La casa de Emiliano, con tanta cosa normal que se divorciase, hay mucho trasto y mucho color
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En aquel entonces, Bárbara trabaja en el estudio del decorador Luís Galliusi, del que ya hemos comentado muchas cosas por aquí. Nunca he visto a una mujer presuntamente más infeliz y desdichada. En los seis años que duró ese matrimonio ella cada vez que reaparecía he había consumido aún mas. Cuando se divorció aparentaba más de cuarenta, pobre chica, siempre tratando de agradar y ser simpática con el mochuelo que tenía al lado. Emiliano es insufrible, mirón, de los que arrima cebolleta cuando se hace una foto, pelota y despota, con pinta de suciete, vamos una joya. Recuerdo una presentación en el bar tomate cuando abrió y tal que llamaba a Adriana Abascal como ese gesto con el que se llama a los perros: chiflando los labios y frotando los dedos pulgar e índice, la llamaba para que dejara de atender a los fotógrafos de la entrada y pasará dentro. Esto en plan jefe, en evento público rodeado de prensa, no quiero ni imaginar cómo será en pantuflas. Eso sí, parece que se muere de ganas por ser famoso.
La mujer se ha casado de nuevo y parece feliz con un chico con bien poco, hermano de Isabel Sartorius.