Sobre la reina Sofía, su infancia y juventud en Grecia.

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Se publicó hace diez años en ABC con motivo de su 70 cumpleaños pero no lo había visto hasta ahora, vienen cosas que no sabía, detalles bonitos, aquí lo dejo por si algunos tampoco lo vieron en su momento, no sé si se trajo al foro. :)




Sus años en Grecia: Aprendizaje de una Reina


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La Princesa Sofía, en una foto inédita, nada más recibir
su diploma de Puericultura.

D7 ha recogido los testimonios de algunas de las personas que conocieron a Doña Sofía durante su infancia y juventud, cuando era una joven Princesa que soñaba con conseguir su título de puericultora en la escuela Mitera de Atenas. «Doña Sofía sigue siendo igual de sencilla y atenta»

BEGOÑA CASTIELLA

El 2 de noviembre de 1938 los atenienses contaron con gran ilusión los cañonazos del Monte Licabeto: había nacido el primer hijo de los Príncipes Herederos de Grecia, el apuesto Pablo y la joven Federica. Y fueron veintiún cañonazos: una niña. El parto ocurrió en uno de los saloncitos del pequeño Palacio que ocupaban los Príncipes Herederos en la zona residencial de Psijicó, a pocos kilómetros del centro de la capital, once meses después de su boda, celebrada en la Catedral de Atenas el 9 de enero. Pablo, de 37 años, era uno de los hermanos del Rey Jorge II y su mujer, Federica, de 21, la hija mayor del Duque Ernesto Augusto de Brunswick, Jefe de la Casa de Hannover, y de Victoria Luisa, Princesa de Prusia, única hija del Kaiser Guillermo II de Alemania. Nada más nacer, Sofía estaba emparentada con todas las familias reales importantes europeas del siglo XX. Su nacimiento implicó un día de fiesta nacional y una amnistía general.

La niña fue bautizada el 9 de enero del año siguiente, en una ceremonia formal en el Salón del Palacio Real por el Arzobispo de Atenas y Primado de la Iglesia Ortodoxa griega, Su Beatitud Crisanthos. Una ceremonia sencilla, a la que asistieron la familia más cercana, entre ellos el Rey Jorge, los Duques de Brunswick, padres de la Princesa Federica, y los hermanos y tíos de los Príncipes, las autoridades imprescindibles y los embajadores del Reino Unido e Italia, en representación de dos de las madrinas, la Reina de Inglaterra y la Reina Helena de Italia, que no pudieron acudir. Los periódicos de la época mencionan que fue asimismo apadrinada por su tío el Rey Jorge II, por la Reina de Dinamarca y por su tía la Princesa Irene (en los bautizos ortodoxos se pueden tener varios padrinos y madrinas). Se la bautizó con el nombre de Sofía Margarita Victoria y Federica. Pero desde el primer momento se la conoció sólo como Sofía y en familia Sofi (por Sophie). Y fue Sofía porque, según las memorias de su madre, así lo reclamó la gente que se agolpó el día del nacimiento a la puerta del palacio, siguiendo la tradición griega de poner el nombre de la abuela, en este caso Sofía de Prusia, esposa del Rey Constantino I.

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En barco a Atenas:
Una fiesta monárquica (+)




Durante el Reinado de su tío, Jorge II, la Corte era seria y poco dada a las recepciones. El Rey era un hombre serio y solitario, estaba separado de su esposa, nacida Princesa Isabel de Rumanía, y en los pocos actos públicos a los que acudía solía estar acompañado por los Príncipes Herederos. Dos años después, en 1940, nació el Príncipe Constantino, pero la vida de la familia siguió siendo igual de sencilla. Hasta que la II Guerra Mundial llegó a Grecia, invadida primero por Italia y después por Alemania. La Familia Real se vio obligada a abandonar el país, y el Rey Jorge, junto con los Príncipes y sus dos hijos, abandonan Atenas el 23 de abril de 1941, días antes de la entrada de los alemanes en la capital. Una huida con escala en Creta y en varios otros destinos, entre ellos, Alejandría y Ciudad del Cabo, donde en 1942 nació Irene, la tercera hija de los Príncipes.

Tras la retirada alemana y el restablecimiento de un gobierno provisional, bajo el presidente Yorgos Papandreu, se realizó un referéndum sobre la Corona. Era condición impuesta por Churchill, uno de los políticos que más contribuyó a evitar que Grecia se encontrara tras el Telón de Acero al acabar la guerra. El 65 por ciento de los electores votaron a favor de la Monarquía, y el 28 de septiembre de 1946 regresaron el Rey Jorge y los Príncipes Pablo y Federica al puerto del Pireo; muy poco después lo harían sus hijos. La casa de Psijicó se encontraba un tanto deteriorada, ya que la misma sirvió de residencia a italianos, alemanes e ingleses. Esta vuelta a casa fue la vigesimotercera mudanza de la pequeña Princesa Sofía.

Se abordó entonces el futuro de la educación de los niños, que, con tanta mudanza y cambio de país, hablaban muy bien inglés pero bastante menos griego. De su cuidado se ocupaban la encantadora Mary Athinogeni y la institutriz Miss McNair, «Nursie». Para la instrucción de los niños se convirtieron en aulas los amplios dormitorios del edificio, una para Sofía y otra para Constantino (Irene era demasiado pequeña, pero acudía a las fiestas escolares). Los demás alumnos de aquel «improvisado» centro procedían del colegio público de Psijicó y eran de diferentes clases sociales aunque cuidadosamente seleccionados. La clase de Sofía tenía como profesora a la señora Orsa, y entre sus compañeras se encontraban desde la hija de un almirante, May Panu (su marido, Carolos Papulias, es el actual presidente de la República) hasta la hija del modesto vendedor de madera para chimeneas Angeliki Filipusi y Athiná, cuyo padre había muerto en la guerra.

Dafne Filaktopulu Hatzopulu es una mujer abierta y sonriente, que vive la mayor parte del año en Boston con su marido Yorgos, un brillante ingeniero griego que hizo carrera en EE.UU. Con cariño muestra las pequeñas fotos del álbum de fotos de su infancia como alumna y mejor amiga de la Princesa Sofía en esa pequeña clase. «Mis padres eran profesores y vivíamos en una modesta casa de Psijicó. A la Reina la tuteábamos, pero la llamábamos “Alteza” (en griego Ipsilotati), como si fuera su nombre de pila. Éramos diez alumnas y Sofía se sentaba a mi lado. Nos veíamos también fuera del colegio. Mandaban un coche desde Tatoi (la finca donde residía la mayor parte del año la Familia Real) para recogerme y pasaba horas con ella y los suyos: una familia abierta y amable. Almorzábamos con sus padres, patinábamos en la planta baja. Pero a Sofía le gustaba mucho venir a mi casa, comer el bizcocho de chocolate de mi madre en la merienda y subir a un cuartito diminuto en el ático dónde pasábamos horas jugando. La clase era pequeña, teníamos un uniforme con falda plisada gris y camisa azul, parecido al de los chicos. La clase de al lado era la de Constantino, con sólo chicos, y después se añadió la de Irene. La señorita Athinogeni solía estar en el edificio y el director era el señor Potamianos. Otra de nuestras profesoras fue la señorita Theofano Arvanitopulu, que nos enseñaba griego clásico e historia, y que fue quien hizo que Sofía e Irene se interesaran por la arqueología y excavaran en Tatoi, experiencia de la que escribieron dos libros de ediciones muy limitadas».



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Los Príncipes Sofía, Constantino e Irene, con sus compañeros de clase y la profesora Orsa, celebran la Fiesta Nacional en 1947

«Sofía me invitaba con frecuencia a Tatoi, dónde montábamos a caballo y corríamos por la granja. Un lugar precioso. A Sofía le encantaban los caballos, y se pasaba el día dibujándolos en su cuaderno. Pero no la recuerdo haciendo travesuras. Sus hermanos sí que eran traviesos, e Irene, la más bromista. Sofía era muy cariñosa, estaba siempre pendiente de los demás. Luego, cuando Sofía se fue interna a Alemania, la clase se deshizo y cambiamos de colegio. Perdí el contacto con ella hasta unos meses antes de su primera visita oficial a Grecia en 1998. Un día, estando yo en mi casa en Boston, sonó el teléfono y al contestar oí: “Soy Sofía.” Al principio no comprendí, pero era ella. Esperaba verme en Atenas, en una recepción en la Embajada de España a la que nos habían invitado a las que fuimos sus compañeras. Recuerdo su curiosidad, su inquietud ante la visita. Ella me preguntaba qué le parecería Grecia, cómo iba a encontrar Tatoi... »

La Princesa Sofía pasaba mucho tiempo con su familia en Tatoi, propiedad que tras un largo y complejo proceso judicial pertenece al Estado heleno, después de haber indemnizado a la Familia Real griega (no a Doña Sofía, que cedió sus derechos a su hermano Constantino). En Tatoi, la Familia Real se sentía alejada del protocolo del Palacio, donde residían sólo el tiempo imprescindible. En esta finca Sofía aprendió a amar la naturaleza, acompañando a la Reina Federica, a quien le encantaba montar a caballo, y a su padre, que se ocupaba del jardín (le recuerdan podando personalmente las plantas). Viajaba con frecuencia con sus padres por toda Grecia, sobre todo con su madre. La Reina Federica, mujer dinámica y activa, había fundado varias obras sociales para mejorar la vida en las zonas rurales mas pobres del país, devastadas por la II Guerra Mundial y la guerra civil.

Lena Levidi, hija del Caballerizo Mayor del Rey Pablo, Vladimiro Levidi, fue compañera de Doña Sofía durante un largo período. Lena nos recuerda cómo su padre enseñó a montar a caballo a Sofía en Tatoi, cómo a la Princesa le gustaba recorrer la finca a caballo —pero no participar en concursos hípicos como hacía su hermano— y cuánto quería a los animales. «No se cansaba nunca, y jamás la oí quejarse. Siempre sonriente, en las clases de danzas griegas, en las regatas, de acampada, en los actos oficiales… Recuerdo su boda, a la que mi familia estaba invitada. Mi padre había preparado el cortejo y supervisado personalmente la restauración de la carroza que la llevó hasta las dos catedrales… Todo fue una maravilla. Lo vivimos con emoción… el Príncipe Juan Carlos nos parecía tan guapo...»

Para Lena, su compañera de juegos, «Alteza», es ahora «Majestad» —confiesa no poder llamarla de otra manera, ni tutearla—. Pero la sigue viendo cada vez que viaja a Grecia, ahora con más frecuencia. «No ha cambiado nada. Sigue siendo igual de sencilla y atenta, y todos los griegos están orgullosos de ella». Aunque muchos no sean monárquicos. En los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004, Lena, actual presidenta del Club Hípico de Atenas, tuvo ocasión de ver a la Reina durante las pruebas de hípica.

Los siguientes cuatro años los pasa Doña Sofía interna en las Escuelas Kurt Hahn de Salem, en Alemania, que dirigía un hermano de su madre, el Principe Jorge Guillermo de Hannover. Allí vivió por primera vez alejada de su familia y en su entorno sólo se hablaba alemán. A su regreso comenzó estudios de puericultura en el Centro Mitera (madre, en griego) en Atenas, en 1956. Este centro educativo fue creado un año antes por el profesor Spiros Doxiadis, respetado pediatra que atendió siempre a la Familia Real. En los primeros años, eran escasas las alumnas, todas chicas e internas, que se encargaban de cuidar a unos cien niños, en su mayoría huérfanos o abandonados que esperaban ser adoptados. Ahora es una escuela técnica, cuyo alumnado es mixto.

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El regreso (+)



Sofía era la única alumna a la que se permitió no estar interna, pero siguió rigurosamente los dos años del curso, sin apenas faltar y graduándose con normalidad. Su compañera y fiel amiga, Ioana Raváni, recuerda que a veces tenía que acompañar a sus padres en actos oficiales, pero que no faltaba a las guardias y hacía sus trabajos como las demás, desde limpiar a los niños hasta fregar ventanas. Conducía un pequeño Volkswagen, en el que llegaba puntual a las seis de la mañana. «Quería saber qué hacíamos, cómo vivíamos, que se lo contáramos todo. Le gustaban mucho los niños y se notaba».

Cuando faltaba el doctor Doxiadis, le sustituía su ayudante, el doctor Costis Alexopulos, quien recuerda de Doña Sofía «lo seria que era en clase, donde siempre estaba atenta... y nunca copiaba en los exámenes». La mujer del doctor Alexopulos, Nelly Duvlari, conocía a la Reina desde pequeña y compartía con ella clases de baile, regatas de vela, bailes y fiestas. Nelly también asistió al Centro Mitera, donde, sin ser alumna oficial, iba varios días a la semana. En cierta ocasión Doña Sofía la llamó y pasó a recogerla en su coche, se fueron juntas a la Plaza de la Constitución a tomar una rosquilla con sésamo, de las que se siguen vendiendo por las calles griegas. Y luego le pidió que, antes de volver a Tatoi, le dejara visitar su casa. «En esa época, casi sin teléfono, no pude avisar a mi madre. Ese día estaba preparando una cena para los directores del Hospital Evangelismos, donde mi padre trabajaba como médico otorrino. Tenías que ver la cara de mi madre cuando nos presentamos las dos en la puerta. Sofía quería ver mi cuarto...»

http://www.abc.es/informacion/Aniversario_Reina/grecia.asp
 
Este artículo dice que los entonces príncipes herederos Pavlos y Federika vivían en un palacete en el barrio Psikikó.
El tal palacete era una casa normal, grande, pero muy fea....al menos por fuera.
 
Y ahora que nos han contado como se forjo una reina , queremos saber como y cuando se forjo la de Valdebernardo , que vamos tienen bien calladito el secreto, solo sabemos algunas cosillas a partir de haber cumplido los 30 , como Jesucristo.
 
Y ahora que nos han contado como se forjo una reina , queremos saber como y cuando se forjo la de Valdebernardo , que vamos tienen bien calladito el secreto, solo sabemos algunas cosillas a partir de haber cumplido los 30 , como Jesucristo.
De acuerdo a su conducta y respeto hacia los demás (valores que se aprenden en casa) yo diría que como periodista hubiese tenido un mejor futuro. No entiendo cómo Felipe pudo enamorarse de una mujer tan "ordinaria" e insegura al punto de maltratar a los demás y carecer de auto control.
Respuesta: Letizia y la Corona son como agua y aceite.
 
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