Tom Hardy ♥

Hemos visto 'Taboo' y, sí, es THE TOMHARDIEST
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Tom Hardy lleva varios años, y varios papeles, redefiniendo lo que entendemos por masculinidad. De batirse en duelo con Batman a la mismísima Imperator Furiosa, el actor británico ha presumido en su trabajo de lo enigmático de estrellas como Marlon Brando o Steve McQueen, pero fuera de la pantalla bien podemos verle haciéndose fotos con perritos o enorgulleciéndose de su perfil postadolescente en MySpace. En 'Taboo', con su abrigo abierto y manchado de barro, y su sombrero calado hasta las cejas, nos regala otro de esos héroes contemporáneos de halo mítico. Su personaje, físico y contundente, es lo más Tom Hardy que de Tom Hardy podíamos esperar. No en vano, la miniserie de BBC y FX (que llega mañana 7 de enero a HBO España) le sitúa cerca de esos antihéroes televisivos que ya no son una excepción sino la norma. Gracias a ellos, que continúan la estela culpable y atormentada de John Wayne en 'Centauros del desierto', el hombre es tan valiente como falible, tan épico como humano.

'Taboo' sabía que tenía a Tom Hardy entre manos, y lo ha exprimido al máximo. De hecho, Steven Knight, el creador de la serie, y el actor (que participa también como productor junto a su padre, Chips Hardy) ya habían colaborado antes en 'Peaky Blinders', otra producción de BBC, sobre las familias de gánsteres en Birmingham tras la I Guerra Mundial. Los dos primeros capítulos de 'Taboo' (proyectada como miniserie de ocho) replican ese gusto por la fidelidad histórica de Knight, en este caso a comienzos del siglo XIX, y por la oscura profundización de sus personajes masculinos. Tom Hardy interpreta aquí a James Delaney, hijo del dueño de una compañía naviera, que vuelve a Londres tras haber sido dado por muerto en sus expediciones en África. Su regreso coincide con la muerte de su padre, cuya herencia le enfrentará a su hermana, a su cuñado, y también a la intrigante Compañía de las Indias Orientales. Además, a los fantasmas de su propio pasado, que le persiguen en una pesadilla supersticiosa y mística.

No cabe duda de que con 'Taboo', BBC y FX quieren mantenerles el pulso a las miniseries monumentales que se cuelan cada año en las entregas de premios, con su protagonista memorable y un discurso hasta actual, la sombra del colonialismo y el esclavismo. Tampoco cabe duda de que aquí, de nuevo, el reclamo es la estrella. No es que Tom Hardy sea un recién llegado a la pequeña pantalla, un salto que dio en 'Peaky Blinders' tras haber participado en otras series en el comienzo de su carrera, pero 'Taboo' está creada a su alrededor. Desde que Kevin Spacey y Robin Wright se pusieran al frente de 'House of Cards' en 2013, el fenómeno de las estrellas en televisión, en absoluto cosa de nuestros días, ha adquirido un componente especial. En pleno boom de la burbuja seriéfila, los actores de Hollywood son el principal gancho para los títulos de nuevas cadenas que quieren vestirse de largo, y ellos, sobre todo los que ya no se prodigan tanto en el cine, tienen otro medio para despuntar y/o retirarse.



Pero, ¿no ha creado esto también su propia burbuja? ¿No están dejando de tener respuesta mediática las ficciones protagonizadas, porque sí, por actores famosos? 2017 se presenta como otra temporada atractiva en este sentido. Tras el fichaje de Tom Hardy por 'Taboo', Nicole Kidman, Reese Witherspoon y Shailene Woodley desembarcarán (sí, las tres juntas) en un gran proyecto de HBO para comienzos de año, la miniserie 'Big Little Lies'. El contrapunto lo podemos plantear en forma de pregunta. ¿Recuerdas la serie protagonizada por Sharon Stone con que la plataforma TNT quiso pasarse a la liga profesional? Nosotros tampoco, y puede que hasta ella lo haya olvidado. Ese fue el efecto de aquella producción titulada 'Agent X'. El caso de Tom Hardy en 'Taboo' recuerda más a 'The Young Pope'; que esta haya cumplido tantas expectativas parece una alineación de los planetas más que cosa de humanos. Paolo Sorrentino y Jude Law han conectado tan bien, trabajado tan bien, como pocas parejas creativas.

El mismo debate lo podemos recuperar a propósito de los directores de cine que se dejan seducir por la televisión, uno el que 'The Young Pope', otra vez, nos sirve como ejemplo magnánimo. La serie sobre el Papa Law se estrenó a finales de 2016 con dos retos por delante: estar a la altura de lo que se podía esperar de Paolo Sorrentino ('La gran belleza', 'La juventud') y por encima de la producción de Woody Allen para Amazon, de la que poco se oyó hablar (y casi todo fue malo). 'Crisis in Six Scenes' demostró que, en una industria que estrena 455 series cada año, según cifras recientes, ni un cineasta tan reputado como el neoyorquino es garantía de éxito. Puede que la clave, eso sí, la tengamos delante de las narices: según declaraciones del propio Allen, escribir y dirigir la serie fue un suplicio que quiso sacudirse pronto. 'The Young Pope' es la otra cara de la moneda: no hay mejor resultado que aquello que se hace con mimo, ya sea dirigir o actuar. Esperamos que el trabajo de Tom Hardy en 'Taboo' no caiga en saco roto.
 
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