Rosa López: mi familia ha pedido en la calle para poder comer

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Reality Blog Show
Comida de envidia: la cruel mala educación de Laura Matamoros contra Rosa López en ‘Ven a cenar conmigo’
GUS HERNÁNDEZ 21 DE AGOSTO DE 2019



A Laura se la ve feliz, ¿eh? FOTO: TELECINCO

Imaginad una vaca nacida en Chernóbil, criada con verduras de Fukushima y saciada con un abrevadero lleno de cicuta. Pues está la mala leche de esa vaca y por encima la mala leche de Laura Matamoros.

La zagala fue una de las comensales de Rosa López, Rosa de España, en la segunda edición de esta ronda de Ven a cenar conmigo. Gourmet Edition. Y en fin, Laura es de esos productos televisivos que confunden sinceridad con mala educación. Y claro, no es que hiera los sentimientos ajenos, es que los hiere y luego los remata en el suelo.

Pero empecemos por el principio. Si algo tenemos en común Laura y yo es que somos influencers. Ella influye en la cantidad de bilis que generas y yo en nada. Así que podéis seguirme sin miedo: Instagram: @GusHernandezGH | Twitter: @RealityBlogShow | Facebook: Gus Superviviente Hernández.

Rosa se presentó: “Me llamo Rosa María López Cortés“, dijo y le faltó decir el DNI, número de pasaporte y configuración de ADN en sus células madre. Una vez un policía la paró y le pidió que se identificar. Para cuando Rosa acabó el policía tenía que jubilarse.

“Rosa en el escenario es una bestia parda“, dijo de sí misma. En serio, que una vez hizo un dueto con Black Panther y el chaval salió arañado.

“Hay que cuidarse en cuerpo, mente y alma“, dijo. Joder, el alma. No me he cuidado nada el alma. La debo tener pocha. ¿Hay que darle de comer a eso? ¿Es como los gremlins, tiene reglas o algo?

“Tengo que trabajar mucho que mi voz sea nasal“, aseguró. Así empezó Eros Ramazzotti. Él nunca paró de intentarlo.

“Empecé siendo crudivegana tres meses y el cuerpo se me quedó frío”, nos contó Rosa. Normal, es que esa gente ingiere menos calorías que un gato de escayola. Estás tres meses de crudivegano y no te puede quemar la Inquisición en una hoguera porque no prendes.

“Ahora soy ovo lacteo vegana”, o sea, que come huevos y lácteos. Lo suficiente como para ser mirada con reproche por un vegano tiquismiquis.

“He hecho boxeo, natación, running, spinning…“, dijo rosa sobre su preparación física. Ha hecho más entrenamientos que un marine de los EE UU. Rosa puede matar a un todo un comando ruso con un cepillo de dientes. Yo un día falté al gimnasio y al día siguiente me dijeron que había ido Rosa por mí.

Rosa se preparó un café vegano antes de empezar a cocinar. Tardó como seis horas en hacerse un café saludable. Normal que no coma mucho, para cuando ha acabado de hacer eel café se le ha pasado el hambre y las pastas están caducadas.

La cocina de Rosa no es muy grande pero tiene mucha luz. El sol se pone protector solar factor 50 cuando pasa por delante de la cocina de Rosa. Joder, es que tenía más luz que Endesa casándose con Iberdrola. O como se llamen ahora.

Entrante: “¿Por qué le decís entrante si es un primer plato?“, se preguntó Rosa, que es de menú del día en Casa Paco. Primero, segundo, postre, pan y café. Joder.

El entrant… el primer plato se llamaba La madre que me parió. Era “una sopita que mi abuela hacía, que mi madre hacía, que es muy sencilla pero que a todo el mundo le gusta”. Esa sopa lleva droga. Es una guat a veri gud sup.

Llevaba acelgas (ya, hasta ahí, no le gusta a todo el mundo).

– Hago una sopa que le gusta a todo el mundo, lleva criadillas de toro crudas, sesos de mono, arañas con lepra y acelgas.

– Acelgas, qué asco.

Y así.

“Los hombres me gustan que no fumen, que tengan mucho sentido del humor, que sea deportista, sano, inteligente, con humor inteligente…”, pidió Rosa. JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA Sí, claro. Y que críe unicornios. El hombre ideal de Rosa se lo pides a los Reyes Magos y se los encuentran con una soga al cuello y colgando de una viga.

El hombre de los sueños de Rosa:

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Rosa usó dos vasos agitándolos para pelar los ajos. Les dio tan fuerte que los ajos se pelaron y hasta desnudaron su alma. Cuando los echó en la sartén les pareció un jacuzzi comparado con las hostias que se habían llevado. “Es milagroso”, dijo Rosa. Nos ha jodido, a mí me da una hostia de esas y me desuello yo mismo con tal de que pare.

Después se puso a batir almendras, ajo y pan y eso era como cemento para un búnker. Luego lo disolvió en la sopa, creando un aguacharco como para que beba una cabra y se vaya la pata abajo.

El plato principal era Andalucía del mañana. O pasado, no sé. Era carne de Heura, hecha de proteína de guisante. Si Dios hubiera querido que comiéramos guisantes sabrían a chuleta.

“Don stop me nau bicos aim javin a gud taim“, canturreó Rosa, como si Freddie Mercury cantara con un polvorón en la boca.

Rosa se puso nerviosa echando unos pimientos a la sartén. Le pides que desactive una bomba rodeada de leones y va tranquila, pero los pimientos…

“Lets du iz”, dijo para animarse. Su robot de cocina hace musiquilla de Casiotone de los años ochenta. Con ese robot de cocina se hace una gira Camela.

Rosa a cualquier sonido le busca una canción que se le parece. Una vez vio por la calle cómo una hormigonera pasaba por encima de un gato y se acordó de una canción de Shakira.

“Podría echarle preparado de paella y que supiera a algo…”, dijo, pero no, le echó pimentón como para matar a un mexicano. A ese sofrito le arrimas un cigarro y te lo enciende.

“Voy a hacer un poco el bruto”, se vino arriba y echó cuscús en el robot de cocina. Pero allí se quedó. Abandonado. Él nunca lo haría. Si un cuscús pudiera poner cara de pena, ése abría puesto cara de Jack soltándose de la tabla.

Rosa frió plátanos acojonada por si saltaban, pero no, se quedaron quietos y no saltaron. Y es por eso que los plátanos fritos no trabajan en el Circo del Sol, porque no saltan.

El pollo de Heura así como crudo tiene pinta como de haberle sacado tajos a un alien enfermo.

Postre. Green Paradise. Francisco lo leyó como grins párais. Lleva uvas pasas y nueces. Con eso hizo un picadillo que usó de base, igual que hacían los romanos con las calzadas romanas. Se podía asfaltar con eso.

Abrió un aguacate del que dijo “no me gusta este olor”, pero lo echó igual. Rosa encuentra un pescado comido a gusanos y piensa que está en su punto. Y con el aguacate hizo una crema que echó encima del enlosado de las pasas y las nueces. Ese postre parecía el pañuelo de los mocos de Hulk.

La primera en llegar a la cena fue Laura Matamoros, que es hater e influencer. Haterencer. Consiste en odiar. Todo. Laura de niña arañaba la tele furiosa cuando salían los osos amorosos.

De aperitivo Rosa les puso chorizo, morcilla y queso, todo vegano. A Laura no le gustó porque “el chorizo vegano se te acaba repitiendo”. Claro, porque el chorizo normal no se repite. Los eructos de chorizo saben a ambientador de pino, no te jode. Te puedes eructar en un sobaco y ya vas perfumado.

Después llegó Aless Gibaja. “La casa de Rosa es muy ella, la representa con sus detallitos. Es una casa muy Rosa López”, afirmó. Están las casas victorianas y las casa rosianas.

“El chorizo pica, se quejó Gibaja”, porque el chorizo normal no pica. Nunca. Sólo el vegano. El chorizo normal se le da a los putos bebés cuando les duelen los dientes, no te jode.

“Os pasásteis todos de nota“, les comía la oreja Laura Matamoros a los que iban llegando. “Yo le di un cuatro pero porque era a la cara, si no a lo mejor…”, dijo Laura, que si hubiera podido habría dado a Mosquera puntos negativos. Ella, la sinceridad. Ojo. Laura le hace un examen de Física a Einstein y si la nota es anónima le suspende.

Y llegó Francisco. Y él y Rosa se comieron los morros sin querer. Iban a darse besos en la mejilla, pero ahí hubo morro versus morro.

“Rosa, con tu permiso me quito la chaqueta“, dijo Francisco, que es muy educado. Si Francisco fuera stripper sería el único que pediría permiso para arrancarse los pantalones.

Francisco antes de probar los embutidos veganos los olió, como si Rosa los hubiera untado en curare para matarle. A Francisco le dices “vegano” y entiende “veneno”.

“Venda o no venda discos, salgo a la calle y tengo una familia. En lugar de tirarme piedras, me ayudan“, dijo Rosa sobre el cariño de la gente, mientras Laura le miraba con asquito. Porque a Laura eso de que la gente ame le parece feo.

“Y tanto amor… pues psicólogo que te crió“, acabó diciendo Rosa. Se nos rompió el amor, de tanto selfie.

Laura volvió a sacar lo de las votaciones. Ese nueve de Raquel… A Laura la envidia no se la come. La devora, la digiere y la caga.

“Si me hubierais votado a las espaldas, ¿me hubiérais puesto lo mismo?” se atrevió a preguntar Mosquera. Hay cosas que es mejor no saber, Raquel.

“A Francisco le veo estratega, porque no le veo claro“, dijo Laura. Todo aquel que tenga en su alma algo de amor, cariño o ganas de no ofender al prójimo no es claro para Laura. A Laura no la visitan los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras porque les hace llorar.

“Nos dejamos llevar por lo superficial y le damos más importancia a una caricia en la piel y no a una caricia en el alma“, dijo Rosa. Paulo Coelho le copia frases a Rosa López.

“El amor está peor que la economía”, se quejaba con pena Rosa y Laura, que es repelente, saltó: “Pues a mí me va bien, yo tengo suerte“.

“Rosa me da penilla, demanda tanto el amor de otra persona que me da cosilla“, dijo después. Sí, Rosa le daba pena, pero no dudó en hundirla en la mierda. ¿Has tocado fondo? Laura saca una pala y te cava un fondo nuevo para que puedas hundirte más.

“Hay amor en todas sus extensiones“, aportó Gibaja, que ama las extensiones. Nada más digno de amor que un trozo de pelo muerto unido a una tira de silicona.

Se pusieron a cotillear el álbum de fotos de Rosa, de cuando OT 1. “Yo es que el boom de Operación Triunfoni lo sé“, dijo Laura, quitando méritos. Ella estuvo en GH VIP, vegetando. Eso es un mérito y no el récord histórico de audiencia de Rosa.

“Yo empecé haciendo bodas, bautizos y comuniones“, rememoró Francisco, que no sabemos si cantaba o servía paletillas de cordero. “Cuando yo oí a Rosa dije ‘esta mujer lleva dentro una negra'”, añadió. Y si tienes voz de tenor llevas a Pavarotti asomando por el culo.

Y llegó el primer plato. “Este plato me lo hacía mi abuela y yo no me lo quería comer“, dijo Rosa para vender su plato.

Rosa vendiendo su casa: “Y aquí en el salón murió apuñalado el anterior dueño durante una misa satánica y detrás de las paredes hay droga”.

A Aless Gibaja le gustó la sopa porque era un plato sentimental, pero no le gustó el “look”. Las putas sopas tienen “look”. “No te invitaba a comértelo”, valoró. A Gibaja los platos le tienen que invitar.

– Estimado señor Gibaja. Por la presente, sus macarrones con atún le invitan formalmente a ingerirlos en una fecha próxima. Dress Code: babero y servilleta.

“Lo veo insípido, es que no me sabía a nada”, dijo Laura. Vaya por Dios. Algo que no le gusta a Laura. “¿A qué te sabe el ajo?, a nada”, sentenció la mujer que tiene la boca siempre como si hubiera mordido un anzuelo y le estuvieran tirando del sedal. No, Laura, a nada. El ajo no sabe a nada. Os podéis comer los ajos como chicles y Laura os besará sin problema, porque el ajo no sabe a nada.

Como a Raquel le gustó la sopa, a Laura le molestó y dijo que a Raquel afirmaba eso porque Rosa le había dado buena nota en la cena anterior, por peloteo. La envidia atacaba de nuevo. Se comía a Laura por las patas. A Tiburón ver a la envidia comerse a Laura le da impresión.

“Luego soy una fiera en la cama, ¿eh?“, dijo Rosa, sin venir mucho a cuento. “Pero no sé cuándo fue la última vez”, añadió.

“Yo llevo años sin hacerlo“, la consoló Aless Gibaja, que debe tener los huevos como la cisterna de un lechero.

“Deberíamos empezar una campaña en redes con un hashtag de #RosaNecesitaUnClavel“, dijo Aless que piensa que hay que buscarle un macho a Rosa como el que quiere que la gata tenga cachorros. Aless no le va a hacer a Rosa un perfil en Tinder, le va a hacer un defrente.

Y debería llegar el segundo, pero hubo un problema. El cuscús se había quedado así:



Con ese cuscús proteges la cámara del Banco de España y los de La Casa de Papel se van de allí sin un duro. “Ese cuscús no lo presento yo en ningún lado”, dijo Rosa, como si el cuscús fuera un cuñado borracho que no sabe comportarse.

“En esto de la veganía hay un pollo que es el sucesor de la carne“, les explicó Rosa, porque la carne de Neura esa es la heredera del pollo. Si el pollo tiene una casa y dinero en el banco y va y se muere, se lo queda la carne esa de las Neuras.

“Esto es querer engañar a tu mente. No sacrifico los sabores originales por estas cosas“, dijo Francisco, al que el colorante alimentario le parece una estafa criminal. El día que descubra los filtros de Instagram le da un infarto.

“Me ha gustado mucho, pero me sabe mucho a taco o a burrito. Lo has sazonado tanto que…“, dijo Laura. La sopa, sosa, el segundo, muy sazonado. Para Aristóteles la virtud estaba en el punto medio. Para Laura la virtud no está. Ni el puto punto ese de los coj*nes.

“Qué mala soy”, dijo. SI.

A Gibaja también le picaba mucho la carne, como antes le picó el chorizo. A Gibaja le pica el agua mineral. Gibaja a veces respira por la boca y le pica la lengua.

“El plato está frío y tiene sabor a quemado“, dijo Francisco, que si la comida no le cauteriza el esófago, está fría. Francisco mete el tenedor en la comida, si al sacarlo no se puede moldear en un yunke, es que la comida no está caliente.

Y claro, hundieron a Rosa en la mierda. Menos mal que estaba Raquel Mosquera, que le gustó todo. Qué mujer más maja.

“Ese trozo de papel es historia de España“, dijo Aless sobre el papel donde le comunicaron a Rosa que entraba a la Academia de OT. Hay un incendio y Gibaja tiene que elegir y salva ese papel antes que un Códice de Da Vinci.



“¡No te puedes llevar bien con todos!“, se quejó Laura cuando Rosa dijo que se llevaba bien con sus compañeros de OT. Para Laura no te puedes llevar bien con todos… es más, no te puedes llevar bien con nadie. Laura descubre que le cae bien a alguien y se lleva un disgusto.

“A las seis de la mañana fui al baño y de repente abrieron la puerta y era Busta y me vio todo el potorrillo y entonces yo no sabía lo que era la depilación”, contó como anécdota Rosa. De hecho, Bustamante pensó que Rosa iba a mear con un seto.

Laura aprovechó que Rosa se fue a por el postre para comerle la cabeza a los demás: “Vamos, que la ha cagado“. Esta chica es una bendita. Madre de Dios, qué buen corazón, qué buen fondo. El día que vaya al cielo la recibe San Pedro con barricadas y ametralladoras para que no pueda pasar.

Y llegó el postre. Francisco lo miraba con cara rara. Al cantante cualquier cosa que sea más raro que una patata cocida le parece exótico. Y si para hacer un plato no se ha matado algo, no le va. Francisco es capaz de pedir que le traigan la sopa de verduras con una mosca flotando sólo para que haya un animal en su comida.

Laura ponía cara de estar oliendo un pedo. Y luego se puso a reírse en la put* cara de Rosa. DE VERDAD, QUÉ MALEDUCADA. Cruel y maleducada. No vas a la casa de nadie a comer y te ríes en su puñetera cara. Y menos cuando están siendo amables contigo.

A LA MIERDA.

“Es de los postres más raros que he podido probar. Son sabores demasiado dulces”, alegó la niña. Oh, mierda, un postre dulce, qué desfachatez.

– ¡Mi cama estaba mullida y limpia! ¡Quiero ponerle una hoja de reclamaciones al hotel!

Y así.

“Te voy a ser muy sincera, no me ha gustado“, le espetó Laura a la pobre y buena de Rosa, que es un ser de luz, buena a más no poder. Que alguien le diga a Laura que sincera y maleducada no son sinónimos.

“Estoy pensando en convertirme en vagana“, dijo Raquel Mosquera. Ella a su put* bola. Cuando Yupi quería decir que a alguien se le iba la pinza decía “Vives en los mundos Mosquera”.

“La base de arriba me ha gustado“, dijo la peluquera. La base de arriba. Menos mal que esta mujer no es arquitecto, porque pone los cimientos por encima de la chimenea.

“No volveré nunca más a comer comida vegana“, informó Francisco, como el que se equivoca y se mete en una sauna para personas mayores y dice que ya nunca más.

El fin de fiesta era de temática de amor. “Yo voy a proponer un juego que para nada quiero que acaba en orgía“, dijo Rosa. JA JA JA JA JA Lo mismo le pasó al que inventó el Monopoly, que en las primeras versiones acababa la gente follxxxx en cada partida. Y eso en un juego familiar era raro.

“Os voy a vendar los ojos…“, empezó a decir Rosa sobre su juego. Y creo que no siguió, más allá porque lo siguiente era hablarles de unas esposas y unos látigos de cuero.

– Os explico el juego: ahora os voy a introducir una botella de anís del mono por algún orificio y…

El caso es que les puso a hacer la gallinita ciega. Laura ponía cara de aburrirse, porque con los ojos vendados no ve y sin ver no se puede odiar bien.

El juego consistía en besarse en la boca con el que tuvieras más cerca. Fue oírlo y al momento siguiente Laura Matamoros se había apartado tanto que la encontraron intentando cruzar la verja de Gibraltar.

Total, que había que besarse y aguantar cinco segundos. Lo justo para contagiarte algo. Raquel Mosquera se besó en la mejilla con Francisco con más asco que lamer el váter de un bar.

“Esta fiesta no era del amor sexual… QUE TAMBIÉN OYE“, dijo Rosa, que una cosa no quita la otra, claro que sí.

– Y ahora nos vamos a demostrar amor espiritual poniendo nuestros genitales en la boca del que tengamos más cerca. Y le agarramos de la nuca y lo arrimamos hasta que haga aspavientos de asfixia. Ah, el amor…

NOTAS:

Francisco le puso a Rosa un 5. Raquel le puso un 8.Gibaja le puso un 6. Y Laura Matamoros le puso un 3. CRISTO BENDITO…

“Yo me daría un 10”, dijo Rosa, feliz. La amo. A Laura no.

Rosa tenía el poder de saber qué notas le han puesto.Y lo supo. “El 3 es de Laurita, me encanta Laura”, dijo Rosa, bendita ella.

“Mira, que yo no he venido aquí a hacer amigos“, concluyó Laura. Esta chica no va a ningún sitio a hacer amigos. Laura va a la tierra de los Teletubbies y se enemista con ellos.

Como diría un inglés, es insoporteibol.
Lo que me he reído !!!
 
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Comida de envidia: la cruel mala educación de Laura Matamoros contra Rosa López en ‘Ven a cenar conmigo’
GUS HERNÁNDEZ 21 DE AGOSTO DE 2019



A Laura se la ve feliz, ¿eh? FOTO: TELECINCO

Imaginad una vaca nacida en Chernóbil, criada con verduras de Fukushima y saciada con un abrevadero lleno de cicuta. Pues está la mala leche de esa vaca y por encima la mala leche de Laura Matamoros.

La zagala fue una de las comensales de Rosa López, Rosa de España, en la segunda edición de esta ronda de Ven a cenar conmigo. Gourmet Edition. Y en fin, Laura es de esos productos televisivos que confunden sinceridad con mala educación. Y claro, no es que hiera los sentimientos ajenos, es que los hiere y luego los remata en el suelo.

Pero empecemos por el principio. Si algo tenemos en común Laura y yo es que somos influencers. Ella influye en la cantidad de bilis que generas y yo en nada. Así que podéis seguirme sin miedo: Instagram: @GusHernandezGH | Twitter: @RealityBlogShow | Facebook: Gus Superviviente Hernández.

Rosa se presentó: “Me llamo Rosa María López Cortés“, dijo y le faltó decir el DNI, número de pasaporte y configuración de ADN en sus células madre. Una vez un policía la paró y le pidió que se identificar. Para cuando Rosa acabó el policía tenía que jubilarse.

“Rosa en el escenario es una bestia parda“, dijo de sí misma. En serio, que una vez hizo un dueto con Black Panther y el chaval salió arañado.

“Hay que cuidarse en cuerpo, mente y alma“, dijo. Joder, el alma. No me he cuidado nada el alma. La debo tener pocha. ¿Hay que darle de comer a eso? ¿Es como los gremlins, tiene reglas o algo?

“Tengo que trabajar mucho que mi voz sea nasal“, aseguró. Así empezó Eros Ramazzotti. Él nunca paró de intentarlo.

“Empecé siendo crudivegana tres meses y el cuerpo se me quedó frío”, nos contó Rosa. Normal, es que esa gente ingiere menos calorías que un gato de escayola. Estás tres meses de crudivegano y no te puede quemar la Inquisición en una hoguera porque no prendes.

“Ahora soy ovo lacteo vegana”, o sea, que come huevos y lácteos. Lo suficiente como para ser mirada con reproche por un vegano tiquismiquis.

“He hecho boxeo, natación, running, spinning…“, dijo rosa sobre su preparación física. Ha hecho más entrenamientos que un marine de los EE UU. Rosa puede matar a un todo un comando ruso con un cepillo de dientes. Yo un día falté al gimnasio y al día siguiente me dijeron que había ido Rosa por mí.

Rosa se preparó un café vegano antes de empezar a cocinar. Tardó como seis horas en hacerse un café saludable. Normal que no coma mucho, para cuando ha acabado de hacer eel café se le ha pasado el hambre y las pastas están caducadas.

La cocina de Rosa no es muy grande pero tiene mucha luz. El sol se pone protector solar factor 50 cuando pasa por delante de la cocina de Rosa. Joder, es que tenía más luz que Endesa casándose con Iberdrola. O como se llamen ahora.

Entrante: “¿Por qué le decís entrante si es un primer plato?“, se preguntó Rosa, que es de menú del día en Casa Paco. Primero, segundo, postre, pan y café. Joder.

El entrant… el primer plato se llamaba La madre que me parió. Era “una sopita que mi abuela hacía, que mi madre hacía, que es muy sencilla pero que a todo el mundo le gusta”. Esa sopa lleva droga. Es una guat a veri gud sup.

Llevaba acelgas (ya, hasta ahí, no le gusta a todo el mundo).

– Hago una sopa que le gusta a todo el mundo, lleva criadillas de toro crudas, sesos de mono, arañas con lepra y acelgas.

– Acelgas, qué asco.

Y así.

“Los hombres me gustan que no fumen, que tengan mucho sentido del humor, que sea deportista, sano, inteligente, con humor inteligente…”, pidió Rosa. JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA Sí, claro. Y que críe unicornios. El hombre ideal de Rosa se lo pides a los Reyes Magos y se los encuentran con una soga al cuello y colgando de una viga.

El hombre de los sueños de Rosa:

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Rosa usó dos vasos agitándolos para pelar los ajos. Les dio tan fuerte que los ajos se pelaron y hasta desnudaron su alma. Cuando los echó en la sartén les pareció un jacuzzi comparado con las hostias que se habían llevado. “Es milagroso”, dijo Rosa. Nos ha jodido, a mí me da una hostia de esas y me desuello yo mismo con tal de que pare.

Después se puso a batir almendras, ajo y pan y eso era como cemento para un búnker. Luego lo disolvió en la sopa, creando un aguacharco como para que beba una cabra y se vaya la pata abajo.

El plato principal era Andalucía del mañana. O pasado, no sé. Era carne de Heura, hecha de proteína de guisante. Si Dios hubiera querido que comiéramos guisantes sabrían a chuleta.

“Don stop me nau bicos aim javin a gud taim“, canturreó Rosa, como si Freddie Mercury cantara con un polvorón en la boca.

Rosa se puso nerviosa echando unos pimientos a la sartén. Le pides que desactive una bomba rodeada de leones y va tranquila, pero los pimientos…

“Lets du iz”, dijo para animarse. Su robot de cocina hace musiquilla de Casiotone de los años ochenta. Con ese robot de cocina se hace una gira Camela.

Rosa a cualquier sonido le busca una canción que se le parece. Una vez vio por la calle cómo una hormigonera pasaba por encima de un gato y se acordó de una canción de Shakira.

“Podría echarle preparado de paella y que supiera a algo…”, dijo, pero no, le echó pimentón como para matar a un mexicano. A ese sofrito le arrimas un cigarro y te lo enciende.

“Voy a hacer un poco el bruto”, se vino arriba y echó cuscús en el robot de cocina. Pero allí se quedó. Abandonado. Él nunca lo haría. Si un cuscús pudiera poner cara de pena, ése abría puesto cara de Jack soltándose de la tabla.

Rosa frió plátanos acojonada por si saltaban, pero no, se quedaron quietos y no saltaron. Y es por eso que los plátanos fritos no trabajan en el Circo del Sol, porque no saltan.

El pollo de Heura así como crudo tiene pinta como de haberle sacado tajos a un alien enfermo.

Postre. Green Paradise. Francisco lo leyó como grins párais. Lleva uvas pasas y nueces. Con eso hizo un picadillo que usó de base, igual que hacían los romanos con las calzadas romanas. Se podía asfaltar con eso.

Abrió un aguacate del que dijo “no me gusta este olor”, pero lo echó igual. Rosa encuentra un pescado comido a gusanos y piensa que está en su punto. Y con el aguacate hizo una crema que echó encima del enlosado de las pasas y las nueces. Ese postre parecía el pañuelo de los mocos de Hulk.

La primera en llegar a la cena fue Laura Matamoros, que es hater e influencer. Haterencer. Consiste en odiar. Todo. Laura de niña arañaba la tele furiosa cuando salían los osos amorosos.

De aperitivo Rosa les puso chorizo, morcilla y queso, todo vegano. A Laura no le gustó porque “el chorizo vegano se te acaba repitiendo”. Claro, porque el chorizo normal no se repite. Los eructos de chorizo saben a ambientador de pino, no te jode. Te puedes eructar en un sobaco y ya vas perfumado.

Después llegó Aless Gibaja. “La casa de Rosa es muy ella, la representa con sus detallitos. Es una casa muy Rosa López”, afirmó. Están las casas victorianas y las casa rosianas.

“El chorizo pica, se quejó Gibaja”, porque el chorizo normal no pica. Nunca. Sólo el vegano. El chorizo normal se le da a los putos bebés cuando les duelen los dientes, no te jode.

“Os pasásteis todos de nota“, les comía la oreja Laura Matamoros a los que iban llegando. “Yo le di un cuatro pero porque era a la cara, si no a lo mejor…”, dijo Laura, que si hubiera podido habría dado a Mosquera puntos negativos. Ella, la sinceridad. Ojo. Laura le hace un examen de Física a Einstein y si la nota es anónima le suspende.

Y llegó Francisco. Y él y Rosa se comieron los morros sin querer. Iban a darse besos en la mejilla, pero ahí hubo morro versus morro.

“Rosa, con tu permiso me quito la chaqueta“, dijo Francisco, que es muy educado. Si Francisco fuera stripper sería el único que pediría permiso para arrancarse los pantalones.

Francisco antes de probar los embutidos veganos los olió, como si Rosa los hubiera untado en curare para matarle. A Francisco le dices “vegano” y entiende “veneno”.

“Venda o no venda discos, salgo a la calle y tengo una familia. En lugar de tirarme piedras, me ayudan“, dijo Rosa sobre el cariño de la gente, mientras Laura le miraba con asquito. Porque a Laura eso de que la gente ame le parece feo.

“Y tanto amor… pues psicólogo que te crió“, acabó diciendo Rosa. Se nos rompió el amor, de tanto selfie.

Laura volvió a sacar lo de las votaciones. Ese nueve de Raquel… A Laura la envidia no se la come. La devora, la digiere y la caga.

“Si me hubierais votado a las espaldas, ¿me hubiérais puesto lo mismo?” se atrevió a preguntar Mosquera. Hay cosas que es mejor no saber, Raquel.

“A Francisco le veo estratega, porque no le veo claro“, dijo Laura. Todo aquel que tenga en su alma algo de amor, cariño o ganas de no ofender al prójimo no es claro para Laura. A Laura no la visitan los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras porque les hace llorar.

“Nos dejamos llevar por lo superficial y le damos más importancia a una caricia en la piel y no a una caricia en el alma“, dijo Rosa. Paulo Coelho le copia frases a Rosa López.

“El amor está peor que la economía”, se quejaba con pena Rosa y Laura, que es repelente, saltó: “Pues a mí me va bien, yo tengo suerte“.

“Rosa me da penilla, demanda tanto el amor de otra persona que me da cosilla“, dijo después. Sí, Rosa le daba pena, pero no dudó en hundirla en la mierda. ¿Has tocado fondo? Laura saca una pala y te cava un fondo nuevo para que puedas hundirte más.

“Hay amor en todas sus extensiones“, aportó Gibaja, que ama las extensiones. Nada más digno de amor que un trozo de pelo muerto unido a una tira de silicona.

Se pusieron a cotillear el álbum de fotos de Rosa, de cuando OT 1. “Yo es que el boom de Operación Triunfoni lo sé“, dijo Laura, quitando méritos. Ella estuvo en GH VIP, vegetando. Eso es un mérito y no el récord histórico de audiencia de Rosa.

“Yo empecé haciendo bodas, bautizos y comuniones“, rememoró Francisco, que no sabemos si cantaba o servía paletillas de cordero. “Cuando yo oí a Rosa dije ‘esta mujer lleva dentro una negra'”, añadió. Y si tienes voz de tenor llevas a Pavarotti asomando por el culo.

Y llegó el primer plato. “Este plato me lo hacía mi abuela y yo no me lo quería comer“, dijo Rosa para vender su plato.

Rosa vendiendo su casa: “Y aquí en el salón murió apuñalado el anterior dueño durante una misa satánica y detrás de las paredes hay droga”.

A Aless Gibaja le gustó la sopa porque era un plato sentimental, pero no le gustó el “look”. Las putas sopas tienen “look”. “No te invitaba a comértelo”, valoró. A Gibaja los platos le tienen que invitar.

– Estimado señor Gibaja. Por la presente, sus macarrones con atún le invitan formalmente a ingerirlos en una fecha próxima. Dress Code: babero y servilleta.

“Lo veo insípido, es que no me sabía a nada”, dijo Laura. Vaya por Dios. Algo que no le gusta a Laura. “¿A qué te sabe el ajo?, a nada”, sentenció la mujer que tiene la boca siempre como si hubiera mordido un anzuelo y le estuvieran tirando del sedal. No, Laura, a nada. El ajo no sabe a nada. Os podéis comer los ajos como chicles y Laura os besará sin problema, porque el ajo no sabe a nada.

Como a Raquel le gustó la sopa, a Laura le molestó y dijo que a Raquel afirmaba eso porque Rosa le había dado buena nota en la cena anterior, por peloteo. La envidia atacaba de nuevo. Se comía a Laura por las patas. A Tiburón ver a la envidia comerse a Laura le da impresión.

“Luego soy una fiera en la cama, ¿eh?“, dijo Rosa, sin venir mucho a cuento. “Pero no sé cuándo fue la última vez”, añadió.

“Yo llevo años sin hacerlo“, la consoló Aless Gibaja, que debe tener los huevos como la cisterna de un lechero.

“Deberíamos empezar una campaña en redes con un hashtag de #RosaNecesitaUnClavel“, dijo Aless que piensa que hay que buscarle un macho a Rosa como el que quiere que la gata tenga cachorros. Aless no le va a hacer a Rosa un perfil en Tinder, le va a hacer un defrente.

Y debería llegar el segundo, pero hubo un problema. El cuscús se había quedado así:



Con ese cuscús proteges la cámara del Banco de España y los de La Casa de Papel se van de allí sin un duro. “Ese cuscús no lo presento yo en ningún lado”, dijo Rosa, como si el cuscús fuera un cuñado borracho que no sabe comportarse.

“En esto de la veganía hay un pollo que es el sucesor de la carne“, les explicó Rosa, porque la carne de Neura esa es la heredera del pollo. Si el pollo tiene una casa y dinero en el banco y va y se muere, se lo queda la carne esa de las Neuras.

“Esto es querer engañar a tu mente. No sacrifico los sabores originales por estas cosas“, dijo Francisco, al que el colorante alimentario le parece una estafa criminal. El día que descubra los filtros de Instagram le da un infarto.

“Me ha gustado mucho, pero me sabe mucho a taco o a burrito. Lo has sazonado tanto que…“, dijo Laura. La sopa, sosa, el segundo, muy sazonado. Para Aristóteles la virtud estaba en el punto medio. Para Laura la virtud no está. Ni el puto punto ese de los coj*nes.

“Qué mala soy”, dijo. SI.

A Gibaja también le picaba mucho la carne, como antes le picó el chorizo. A Gibaja le pica el agua mineral. Gibaja a veces respira por la boca y le pica la lengua.

“El plato está frío y tiene sabor a quemado“, dijo Francisco, que si la comida no le cauteriza el esófago, está fría. Francisco mete el tenedor en la comida, si al sacarlo no se puede moldear en un yunke, es que la comida no está caliente.

Y claro, hundieron a Rosa en la mierda. Menos mal que estaba Raquel Mosquera, que le gustó todo. Qué mujer más maja.

“Ese trozo de papel es historia de España“, dijo Aless sobre el papel donde le comunicaron a Rosa que entraba a la Academia de OT. Hay un incendio y Gibaja tiene que elegir y salva ese papel antes que un Códice de Da Vinci.



“¡No te puedes llevar bien con todos!“, se quejó Laura cuando Rosa dijo que se llevaba bien con sus compañeros de OT. Para Laura no te puedes llevar bien con todos… es más, no te puedes llevar bien con nadie. Laura descubre que le cae bien a alguien y se lleva un disgusto.

“A las seis de la mañana fui al baño y de repente abrieron la puerta y era Busta y me vio todo el potorrillo y entonces yo no sabía lo que era la depilación”, contó como anécdota Rosa. De hecho, Bustamante pensó que Rosa iba a mear con un seto.

Laura aprovechó que Rosa se fue a por el postre para comerle la cabeza a los demás: “Vamos, que la ha cagado“. Esta chica es una bendita. Madre de Dios, qué buen corazón, qué buen fondo. El día que vaya al cielo la recibe San Pedro con barricadas y ametralladoras para que no pueda pasar.

Y llegó el postre. Francisco lo miraba con cara rara. Al cantante cualquier cosa que sea más raro que una patata cocida le parece exótico. Y si para hacer un plato no se ha matado algo, no le va. Francisco es capaz de pedir que le traigan la sopa de verduras con una mosca flotando sólo para que haya un animal en su comida.

Laura ponía cara de estar oliendo un pedo. Y luego se puso a reírse en la put* cara de Rosa. DE VERDAD, QUÉ MALEDUCADA. Cruel y maleducada. No vas a la casa de nadie a comer y te ríes en su puñetera cara. Y menos cuando están siendo amables contigo.

A LA MIERDA.

“Es de los postres más raros que he podido probar. Son sabores demasiado dulces”, alegó la niña. Oh, mierda, un postre dulce, qué desfachatez.

– ¡Mi cama estaba mullida y limpia! ¡Quiero ponerle una hoja de reclamaciones al hotel!

Y así.

“Te voy a ser muy sincera, no me ha gustado“, le espetó Laura a la pobre y buena de Rosa, que es un ser de luz, buena a más no poder. Que alguien le diga a Laura que sincera y maleducada no son sinónimos.

“Estoy pensando en convertirme en vagana“, dijo Raquel Mosquera. Ella a su put* bola. Cuando Yupi quería decir que a alguien se le iba la pinza decía “Vives en los mundos Mosquera”.

“La base de arriba me ha gustado“, dijo la peluquera. La base de arriba. Menos mal que esta mujer no es arquitecto, porque pone los cimientos por encima de la chimenea.

“No volveré nunca más a comer comida vegana“, informó Francisco, como el que se equivoca y se mete en una sauna para personas mayores y dice que ya nunca más.

El fin de fiesta era de temática de amor. “Yo voy a proponer un juego que para nada quiero que acaba en orgía“, dijo Rosa. JA JA JA JA JA Lo mismo le pasó al que inventó el Monopoly, que en las primeras versiones acababa la gente follxxxx en cada partida. Y eso en un juego familiar era raro.

“Os voy a vendar los ojos…“, empezó a decir Rosa sobre su juego. Y creo que no siguió, más allá porque lo siguiente era hablarles de unas esposas y unos látigos de cuero.

– Os explico el juego: ahora os voy a introducir una botella de anís del mono por algún orificio y…

El caso es que les puso a hacer la gallinita ciega. Laura ponía cara de aburrirse, porque con los ojos vendados no ve y sin ver no se puede odiar bien.

El juego consistía en besarse en la boca con el que tuvieras más cerca. Fue oírlo y al momento siguiente Laura Matamoros se había apartado tanto que la encontraron intentando cruzar la verja de Gibraltar.

Total, que había que besarse y aguantar cinco segundos. Lo justo para contagiarte algo. Raquel Mosquera se besó en la mejilla con Francisco con más asco que lamer el váter de un bar.

“Esta fiesta no era del amor sexual… QUE TAMBIÉN OYE“, dijo Rosa, que una cosa no quita la otra, claro que sí.

– Y ahora nos vamos a demostrar amor espiritual poniendo nuestros genitales en la boca del que tengamos más cerca. Y le agarramos de la nuca y lo arrimamos hasta que haga aspavientos de asfixia. Ah, el amor…

NOTAS:

Francisco le puso a Rosa un 5. Raquel le puso un 8.Gibaja le puso un 6. Y Laura Matamoros le puso un 3. CRISTO BENDITO…

“Yo me daría un 10”, dijo Rosa, feliz. La amo. A Laura no.

Rosa tenía el poder de saber qué notas le han puesto.Y lo supo. “El 3 es de Laurita, me encanta Laura”, dijo Rosa, bendita ella.

“Mira, que yo no he venido aquí a hacer amigos“, concluyó Laura. Esta chica no va a ningún sitio a hacer amigos. Laura va a la tierra de los Teletubbies y se enemista con ellos.

Como diría un inglés, es insoporteibol.
:kiss::hilarious::hilarious::hilarious::hilarious:
Lo bien que va echarse unas risas:smuggrin:
 
A mí la arrocera (Laura Matamoros) me cae fatal pero en lo de Rosa entiendo que la saque de quicio.

Su personalidad no pega ni con cola y es complicado estar cenando y escuchando 4horas a una señora "lenta" diciendo chorradas y desesperada por un pexx.

Provoca pena/MUCHA vergüenza ajena
 
Yo admito que vi esa edición de OT y que me caía bien. Parecía una muy buena persona, que no había salido de su pueblo , que no había tenido acceso a la cultura, etc. Pero es que lo de ahora...
 
a veeeeeeeeer me estoy viendo ven a cenar conmigo , a ver entiendo todo lo que decís, pero realmente es buen tía, me pone nerviosa, em cansa etc etc pero es buena gente, esa es mi percepción, igual que la mosquera me parece super cargante pero no tiene mal fondo, a mi me caen bien las dos, aunque es cierto que em ponen un poquitito nerviosa, y a veces siento vergüenza ajena, pero no son mala gente, al menos para mi
 
Es maja, simpatica y buena gente, pero la pobre no ha madurado, no ha crecido personalmente, luego laboralmente tambien esta muy perdida, nunca ha encontrado su estilo (o no han sabido encontrarselo). Tenia mucho potencial, pero no supo utilizarlo. Una voz no sirve de nada si no sabes usarla, si no tienes carisma... y yo creo que Rosa cayo muy bien por toda su historia personal, el tipico patito feo que se convierte en cisne, pero luego sales de la academia y te das de bruces con la realidad y resulta que todos aquellos que te apoyaban ya no compran tu musica ni van a tus conciertos... Es triste, pero asi es la vida.

Y en Ven a cenar conmigo Laura se ha pasado con ella, pero como ella es taaaaaaaaan sincera (en verdad es maleducada, pero bueno).
 
cuando estuvo en tu cara me suena dijo que estaba a punto de dejar la música (como la mayor parte de la gente que va). una cosa es tener voz y otra ser artista y a esta pobre mujer es lo que le pasa. Y mira que se han gastado dinero en ella, pero nada, que no avanza.
es muy cortita, cuando en este programa los participantes montaban los follones entre cancion y canción ella se quedaba callada con la boca abierta porque no sabía por dónde le daba el aire
 
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