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Pues Dexter es una gran serie. La única pega es que la alargaron demasiado y en mi opnión debería de haberse quedado en la cuarta temporada. El mentalista nunca la he visto, no me atrae nada y no sabría decir por qué.

A mi, por lo poco que he leido y visto, el tal Dexter me da un repelús insuperable. Y no me extraña que no te atraiga el Mentalista porque el actor, Simon Baker, si, es un bellezón, da gusto verlo, pero el personaje es irritante, inverosimil en sus supuestas dotes mentálicas y cansino con su John el Rojo, aparte de que la serie la resuelven fatal respecto a la identidad del dichoso tipo que presentaban tan todopoderoso para resultar ser ese tipo, es imposible... La serie tiene una ideologia ultraconservadora americana subliminal que echa para atrás... Y al final, caasando al prota con la poli a todo meter de forma bastante inverosimil, en fin... Es una pena la poca imaginación que tienen ahora los gionistas de muchas series que, sin embargo, triunfan... no me explico por qué.
 
Pues Dexter es una gran serie. La única pega es que la alargaron demasiado y en mi opnión debería de haberse quedado en la cuarta temporada. El mentalista nunca la he visto, no me atrae nada y no sabría decir por qué.
De Dexter, totalmente de acuerdo, con siempre finales imprevisibles en sus capítulos. Para mi una de las mejores, sin duda.
 
Los sociópatas reinan en las series de televisión
El escritor Adam Kotsko analiza a los protagonistas de series como The Wire o Mad men en el libro Por qué nos encantan los sociópatas

El autor clasifica a este tipo de personajes según tres arquetipos: maquinadores, arribistas y justicieros

Ignasi Franch

07/08/2016 - 19:31h

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Un fantasma recorre la televisión estadounidense: el fantasma de la sociopatía como camino de éxito. Se diría que los hijos culturales del individualismo desaforado de Ronald Reagan y Margaret Thatcher se han hecho mayores y copan el mundo de las series. La antigua primera ministra británica afirmó en una ocasión que "no existe la sociedad, sólo individuos y familias". Personajes como Don Draper ( Mad Men) o Gregory House (House) ejemplifican ese individualismo sin límites éticos. También carecen de empatía o la reservan para un número muy reducido de allegados.

Algunos de estos protagonistas se encuentran entre las creaciones más carismáticas de la cultura popular reciente. Para el ensayista Adam Kotsko, los sociópatas "son las figuras dominantes de la televisión". En su libro Por qué nos encantan los sociópatas (Melusina, 2016), los aficionados pueden buscar las consideraciones del autor sobre los protagonistas de decenas de series. A lo largo de este repaso, Mad Men y The Wire parecen recibir una especial atención.


El autor trata el fenómeno de una manera ambivalente: analiza el magnetismo del sociópata televisivo, pero también se muestra preocupado ante la posibilidad de que genere modelos de conducta. De manera coloquial, resume un mensaje posible: "Si no me preocupara una mierda por nada ni nadie, entonces sería poderoso y libre". Según Kotsko, "de ahí a pensar que 'solo' triunfa gente de esta calaña no hay más que un paso". En este aspecto, recuerda que los guionistas televisivos escogen los rasgos más convenientes del trastorno de personalidad antisocial, como la carencia de empatía, y los usan de manera fantasiosa: "Lejos de ser los obstáculos que serían en la vida real, estos rasgos son precisamente los que permiten al sociópata fantástico conocer las mieles del éxito", afirma.



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Al fin y al cabo, algunos de los personajes más brillantes y capaces de la televisión reciente manifiestan una gran indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Es una especie de variación triunfalista de ese Homer Simpson que, a pesar de su irresponsabilidad e inconsciencia, podía cumplir todo tipo de sueños (desde convertirse en astronauta a tocar con estrellas del rock).


El doctor House no sólo es un médico brillante, sino que manipula astutamente a todo su entorno, toca el piano e incluso se adapta rápidamente a la vida en presidio. El Patrick Jane de El mentalista resuelve casos de asesinato, engatusa a todo aquel que le rodea y puede ganar el dinero que le plazca con juegos de azar o timos. El punto débil de la mayoría de esos personajes es su dificultad para entablar relaciones afectivas. Y ese es, a veces, el único castigo que reciben: una cierta soledad.

En su ensayo, Kotsko clasifica a los sociópatas televisivos en tres categorías. A pesar de que señala casos intermedios o que integran características de diversos arquetipos, distingue entre maquinadores, arribistas y justicieros. Los triunfos de estos personajes destacan en unas ficciones que, según el autor, suelen transmitir un pesimismo paralizante. "Hasta los mundos de fantasía de las más vulgares series de animación dan por descontado que el mundo se va al garete", afirma.

Las telecomedias, territorio de maquinadores
Kotsko repasa una colección de sociópatas infantiloides que manipulan, mienten y se comportan de manera temeraria para conseguir objetivos algo ridículos. El referente es Homer Simpson, un niño caprichoso en el cuerpo de un hombre, con el poder de un adulto... y la libertad de un dibujo animado. Su figura ha generado otros protagonistas casi clónicos (el aún más irresponsable Peter Griffin de Padre de familia) y variaciones (Cartman de South Park, un adulto en el cuerpo de un niño).

En el apartado de los maquinadores también aparecen Jack Donaghy ( Rockefeller Plaza) o los protagonistas de Colgados en Filadelfia y Seinfeld. Jerry Seinfeld o George Costanza sufrirían un cierto síndrome de Peter Pan: invierten esfuerzos en objetivos pueriles mientras abandonan fácilmente los caminos que podrían conducirles a una vida más madura. Según el autor, son caricaturas que proporcionan un placer culpable, pero que difícilmente resultan modelos a seguir.

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Escalar a cualquier precio
Los sociópatas arribistas son mucho más metódicos y buscan recompensas (como el dinero, el ascenso socio-laboral o el poder) que tienen que ver con la vida real. Por ello, según Kotsko, hay que tomarles muy en serio. La audiencia puede identificarse con ellos, pero sus malas acciones son más difíciles de disculpar. No son maquinadores inconscientes de sus actos. Y tampoco apelan a un bien superior, como hacen los justicieros.

El Don Draper de Mad Men es un ejemplo paradigmático del tiburón que parte de la nada. Su progreso y el de otros arribistas de ficción pueden enviar un mensaje preocupante: solo los más despiadados tienen éxito.

A lo largo del libro, Kotsko está atento a las contradicciones de creadores y personajes, y también a las paradojas que pueden surgir en su análisis. El arribismo también puede traer consigo consecuencias positivas, aunque sean involuntarias. Sería el caso del Stringer Bell de The Wire: desea un narcotráfico sin asesinatos para no atraer la atención policial, pero así también preserva vidas humanas. Su ambición también pacifica temporalmente el crimen organizado. Y su fracaso encaja dentro del fatalismo que caracteriza a The Wire.

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Don Draper de 'Mad Men'

El poco discreto encanto de los justicieros
Jack Bauer, el agente antiterrorista que protagonizó 24, supone un fuerte embrutecimiento del héroe clásico y un ejemplo de justicierismo extremo. Le mueven motivaciones como el deseo de proteger a sus conciudadanos, pero tortura y mata repetidamente para conseguirlo. Lo hace, además, sin remordimientos.

Bauer, como el detective McNulty de The Wire, encarna un modus operandi atractivo para una sociedad que se siente vulnerable. En opinión de Kotsko, representan "la fantasía de dejar a un lado las normas morales para hacer 'lo que haga falta'".

El personaje que da nombre a Dexter es una variante de este arquetipo: un asesino en serie que mata a criminales para encauzar su pulsión homicida. Su deseo homicida, sociopático e individualista, acaba estando al servicio de una sociedad que, a su vez, tiene tics antisociales. Cuando la ciudadanía de ficción de Dexter aplaude esos asesinatos, pone un espejo incómodo ante ese público real que desea que el protagonista de la serie se salga con la suya.

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Dexter

http://www.eldiario.es/cultura/libros/sociopatas-reinan-series-television_0_544895795.html
Los que hicieron ese articulo al parecer usan internet explorer, porque todas las series que mencionan ya terminaron, ahora esta de moda la fantasía épica y las series de superheroes.
 
NATALIA MARCOS

Mar de Plástico se oscurece
La ficción de Antena 3 arranca su segunda temporada

Vitoria 12 SEP 2016 - 09:28 CEST
Muchas cosas han cambiado en Campoamargo desde que el asesinato de Ainhoa y la consiguiente investigación conmocionaran esta pequeña (y ficticia) localidad almeriense. Pero poco después, la desgracia vuelve a cebarse con este pueblo cuando aparece muerta Marta (la actriz Belén López), ingeniera agrícola y una de las protagonistas de la primera temporada. Así se despedía hace nueve meses Mar de plástico y, exactamente en ese mismo punto, arranca esta noche (22.30) la segunda entrega de la serie de Antena 3 producida por Boomerang TV.

Crimen en los invernaderos
Otro asesinato, casi los mismos personajes y la misma ambientación cálida y asfixiante, pero algunas diferencias respecto a la primera entrega. "El thriller se vuelve casi psicológico. Los personajes tienen más aristas y hemos hecho crecer los entornos", explicó Sonia Martínez, directora de Ficción de Atresmedia en la presentación de la serie que tuvo lugar dentro del FesTVal de Vitoria la semana pasada, donde se proyectó también el primer capítulo de la nueva entrega. Uno de los cambios a los que hacen referencia es la marcha de personajes como Lucas (Jesús Castro) y Fara (Yaima Ramos) y la llegada de caras nuevas. Entre las incorporaciones se encuentran el actor Miquel Fernández, Pablo en la ficción, nuevo jefe del equipo de investigación de la Guardia Civil y marido de Marta al que todos habían dado por muerto. O la incorporación de la mafia serbia liderada por Vlad (el actor Florin Opritescu), que se asociará con Francisco y Juan Rueda, dos terratenientes de Campoamargo.

hacer frente a un asesino en serie. Es la fórmula que encontraron los creadores de la ficción, Juan Carlos Cueto y Rocío Martínez, para no repetir el mismo esquema de la primera entrega y hacer avanzar la historia. "Creativamente ha sido un reto porque manteniendo en un 90% los mismos personajes y el mismo escenario, otro crimen y otra resolución planteaban problemas. Pero creo que hemos dado con una solución que narrativamente es eficaz", explica Cueto a EL PAÍS. Se trata de múltiples asesinatos cometidos por una misma persona y, al mismo tiempo, de ampliar los universos de Campoamargo. "Tan importante como el crimen y su desarrollo es lo que le rodea", dice Cueto de una historia sobre la que los guionistas todavía están trabajando para dar la conclusión perfecta y cuyo rodaje terminará a finales de octubre.

Además de nuevos personajes y nuevas tramas, la historia en Mar de plástico, en oposición a la luz cálida y el ambiente caluroso que domina visualmente la serie y que ya destacaba en su primera temporada, se vuelve más oscura, "más de género", apunta Cueto. Aunque habrá tramas amorosas, el protagonista no estará implicado en ninguna de ellas y se centrará en la investigación del caso. También se amplían los espacios en los que se ha grabado la serie. Entre las localizaciones almerienses para esta segunda entrega se encuentran lugares como Cabo de Gata, la ciudad de Almería, los municipios de Níjar y El Ejido o puntos emblemáticos del desierto de Tabernas como Las Lomillas, Sierra Alhamilla o Llano de Búho.

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La primera temporada fue un éxito de audiencia. Si la buena acogida se repite en la segunda entrega, ¿los guionistas tendrían material para continuar? "Creo que una tercera temporada en Campoamargo sería difícil. Se podría intentar, pero ahora mismo es imposible decir. Creo que aquí acaba la historia de Campoamargo. Pero a ver qué dice la cadena. Cuando empezamos la segunda temporada también nos parecía difícil y va saliendo", dice el cocreador de la serie.
 
Yo la he visto como tu, en plan maratón estas vacaciones y me ha encantado. Después he leído el libro de Diana Gabaldon en el que se basa la serie y esta sigue la trama completamente. No es lo mismo leer un episodio violento que verlo en la pantalla, la verdad que el último capítulo te deja un poco tocada. Estoy deseando que emitan la 2ª temporada, basada en el siguiente libro. He leído el libro y es un sinvivir ¡Cuanto sufrimiento!
Me gusta mucho la música, algunas son canciones tradicionales escocesas, la ambientación. Los actores hacen un buen trabajo y el protagonista es encantador...
http://www.starz.com/originals/outlander/featured
http://www.outlandertvnews.com/
http://forastera-serie.blogspot.com.es/p/los-libros.html
Acabo de ver las dos primeras temporadas, también en plan maratón. A mi me ha gustado, la ambientación, los exteriores, la elección de los actores.

La primera temporada es muy fiel al primer libro.

Por cierto se han aprobado dos temporadas más, aunque tardaremos en verlas.
 
Woody Allen se estrena en la televisión con ‘Crisis en seis escenas’ el 30 de septiembre
Ambientada en los años 60, tiene a Miley Cyrus, Elaine May y al cineasta como protagonistas

El estreno de Woody Allen en la televisión, medio por el que nunca ha mostrado especial predilección, ya tiene nombre y fecha de estreno. La serie Crisis en seis escenas (Crisis In Six Scenes) llegará a la plataforma de Amazon Prime el próximo 30 de septiembre. La ficción, de seis capítulos de media hora cada uno y que no tendrá continuación, está protagonizada por el propio cineasta, la cantante Miley Cyrus, Elaine May, Rachel Brosnahan, John Magaro y Sondra James.

Leer más: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/08/08/television/1470650742_226051.html


 
Pues yo me he enganchado a una serie policíaca británica: Broadchurch. No es nueva pero la empecé a ver por David Tennant (lo encuentro muy atractivo, tiene un algo) y estoy en plan maratón de capítulos aprovechando los primeros fríos y el quedarse en casa.
Este verano vi 11.22.63, basada en el libro de Stephen King y me encantó. Entre James Franco y los viajes en el tiempo (mi perdición, es un argumento que me encanta) me atraparon y la vi en apenas dos tardes.
 
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