Sánchez pide abolir la prostit*ción en contra de su suegro

Claro, pero siguiendo tu ejemplo, la Escanes es la mujer de Risto y no es lo mismo tener una relación con una chica de 17-18 años, que con una niña de esa edad o menos, traida con engaños desde un país extranjero, que no sabe a quien acudir, no tiene arraigo social, no conoce el idioma y están sometidas a un mafioso bajo distintos tipos de amenazas... es totalmente distinto.

Bueno, bueno lo dicho porque Risto es conocido y anda ahí al límite, vete a saber si en otro país no lo intentaría con una más joven.

Que hay muchos con esos gustos, eso ha existido y existirá desgraciadamente
 
Bueno, bueno lo dicho porque Risto es conocido y anda ahí al límite, vete a saber si en otro país no lo intentaría con una más joven.

Que hay muchos con esos gustos, eso ha existido y existirá desgraciadamente

Yo a veces me pregunto como es posible que hombres, que tienen hijas de esas edades, o las han tenido, cuando las hijas empiezan a salir con chicos, aún se ponen como burros si alguien toca a sus hijas y ya no digamos si es un tipo bastante mayor que ellas. Es de una hipocresía total.
 
https://blogs.publico.es/lidia-falcon/2018/09/02/carta-abierta-a-la-ministra-de-trabajo/

OPINION · LA VERDAD ES SIEMPRE REVOLUCIONARIA
Carta abierta a la ministra de Trabajo


Lidia Falcón
2 SEPTIEMBRE, 2018
Estimada señora: Le escribo para manifestarle, con todo respeto, la sorpresa que me ha producido conocer la autorización de la Dirección General de su Ministerio para inscribir un llamado sindicato de “trabajadoras del s*x*”, eufemismo con el que eluden mencionar a las mujeres prostituidas.

Me satisface que usted haya declarado que no había dado semejante permiso y que le “habían colado un gol por la escuadra”. Espero que en breve la Abogacía del Estado hallará los mecanismos jurídicos pertinentes para revertir la inscripción de tal sindicato, que supone legalizar el crimen organizado para la esclavitud y explotación sexual de las mujeres.

Pero yo espero que esa Dirección General primero se plantee las cuestiones que competen a un sindicato. Esas trabajadoras, y trabajadores, puesto que también existen hombres prostituidos, se organizarán para enfrentarse a la patronal, como es la razón de ser de un sindicato. Y quien es el empresario de la prostituida. El cliente que ha establecido una relación comercial con la prost*t*ta no puede ser interpelado como la patronal, en todo caso será una de las dos partes de la contratación en condiciones de igualdad, como dispone la legislación civil y la mercantil, y las reclamaciones deberán solventarse por la vía civil, excluida la laboral.

Será entonces el proxeneta la “patronal”, que es el que realmente “emplea” a la mujer. Pero esa figura está considerada un delito en nuestro Código Penal. El artículo 188 de ese ordenamiento jurídico específica que será encausado y perseguido todo aquel que se beneficie de la prostit*ción de otra persona, “aún con su consentimiento”. En consecuencia, para proceder a la legalización del sindicato primero tendremos que modificar el Código Penal.

Segunda cuestión, a través de una retórica que recuerda a la de la Iglesia cuando recurre a excitar las emociones y los sentimientos caritativos para defender una postura reaccionaria, una asociación que dice defender los derechos humanos, y otra más antigua que se hace llamar Hetaira, nos describen los sufrimientos de las mujeres prostituidas, las necesidades que todavía tienen que cubrir y la posibilidad de cotizar a la Seguridad Social para ir haciendo una hucha que les permita cobrar una jubilación en el futuro. Pero tales argumentos son una falacia.

Porque, como deberían saber, toda persona puede darse de alta en la seguridad social en la profesión que quiera. Solo basta que lo declare y pague las cuotas. Aquellas mujeres tan seguras de que lo que quieren es ser prost*tutas cotizantes que lo hagan en los apartados que mejor les parezcan, masajistas, perfumeras, peluqueras, limpiadoras o secretarias. Como autónomas no necesitan ningún permiso, y pueden incluso eludir la calificación infamante de prost*t*ta.

Las ayudas sociales que precisan las víctimas de esa situación están demandadas hace más de un siglo tanto por el Movimiento Feminista como por las asociaciones de ayuda a las mujeres prostituidas. No necesitábamos que vinieran las Hetairas a recordarnos los sufrimientos de las víctimas de esa explotación, ni mucho menos que pretendieran que la solución fuera legalizar el maltrato y la violación. Desde 1905 en que se celebró la primera Convención contra la Trata de Blancas, el feminismo de verdad, no esa versión espúrea de las Hetairas que montan escuelas de prostit*ción, está luchando por liberar a las mujeres de la más antigua práctica del Patriarcado que consiste en que los hombres accedan al cuerpo de las mujeres para su placer propio, por una paga normalmente muy módica.

En Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia, donde se ha abolido la prostit*ción, las ayudas sociales se aplican como política imprescindible de inserción de las mujeres en diversas ramas del trabajo. En Francia, donde se acaba de prohibir, se presupuestan las necesidades de ese colectivo para erradicarla.

Aquí he enumerado solo algunas de las cuestiones prácticas que hay que plantearse ante esa insólita inscripción de un sindicato de “trabajadoras del s*x*”. Y he dejado para el final uno de los valores más importantes por los que lucha la izquierda desde hace siglos, la dignidad. Que se hace realidad en el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos. Fundamental para llevar a cabo los ideales de la Revolución Francesa y de las revoluciones socialistas. Nadie puede comprar o alquilar el cuerpo de otra persona, nadie puede disponer a su antojo de la capacidad sexual de otra persona, porque la sexualidad forma parte de la pulsión más profunda de un ser humano. Ninguna otra relación tiene la complejidad y comunicación entre personas que la función sexual.

Nunca se realiza un trabajo con la implicación de todo el cuerpo, la pulsión del placer y las consecuencias psicológicas que implican. Y eso lo sabe todo el mundo. Ningún trabajador considerará que es la misma explotación apretar tornillos o ensamblar ladrillos que dejarse violar por el capataz. Ninguna familia deseará para sus hijas que se conviertan en prost*tutas. Ninguna de esas esforzadas defensoras de “las trabajadoras del s*x*” se dedican a ello ni lo tienen como perspectiva en el futuro, ni se imaginan que pudieran hacerlo su madre, sus hijas o sus hermanas. Porque se trata de mantener claramente la división entre las que pueden ser prostituidas y las que no. Que todavía hay clases.

Y hablemos de la cuestión que utilizan tan perversamente los defensores de la legalización, la supuesta libertad de contratación de la mujer prostituida para dedicarse a semejante “profesión”. Como también todo el mundo sabe el 99% de las víctimas no son libres de escoger, porque no hay mayor coacción que la miseria. Quizá los mensajes machistas de las obras literarias y fílmicas de prostituidores y pornógrafos que se han complacido en defender tal práctica, hayan sido la inspiración de esos “defensores” de la prostit*ción. Pero ni “Belle de Jour” corresponde a una realidad ni de esos casos existen más de diez. Y para complacer a semejantes personas no hace falta legislar ni sindicarse.

Y que algunas víctimas se pronuncien por legalizarse y sindicarse tampoco legitima su petición. Muchas víctimas de violencia machista perdonan al agresor y no por ello eliminamos el delito. Algunos esclavos querían que el amo los mantuviera en su estatus para que les protegiera, y no por ello legalizamos la esclavitud. Si se permitiera, muchas personas desesperadas por su situación económica venderían “voluntariamente” sus órganos, o a sus hijos y mujeres, como desde hace siglos. Y no por ello lo vamos a consentir. Porque las legislaciones modernas han llegado a establecer las barreras que los seres humanos no pueden traspasar, aún con su consentimiento, precisamente para que los poderosos no arguyan esa supuesta libertad para quedar impunes de sus crímenes.

Lo peor que le puede pasar a la izquierda es que pierda sus principios más acendrados, aquellos por los que han luchado y entregado su vida durante varios siglos las personas más sacrificadas. En los que además de la libertad, la igualdad y la fraternidad se encuentra la defensa de la dignidad humana. Si renunciamos a ella y todo está en venta, el cuerpo, la pulsión sexual, la capacidad reproductora, nada nos separa no ya de explotadores económicos de toda laya, sino de los tiempos de señores feudales en que disponían del destino de sus siervos.

Esta polémica que han creado las mafias de proxenetas para ser todavía más impunes en la explotación sexual de mujeres, y jóvenes y niñas y niños, que todo va en el paquete, es la operación más perversa y dañina de todas las que organiza el capital, porque mediante los falsos argumentos que utiliza y la manipulación del sentimiento de compasión está convenciendo a ciertos sectores populares desinformados de que hay que ayudar a las mujeres prostituidas dándoles la oportunidad de sindicarse y pagar la seguridad social.

Y al parecer hasta a la Dirección General de Trabajo de nuestro Ministerio.
 
Gracias Mica. Mi aplauso a Beatriz y mis sospechas de que los que están detrás de este sindicato son los empresarios puteros, los grandes beneficiados.
Si el machirulado de izquierdas y derechas aplaude esto, no puede ser bueno para las mujeres.
Si hay algo que me produce un asco particular es el machismo de izquierda (practicado tanto por hombres como por mujeres) que, utilizando como excusa de " las libertades ", se queda corto en el tema de la prostit*ción y en otros relacionados con la igualdad.
Los machistas y las machistas de derechas ya se sabe del pie que cojean.
 
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Carta abierta a la ministra de Trabajo


Lidia Falcón
2 SEPTIEMBRE, 2018
Estimada señora: Le escribo para manifestarle, con todo respeto, la sorpresa que me ha producido conocer la autorización de la Dirección General de su Ministerio para inscribir un llamado sindicato de “trabajadoras del s*x*”, eufemismo con el que eluden mencionar a las mujeres prostituidas.

Me satisface que usted haya declarado que no había dado semejante permiso y que le “habían colado un gol por la escuadra”. Espero que en breve la Abogacía del Estado hallará los mecanismos jurídicos pertinentes para revertir la inscripción de tal sindicato, que supone legalizar el crimen organizado para la esclavitud y explotación sexual de las mujeres.

Pero yo espero que esa Dirección General primero se plantee las cuestiones que competen a un sindicato. Esas trabajadoras, y trabajadores, puesto que también existen hombres prostituidos, se organizarán para enfrentarse a la patronal, como es la razón de ser de un sindicato. Y quien es el empresario de la prostituida. El cliente que ha establecido una relación comercial con la prost*t*ta no puede ser interpelado como la patronal, en todo caso será una de las dos partes de la contratación en condiciones de igualdad, como dispone la legislación civil y la mercantil, y las reclamaciones deberán solventarse por la vía civil, excluida la laboral.

Será entonces el proxeneta la “patronal”, que es el que realmente “emplea” a la mujer. Pero esa figura está considerada un delito en nuestro Código Penal. El artículo 188 de ese ordenamiento jurídico específica que será encausado y perseguido todo aquel que se beneficie de la prostit*ción de otra persona, “aún con su consentimiento”. En consecuencia, para proceder a la legalización del sindicato primero tendremos que modificar el Código Penal.

Segunda cuestión, a través de una retórica que recuerda a la de la Iglesia cuando recurre a excitar las emociones y los sentimientos caritativos para defender una postura reaccionaria, una asociación que dice defender los derechos humanos, y otra más antigua que se hace llamar Hetaira, nos describen los sufrimientos de las mujeres prostituidas, las necesidades que todavía tienen que cubrir y la posibilidad de cotizar a la Seguridad Social para ir haciendo una hucha que les permita cobrar una jubilación en el futuro. Pero tales argumentos son una falacia.

Porque, como deberían saber, toda persona puede darse de alta en la seguridad social en la profesión que quiera. Solo basta que lo declare y pague las cuotas. Aquellas mujeres tan seguras de que lo que quieren es ser prost*tutas cotizantes que lo hagan en los apartados que mejor les parezcan, masajistas, perfumeras, peluqueras, limpiadoras o secretarias. Como autónomas no necesitan ningún permiso, y pueden incluso eludir la calificación infamante de prost*t*ta.

Las ayudas sociales que precisan las víctimas de esa situación están demandadas hace más de un siglo tanto por el Movimiento Feminista como por las asociaciones de ayuda a las mujeres prostituidas. No necesitábamos que vinieran las Hetairas a recordarnos los sufrimientos de las víctimas de esa explotación, ni mucho menos que pretendieran que la solución fuera legalizar el maltrato y la violación. Desde 1905 en que se celebró la primera Convención contra la Trata de Blancas, el feminismo de verdad, no esa versión espúrea de las Hetairas que montan escuelas de prostit*ción, está luchando por liberar a las mujeres de la más antigua práctica del Patriarcado que consiste en que los hombres accedan al cuerpo de las mujeres para su placer propio, por una paga normalmente muy módica.

En Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia, donde se ha abolido la prostit*ción, las ayudas sociales se aplican como política imprescindible de inserción de las mujeres en diversas ramas del trabajo. En Francia, donde se acaba de prohibir, se presupuestan las necesidades de ese colectivo para erradicarla.

Aquí he enumerado solo algunas de las cuestiones prácticas que hay que plantearse ante esa insólita inscripción de un sindicato de “trabajadoras del s*x*”. Y he dejado para el final uno de los valores más importantes por los que lucha la izquierda desde hace siglos, la dignidad. Que se hace realidad en el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos. Fundamental para llevar a cabo los ideales de la Revolución Francesa y de las revoluciones socialistas. Nadie puede comprar o alquilar el cuerpo de otra persona, nadie puede disponer a su antojo de la capacidad sexual de otra persona, porque la sexualidad forma parte de la pulsión más profunda de un ser humano. Ninguna otra relación tiene la complejidad y comunicación entre personas que la función sexual.

Nunca se realiza un trabajo con la implicación de todo el cuerpo, la pulsión del placer y las consecuencias psicológicas que implican. Y eso lo sabe todo el mundo. Ningún trabajador considerará que es la misma explotación apretar tornillos o ensamblar ladrillos que dejarse violar por el capataz. Ninguna familia deseará para sus hijas que se conviertan en prost*tutas. Ninguna de esas esforzadas defensoras de “las trabajadoras del s*x*” se dedican a ello ni lo tienen como perspectiva en el futuro, ni se imaginan que pudieran hacerlo su madre, sus hijas o sus hermanas. Porque se trata de mantener claramente la división entre las que pueden ser prostituidas y las que no. Que todavía hay clases.

Y hablemos de la cuestión que utilizan tan perversamente los defensores de la legalización, la supuesta libertad de contratación de la mujer prostituida para dedicarse a semejante “profesión”. Como también todo el mundo sabe el 99% de las víctimas no son libres de escoger, porque no hay mayor coacción que la miseria. Quizá los mensajes machistas de las obras literarias y fílmicas de prostituidores y pornógrafos que se han complacido en defender tal práctica, hayan sido la inspiración de esos “defensores” de la prostit*ción. Pero ni “Belle de Jour” corresponde a una realidad ni de esos casos existen más de diez. Y para complacer a semejantes personas no hace falta legislar ni sindicarse.

Y que algunas víctimas se pronuncien por legalizarse y sindicarse tampoco legitima su petición. Muchas víctimas de violencia machista perdonan al agresor y no por ello eliminamos el delito. Algunos esclavos querían que el amo los mantuviera en su estatus para que les protegiera, y no por ello legalizamos la esclavitud. Si se permitiera, muchas personas desesperadas por su situación económica venderían “voluntariamente” sus órganos, o a sus hijos y mujeres, como desde hace siglos. Y no por ello lo vamos a consentir. Porque las legislaciones modernas han llegado a establecer las barreras que los seres humanos no pueden traspasar, aún con su consentimiento, precisamente para que los poderosos no arguyan esa supuesta libertad para quedar impunes de sus crímenes.

Lo peor que le puede pasar a la izquierda es que pierda sus principios más acendrados, aquellos por los que han luchado y entregado su vida durante varios siglos las personas más sacrificadas. En los que además de la libertad, la igualdad y la fraternidad se encuentra la defensa de la dignidad humana. Si renunciamos a ella y todo está en venta, el cuerpo, la pulsión sexual, la capacidad reproductora, nada nos separa no ya de explotadores económicos de toda laya, sino de los tiempos de señores feudales en que disponían del destino de sus siervos.

Esta polémica que han creado las mafias de proxenetas para ser todavía más impunes en la explotación sexual de mujeres, y jóvenes y niñas y niños, que todo va en el paquete, es la operación más perversa y dañina de todas las que organiza el capital, porque mediante los falsos argumentos que utiliza y la manipulación del sentimiento de compasión está convenciendo a ciertos sectores populares desinformados de que hay que ayudar a las mujeres prostituidas dándoles la oportunidad de sindicarse y pagar la seguridad social.

Y al parecer hasta a la Dirección General de Trabajo de nuestro Ministerio.
Brava Lidia, sin pelos en la lengua, a sus más de 80 años ya está de vuelta de todo y me parece maravillosa. Nada que ver con algunas feministas chupis, algunas en Podemos. La próxima vez que alguien empiece con lo de limpiar escaleras le diré que le haga una ma... al patrón, por comparar y tal.
Ahora la patronal del chulerío se las da de respetables empresarios... detrás de este sindicato están ellos.
 
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Lidia Falcón
2 SEPTIEMBRE, 2018
Estimada señora: Le escribo para manifestarle, con todo respeto, la sorpresa que me ha producido conocer la autorización de la Dirección General de su Ministerio para inscribir un llamado sindicato de “trabajadoras del s*x*”, eufemismo con el que eluden mencionar a las mujeres prostituidas.

Me satisface que usted haya declarado que no había dado semejante permiso y que le “habían colado un gol por la escuadra”. Espero que en breve la Abogacía del Estado hallará los mecanismos jurídicos pertinentes para revertir la inscripción de tal sindicato, que supone legalizar el crimen organizado para la esclavitud y explotación sexual de las mujeres.

Pero yo espero que esa Dirección General primero se plantee las cuestiones que competen a un sindicato. Esas trabajadoras, y trabajadores, puesto que también existen hombres prostituidos, se organizarán para enfrentarse a la patronal, como es la razón de ser de un sindicato. Y quien es el empresario de la prostituida. El cliente que ha establecido una relación comercial con la prost*t*ta no puede ser interpelado como la patronal, en todo caso será una de las dos partes de la contratación en condiciones de igualdad, como dispone la legislación civil y la mercantil, y las reclamaciones deberán solventarse por la vía civil, excluida la laboral.

Será entonces el proxeneta la “patronal”, que es el que realmente “emplea” a la mujer. Pero esa figura está considerada un delito en nuestro Código Penal. El artículo 188 de ese ordenamiento jurídico específica que será encausado y perseguido todo aquel que se beneficie de la prostit*ción de otra persona, “aún con su consentimiento”. En consecuencia, para proceder a la legalización del sindicato primero tendremos que modificar el Código Penal.

Segunda cuestión, a través de una retórica que recuerda a la de la Iglesia cuando recurre a excitar las emociones y los sentimientos caritativos para defender una postura reaccionaria, una asociación que dice defender los derechos humanos, y otra más antigua que se hace llamar Hetaira, nos describen los sufrimientos de las mujeres prostituidas, las necesidades que todavía tienen que cubrir y la posibilidad de cotizar a la Seguridad Social para ir haciendo una hucha que les permita cobrar una jubilación en el futuro. Pero tales argumentos son una falacia.

Porque, como deberían saber, toda persona puede darse de alta en la seguridad social en la profesión que quiera. Solo basta que lo declare y pague las cuotas. Aquellas mujeres tan seguras de que lo que quieren es ser prost*tutas cotizantes que lo hagan en los apartados que mejor les parezcan, masajistas, perfumeras, peluqueras, limpiadoras o secretarias. Como autónomas no necesitan ningún permiso, y pueden incluso eludir la calificación infamante de prost*t*ta.

Las ayudas sociales que precisan las víctimas de esa situación están demandadas hace más de un siglo tanto por el Movimiento Feminista como por las asociaciones de ayuda a las mujeres prostituidas. No necesitábamos que vinieran las Hetairas a recordarnos los sufrimientos de las víctimas de esa explotación, ni mucho menos que pretendieran que la solución fuera legalizar el maltrato y la violación. Desde 1905 en que se celebró la primera Convención contra la Trata de Blancas, el feminismo de verdad, no esa versión espúrea de las Hetairas que montan escuelas de prostit*ción, está luchando por liberar a las mujeres de la más antigua práctica del Patriarcado que consiste en que los hombres accedan al cuerpo de las mujeres para su placer propio, por una paga normalmente muy módica.

En Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia, donde se ha abolido la prostit*ción, las ayudas sociales se aplican como política imprescindible de inserción de las mujeres en diversas ramas del trabajo. En Francia, donde se acaba de prohibir, se presupuestan las necesidades de ese colectivo para erradicarla.

Aquí he enumerado solo algunas de las cuestiones prácticas que hay que plantearse ante esa insólita inscripción de un sindicato de “trabajadoras del s*x*”. Y he dejado para el final uno de los valores más importantes por los que lucha la izquierda desde hace siglos, la dignidad. Que se hace realidad en el reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos. Fundamental para llevar a cabo los ideales de la Revolución Francesa y de las revoluciones socialistas. Nadie puede comprar o alquilar el cuerpo de otra persona, nadie puede disponer a su antojo de la capacidad sexual de otra persona, porque la sexualidad forma parte de la pulsión más profunda de un ser humano. Ninguna otra relación tiene la complejidad y comunicación entre personas que la función sexual.

Nunca se realiza un trabajo con la implicación de todo el cuerpo, la pulsión del placer y las consecuencias psicológicas que implican. Y eso lo sabe todo el mundo. Ningún trabajador considerará que es la misma explotación apretar tornillos o ensamblar ladrillos que dejarse violar por el capataz. Ninguna familia deseará para sus hijas que se conviertan en prost*tutas. Ninguna de esas esforzadas defensoras de “las trabajadoras del s*x*” se dedican a ello ni lo tienen como perspectiva en el futuro, ni se imaginan que pudieran hacerlo su madre, sus hijas o sus hermanas. Porque se trata de mantener claramente la división entre las que pueden ser prostituidas y las que no. Que todavía hay clases.

Y hablemos de la cuestión que utilizan tan perversamente los defensores de la legalización, la supuesta libertad de contratación de la mujer prostituida para dedicarse a semejante “profesión”. Como también todo el mundo sabe el 99% de las víctimas no son libres de escoger, porque no hay mayor coacción que la miseria. Quizá los mensajes machistas de las obras literarias y fílmicas de prostituidores y pornógrafos que se han complacido en defender tal práctica, hayan sido la inspiración de esos “defensores” de la prostit*ción. Pero ni “Belle de Jour” corresponde a una realidad ni de esos casos existen más de diez. Y para complacer a semejantes personas no hace falta legislar ni sindicarse.

Y que algunas víctimas se pronuncien por legalizarse y sindicarse tampoco legitima su petición. Muchas víctimas de violencia machista perdonan al agresor y no por ello eliminamos el delito. Algunos esclavos querían que el amo los mantuviera en su estatus para que les protegiera, y no por ello legalizamos la esclavitud. Si se permitiera, muchas personas desesperadas por su situación económica venderían “voluntariamente” sus órganos, o a sus hijos y mujeres, como desde hace siglos. Y no por ello lo vamos a consentir. Porque las legislaciones modernas han llegado a establecer las barreras que los seres humanos no pueden traspasar, aún con su consentimiento, precisamente para que los poderosos no arguyan esa supuesta libertad para quedar impunes de sus crímenes.

Lo peor que le puede pasar a la izquierda es que pierda sus principios más acendrados, aquellos por los que han luchado y entregado su vida durante varios siglos las personas más sacrificadas. En los que además de la libertad, la igualdad y la fraternidad se encuentra la defensa de la dignidad humana. Si renunciamos a ella y todo está en venta, el cuerpo, la pulsión sexual, la capacidad reproductora, nada nos separa no ya de explotadores económicos de toda laya, sino de los tiempos de señores feudales en que disponían del destino de sus siervos.

Esta polémica que han creado las mafias de proxenetas para ser todavía más impunes en la explotación sexual de mujeres, y jóvenes y niñas y niños, que todo va en el paquete, es la operación más perversa y dañina de todas las que organiza el capital, porque mediante los falsos argumentos que utiliza y la manipulación del sentimiento de compasión está convenciendo a ciertos sectores populares desinformados de que hay que ayudar a las mujeres prostituidas dándoles la oportunidad de sindicarse y pagar la seguridad social.

Y al parecer hasta a la Dirección General de Trabajo de nuestro Ministerio.


Me quedo con esta frase de una siempre lúcida, Lidia Falcón,


En Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia, donde se ha abolido la prostit*ción, las ayudas sociales se aplican como política imprescindible de inserción de las mujeres en diversas ramas del trabajo. En Francia, donde se acaba de prohibir, se presupuestan las necesidades de ese colectivo para erradicarla.
 
Por lo pronto acaba de dimitir la directora general de trabajo, Concepcion Pascual. Se supone que es la que ha metido el gol a la ministra y autorizado el sindicato. Valerio no dimite.
 
La prostit*ción como el tráfico de drogas o como la economía sumergida se acabarían o se regularizarían si se acabase el dinero en metálico. En algunos países ya se está suprimiendo y ya se paga todo con tarjeta. Entonces, cuando haya que pagar a una prost*t*ta o a un camello o a un fontanero con tarjeta, se acabará toda la economía sumergida.
Entonces la que quiera echar un polvo a cambio de dinero, tendrá que expedir un recibo que diga el precio, el IVA, la fecha, la hora, el DNI del cliente y el concepto por el que se paga
UN POLVO
UNA SESIÓN DE PLACER
UN INTERCAMBIO DE FLUIDOS
UNA LECCION DE AMOR
A mi lo único que me molestaría si llegase ese día sería que alguien pueda saber cuando he entrado en una pastelería y me he comprado una cajita de bombones para comerlos yo sola.
AHIIIIIIIIII LE HAS DAO !!!!(y)
Le pones IVA y tributación y empiezas a controlar un negocio. Por lo menos te enteras de quien maneja la pela.
Ahora bien, la esclavitud continua :(
EDITO: A ver si quiere legalizarla este gobierno tan feminista solo pa pillar más pela vía impuestos!!! :sneaky:
 
Yo lo veo como Lidia Falcón y más feministas de la vieja escuela. Quién es tu empleador? es que es darle un estatus al proxeneta, que es una figura que está penalizada. Es todo un gol por parte del liberalismo, todo es susceptible de comprarse y venderse y esa es la idea que ha calado en la sociedad. Las feministas de izquierda somos una clase a extinguir, así que haremos un poco de ruido antes de la derrota final :D
Libertad, empoderamiento es dejarte follxx por pasta por 10 tíos al día a los que no tocarías con un palo en condiciones normales... pues vaya. Y todo con un poquito de coca porque si no, no lo soporto.
Acabo de leer en los comentarios de una página machirula que ese sindicato es un éxito del feminismo. Pues no, querido, es un éxito del neoliberalismo que también está para joderte a ti. Estoy deseando de que hagan la primera huelga esas sindicalistas.
 
La prostit*ción es el oficio más antiguo del mundo. No va a dejar de existir.

El problema enorme es que, si legalizan de "cualquier" manera y con buenismo, abre la puerta para legalizar otros servicios que son legales en algunos países.

P.ej., madres gestantes. CompraVenta de órganos. CompraVenta de drogas.
 
Última edición:
Yo lo veo como Lidia Falcón y más feministas de la vieja escuela. Quién es tu empleador? es que es darle un estatus al proxeneta, que es una figura que está penalizada. Es todo un gol por parte del liberalismo, todo es susceptible de comprarse y venderse y esa es la idea que ha calado en la sociedad. Las feministas de izquierda somos una clase a extinguir, así que haremos un poco de ruido antes de la derrota final :D
Libertad, empoderamiento es dejarte follxx por pasta por 10 tíos al día a los que no tocarías con un palo en condiciones normales... pues vaya. Y todo con un poquito de coca porque si no, no lo soporto.
Acabo de leer en los comentarios de una página machirula que ese sindicato es un éxito del feminismo. Pues no, querido, es un éxito del neoliberalismo que también está para joderte a ti. Estoy deseando de que hagan la primera huelga esas sindicalistas.

Ahora que se ha abierto el debate hay que dar guerra. Ya me jodería tener el mismo discurso que Rivera y que los proxenetas y puteros.
 
Gracias Mica. Mi aplauso a Beatriz y mis sospechas de que los que están detrás de este sindicato son los empresarios puteros, los grandes beneficiados.
Si el machirulado de izquierdas y derechas aplaude esto, no puede ser bueno para las mujeres.

Detrás del Sindicato está Aprosex, debéis meteros en su página web. Cursos de prost*tutas novatas, de cómo hacer mamadas, etc..edito para decir que Aprosex está subvencionado por el Ayuntamiento y Diputación Provincial de BCN. Colau se te ha caído la careta.
 

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