El Mundo Orbyt.
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TESTIGO IMPERTINENTE
CARMEN
RIGALT
06/11/2016
La Reina Letizia y sus hijas, ¿a qué juegan?
DEMASIADAS ‘LETIZIAS’ EN UNA
La Reina cuando pasea sola por la ciudad suele echar mano de sus prendas fetiche: fulares o bufandas al cuello
Las hijas llevan gorras caladas hasta las cejas y sudaderas de mangas dadas de sí. Sólo le faltan gafas a lo Pantoja
La prensa tiene cierto grado de responsabilidad en todo este embrollo, no digo que no. Siempre estamos dando lecciones
Hoy tampoco hablaré del Gobierno. Aún no he aprendido el nombre del nuevo ministro de Exteriores, en cambio el de la ministra de Sanidad, que ese sí lo he aprendido, está causándome quebraderos de cabeza porque me suena y no se de qué. A lo mejor con la ministra Dolors he coincidido tomando un chupito acodada en la barra de bar del Palace. Mientras despejo estas dudas (de aquí a Navidad habré visto suficientes telediarios como para despejarlas todas), la Reina Letizia de España ha alborotado el panorama nacional (con la revista ¡Hola! dentro).
Precisamente en ¡Hola!, Letizia de España aparece fotografiada con sus hijas en tono desenfadado (¡Hola! lo titula Plan de chicas) y no deja indiferente a nadie. Las tres van como de incógnito, con un disfraz que llama la atención de los ciudadanos normales, en especial el de los paparazzi. ¿A que juegan?, me preguntaba yo, mosqueada. Evidente: jugaban a no ser reconocidas, pero dudo que lo consiguieran. La Reina, cuando pasea sola en la ciudad (véase Betty Missiego) suele echar mano de sus prendas fetiche: fulares o bufandas alrededor del cuello que en un momento determinado usa para taparse la cara en modo caco. No me extraña: todo el mundo se da cuenta de quien es. En cierta ocasión yo vi a LZ vestida de tal guisa y parecía que venía de quemar contenedores en la kale borroka.
En este caso, el juego divierte a la madre y a las niñas, que se lo toman como un juego de supervivencia (las actrices de Hollywood van al súper así, hechas un cromo). No se entiende muy bien donde está la gracia, pero ellas se la encuentran porque el resto del día están sujetas a disciplina. Antes de salir de casa mamá ha repartido prendas grandes y allá que han ido todas. La Princesa Leonor cumplía años y ese le ha parecido el plan más excitante. Llevan gorras caladas hasta las cejas, sudaderas de mangas dadas de sí (es la manía de los preadolescentes, que siempre estiran las mangas). Sólo les faltan unas gafas de funeral a lo Pantoja.
Pero no es este un episodio aislado en la vida de Letizia de España y sus hijas. El curso empezó un poco revuelto, y la tranquilidad se ha convertido en algo inalcanzable. La prensa tiene cierto grado de responsabilidad en todo este embrollo, no digo que no. Siempre estamos dando lecciones.
La cosa viene de atrás. El punto de inflexión coincidiría con el Día de la Hispanidad, cuando, en pleno sol del membrillo, la climatología nos propinó un súbito revés y lo que hasta ese momento había sido una caricia del cielo se convirtió en un desapacible día de perros.
La reina, que para ese día había dispuesto una tenue levemente otoñal, no rectificó sobre la marcha (ella es una jabata, no se le pone nada por delante) y se presentó en el desfile de las FF.AA. con un vestidito a pelo, atuendo que a todos nos contagíó el frío. Ese día, a todos nos dolieron las cervicales con sólo mirarlo.
La Reina es una mujer inteligente (terca pero inteligente) y me pega que escucha poco. Escuchar poco también es propio de tercos. Dios me libre de aconsejarle nada a Letizia, pues los tercos y los rebeldes se pasan las sugerencias por el arco del triunfo, pero juraría que no lee a María Vela Zanetti, y eso es imperdonable. Vela Zanetti sabe de reinas y modelos lo que no está escrito y por si fuera poco, a periodista rebelde no la gana nadie.
Letizia nunca ha renunciado a la periodista que lleva dentro. No puede. La propia Vela Zanetti escribió en su día que LZ escrutaba el panorama con psicología de periodista. Cuando fichó a Varela, Zanneti escribió: «El resultado fue que ella mandaba sobre algo que se le escapaba, la majestad, usufructo de herederas regias». Varela y la seño modelaron una imagen «hasta que vino al rescate Caprile, que debe tanto a la Historia del Arte, y la vistió de Reina. Entonces se impuso esa clase pictórica de Caprile, a mitad entre el populismo goyesco y las grandes telas de taller».
Pero eso tampoco satisfizo a la Reina. Y así hasta hoy, momento en que a Varela le están creciendo los imitadores. ¿O será al revés? Toquemos madera, por si acaso. Esto puede derivar en un grave problema de Estado.
El caso es que la Reina se había ido a trabajar al congreso de París, pero quienes le vieron llegaron a decir que parecía recién salida de un ‘after’ de Ibiza. Letizia vestía un mono negro sin mangas y caminaba a bordo de unos taconazos innecesarios. En las fotos no se sabe si está en los pasillos del Congreso contra el cáncer o en una carrera de guapas con tacones.
Al día siguiente había que leer a Carlos García-Calvo hablando de las paradojas de la Reina. Y no sólo por el mono y los tacones. También por la musculación de sus bracitos. Muchos nos venimos preguntando desde hace tiempo qué se ha hecho de las rebecas de la Reina, que tantas páginas inspiraron. Letizia tuvo su momento Sabrina, pero ha sido superado. Peor para ella. No se si García-Calvo y su señora Danvers se lo perdonarán algún día. Letizia es demasiadas ‘Letizias’ en una.
En el puente de Todos los Santos siempre se gafa algo. La Princesa Leonor nació durante ese puente y provocó más de un lío de agenda. Este año, en pleno puente tuvo lugar la toma de posesión de Rajoy, que juró en presencia del Rey y en ausencia de la Reina, circunstancia que fue criticada por muchos.

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TESTIGO IMPERTINENTE
CARMEN
RIGALT
06/11/2016
La Reina Letizia y sus hijas, ¿a qué juegan?
DEMASIADAS ‘LETIZIAS’ EN UNA
La Reina cuando pasea sola por la ciudad suele echar mano de sus prendas fetiche: fulares o bufandas al cuello
Las hijas llevan gorras caladas hasta las cejas y sudaderas de mangas dadas de sí. Sólo le faltan gafas a lo Pantoja
La prensa tiene cierto grado de responsabilidad en todo este embrollo, no digo que no. Siempre estamos dando lecciones
Hoy tampoco hablaré del Gobierno. Aún no he aprendido el nombre del nuevo ministro de Exteriores, en cambio el de la ministra de Sanidad, que ese sí lo he aprendido, está causándome quebraderos de cabeza porque me suena y no se de qué. A lo mejor con la ministra Dolors he coincidido tomando un chupito acodada en la barra de bar del Palace. Mientras despejo estas dudas (de aquí a Navidad habré visto suficientes telediarios como para despejarlas todas), la Reina Letizia de España ha alborotado el panorama nacional (con la revista ¡Hola! dentro).
Precisamente en ¡Hola!, Letizia de España aparece fotografiada con sus hijas en tono desenfadado (¡Hola! lo titula Plan de chicas) y no deja indiferente a nadie. Las tres van como de incógnito, con un disfraz que llama la atención de los ciudadanos normales, en especial el de los paparazzi. ¿A que juegan?, me preguntaba yo, mosqueada. Evidente: jugaban a no ser reconocidas, pero dudo que lo consiguieran. La Reina, cuando pasea sola en la ciudad (véase Betty Missiego) suele echar mano de sus prendas fetiche: fulares o bufandas alrededor del cuello que en un momento determinado usa para taparse la cara en modo caco. No me extraña: todo el mundo se da cuenta de quien es. En cierta ocasión yo vi a LZ vestida de tal guisa y parecía que venía de quemar contenedores en la kale borroka.
En este caso, el juego divierte a la madre y a las niñas, que se lo toman como un juego de supervivencia (las actrices de Hollywood van al súper así, hechas un cromo). No se entiende muy bien donde está la gracia, pero ellas se la encuentran porque el resto del día están sujetas a disciplina. Antes de salir de casa mamá ha repartido prendas grandes y allá que han ido todas. La Princesa Leonor cumplía años y ese le ha parecido el plan más excitante. Llevan gorras caladas hasta las cejas, sudaderas de mangas dadas de sí (es la manía de los preadolescentes, que siempre estiran las mangas). Sólo les faltan unas gafas de funeral a lo Pantoja.
Pero no es este un episodio aislado en la vida de Letizia de España y sus hijas. El curso empezó un poco revuelto, y la tranquilidad se ha convertido en algo inalcanzable. La prensa tiene cierto grado de responsabilidad en todo este embrollo, no digo que no. Siempre estamos dando lecciones.
La cosa viene de atrás. El punto de inflexión coincidiría con el Día de la Hispanidad, cuando, en pleno sol del membrillo, la climatología nos propinó un súbito revés y lo que hasta ese momento había sido una caricia del cielo se convirtió en un desapacible día de perros.
La reina, que para ese día había dispuesto una tenue levemente otoñal, no rectificó sobre la marcha (ella es una jabata, no se le pone nada por delante) y se presentó en el desfile de las FF.AA. con un vestidito a pelo, atuendo que a todos nos contagíó el frío. Ese día, a todos nos dolieron las cervicales con sólo mirarlo.
La Reina es una mujer inteligente (terca pero inteligente) y me pega que escucha poco. Escuchar poco también es propio de tercos. Dios me libre de aconsejarle nada a Letizia, pues los tercos y los rebeldes se pasan las sugerencias por el arco del triunfo, pero juraría que no lee a María Vela Zanetti, y eso es imperdonable. Vela Zanetti sabe de reinas y modelos lo que no está escrito y por si fuera poco, a periodista rebelde no la gana nadie.
Letizia nunca ha renunciado a la periodista que lleva dentro. No puede. La propia Vela Zanetti escribió en su día que LZ escrutaba el panorama con psicología de periodista. Cuando fichó a Varela, Zanneti escribió: «El resultado fue que ella mandaba sobre algo que se le escapaba, la majestad, usufructo de herederas regias». Varela y la seño modelaron una imagen «hasta que vino al rescate Caprile, que debe tanto a la Historia del Arte, y la vistió de Reina. Entonces se impuso esa clase pictórica de Caprile, a mitad entre el populismo goyesco y las grandes telas de taller».
Pero eso tampoco satisfizo a la Reina. Y así hasta hoy, momento en que a Varela le están creciendo los imitadores. ¿O será al revés? Toquemos madera, por si acaso. Esto puede derivar en un grave problema de Estado.
El caso es que la Reina se había ido a trabajar al congreso de París, pero quienes le vieron llegaron a decir que parecía recién salida de un ‘after’ de Ibiza. Letizia vestía un mono negro sin mangas y caminaba a bordo de unos taconazos innecesarios. En las fotos no se sabe si está en los pasillos del Congreso contra el cáncer o en una carrera de guapas con tacones.
Al día siguiente había que leer a Carlos García-Calvo hablando de las paradojas de la Reina. Y no sólo por el mono y los tacones. También por la musculación de sus bracitos. Muchos nos venimos preguntando desde hace tiempo qué se ha hecho de las rebecas de la Reina, que tantas páginas inspiraron. Letizia tuvo su momento Sabrina, pero ha sido superado. Peor para ella. No se si García-Calvo y su señora Danvers se lo perdonarán algún día. Letizia es demasiadas ‘Letizias’ en una.
En el puente de Todos los Santos siempre se gafa algo. La Princesa Leonor nació durante ese puente y provocó más de un lío de agenda. Este año, en pleno puente tuvo lugar la toma de posesión de Rajoy, que juró en presencia del Rey y en ausencia de la Reina, circunstancia que fue criticada por muchos.