Rio 2016. Juegos Olímpicos.

"I over-exaggerated that story,"
No, no lo exageraste. MENTISTE.
'I Let My Team Down'
Sí, le fallaste a tu equipo. Te largaste a USA y les dejaste a ellos la merde para que bregaran con ella.
Twelve-time medalist Ryan Lochte took "full responsibility".
Si hubieses tomado "total responsabilidad", no hubieses dejado que tu compañero de equipo tuviera que pagar por un daño que TÚ cometiste.
"And it was my immature behavior."
Inmaduro, inconsciente y desleal.
 
Última edición:
China gana a Serbia 3-1 en volley de cancha femenino.

ORO: China
PLATA: Serbia
BRONCE: USA
 
Partidazo
China- Serbia
Lan Ping campeona olimpica como jugadora y como entrenadora.
A las serbias se les agotó el aire.
Mañana la final masculina Brasil- Italia
Partidazo!
 
Ruth Beitia, oro en salto de altura
En una final afrontada con una placidez desarmante, la mejor atleta española de la historia consigue en los Juegos la medalla de oro que culmina una carrera de dos décadas
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CARLOS ARRIBAS
Río de Janeiro 21 AGO 2016 - 07:04 CEST
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Ruth Beitia besa la medalla de oro. PATRICK SMITH GETTY IMAGES


Ruth Beitia está sentada en el suelo con la espalda apoyada en un banco como una que esté de picnic en un parque un atardecer de verano. Está con un par de amigas con las que charla, se cuenta chistes, se ríe a carcajadas. De vez en cuando, se levanta, da una carrera veloz de nueve pasos muy medidos y da un salto. Cuando ella vuelve a la tertulia bajo el toldo, alguna de las amigas se levanta y la imita. Ella vuelve siempre sonriente, feliz como una perdiz, y con unas gafas de sol atómicas que le dan pinta de moderna en la noche. El resto del mundo no existe. No hay estadio. No hay ruido. No hay carreras que pasan como un carrusel por la pista que rodea su puesto.

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Aunque no lo parezca, Ruth Beitia está ganando una final olímpica en un estadio sin llama en el lejano Brasil. A su alrededor, sus rivales, sufren, lloran, calman su ansiedad y su inquietud corriendo, dando vueltas, cambiando las marcas de cinta aislante en el suelo, mirando desesperadas a su alrededor a sus entrenadores en busca de un consejo mágico que le haga poder con un listo con gran tendencia a caerse en cuanto brincan delante de él. Se juntan en sus lamentos veteranas laureadas como Blanka Vlasic, Kamila Licwinko o Chaunté Lowe; jóvenes como Jungfleish, Lake o Demireva. La italiana Alessia Trost se ríe nerviosa con la sueca Sofie Skoog. Solo Beitia, de 37 años, la mente plácida de quien no tiene cuentas pendientes con nadie, la sonrisa y el ánimo, está por encima de la situación. Ni en una ocasión cambió la marca del inicio de su carrera parada. Ni en una ocasión antes de un salto fue hacia las gradas de los técnicos y las familias a pedir consejo. Todo estaba claro. Estaba disfrutando. Solo importa eso.

Solo Beitia gana un concurso ideal. La cántabra es la única que pasa a la primera las tres alturas que diezman al grupo inicial de 17 en un plisplás. Después del 1,88m pasan todas, pero muy tocadas. Después del 1,93m, faltan cinco, y solo Beitia, Trost y Lowe sin mancha.

Beitia sale la primera de todas. En cuanto lo supo Ramón Torralbo, su entrenador desde hace 26 años, o su 50%, como ella, que solo desea abrazarle sin cámaras delante, repite siempre, lanzó unos juramentos. Mucha presión abrir . El otro Ramón del atletismo español, Ramón Cid, el que manda en todos los técnicos, está sentado a su lado en la grada baja. Le calma. Le dice que mire el lado positivo. Le recuerda que Beitia es tan segura que más que agobiarse por saltar la primera, agobiará a las otras por su limpieza. Después, disimulará sus nervios dando palmas rítmicas en los saltos de sus rivales, a las que anima. Pero la mayoría falla.

La siguiente altura es 1,97m. “Si la pasa a la primera, es medalla segura”, susurra Cid. “Pero no oro, alguna saltará luego, seguro”.

Cuando le llega el turno, Beitia se levanta, se coloca en su marca y sonríe segura mientras los jueces elevan el listón. Sigue sonriendo cuando después de saltarlo, se levanta las gafas y se dirige a su Ramón. En el transcurso de los apenas 15 metros que les separan, la sonrisita se transforma en una risa abierta, en unos ojos chispeantes, en unas manos que ensayan ya la forma el corazón con los dedos que utilizará cuando llegue el momento. Solo cuatro pasan la altura decisiva. Solo ella lo ha hecho sin fallos. En un rincón, sobre el muro de hormigón del foso, Blanka Vlasic, la gran croata que nunca será campeona olímpica, llora de dolor, los pies descalzos, después de haber podido a la segunda con la altura. Por delante aparece Lowe, la otra grande, levantando los brazos al cielo, como adorando iluminada a los focos, como pidiendo ayuda a los dioses. Solo ha podido a la tercera con 1,97m. Necesita saltar dos metros si quiere ganar. También buscará el oro en los 2m la búlgara Mirela Demireva, la última llegada a la elite, la única de las cuatro que nunca ha llegado a esa altura.

Beitia falla los tres intentos en los dos metros, pero cree firmemente que no los necesitará. Desde la colchoneta se despide del estadio como una campeona, y hace el corazón con la mano, su dedicatoria a la familia y a todo el atletismo español. Desde el foso, junto a Torralbo, que, dominado por la emoción, ha perdido ya la capacidad de analizar, descubrir el fallo y corregir, va viendo caer una tras otra a sus rivales.

"Que no nos pase otro Londres"

En la grada, Torralbo piensa en Londres. “Que no nos pase otro Londres”, ruega. “Otro Londres, no”. En Londres, hace cuatro años, Beitia saltó dos metros y creía tener asegurada una medalla, pero en su último intento, la norteamericana Brigette Barret saltó 2,02m y la dejó cuarta. No ocurrió otro Londres.

Ruth Beitia, que al final de una carrera inacabable lo ha alcanzado. En una noche nublada en Río, 25 grados, gotas de agua de vez en cuando, ambiente de entendidos en las gradas, la mejor atleta española de la historia consiguió la 14ª medalla en una gran competición internacional, el oro más valioso, el trofeo que le faltaba en la colección. Es la primera campeona olímpica del atletismo español, que hasta ahora solo contaba con los oros de Fermín Cacho y Dani Plaza en Barcelona 92.

Una de las máximas del deporte es que todos los sueños están permitidos. Ruth Beitia, y con ella una entregada afición española, lo comprobó la última noche olímpica de Río.
 
La España más combativa se topa con un Estados Unidos de ensueño

La selección de Mondelo sucumbe al talento del mejor equipo del deporte mundial en las dos últimas décadas y se queda con la medalla de plata
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ROBERT ÁLVAREZ
Río de Janeiro 20 AGO 2016 - 23:21 CEST
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La selección española, con la medalla de plata. JIM YOUNG REUTERS


La mejor selección española de todos los tiempos se dio un paseo por otra galaxia, la que habita desde hace dos décadas un equipo invencible, un rodillo para sus últimos cincuenta rivales en los Juegos, que ganó la final (101-72) y su sexto oro consecutivo y que no pierde un partido desde las semifinales del Mundial de 2006. Estar en él último baile ya supuso un éxito sin precedentes para la selección española, por primera vez en un podio olímpico después de no haber podido siquiera competir hace cuatro años en Londres.

No tuvo la menor opción pero, así como en hombres se produjo un ‘big bang’ cuando la selección de Díaz Miguel llegó a la final olímpica de 1984, y la perdió (96-65) ante un equipo universitario en el que maravillaba Michael Jordan, la selección de Lucas Mondelo dejó en Río 2016 su primera huella en la luna del baloncesto femenino.

Plantear batalla durante unos 13 minutos a la constelación de estrellas estadounidenses supuso una digna posdata al excelente torneo de las españolas. Diana Taurasi, Maya Moore, Sue Bird, Tina Charles, Brittney Griner, Sylvia Fowles, quizás sus nombres no resuenen tanto como los de la NBA, indefectiblemente en desventaja por el socavón mediático entre el deporte masculino y el femenino, pero su calidad individual y su dinámica y eficacia en equipo, solo admite una comparación, la del genuino ‘dream team’, la de Jordan, Bird, Magic y compañía en 1992. Así de sencillo.

España mantuvo el tipo durante esos 13 primeros, mientras sus pívots, Ndour y Nicholls, pudieron contener mínimamente a la retahíla de gigantes estadounidenses: Charles, Grinner, Delle Donne, Fowles y Stewart. Fue a costa de cometer un exceso de faltas que coartaron después su capacidad de maniobra. Pero mientras eso ocurrió, y mientras Alba Torrens dio rienda suelta a su talento en el juego de transición y en velocidad, hubo partido. 14-17, tras un triple de Alba, fue la última ventaja de España.

Ruptura en el segundo cuarto

La defensa de Estados Unidos se aplicó sobre Alba Torrens, y el ataque español, pese al esfuerzo y las aportaciones de Xargay y Anna Cruz, empezó a carecer de la chispa necesaria para responder a la catarata de canastas de las estadounidenses, con Taurasi, Whalen y Moore a la cabeza. Y Estados Unidos sumó 23 rebotes más, un mundo.

La brecha final fue de 29 puntos. Un resultado decoroso, teniendo en cuenta las circunstancias, la excepcionalidad del equipo estadounidense. Las jugadoras españolas se reunieron en círculo en medio de la pista y aplaudieron al público, satisfechas de haber capeado el temporal. Sabían que su única victoria posible, llegar a la final, ya se había producido. Por fin, el baloncesto femenino podrá presumir de su Rio 2016 como el masculino presumió durante años de su Los Ángeles 1984.

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Ruth Beitia es una "monstrua" ¿ha habido alguna mujer atleta que haya ganado una medalla de oro en los juegos con esa edad? (me refiero al atletismo, seguro que en otras especialidades sí que lo ha habido)

Y hoy las conjunteras españolas (gimnsia rítmica), ayer se clasificaron por delante de las rusas (En la final individual qué pena me dió Kudry y su caída en la última recogida de mazas). Por cierto la retransmisión de teledeporte un asco, diciendo que era en directo e iba con 8 minutos de delay... en una disciplina que duran 90 segundos.
 
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