Reunión del Patronato de la Fundación Princesa de Girona. Diciembre 11, 2018
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En la última foto tiene la expresión de Leonor.
La sorprendente propietaria del vestido por el que han criticado a la reina Letizia
Ya conocíamos que doña Letizia suele echar mano del vestuario de su suegra. Lo que no se sabía, y era incluso inimaginable, es que este vestido fuera de la reina Sofía
19/12/2018 16:18 - ACTUALIZADO: 19/12/2018 23:56
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N.T.
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COTE VILLAR
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19/12/2018 16:18 - ACTUALIZADO: 19/12/2018 23:56
El rifirrafe que doña Letizia y doña Sofía protagonizaron en la catedral de Palma ha sido, sin ningún tipo de duda, la noticia del año en lo que respecta a la realeza. Aquella imagen de la Reina enfrentándose a su suegra para que no se fotografiase con Leonor y Sofía ante la atenta mirada de Felipe VI y don Juan Carlos todavía sigue presente en la retina de muchos españoles. Sin embargo, ellas dos ya tienen ese pequeño desencuentro más que olvidado.
O al menos eso parece. Ya conocíamos que doña Letizia suele echar mano del joyero de doña Sofía cuando lo necesita y en enero de este mismo año comprobamos que también tiene a su disposición su vestuario. Lo que no se sabía, y era incluso inimaginable, es que uno de los vestidos que más polémica ha levantado en estas últimas semanas es también propiedad de la Reina emérita, tal como ha contado ella misma en su último acto, dejando claro antre el público que su relación es buena.
Los Reyes en el concierto por la Constitución. (Limited Pictures)
Se trata del diseño que doña Letizia lució en el aniversario celebrado por el 40 aniversario de la Constitución Española. La esposa de Felipe VI dejó a más de uno con la boca abierta al aparecer con un vestido azul marino con un pronunciado escote ilusión realizado con encaje, cintura marcada con un lazo y falda de vuelo. Muchos fueron los que criticaron abiertamente esa pieza por considerarla inapropiada para una Reina y para aquel acto.
Sin embargo, por aquel entonces nadie sabía que este vestido salió nada más y nada menos que del armario de la reina Sofía, a la que nunca se le ha hecho ningún tipo de reproche por su forma de vestir, al contrario, siempre ha recibido halagos. La madre de Felipe VI lo lució hace treinta años, cuando el vestuario era mucho más conservador, así que no se entienden demasiado las críticas hacia doña Letizia, nos comentan desde su entorno.
Justo este mismo miércoles, la Reina volvía a demostrar que tiene pensado sacarle mucho más partido al vestidor de su suegra recuperando aquellas prendas vintage que le sientan bien y que vuelven a ser tendencia. Doña Letizia apareció en los Premios Nacionales de Moda con un vestido rojo de mangas abullonadas, cintura marcada y falda plisada que doña Sofía estrenó en 1980 en una visita oficial a Dinamarca.
Echando mano de la hemeroteca, hemos comprobado que se trata de una de las prendas favoritas de la Reina emérita en la década de los ochenta, pues también lo llevó en la recepción en Zarzuela al ganador del Premio Cervantes y en un viaje a Hungría. Fue justo a comienzos de este mismo año cuando Letizia nos demostró que está encantada con la ropa de su suegra, luciendo para el 80 cumpleaños del rey Juan Carlos uno de sus vestidos.
Ahora pregunto es inquina hacia Dña Letizia independiente de lo que se ponga, creo que hay que ser objetivos, solo eso dire.
A mi el vestido azul, me ha encantado, prefiero que lo luzca ahora, y que le sienta bien, pero como bien decimos acá en mi país, " Como al hierro la herrumbre, la envidia al hombre consume"; o Si la envidia fuera tiña, ¡cuántos tiñosos habría!".
Felices fiestas y que el nuevo año traiga un mayor paz en todos los corazones.
Solo un pensamiento: La envidia es serpiente, que al que la abriga le muerde.
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Es majísima, al menos aparentemente. Acierta la mayoría de las veces con su look. Me gusta más q la nueva adquisición de los ingleses, que se preparen, porque la cuñada del peinado despeinado apunta maneras.
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Todos los vestidos de la reina Sofìa que ha usado Letizia tienen su correspondiente foto que lo certifica ,excepto el azul noche del dìa de la Constituciòn.
Que ese modelo le pertenece lo creerè cuando la vea.
Que ese modelo le pertenece lo creerè cuando la vea.
Cierto mucho de lo que dice el artículo, pero la inquina es así, supone con frecuencia un comportamiento tan subjetivo que ya ni se reflexiona y ni siquiera se para a analizar, más bien se lanza lo negativo, sin pensar.
Tambien cierto que esta mujer que parece haberse propuesto caer mal, lo cual no tiene justificación, no ha tenido ni un mínimo de saber estar incluyendo su falta de respeto a los demás. Sin tener, en mi caso, ni idea de lenguaje corporal, simplemente ateniéndonos a su presencia, claramente se ha visto siempre la preocupación hacia su misma persona, no ha supuesto la imagen de la espontaneidad física, la presencia de una mujer que acompaña a su marido, ahí está su papel le guste o no, una mujer que ha puesto por delante y en toda situación su ego personificado en un montón de aditamentos que "deslumbren" que "impacten", en un pobre recorrido de valías corporales.
He tenido la fortuna de asistir a numerosos congresos, conferencias de un determinado sector, con ponencias acreditadas en las que sería sorprendente basar sus alocuciones en cuerpos embutidos, en subir escaleras con traseros preparados al efecto, en manejar micrófonos aparentando una soltura innecesaria. Personas que dentro de una apariencia normalísima sabían de lo que hablaban ofreciéndose al final de sus instruidos y documentados discursos para responder a las preguntas del público, algo enriquecedor, algo que enseñaba y motivaba a continuar instruyendo y colaborando en las tareas emprendidas. Cuando Leticia, siempre atenta a impactar con su presencia, entra en esos mundos de la ciencia, de lo social, del arte, me da hasta vergüenza ajena de la osadía de la real casa y de la pasividad del público que parece atento con algo como un pastiche anexionado con un pegamento malísimo, que no aguanta ni un minuto de prestancia en el tema a tratar.
La realidad es que ella vive de eso, así de claro, vive de sus impactos elaborados a base de sorpresas y toques atrevidos cuando menos se piensa, tambien de sus toques ursulinos, tambien de sus prometedores toques más o menos transparentes para llegar a las conjeturas que tanto la alimentan.
Vivir de estas débiles argucias es pobre, es mísero, pero la cosa no da más de sí. Cuando aquí, initerrumpidamente, las crìticas son casi unánimes con respecto a su vestuario, muchas veces por aquello de la poca simpatía que se le tiene, toda esa censura la alimenta, a mi modo de saber y entender, aunque parezca y sea negativa.
Es de lo único de que puede jactarse, es lo único que anima su presencia, y ella lo sabe, la cosa no da para más.
En el fondo, y no muy en el fondo, triste destino limitarse a eso.
Tambien cierto que esta mujer que parece haberse propuesto caer mal, lo cual no tiene justificación, no ha tenido ni un mínimo de saber estar incluyendo su falta de respeto a los demás. Sin tener, en mi caso, ni idea de lenguaje corporal, simplemente ateniéndonos a su presencia, claramente se ha visto siempre la preocupación hacia su misma persona, no ha supuesto la imagen de la espontaneidad física, la presencia de una mujer que acompaña a su marido, ahí está su papel le guste o no, una mujer que ha puesto por delante y en toda situación su ego personificado en un montón de aditamentos que "deslumbren" que "impacten", en un pobre recorrido de valías corporales.
He tenido la fortuna de asistir a numerosos congresos, conferencias de un determinado sector, con ponencias acreditadas en las que sería sorprendente basar sus alocuciones en cuerpos embutidos, en subir escaleras con traseros preparados al efecto, en manejar micrófonos aparentando una soltura innecesaria. Personas que dentro de una apariencia normalísima sabían de lo que hablaban ofreciéndose al final de sus instruidos y documentados discursos para responder a las preguntas del público, algo enriquecedor, algo que enseñaba y motivaba a continuar instruyendo y colaborando en las tareas emprendidas. Cuando Leticia, siempre atenta a impactar con su presencia, entra en esos mundos de la ciencia, de lo social, del arte, me da hasta vergüenza ajena de la osadía de la real casa y de la pasividad del público que parece atento con algo como un pastiche anexionado con un pegamento malísimo, que no aguanta ni un minuto de prestancia en el tema a tratar.
La realidad es que ella vive de eso, así de claro, vive de sus impactos elaborados a base de sorpresas y toques atrevidos cuando menos se piensa, tambien de sus toques ursulinos, tambien de sus prometedores toques más o menos transparentes para llegar a las conjeturas que tanto la alimentan.
Vivir de estas débiles argucias es pobre, es mísero, pero la cosa no da más de sí. Cuando aquí, initerrumpidamente, las crìticas son casi unánimes con respecto a su vestuario, muchas veces por aquello de la poca simpatía que se le tiene, toda esa censura la alimenta, a mi modo de saber y entender, aunque parezca y sea negativa.
Es de lo único de que puede jactarse, es lo único que anima su presencia, y ella lo sabe, la cosa no da para más.
En el fondo, y no muy en el fondo, triste destino limitarse a eso.