UN MARRÓN PARA S.M. FELIPE VI .Carmen Rigalt.

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DE CARMEN RIGALT

28/07/2019

UN MARRÓN PARA S.M.
FELIPE VI
PLAZOS: TENDRÁ DOS MESES PARA CONVOCAR DE NUEVO A LOS POLÍTICOS E INTENTAR EL MILAGRO DE LA GOBERNABILIDAD. EL FUTURO: SI NO HAY ASPIRANTE A FORMAR GOBIERNO, EL FUTURO ESTARÍA CANTADO: EL 10-N, ELECCIONES

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Ser rey tiene muchas ventajas y alguna desventaja. Un inconveniente es que el poder político envíe al rey a cortar cintas y poner primeras piedras justo el día en que se juega una final de fútbol. Entre las ventajas, una de las que nos tiene más corroídos por la envidia, es la facilidad para conseguir mesa en un restaurante. El rey, en este caso Felipe VI, no necesita abrir la boca. Su presencia lo resuelve todo. Él llega, como quien dice, a mesa puesta.

Bien pensado, no sé para qué quiere Felipe VI tener mesa asegurada en un restaurante si posee una casa (palacio) donde caben todos sus amigachos y a cualquier hora del día o de la noche pueden presentarse a comer huevos fritos regados con caldos procedentes de las cestas de Navidad.

El martes de esta semana, el rey de España (sin LZ) decidió cenar fuera de casa y les sugirió a unos cuantos amigos hacerlo en pandilla. Puede que el aire acondicionado de los Borbón Ortiz estuviera necesitado de revisión, o puede que al Monarca le apeteciera salir de excursión. Esa misma tarde había hecho un calor que reventaba las piedras y sintió la necesidad de airearse. No lo pensó dos veces: irían al Trasgu, en Torrelodones, un restaurante encaramado en un risco desde el que se divisa todo Madrid.

Felipe, el rey pequeño, tiene el mismo gusto que Juan Carlos, el rey grande. El año pasado por estas fechas, Juan Carlos también llamó a media docena de amigos y los convocó a cenar en Trasgu, una de las terrazas más exclusivas de la capital, si no la que más. Compartieron mesa y mantel, aparte de compañía y amistad. Acudieron Alicia Koplowitz, el matrimonio Solana, Plácido Arango con Cristina Iglesias y, por supuesto, el rey. Mucho se habló al día siguiente del buen rollo que había reinado entre don Juan Carlos y sus invitados, que ocuparon una mesa a la vista de todos. Es más: tan a la vista estaba el ilustre grupo que hasta alguien que cenaba allí (o hacía que cenaba) se atrevió a grabar algunas secuencias. También fueron comentadas las excepcionales vistas de Madrid, aunque conociendo la afición del rey emérito por la buena mesa, dudo que se conformara con un paisaje al vapor. Por cierto: no trascendió el menú, si bien en el reportaje televisado se pudo observar al grupo de amigos brindando animadamente con vino blanco.

Lo más curioso de la velada fue la fecha de su celebración. Y es que tuvo lugar pocos días antes de suspenderse la participación del Emérito en las regatas de la Copa de vela. Se hizo saber de paso que don Juan Carlos no estaba en óptimas condiciones de salud, si bien nadie apreció en él las huellas de una enfermedad. Ni siquiera un rastro de ojeras.

Esos mismos días se comentó que don Juan Carlos pudo haber organizado la cena para mostrar su radiante estado físico a todo el país, de ahí que no aceptara pasar a un reservado y prefiriera mostrarse a la concurrencia. Dicho y hecho.

Un año más tarde, Felipe VI ha elegido el mismo restaurante para ir con sus coleguis de cena. En esta ocasión, no ha trascendido cómo se gestó la cena ni quien la puso en marcha. Seguramente fue el propio rey Felipe el que corrió la voz y propuso a sus amigos huir del bochornazo de la ciudad. Y eligió El Trasgu. Él no necesitaba demostrar que estaba sano, pero el lugar era muy agradable y la calidad de su gastronomía, superior.

Felipe VI no es de gustos tan exigentes como su padre, pero a cambio se le supone cierto hartazgo de las sopas de acelgas a las que le tiene acostumbrado su señora, de ahí que alguna vez eche en falta la proteína animal. No pretendo importunar a nadie, y menos que nadie al monarca, pero las comidas naturales empiezan a ser cuestionadas en ciertos ámbitos científicos. Días atrás, Pilar Goya, una ilustre investigadora del CSIC, ponía en duda las comidas naturales (simplificando: «lo verde») con el siguiente argumento: «No todo lo natural es bueno, como no todo lo artificial es malo. La peligrosa seta conocida como amanita phalloides es natural y, sin embargo, no se puede comer porque en una hora te lleva al otro barrio».

La cena de Felipe VI y sus acompañantes fue una cena deliberadamente cara, una de esas cenas que las mujeres calificamos como cenas de tíos. Razones: el vino gran reserva, el rodaballo recién llegado del Cantábrico y sobre todo, las copas. El rey se mantuvo fiel al gin tonic aunque, que se sepa, no se cruzaron apuestas sobre la marca de la ginebra. También se hizo público que los comensales pagaron a escote.

Zarzuela aún no ha comunicado la fecha prevista para la llegada del rey a Mallorca. Casi todos los años surge algún incidente que altera los planes de los monarcas y sus hijas. En este caso se trata de algo más que un incidente. Es un follón. La falta de sintonía en las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos para apoyar la investidura de Sánchez, lejos de dar frutos, dio quebraderos de cabeza. La votación del jueves arrojó nuevamente un resultado fallido.

La última palabra la tuvo Meritxell, que cerró la sesión a las 15.45 de la tarde. Al rey el fallo no debió de arrancarle un suspiro de tranquilidad sino de rabia. Negociaciones como éstas no traen más que disgustos. Y en lo tocante al rey, una sobreexposición pública tan peligrosa como innecesaria. Al rey se le presenta un futuro inmediato cargado de impaciencia. La clase política devalúa así su función institucional de arbitraje, que queda reducida a marronazo.

A partir de ahora, Felipe VI tendrá dos meses para convocar de nuevo a los líderes políticos e intentar el milagro de la gobernabilidad con los eventuales aspirantes a la Moncloa. Sin descartar a Pedro Sánchez. Y si no hay aspirantes, entonces sí, el futuro estaría cantado: el 10-N (diez de noviembre), elecciones.

El rey llegaría pues a otoño agotado y sin gobierno. Para esas fechas también nos habría pillado el toro de la sentencia del procés, que será condenatoria (y valga aquí la imagen de mi mano posándose sobre el fuego). Los tres poderes estarían en funciones, y no habría dios que defendiera a los jueces.

Últimamente, la imagen de la Corona ha remontado. Pero Felipe VI está sin resuello. Sería aconsejable que le dieran un día libre para surcar con el Aifos la Bahía de Palma. Navegar es bueno para la salud. Y recomendable para el Estado.

m
 
Entré en el hilo pensando que lo del «marrón» era por la consuerte..... y no.
Vaya, pensaba que había liado otra la mujer.
 
Cenas de tíos? Qué pasa, esta Carmen es del club de la acelga pero no quiere reconocerlo?
 
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