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El villano suele ser un tipo culto y refinado pero lo es de un modo forzado y pedante, vagamente odioso y cargante. Escuchan ópera o música clásica a todas horas, beben brandys o vinos añejos, sueltan expresiones francesas, fuman con boquilla o puritos caros, acarician gatos gordos o perritos diminutos.
En toda peli americana que se precie tiene que haber: una persecución policial por las calles, un negYo me ro, y un tarado por las vivencias de la guerra de Vietnam.
En los telefims se sospecha siempre que el marido tiene algo con la niñera, los típicos triángulos amorosos en las series y telenovelas en el que la protagonista no se decide entre uno y otro pero luego se acuesta con los dos, el galán mujeriego que esta casado con la villana o son novios y le pone los cuernos con la protagonista.Estás pensando en las de 007, en el Blofeld de antes, creó cantera, que hasta el Gran Arquitecto de Matrix tiene esa pinta. En ésas siempre me he preguntado - sí, ya sé por qué, pero el asunto canta - por qué el villano pone a Bond en una trampa mortal, le cuenta todo su plan mortífero, y en vez de matarlo lo deja solo en la trampa mortal que no es tal, porque 007 sabe librarse siempre de cualquier peligro.
Si, la persecución por las calles es inexcusable, pero es realista, acordaos de la persecución bajo las cámaras de TV desde los helicópteros del coche de O.J. Simpson perseguido por una flota de policars... Yo me imagino las persecuciones de polis y malos como cosa cotidiana. Lo del negro, sí, y no uno, suelen ser varios, formando panda de trapicheros y delincuentes, el prota victima de un delito, con buena posición social, nunca es negro, y por lo tanto no hay sospechosos blancos. Lo de Vietnam pegó mucho en los 70 y 80, los propios pirados que resarcían sus demonios desde las azoteas a tiro limpio los pusieron de moda en la tele y el cine,pero hace mucho que ya se olvidaron de ellos y ahora solo se acuerdan de ellos los propios viejos abandonados en alguna residencia de veteranos viejos y pirados. Lo de Vietnam sigue dando mal rollo en Usaland.
Me aburren las parejas mixtas de detectives. Ellas son polis que pisan fuerte, pero sin el macho listillo que se endosa al lado no resolverían ni un caso. Este puede ser escritor -Castle -, mentalista -idem-, la de esa cuya actriz se llama Poppy y tiene de partenaire a un cara sosaina yanqui de molde, de otro cuerpo policial, lo que sea, pero siempre resuelven el caso ellos, ellas están ahí para dar réplica a las ideas de ellos y el resto de los polis solo sirven para sacar datos de los ordenadores y anunciar el informe de los forenses, además de tomar declaración a los testigos y esposar al malo, además de dar el toque de color con un negro o un oriental o un latino son los protagonistas de la serie. El culpable, normalmente, siempre mete la pata al mencionar un dato que no podía saber nadie porque se había guardado en secreto para el gran público. Y todas estas parejas terminan alargando la típica tensión sexual, hasta que se acuestan, se casan y se quedan sin serie, lo que dice mucho acerca de la calidad de los casos detectivescos que desarrollaban, con más agujeros que un colador.
Los telefilmes y novelas de amor y lujo yanquis de sobremesa para señoras son pestilentes. Normalmente son cornudas, cuyo marido se ha liado con la mejor amiga de ella o una jovencita boba y la ha abandonado, con o sin hijos, o ha aparecido asesinado y la culpan a ella, o descubre una sórdida vida secreta de su marido como asesino - aunque a ella la mimaba y le daba un casoplón donde vivir y llorar su desgracia -... Siempre son señoras WASP con casoplón, dos coches o tres coches, abono en el club social de tenis, trabajo fabuloso, pero que ven su vida destrozada y se encierran a beber, a desmelenarse en casa, a discutir con los hijos y a hacer ascos al mejor amigo del marido con el que no es que no se prive de acostarse sino que el tipo se declara enamorado de ella de toda la vida pero la respetaba por ser la mujer de su amigo. El le da las ganas de vivir y cuando vuelve el marido abandonado por la jovencita, le cierra la puerta en los morros quedandose con todo.
En cuanto a los franceses, todos son chefs de tres estrellas Michelin, expertos olisqueadores de vino, que seducen a las mujeres llevándolas a ver sus viñedos, a que se embelesen viendo a los viejos jugando a la petanca y, en plan más chic, pues a alojarse en un hotelazo de la Costa Azul, donde él puede resultar ser un alto ejecutivo con vida oscura, o ella una femme fatale, o él un espía...
¡Que decir del topicazo de los italianos, amantisimos hijos de sus mammas, decadentes descendientes arruinados de familias históricas o mafiosas o lo mismo!
Es un tema interminable...