Reina Letizia,SU INSÓLITA RELACIÓN CON UN COMUNISTA .

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El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/04/2016

SU INSÓLITA RELACIÓN CON UN COMUNISTA
Las memorias del escritor Andrés Sorel revelan un detalle inesperado: la amistad de juventud de la esposa de Felipe VI con su hija. Estudiaban juntas en casa del intelectual, al que pidió que leyera las novelas de su primer marido. POR COTE VILLAR

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“Y EL AZAR TAMBIÉN MORDIÓ un nombre. Por eso recuerdas la historia. Un día lejano recibisteis en tu casa una llamada desde Marruecos. Era de una compañera de tu hija que en viaje de estudios te informaba de que se había puesto enferma —no parecía revestir importancia— y anticipaba su regreso a España. Se llamaba Letizia”.

Así introduce Andrés Sorel al personaje de Letizia Ortiz en su nuevo libro, Antimemorias de un comunista incómodo (Ediciones Península). El periodista y escritor, director de la revista República de las Letras, ha condensado sus vivencias en una biografía escrita en segunda persona en la que revela, entre otras cosas, la sorprendente relación que le une a la Reina de España.

En el capítulo Letizia: Estudiante en Tutor, Reina en Zarzuela, el intelectual detalla la amistad de juventud de su hija con la esposa de Felipe VI, y aprovecha para reflexionar sobre la figura “virtual” en la que cree que se ha convertido Ortiz.

Corría el año 1993 y un grupo de alumnos de tercer curso de Periodismo de la Facultad Complutense de Madrid decidieron viajar a Marruecos para celebrar el paso de ecuador de la carrera. En Tánger, varias compañeras posaron para tener un recuerdo de la excursión. Entonces no calculaban que la imagen acabaría apareciendo en los periódicos 10 años después. La muchacha de las gafas de sol que aparecía en el centro era Letizia Ortiz y acababa de comprometerse con el Heredero a la Corona española.

“No volviste a acordarte de su nombre hasta que te sorprendió en todos los periódicos una fotografía en la que aparecían juntas tu hija y ella en el vagón de un tren, en la orla de final de curso de Periodismo, una al lado de la otra o en el grupo en que festejaban en 1993 el término de la carrera [sic] con un viaje a Marruecos. Letizia se había comprometido, decía la información, con el heredero de la Corona de España”, relata el capítulo.

ADMIRACIÓN

En el libro, que también aborda las figuras de la Pasionaria, Alberti o Juan Antonio Bardem, el escritor recuerda cuando su hija y Letizia estudiaban juntas en su casa, en la calle Tutor de Madrid. Incluso rememora un mote que tenía la Reina en la Facultad: “Letizia, a la que otras compañeras, que también recuerdas a algunas de la facultad de Periodismo, la llamaban, en vez de Letizia, Ficticia”.

Andrés Sorel es el nombre literario (tomado de Julien Sorel, el protagonista de Rojo y negro, de Stendhal) de Andrés Martínez Sánchez, nacido en Segovia en 1937. Militante comunista durante la dictadura, dirigió en Madrid el clandestino Revolución y Cultura, y en París, donde se exilió entre 1972 y 1974, la publicación Información Española, destinada a los inmigrantes españoles en Europa. Ha publicado más de cincuenta obras, traducidas a multitud de idiomas, algunas de las cuales fueron prohibidas durante el franquismo por el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne. A finales de 1974 dejó el PCE y, poco después, a la muerte de Franco, regresó a España y empezó a colaborar en diversos medios. En 1984 fundó el diario Liberación, presentado como el primer periódico de izquierdas radical del país. Durante 25 años ha sido secretario general de la Asociación Colegial de Escritores de España y director de la revista República de las Letras.

Es conocida la pasión por las letras de Doña Letizia, por lo que es muy probable que la Reina se sintiera especialmente a gusto en casa de Andrés Sorel, al que probablemente admiraba a la luz de los hechos. Según relata el libro, Letizia le dejó a Laura Martínez, su amiga e hija del escritor, “unos manuscritos que eran novelas de la persona con la que salía [Alonso Guerrero]. Novelas que quería que tú leyeras”. El intelectual estracta entonces un párrafo de El hombre abreviado, de Guerrero, en el que habla sobre el matrimonio, pero no da pistas sobre si le pareció o no literatura de calidad.

También apunta Sorel que una de las cosas que más le gustaba a Letizia de la casa de la calle Tutor era que la consideraba una “casa biblioteca”. “Cuando sea mayor, me gustaría vivir en una casa como la de tu padre, llena de libros”, le decía a menudo a Laura.

La anécdota personal sirve a Andrés Sorel para hacer una reflexión sobre la figura “virtual” en que se ha convertido la Reina Letizia, en su opinión. “La máscara es trabajada por el equipo que la armoniza hasta que consiguen que su rostro se vuelva indefinible, hasta que controlan al límite sus expresiones para que no se descomponga jamás a la luz pública. Y en la intimidad sólo puede contemplarse en el espejo, nunca traspasarlo, pues de hacerlo, podría regresar al pasado, cuando fue niña, adolescente, mujer”.

m
 
Y yo que pensaba que la mascara era obra del pinchamonas, mira tu por donde parece que lo cocinan directamente en Zarzu....espero que no les den un plus por cumplimiento de los objetivos, seria un fraude.
 
pero no dice la misma casa real que la espontaneidad de lety le juega malas pasadas? como va a ser entonces que controlan cada uno de sus movimientos para que no se descomponga.Y digo yo que tiene de malo traspasar el espejo para ver lo que eras y no solo en lo que te has convertido, es que el pasado se borra asi como asi pues me parece imposible porque somos una consecuencia de toda una vida no del momento concreto que vivimos solamente sobre todo si te conviertes en algo que nunca creiste ni por asomo llegar a ser.
 
"La anécdota personal sirve a Andrés Sorel para hacer una reflexión sobre la figura “virtual” en que se ha convertido la Reina Letizia, en su opinión. “La máscara es trabajada por el equipo que la armoniza hasta que consiguen que su rostro se vuelva indefinible, hasta que controlan al límite sus expresiones para que no se descomponga jamás a la luz pública. Y en la intimidad sólo puede contemplarse en el espejo, nunca traspasarlo, pues de hacerlo, podría regresar al pasado, cuando fue niña, adolescente, mujer”.

Es digna de lástima.
Ha sufrido una metamorfosis que ni ella misma se reconoce.
De la frescura con la que se presento en el Pardo el día de la pedida no queda nada de nada, al final ha entrado por el aro, no es de extrañar la cara de amargura y tristeza que exhibe.


 
Ella sp buscàndo meterse en clase sociales altas. Yengo a casas ajenas. Jamàs invitando a la suya porque se avergonzaba.
De no haberse casado com el VI, hubiera seguido jugando a de oca en oca y tiro porque me toca hasta coseguir a salto de matrimonio o emparejamiento sus objetivos: buena vida y poder para compensar sus carencias espirituales.

No. No le deslumbraba la biblioteca de la casa. Le deslumbraba la casa. La abundancia.
Una persona que sòlo valora lo material y se mueve por interès. Para mì està todo claro.
 
"La anécdota personal sirve a Andrés Sorel para hacer una reflexión sobre la figura “virtual” en que se ha convertido la Reina Letizia, en su opinión. “La máscara es trabajada por el equipo que la armoniza hasta que consiguen que su rostro se vuelva indefinible, hasta que controlan al límite sus expresiones para que no se descomponga jamás a la luz pública. Y en la intimidad sólo puede contemplarse en el espejo, nunca traspasarlo, pues de hacerlo, podría regresar al pasado, cuando fue niña, adolescente, mujer”.

Es digna de lástima.
Ha sufrido una metamorfosis que ni ella misma se reconoce.
De la frescura con la que se presento en el Pardo el día de la pedida no queda nada de nada, al final ha entrado por el aro, no es de extrañar la cara de amargura y tristeza que exhibe.



Lo siento pero yo desde el mismo dia de la pedida ya la encontre pedante e insufrible, salió como un Mihura a lucirse y a pavonearse, loca de vanidad. Evidentemente, una persona inteligente no toma esa actitud en esa presentación ante los medios. Ya demostró que lo que algunos llaman frescura era mala educación y malas formas.

La amargura que ahora la tiene consumida es que se creía lo más del universo y ya se ha convencido que el 75 % de los españoles nos carcajeamos de ella. Su peor tortura.
 
Así que lo de ficticia era cierto. En el libro, el autor reflexiona sobre lo que siente al mirarse al espejo con un poco de compasión. Leticia no es digna de ella porque no ha dejado nada que le importe por el camino. Su ambición está satisfecha y si se queja que le den. A la merde.
 
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