¿Sin Juan Carlos I vivimos mejor?

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¿Sin Juan Carlos I vivimos mejor?

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Se cumplen dos años de la abdicación de Juan Carlos I y este querido país llamado España sigue en la estacada. Tal podría ser el resumen de un bienio desaprovechado por mor de muchas cosas, entre ellas y quizá la más importante, de la existencia de una clase política que se aferra a sus posiciones de privilegio como una lapa y que tendría que haberse jubilado al mismo tiempo que el Monarca, porque su tiempo ya ha pasado. Un bienio en el que este querido país llamado España ha desaprovechado el influjo reformador y de cambio, siquiera indirecto, que la llegada al trono de un rey como Felipe VI, aparentemente no contaminado por la corrupción, pudiera haber supuesto en la tarea de abordar esas reformas de fondo que tantos españoles están demandando y que se resumen en la necesidad imperiosa de mejorar radicalmente la calidad de nuestra democracia y acabar con la corrupción. Tiempo perdido.

La de Juan Carlos I fue una monarquía cuasi patrimonial acostumbrada, sobre todo después del 23-F, a hacer su real voluntad por culpa del comportamiento de los sucesivos Gobiernos

Es evidente que la de Juan Carlos I fue una monarquía cuasi patrimonial acostumbrada, sobre todo después del 23-F, a hacer su real voluntad por culpa del comportamiento de los sucesivos Gobiernos y sus Parlamentos, que optaron por rehuir su responsabilidad en el control de las actividades del titular de la Corona, al permitir en la práctica su funcionamiento como un poder autónomo, alejado del control democrático y envuelto en un velo de espesa opacidad. Los sucesivos presidentes del Gobierno –en particular Felipe González y José María Aznar, porque los que vinieron después no eran sino simples piezas de un engranaje que no controlaban- se comportaron como auténticos alcahuetes dispuestos a mirar hacia otro lado, como si los españoles que han venido votando a lo largo de estas décadas a los partidos que representan, los partidos del turno, estuvieran condenados a asistir en silencio a las tropelías del titular de la Corona, agradecidos todos como teníamos que estar por el hecho de que hubiera decidido traicionar un día los Principios Fundamentales del Movimiento que juró defender ante Franco, y eso le otorgara patente de corso para hacer de su capa un sayo.

Uno de los mayores éxitos del juancarlismo, si no el que más, consistió en mantener los escándalos de la Corona encerrados bajo siete llaves, lejos de la opinión pública, gracias a ese pacto no escrito con los medios de comunicación que hasta el accidente de Botswana funcionó como una ley de hierro, según el cual lo que ocurría en la casa real era, y en parte sigue siendo, tema tabú, un asunto del que no había que hablar. La cortina de silencio, con todo, se hubiera rasgado más pronto que tarde de no ser por los efectos anestésicos que el crecimiento económico experimentado por el país en estas décadas surtió sobre el inconsciente colectivo. Al españolito de a pie no le importaba demasiado que el Rey se estuviera enriqueciendo de manera nada ortodoxa siempre y cuando él y los suyos pudieran participar del creciente bienestar colectivo proporcionado por el desarrollo, la sanidad universal, la educación gratuita, el consumo, las vacaciones para todos… Todo se vino abajo con el mencionado accidente de caza (“Lo siendo, me he equivocado. No volverá a ocurrir”) junto a ladyCorinna, y con la crisis económica que de forma abrupta ha obligado a tantos españolitos que un día se creyeron ricos a echar pie a tierra de una realidad mucho más dura de la que nunca imaginaron.

Una Institución Monárquica muy dañada

Hace dos años, Felipe VI ocupó la cabecera de una Institución Monárquica muy dañada, muy desprestigiada fuera de los ambientes de la derecha tradicional, particularmente entre las generaciones jóvenes, y en medio de una crisis política e institucional de caballo, aderezado todo ello por su correlato de crisis económica, la mayor que España haya conocido en muchas décadas. Siempre hemos sostenido aquí que, situado en el vértice de la pirámide institucional, la responsabilidad de Juan Carlos I en ese Estado de Corrupción en que parece haber devenido nuestro sistema político es inmensa, porque a él competía por encima de todo y de todos el haber sido ejemplo de honradez y probidad no ya en los temas de equilibrio familiar, en los escándalos de faldas, más bien de bragas, que han jalonado su reinado, sino sobre todo en los casos de corrupción que le han convertido en una de la grandes fortunas españolas. Manga el rey, manguemos todos.

En estos últimos dos años, en estos primeros meses de 2016, España y los españoles vivimos nadando asqueados en un mar de corrupción que no parece tener fin

En estos últimos dos años, en estos primeros meses de 2016, España y los españoles vivimos nadando asqueados en un mar de corrupción que no parece tener fin. Es verdad que todos, o casi, son casos viejos, y que la Justicia, mal que bien, parece ir ajustando cuentas con los trapaceros, pero la pura y dura realidad es que la corrupción se ha instalado firmemente entre nosotros, ha echado raíces muy profundas en nuestra sociedad, hasta el punto de que hoy parece muy difícil imaginar una sola operación del sector público donde no se hayan trajinado comisiones, donde no se haya vulnerado la ley, donde el político de turno no se haya enriquecido ilícitamente. Y la corrupción, además de ser una ofensa moral a los millones de españoles capaces de hacer honradamente su trabajo, es un robo al patrimonio colectivo en tanto en cuanto limita el crecimiento económico, resta oportunidades a la libre competencia y esquilma los impuestos que pagamos todos.

En contra de lo que afirmaba algún palanganero disfrazado de predicador de aldea, partidario de que “un rey tenía que morir en la cama” porque lo decía él, aquí nos manifestamos desde la fundación de este diario a favor de la abdicación de Juan Carlos I porque nos parecía decisión lógica y llena de sentido común, conditio sine qua nonpara, a partir de esa piedra miliar, intentar restañar la moral pública y abordar la recuperación del prestigio perdido de las instituciones. El ciclo político que se inició con la muerte de Franco ha durado casi 43 años y ha venido a morir un mes de junio de 2014 con la abdicación de su principal protagonista. Es obvio que España y los españoles están obligados a intentar diseñar otro nuevo ciclo capaz de transportar en paz y en prosperidad a las nuevas generaciones durante otros 40 años, más o menos hasta el 2050, lo cual significa seguramente abrir la Constitución y, sin la menor duda, arreglar los desperfectos de todo orden que se han ido adhiriendo a las ruedas del sistema, regenerarlo, mejorarlo, limpiarlo de mierda, ennoblecerlo y hacerlo digno de un proyecto capaz de embarcar en su seno a todos los españoles de buena voluntad.

¿Hasta cuándo abusaréis de nuestra paciencia?

Pero esa cuestión no está hoy en el frontispicio de las preocupaciones de nuestra clase política. A poco más de cuatro semanas de unas nuevas elecciones que se adivinan trascendentales, ningún político responde a la pregunta clave de ¿Qué demonios quiere usted hacer con España? ¿Cómo le gustaría a usted que fuera España en el año 2050? ¿Qué decisiones adoptaría usted para hacer de esta España arruinada por una panda de corruptos un país más libre (más liberal), más justo, más respetado, más competitivo, más rico, un país digno de ser vivido, un país del que uno pudiera sentirse razonada, apacible y democráticamente orgulloso? No hay proyecto ninguno de los discursos inanes, en las declaraciones estúpidas, que escuchamos a diario. No hay ideología. No hay deseo de cambio serio alguno. Porque nuestra clase política no quiere cambiar, porque sólo aspira a exprimir las ubres de la vaca hasta que el pobre animal no pueda más, y/o, a lo sumo, a un lampedusiano lavado de fachada que salvaguarde el dorado statu quo.

Mariano Rajoy ya ha anunciado que si es elegido presidente del Gobierno hará exactamente lo mismo que ha venido haciendo desde Noviembre de 2011, es decir, nada o casi nada. Rajoy y este Partido Popular anquilosado, apolillado, podrido, se han convertido en un riesgo serio que amenaza la prosperidad de los españoles; un líder y un partido que tienen como rehenes a 7/8 millones de ciudadanos obligados a votarles asustados ante la atroz alternativa de las ofertas bolivarianas que ven en frente. Y otro tanto ocurre en un PSOE desnortado, que dirige un galán aventurero a quien se le llena la boca reclamando un “cambio” que no significa otra cosa que el viejo “quítate tú para ponerme yo”. Dos años perdidos por culpa de una clase política inane. Dos años con España estancada, sin proyecto de futuro, convertida en un erial donde reina la corrupción y no deja de crecer la amargura y el resentimiento de las oportunidades perdidas. ¿Hasta cuándo seguiréis abusando de nuestra paciencia?
 
http://www.elespanol.com/espana/20160601/129237841_0.html

El preocupado 'dolce far niente' de Juan Carlos I entre Palm Beach y Las Ventas
Crece su inquietud por el avance de la izquierda, la debilidad de la marca España y la falta de solidez de la reina Letizia.

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Casi nada en Zarzuela es baladí. Este miércoles, Juan Carlos I ha vuelto al palco de Las Ventas para presidir la corrida de la Beneficiencia, donde hace dos años lo ovacionaron tras su abdicación. Este jueves, el rey emérito continúa agendado junto al resto de los adultos de la familia real: él irá al museo naval de San Fernando (Cádiz); la reina Sofía a Salamanca para un simposio sobre alzheimer, y los reyes Felipe y Letizia estarán en Madrid por partida doble y juntos (primero en una audiencia científica en La Zarzuela y después en la Real Academia de la Historia).

Esta sobreexposición real coincide con el segundo aniversario de la abdicación y lleva el sello de Zarzuela, donde los monarcas hablan a través de gestos: el 2 de junio de 2014 cambió el titular de la Corona, pero la institución monárquica continúa sana y fuerte en España, es el mensaje a trasladar.

¿Y Juan Carlos I? ¿Cómo está él después de dejarlo abruptamente tras pasar 38 años y medio en el trono? Personas cercanas que conversan a menudo con él trasladan el retrato de un hombre de 78 años físicamente limitado y mentalmente alerta que siente un cierto “desengaño” dos años después de abdicar. Ha reducido mucho sus actos institucionales, que superaron la treintena en el primer año: este jueves en la Isla de León protagoniza tan solo el cuarto evento en lo que va de año.

Antes, entre enero y junio, ha hecho solo Guatemala, Villaverde (Madrid) y Basilea (Suiza). “Se queja de que todo el mundo le insistía en que tenía que abdicar, y ahora se pregunta si era para esto. Echa de menos hablar con todos los protagonistas, influir, mandar”, afirma un viejo conocido.

INVIERNO EN FLORIDA

El primer año resultó mejor, a juzgar por el relato de personas cercanas a él. Estrenó libertad de acción. Fue acogido con los brazos abiertos por sus amigos millonarios dentro y fuera de España. Arregló sus asuntos personales y ratificó públicamente su divorcio de hecho, no de derecho, con la reina Sofía.

El domingo 20 de noviembre de 2015 celebró los 40 años de su llegada al trono de manera deslucida: almorzó solo con su amigo Miguel Arias en La Moraleja y por la tarde visitó el Rastrillo con su hermana doña Pilar. Su vida familiar es inexistente: los mayores lazos, con la infanta Elena y su hija Victoria Federica.

Este 2016 comenzó en Los Angeles. Pasó su cumpleaños, el pasado 6 de enero, en Beverly Hills en el hotel donde se rodó la película Pretty Woman. Hibernó en Florida acogido por los Fanjul, los reyes de la caña de azúcar. Allí “no se ha perdido un almuerzo o una cena”, según una aristócrata europea casada con un multimillonario estadounidense que ha coincidido con él más de una vez durante la season en la soleada península americana.

Volvió a España para inaugurar la temporada de caza y dedicarse a sus aficiones: viajes, toros, vela, gastronomía, coches y amigos. Un dolce far niente con varios viajes a la Península Arábiga, donde están algunos de sus mejores amigos en el extranjero y donde es tratado “a cuerpo de rey”, según la descripción de otro gran conocido.

MARCA ESPAÑA
Esta jubilación dorada- su hijo le mantiene un salario de 190.000 euros anuales- se ve ensombrecida por tres inquietudes, según las fuentes consultadas: el avance de la izquierda en España, la debilidad de la marca España y la falta de solidez de la reina Letizia.

Sigue la actualidad política y la comenta con intensidad. El día de la sesión de investidura de Pedro Sánchez pidió una televisión en la finca de Juan Abelló en la que estaba para seguir el debate en el Congreso de los Diputados. “Le preocupa mucho el ascenso de la izquierda en este país”, explica un viejo conocido que conversa con él a menudo de política. “Se lamenta de que los partidos constitucionalistas- PP, PSOE y Cs- no fueran capaces de llegar a un acuerdo. La gran coalición que defiende Felipe González es la única solución que ve para impedir que la izquierda radical se haga con el poder en España”.

Su segunda preocupación: la falta de presencia internacional de España. Su abdicación ha coincidido con el inicio de un largo periodo electoral, aún inconcluso, que está minando la política exterior española. “Hemos perdido al rey Juan Carlos, que era un gran activo en el exterior, y su hijo aún está verde”, explica un empresario. La incertidumbre política ha empeorado la situación: Felipe VI ha cancelado los cuatro viajes que tenía en la primera mitad de este año.

LA REINA LETIZIA
El próximo 26 de junio, el día de las elecciones, irá a Panamá para inaugurar el canal. Felipe VI debe de permanecer en España y el Gobierno ha reconocido que en el gran día de la marca España tiene que haber alguien más institucional que un ministro de Asuntos Exteriores en funciones como José Manuel García Margallo, según fuentes oficiales. “Desde el primer momento se puso a disposición del rey en lo que pueda servir a la insitución”, explican en Zarzuela.

Un ejemplo: reemplazó en mayo a Felipe VI en Basilea durante el partido entre el Sevilla y el Liverpool. El presidente del Sevilla, José Castro, se quejó públicamente de que la ausencia del rey, pero Felipe VI no podía ir porque tenía un viaje a Castilla-La Mancha.

Sigue mirando de reojo a la reina consorte, como ha hecho desde el inicio de su relación. Le inquieta lo que ha denominado “solidez” de Letizia Ortiz. Reconoce que su comportamiento en los actos oficiales es impecable pero ha oído quejas de personas destacadas que han coincidido con ella en comidas y cenas oficiales y que se sienten confundidos ante “episodios de falta de atención” por parte de la reina.

REGATA CLÁSICA
Con su nuera comparte los índices más bajos de popularidad entre los españoles, según la última encuesta realizada por EL ESPAÑOL el pasado abril. Tan solo el 30% de los españoles tiene una opinión positiva del rey emérito. Son una minoría pero muy entusiasta. Así se ha comprobado en las corridas de Madrid, Jerez, Sevilla o Brihuegas.

En el mundo de la vela, la afición es igualmente calurosa. El año pasado, su amigo Josep Cusí lideró a un grupo de conocidos que le compró un velero de 1929 en Finlandia. Le hace mucha ilusión, según sus allegados, participar a finales de julio en la regata clásica que este año se celebra en el Puerto de Santa María. Allí podrá subir a ese otro clásico- el Hispania- que mandó construir su abuelo, Alfonso XIII.

Pero más que los regatistas, son los amantes del toreo sus grandes admiradores. En la feria de Jerez, uno de los presentes en la plaza se fijó en que Juan Carlos I evitó taparse mientras llovía para correr igual suerte que los toreros: “Fue el único que no aceptó el capote. Eso solo lo hace un rey”


 
"Sigue mirando de reojo a la reina consorte, como ha hecho desde el inicio de su relación. Le inquieta lo que ha denominado “solidez” de Letizia Ortiz. Reconoce que su comportamiento en los actos oficiales es impecable pero ha oído quejas de personas destacadas que han coincidido con ella en comidas y cenas oficiales y que se sienten confundidos ante “episodios de falta de atención” por parte de la reina."

La KK sigue sin convencer en su función Institucional.
Son dardos envenenados que se me escapa que pretenden en estos momentos tan delicados que atraviesa nuestro país.
La querrán dar por amortizada y largarla???
 
http://www.elespanol.com/espana/20160601/129237841_0.html

El preocupado 'dolce far niente' de Juan Carlos I entre Palm Beach y Las Ventas
Crece su inquietud por el avance de la izquierda, la debilidad de la marca España y la falta de solidez de la reina Letizia.

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Casi nada en Zarzuela es baladí. Este miércoles, Juan Carlos I ha vuelto al palco de Las Ventas para presidir la corrida de la Beneficiencia, donde hace dos años lo ovacionaron tras su abdicación. Este jueves, el rey emérito continúa agendado junto al resto de los adultos de la familia real: él irá al museo naval de San Fernando (Cádiz); la reina Sofía a Salamanca para un simposio sobre alzheimer, y los reyes Felipe y Letizia estarán en Madrid por partida doble y juntos (primero en una audiencia científica en La Zarzuela y después en la Real Academia de la Historia).

Esta sobreexposición real coincide con el segundo aniversario de la abdicación y lleva el sello de Zarzuela, donde los monarcas hablan a través de gestos: el 2 de junio de 2014 cambió el titular de la Corona, pero la institución monárquica continúa sana y fuerte en España, es el mensaje a trasladar.

¿Y Juan Carlos I? ¿Cómo está él después de dejarlo abruptamente tras pasar 38 años y medio en el trono? Personas cercanas que conversan a menudo con él trasladan el retrato de un hombre de 78 años físicamente limitado y mentalmente alerta que siente un cierto “desengaño” dos años después de abdicar. Ha reducido mucho sus actos institucionales, que superaron la treintena en el primer año: este jueves en la Isla de León protagoniza tan solo el cuarto evento en lo que va de año.

Antes, entre enero y junio, ha hecho solo Guatemala, Villaverde (Madrid) y Basilea (Suiza). “Se queja de que todo el mundo le insistía en que tenía que abdicar, y ahora se pregunta si era para esto. Echa de menos hablar con todos los protagonistas, influir, mandar”, afirma un viejo conocido.

INVIERNO EN FLORIDA


El primer año resultó mejor, a juzgar por el relato de personas cercanas a él. Estrenó libertad de acción. Fue acogido con los brazos abiertos por sus amigos millonarios dentro y fuera de España. Arregló sus asuntos personales y ratificó públicamente su divorcio de hecho, no de derecho, con la reina Sofía.

El domingo 20 de noviembre de 2015 celebró los 40 años de su llegada al trono de manera deslucida: almorzó solo con su amigo Miguel Arias en La Moraleja y por la tarde visitó el Rastrillo con su hermana doña Pilar. Su vida familiar es inexistente: los mayores lazos, con la infanta Elena y su hija Victoria Federica.

Este 2016 comenzó en Los Angeles. Pasó su cumpleaños, el pasado 6 de enero, en Beverly Hills en el hotel donde se rodó la película Pretty Woman. Hibernó en Florida acogido por los Fanjul, los reyes de la caña de azúcar. Allí “no se ha perdido un almuerzo o una cena”, según una aristócrata europea casada con un multimillonario estadounidense que ha coincidido con él más de una vez durante la season en la soleada península americana.

Volvió a España para inaugurar la temporada de caza y dedicarse a sus aficiones: viajes, toros, vela, gastronomía, coches y amigos. Un dolce far niente con varios viajes a la Península Arábiga, donde están algunos de sus mejores amigos en el extranjero y donde es tratado “a cuerpo de rey”, según la descripción de otro gran conocido.

MARCA ESPAÑA

Esta jubilación dorada- su hijo le mantiene un salario de 190.000 euros anuales- se ve ensombrecida por tres inquietudes, según las fuentes consultadas: el avance de la izquierda en España, la debilidad de la marca España y la falta de solidez de la reina Letizia.

Sigue la actualidad política y la comenta con intensidad. El día de la sesión de investidura de Pedro Sánchez pidió una televisión en la finca de Juan Abelló en la que estaba para seguir el debate en el Congreso de los Diputados. “Le preocupa mucho el ascenso de la izquierda en este país”, explica un viejo conocido que conversa con él a menudo de política. “Se lamenta de que los partidos constitucionalistas- PP, PSOE y Cs- no fueran capaces de llegar a un acuerdo. La gran coalición que defiende Felipe González es la única solución que ve para impedir que la izquierda radical se haga con el poder en España”.

Su segunda preocupación: la falta de presencia internacional de España. Su abdicación ha coincidido con el inicio de un largo periodo electoral, aún inconcluso, que está minando la política exterior española. “Hemos perdido al rey Juan Carlos, que era un gran activo en el exterior, y su hijo aún está verde”, explica un empresario. La incertidumbre política ha empeorado la situación: Felipe VI ha cancelado los cuatro viajes que tenía en la primera mitad de este año.

LA REINA LETIZIA

El próximo 26 de junio, el día de las elecciones, irá a Panamá para inaugurar el canal. Felipe VI debe de permanecer en España y el Gobierno ha reconocido que en el gran día de la marca España tiene que haber alguien más institucional que un ministro de Asuntos Exteriores en funciones como José Manuel García Margallo, según fuentes oficiales. “Desde el primer momento se puso a disposición del rey en lo que pueda servir a la insitución”, explican en Zarzuela.

Un ejemplo: reemplazó en mayo a Felipe VI en Basilea durante el partido entre el Sevilla y el Liverpool. El presidente del Sevilla, José Castro, se quejó públicamente de que la ausencia del rey, pero Felipe VI no podía ir porque tenía un viaje a Castilla-La Mancha.

Sigue mirando de reojo a la reina consorte, como ha hecho desde el inicio de su relación. Le inquieta lo que ha denominado “solidez” de Letizia Ortiz. Reconoce que su comportamiento en los actos oficiales es impecable pero ha oído quejas de personas destacadas que han coincidido con ella en comidas y cenas oficiales y que se sienten confundidos ante “episodios de falta de atención” por parte de la reina.

REGATA CLÁSICA

Con su nuera comparte los índices más bajos de popularidad entre los españoles, según la última encuesta realizada por EL ESPAÑOL el pasado abril. Tan solo el 30% de los españoles tiene una opinión positiva del rey emérito. Son una minoría pero muy entusiasta. Así se ha comprobado en las corridas de Madrid, Jerez, Sevilla o Brihuegas.

En el mundo de la vela, la afición es igualmente calurosa. El año pasado, su amigo Josep Cusí lideró a un grupo de conocidos que le compró un velero de 1929 en Finlandia. Le hace mucha ilusión, según sus allegados, participar a finales de julio en la regata clásica que este año se celebra en el Puerto de Santa María. Allí podrá subir a ese otro clásico- el Hispania- que mandó construir su abuelo, Alfonso XIII.

Pero más que los regatistas, son los amantes del toreo sus grandes admiradores. En la feria de Jerez, uno de los presentes en la plaza se fijó en que Juan Carlos I evitó taparse mientras llovía para correr igual suerte que los toreros: “Fue el único que no aceptó el capote. Eso solo lo hace un rey”

Si, esta preocupadisimo, ni duerme por las noches como con los jóvenes parados....
 
Por qué Felipe González quiso acelerar la abdicación y Rubalcaba retrasarla
El historiador Juan Francisco Fuentes aborda en un ensayo los apoyos políticos de los socialistas a Juan Carlos I, así como las claves de la abdicación


El expresidente del Gobierno Felipe González. - Imagen EFE
El Partido Socialista fue fundamental en la maniobra política de la abdicación de Juan Carlos I. Qué interés tenía Felipe González en acelerarla y cuáles otros, como Alfredo Pérez Rubalcaba, para retrasarla al máximo. Las claves aparecen en las páginas de Con el rey y contra el rey (La Esfera de los Libros), libro en el que el historiador Juan Francisco Fuentes muestra el giro del PSOE desde el republicanismo al juancarlismo. La lucha de fuerzas internas del partido y los intereses políticos de cara al fin del reinado de Juan Carlos I forman parte de esta entrevista con Fuentes.

"Felipe González intenta acelerar la abdicación porque sabe que al rey se le ha acabado el tiempo y Alfredo Pérez Rubalcaba intenta alargarlo"
"Felipe González intenta acelerar la abdicación porque sabe que al rey se le ha acabado el tiempo y Alfredo Pérez Rubalcaba intenta alargarlo y llegar al Congreso del PSOE para tener la situación bajo control y evitar que la abdicación se produzca en un momento de vacío de poder en el partido”, explica. Sin embargo hay algo más: la confrontación que eso genera y sus consecuencias en el PSOE. Con el rey y contra el rey cuenta, en palabras de sus editores, una historia muy difícil de escribir y muy fácil de leer: cómo el Partido Socialista, fundado en 1879 en plena Restauración canovista, evolucionó desde su tradicional hostilidad a la Corona a su firme compromiso con la monarquía constitucional encarnada en Juan Carlos I, definida en alguna ocasión como una “república coronada”.

"Ese giro copernicano sería incomprensible sin la dura experiencia de la clandestinidad y del exilio posterior a la Guerra Civil”, asegura Fuentes refiriéndose a una situación que llevó a los principales dirigentes socialistas a considerar inviable una restauración de la Segunda República. En este ensayo publicado por la Esfera de los Libros, Fuentes se propone desmontar el mito republicano del partido fundado por Pablo Iglesias en el siglo XIX. Según el autor, el apoyo o rechazo de los socialistas a la monarquía ha dependido de las circunstancias. Se trata de un asunto “accidental” y eso es justamente lo que ha permitido sobrevivir durante todos estos años en los diferentes regímenes. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense y especializado en el socialismo español, habla sobre algunos de estos temas.

-¿Quién es, incluso a día de hoy, la figura más visible del PSOE en una relación directa con Juan Carlos I?

-Sin duda, Felipe González, aunque Juan Carlos I mantuvo muy buena relación con las diversas generaciones de dirigentes socialistas que se han sucedido de la transición a nuestros días.

-El PSOE tuvo un papel decisivo en el hecho de que Juan Carlos pudiera abdicar a tiempo, con un congreso a favor, ¿pero de qué tipo y quién fue la figura clave?

-Lo de un "congreso a favor" estaba por ver: podía haber sido un congreso en contra. Lo que explico en el libro es una situación sumamente delicada porque hay un conflicto en los tiempos que afecta a los dos líderes socialistas que intervienen en el proceso: Felipe González intenta acelerar la abdicación porque sabe que al rey se le ha acabado el tiempo y Alfredo Pérez Rubalcaba intenta alargarlo y llegar al Congreso del PSOE para tener la situación bajo control y evitar que la abdicación se produzca en un momento de vacío de poder en el partido. Felipe y Rubalcaba son las dos personas clave. Lo curioso es que, buscando lo mismo -la salvación de la monarquía constitucional-, manejan tiempos completamente distintos que podían entrar en colisión.

-Hasta qué punto o cómo ha sido 'la gratitud' de unos para con otros (PSOE-Rey) en su dinámica de apoyos.

-Esa es una vieja teoría de la derecha y especialmente de la extrema derecha: que la Corona y el PSOE se vienen tapando las vergüenzas mutuamente.

-¿Cómo lleva el PSOE algunos temas relacionados con Juan Carlos I: posibles comisiones (el AVE a la meca, por ejemplo) o la participación de figuras como Corinna en una agenda pública española?

-Provoca incomodidad, pero creo que el PSOE ha hecho borrón y cuenta nueva con el fin del reinado de Juan Carlos I y ahora está en otra cosa. Si alguien en la izquierda está pensando en abrirle un juicio político a Juan Carlos I debería leer lo que cuento en mi libro sobre el proceso que le abrieron las Cortes de la República a Alfonso XIII. Una "pamplina", según Indalecio Prieto.

-¿Qué líder del PSOE ha tenido una relación más bronca con Juan Carlos I?

-Creo que con el PSOE pasa lo mismo que con el conjunto de las fuerzas políticas constitucionales: las relaciones más difíciles y la actitud más crítica con Juan Carlos I hay que buscarlas en la derecha. Con el PSOE ocurre algo parecido: sus líderes más críticos con el rey están en el ala derecha. La izquierda del partido, en general, se ha llevado muy bien con él. Zapatero, por ejemplo, mantuvo una excelente relación personal e institucional con Juan Carlos l.

-Plantea que el apoyo o rechazo de los socialistas a la monarquía ha dependido de las circunstancias, es “accidental”. ¿De qué forma se proyecta eso sobre el momento actual en el que ambos atraviesan una árida etapa de descrédito?

-El accidentalismo del PSOE encaja también en esta coyuntura: la idea de que hay cosas mucho más importantes que la forma de gobierno. Lo dijo Largo Caballero, el llamado "Lenin español", en 1945: lo importante es la libertad, luego que cada cual le ponga el nombra que quiera.

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-Sobre lo anterior,¿ cómo es esa misma relación con Felipe VI?


-Creo que es una buena relación favorecida por el cambio generacional que se ha producido a la vez en la Corona y en el PSOE. Sería fácil establecer un paralelismo con Juan Carlos I y Felipe González, cuya "complicidad" generacional fue decisiva en su entendimiento. Felipe VI y Pedro Sánchez tienen la misma diferencia de edad (cuatro años a favor del rey) que Juan Carlos I y González. Pero ese paralelismo puede ser un poco engañoso. No creo que el actual rey y el actual líder del PSOE lleguen nunca al nivel de entendimiento que tuvieron sus predecesores, entre otras cosas porque el recorrido de Pedro Sánchez al frente del PSOE puede ser mucho más corto que el de González.
 
¿Dice que la ex de Guerrero va a inaugurar el canal de Panama? ¿ que tiene que estar alguien mas que el ministro de Asuntos Exteriores ? ( seguro que la ministra de obras publicas tambien estará ¿ no es suficiente representacion? ¿ que puede aportar la presencia de la Sra. de los compiyoguis?
 
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¿Sin Juan Carlos I vivimos mejor?

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Se cumplen dos años de la abdicación de Juan Carlos I y este querido país llamado España sigue en la estacada. Tal podría ser el resumen de un bienio desaprovechado por mor de muchas cosas, entre ellas y quizá la más importante, de la existencia de una clase política que se aferra a sus posiciones de privilegio como una lapa y que tendría que haberse jubilado al mismo tiempo que el Monarca, porque su tiempo ya ha pasado. Un bienio en el que este querido país llamado España ha desaprovechado el influjo reformador y de cambio, siquiera indirecto, que la llegada al trono de un rey como Felipe VI, aparentemente no contaminado por la corrupción, pudiera haber supuesto en la tarea de abordar esas reformas de fondo que tantos españoles están demandando y que se resumen en la necesidad imperiosa de mejorar radicalmente la calidad de nuestra democracia y acabar con la corrupción. Tiempo perdido.

La de Juan Carlos I fue una monarquía cuasi patrimonial acostumbrada, sobre todo después del 23-F, a hacer su real voluntad por culpa del comportamiento de los sucesivos Gobiernos

Es evidente que la de Juan Carlos I fue una monarquía cuasi patrimonial acostumbrada, sobre todo después del 23-F, a hacer su real voluntad por culpa del comportamiento de los sucesivos Gobiernos y sus Parlamentos, que optaron por rehuir su responsabilidad en el control de las actividades del titular de la Corona, al permitir en la práctica su funcionamiento como un poder autónomo, alejado del control democrático y envuelto en un velo de espesa opacidad. Los sucesivos presidentes del Gobierno –en particular Felipe González y José María Aznar, porque los que vinieron después no eran sino simples piezas de un engranaje que no controlaban- se comportaron como auténticos alcahuetes dispuestos a mirar hacia otro lado, como si los españoles que han venido votando a lo largo de estas décadas a los partidos que representan, los partidos del turno, estuvieran condenados a asistir en silencio a las tropelías del titular de la Corona, agradecidos todos como teníamos que estar por el hecho de que hubiera decidido traicionar un día los Principios Fundamentales del Movimiento que juró defender ante Franco, y eso le otorgara patente de corso para hacer de su capa un sayo.

Uno de los mayores éxitos del juancarlismo, si no el que más, consistió en mantener los escándalos de la Corona encerrados bajo siete llaves, lejos de la opinión pública, gracias a ese pacto no escrito con los medios de comunicación que hasta el accidente de Botswana funcionó como una ley de hierro, según el cual lo que ocurría en la casa real era, y en parte sigue siendo, tema tabú, un asunto del que no había que hablar. La cortina de silencio, con todo, se hubiera rasgado más pronto que tarde de no ser por los efectos anestésicos que el crecimiento económico experimentado por el país en estas décadas surtió sobre el inconsciente colectivo. Al españolito de a pie no le importaba demasiado que el Rey se estuviera enriqueciendo de manera nada ortodoxa siempre y cuando él y los suyos pudieran participar del creciente bienestar colectivo proporcionado por el desarrollo, la sanidad universal, la educación gratuita, el consumo, las vacaciones para todos… Todo se vino abajo con el mencionado accidente de caza (“Lo siendo, me he equivocado. No volverá a ocurrir”) junto a ladyCorinna, y con la crisis económica que de forma abrupta ha obligado a tantos españolitos que un día se creyeron ricos a echar pie a tierra de una realidad mucho más dura de la que nunca imaginaron.

Una Institución Monárquica muy dañada

Hace dos años, Felipe VI ocupó la cabecera de una Institución Monárquica muy dañada, muy desprestigiada fuera de los ambientes de la derecha tradicional, particularmente entre las generaciones jóvenes, y en medio de una crisis política e institucional de caballo, aderezado todo ello por su correlato de crisis económica, la mayor que España haya conocido en muchas décadas. Siempre hemos sostenido aquí que, situado en el vértice de la pirámide institucional, la responsabilidad de Juan Carlos I en ese Estado de Corrupción en que parece haber devenido nuestro sistema político es inmensa, porque a él competía por encima de todo y de todos el haber sido ejemplo de honradez y probidad no ya en los temas de equilibrio familiar, en los escándalos de faldas, más bien de bragas, que han jalonado su reinado, sino sobre todo en los casos de corrupción que le han convertido en una de la grandes fortunas españolas. Manga el rey, manguemos todos.

En estos últimos dos años, en estos primeros meses de 2016, España y los españoles vivimos nadando asqueados en un mar de corrupción que no parece tener fin

En estos últimos dos años, en estos primeros meses de 2016, España y los españoles vivimos nadando asqueados en un mar de corrupción que no parece tener fin. Es verdad que todos, o casi, son casos viejos, y que la Justicia, mal que bien, parece ir ajustando cuentas con los trapaceros, pero la pura y dura realidad es que la corrupción se ha instalado firmemente entre nosotros, ha echado raíces muy profundas en nuestra sociedad, hasta el punto de que hoy parece muy difícil imaginar una sola operación del sector público donde no se hayan trajinado comisiones, donde no se haya vulnerado la ley, donde el político de turno no se haya enriquecido ilícitamente. Y la corrupción, además de ser una ofensa moral a los millones de españoles capaces de hacer honradamente su trabajo, es un robo al patrimonio colectivo en tanto en cuanto limita el crecimiento económico, resta oportunidades a la libre competencia y esquilma los impuestos que pagamos todos.

En contra de lo que afirmaba algún palanganero disfrazado de predicador de aldea, partidario de que “un rey tenía que morir en la cama” porque lo decía él, aquí nos manifestamos desde la fundación de este diario a favor de la abdicación de Juan Carlos I porque nos parecía decisión lógica y llena de sentido común, conditio sine qua nonpara, a partir de esa piedra miliar, intentar restañar la moral pública y abordar la recuperación del prestigio perdido de las instituciones. El ciclo político que se inició con la muerte de Franco ha durado casi 43 años y ha venido a morir un mes de junio de 2014 con la abdicación de su principal protagonista. Es obvio que España y los españoles están obligados a intentar diseñar otro nuevo ciclo capaz de transportar en paz y en prosperidad a las nuevas generaciones durante otros 40 años, más o menos hasta el 2050, lo cual significa seguramente abrir la Constitución y, sin la menor duda, arreglar los desperfectos de todo orden que se han ido adhiriendo a las ruedas del sistema, regenerarlo, mejorarlo, limpiarlo de mierda, ennoblecerlo y hacerlo digno de un proyecto capaz de embarcar en su seno a todos los españoles de buena voluntad.

¿Hasta cuándo abusaréis de nuestra paciencia?

Pero esa cuestión no está hoy en el frontispicio de las preocupaciones de nuestra clase política. A poco más de cuatro semanas de unas nuevas elecciones que se adivinan trascendentales, ningún político responde a la pregunta clave de ¿Qué demonios quiere usted hacer con España? ¿Cómo le gustaría a usted que fuera España en el año 2050? ¿Qué decisiones adoptaría usted para hacer de esta España arruinada por una panda de corruptos un país más libre (más liberal), más justo, más respetado, más competitivo, más rico, un país digno de ser vivido, un país del que uno pudiera sentirse razonada, apacible y democráticamente orgulloso? No hay proyecto ninguno de los discursos inanes, en las declaraciones estúpidas, que escuchamos a diario. No hay ideología. No hay deseo de cambio serio alguno. Porque nuestra clase política no quiere cambiar, porque sólo aspira a exprimir las ubres de la vaca hasta que el pobre animal no pueda más, y/o, a lo sumo, a un lampedusiano lavado de fachada que salvaguarde el dorado statu quo.

Mariano Rajoy ya ha anunciado que si es elegido presidente del Gobierno hará exactamente lo mismo que ha venido haciendo desde Noviembre de 2011, es decir, nada o casi nada. Rajoy y este Partido Popular anquilosado, apolillado, podrido, se han convertido en un riesgo serio que amenaza la prosperidad de los españoles; un líder y un partido que tienen como rehenes a 7/8 millones de ciudadanos obligados a votarles asustados ante la atroz alternativa de las ofertas bolivarianas que ven en frente. Y otro tanto ocurre en un PSOE desnortado, que dirige un galán aventurero a quien se le llena la boca reclamando un “cambio” que no significa otra cosa que el viejo “quítate tú para ponerme yo”. Dos años perdidos por culpa de una clase política inane. Dos años con España estancada, sin proyecto de futuro, convertida en un erial donde reina la corrupción y no deja de crecer la amargura y el resentimiento de las oportunidades perdidas. ¿Hasta cuándo seguiréis abusando de nuestra paciencia?
Este periodista odia a España.
¿En los momentos que vivimos no se le ocurre nada mas que decir?.
Si, el mal mayor, es la vergüenza que tenemos, por tantisimos casos de corrupción.
Esto no admite duda.
No obstante, ignora usted a algunos enemigos que tiene España.
Esta usted ignorando la actualidad.
Carga contra el pasado. Y el dolor está en el presente.

¿No tiene usted otros argumentos más que ese veneno que lleva usted dentro?.
Si y si y si, la corrupción es dramatica y vergonzante.
Hasta donde yo se, a cada cerdo corrupto le está llegando su San Martín. Menos a la familia Pujol.

La experiencia, y usted lo sabe, es el mejor talento para cualquier cometido y en la politica mas.
Y usted quiere quemar a todo hombre experto que haya en España.
Vaya escrito manipulador y vengativo.
Lo malo de esto es que siempre habrá una mente inocente que no sepa por que este escritor, escribe asi.

El pais herido, acosado por la miseria y los miserables, y este hombre colaborando.

¿Donde pone este hombre sus esperanzas?.

¿Donde ve este hombre el remedio?.

Mire usted, salir de una dictadura no es tarea sencilla. Usted echa mierda sobre el rey, cuando con todos sus defectos, hizo un papel aplaudido en el Mundo. Usted ignora intencionadamente cualquier gesto positivo del rey. Y da esperanzas al hijo. Deberían prohibir la venganza. La fortuna que haya hecho el rey, no ha sido robando, como usted hace creer. Mil veces mejor un rey pobre, que uno recibiendo comisiones, eso no admite duda. Lo dudoso es su escrito y su opinión, caballero.

Si quiere hablar de la consorte HABLE, ¡hable usted con toda claridad de esa mujer! . Ahora resultará que el disgusto de don Juan Carlos, por el matrimonio del hijo, es, porque la consorte es desatenta con su compañero de mesa.
Hay que joderse
Hable usted de la consorte, hable usted lo que sabe, o callese. Pedazo de resentido.



 
La jubilación de oro del Rey emérito: toros, bodas, vela y comilonas
De la abdicación a hoy, Don Juan Carlos es otro. Y la agenda del día también es otra: menos protocolo y más restaurante. Más recreo y menos palacio.


El Rey emérito está disfrutando de las regatas, de los toros y del deporte (Gtres).

Don Juan Carlos, invitado estelar en la bda de Alejandro Santo Domingo y Charlotte Wellesley (Gtres).

El Rey emérito en los toros con su hija la Infanta Elena hace unos días (Gtres).




Los Reyes eméritos juntos el pasado 30 de abril. No se les veía juntos desde noviembre de 2015 (Gtres).

Don Juan Carlos pasó la Nochevieja en Los Ángeles, por segundo año consecutivo (Twitter).
El Rey, con la abdicación, daba el adiós a su agenda de monarca, y en ese adiós se incluía la bienvenida a otra agenda, ya aliviada de protocolos incontables. En efecto, Don Juan Carlos inauguraba para sí otro calendario, donde va viviendo como un rey, por decirlo en expresión de la calle, pero como un rey de otra manera.

Por ahí se ve que Don Juan Carlos está cumpliendo ahora muy entretenidos años, una buena vida que llega tras pasar los trastos de oro a Don Felipe. Parece cierto que Don Juan Carlos se complace ahora en la vida de soltero, aunque siga casado, obviamente, porque soltero no es sólo aquel que no tiene pareja sino aquel que vive suelto, según verdad encerrada en la propia palabra.

Con Doña Sofía se le ve poco, o muy poco, y frecuenta restaurantes de mucha corona como si estuviera entre amigos de vacaciones, como si cayera en domingo cualquier día. Don Juan Carlos vive suelto para recibir el Año Nuevo en Los Ángeles, EE.UU, lejos de celebraciones familiares; vive suelto para ir a los toros, y hasta llevarle la merienda en papel Albal a su nieta Victoria Federica; vive suelto para seguir ganando regatas de vela, como en Pontevedra; vive suelto para irse de boda, como a la de Alejandro Santo Domingo, donde ejerció, además, de cortés caballero ayudando a Camilla Parker-Bowles a bajar la escalinata.

Don Juan Carlos lleva ahora otra agenda. Más recreo y menos palacio. Una cosa es la vida de rey, y otra ser el rey de la vida. Puede parecer lo mismo, y puede llegar a ser lo contrario.
 
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