"Una especie de punto y coma": Malva Marina la hija hidrocefálica a la que Pablo Neruda abandonó

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La historia de cómo Pablo Neruda abandonó a su hija hidrocefálica
Hubo una sombra en la vida del escritor y caudillo de la poesía sudamericana, que todos los pactos y premios –amistosos y políticos, el Nobel- no alcanzaron a conjurar. Quizá sea el poeta más amado del siglo XX, el más memorizado y popular, al que tantos siguen admirando también por su centralidad en la cultura de la izquierda, enfrenta hoy una forma de desnudez, el largo final de un secreto. Esta es la historia de Malva Marina Trinidad Reyes, muerta en Holanda a los ocho años, la única hija que tuvo Pablo Neruda, con su primera esposa, María Antonia “Maryka” Hagenaar.

El hombre que encarna la vanguardia poética, el intelectual militante convertido en dirigente de bronce, una figura que por décadas fue un imán para el socialismo en Sudamérica, le negó a su primera esposa no solo la ayuda económica para sostener a la niña enferma, a la que no volvió a ver desde sus dos años. También les negó el salvoconducto de canje de ciudadanos que las habría rescatado de una Europa sumida en las penurias de la Segunda Guerra.

¿No altera nuestra opinión el hecho de saber que la misma persona -Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, nombre real de Pablo Neruda- que tras la derrota de la República española, se dedicaba a asistir el exilio de dirigente socialistas en peligro, por esos mismos días abandonaba para siempre a su hija con hidrocefalia y a su madre? Si bien esta tragedia pueden ser interpretados en la coyuntura feminista actual, que reexamina la obra de artistas como Pablo Picasso al poner el acento en su vida privada y la ética hacia sus mujeres, la excede por mucho: el caso de Malva Marina toca de manera directa a lo humanitario. Aunque entra en la lógica machista, no se trata de un “asterisco” en la biografía del poeta.


¿Se puede juzgar a Neruda desde la óptica actual?

El chileno Antonio Reynaldos, emigrado a Holanda en los años 80 y uno de los periodistas que difundió la ubicación de la tumba de Malva Marina, no acepta ver a Neruda desprestigiado por lo que es difícil no ver como una ausencia de compasión. Según él, es un error juzgarlo por los parámetros de nuestra época. Pero vayamos más despacio. Así fue cómo se desplegó esta tragedia para tres (¿o solo dos?) damnificados.

La verdad sobre esa hija discapacitada que tanto avergonzaba al escritor, a juzgar por el secretismo con que rodeó su corta existencia, comenzó a trascender a cuentagotas hace menos de quince años. En 2008 no se conocían imágenes de su tumba, en el Oude Begraatplats, el viejo cementerio católico desafectado en las afueras de Gouda, donde no ingresaban nuevos vecinos desde 1973. Los puntos suspensivos de este secreto empezaron a llenarse al calor de las redes sociales, que pusieron en contacto a biógrafos y testigos.
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En la última década, la humanidad imperfecta de Malva Marina ha tenido la reivindicación de unas pocas fotos familiares (tomadas por Hendrik Julsing, su padre de adopción en Holanda, conservadas por su hijo, Fred Julsing, quien creció como hermano de la niña). Se suman dos novelas, Es tan largo el olvido (En het vergeten so lang), de la holandesa Pauline Slot, sobre “Maryka” Hagenaar. Y ahora Malva, primera novela de la poeta Hagar Peeters, un monólogo que interpela al padre majestuoso en una suerte de diatriba amorosa. Malva acaba de traducirse al castellano, editada por Rey Naranjo.

¿Donde comienza en la vida del poeta Pablo Neruda el sendero que conduce a la gloria literaria, al compromiso con las grandes encrucijadas del mundo –la Guerra Civil española, la historia fulgurante de la izquierda- y que, por el mismo paso, lo lleva a ese gélido desapego paterno que hoy, en el espíritu de los estos tiempos, cobra nueva relevancia?

6 de diciembre de 1930, en Batavia. En Indonesia, el joven poeta chileno - cónsul honorario en la isla de Java- lleva una de vida casi menesterosa pero sus ambiciones son ilimitadas. En un club de tenis ha conocido a María Antonia Hagenaar, “Maryka”, con quien se va a casar. Ella es hija de colonos holandeses que llevan siglos en el sudeste de Asia y tiene algún ancestro malayo: mide más de 1,80 y las vicisitudes la dejaron sola con su madre. Su padre y sus dos hermanos varones han muerto antes de que ella conozca al escritor. Pablo debió deslumbrarla con su cargo diplomático y la súbita ampliación del mundo que la llama desde América del sur. Un grave error de cálculo.

Maryka, a quien el poeta rebautiza Maruca, solo se comunicará con él en inglés. (My dear pig, lo llama ella en sus cartas una vez separados, para reclamarle -sin éxito durante años y, aún así, con inaudita cortesía- la cuota alimentaria para la hija).

Maryka llamaba a Neruda “My dear pig”en las cartas donde le reclamaba la cuota alimentaria

“No más solo, querido Eandi –escribe el poeta a su amigo Héctor… “Me he casado hace un mes”. Es a este corresponsal a quien Neruda hace las únicas referencias cariñosas sobre su esposa. “Vivimos sumamente juntos, sumamente felices en una casa más chica que un dedal (...) Nos tendemos en la arena mirando la isla negra, Sumatra, y el volcán submarino Krakatau”.

Maryka acepta el llamado de la aventura y lo sigue de regreso a Santiago de Chile, donde no encaja, y luego a Buenos Aires, adonde Pablo llega con cargo de agregado y que le facilitará contactos clave con españoles, como el poeta Federico García Lorca. Y la suerte del destino parece jugársela entera en los años siguientes.

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Pablo Neruda junto a María Antonia Hagenaar, 'Maryka', en una imagen de archivo (Archivo)
En junio de 1934, apenas ocho meses más tarde, Neruda es enviado al Consulado chileno en Madrid, en reemplazo de su predecesora, la poeta Gabriela Mistral. Al poco de llegar y gracias a Lorca, conoce a los escritores de la generación del 27, a unos juveniles Vicente Aleixandre y Miguel Hernández, a María Teresa León y a otros republicanos. De hecho, un pequeño comité lo recibe con la edición de dos de sus primeros poemarios. Ese mismo año publica en Madrid Residencia en la tierra y conoce a quien será su segunda mujer , la argentina Delia del Carril, rica y librepensadora, afiliada al Partido Comunista Francés, la famosa Hormiguita. Delia le lleva 20 años al chileno y el romance será instantáneo. En agosto de 1934 Maryka, que según todos los testimonios adoraba a su esposo, da a luz. Malva Marina Trinidad Reyes es idéntica a su padre y él debió de darse cuenta. Pero es hidrocefálica. Su cuerpo nunca estará a la medida de esa cabezota llena de agua.

Vicente Aleixandre escribió sobre la ceguera inicial de Neruda con su hija

El poeta Aleixandre describirá con agudeza la voluntaria ceguera paterna ante lo evidente, que todavía queda disimulado por la esperanza. «Malva Marina, ¿me oyes? ¡Ven, Vicente, ven! Mira qué maravilla. Mi niña. Lo más bonito del mundo», le muestra Pablo al amigo, en la tarde de la presentación en sociedad. Vicente escribe: “Yo me acerqué del todo y entonces el hondón de los encajes ofreció lo que contenía. Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su destino...” Padre de un punto y coma.

Un mes le alcanza a Neruda para lamerse la herida y profundizar la distancia emocional. Entretanto, la realidad está hecha de unos años fragorosos para España y Federico está del lado del poder. Escribe a su amiga argentina Sara Tornú: “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”. La carta a Sara continúa con el relato de unas semanas enfermizas: “La chica se moría, no lloraba, no dormía, había que darle comida con sonda, con cucharita, con inyecciones y pasábamos las noches enteras, el día entero, la semana, sin dormir, llamando médico, corriendo a las abominables casas de ortopedia donde venden espantosos biberones, balanzas, vasos medicinales, embudos llenos de grados y reglamentos. Tú puedes imaginar cuánto he sufrido” .

Malva crece aunque no está destinada a sobrevivir: no habla, canturrea; tampoco podrá caminar. Lorca le escribe un poema, recobrado recién en 1984 por el diario ABC: “Malva Marina, quién pudiera verte/ delfín de amor sobre las viejas olas,/ cuando el vals de tu América destila/ veneno y sangre de mortal paloma”.

Los textos de Neruda contrastan con su frialdad personal

En julio de 1936 estalla la Guerra Civil y un mes después se produce la primera incursión aérea contra aeropuertos cercanos a Madrid. El asesinato del amigo Lorca y la breve detención del poeta Rafael Alberti en Ibiza, la defensa de los milicianos y la llegada de las primeras brigadas comunistas inspirarán a Neruda el poemario España en el corazón. El 12 de octubre de 1936 Neruda participa en Cuenca en un homenaje donde lee su poema Canto a las madres de los milicianos muertos, admirable y conmovedor, y que tanto contrasta con su frialdad ante la miseria que está dispuesto a hacerles sentir a Maryka y a su hija.

El 8 de noviembre Neruda se separa de Hagenaar y verá a Malva por última vez; parte con Delia del Carril, primero a Barcelona y luego a París. Aquí comienza puntualmente el secreto, el pasado a desmentir, el hecho durante años encubierto y solapado con estratégicas veladuras, como la complicidad de la cofradía literaria latinoamericana y los continuados oficios de silencio del Partido Comunista chileno, cuando Neruda regrese a Santiago; pero también la prescindencia triunfal de las mujeres que siguieron a Hagenaar en la estima del poeta. En el torbellino de la lucha antifranquista, está demasiado comprometido con la Humanidad para velar por esa niña en singular. Los bancos y las restricciones financieras de ese tiempo tampoco facilitan el envío de dinero, aunque para ser francos él no dejó rastros de haberse debatido por proveerles sustento.

La Javanesa abandona Madrid con Malva. Neruda la ha convencido de que se refugien en Montecarlo pero solo para sacárselas de encima; ellas parten a La Haya, donde a Maryka le quedan unos sobrinos por la línea materna de su familia. Tampoco son fructíferas las cartas enviadas a algunos amigos de Buenos Aires, como la chilena María Luisa Bombal. ¿Quién querría hacerse cargo de un estorbo tan grande como un punto y coma?

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Imagen de archivo de Pablo Neruda (Hemeroteca)
Consultado esta semana, el periodista Antonio Reynaldos precisa que, en medio de la crisis económica y los preliminares de la Segunda Guerra, obligada a trabajar y sin medios para los cuidados especiales de su hija lisiada, sin ayuda alguna de Neruda, Maryka se acerca a la iglesia de Christian Science de La Haya, donde encuentra una guardería para Malva. Allí conseguirá dejarla al cuidado del matrimonio de Hendrik Julsing y Gerdina Sierks, quienes ya tienen otros hijos. Neruda nunca responderá a sus súplicas de que envíe 100 dólares al mes.

En 2003 Reynaldos contactó en Holanda a Neil Leys, ya anciana, la niñera especial que ayudó a los Julsing. Le contó que por el resto de su vida, Maryka visitó a Malvita cada mes en Gouda, con la mensualidad pagada de su bolsillo.

Los sentimientos de Neruda hacia la figura materna serán de puro rencor. Algunos leen que él atribuye a Maryka la hidrocefalia de su hija: En el poema Maternidad: “Por qué te precipitas a la maternidad y verificas/ tu ácido oscuro con gramos a menudo fatales”.

Se cree que Neruda responsabilizó a Maryka de la hidrocefalia de la hija



El 2 de marzo de 1943 Malva Marina muere, a consecuencia de la hidrocefalia pero también debido al dogma entre los cristianos científicos, que desalientan la medicina. El se entera en México por un telegrama, que no responde. La niña no es mencionada en sus memorias ni existe un verso dedicado a ella, más allá de una alusión, de tono autocompasivo, en el poema Enfermedades en mi casa. Y el rastro de Maryka se pierde cuando deja de escribir cartas al poeta reclamándole ayuda económica.

La niña es enterrada en el cementerio Ouder Begraafplats, en la orilla este del canal que divide a Gouda. Su tumba fue originalmente señalada por una periodista holandesa, ante el anuncio de que el predio sería desmantelado. Cuenta Reynaldos que Maruca “vivió el resto de su vida en soledad y zozobra. Rastreé todas sus cartas, todas fechadas en piezas alquiladas y pensiones. Había nacido con el siglo y murió en La Haya en 1965, sin el reconocimiento que había esperado por su sacrificio personal”.

Reynaldos explica la indiferencia y el egocentrismo del escritor por su cobardía un poco juvenil, y por la falta de identificación con Maryka: “Ese matrimonio estaba condenado al fracaso. No fue un gran amor, ni siquiera fue un romance.” Pero menciona, quizá sin medir las implicancias, otra chance que tuvo Neruda para mejorar sus vidas: “Maryka entró en Holanda como Hagenaar de Reyes, de decir, con pasaporte chileno. Durante la Guerra, estaba vigente el canje de ciudadanos -un chileno por un holandés. De hecho, ella se lo pidió tanto a Pablo como al presidente chileno Alessandri. Eso le habría creado problemas a Neruda porque existía un cargo contra él por bigamia. Ya estaba con Delia viviendo en Chile. Y él se interpuso, se lo negó; la Javanesa quedó atrapada en Europa”.

Hoy reflexiona que Neruda no debería ser considerado un héroe ni un canalla, sino un ser humano como cualquiera. Pero también eran humanos de ese tiempo Schindler, Wallenberg y tantos otros salvadores. En Chile, algunos destacan que el Partido Comunista holandés trabajó mucho años para guardar el secreto y reducir el daño colateral que ensombrece la figura de Neruda, en el panteón del comunismo.

“¡Yo! ¡La narradora! ¡Omnisciente! ¡Ja, ja, ja! Si mi padre me escuchara, exclamaría: «¡No me hagas reír!» -cuenta Malva Marina en la voz que le presta la novelista Hagar Peeters- “Hay una gran ambivalencia en la descripción que hizo mi padre de mí como «un ser perfectamente ridículo», porque lo perfectamente ridículo constituye una paradoja; lo ridículo es por definición imperfecto. Sin embargo, yo fui una criatura tan ridícula que la propia ridiculez me volvió perfecta”.
 
Maruca, la mujer abandonada por Neruda que fue enviada al campo de concentración de Anna Frank
CRÓNICA


Fue la madre de la hija madrileña y con hidrocefalia del poeta, a la que bautizó en una iglesia mormona

Despechada, se negó a aceptar el divorcio que el Nobel quiso dar por hecho tras abandonarla y cuando ella estaba en la Holanda ocupada. Los nazis la detuvieron


La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó y llamaba 'vampiresa de 3 kilos'

Mi querido Cerdo ("My dear Pig" en el original): Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente con tu bebé. Hoy 18 del mes (noviembre de 1938) no he recibido tu dinero. El 1º de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte. Qué vergüenza realmente (...) Ella ha progresado mucho mentalmente (...) No tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta (...) Por favor, envíame el dinero lo antes posible (...) Cumple tus deberes de padre (...).


Ésta es la carta desesperada en la que María Antonia Hagenaar Vogelzang -la primera esposa de Pablo Neruda y madre de su única hija, Malva, a las que el poeta abandonó por otra mujer- le reclama el envío del dinero acordado para poder hacer frente a la manutención de la hija enferma de ambos nacida con hidrocefalia. No conocemos la respuesta de Neruda. Más ocupado en su amante argentina Delia del Carril, 20 años mayor que él, y en la producción de sus poemas, el grito de auxilio desde Holanda de la que oficialmente aún era su mujer, no le hizo despertar del ensimismamiento en el que entonces vivía junto a la bella Delia -La hormiguita, por pequeña y laboriosa, la apodó Neruda-. Porque el amor, pensaba el poeta, «es muy corto y se olvida por tanto tiempo». Y no mentía. Corto, también, había sido su amor por María Antonia -si es que alguna vez sintió amor de verdad por ella- desde que se casaron en Java (el 6 de diciembre de 1930) donde ella y Neruda, entonces cónsul de Chile en la isla asiática, se conocieran en un club frecuentado por la alta sociedad local.

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Con un marido ausente y despreocupado y una hija totalmente dependiente, que apenas podía caminar y hablar, el día a día de Maruca, como él la llamaba siguiendo la costumbre de rebautizar a sus conquistas, consistía únicamente en sobrevivir. Ella, que había nacido en una familia de ricos comerciantes holandeses emigrados a Oriente, inteligente y buena moza, aunque un tanto ingenua, estaba sola y abandonada por su esposo en la Holanda de sus genes. Busca consuelo y apoyo en la iglesia mormona pensando sobre todo en su hija. Pero los rezos no sirven de nada y la hidrocefalia de nacimiento va deteriorando a toda velocidad el frágil organismo de la pequeña.

La respuesta

Maruca, desbordada, como demuestra la carta con la que arranca esta historia, ha dejado de recibir de su esposo el dinero pactado para alimentar a su hija. Inhumana actitud que la Fundación Neruda desmiente a Crónica. Y es que todavía hoy para muchos chilenos Neruda es visto como una brújula moral. «Es falso -según la Fundación Neruda- que el poeta haya abandonado a su mujer y a su hija a la miseria. Está documentado por cartas de la misma Maruca Hagenaar y por documentos consulares, que el poeta nunca dejó de enviarles una mesada (paga). Ésta, al principio era en dólares, pero la misma Maruca la solicitó en otra moneda, ya que no podía cambiar dólares en la Holanda ocupada por los nazis». Aquí la historia que intenta redimir al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Otros, sin embargo, lo cuentan de distinta manera. Como el chileno David Schidlowsky, autor de Las furias y las penas: Pablo Neruda y su tiempo. «Neruda definitivamente rompió con su esposa Maruca y su hija Malva Marina (Era diciembre de 1936). Viajó a Montecarlo y las dejó en la casa de Barend van Tricht, el padrino de boda. Le prometió a Maruca que le enviaría dinero todos los meses, una promesa que apenas cumplió», desveló Schidlowsky durante un homenaje a Malva, el año pasado en Ámsterdam, organizado, entre otros, por él mismo y por su compatriota Antonio Reynaldos, quien ha contribuido decisivamente a difundir el enclave de la tumba de la hija olvidada de Neruda.


Maruca, mientras tanto, no rehúye ningún tipo de trabajo. Se ofrece a limpiar suelos, cuidar de enfermos, lo que sea con tal de sacar adelante a su desvalida hija. Quién se lo iba a decir a la niña rica que fue, a la descendiente de Jeremias van Riemsdijk, el patriarca de una estirpe de prósperos comerciantes holandeses, que hizo carrera en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Jeremias llevaba una vida tan opulenta que se paseaba por sus campos de arroz en Java en una carroza de cristal tirada por caballos árabes que había ordenado llevar desde Europa.

Para María Antonia o La javanesa, como a menudo se referían a ella los allegados a Neruda, ya sólo eran recuerdos de un pasado de cine. Nadie se acuerda de ella. Maruca, para el poeta, es un punto y aparte. Ya no le quedan padres y su hija camina hacia un final dramático. Por mediación de no sabe quién por fin encuentra trabajo, puede que no bien pagado, en la embajada de España en La Haya. Está a las órdenes de José María Semprún, padre del escritor Jorge Semprún, luego expulsado en 1964 del Partido Comunista de España (PCE), al que Pablo Neruda tanto admiraba. Lo que a esta mujer aún le queda por sufrir ni ella misma lo imagina.

Poco antes de que la II Guerra Mundial terminara, María Antonia fue detenida por los nazis -no por ser judía, sino por tener pasaporte chileno- e internada en el mismo campo de concentración en el que estaba Anna Frank. De Westerbork, ideado para acoger 107.000 prisioneros de los que se estima que fallecieron 60.000, salían en su mayoría de judíos y gitanos hacia los crematorios y cámaras de gas de Auschwitz y Treblinka, en Polonia. Maruca pasa allí un mes entre alambradas, soldados de la SS y perros entrenados para matar. Pero esta vez la suerte no le daría la espalda. Cuando el campo fue liberado (15 de abril de 1945) por las tropas canadienses sólo encontraron 876 prisioneros con vida. Y entre ellos, a la esposa abandonada de Neruda. Nueve días antes de que las puertas del infierno se abrieran definitivamente, moría allí Anna Frank, su vecina en el campo.


De María Antonia Hagenaar no queda nada. Ni una lápida que indique el final de su azaroso camino. Tres años después de su liberación, viaja a Chile para errar el doloroso capítulo nerudiano, pues antes se negó a aceptar el divorcio que el vate quiso dar por hecho tras abandonarla. En noviembre de 1948 firma el divorcio y un acuerdo financiero. Aún tardó en regresar a Holanda. Dicen que se volvió adicta al opio. Un cáncer se la llevó, en 1965, estando de vuelta en La Haya, no lejos de la tumba en la que reposan los restos de su querida Malva Marina, a la que su madre no dejó de visitar hasta el final de sus días.




 
La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó y llamaba 'vampiresa de 3 kilos'

Malva nació con hidrocefalia en un hospital de Madrid

Y al estallar la Guerra Civil, la familia huyó a Montecarlo, donde el gran poeta se desentendió de su hija, "un ser perfectamente ridículo", decía él, y de su mujer. La niña murió a los ocho años

Un libro rescata ahora la tragedia

«Mi nacimiento fue como un accidente de tráfico. Me detuve en seco, me quedé atrancada, retenida en un lugar a media vida entre el interior y el exterior del útero, en un túnel negrísimo. Tuvieron que tirar de mí con mucha fuerza para extraerme hacia la luz del día. No es de extrañar considerando el tamaño que tenía mi cabeza ya entonces, aunque su verdadero e imparable crecimiento aún no había empezado. Así y todo lograron sacarme y fui a parar a una fría habitación de hospital que excluía eficazmente el tórrido calor de Madrid...».




Así comienza la narración de Malva (Ed. Rey Naranjo), la primera novela de la poeta neerlandesa Hagar Peeters. Han pasado 84 años y Peeters sacude el manto de misterio que durante ocho décadas cubrió la vida de esta niña con hidrocefalia, Malva Marina, ocultada y repudiada por su propio padre, uno de los más grandes poetas de la historia. Malvita, como la trataban en familia, vino al mundo en Madrid en 1934 y murió a los ocho años en Gouda, la ciudad holandesa que da nombre al famoso queso. Fue hija de Pablo Neruda, «única y legítima -señala la socióloga y profesora de Español Leonor Ruiz Martínez, autora del blog Microcríticas Literarias-, fruto de su matrimonio con Maria Hagenaar Vogelzang -Maruca-, con la que se había casado en Java» cuatro años antes.




Estamos a 18 de agosto de 1934, dos años antes de que estalle la Guerra Civil española. Malva acaba de nacer en un hospital madrileño. Y en principio nada hace suponer que aquella criatura de gran cabeza, a la que han bautizado como Malva Marina Trinidad Reyes Basoalto, más que unir a sus padres, supondrá el comienzo de una tragedia.

Malva, flor de agua que crece cerca del mar, nació con una cabeza desproporcionada, fruto de una hidrocefalia que anunciaba una muerte prematura, irremediable. «Una criatura (¿lo era?) a la que no se podía mirar sin dolor», la describió el poeta Vicente Aleixandre tras una de sus visitas a la pequeña, en el céntrico barrio de Argüelles, donde Rafael Alberti les había encontrado hogar en la quinta planta de la Casa de las Flores, así conocida por la cantidad de jardineras abarrotadas de geranios que decoraban (y que hoy todavía lucen) sus grandes y luminosos balcones.

Pero en Neruda, seudónimo bajo el que se ocultaba el chileno Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, el nacimiento de una hija enferma estaba fuera de todos sus cálculos. Primero la ocultó -«es un ser perfectamente ridículo», llegó a decir, «una especie de punto y coma»- y después borró a la «vampiresa de tres kilos» de su vida, abandonándola para siempre. Cuesta entender que del autor de Cien sonetos de amor nacieran tales palabras. Él, además, que era hijo de un obrero ferroviario y de una maestra de escuela, cuya infancia y juventud tampoco habían sido fáciles. Como no lo fue su matrimonio con la bella Maruca o también la Javanesa, en alusión a su origen, la isla de Java, siguiendo la costumbre del poeta de rebautizar a sus conquistas. Él, de su puño y letra, la retrataría así en Confieso que he vivido: «Era una mujer alta [superaba el 1,80] y suave, extraña totalmente al mundo de las artes y las letras». Y también a los ambientes de fiestas y bohemia que tanto gustaban al que iba a ser su esposo (se casaron en Java el 6 de diciembre de 1930), entonces cónsul de Chile en la isla.

No sólo fue la primera esposa del laureado escritor, sino que además era la madre de Malva Marina, su única y malograda descendiente. Tras conocerse en un partido de tenis celebrado en uno de los clubes más refinados de Java, Neruda y Maruca se casaron. Sería una luna de miel corta y con final traumático. Chile lo reclama y, de vuelta a Santiago, la capital donde Neruda se corrió sus grandes farras, el cambio de vida resulta un infierno para la flamante esposa. El poeta no tarda en reencontrarse con sus amigos juerguistas del pasado y vuelve a la dolce vita, en compañía de escritores, pintores, músicos y mujeres, su pasión y perdición.

Neruda, el futuro padre, dedica más horas a organizar tertulias en su casa que al consulado.

Hasta que nace Malva y ya únicamente los íntimos -Federico García Lorca, Rafael Alberti, quien le había conseguido el piso de alquiler en Argüelles, Vicente Aleixandre...- eran bien recibidos. Lorca, desde Granada, le dio la bienvenida a Malva como mejor sabía: Delfín de amor sobre las viejas olas,/ Cuando el vals de tu América destila/ Veneno y sangre de mortal paloma/ Niñita de Madrid, Malva Marina,/ No quiero darte flor ni caracola;/ Ramo de sal y amor, celeste lumbre,/ Pongo pensando en ti sobre tu boca.


Al parecer, al comienzo Neruda no era muy consciente del alcance de la enfermedad de su hija, a la que consideró «una maravilla» al poco de nacer. De esa ceguera propia de padre debutante dan fe las palabras de un Vicente Aleixandre sorprendido, tal vez asustado, quien tras visitar a la recién nacida trazó con palabras la radiografía de aquel cuerpecito «con cabeza feroz, crecida sin piedad...». Dice así: «Salí a la terraza corrida y estrecha, como un camino hacia su final. En él, Pablo, allá, se inclinaba sobre lo que parecía una cuna. Yo le veía lejos mientras oía su voz: "Malva Marina, ¿me oyes? ¡Ven, Vicente, ven! Mira qué maravilla. Mi niña. Lo más bonito del mundo". Brotaban las palabras mientras yo me iba acercando. Él me llamaba con la mano y miraba con felicidad hacia el fondo de aquella cuna. Todo él ciega dulzura de su voz gruesa. Llegué. Él se irguió radiante, mientras me espiaba. ¡Mira, mira! Yo me acerqué del todo y entonces el hondón de los encajes ofreció lo que contenía. Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su destino...».

Muy pronto, cuando comenzó a tomarle el pulso al mal de la niña, la desilusión de Neruda fue en aumento. Se fue alejando más y más de su hija, y también de su esposa. Es probable que para entonces mantuviera alguna relación con la argentina Delia del Carril, La Hormiguita, por la que después abandonaría a su mujer y a su hija.

A un mes del nacimiento de su hija le confiesa por carta a su amiga Sara Tornú, esposa del poeta argentino Pablo Rojas Paz, con la que Neruda habría mantenido algún flirteo: «Oh Rubia queridísima... La chica [Malva] se moría, no lloraba, no dormía; había que darle con sonda, con cucharita, con inyecciones, y pasábamos las noches enteras, el día entero, la semana, sin dormir (...) Aquella cosa pequeñilla sufría horriblemente, de una hemorragia que le había salido en el cerebro al nacer. Pero alégrate, Rubia Sara, porque toda va bien; la chica comenzó a mamar y los médicos me frecuentan menos...».

Tras una etapa plagada de desencuentros, infidelidades de él y de rechazo hacia su hija, en 1936 el poeta abandona definitivamente a su mujer y a su niña para irse a vivir con la Hormiguita. Las deja casi sin dinero en Montecarlo, ciudad a la que llegan huyendo de la Guerra Civil. Maruca cruza toda Francia con su niña enferma hasta llegar a Holanda, donde se instala en la ciudad de Gouda. Madre e hija pasan hambre y penurias. Maruca vive en pensiones y trabaja en lo que encuentra mientras a su niña la deja al cuidado de una familia cristiana. Suplica a Neruda que le mande dinero para poder darle de comer a su hija: «Mi último centavo lo gastaré en enviar esta carta».

La hija olvidada por el nobel de Literatura murió el 2 de marzo de 1943 en Gouda, donde está enterrada, lejos del mar donde crece la flor de la Malva Marina. Tenía ocho años. [Su madre, a través del Consulado de Chile en La Haya avisa a Neruda de la muerte de la pequeña y le pide reunirse con él. El silencio fue su respuesta].

«Malva» (editada por Rey Naranjo), primera novela de la escritora holandesa Hagar Peeters, está ya a la venta.



 
Los más grandes artistas,pintores o escritores pueden ser brillantes autores y darnos magníficas obras.
Pero resultar un ser humano abyecto y egoísta,solo hace falta ver cómo Picasdo por ejemplo trató a casi todas sus mujeres,hijos o nietos
Desconocía esta historia oculta de Neruda.
Terrible.
 
Pablo Neruda: la descripción de una "violación" por la que muchos en Chile se oponen a darle el nombre del poeta al aeropuerto de Santiago
Lioman LimaBBC News Mundo

Una obra de Pablo Neruda se menciona por estos días en Chile más que sus poemas de amor, sus odas y su "Canto General".

Desde inicios de noviembre, uno de los textos del poeta del que más se habla del otro lado de los Andes es su libro de memorias.

O, más bien, un par de párrafos de "Confieso que he vivido" (1974).

Un suceso relatado en esta obra ha cobrado nuevamente relevancia estos días, luego de que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de Chile propusiera cambiar el nombre del aeropuerto de Santiago por el del tercer latinoamericano en ganar un premio Nobel de Literatura.

"Queremos que cuando los extranjeros y turistas pisen suelo chileno, lo primero que vean sea el nombre del poeta Pablo Neruda", anunció la diputada Carolina Marzán.

La iniciativa, sin embargo, generó protestas entre grupo feministas, quienes recordaron ciertos pasajes oscuros del pasado del poeta que, aunque se conocieron hace un par de años, ahora volvieron a generar titulares tanto dentro como fuera de Chile.

"A raíz de la propuesta del aeropuerto, han salido dos temas fundamentales: por una parte, la violación que él mismo cuenta en sus memorias y, lo otro, es la relación con su única hija, Malva Marina", explica a BBC Mundo Fernando Sáez, secretario ejecutivo de la Fundación Pablo Neruda.

De acuerdo con el experto, la propuesta de algunos diputados por renombrar la terminal aérea dio paso a "enemistades" contra el poeta que, opina, realmente ocultan un "recelo" por su militancia en el Partido Comunista.

"Es la derecha más dura la que ejerce un poder para tratar de demeritar su imagen", considera.

Derechos de autor de la imagen @PamJiles@PAMJILES
Sin embargo, para algunos congresistas y escritores jóvenes, en realidad, se trata de poner la historia en perspectiva y revelar los contrastes de una figura admirada por muchos, pero cuyo pasado no fue del todo coherente con los principios que defendió.

"No están los tiempos para homenajear a un maltratador de mujeres, que abandonó a su hija enferma y confesó una violación, menos como imagen país", escribió en Twitter la diputada Pamela Jiles.

Pero ¿en qué consisten las acusaciones contra el poeta más conocido de Chile?

"Un error de juventud"
El primer suceso ocurrió hace casi 100 años y a unos 16.000 kilómetros de Santiago.

No existen más pruebas que lo relatado por el propio Neruda y nadie se explica hasta ahora por qué decidió contarlo allí.

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Image captionSegún un equipo de forenses internacionales, "el certificado (de muerte) no refleja la realidad del fallecimiento" de Pablo Neruda.
En un par de párrafos en "Confieso que he vivido", el autor recuerda un "encuentro" en su pasado como joven diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka) con una mujer pobre y paria cuyo trabajo era recoger la lata donde él dejaba sus heces.

"Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama", narra.

"El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia", concluye.


Mark Eisner, autor de "Neruda. El llamado del poeta" (2018), la más reciente biografía del Nobel chileno, cuenta a BBC Mundo que uno de los hechos más llamativos sobre ese relato es que estuvo allí desde 1974 y nadie se cuestionó, hasta hace unos años, qué era, en realidad, lo que se contaba allí.

"Estamos ante la descripción de una violación, el testimonio de un hombre que cuenta cómo impuso su fuerza y su voluntad sin consentimiento a una mujer pobre", considera.

Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, opina en diálogo con BBC Mundo que el relato pertenece a unas memorias poéticas y que, por tanto, no se puede tomar literalmente lo que dice.

"Además, Neruda era un joven de 24 años en ese entonces, estaba solo en Asia, no se le puede criticar su vida en ese sentido. Y lo que relata hay que verlo en el contexto mismo. Y, si ocurrió, fue en su juventud, con una falta de experiencia total. Después en el mismo relato dice que no lo volvió a hacer, pide excusas en ese sentido", añade.

Sáez, por su parte, considera que la relectura del episodio ahora se relaciona con el auge de los movimientos feministas, pero que traer a la visión actual lo sucedido es "tergiversar la historia poniendo los hechos del pasado a los principios de hoy".

"No quiero justificar lo que sucedió, pero desgraciadamente en esos años y en Chile durante décadas hubo un abuso del hombre sobre la servidumbre. Eso era normal y corriente. A veces con consentimiento y a veces sin, pero siempre desde el poder que tenía el hombre como patrón", comenta.

Sin embargo, Eisner señala que "una violación es una violación no importa en qué siglo ni en qué contexto cultural, político o legal".

"Las acciones que describe allí, las llamemos abuso sexual, violación o como queramos, es el comportamiento de un hombre que impuso su voluntad sexual a una mujer", sostiene.

"Y el hecho de que se arrepienta o no, no hace la acción menos cuestionable. Es como decir violé a alguien y me arrepiento. Yo puedo decir que maté o violé a alguien y después decir que lo siento, pero eso no quita mi culpa y mi responsabilidad", considera.

La hija "olvidada"

Pero si el polémico encuentro de Neruda con una joven de la etnia tamil se conoce por la propia confesión del poeta, el otro motivo por el que muchos en Chile lo han cuestionado de nuevo ahora no aparece en sus memorias.

En las más de 500 páginas del texto, no existe ni una sola referencia del autor a su única hija, Malva Marina, una niña que nació con hidrocefalia y que murió al cuidado de unos amigos de la madre a los ocho años.

Una de las pocas menciones de Neruda hacia la menor es una carta que envía a unos amigos en Argentina, un duro testimonio que se ha vuelto a citar nuevamente por estos días.

"Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos", le cuenta a su amiga Sara Tornú.

Según Eisner, Neruda se "avergonzó" de su hija porque nació con una enfermedad congénita que le generó una deformidad y que le impedía caminar o hablar, por eso, cuando tenía dos años, la "abandonó" junto a la madre, la holandesa María Antonieta Hagenaar.

"Hay varias cartas que se conservan en las que la madre le pide dinero desesperadamente, le dice que cumpla con sus tareas de padre, porque Neruda se desentendió de ellas, muchas veces no les pasaba el dinero y ellas estaban atravesando una situación muy dura por la II Guerra Mundial", opina.

Mario Amorós, autor de la biografía"Neruda. El Príncipe de los Poetas", opina que la interpretación que se hace actualmente de los lazos con Malva Marina descontextualiza también las circunstancias de la época.

"Tras separarse de su esposa holandesa, él sigue con su vida en Chile y va a México, pero no abandonó a su hija. Tampoco fue el mejor padre, eso es indiscutible. Pero en el mundo de aquella época eran las mujeres las que se encargaban de cuidar a los hijos y los hombres se desentendían de las tareas domésticas", opina.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionTres años después de dejar a su primera esposa y a su única hija en Montecarlo, Neruda logró que se le diera asilo en Chile a 2.2000 refugiados españoles que llegaron en el carguero francés Winnipeg.
Amorós, que decidió no incluir en su biografía el pasaje de la "violación", considera, sin embargo, que los que buscan atacar a Neruda pueden encontrar en ese hecho y en la relación con la hija un filón para la polémica.

"Curiosamente los que recuerdan esas cuestiones olvidan la dimensión humanista de Neruda, una persona cuya poesía y cuya vida son una cima de la literatura y del compromiso político", asegura a BBC Mundo.

La poeta y feminista Paula Ilabaca, por su parte, que ha sido crítica del proyecto de renombrar el aeropuerto con el nombre de Neruda, considera que la revelación de estos hechos hace unos años fueron "un golpe para los chilenos, porque en este país Neruda es como un padre" .

Sin embargo, si bien reconoce el impacto que le generaron, considera que, más allá de lo sucedido, su mayor preocupación es cómo actitudes similares se siguen repitiendo en la actualidad.

"A mí me provocó mucho dolor conocer también el episodio de la violación. Pero eso ya pasó. Me preocupa más ahora cómo estas actitudes se siguen repitiendo actualmente con los escritores hacia las mujeres jóvenes y es algo que todavía muchas experimentamos en los festivales de literatura", le dice a BBC Mundo.

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No sabía nada de la vida personal de Pablo Neruda, me parece impresionante su vida como escritor, pero su vida personal me ha dejado helada, lo mismo que me ocurrió con Albert Einstein que desde que leí su biografía no puedo con el, fue acusado por su primera mujer por malos tratos y por no querer a sus hijos, uno de ellos con una enfermedad mental muy grave
 
Está claro que el contexto cambia y bla bla bla, pero una cosa clara es la falta de empatía. Una buena persona no viola a nadie, ni hoy en día ni en la China imperial ni en la antigua Grecia, simplemente no le sale hacerlo por empatía hacia los demás y por respeto. Ya lo de la hija pues suma y sigue. Éste era un tipejo, eso creo yo.
 
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