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Hola:
Comentarte que cuando abrí el hilo lo primero que dije es que no lo abría por la personalidad de Nasser ni por sus actuaciones... Él ha nacido en una zona del mundo en la que evidentemente la igualdad y la libertad brillan por su ausencia. De su vida privada... Sabremos lo que ellos quieran ya que no hay prensa libre.
Un saludo y gracias por entrar en el hilo.
Sin acritud prima, pero hablar de príncipes árabes solo supone desgraciadamente esto, tienes razón cuando dices que solo podemos saber lo que ellos quieren que sepamos pero a veces no tienen tanta suerte y podemos llegar a conocer solo la punta del iceberg a través de los escándalos que a veces saltan a los medios internacionales (ya de por sí fuertemente contundentes).
Para mi es inevitable comentar de una persona "todo" tanto físico como personalidad, a mi modo de ver ambas están relacionadas, comento lo que me transmite su aura a través de las fotos y vídeos colgados en internet y redes sociales, así como otras foreras también han comentado algo parecido a lo que yo pienso y me parece curioso ver que no soy la única que lo piensa. Un saludo y un placer comentar.
off topic. una noticia que me llamó la atención
150 mujeres y una isla privada, la semana de juerga del príncipe heredero saudí
- FRANCISCO CARRIÓN
El Cairo
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Un nuevo libro revela los excesos de Mohamed Bin Salman. Celebró su cumpleaños con una fiesta con chicas, raperos y DJs y es dueño de la residencia más cara del planeta.
Mohamed Bin Salman en Zarzuela, durante una visita a España en 2018. GTRES
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Uno de los episodios más reveladores que desempolva el volumen Sangre y petróleo: la implacable búsqueda de Mohammed Bin Salman del poder global, recién publicado, sucedió en julio de 2015. Por aquel entonces Bin Salman, hijo del actual monarca Salman (84), llevaba tan solo unos meses como número dos en la línea sucesoria. Protegido y aupado por su padre, el joven celebró aquel verano una ostentosa fiesta en Velaa Private Island, un resort de superlujo ubicado en una isla privada de Las Maldivas.
Los fastos, mucho más breves de lo planeado, fueron, no obstante, memorables. Bin Salman alquiló por completo la propiedad durante un mes para evitar miradas ajenas y regó a la plantilla del establecimiento, unas 300 personas, con un bonus de 5.000 dólares -la mita de su salario anual- con el objetivo de garantizar que mantenían la discreción exigida y cumplían con la prohibición de llevar teléfonos móviles a la isla.
En las horas previas a la llegada de los invitados, unas decenas de hombres llegados de Oriente Próximo, desembarcaron en el complejo unas 150 mujeres procedentes de Brasil o Rusia. Una vez en la isla, fueron trasladadas a una clínica y sometidas a una prueba para detectar posibles enfermedades de transmisión sexual. Las interminables noches que sucedieron a su irrupción fueron amenizadas por conocidos artistas como el rapero estadounidense de origen cubano Pitbull; el DJ holandés Afrojack o el surcoreano Psy, padre del Gangnam Style.
El alcohol corrió sin cortapisas a pesar de la procedencia de Bin Salman y su conservadora corte. Tampoco hubo límites a los contactos entre hombres y mujeres. Los festejos se repitieron a diario y se prologaron siempre hasta el amanecer. Cada jornada, el exclusivo club de varones cumplía la misma ceremonia: al alba se retiraba a sus aposentos, distribuidos en palacetes a lo largo y ancho del resort, y no volvía a aparecer hasta caída la tarde para reanudar la bacanal.
El relato zurcido por los periodistas Bradley Hope y Justin Scheck a través de testimonios de quienes lo presenciaron recuerdan al hoy príncipe heredero emocionado con los raperos e intentando incluso convertirse en protagonista del escenario. El jolgorio duró tan solo una semana porque, a pesar de las cautelas tomadas, la noticia saltó a la luz pública y empezó a rodar por medios de comunicación de Irán, el archienemigo de Arabia Saudí. Y se precipitó el fin.
En el lustro posterior a aquella fiesta abruptamente interrumpida, Bin Salman ha forjado un legado controvertido, marcado por la brutal guerra civil en Yemen que exacerbó la campaña de bombardeos saudí; el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul; o la persecución contra otros miembros de la vasta familia real saudí o cualquier atisbo de disidencia.
El treinteañero también ha dado muestras de que su ambición está unida a su gusto por el lujo desorbitado. Es propietario del superyate Serene, adquirido en 2015 a Yuri Shefler, un magnate ruso que vende vodka en 160 países. La transacción rondó los 500 millones de dólares a través de la sociedad Eight Investment Company, como desvelaron años después los 'Papeles del paraíso', una filtración masiva de documentos que descubrió cómo multimillonarios y multinacionales de todo del mundo recurrían a complejas estructuras financieras para ocultar patrimonio y mover grandes cantidades de dinero.
Bin Salman también se hizo en 2015, mientras sus súbditos sufrían sus políticas de austeridad, con una mansión situada a las afueras de París por 300 millones de dólares (unos 275 millones de euros), catalogada como la vivienda más cara del planeta. El Château Louis XIV -en honor al rey galo que ordenó construir el palacio de Versalles- se halla en Louveciennes, una localidad situada a diez kilómetros al oeste de París entre los enclaves de Versalles y Saint-Germain-en-Laye. A pesar de su tren de vida y sus escándalos, Bin Salman ha logrado sobrevivir a todas las tormentas y camina seguro hacia el trono.