, simplemente, denunciado por alguien. Cualquiera.

«Eso sí, la gente que le conoció le acabó queriendo», apostilla con voz quebrada. Lo vemos en una de las fotos, sonriente bajo con su voluminoso turbante blanco y sus gafitas Ghandi. Qamar se vuelve a emocionar, y no es para menos: el joven misionero apenas llevaba un año en Madrid cuando el país que había dejado atrás se partió en dos. Fue en 1947 cuando la retirada del ocupante colonial británico provocó la división del subcontinente en India y Pakistán. Sobrepasado por las circunstancias y, sobre todo, por falta de recursos, el califa pide a su enviado en España que vuelva, o que vaya a Londres. Ya no pueden mantenerle. Recuerda un poco a lo de Krikalev, aquel cosmonauta que giraba alrededor de la Tierra mientras se desintegraba la URSS. La diferencia es que el ruso acabó volviendo a casa mientras que el indio, ahora pakistaní, decidió seguir orbitando en España hasta el fin de su existencia.

Durante su formación de misionero había aprendido a hacer perfumes. Los vendía en la calle y, según Qamar, decía cosas como: «Este perfume le acompañará dos o tres horas, pero tengo otro que le acompañará esta vida, y la siguiente. Si quieres saber de él, esta es mi tarjeta». En una de esas, alguien le habló del rastro, y fue allí, entre La Latina y la Puerta de Toledo, donde instaló su campo base para la distribución de fragancias de sendas naturalezas. Karam revoluciona el sector con nuevos y exótico olores como el Mitsuko japonés, o las esencias de rosa jazmín y violeta que, según le dijeron a Qamar —no había nacido todavía—, enloquecían a Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba. Qamar saca recortes de periódico en los que aparece rodeado de gente que no acaba de creerse lo que está viendo:El imán del pachuli; Un indio «auténticamente vestido» pasa por San Sebastián, rezan los titulares. Ya de forma mucho más elegante, es el propio Fernando Fernán Gómez el que da fe de aquella discordante nota de color en El Tiempo Amarillo, su libro de memorias. El perfumista indio llego a ser tan conocido que hasta recibió una oferta de la misma Coca-Cola para hacer un spot de televisión. Por supuesto, la rechazó.

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Qamar. Fotografía: Ángel L. Fernández
De su madre, Qamar cuenta que era también de la India, y que siempre estuvo con él. Poco más. Volviendo a su padre, dice que su fe en Dios era inquebrantable. «Piensa que los que le formaron habían conocido al profeta en persona; es como si un cristiano recibiera las enseñanzas de los apóstoles». Probablemente aquello le ayudaría a sobrellevar el acoso policial, pero también una carta de 1963 en la que Franco le agradecía personalmente la exposición que el misionero le había hecho de su fe. Aquel fue mejor salvoconducto.

A partir de los sesenta ya no se le persigue, e incluso se le permite hablar, aunque sea a puerta cerrada. En el año 68 la Ley de Asociaciones Confesionales no Católicas le otorga el permiso oficial de reunión, así como una tarjeta que lo acredita como «Ministro de Culto de la Comunidad Ahmadía del Islam». Su hijo dice que fueron unos cincuenta españoles los que se abrazaron a la fe del Mesías Prometido, entre ellos el escritor y crítico literario Antonio Iglesias Laguna, reconocido con el Premio Nacional Emilia Pardo Bazán. Había otros más anónimos pero no por ello menos fascinantes, como un antiguo integrante de la División Azul. Queremos saber más de él, pero Qamar dice que solo recuerda su nombre de converso: Abdu Latif.

A comienzos de los setenta la comunidad ahmadí cuenta ya con reconocimiento oficial y se le permite publicar, pero sigue habiendo líneas rojas. Lo de que Jesús no murió en Palestina, sino que lo hizo en Cachemira tras una fantástica travesía a lo largo de Asia Central, es algo difícil de encajar para los monoteístas peninsulares. Nunca fue fácil para el misionero, pero Qamar asegura que tampoco faltó nada en casa, y eso que eran seis criaturas. «Mi padre decía que era empleado de Dios, y yo soy testigo de que le ayudaba». Un rector de universidad que había recibido durante años el boletín de la comunidad ahmadí se quedó de piedra al ver aquella rudimentaria multicopista. Tres mil ejemplares se hacían cada mes desde aquel rincón de un humilde piso en el barrio obrero de Villaverde-Cruce.

Con la Transición cambia todo. El califa, ya el tercero, le pide a Karam que busque terrenos para levantar una mezquita en Córdoba. Resulta que el cabeza de la fe había estado en el 70 «y tenía muy buen recuerdo de aquella gente». Ahora vemos la foto del venerable sacerdote poniendo la primera piedra de la primera mezquita construida en España en setecientos años (9 de octubre de 1980). El lugar elegido fue un antiguo algodonar en la localidad de Pedro Abad, y es en el cementerio municipal de este pequeño pueblo a veintisiete kilómetros de Córdoba capital donde descansan también los restos de Karam. El misionero ahmadí murió en agosto de 1996. Su hijo conserva su puesto en el rastro a modo de homenaje, pero también por mantener ese otro centro neurálgico de su fe. Lo abre los domingos y atiende gustoso a aquellos que llegaron a conocer a su padre, o a los que les habría gustado hacerlo. Eso sí, no busquen ya perfumes perecederos en oferta.

La vida siguiente

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Fotografía: Ángel L. Fernández
Diez minutos tras dejar atrás Córdoba por la Autovía del Sur, sus dos minaretes blancos desvían la atención hacia nuestra derecha. Pronto descubrimos que la mezquita de la Buena Nueva es la construcción más emblemática de este pequeño pueblo cordobés donde, al igual que en Qadián, tampoco había pasado gran cosa hasta la llegada de los ahmadíes. Es un edificio completamente blanco excepto por su techado de tejas andaluz, que marca la linde entre una galería porticada árabe y unas cúpulas hindúes. Ya explica Qamar que se trataba de sintonizar a las tres culturas. Paseando alrededor del edificio nos cruzamos con un maliense. Se llama Jargo Sise, tiene cuarenta años y dice que oyó hablar de los ahmadíes por el MTA, su canal de televisión, en 2012. Dos años más tarde, y tras una visita al rastro madrileño, Sise salía perfumado hasta el fin de sus días y más allá. Nada sobra porque, desde el colapso de la construcción el trabajo escasea.

Tarik, sobrino de Qamar, se une a la conversación. Es ingeniero de caminos, trabajó un año en Chicago y otros cinco en la India, pero hoy se dedica en exclusiva a crear contenidos para la página web. Nos da su tarjeta de visita que le acredita como director del Departamento de Lengua Española; en el anverso, la consigna: «Amor para todos, odio para nadie». Tarik vive en el pueblo, y a sus tres hijos los manda a la escuela católica muy cerca de aquí. Nos invita a visitar el templo, una estancia pulcra, luminosa y que podría acomodar a gran parte de los quinientos miembros que, según Tarik, tiene su comunidad en España.

«La mayoría son pakistaníes pero muchos se están volviendo por la crisis», dice este ahmadí trajeado de treinta y dos años. Otros, en cambio, siguen los mismos pasos de su padre. Como Zafar Rashid, uno de los cinco misioneros que la comunidad tiene en España. Rashid llegó el año pasado tras pasar siete formándose como misionero en Punyab. Dice que su asignatura de Teología incluía el cristianismo, judaísmo, hinduismo y confucionismo además de, obviamente, el islam y la palabra del Mesías Prometido. «No puedo ni imaginarme lo difícil que tuvo que ser para Karam en el 46, pero aquí estamos, con un templo precioso y sin sufrir persecución de ninguna clase por parte de las autoridades», dice el misionero de treinta y cuatro años. Paradójicamente, es la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) la que sigue excluyéndoles de una lista que agrupa a más de setenta asociaciones musulmanas de prácticamente todas las escuelas del islam en la península. Qamar reconoce que le resulta doloroso, pero nada comparable a lo que sufren hoy en el lugar que vio nacer a al profeta, a sus califas y sus misioneros.

Cuando la Liga Mundial Islámica declaró, en 1974, que los ahmadíes no eran musulmanes, se abrió la veda contra esta comunidad «herética» que cuenta con decenas de millones de seguidores en todo el mundo. La persecución es tan brutal como indisimulada en muchos países, sobre todo en Pakistán, donde tienen prohibido predicar, declararse públicamente como musulmanes, orar en público o en mezquitas no ahmadíes… Todo vale para justificar violencia indiscriminada como la de aquella cadena de atentados contra sus mezquitas en 2010 en Lahore (Pakistán). Lo reivindicó un grupo talibán y se saldó con más de cien muertos. El acoso incluso goza de amparo institucional, y son muchas las organizaciones internacionales como Human Rights Watch las que han denunciado que incluso se les priva del derecho al voto si no renuncian a su fe. Al final son ellos los que renuncian a votar.

Con una población ahmadí superior al 95%, la ciudad pakistaní de Chenab Nagar se ha convertido en un auténtico museo al aire libre de la asimilación. En 1999 se cambió su nombre —antes era Rabwah— contra la voluntad de la mayoría de sus setenta mil habitantes a los que no solo se niega la mayoría de sus derechos civiles, sino también el de pronunciar palabras como inshalá («si Dios quiere») o alhamdulilá («Gracias a Dios»). Por si fuera poco, la ciudad se ha convertido en sede recurrente para mítines, conferencias y reuniones de todo tipo de partidos islamistas. Para evitar la previsible falta de quorum en el bastión ahmadí por antonomasia, el Estado subvenciona cientos de autobuses para los concurrentes llegados del resto del Punyab.

Antes de que la conversación se torne aún más sombría, Qamar nos invita a pasar a una estancia anexa al centro, una sala multitareas que se cede a los habitantes de Pedro Abad cualquiera que sea su fe. La preside la icónica imagen del profeta, bajo la que se alinean las de sus sucesivos califas. Está el que envió al padre de Qamar o el que puso la primera piedra de esta mezquita y, por supuesto, el actual cabeza de la fe. Se llama Mirza Masrur Ahmad y le vemos en multitud de retratos por toda la pared que Qamar enumerando uno por uno:

«Aquí en el Capitolio y esa de ahí en el cuartel general del Ejército alemán en Coblenza; esta es del Parlamento canadiense, el de la UE, el islandés, el de Nueva Zelanda… Qué hombre más maravilloso es. ¿Os habéis fijado que no hay más que amor en su rostro?», dice con orgullo, justo antes disculparse para atender a la última llamada al rezo del día. Apenas hay una docena de fieles aunque ya nos han dicho antes que es lo normal un miércoles; que un viernes, el día santo, siempre se junta mucha más gente. Fuera también se respira paz. Notamos cómo el murmullo de la oración a nuestra espalda se ensambla con el del tráfico por la autovía. Justo al otro lado, en mitad de un campo de olivos, se levanta la chimenea de una refinería de aceite. Una columna de humo blanco asciende ceremoniosa hacia el cielo rojizo del ocaso.

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Fotografía: Ángel L. Fernández

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Irene Villa: «El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional»
En la clausura del 39 Congreso de Fepace, Irene Villa explicó que uno no sabe lo fuerte que puede llegar a ser hasta que tu única opción es ser fuerte, por eso «si no puedes cambiar una situación, cambia tú»
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SeguirLaura Peraita@LauraPeraita
Sevilla
Actualizado:04/04/2019 09:56h
1 Marian Rojas Estapé: «Hay mucha gente que se levanta cada mañana sin saber para qué»

Las 1.500 personas que acudieron al 39ºCongreso de Fepace en Sevilla recibieron con un largo y caluroso aplauso a Irene Villa cuando salió al escenario del Cartuja Center para realizar la conferencia de clausura de este evento de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Fomento.

En su discurso trasladó a su auditorio hasta el 17 de octubre de 1991, día en el que sufrió un grave atentado de la banda terrorista ETA en el que, con tan solo 12 años, perdió las dos piernas y tres dedos de una mano y su madre una pierna y un brazo. «Por la mañana, mientras desayunábamos en casa escuchamos una explosión. A mi hermana le entró mucho miedo y no quería ir a clase. "¡Vamos, ahora mismo salimos a por el coche! Las bombas solo se las ponen a la gente importante", dijo mi madre para quitar hierro al asunto. Nunca imaginamos lo que nos iba a pasar un rato después».

Recuerda que a ella la dieron por muerta en una primera valoración por la crudeza de su situación. Sin embargo, a los pocos instantes alguien giró su cuerpo y comprobó que aún tenía pulso. Muy leve. «Mi padre se enteró por la radio y fue corriendo al hospital. Le dijeron: su hija no tiene manos, no tiene piernas, tiene la cara destrozada... Él pensó, "una niña de doce años, jugadora de baloncesto, patinadora y que siempre iba dando brincos... Prefiero sufrir yo por no tenerla en vida a que sufra ella por vivir en esta situación. Prefiero que quede en paz eterna". Sin embargo, mi médico confesó que escuchó una voz que le dijo "tienes que salvarla". Se puso en acción y me llevó a la vida».



Explicó que cuando su madre se despertó pasó varios días casi en silencio hasta que su abuelo le dijo: «¡pero María Jesús, ¿es que no vas a preguntar por tu hija?». «¿Pero es que Irene está viva?", gritó la madre con gran sorpresa.

«Mi madre me dijo: "Hija, esto es con lo que vamos a vivir, si Dios quiere, muchos años. Solo tenemos dos opciones: vivir amargadas y maldiciendo a los terroristas o decidir que hemos nacido hoy"»
A través de la televisión pudieron conectar en una primera conversación tras el atentado: «¡Hija mía qué guapa estás, tengo muchas ganas de verte y abrazarte. Te quiero. Pronto vamos a estar juntas», le dijo María Jesús con voz fuerte y una gran sonrisa. «Esta forma de dirigirse a mí demuestra lo importante que son los padres en la vida de sus hijos para enseñarles a afrontar las situaciones y adversidades. Los padres son un gran ejemplo para seguir luchando. Nuestros hijos son un reflejo de lo que ven en casa y de cómo se superan las situaciones. La alegría, la fortaleza y la felicidad se aprenden. Mi madre ha sido siempre un gran apoyo y cuando pudo venir a verme en persona al hospital me dio la clave de mi mida: «hija, esto es lo que hay y con esto vamos a vivir, si Dios quiere, muchos años. Solo tenemos dos opciones: vivir amargadas y maldiciendo a los terroristas o decidir que hemos nacido hoy"».

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Irene Villa durante la clausura del 39 Congreso de Fepace
Irene Villa aseguró que lo tuvo clarísimo. «Pensé "he nacido sin piernas y, si me caigo, pues me levanto. Tengo que vivir sin nadie a quien odiar y sin nadie a quien maldecir. Sabía que no sería fácil porque estaba en plena adolescencia, mi hermana siempre me había dicho que yo iba a ser modelo porque era todo piernas y porque siempre había estado haciendo deporte con mi padre a mi lado».

«Papi, ¿pero quién va a quererme así?»
Pasó siete meses en el hospital con su padre pegado al lecho de la cama. «Yo no ayudé mucho a mitigar su dolor porque le preguntaba "papi, ¿quién va a quererme así? Menos mal que enseguida cambié el foco y, en vez de pensar en lo que me pasaba, centré mi atención en que todavía podía recuperar octavo de EGB y ver a mis amigas. Entonces, la cosa cambió.

Reconoció que tuvo mucho cariño de la gente, mucha ayuda, hizo viajes... e, incluso, Lady Di le dio el Premio Niña de Europa. «¡Pero si yo no había hecho nada! Posteriormente entendí que el hecho de sonreír frente a la adversidad era digno de premiar. De vez en cuando lo recuerdo, cuando tengo alguna etapa algo más baja porque no todo es coser y cantar. Es importante es que cuando te sientes en lo más bajo de un pozo sin fondo, alguien crea en ti. Y yo tuve a unos padres que creían en mí y, además, a todo un país pendiente de mí. Cuando más bravo está el mar, más duro hay que nadar. Uno no sabe lo fuerte que puede llegar a ser hasta que tu única opción es ser fuerte. No tenía piernas, pero tenía amor, optimismo y esperanza. Así es como empecé a caminar de nuevo».

Irene Villa estudió tres carreras y comenzó a viajar. Ella no imaginó que pronto tendría que luchar de nuevo por su vida. En Suecia descubrió que había una operación que podría ayudarla a caminar gracias a un implante de un tornillo. Allí, sobre una cama, su madre vio como Irene convulsionaba y cómo ni la morfina ni la epidural conseguía librarla de su dolor.

«El fracaso te enseña lo que no aprendes con el éxito»
Poco después tuvo una infección por culpa de una bacteria. «Me sentí hundida, pensé "¿va a conseguir una bacteria lo que no ha conseguido una bomba?". Todo en la vida son lecciones: cuando uno no puede cambiar la situación, debe cambiar uno mismo. Llegué, incluso, a perder la fe porque de tanto pedir quedé agotada. Me esforcé en recuperarla y, finalmente, pude caminar».

En su lucha hubo algo que marcó un antes y un después: el deporte. «No he parado. He realizado el Camino de Santiago, el descenso del Río Sella, rutas en bicicleta, he navegado, participado en varios rally, hecho parapente, esgrima, esquí... Claro que se puede, cada uno a su ritmo. Descubres el trabajo en equipo, la disciplina, el coraje, el tirarte con miedo por una montaña esquiando en una competición... No importa las veces que te caigas si te levantas. El fracaso enseña lo que el éxito no te enseña. Si crees en ti y aprendes a disfrutar llegan las medallas. Hay que seguir siempre creyendo en los sueños. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Para mí es fundamental no sentirme víctima. No sirve de nada buscar culpables, perdono para vivir y librarme del pasado. Solo se puede mirar hacia atrás dando gracias o perdonando, ninguna otra emoción es válida. Es la única manera de cerrar el pasado. La queja y la ira son el veneno del alma».

Insistió en que «para disfrutar de cada paso que damos hay que saber que se puede y la clave es dar: manos que no dais, ¿qué esperáis? Hay que dar amor y vivir con deseo, disciplina, resilencia, respeto y responsabilidad. Y, todo ello, amenizarlo con una sonrisa, que reduce el estrés. Si tú sonríes, el mundo te sonríe"».

«La vida pasa tan rápido que el día que no estás alegre es un día perdido»
Recuerdó que le impresionó que la noticia de su primer embarazo diera la vuelta al mundo. «Claro, entendí que la niña que debía estar muerta estaba dando vida. Me invitaron a muchas conferencias de amor y vida. Con mis tres hijos he completado mi vida. He comprendido aún más que los padres somos el pilar fundamental de la familia, del amor y los valores. Y yo les educo bajo una premisa: "hijos os haré fuertes y seguros, pero debéis tropezar para aprender y, para ello, os quitaré las piedras de los bolsillos, pero no las del camino porque cuantas más piedras encontréis y más pesadas sean, más grande y fuerte construiréis vuestro castillo". Esa es una gran lección. Porque la vida, aunque a veces sea demasiado dura o injusta, siempre, siempre, merece la pena vivirla y luchar por ser feliz y hacer feliz a los demás. La vida pasa tan rápido que el día que no estás alegre es un día perdido», concluyó y cómo la crudeza de aquellas imágenes dieron la vuelta al mundo.
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Balthus, el conde demediado
Publicado por Laura Mínguez
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La calle, 1933. Click en la imagen para ampliar.

Como el vizconde Medardo de Terralba, el que imaginara Italo Calvino partido en dos por el efecto de una bomba de cañón, Balthusvivió dos vidas paralelas. Mejor dicho, fue el protagonista de dos relatos contradictorios, quizá complementarios: el que narraron los que le conocieron y el que él mismo compuso.

Balthasar Klossowski de Rola, su nombre real, fue un pintor que vivió con el siglo XX. Su familia, de origen polaco, se había instalado en París, donde nació, segundo hijo de un matrimonio culto y amante del arte, el 29 de febrero de 1908, justo en el día que traen de más los años bisiestos. Esa circunstancia, para él significativa, dio origen a una vida que se fue construyendo ajena pero no extraña a las corrientes en las que discurría.

La exposición

El Museo Thyssen-Bornemisza organiza una retrospectiva de su obra que se puede visitar desde el 19 de febrero hasta el 26 de mayo y que tendrá otras actividades adicionales como una jornada sobre el autor el día 11 de abril y un ciclo de cine con proyecciones relativas a su persona, su obra y su época.

La muestra se ha exhibido de manera similar en la Fundación Beyeler de Basilea (Suiza) y se compone de cuarenta y siete de sus trescientas obras organizadas en siete espacios expositivos, con orden cronológico.

Ha sido comisariada conjuntamente por Raphaël Bouvier, Michiko Kono y Juan Ángel López-Manzanares con la asistencia de la propia familia del pintor.

Llama la atención, en primer lugar, el ambiente casi oscuro en el que se han colgado los cuadros después de que en Suiza se exhibieron en salas con luz cenital y grandes ventanales que los iluminaban: los tonos más oscuros resultaban allí matizados y los más claros se veían algo difuminados. Las pinceladas se apreciaban con más evidencia que en Madrid y en algunas telas se percibía el gesso con el que el autor gustaba de empastarlas.

Las salas del Museo Thyssen-Bornemisza, sin embargo, reciben los lienzos en paredes de colores umbríos donde quedan casi exclusivamente iluminados por focos de luz artificial directa al objeto.

Estas diferencias en el ambiente dan también otro sentido a la exposición, pues en Suiza las obras disfrutaban de la misma luz con la que algunas de ellas fueron concebidas mientras en Madrid la luz natural, que aquí les sería extraña, ha sido suprimida. El resultado es un recorrido intimista que invita a observar con detenimiento y de manera recogida cada una de las pinturas, lejos de sus medios originarios.

Sus mimbres

Precisamente la luz y el recogimiento casi religioso son dos de los hilos conductores de un artista autodidacta que además de pintar quiso escribir sobre su pintura.

Sus memorias, publicadas en España por Penguin en Debolsillo, relatan una infancia feliz siempre en contacto con seres singulares: poetas, filósofos y artistas formaron el entorno amistoso que tan determinante sería para su vocación. El padre era historiador y crítico de arte y la amada madre era aficionada a dibujar y a pintar acuarelas.

El contexto europeo les obligó a una vida errante de París a Berlín, Berna, Ginebra y vuelta a Berlín. Los padres se separaron después de un viaje a Provenza que quedaría por siempre fijado en la memoria del niño y al poco entraría en sus vidas la figura refinada de Rainer María Rilke, el poeta que con sus sugerencias conduciría al pequeño por el camino del arte.

El primitivo rechazo hacia un hombre que ocupaba el lugar del padre fue cediendo gracias a la paciencia del poeta pues Rilke, que le invitó a dibujar a su gato perdido, prologó y publicó el libro Mitsou: quarante images par Baltusz que tendría un efecto tremendo en el futuro artista: de un lado consagraría su apodo familiar como firma y, de otro, le enseñaría a integrar las figuras de su medio más próximo como objetos artísticos.


El rey de los gatos, 1935. Click en la imagen para ampliar.
Los gatos, a los que tanto amaba, son también, con la luz y el recogimiento íntimo, una constante en su obra.

En 1924 regresó a París, decidido a entregarse a la pintura. La ciudad era una fiesta, se dice siempre, y los movimientos de vanguardia, que de manera totalmente libre se entregaban a cualquier ocurrencia, congregaban a los aspirantes a artistas y a los ya consagrados, venidos todos desde muy distintos lugares.

Balthus, en su proceso personal, tomó enseguida distancia de ese entorno: él, que había nacido en la libertad creativa de su propia familia, no sentía la necesidad de proclamarla ni de renunciar al pasado para crear algo nuevo desde la nada. Iniciaría, desde ese convencimiento, un modelo de mirar el mundo que orientaría tanto su vida como su obra, un modelo muy personal, identificable y representativo.

No entendía la renuncia al bagaje de lo conocido, que no se bebiera en las fuentes de los que les precedieron, que no se aprendiera de los maestros, que se pretendiera que nada hubiera existido antes y que el mundo empezara con ellos.

La pintura, reflexionaría en sus escritos, es la búsqueda del misterio: el pintor es solo el traductor de lo escondido, el intérprete de la naturaleza, de lo eterno, de lo universal; es un obrero que debe descubrir con su técnica los secretos de lo que existe, secretos que solo se hacen presentes cuando hay silencio. El artista debe sacar a la luz las vibraciones profundas del mundo.

Admiraba el trabajo de los artesanos que desde tiempos inmemoriales han trasmitido sus conocimientos y los han convertido en colectivos. Abominaba de los egos crecientes, de la autoexpresión del yo como forma de arte, del novedoso psicoanálisis que buscaba hacia dentro, de los surrealistas que hablaban más que pintaban y de la abstracción.

Animado por esa exploración tan subjetiva, convencido de sus principios, rechazó una enseñanza artística reglada y pasó días enteros en el Louvre copiando a sus maestros Poussin y Courbet entre otros y aprendiendo de la luz y de las composiciones de Velázquez, Rembrandt y del propio Goya.

Las influencias

Pierre Bonnard, considerado líder de los Nabis y amigo de la familia, lo tuteló durante un tiempo y su influencia se hizo notar en las primeras obras de Balthus: las pinturas que podemos contemplar en la Sala 1, los paisajes, arboledas y personajes se han resuelto con pinceladas gruesas de colores vivos que recuerdan en su fuerza a los postimpresionistas.

Las obras de Cézanne tendrían también una influencia importante y no solo en el uso del color: la reiteración del tema, las distintas visiones de la montaña Sainte-Victorie y los casi omnipresentes caminos del provenzano no fueron solo la excusa para trasladar al lienzo las luces que tanta relevancia tendrían en su obra, también sintonizaron con su propia atracción por las cordilleras suizas, hermanadas en su mente, entre otros, con los paisajes orientales de las láminas de la dinastía Song.

Todo lo que aprendía servía para fortalecer su idea de lo universal, de la permanencia planetaria y de la esencia de los paisajes, como él mismo anotaría.

Un nuevo viaje a la Toscana a finales de los años veinte le permitió conocer a los maestros italianos que tan decisivos serían ya en su obra: el tratamiento de la perspectiva y el uso de elementos arquitectónicos pero, sobre todo, los personajes estáticos, no siempre relacionados entre sí, de los frescos llenos de orden de Piero Della Francesca y del Masaccio de la iglesia florentina del Carmine, le condujeron definitivamente por el camino de la figuración.

El tiempo detenido en las obras de los italianos fue también su aprendizaje del tiempo en la creación artística: en sus memorias habla de las horas de contemplación y de espera, de la revelación que la propia pintura hace de sus misterios cuando se convive con ella sin prisas.

Algunos de sus contemporáneos tenían, sin embargo, otra visión del tiempo en Balthus: James Lord, que lo conoció a través de Dora Maar, cuenta en El extraño caso del conde de Rola un episodio acerca de un retrato con el que debía pagarle por una alfombra, que lo mantuvo nervioso durante más tiempo del que podía soportar hasta que, jugando con el límite de su paciencia, el pintor resolvió la situación de manera rápida e inesperada.

Balthus dispuso siempre del tiempo y esa fue otra de sus particularidades.

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El sueño II, 1956-1957. Click en la imagen para ampliar.
¿Cabe hablar de influencias en la pintura? Parece más coherente pensar que existiera una identificación con las maneras de otros, que el joven vibrara en la misma clave que algunos de los maestros anteriores y que esa filiación le ayudara a conformar una identidad tan personal como la que fue construyendo en solitario. Fue un pintor figurativo pero no hiperrealista: sus personajes no copiaron exactamente la realidad, la interpretaron.

A partir de los años treinta alternaría sus estancias entre Berna y París y fue en esta última ciudad donde conoció a Derain y Alberto Giacometti, que se convirtió en su íntimo amigo. Resulta curiosa esta amistad que no influiría en el estilo de ambos: la obra pictórica de Giacometti carece por completo del color y de la luz tan presentes en las obras de su colega.

En su sentimiento íntimo Balthus se había instalado en modo aristocrático, entendido este como la idea de pertenecer al grupo de los elegidos, de los mejores. Se había convertido en el conde de Rola, algo que vivía como la obligación feudal de estar al servicio de unos deberes y que era percibido por algunos de sus contemporáneos como una manera de tomar distancia de lo que le rodeaba.

El conde aquí demediado era tenido por excéntrico, misterioso y particularmente arisco por aquellos que solo juzgaban superficialmente un modo de vida apartado de la vorágine de la que huía para vivir en el silencio: dos personajes que vivían separados siendo, como eran , la misma persona.

En la década de los treinta su lenguaje artístico se consolidó, el camino recorrido y el intenso aprendizaje dieron sus frutos. Su vida personal aparecía en los cuadros que pintaba libremente al tiempo que realizaba encargos para obras de teatro y pintaba retratos con los que se ganaba la vida.

Su primera exposición tuvo lugar en la Galería de Pierre Loeb en 1934. No tuvo éxito comercial pero dio a conocer su particular estilo que azuzó en ese momento con pinturas provocativas.

La provocación

En la sala 2 se expone, como ya se hizo en la Galería Pierre, La calle, uno de sus cuadros más significativos en el que varios personajes, en diferentes posiciones, llenan un espacio urbano anecdótico en clara sintonía con las obras de sus admirados italianos; si no fuera por el pretendido movimiento que sugieren algunas de las posturas este lienzo se alinearía también con la pintura metafísica de su contemporáneo de De Chirico aunque sus personajes muestran más vida.

Balthus había pintado a su primera mujer como si se tratara de una transfiguración —un desnudo en tonos fríos — en claro contraste con su autorretrato y con la vestimenta de la peinadora, ambos en tonos oscuros, en El aseo de Cathy.


El aseo de Cathy, 1933. Click en la imagen para ampliar.
El desnudo era provocativo o así lo entendió cuando se propuso atraer al público: para la ocasión había pintado también la Lección de guitarra que no llegó a exponerse abiertamente y que tampoco ha venido al Museo Thyssen- Bornemisza aunque en su día acompañara a las anteriores en el mismo espacio. Es una obra de erotismo explícito que ha tenido dificultades para ser expuesta y que no ha dejado indiferente a nadie.

Cercano en el tiempo, el lienzo titulado El cuartel, realizado en 1933, participa de algunos de los rasgos de La calle: personajes de frente o de espaldas alrededor de un caballo cuya grupa es heredera de las pintadas por Paolo Ucello en el siglo XV.

En esos años se había casado con Antoniette de Watteville y trabajaba en las ilustraciones de Cumbres borrascosas con cuyo protagonista Heathcliff parecía sentirse identificado.

En sus escritos manifestaba el deseo de encontrar la grandeza esencial del ser humano apartándose de lo anecdótico, de lo pasajero. Sus intereses parecían centrados en lo que los sueños pueden revelar o en los misterios que hablan de la pureza de lo primitivo.

También en esos años realizó varias escenografías teatrales en las que utilizaba un lenguaje realista distanciando, cada vez más, su persona de su obra. Le interesaba la literatura, en especial aquella que trata de los rasgos primordialmente humanos, los cuentos de su infancia y los libros infantiles.

Curiosamente en 1989 la Ed. Anagrama publicó Todas las almas del escritor Javier Marías, cuya portada, firmada por Julio Vivas, presentaba el cuadro El aseo de Cathy. Un guiño al propio argumento y a su localización en la ciudad de Oxford donde Lewis Carrolhabía escrito Alicia en el País de las Maravillas, parecía un secreto homenaje a la obra que había sido tan reveladora para el propio pintor.

Los retratos


Los hermanos Blanchard, 1937. Click en la imagen para ampliar.
La exposición de la Galería Pierre fue un fracaso comercial que, sin embargo, le hizo popular como retratista.

El retrato fue para Balthus algo más que un trabajo alimenticio porque le permitía buscar el misterio del personaje, trasladar al lienzo lo que percibía de su esencia.

En la sala 3 se exponen los que hizo de Madame Hilarie, de la Sra de Paul Cooley y de los hermanos Blanchard, entre otros.

Desde 1936 y hasta 1939 pintó a una niña de su entorno pero no conocida llamada Thérèse y en 1937 la retrató junto a su hermano en un cuadro que le compraría Picasso para regocijo del autor. Las posturas son a veces muy forzadas, como en el caso de la pintura en la que aparecen los dos niños, pero en otras la composición es clásica como hubiera mostrado cualquiera de sus maestros de referencia.

La deliberada desproporción en la que se desenvuelven los personajes en estos espacios —invariablemente de interior—, no resta ni un ápice de serenidad a las escenas; en todos hay algún elemento tan protagonista como la figura, ya sea una botella, un libro, un cinturón o un gato gigante ronroneando sobre la rodilla de su dueño en el autorretrato que pintó en 1935.


Thèrése soñando, 1938. Click en la imagen para ampliar.
Los retratos que hizo de Thèrése en 1938 tienen como protagonista la propia actitud de la modelo, la lasitud con que es representada en ambos y un cierto erotismo insinuado que escandalizó a algunos de sus contemporáneos. Balthus siempre explicó que no había intención erótica en esas posturas, que buscaba ese punto exacto del pasaje entre la infancia y la adolescencia en el que se muestra todavía la inocencia de la niña y ya aparece la primitiva sensualidad de la mujer que será.

Ha sido, sin duda, su aspecto más controvertido y el que lo hizo más famoso; sus figuras ensimismadas parecen invitar al abandono y como observador, diría en sus memorias, no pretende pintar el sueño sino a la muchacha soñando.

No son pinturas explícitas como lo fue La lección de guitarra pero las adolescentes en abandono cuyas actitudes obviaban el análisis sobre la composición, la luz o el color de los cuadros se han interpretado desde los años en que fueron creadas según el estándar moral del grupo: los desnudos son recurrentes en el arte desde la prehistoria, Degas o el propio Bonnard pintarían cuerpos adolescentes, sensualizados, capaces de sensualizar a su vez el propio espacio en el que se desenvuelven. Los desnudos explícitos y el s*x* representado en su naturalidad no parecen tener tantas interpretaciones como la simple insinuación en la mente del que contempla un cuerpo, en apariencia indolente, en posturas que evocarían el deseo.

Es la mirada lo que sugiere y a la vez lo sugerente, nada se oculta en las apariencias, las niñas se muestran sin ambigüedad en lugares cotidianos, en ausencia de cualquier vestigio de sordidez y las pinta a veces leyendo porque es una actividad que detiene el tiempo, como él quería, semidormidas o desperezándose.

Balthus no se defendía de los que lo acusaban de voyeurismo, se limitaba a narrar la búsqueda del misterio sublime de un periodo concreto de la vida aunque siempre fuera de la vida de niñas-mujer. No hay varones adolescentes transitando el pasaje de niño a hombre y, si los hay, no sugieren en sus posturas la iniciación en la vida adulta, son los invitados en algunas escenas o aparecen acompañados de sus padres o hermanos.

Cobra sentido al contemplar estos cuadros la frase que escribió años después a John Russell con motivo de una retrospectiva de sus obras en 1965 en la Tate Gallery de Londres: «Balthus es un pintor del que no se sabe nada. Ahora podemos mirar sus cuadros». No importaba su vida, lo que importaba, según él, era su obra.

No abandonaría esa senda, más bien la convertiría, durante los años siguientes en Champrovent, Friburgo y Ginebra, en la protagonista, junto a paisajes exteriores, de interior y bodegones, de la mayor parte de sus lienzos.


Bodegón, 1937. Click en la imagen para ampliar.
Es curiosa la manera en la que obvia el contexto que vivía en esos años: debe acudir al servicio militar en Alsacia pero no hay ni una referencia a ello, el ambiente de guerra es palpable a su alrededor pero él se refugia en su tranquila Suiza, el sitio de sus vacaciones de niño, el lugar mágico en la memoria infantil.

La gama cromática es prácticamente idéntica en todas las telas, las variaciones son de luz y sombra, los objetos aparecen repetidos o reconocibles, el tiempo se detenía dentro y fuera de su pintura.

Y así continuó cuando, a finales de la década de los cuarenta regresó a París, donde vivió durante un lustro. Su producción, casi centrada en retratos de adolescentes y bodegones, se muestra en la sala 5 donde se encuentra La partida de naipes, la obra propiedad del Museo Thyssen-Bornemisza.


La partida de naipes 1948 – 1950. Click en la imagen para ampliar.
Separado de Antoinette se traslada al castillo de Chassy en la Borgoña, un lugar apartado de Nièvre, una casona destartalada y vacía que fue habitando poco a poco en compañía de una muchacha poeta llamada Léna Leclerq y, posteriormente, de Frédérique Tison, hija de su cuñada.

En opinión de James Lord, el château de Chassy sacó lo mejor de Balthus, especialmente tras la llegada de su sobrina, y durante los años que pasó allí hizo numerosos retratos de Frédérique que se han reunido en la sala 6.

Su producción fue extensa y la paleta de color se amplió hacia tonos más vivos. En esa época se organizaría una exposición en el Metropolitan de Nueva York auspiciada por su marchante Pierre Matisse, que dio a conocer su obra al otro lado del Atlántico.

En esas circunstancias y pasado un tiempo aceptó la propuesta de su buen amigo Malraux para dirigir la Academia de Francia en Roma que tenía su sede en la Villa Medici.

La vida de Balthus en Chassy cedió el paso a la del conde de Rola y se entregó a la restauración del antiguo esplendor de la Villa, a recibir en ella, a organizar todo tipo de eventos y actividades relacionadas con el arte, a tutelar a los pupilos que habitaban el lugar como el maestro experimentado que era.

Su producción bajó y sus obras se aparcaban porque, a pesar de todo, no renunciaría a manejar sus tiempos y no disponía de él para pintar como deseaba.

En Roma tuvo la oportunidad de aprender y utilizar las técnicas de los frescos renacentistas. En un viaje diplomático a Japón conoció aSetsuko Ideta que le seguiría poco después a Roma y con la que contraería matrimonio unos años más tarde.

La influencia de los artistas del Renacimiento en la que vivía inmerso y la llegada de Setsuko a su vida dieron un nuevo aire a su obra: sus interiores se detallan en paredes preciosistas, las luces se vuelven más brillantes, las muchachas parecen salir un poco de su ensimismamiento para mover sus miembros desnudos; en los cuadros reunidos en la sala 7 aparecen detalles anecdóticos que recuerdan los pequeños bodegones en las esquinas de los cuadros de Velázquez.

Su pintura es ya un compendio de saberes que se añaden a sus eternas observaciones.

Cuando deja la dirección de la Villa Medici y tras un período en el castillo de Montecalvello se instala con su familia definitivamente en Rossinière, Suiza, en el Grand Chalet que había sido hotel y cuya construcción data del siglo XVIII.

Ahí vivió hasta su muerte ocurrida el 18 de febrero de 2001 y ahí fue extremadamente feliz, según cuenta en sus memorias: la influencia de la condesa Setsuko y la capacidad de esta para proporcionarle una existencia tranquila le permitieron disfrutar de las horas de contemplación, de la música de Mozart, de las montañas que considerara eternas. Una vida en la que la pintura lo ocupaba todo, en palabras de Setsuko.

Balthus fue un católico muy creyente, con tendencia al ascetismo que encontró en el Grand Chalet el retiro monástico que había buscado en otros parajes, el sentimiento espiritual que habita en la montaña, que definió como la responsable de su mitología interior y la constructora de su geometría.

Sus obras, tan ajenas a las modas de sus contemporáneos, siguen dando cuenta de un artista que se vivió como tal y que se expuso, como dice J. Lord, al peligro de que el futuro lo pasara por alto.

Su empeño en dar importancia a su obra y no a su persona ha permitido, como deseaba, que su desaparición como individuo no haya afectado a la vida independiente de sus pinturas porque, como recuerda en sus memorias, la meta sublime y última de la pintura es la de ser una herramienta para responder a las grandes preguntas del mundo y ese empeño es eterno.
https://www.jotdown.es/2019/04/balthus-el-conde-demediado/
 
El amargo final de Escipión «El Africano», el general que derrotó a Aníbal acabó desterrado de Roma
A sus 30 años, uno de los hombres que salvaron Roma del desastre había logrado todo a lo que un senador puede aspirar en su vida. Solo cabía que el sistema republicano frenara de alguna forma su ascenso: le acusaron a él y a su hermano de apropiarse de un botín de guerra y se vio obligado a exiliarse.
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SeguirCésar Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:28/03/2019 21:22h
9 Iliturgi, donde Escipión el Africano vengó a su padre

Cuando Aníbal Barca arrasó a un ejército romano muy superior en número al suyo en la batalla de Cannas, un joven oficial romano, de 20 años, destacó por su coraje en medio del desastre. Publio Cornelio Escipión actuó con la «virtus» que cabía esperar de un aristócrata romano y cargó contra aquellos supervivientes del ejército romano que proponían abandonar a la moribunda república. Prorrumpiendo en un «consilium» donde las tropas supervivientes discutían el asunto, el tribuno alzó la espada y juró por Júpiter Optimus Maximus que no abandonaría nunca Roma y mataría con sus manos a todos los que lo hicieran.

Como relata Adrian Goldsworthy en «Grandes generales del Ejército romano» (Ariel), Escipión poseía desde joven de «la ilimitada confianza en sí mismo de un patricio, conocedor desde la infancia que estaba destinado a ocupar un papel preeminente en la vida pública de Roma».

Inteligente, carismático y una gota supersticioso, Escipión se caracterizó desde muy joven por los golpes teatrales envueltos en una supuesta aura de divinidad. Tal vez por ello se decía –como en el caso de Alejandro Magno– que se había descubierto a su madre yaciendo con una serpiente gigante antes de quedarse embarazada. ¿Creía el general romano realmente en aquellas leyendas y en que los dioses guiaron sus victorias? Probablemente no. Los historiadores se inclinan a pensar que simplemente Escipión se valía de estos gestos para motivar a sus tropas y aumentar su popularidad.

el padre y el tío de Escipión se hicieron cargo del frente en Hispania, buscando cortar el envío de más tropas y suministros a Aníbal. En el año 211 a.C, sin embargo, ambos fallecieron a consecuencia de la traición de las tribus celtíberas, entre ellas la ciudad de Iliturgi, y de la acometida de Asdrúbal, hermano del genio cartaginés. Los dos hermanos romanos llevaban años pidiendo más recursos y advirtiendo del riesgo, como así ocurrió, de que Romaperdiera todos sus aliados españoles si mostraba debilidad.

Fue en esas fechas cuando el joven Escipión se postuló para ponerse al frente de los escasos ejércitos de Roma en España. Incapaces de encontrar candidatos que quisieran ir a una misión tan incierta, el Senado convocó a los Comitia Centuriata para la elección. Solo Escipión se presentó y, por tanto, le fue otorgado automáticamente el cargo de España en calidad de procónsul. Eso a pesar de su juventud (25 años) y de su inexperiencia. Decisiones extraordinarias para una situación de urgencia.

Escipión inició la expulsión de los cartagineses de España con una fuerza de cerca de 28.000 soldados de infantería y 3.000 jinetes. Frente a él se encontraban tres poderosos ejércitos, si bien distantes entre sí: el de Asdrúbal Barca, el de Magón Barca y el de Asdrúbal Gisco. Su objetivo fue el de vencer a cada una de estas fuerzas por separado y sin que les diera tiempo a coordinarse.

Escipión eligió la conquista de la ciudad de Cartago Nova (la actual Cartagena) para anunciar su llegada a la península. Fundada por el padre de Aníbal, la ciudad era la principal base de operaciones de los cartagineses en España, la sede de su gobierno, su puerto más grande y una de sus plazas mejor fortificadas. Si bien un asedio en la Antigüedad podía durar meses, y eso precisamente es lo que querían evitar los romanos; Escipión logró rendir la ciudad en un asalto directo gracias a la información de unos marineros de la ciudad aliada de Tárraco (Tarragona), que le contaron que al norte de Cartago Nova había un lago por el cual se podía pasar cuando bajaba el nivel del mar. El propio general romano participó de la batalla, donde se disputó cada metro del recinto amurallado y la victoria romana dio paso al saqueo. Magón Barca estaba fuera de juego.

La conquista de Cartago Nova otorgó a Escipión prestigio, una base en la España meridional y al menos 18 navíos de guerra. Estas nuevas fuerzas permitieron a Escipión dirigirse con garantías al encuentro de Asdrúbal Barca en el año 206 a.C. No está claro hoy en día si hubo realmente un enfrentamiento a gran escala, pero lo cierto es que Asdrúbal tuvo que salir de la península para reforzar a su hermano en Italia (aunque nunca llegó a su destino; solo su cabeza decapitada) dejando un reguero de bajas tras de sí. Un ejército menos al que derrotar, debió tachar Escipión.

Faltaba el contraataque. En el año 206, Gisco unió sus fuerzas a los supervivientes del ejército de Magón y organizó una fuerza temible: 60.000 infantes y 4.000 jinetes, entre ellos la fuerza mercenaria de númidas dirigida por el príncipe Masinisa, más tarde aliado de Escipión en Zama.

En Ilipa, hoy cerca de Sevilla, se enfrentaron al fin ambos ejércitos. Tras una infinidad de escaramuzas en los días previos, al inicio del combate los vélites (infantería ligera reclutada entre las clases bajas) arrojaron lanzas contra la veintena de elefantes cartagineses. Los animales huyeron y dejaron paso a que las caballerías ligeras retomaran la lucha donde lo habían dejado en las vísperas. A continuación, las tropas romanas atacaron a los aliados españoles de Asdrúbal, situados en los flancos, con menos ganas que nadie de dar su vida en una guerra extranjera donde solo eran meros invitados locales.

Cuando los celtíberos empezaron a ceder terreno, Escipión mantuvo la calma y se contuvo de adelantar a su infantería aliada, puesto que confiaba ciegamente en la resistencia física de sus tropaspuramente romanas. Sus soldados habían comido antes de la batalla y sabían que las horas correrían a su favor conforme aumentara el calor. Además, a diferencia de su rival, Escipión había situado a los hispanos en el centro porque no confiaba mucho en ellos (más cuando su padre y su tío habían muertos traicionados por tropas locales) y esperaba que la batalla se resolviera sin que apenas intervinieran. La diferencia entre la fe que ambos comandantes tenían en estas fuerzas auxiliares marcó el devenir de la jornada.

Camino de Zama, el ocaso de Aníbal
La presión romana obligó al ejército de Gisco a retirarse con cierto orden. Pero aunque volvieron a reorganizarse en la colina del campamento, en poco tiempo comenzaron las deserciones entre los cartagineses y muchos de los soldados fueron capturados en medio de la confusión. En los siguientes meses, uno a uno fueron cayendo en manos romanas todos los enclaves enemigos en España. Tras superar un motín de sus tropas y varias rebeliones de los celtíberos aliados, Públio Cornelio Escipión partió al fin hacia Roma con la misión cumplida.

Y lo cierto es que no le esperaban los vítores que él había imaginado. En el año 205 recibió uno de los consulados, a pesar de que no cumplía con la edad exigida, pero a cambio comenzó a formarse un partido de senadores que recelaba del poder creciente de Escipión. Solo su popularidad evitó que este grupo de senadores, encabezados el rígido Catón «El viejo», pudieran arrebatarle el consulado a raíz de un escándalo protagonizado por uno de los oficiales de Escipión.

No obstante, Roma seguía en estado de guerra y necesitaba cerca a sus mejores militares. Las derrotas en España hicieron insostenible que Cartago pudiera seguir su guerra en Italia, aunque eso solo suponía la solución de la mitad del problema. Fabio Máximo, el escudo, y Marco Claudio Marcelo, la espada, habían contenido las acometidas de Aníbalen el momento más oscuro de la guerra, pero iba a ser ahora una generación más joven la que finiquitara el conflicto.

Los planes de Escipión pasaban por trasladar las operaciones al terreno enemigo, usando Sicilia primero como base de adiestramiento para desembarcar un ejército invasor en África cuanto antes. Una vez en este continente, el general romano venció sin dificultad a los dos primeros ejércitos que mandaron contra él valiéndose de ataques nocturnos a sus campamentos. Aníbal se vio obligado así a regresar a África, cuando Escipión exigió un comandante a su altura.

El genio cartaginés fue vencido en la batalla de Zama, en el 202 a.C. y Cartago se vio obligada a firmar una paz humillante, que puso fin a su sueño de crear un gran imperio en el Mediterráneo occidental. Escipión neutralizó la amenaza de los 80 elefantes reunidos por el Aníbal aplicando varias tácticas: por un lado ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales; además, pidió a varios músicos militares que desconcertaran con su ruido a los elefantes.

Los romanos se encargaron de que los nerviosos animales (aterrados por el ruido y los reflejos) pasaran de largo a través de los pasillos que había dejado Escipión entre sus tropas. Atacados desde los flancos por las lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas. Al final del combate, las bajas cartaginesas se elevaron a alrededor de 20.000 muertos y 15.000 prisioneros. Los romanos capturaron también 133 estandartes militares y once elefantes.

A Escipión le fue otorgado el apelativo de «El Africano» por su victoria, así como un espectacular triunfo a su vuelta a Roma.

Un final amargo, acusaciones y exilio forzado
El problema al que debió enfrentarse entonces era que, a sus 30 años, Escipión ya había logrado todo a lo que un senador puede aspirar en su vida. Solo cabía que el sistema republicano frenara de alguna forma su ascenso, como acostumbraba a hacer para evitar que un hombre acumulara demasiado poder. En 194 fue elegido para un segundo consulado, durante el cual dirigió sus tropas contra las tribus galas del norte de Italia. Nada que, en cualquier caso, le pudiera reportar grandes reconocimientos.

En el año 190, asistió a su hermano Lucio cuando le fue otorgado un consultado y se vio forzado a combatir contra el Imperio seléucida de Antíoco III, que curiosamente tenía a Aníbal contratado en calidad de consejero militar después de que éste hubiera tenido que huir de Cartago.

Durante la aplastante victoria de Lucio sobre Antíoco en la batalla de Magnesia, se insiste en los textos del periodo en que Escipión «El Africano» se encontraba gravemente enfermo y no pudo participar en la contienda. Tal vez es una forma de reseñar que Lucio fue el único responsable de la victorio, o precisamente de ocultar que pudo ser su hermano el que mandaba en verdad. Más fama es lo último que necesitaba Escipión en ese momento, con sus enemigos en Roma presumiendo de colmillos.

A su vuelta a la política romana, los dos hermanos fueron acusados de apropiación indebida del botín de guerra y de dar un trato de favor a Antíoco a cambio de que liberara al hijo secuestrado del general romano. Catón y los suyos lanzaron una campaña de acoso y derribo contra la familia Escipión que, de hecho, desembocó en un juicio donde «El Africano» trató de escabullirse invocando su popularidad. En una de las jornadas del juicio, que coincidía con el aniversario de la batalla Zama, Escipión se ausentó porque quería elevar sacrificios a los dioses en señal de agradecimiento. Este exceso de autoestima iba a costarle muy caro.

Los cargos siguieron en pie, a pesar de todas las maniobras populistas de los Escipiones, hasta el punto de que las propiedades de Lucio fueron violentamente confiscadas. La persecución, de hecho, solo se frenó cuando Escipión se vio forzado a una especie de destierro de Roma. «Yo mismo me destierro si es que crecí más de lo que te convenía», afirmó según la versión mitificada. Se exilió a su casa de campo en Liternum y pasó sus últimos cinco años allí. Al morir se dice que reclamó que su cuerpo no regresara a la ingrata tierra romana.

Si bien no hay unanimidad sobre el año exacto de su muerte, Polibio y Rutilio sostienen que falleció en el mismo año que murió su más íntimo enemigo, Aníbal, al que guardó siempre cierta admiración.
https://www.abc.es/historia/abci-am...abo-desterrado-roma-201609280231_noticia.html
 
María González-Merello: «Después de 23 años en el Reino Unido, siento que me han timado»
La abogada española asesora a los comunitarios residentes en Reino Unido
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SeguirNieves Mira@mnievesmn
Madrid Actualizado:07/04/2019 01:46h
5 May pide prorrogar el Brexit hasta el 30 de junio

El Brexit augura un horizonte poco amable para los 3,5 millones de residentes en Reino Unido que han nacido en otra parte del mundo. Aunque algunos lleven toda su vida viviendo en el país, los próximos pasos del Gobierno deTheresa May asustan a los ciudadanos. María González-Merello, barrister (abogada) española residente en Londres desde hace más de dos décadas, se dedica a asesorar a los comunitarios, expectantes ante el inminente divorcio entre la Unión Europea y el que ha sido su país de acogida.

¿En qué situación se encuentran los comunitarios residentes en Reino Unido?

Todos los europeos tenemos que cumplir unos requisitos, como es estar asentados en el país. Si has vivido más de cinco años en él, puedes optar por el «settle status», que es de asentado, y si has vivido menos tiempo, por el «pre-settle status». Eso es lo que ahora mismo todos tenemos que hacer desde el pasado 30 de marzo, y haya acuerdo o no, hay que pasar ese proceso.

¿Cómo se vive tras el Brexit?

Tengo conocidos que ya están haciendo las maletas y ordenando sus asuntos para irse, y otros que ya lo han hecho. En mi caso, después de 23 años allí, ya me había creído que era mi país, y ahora siento que me han timado: hemos pagado impuestos, hemos construido el país con nuestro trabajo tras una vida entera allí. De repente, te dicen de una manera hostil que no somos ciudadanos del mundo, que o eres británico o no perteneces. Y ha causado mucha desilusión y descontento.

¿Cómo se vivió el referéndum?

Cuando salió Brexit fue un shock para todo el país, porque no se lo esperaban. Los meses de la campaña fueron bastante difíciles para los europeos, porque se fomentó la violencia racista y la gente tenía miedo. Los clientes nos decían que temían ir por la calle hablando español. Les decían «go home»(«volveros a casa») e insultaban. Ahora todo esto se ha calmado; se han dado cuenta de que los europeos no eran el problema.

¿En qué momento político se encuentran?

Ahora son dos bandos, el país está muy dividido. El centro de atención ya no somos los extranjeros, y han asumido el problema lo tienen ellos, y ya no saben por dónde tirar, cómo soldar la brecha. Están atascados.

¿Qué es lo que más preocupa a los españoles residentes allí?

Lo que más preocupa es el futuro que tenemos allí. Muchos europeos nos hemos comprado casas, nos hemos asentado e incluso tenemos hijos británicos. El futuro es la incertidumbre, que ya no te puedes fiar de lo que vayan a hacer. Si tomamos como referente lo que ha pasado con los jamaicanos del Windrush, no puedes hacerlo. Pero aparte de la residencia, ¿qué va a pasar con nuestros derechos?, ¿con nuestras pensiones?

¿A quién va a afectar más la separación con la Unión Europea?

Lo que me preocupa es la gente vulnerable. A quien tiene trabajos en la City, o las enfermeras o médicos, seguramente no les vaya a pasar nada, pero los más vulnerables son quienes van a sufrir. Además, la actitud de las empresas hacia los trabajadores ya no es la misma. Ahora le dan preferencia a los británicos, pero no solo eso: hay un elemento de explotación dentro de los sectores. Yo tengo clientes que les echan del trabajo y les dicen: «Eres europeo, no tienes derechos, de todas formas os vamos a echar de este país». Es una retórica que se ha implantado, un estado realmente insoportable.

¿Cómo están reaccionando ante la incertidumbre?

La gente está poniéndose al día con sus asuntos, con sus problemas legales.Hay muchas parejas entre británicos y europeos, que se están planteando qué va a pasar con ellos. No hay nada definido. No tienen un plan, ni lo tenían, y hay que deshacer tantos años de legislación europea, que es imposible.

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«May ignoró al 48 por ciento que votó Remain»
¿Hay vida más allá del Brexit?

El Gobierno tiene a todos los trabajadores públicos concentrados en hacer «reports» sobre la salida de la Unión mientras se están dejando de lado otros problemas que están ocurriendo en Reino Unido.

¿Cómo de desconectado está Londres del resto del país?

Es como una burbuja, un país diferente. En Londres viven muchos extranjeros, y se votó Remain. Pero a la gente de fuera de las grandes ciudades es a los que afectaron realmente los años de austeridad, de recortes y de vaivenes políticos. En ellos sí que caló el sentimiento imperalista y la propaganda para votar Brexit.

¿Por qué son incapaces de llegar a un acuerdo?

El primer error de Theresa May fue ignarar y ofender al 48 por ciento que votó la permanencia. Pero además es que no se ha prestado a negociar. Quiso monopolizar el Brexit con retórica, sin contemplar ningún plan.

¿Cómo afronta el reto Theresa May?

Se ha convertido en rehén, tanto del ala más radical de su partido como de los diez votos que les prestó el Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte.

¿Sería factible realizar un segundo referéndum?

Los británicos tienen un gran respeto por su democracia, y piensan que de realizar otro referéndum, podría quedar invalidada.

¿Cómo se va a volver a la normalidad?

Ellos saben como nadie cómo reinventarse. Si hay un cambio de Gobierno o unas elecciones, pueden darle la vuelta a la situación.
https://www.abc.es/internacional/ab...unido-siento-timado-201904070146_noticia.html
 
Byron Hogan, el cocinero de la diplomacia americana en Madrid
El chef ha cambiado los fogones de la Embajada de EE.UU. por los de un espacio «pop up» en el Gran Hotel Inglés
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SeguirAna Mellado@AnaMellado
MADRID
Actualizado:07/04/2019 00:56h

Un arroz con boniato, setas rellenas y un crumble de pera y arándanos rojos. Estos tres platos le abrieron a Byron Hogan las puertas de la Embajada de EE.UU. en la calle Serrano de Madrid en el año 2014, tras recibir la llamada de Chris Kidder, su mentor, el que le enseñó desde cero los entresijos de la cocina y quien le puso en contacto con el exembajador James Costos. Ese fue el menú con el que logró conquistar el paladar del equipo de asistentes de la Embajada el día de la prueba y el que le permitió posteriormente servir sus creaciones al expresidente Barack Obama y su mujer Michelle, al actor Harrison Ford o a la todopoderosa Anna Wintour, entre otros.

Hogan nos recibe en las cocinas del Gran Hotel Inglés de Madrid, en la calle Echegaray, con el delantal puesto y a punto de terminar unos tacos de pescado con col infusionada. Un joven campechano, nacido en Detroit (Michigan), cuyo acento a la hora de hablar español desvela su paso por Andalucía.

El chef está al timón del menú del Bingo Brunch y el restaurante El Lobo de Wall Street, dentro del pop up Seagram’s New York Hotel, que traslada a la capital española los planes que triunfan en la Gran Manzana hasta el próximo 14 de abril. «Querían un estilo neoyorquino, pero con un giro moderno. Inspirándonos en cada barrio de la ciudad he ido desarrollando los platos. Por ejemplo, pensando en Chinatown he hecho una tempura de cristal con verduras de invierno y un miso de pistacho o algó más típico como Rockefeller; un sándwich de queso raclette fundido y sopa de tomate».

Rodrigo de la Calle. Posteriormente, se trasladó a Córdoba donde se puso el delantal en las cocinas del restaurante Choco de Kisko García. Cuando se planteaba si hacer las maletas de vuelta a EE.UU. le surgió la oportunidad de cocinar en la Embajada. Hogan recuerda con nitidez y cariño cómo fue el primer día. «Las cocinas eran de un tamaño gigante, pero tenían un gran problema: eran muy antiguas. Durante el mandato de Obama se dio mucho impulso a movimientos que promovieran la gastronomía saludable como Farm to table o Let’s move y por tanto había que prestar mucha atención a lo que se servían también en la embajada. Comenté que había que renovarla y me dieron total libertad para ello».

El acceso de alimentos preservados o en latas estaba vetado. El 75% de los productos que utilizaban eran ecológicos y se abastecían con huertos de Montecarmelo y San Martín de Valdeiglesias.



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Michelle Obama, en el huerto de la Casa Blanca - REUTERS
Durante sus cuatro años en la Embajada tuvo la oportunidad de servir varios almuerzos para Barack Obama. «Me sorprendió su cercanía y lo amable que es. Creo que nunca olvidaré ese momento de conocerlo. No me pidieron ningún plato especial, solo un menú que mezclase gastronomía española y americana. Y con Michelle también coincidí». Recuerda a Anna Wintour en una recepción. «Es una persona muy simpática, menos complicada y exigente de lo que parece. Eso sí, tiene mucho misterio».

Cuando a Hogan le preguntamos qué plato le serviría a Donald Trump le cuesta encontrar la respuesta. «No me gustaría cocinar para él, la verdad. No tiene pinta de tener unos hábitos muy sanos». Efectivamente, no tuvo ningún reparo en recibir a un equipo de fútbol en la Casa Blanca con hamburguesas. «Me pareció un cachondeo, una broma. Tenemos que dar una imagen al mundo de que promovemos una comida saludable»
https://www.abc.es/estilo/gente/abc...ia-americana-madrid-201904070056_noticia.html
 
César Manrique: fantasías de un héroe ultraperiférico
  • MERY CUESTA
Miércoles, 10 abril 2019 - 02:16
El CAAM de Las Palmas de Gran Canaria recupera la obra, la vida y el activismo de un artista diferente a todos los de su generación

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César Manrique, en su casa de Taro, en Lanzarote.ARCHIVO ROJAS-HERNÁNDEZ
De César Manrique se ha dicho casi todo. Sobre su figura flota una unanimidad respecto a su valía como artista, su espíritu pionero y su temperamento, ilustrativo de la noción popular de creador total. El CAAM de Las Palmas de Gran Canaria inaugura una gran exposición sobre este lanzaroteño ilustre como hito principal de la celebración de los 30 años del centro. La exposición lleva como título Universo Manrique, una fórmula de resonancias épicas que subraya una posición dominante en la cultura artística española y, en concreto, en la ultraperiférica. Pero Manrique no siempre fue aceptado con estos fastos y también fue, de alguna manera, un outsidermientras vivió.

Manrique el activista, el ecologista visionario, el defensor pasional del arte popular, era un punto y aparte en el meollo del arte abstracto e informalista de los 60 y 70 que había convertido este tipo de arte en la compra ideal para decorar despachos y entidades bancarias. Lo que diferencia a nivel vital a Manrique del resto, es lo que hoy engrandece su figura.

César Manrique nace en la singularísima isla de Lanzarote hace un siglo. Procedente de una familia de clase media, toma estudios en Arquitectura Técnica y en pintura. Desarrolla su carrera en Madrid y también en Nueva York, ciudad queabandona asqueado por parecerle alienante y artificial: «Mi última conclusión es que el hombre en Nueva York es como una rata», afirma. Vuelve a Lanzarote en 1968 con 48 años. Manrique encontraría la ubicación ideal para su casa en una cavidad abierta naturalmente en la lava de un volcán. La llamó Taro. Esta oquedad se convertiría en un oasis de sofisticación en las entrañas literales de la propia isla. En este punto, Manrique y su universo son la pura imagen de lo cool, del hedonismo al sol, del cosmopolitismo marciano opuesto al de los yankees en corridas de toros y tablaos flamencos de trasnoche. El Taro de Manrique convierte tierra árida en un espacio consagrado al confort, a la felicidad y a la fantasía.

En 1974 César Manrique publicaría un libro de fotografía hoy legendario titulado Lanzarote, arquitectura inédita. En él indagaba en las raíces fundamentales de la arquitectura lanzaroteña popular erigida entre la intuición, el diseño y la supervivencia. Este libro define muy bien perfil de Manrique como una especie de filósofo ecologista, guiado por la austeridad y la compenetración con la naturaleza: «Soy como un ser eterno, porque no me acuerdo cuando nací pero tampoco sé cuando me voy a morir», es solo una de sus aseveraciones de carácter místico. De esta filosofía se destilaba una misión: la de mostrar al mundo la belleza primitiva de Lanzarote bajo el compromiso de su preservación para generaciones futuras. Manrique es pionero, ya que el discurso de la sostenibilidad medioambiental no era enarbolado por casi nadie en la España del desarrollismo de los 60 y 70, y menos desde el arte. El land art emergido en Europa de la mano de artistas como Smithson o Richard Long podría hermanarse con el trabajo de Manrique, pero el canario se mostraba bastante menos preocupado en buscar una fórmula para monetizar sus intervenciones en la naturaleza. Manrique tiene el perfil de un activista. Y por eso fue un artista desencajado del panorama nacional, una rara avis.

Manrique creía que la creación de una industria turística era la manera de generar riqueza y futuro para la isla de Lanzarote, salvaguardando el patrimonio natural y cultural de la isla. En consecuencia, se empleó con pasión en introducir la isla en procesos de actualización arquitectónica, urbanística y social. Pero se volteó al tortilla y en pocos años el suelo de la isla comenzó a ser objeto de una galopante especulación. El artista nos lega algunas imágenes memorables de sí mismo encabezando una manifestación, parando el tractor de una obra o lanzando encendidos titulares contra la proliferación de coches. El avance del sistema capitalista era el talón de Aquiles de su heroica gesta.

La lucha de Manrique combinaba declaraciones en prensa con arengas a alcaldes o con reuniones con mandatarios de diverso tipo. Pero siempre se situó espiritualmente de parte del arte popular, del pueblo, de la sabiduría de la vida rural. Su persona desprendía un magnetismo especial, era vehemente, eléctrico y entusiasta, un Freddie Mercury lanzaroteño. César Manrique personifica las antípodas de ése aciago dicho popular que afirma que uno nunca es profeta en su tierra.

Es imposible imaginarse Lanzarote tal y como es hoy sin César Manrique. Hoy, algunos artistas isleños de generaciones más jóvenes sienten que el peso de Manrique es demasiado grande, que su recuerdo capitaliza el sustrato artístico de la isla. Es cierto que una figura tan expansiva en una pequeña isla cunde mucho, pero las instituciones, las iniciativas públicas y privadas deben ocuparse de fomentar la continuidad espiritual de la estela de Manrique. Para que su presencia, más que pesar, siga elevándonos.
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2019/04/10/5cacb71521efa06b258b469c.html
 
La verdad tras la ejecución de Bonnie y Clyde a manos de un sanguinario Ranger de Texas
Estos rateros lograron ganarse el corazón de la sociedad a pesar de ser unos asesinos. Su muerte (el coche en el que viajaban fue acribillado por sorpresa por las autoridades el 23 de mayo de 1934) conmocionó a la sociedad


SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia

Canciones como la « Balada de Bonnie and Clyde» (Los Mustang, 1968) o el afamado largometraje de Arthur Penn (1967) han logrado convertir a dos criminales como Bonnie Parker y Clyde Barrow en unos héroes de película. Una pareja de amantes incomprendidos que vivieron y murieron juntos combatiendo las barbaridades del estado opresor. La realidad no tiene nada que ver. Estos criminales dejaron tras de sí un río de robos y asesinatos (se les atribuyen un mínimo de doce) que solo pudo acabar cuando el antiguo Ranger de Texas Frank Hamer les dio caza en una carretera de Luisiana.

Su final fue tan cruel como su vida. El agente tendió una trampa junto a cinco compañeros a estos veinteañeros y les acribilló de una forma sumamente sanguinaria. Clyde murió primero de un disparo en la cabeza, y el mismo Hamer se encargó de dar buena cuenta de una Bonnie que (sentada en el asiento del copiloto) no paraba de gritar. «Odio reventar la cabeza a una mujer, especialmente cuando está sentada, pero si no hubiese sido ella, habríamos sido nosotros», explicó posteriormente en Ranger.

Hasta ahora, la cruel muerte de Bonnie y Clyde había sido pasada por alto gracias a la bondad de la memoria. Sin embargo, ahora vuelve a estar alumbrada por los focos de la actualidad gracias a una exposición inaugurada por la galería de Texas « Photographs Do Not Bend». La muestra, concretamente, exhibe una serie de imágenes en las que se puede ver desde su vehículo acribillado a balazos, hasta el traslado de sus cuerpos sin vida. A su vez, se incluye una curiosa instantánea en la que ambos aparecen besándose o una copia de la ficha criminal del joven ratero en en la que se puede leer que «este hombre es muy peligroso y se debe tener extremo cuidado al arrestarlo».

Mala gente», lo de esta cruel pareja fue un auténtico flechazo. Ambos se conocieron en 1929 y, automáticamente, quedaron prendados el uno del otro. Bonnie Parker (nacida en Texas en 1910 y, por entonces, una camarera en paro) encontró en Clyde Barrow (1909, Texas) su válvula de escape en plena Gran Depresión norteamericana. Y el joven, un ratero de poca monta, halló en la chica el apoyo que necesitaba para -en palabras del experto- «hacer lo que le diese la gana».

Con todo, su carrera criminal tuvo que esperar hasta 1932, cuando Clyde fue liberado de prisión. «Al salir, recogió a Bonnie y dieron comienzo a dos años de atracos, huidas y asesinatos», añade el autor en su libro.

Si hubieran querido, podrían haber sido estrellas de cine, pues su físico así se lo permitía. No en vano (y según afirma E. R. Milner en «The Lives and Times of Bonnie & Clyde») Bonnie era una belleza de pelo «rubio rojizo», facciones suaves y pequeñas pecas a la que solo le faltaba un poco de altura para tener la planta perfecta para la gran pantalla (pues medía 1,52 metros de altura). A Clyde le sucedía algo parecido. El experto le describe en su libro como un sujeto atractivo de pelo castaño, ojos marrones y ataviado habitualmente con «un traje gris de raya ancha». Sin embargo, prefirieron dedicarse a robar y asesinar. Con todo, su aspecto hizo que la sociedad les tuviese cierto cariño una vez que los medios comenzaron a hacerse eco de sus barbaridades.

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Imagen de archivo de Clyde Barrow - ABC
Después de que Bonnie fuese también detenida y saliese de prisión, ambos -ayudados por compinches esporádicos- provocaron el caos en Norteamérica. Al volante de su Ford V8 robado (un vehículo sumamente rápido e ideal para las persecuciones) y armados con varios fusiles automáticos Browning (armamento pesado robado a los militares) se ganaron la animadversión de unas autoridades a las que les resultaba imposible detenerles.

Las cifras varían atendiendo a las fuentes, pero se les atribuyen un mínimo de doce asesinatos. «La banda estuvo muy activa en los meses siguientes [a abril de 1932], con varios atracos y homicidios a sus espaldas», añade Linares. Entre sus logros más extravagantes se encuentra el de liberar a cinco reos de la prisión de Eastham (Texas).

Tan imposible resultaba atraparles que, en 1934, las autoridades solicitaron a Frank Hamer que les capturara. No podían haber elegido a nadie mejor. Este cincuentón de 1,82 metros de altura se había ganado fama de duro tras su paso por los Rangers de Texas, cuerpo en el que permaneció más de dos décadas (1911-1931) y que le gratificó con una paga vitalicia cuando se retiró en gratitud por sus servicios. El agente, así pues, se lanzó a la carretera para cazar a unos fugitivos a los que no les molestaba recorrer miles de kilómetros en un solo día si así lograban eludir a la justicia. Criminales que vivían en su coche y que (aunque no disfrutaban matando) no dudaban ni un segundo en apretar el gatillo si eso les granjeaba la libertad.

Gran traición
Semanas después Hamer, harto de que aquellos dos criminales se le escurrieran de entre los dedos gracias a su veloz Ford V8, tejió una intrincada tela de araña para cazar como ratas a los «enemigos públicos número uno». Su primer paso fue conseguir el apoyo de una de las personas más cercanas a la pareja, y el afortunado fue Henry Methvin, un veinteañero que con un historial de crímenes más largo que la afamada Ruta 66 norteamericana. Nuestro cazarrecompensas, según parece, prometió al padre del ratero perdonarle sus crímenes en Texas a cambio de que le llevara hasta Bonnie y Clyde.

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Frank Hamer, en una imagen de archivo del Texas Ranger Hall of Fame
Con el trato cerrado, la familia informó a las autoridades de que la banda había llegado al acuerdo de reunirse en la granja de los Methvin (ubicada en Luisiana) si se separaban. Así que Hamer solo debía esperar a que eso sucediera.

La suerte le llegó en el verano de 1934, después de estudiar la zona y averiguar que Bonnie y Clyde solían visitar aquella casa y hacer multitud de viajes entre ella y Texas. Algunos, por cierto, acompañados de Henry Methvin. Así pues, en el momento en el que estuvo seguro de que el grupo se había dividido, el Ranger juntó a un temible grupo de agentes para acabar -de una vez por todas- con aquellos molestos malhechores que tanto encandilaban a la sociedad.

La carretera de la muerte
La tumba de los Romeo y Julieta del crimen (como eran conocidos por la prensa de la época) empezó a cavarse en la cálida arena de una carretera ubicada en Bienville Parish, al norte Luisiana.

Para desgracia de esta desquiciada pareja, el último lugar que vieron sus ojos antes de marcharse de cabeza al infierno fue un camino alejado de la gran civilización. Una vía con más tierra que pavimento flanqueada por arbustos y árboles. El sitio idóneo para una emboscada, en definitiva. O así lo pensó Frank Hamer, la leyenda jubilada de los Ranger de Texas. Para él, sin duda, ese era el emplazamiento perfecto para acribillar a aquellos desdichados al más puro estilo de la mafia italiana (la cual, años después, dejaría como un colador el vehículo del general Chiesa en Palermo).

La llegada a la mencionada carretera a mediados de mayo de 1934 fue la culminación de un plan que Hamer llevaba perpetrando semanas. El fin de meses y meses de persecuciones poco fructíferas y desesperantes.

Con todo, y aún contando con la ayuda del traicionero Methvin, el veterano agente sabía que no iba a ser fácil enviar a los forajidos de una patada al más allá. Y por ello, se llevó consigo a otros cinco representantes de la ley. El más destacado de los seleccionados fue Manny Gault, un patrullero retirado de Texas. Sin embargo, también se unieron a él Ted Hinton y Bob Alcorn (ayudantes del Sheriff de Dallas) y Henderson Jordan y Prentiss Oakley (Sheriff y ayudante del Sheriff de la parroquia de Bienville, Luisiana).

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Frank Hamer, junto a su equipo - ABC
El 21 de mayo el grupo arribó a la carretera, tomó posiciones, y comenzó la larga espera que siempre acompaña a la caza. Poco se sabe de aquellos momentos, aunque en el documental «Bonnie & Clyde» (dirigido por Leo Singer) se especifica que hubo varias discusiones entre dos facciones: la de Texas y la de Luisiana. Al parecer, Jordan y Oakley consideraban que había que dar la oportunidad de rendirse a los forajidos, mientras que Hamer y su colega eran partidarios de la solución violenta: descerrajar contra ellos una marea de cartuchos.

También se cree que el grupo se planteó dejar con vida a Bonnie por ser mujer. Sin embargo, al final primó la visión de Hamer. No habría piedad para ellos. No se volverían a escapar.

Dos jornadas tras la llegada a la zona comenzó el baile. El 23 de mayo, poco después del amanecer, el grupo de Hamer vio como se paraba frente a ellos la camioneta del padre de Methvin. Según se especifica en el reportaje «La verdad sobre Bonnie y Clayde» (BBC), Alcorn le ordenó que le cediese los mandos del vehículo y lo ubicó en «dirección sur». Sabía que había que actuar rápido, pues solo era cuestión de tiempo que los forajidos pasaran por la carretera.

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Bonnie en brazos de Clyde, delante de su Ford, como cualquier pareja de enamorados - ABC
El plan que la pareja se detuviera al ver al familiar de su compinche en problemas. Ese sería el momento de disparar sobre ellos. Según se especifica en «Bonnie & Clyde», también sacaron la rueda de repuesto para que diera la impresión de que había pinchado. Sin embargo, este dato varía atendiendo a las fuentes.

Fuera como fuese, la trampa estaba tendida. Después de dar vida a aquel triste teatrillo, los agentes se escondieron y prepararon sus armas. Aquella vez, por fin, sí andaban sobrados de artillería. Y es que, además de escopetas y pistolas, sumaban a su arsenal el temible fusil automático Browning de Ted Hinton. El mismo modelo que habían robado Bonnie y Clyde y que traía de cabeza a unas fuerzas del orden que -durante los años 30- debían adquirir generalmente de su propio bolsillo los pertrechos que necesitaban para defenderse de los forajidos.

La trampa funciona
Poco después de las nueve de la mañana de esa misma jornada, el Ford V8 de la pareja se dejó ver. La imagen que presentaban sus ocupantes poco tenía que ver con la de unos letales asesinos. Todo lo contrario. Tal y cómo se explica en el diario « Daily Mail», Bonnie (siempre con el pelo perfectamente peinado) viajaba en el asiento del copiloto comiéndose un sándwich, mientras que Clyde (de 25 años) conducía sin zapatos.

En todo cosa, cuando se encontraron cerca del vehículo del padre de Methvin, se detuvieron. Barrow, tan cordial con los suyos como sanguinario con el resto, se dispuso a aparcar para ayudar en lo que pudiera. Todo parecía normal. De hecho, lo más extraño (si es que puede llamarse así) es que un camión cargado con madera obligó al gánster a variar levemente su trayecto inicial.

Bonnie y Clyde podrían parecer unos amables vecinos, pero la realidad era muy diferente. Y así lo demuestra la ingente carga de armas que portaban en el maletero de su V8 de color gris. Un arsenal formado (según los expertos entrevistados por la BBC) por tres fusiles automáticos Browning de uso militar, una pistola cargada, una escopeta recortada y una caja que incluía entre diez y doce armas diferentes. Se podría decir que el vehículo era una armería móvil.

Comienza la masacre
La orgía de cartuchos no tardó en empezar. Cuando Clyde detuvo el coche en una posición que el grupo consideró aceptable para no errar sus disparos (algo que habría provocado la huida de los fugitivos) el antiguo Ranger de Texas se dispuso a dar la orden para acabar con sus vidas.

Pero alguien se le adelantó. «Hammer debía dar la señal, pero Oakley tomó rápidamente cartas en el asunto. Tal vez vio algo que le hizo suponer que Clyde empuñaba un arma. No se sabe por qué, pero sin contar con nadie se levantó y vació su rifle contra la ventana de Clyde. Pilló a todo el mundo por sorpresa», explica James R. Knight (autor de «Bonnie y Clyde: una actualización del siglo XXI») en declaraciones a la BBC.

Tal y como se había acordado, no hubo advertencias y la pareja no tuvo oportunidad alguna para rendirse. Con más sed de venganza que justicia, el séquito de agentes inició entonces un carrusel de disparos que tornó el hermoso y veloz V8 en un colador sumamente caro.

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Así quedó el vehículo después de que Hamer y sus agentes lo acribillaran - ABC
El primero en caer bajo esa lluvia de plomo fue Clyde, quien recibió un disparo en la cabeza que acabó con su vida al instante. Se podría decir que tuvo la suerte de morir rápido. Como el gánster tenía puesta la primera marcha, cuando su pie se separó del embrague el vehículo se puso en marcha. Una mala noticia para la asustada Bonnie... Y es que, cuando se percataron de que el coche avanzaba, los policías intensificaron los disparos pensando que la pareja se disponía a escapar.

Quién lo diría pero, a pesar de la ingente cantidad de tiros, para entonces Bonnie únicamente había recibido una herida grave. Al menos en lo que a nivel físico se refiere. Psicológicamente estaba tan afectada que no pudo evitar gritar. Sus alaridos fueron tan terribles que Hamer decidió cortarlos por lo sano (o lo insano, vaya).

El viejo Ranger, tras acercarse al vehículo, disparó hasta dos veces a la indefensa chica de 23 años a una distancia irrisoria. Posteriormente explicaría por qué: «Odio reventar la cabeza a una mujer, especialmente cuando está sentada, pero si no hubiese sido ella, habríamos sido nosotros». Ni la muerte de ambos detuvo a los agentes, que tirotearon el vehículo con algunas ráfagas más.

A las nueve y cuarto de la mañana todo había acabado: la huida perpetua de los forajidos, sus continuos crímenes... Algunos expertos afirman que la situación apenas duró 16 segundos (otros, que dos minutos) y que, en ella, los agentes abrieron 187 agujeros en el vehículo. Con todo, esta última es una cifra discutida ya que, atendiendo a las fuentes, podrían ser 107, 126 o 130.

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Una multitud congregada alrededor del Ford de los famosos fugitivos Bonnie y Clyde,, después de la emboscada que acabó con sus vidas - ABC
Lo que sí está claro es que los cuerpos de los fugitivos quedaron absolutamente acribillados, pues el cadáver de Bonnie sumaba (como bien se explica en «La verdad sobre Bonnie y Clyde») 57 impactos de bala; mientras que el de Clyde atesoraba 51. Estos números fueron posteriormente discutidos en base a las declaraciones del doctor J.L. Wade (el forense local), quien informó de 17 heridas para él, y 26 para ella.

La dantesca situación no terminó con el tiroteo. Así lo demuestran las palabras de Hinton quien, cuando abrió la puerta del pasajero, vio en primera persona la masacre que acababa de sucederse. «La veo [a Bonnie] caerse por la puerta abierta, una joven hermosa y pequeña que es suave y cálida, con el pelo cuidadosamente arreglado, y huelo un ligero perfume que contrasta con el olor a pólvora quemada y el olor dulce e irreal de la sangre», explicó en declaraciones posteriores.

Con el trabajo hecho, la escena del crimen se tornó en un macabro circo. Tres de los agentes acudieron al pueblo para solicitar los servicios del forense local. Sin embargo, antes de que este llegara muchos curiosos ya se habían acercado al vehículo para cazar su particular recuerdo de los fallecidos. Instantes después, un camión se llevó el V8 -junto con los cuerpos- hasta una ciudad cercana, donde se preparó su entierro.

Bonnie y Clyde tuvieron unos funerales de estrellas de cine y se marcharon al otro mundo arropados por cientos de personas. El broche de oro para una vida que, como afirmaron los medios de comunicación, terminó igual que empezó, por las armas: «No hay nada más que decir, se acabó, la justicia y el orden han hecho su trabajo», afirmaron los diarios.

Reportaje original incluyendo video, en:
https://www.abc.es/historia/abci-ve...inario-ranger-texas-201712130145_noticia.html
 
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