Domingo, 15 de abril de 2001 - Número 287
BIOGRAFÍA | LA FORJA DE ARZALLUZ
La forja de Arzalluz
Hijo de un requeté al que Franco compensó con un estanco tras la Guerra Civil, Xavier Arzalluz intentó entrar en ETA a finales de los 60, cuando dejó los hábitos de jesuita. Su última biografía, escrita por José Díaz Herrera e Isabel Durán, revela datos desconocidos del «MESÍAS» del PNV
"Arzalluz. La dictadura del miedo", de José Díaz Herrera e Isabel Durán, publicado por la editorial Planeta, sale a la venta el martes, 17 de abril.
A la izquierda el líder vasco durante su etapa en el colegio de los Jesuitas Piganetelli en Zaragoza.
EL PADRE
Su padre, Felipe Arzalluz Eizmendi, nacido en 1887, no era un simple chófer. Lo mismo que su abuelo, Luis, y su bisabuelo Francisco alardeaban de su participación en las guerras carlistas junto al príncipe heredero, en defensa de la reacción y el absolutismo frente a los intentos de liberalismo, Felipe Arzalluz se sentía fiel continuador de la línea familiar. Tenía a gala pertenecer al requeté [voluntarios que en las guerras civiles lucharon en defensa de la tradición religiosa y monárquica] local y guardaba en un arcón el viejo mosquetón de su progenitor como una reliquia singular.
Allí, al grito de «Abajo la República», «Mueran los traidores», «Abajo el Gobierno vasco», el Tejero de Azkoitia y sus «conmilitones» convencieron al sargento encargado del puesto, Félix Sáenz de Urturi y Rodríguez, de 43 años, para que con la guarnición al completo se alzara en armas contra la República. Y lo cierto es que el sargento y los guardias a sus órdenes no se hicieron rogar.
UN JESUITA EN ALEMANIA. (...) En 1961 llegan a Alemania tres jesuitas españoles: dos aragoneses, José del Rey Fajardo, en 2001 rector de la Universidad Táchira (Venezuela), y Joaquín Paricio, en la actualidad secularizado y psicólogo jubilado de la General Motors en Alemania, y un guipuzcoano, Javier Arzalluz Antía.
Los tres acuden al seminario Santk Georgen, que la Compañía de Jesús tiene en Offenbacherland Strasse (Frankfurt), a concluir los estudios superiores de teología en un país donde la influencia de Karl Rahner, que enseña en Innsbruck, y de otros teólogos se ha convertido en polo de atracción mundial para aquellos estudiantes preocupados por la existencia de Dios.
(...) Arzalluz se revela, en Alemania, desde el principio como un estudiante desorganizado, que lo resuelve todo en el último minuto con un golpe de inspiración o de suerte. Brillante en la oratoria y buen jugador de mus, es un hombre de órdagos que pasa más tiempo dispuesto a imponer sus ideas a los demás que a estudiar la epistemología o las Sagradas Escrituras.
Sus dos aficiones eran, por aquel entonces, los juegos de naipes y la esgrima dialéctica. Ocupaba muchas de las tardes jugando al mus. Le gustaba formar pareja con Genaro Lemona, un compañero suyo de Azkoitia, y enfrentarse a dos capellanes navarros, uno de ellos Javier Iturgaiz, un sacerdote diocesano de Mañeru (Navarra), tío abuelo del dirigente del PP Carlos Iturgaiz, al que le gustaba derrotar, no sólo en el terreno de las cartas, sino también dialécticamente.
YO QUIERO ENTRAR EN ETA
En la etapa de Alemania se hace nacionalista. Allí le «envenenaron», recuerda su hermana Victoria desde San Sebastián. Sus principales contrincantes políticos eran el padre Iturgaiz y el responsable de los curas para los emigrantes de Frankfurt, José Ramón Larrauri, uno de los mejores amigos de Arzalluz de aquella época y, en la actualidad, militante del PNV en Navarra.
Carlistas furibundos, Iturgaiz y Larrauri defendían la tesis de que Navarra es tierra de vascos pero no Euskadi, un ente político artificial y falso creado por el PNV. El forjador del nacionalismo, Sabino Arana y Goiri, constituía para ellos un personaje racista y xenófobo, «una auténtica afrenta para todos los que nos sentimos vascos», remachaba Iturgaiz, ya fallecido.
El jesuita azkoitiano, renegando de sus orígenes familiares carlistas, era un apasionado partidario de la vigencia del pensamiento de Sabino Arana, el Rh negativo de los vascos, la pureza de sangre y la idiosincrasia de su pueblo.
A Arzalluz, aquellos argumentos le hacían enfurecer y siempre contraargumentaba. Volvía a insistir en las supuestas diferencias étnicas, lingüísticas y culturales sustentando así el llamado hecho diferencial vasco, que convertía a los habitantes de Álava, Vizcaya, Navarra y Guipúzcoa en hombres y mujeres cuya historia se pierde en la noche de los tiempos.
(...) Arzalluz vive aquellos momentos de fuerte tensión emocional en los que la Compañía de Jesús toma abiertamente partido por la organización terrorista, que asesina a víctimas inocentes, ya que el supuesto tirano, al que muchos carlistas vascos llevaron al poder, vive cómodamente instalado en el palacio de El Pardo, en Madrid. Allí, rodeado de ayudantes militares y guardaespaldas, resulta inalcanzable a la capacidad operativa de una banda armada todavía incipiente.
En ese contexto, en 1969 y 1970, el hijo de Errexil se reúne en secreto en un piso franco de Getxo (Vizcaya) con varios miembros de ETA en la clandestinidad. No han caído en las redadas de años anteriores y permanecen ocultos a la espera de que se normalicen las cosas. Allí discute hasta largas horas de la madrugada sobre el papel de la lucha armada como vía para resolver los conflictos en un país occidental.
Arzalluz está de acuerdo con casi todos los planteamientos de ETA, pero «cuando se habla del marxismo-leninismo comienza a desbarrar», comenta uno de los contertulios, que pide no ser citado. Educado en Alemania en la década de los sesenta, amigo de la familia Kiesinger, para él, el ejemplo a seguir no era la China de Mao Tse Tung, el Vietcong, el FLN argelino, la guerrilla castrista de Sierra Maestra, ni el Che Guevara, los modelos más discutidos en los ambientes revolucionarios europeos.
«ESTADO LIBRE DE EUSKADI». Su opción era construir Euskadi al estilo del Estado Libre de Baviera, el land de Franz Joseph Strauss, un político alemán nacido en Munich en 1915 y fallecido en 1988, fundador de la ultraconservadora Unión Socialdemócrata y presidente de Baviera en 1978. «A Arzalluz le parecía que con colocar un letrero en Miranda de Ebro (Burgos) que pusiera "Estado Libre de Euskadi", similar al existente a las puertas de Baviera, ya habíamos conseguido nuestras cotas de autogobierno», rememora uno de los ex etarras asistente a las reuniones.
Mario Onaindía, ex etarra, presidente del PSOE de Álava y uno de los hombres más serenos y reflexivos del País Vasco, sostiene que, tras aquel encuentro, Arzalluz estuvo varios días meditando sobre si pedir su ingreso en ETA o en el PNV.
Lo cierto, sin embargo, es que, a sus 38 años, pidió a uno de los asistentes entrevistarse con la cúpula de la banda terrorista para solicitar la admisión en sus filas. Aunque era bastante talludito para empuñar una metralleta o poner una bomba en un cuartel de la Guardia Civil y salir corriendo, de casta le viene al galgo. Con 49 años, una mujer y siete hijos que mantener, su padre lo abandonó todo y se fue a la guerra detrás del general Franco.
(...) En 1970, a través del padre Joseph Xarriton, director del colegio Saint-Joseph, de Hasparren, Javier Arzalluz contacta con Txillardegui. Pronto se da cuenta de que tienen muchos puntos de vista en común y que el frente vasco que propugna el miembro de ETA es la solución para conseguir la independencia de Euskadi.
Me gustaría hacerte una matización: aunque parezca contradictorio, la mayoría del peneuvismo proviene del carlismo. Digamos que despechados por no haber conseguido sus fines dentro de España, muchos carlistas o la mentalidad de los antaño carlistas o como le queramos llamar se pasó al independentismo y al carlismo.