RECETAS DE COCINA

Lasaña de merluza y gambas
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Info.
Ingredientes para Lasaña de merluza y gambas
  • 12 placas de lasaña
  • 500 gr. merluza
  • 1 cebolla
  • 10 gambas o langostinos
  • 800 gr. tomates maduros
  • 1 pimiento rojo pequeño
  • 1 zanahoria
  • 60 gr. mantequilla
  • 60 gr. harina
  • 1 l. leche entera
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y una pizca de nuez moscada (al gusto)
  • Queso rallado para gratinar


Receta de lasaña de merluza y gambas. Existen platos que son especialmente buenos para dejar volar nuestra imaginación en cuanto al tipo de ingredientes.

Me refiero a preparaciones como las quiche o, como en el caso de la receta de pescado que hoy os traigo, la lasaña. Podemos hacer quiches de casi cualquier cosa, la clásica quiche Lorreine , de espinacas y bacon o de setas.

Con la lasaña pasa un poco lo mismo, desde la más clásica de lasaña de carne, pasando por el bacalao con gambas, la de setas, lasaña de pollo con espinacas o atún. Este súper clásico plato de la cocina italiana, nos permite un sinfín de alternativas, consiguiendo preparaciones diferentes y variadas. En esta ocasión he preparado una lasaña de merluza de rechupete.

Aunque yo he utilizado merluza fresca que he comprado a propósito para esta receta, siempre podremos emplear, a modo de reciclaje gastronómico, la que nos haya sobrado de otros platos. ¿Que nos ha quedado algo de merluza en salsa verde? Perfecto, la limpiamos y la incluimos. Así reutilizamos y damos una nueva vida a nuestros productos sin desperdiciar ni tirar nada.

La lasaña de merluza y gambas es todo un capricho, una estupenda merluza cocinada y acompañada de unas verduritas y una bechamel entre capas de pasta, convierte este plato en delicado y sabroso. Se trata de una receta perfecta para ayudar a los niños más reticentes a comer pescado, seguro que les encantará.

Preparación de la lasaña de merluza y gambas
  1. Si compramos una merluza entera, podemos pedirle a nuestro pescadero que nos la corte para cocinar a la plancha, así las rodajas serán un poco más finas que para cocer. También podemos utilizar merluza congelada o lomitos.
  2. En una sartén calentamos un chorrito de aceite de oliva. Cuando esté caliente pasaremos las rodajas de merluza por la plancha durante unos minutos. Queremos dorar muy ligeramente la merluza, sin que llegue a cocinarse totalmente ya que después, en el horno terminará su proceso.
  3. Cocinamos el pescado por ambos lados y lo retiramos para una fuente. Dejamos que se enfríe antes de limpiarlo de pieles y espinas.
  4. A la misma sartén le añadimos un chorrito de aceite de oliva y salteamos los langostinos una vez que los tengamos limpios de sus pieles. Procedemos de igual manera que con la merluza, se trata de cocinarlos ligeramente y no pasarlos demasiado.
  5. Podemos guardar las cáscaras de los langostinos y las espinas de la merluza en el congelador para tener en el momento en que queramos preparar una sopa de pescado o un fumet.
  6. Retiramos los langostinos de la sartén y añadimos las verduras troceadas en daditos pequeños. Comenzamos agregando la cebolla, la zanahoria y el pimiento cortados en bruniose. Sofreímos la verdura a fuego medio hasta que vemos que está bien blandita. Este proceso podrá llevarnos unos 15 minutos.
  7. Incorporamos el tomate pelado y triturado, así será más fácil de cocinar y no encontraremos trocitos. Dejamos que la salsa se haga durante unos 20 minutos a fuego medio bajo removiendo de vez en cuando.
Preparación de la bechamel para la lasaña
  1. Mientras la salsa de verduras se cocina preparamos la bechamel.
  2. En una cazuela calentamos la mantequilla. Cuando se haya derretido añadimos la harina y la sal y removemos sin parar para que se cocine bien.
  3. Vamos añadiendo la leche, que habremos calentado previamente, poco a poco, en varias tandas, sin parar de remover en todo momento.
  4. Una vez que tengamos toda la leche incorporada, cocinamos la salsa bechamel durante unos 15 minutos, removiendo constantemente.
  5. Probamos el punto de sal añadiendo si fuera necesario y añadimos un toque de nuez moscada. Retiramos del fuego y reservamos.
Montaje de la lasaña. Horneado y presentación final
  1. Cuando la salsa de verdura esté en su punto añadimos los langostinos troceados y la merluza desmigada.
  2. Incorporamos bien todos los ingredientes. Añadimos lo equivalente a ¼ de la bechamel que tenemos preparada a la mezcla de pescado y verduras y lo integramos todo. Nos quedará un relleno espeso.
  3. Cocemos la pasta siguiendo las indicaciones del fabricante, la escurrimos y la colocamos sobre un paño humedecido y la tapamos con otro igual. Así conseguimos que la pasta no se seque antes de ir colocándola en la lasaña.
  4. En el molde elegido para la lasaña, untamos una cucharada de bechamel en el fondo.
  5. Colocamos una primera capa de pasta y encima la mitad del relleno de verduras y merluza. Ponemos encima una segunda capa de pasta y el resto del relleno. Cubrimos con la salsa bechamel toda la lasaña y espolvoreamos con queso rallado.
  6. Con el horno previamente caliente, horneamos a 190º C durante 20 minutos.
  7. Cambiamos el horno y lo ponemos en la opción de grill. Gratinamos el queso 7 u 8 minutos hasta que vemos que empieza a dorarse. Retiramos la lasaña del horno y lista para disfrutar.
  8. Se trata de un plato completo que no necesita mucho más para convertirse, el sólo, en un menú equilibrado. Una ensalada sería perfecta como acompañamiento para una comida de lujo.
No dejéis de disfrutar de todas las recetas de pescado y marisco que tenemos en el blog. Podéis ver en este paso a paso como preparar esta receta de lasaña de merluza y gambas.



Equipo Recetas de Rechupete
 
Lasaña de merluza y gambas
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Info.
Ingredientes para Lasaña de merluza y gambas
  • 12 placas de lasaña
  • 500 gr. merluza
  • 1 cebolla
  • 10 gambas o langostinos
  • 800 gr. tomates maduros
  • 1 pimiento rojo pequeño
  • 1 zanahoria
  • 60 gr. mantequilla
  • 60 gr. harina
  • 1 l. leche entera
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y una pizca de nuez moscada (al gusto)
  • Queso rallado para gratinar


Receta de lasaña de merluza y gambas. Existen platos que son especialmente buenos para dejar volar nuestra imaginación en cuanto al tipo de ingredientes.

Me refiero a preparaciones como las quiche o, como en el caso de la receta de pescado que hoy os traigo, la lasaña. Podemos hacer quiches de casi cualquier cosa, la clásica quiche Lorreine , de espinacas y bacon o de setas.

Con la lasaña pasa un poco lo mismo, desde la más clásica de lasaña de carne, pasando por el bacalao con gambas, la de setas, lasaña de pollo con espinacas o atún. Este súper clásico plato de la cocina italiana, nos permite un sinfín de alternativas, consiguiendo preparaciones diferentes y variadas. En esta ocasión he preparado una lasaña de merluza de rechupete.

Aunque yo he utilizado merluza fresca que he comprado a propósito para esta receta, siempre podremos emplear, a modo de reciclaje gastronómico, la que nos haya sobrado de otros platos. ¿Que nos ha quedado algo de merluza en salsa verde? Perfecto, la limpiamos y la incluimos. Así reutilizamos y damos una nueva vida a nuestros productos sin desperdiciar ni tirar nada.

La lasaña de merluza y gambas es todo un capricho, una estupenda merluza cocinada y acompañada de unas verduritas y una bechamel entre capas de pasta, convierte este plato en delicado y sabroso. Se trata de una receta perfecta para ayudar a los niños más reticentes a comer pescado, seguro que les encantará.

Preparación de la lasaña de merluza y gambas
  1. Si compramos una merluza entera, podemos pedirle a nuestro pescadero que nos la corte para cocinar a la plancha, así las rodajas serán un poco más finas que para cocer. También podemos utilizar merluza congelada o lomitos.
  2. En una sartén calentamos un chorrito de aceite de oliva. Cuando esté caliente pasaremos las rodajas de merluza por la plancha durante unos minutos. Queremos dorar muy ligeramente la merluza, sin que llegue a cocinarse totalmente ya que después, en el horno terminará su proceso.
  3. Cocinamos el pescado por ambos lados y lo retiramos para una fuente. Dejamos que se enfríe antes de limpiarlo de pieles y espinas.
  4. A la misma sartén le añadimos un chorrito de aceite de oliva y salteamos los langostinos una vez que los tengamos limpios de sus pieles. Procedemos de igual manera que con la merluza, se trata de cocinarlos ligeramente y no pasarlos demasiado.
  5. Podemos guardar las cáscaras de los langostinos y las espinas de la merluza en el congelador para tener en el momento en que queramos preparar una sopa de pescado o un fumet.
  6. Retiramos los langostinos de la sartén y añadimos las verduras troceadas en daditos pequeños. Comenzamos agregando la cebolla, la zanahoria y el pimiento cortados en bruniose. Sofreímos la verdura a fuego medio hasta que vemos que está bien blandita. Este proceso podrá llevarnos unos 15 minutos.
  7. Incorporamos el tomate pelado y triturado, así será más fácil de cocinar y no encontraremos trocitos. Dejamos que la salsa se haga durante unos 20 minutos a fuego medio bajo removiendo de vez en cuando.
Preparación de la bechamel para la lasaña
  1. Mientras la salsa de verduras se cocina preparamos la bechamel.
  2. En una cazuela calentamos la mantequilla. Cuando se haya derretido añadimos la harina y la sal y removemos sin parar para que se cocine bien.
  3. Vamos añadiendo la leche, que habremos calentado previamente, poco a poco, en varias tandas, sin parar de remover en todo momento.
  4. Una vez que tengamos toda la leche incorporada, cocinamos la salsa bechamel durante unos 15 minutos, removiendo constantemente.
  5. Probamos el punto de sal añadiendo si fuera necesario y añadimos un toque de nuez moscada. Retiramos del fuego y reservamos.
Montaje de la lasaña. Horneado y presentación final
  1. Cuando la salsa de verdura esté en su punto añadimos los langostinos troceados y la merluza desmigada.
  2. Incorporamos bien todos los ingredientes. Añadimos lo equivalente a ¼ de la bechamel que tenemos preparada a la mezcla de pescado y verduras y lo integramos todo. Nos quedará un relleno espeso.
  3. Cocemos la pasta siguiendo las indicaciones del fabricante, la escurrimos y la colocamos sobre un paño humedecido y la tapamos con otro igual. Así conseguimos que la pasta no se seque antes de ir colocándola en la lasaña.
  4. En el molde elegido para la lasaña, untamos una cucharada de bechamel en el fondo.
  5. Colocamos una primera capa de pasta y encima la mitad del relleno de verduras y merluza. Ponemos encima una segunda capa de pasta y el resto del relleno. Cubrimos con la salsa bechamel toda la lasaña y espolvoreamos con queso rallado.
  6. Con el horno previamente caliente, horneamos a 190º C durante 20 minutos.
  7. Cambiamos el horno y lo ponemos en la opción de grill. Gratinamos el queso 7 u 8 minutos hasta que vemos que empieza a dorarse. Retiramos la lasaña del horno y lista para disfrutar.
  8. Se trata de un plato completo que no necesita mucho más para convertirse, el sólo, en un menú equilibrado. Una ensalada sería perfecta como acompañamiento para una comida de lujo.
No dejéis de disfrutar de todas las recetas de pescado y marisco que tenemos en el blog. Podéis ver en este paso a paso como preparar esta receta de lasaña de merluza y gambas.



Equipo Recetas de Rechupete

Receta apetitosa:hungry:..la probaré seguro..muchas gracias Chef @Serendi ...(y)
Saludos
pilou12
 
Como yo soy una chica del mundo, traigo una receta de nuestros vecinos portugueses...Postre....

http://www.recetasderechupete.com/p...-de-belem-receta-tradicional-portuguesa/8507/

Pasteles de Belem (Pastéis de Belem). Receta tradicional portuguesa


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Info.

Ingredientes para Pasteles de Belem (Pastéis de Belem). Receta tradicional portuguesa
  • 1 litro de leche entera.
  • 500 gr. de azúcar blanquilla.
  • 100 gr. de harina de trigo.
  • 12 yemas de huevo.
  • 600 gr. de masa de hojaldre (2 planchas rectangulares de 300 gr.)
  • La piel de medio limón.
  • 1 palo de canela.
  • Mantequilla para untar los moldes.
  • Moldes metálicos: pequeños y bajos a ser posible.



Cómo preparar pasteles de Belem. Lisboa es una ciudad que “engancha”, una vez la visitas por primera vez ya estás pensando en volver para disfrutar de sus encantos. Quizás sea por sus hospitalarias gentes, su mezcla de modernidad y tradición o, como a mí me sucede, por la excelente gastronomía que nos ofrece.

De ella, junto con el bacallao a bras, son muy conocidos sus recetas dulces, entre los que se encuentran estos “Pastéis de Belem”. Unos pastelillos de hojaldre y crema originarios del barrio de Belem, a las orillas del río Tajo en su desembocadura en el Atlántico. Antiguamente Belem era una población separada de Lisboa pero con el tiempo ha terminado anexionada a la gran urbe.

Los “pastéis de belem” o similares podréis encontrarlos por toda Lisboa y el resto de Portugal, y por supuesto tienen una curiosa historia. Actualmente se elaboran en la “Fábrica de los pastéis de Belem” con una receta secreta que guardan celosamente bajo llave y que mantienen desde 1837. A inicios del siglo XIX en Belem junto al Monasterio de los Jerónimos existía una fábrica de caña de azúcar. En 1834, con la Revolución Liberal, muchos conventos de Portugal fueron clausurados dejando a sus habitantes en desamparo.

Para subsistir algunos miembros del convento pusieron en marcha un pequeño comercio anexo a la fábrica de caña, donde preparaban los “pastéis de belem” con una antigua y secreta receta procedente del Monasterio. Tres años más tarde comenzó la fabricación de estos dulces de una manera más organizada y en mayor cantidad. Desde ese año continúan con la tradición y manteniendo la receta original, algo que es muy meritorio y que otorga a estos dulces un valor añadido.

Los cocineros/as que trabajan en la fábrica deben firmar un contrato de confidencialidad asegurando el secreto de la receta, la cual solamente se prepara en un cuarto exclusivo llamado por ellos la “Oficina do Segredo”. En la Fábrica de Belem se elaboran unos 20.000 “pastéis” al día, llegando en ocasiones a doblar esa cifra si es una fecha especial o día festivo. Tanto la receta como el nombre están registrados internacionalmente, ya que su popularidad ha llegado al resto del mundo, sobre todo a las antiguas colonias portuguesas de Brasil, Angola y Macao.

Os dejo con la receta más aproximada a los auténticos, espero que os gusten. Por supuesto están de rechupete, una vez que comes uno no puedes parar.


Preparación de la masa para los pasteles de Belem
  1. Comenzamos con la masa de hojaldre porque necesitamos que repose un tiempo dentro de los moldes antes de añadir el relleno.
  2. Con cada capa de hojaldre (que deben ser rectangulares) haremos el mismo proceso: enrollamos la masa haciendo un rulo o cilindro. Cortamos porciones de unos 3 cm.
  3. Untamos de mantequilla los moldes y colocamos un cilindro en el centro de cada uno. Los moldes que he usado son tipo flan de huevo, en España va a ser difícil encontrarlos iguales a los Portugal pero tal como veis en las fotos sirven. Los moldes de papel aluminio quizás sean los que más se parecen.
  4. Poco a poco vamos adaptando la masa para que coja la forma del molden, del centro hacia fuera, dejando el borde un poco más gordito. También pinchamos con un tenedor la base de la masa. Dejamos que repose unos 20 minutos.
Preparación de la crema para rellenar los pasteles de Belem
  1. Separamos unos 200 ml de la leche en una taza y añadimos la harina.
  2. Batimos bien con un tenedor, para que se vaya diluyendo. No deben quedar grumos así que incluso podemos darle un toque de batidora. Reservamos.
  3. En una cazuela, calentamos la leche junto con la piel de limón (sin la parte blanca, para que no de amargor) y el palo de canela, así se infusionan y le aportan sabor.
  4. Cuando comience a hervir la leche, añadimos poco a poco la mezcla de harina y leche sin parar de remover. Cuando vuelva a hervir, retiramos la piel de limón y el palo de canela.
  5. Añadimos ahora el azúcar, de nuevo poco a poco, al mismo tiempo que removemos continuamente. Cuando obtengamos una masa bien homogénea, apagamos el fuego y dejamos que repose 10 minutos. Durante este tiempo espesará un poco.
  6. Separamos las claras de las yemas de una docena de huevos.
  7. Las claras las guardamos ya que nos pueden servir para otras preparaciones como una tortilla. Hacer claras montadas o algún otro postre como la bica blanca de Laza (Ourense).
  8. En un bol o taza batimos ligeramente las yemas y las incorporamos pasándolas por un colador al resto de ingredientes.
  9. Mezclamos bien hasta obtener una crema lisa y homogénea, de un color huevo intenso. La textura deseada es la de una crema pastelera semilíquida.
Horneado y presentación final de los pasteles de Belem
  1. Precalentamos el horno 5 minutos a 220º C (función calor total).
  2. Colocamos los moldes en la bandeja del horno, pasamos la crema a una jarra y vamos rellenando las tartaletas sin llegar al borde de la masa. Dejamos un poco de margen para que no se nos desborde la crema.
  3. Introducimos la bandeja en la parte central y horneamos 15-20 minutos a 220º C. Hasta que veamos que la crema está dorada/tostada. Cada horno es un mundo diferente así que estad pendientes no se os vayan a quemar.
  4. No os preocupéis si veis que sube mucho la crema mientras se hornea. Es normal y luego se bajará quedando en su punto óptimo. Pasado el tiempo, retiramos y dejamos atemperar un poco antes de degustarlos.
  5. A la hora de comerlos, pueden disfrutarse tanto calientes como fríos, dependiendo de vuestros gustos. Es típico espolvorearlos con azúcar glass o canela justo antes de degustarlos.
  6. Particularmente a mí me gusta comerlos como los sirven en la Fábrica de Belem, templados y luego espolvoreados con azúcar y canela en polvo por encima.
Consejos y recomendaciones para unos pasteles de Belem de rechupete
  • Queda claro que hoy os explico una receta aproximada, evidentemente no va a ser la secreta del monasterio, aunque después de hacerla y probar los pasteles puedo deciros que se asemeja mucho.
  • No somos portugueses y no tenemos ese toque que le dan ellos, pero os digo que estos dulces están impresionantes, casi tan buenos como los de allá. También encontraréis en muchos lugares de Portugal (y en muchos blogs) los llamados “pastéis de nata”.
  • Son muy parecidos en su aspecto pero que realmente no son los mismos. Aunque se elaboran de igual manera, los de Belem no llevan nata (ni crema de leche tampoco) en sus ingredientes.
  • Hay varias recetas en las que hacen un pequeño jarabe de agua y azúcar. Aunque la auténtica receta de la fábrica de Belem no lleva este almíbar.
  • Si vais por Belem no dejéis de probarlos in situ. En mi opinión los mejores están en Pastéis de Belem, A Rúa de Belém nº 84-92. El precio por unidad: 1,05€. (6 uds: 6,30€ ; 12 uds: 12,60€). Espero que os gusten y “bom proveito”.
 
Nociones básicas de maridaje
Armonías en la mesa! La perfecta comunión entre la oferta gastronómica y la propuesta enológica!. Sin duda alguna, uno de los grandes debates culinarios que mayor número de posiciones divergentes podemos encontrar.

Para dejar claro, desde el principio, la posición de quien esto suscribe, la mejor opción es la apuesta personal de cada uno; es decir, no hay mejor armonía que hacer convivir ese vino que nos gusta con los platos que nos disponemos a disfrutar. A partir de esta premisa absoluta, es cierto que hay vinos que se “entienden” mejor, con depende de que comidas; y hay preparaciones que realmente hacen que cualquiera de los vinos que podamos tener en la copa pierdan toda su prestancia.

Y ahí es donde quiero entrar, con cuatro consejos, surgidos de la experiencia, para que en este apasionante universo, donde la gastronomía y los vinos se cortejan, podáis moveros con alguna orientación previa.


Armonías y maridajes
Maridajes por asociación
A la hora de pensar en la armonía, tenemos que considerar el conjunto de sensaciones que nos procuran el vino y la comida: los sabores (ácido, salado, dulce, amargo), las sensaciones táctiles y químicas (la textura, el picante), la temperatura (que modifica mucho nuestra percepción) y los aromas. En general , la mayor parte de las armonías se suelen establecer por asociación o complementariedad: de colores (blancos con pescados blancos, tintos con carnes rojas), de sabores (postres dulces con vinos dulces), de sensaciones (alimentos grasos con vinos tánicos), de aromas (alimentos ahumados con blancos de barrica), de intensidad (platos fuertes con vinos con cuerpo. Pero no olvidemos, que los contrastes, los polos opuestos, pueden crear grandísimas atracciones (algunos quesos azules, con algunos vinos dulces me han proporcionado algunos de los mayores momentos de placer enogastronómico).

Sabiendo, no me cansaré de repetirlo, que no existen fórmulas definitivas ni reglas inamovibles, y que siempre ha de primar la curiosidad y la búsqueda del placer, algunas parejas de hecho podrían ser las siguientes:



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Los principales maridajes
  • Vinos blancos jóvenes sencillos, “facilones”: aperitivos o entrantes muy ligeros.
  • Vinos blancos jóvenes más serios, de mayor enjundia (de variedades nobles): Pescados blancos, Mariscos, quesos frescos, ensaladas, algunas mousses.
  • Vinos blancos fermentados en barrica: Quesos curados, Verduras, Ahumados, carnes blancas, algunos arroces.
  • Vinos Rosados: Verduras, pastas, arroces, quesos suaves, tortillas, macedonia de frutas.
  • Cavas: Para mí es el gran comodín, y su gama es tan extensa que debemos distinguir entre un cava de pocos meses de crianza, de un reserva o un gran reserva, mucho más complejo y dotado de mayor personalidad; por no entrar en blanco que parten de vinos fermentados en barrica, o toda la gama de rosados. Por eso, su gama de aplicación es inmensa, y según el cava que queramos, puede sernos un acompañante ideal durante toda la comida.
  • Vinos Tintos jóvenes: Charcutería, quesos semicurados, pescados azules, algunas carnes blancas, incluso rojas asadas, como el cabrito o el cordero. Admite setas y platos de bacalao salseado, y en general pescados en salsa.
  • Vinos Tintos de Crianza: Carnes a la brasa, asados, guisos de carnes rojas, quesos curados, charcutería.
  • Vinos Tintos Reserva y Gran Reserva: Platos de caza y guisos más sutiles y elaborados. Atrévete a probarlos con chocolate de alta pureza de cacao, Impresionante!
  • Vinos generosos (finos y manzanillas): Aperitivos, salmorejo, pescados a la plancha o hervidos, mariscos, ahumados.
  • Vinos dulces: Postres de frutas, tartas con frutos secos y crema pastelera. Foie y patés.
El servicio del vino
El descorche
El descorche de una gran botella es un momento mágico. Si la botella no presenta ningún poso, no requiere ninguna preparación previa. Una vez conseguida la temperatura deseada, seguimos los siguientes pasos:


Pasos a seguir para un buen descorche
  • Se corta la cápsula por debajo del anillo de la botella, bien con la cuchilla del sacacorchos, bien con un cortacápsulas.
  • Si vemos que ha habido un pequeño rezume o desarrollo de hongos, limpiaremos con un paño antes de extraer el corcho.
  • Hay innumerables modelos de sacacorchos, pero muy pocos son realmente funcionales. Evitaremos aquellos cuyas espirales sean de paso corto y bordes cortantes (tipo barrena). Siempre buscaremos modelos que tengan una espiral larga y a ser posible teflonada./li>
  • Se trabajará siempre con la botella en posición vertical, bien apoyada en la mesa, con suavidad y sin sacudidas: el vino detesta la brutalidad.
  • Una vez extraído el corcho, lo examinamos y lo olemos por la parte que ha estado en contacto con el vino.
  • Volveremos a limpiar el gollete si éste sigue presentando impurezas.
  • En el caso de que el tapón se haya deteriorado por moho o por el paso del tiempo (botellas de más de 20 años), emplearemos un sacacorchos de doble lámina.
descorche.jpg


El decantado
Cuando el vino necesita ser decantado
La decantación de las botellas es una operación que consiste en separar el vino limpio de los posos que se han formado a lo largo de su envejecimiento. Ahora bien, esta acción lleva siempre aparejada una cierta aireación, es decir, una disolución de oxígeno, que según del vino que tengamos entre manos, puede ser beneficiosa o perjudicial. Respecto a la vieja duda de si hay que abrir una botella un rato antes de su servicio, la respuesta es clara y sencilla: NO. Si un vino precisa ser aireado antes de su consumo, el intercambio gaseoso que tiene lugar a través del cuello de la botella es prácticamente nulo, ya que la superficie de contacto es muy pequeña. En este caso, transvasaremos el contenido del vino a un decantador espacioso, donde tendrá lugar la buscada aireación. Intentando dar unas pautas generales, la aireación será positiva para potentes vinos de crianza, llenos de juventud y tanicidad. Con ella, logramos que el potencial aromático del vino se exprese e intensifique. Ahora bien, hay que ser muy cauto a la hora de oxigenar una botella añeja, de delicado y frágil bouquet; ésta puede quedar totalmente arruinada, por culpa de una aireación brusca e inadecuada. En estos casos, un cestillo manipulado con precaución puede ser suficiente para no servir los posos.

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Como realizar la operación de decantar
  • Conviene situarse en un lugar muy luminoso con un fondo claro (mantel blanco), para poder ver el fondo de la botella y el cuello del decantador. También se puede emplear una vela que nos ayude a ver con mayor claridad.
  • La botella debe llevar de pie un mínimo de dos horas (mucho mejor si está desde la víspera).
  • Una vez iniciado el transvase, no interrumpirlo hasta concluir el proceso.
  • Hacerlo lentamente, sin prisas, para que el precipitado no se altere.
  • Si estamos ante un vino de gran edad, hacer que el líquido resbale suavemente por las paredes del decantador, con el fin de limitar la oxigenación al máximo.
  • Si lo que buscamos es oxigenar el vino y éste no presenta poso (la operación se llama entonces jarrear), buscaremos una frasca de gran tamaño y el transvase se hará enérgicamente, para que el líquido golpee contra el vidrio y potenciemos el resultado.
La temperatura
La temperatura adecuada para el servicio del vino
Hay que oponerse frontalmente a la manida frase “el vino tinto se bebe a temperatura ambiente”, ya que en la mayoría de los casos, ésta suele ser muy superior a la recomendable. Falta la última parte de la frase “a temperatura ambiente… de la bodega”; es decir, los 16-18 ºC en los que se suelen encontrar la mayoría de las subterráneas. Lo mismo nos ocurre con los blancos y rosados, pero a la inversa. Cuando un vino está demasiado frío, sea bueno o malo, su aroma desaparece y se vuelve totalmente neutro.

Lo ideal es que los vinos alcancen su temperatura óptima de consumo sin brusquedad, de modo gradual. En el caso de un gran tinto, hay que sacar la botella de la bodega la víspera y dejarla 24 horas de pie, en un sitio fresco (16-18 °C). No meter nunca un vino en el congelador, ni un tinto muy caliente en una cubitera de hielo. Finalmente, no debemos olvidar que el vino gana en la copa uno o dos grados suplementarios, sobre todo si la sala está caliente.

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Temperaturas óptimas para el servicio de los diferentes vinos
  • Blancos jóvenes: 8º C
  • Blancos dulces: 6-8º C
  • Blancos con barrica: 10-12º C
  • Rosados / Cavas: 6-8º C
  • Tintos jóvenes, ligeros: 12-14º C
  • Tintos potentes, con cuerpo: 14-16º C
  • Tintos con crianza: 16-18º C
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Cómo hacer las perfectas torrijas, crema catalana y arroz con leche
Un colofón muy sabroso para estimular los sabores de la memoria con recetas ilustradas de estos clásicos muy dulces



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Para tod@s l@s laminer@s..:hungry::hungry:...
Saludos :)
pilou12


 
QUÉ HAY QUE COMER CUANDO ESTÁS RESFRIADO
Llega la temporada alta de estornudos, toses, moquerío y pañuelos de papel. Si estás un poco acatarrado, la comida no te curará, pero si sigues nuestros consejos puede ayudar a que te sientas mejor.
Ah, qué bonito es el invierno, qué bonito es no sudar y qué bonito es... ¡ACHÍS! Vamos, que te ha pillado el frío y es posible que te sientas hecho un asquito. Cuando bajan las temperaturas y comienzan los catarros, la leyenda reza que podemos curarlos a golpe de zumos de naranja, caldito y amor de madre. Este último ingrediente no lo discute nadie, pero hemos querido examinar qué hay de cierto en los otros dos, y en otras presuntas panaceas contra resfriados y gripes. Te lo adelantamos: no tenemos muy buenas noticias que darte, pero si has sucumbido tú también a los rigores de invierno, como mínimo te ofreceremos unos cuantos remedios ricos, ricos para que si no te mejora el cuerpo, al menos se te alegre el alma.

Para empezar, hemos consultado a nuestra dietista-nutricionista de guardia, Raquel Bernácer, sobre algunos de los mitos que corren respecto a la alimentación y los resfriados, y bueno, los resultados han sido un poco señor Scrooge: “No hay alimentos que prevengan o curen catarros”, ataja sin atisbo de duda. ¿La vitamina C? “No. Y además, lo que más se consume para alimentarnos de ella son las naranjas, cuando los pimientos, las fresas o los kiwis tienen más. No sirve, aunque puede ayudar en situaciones de estrés físico, como por ejemplo si corremos un maratón”. Mmmmmm, ¿y el ajo? “Tampoco. Puede que prevenga el resfriado, pero no tenemos evidencias”. Ñéñéñé. ¿Y la miel? “No hay datos concluyentes sobre que prevenga la tos. Y además está formada por azúcar, por lo que hay que vigilar con su consumo”.

Bueno, siempre nos quedarán los caramelos de menta para despejar la nariz. “No, los caramelos de menta realmente no despejan la nariz. El mentol tiene la capacidad de hacernos sentir frescor y cuando esto ocurre en la nariz el cerebro lo interpreta como que pasa más aire por las fosas nasales, pero en realidad no es así.” ¿Y lo de la infusión con whisky o coñac calentito?. “Las bebidas alcohólicas no son recomendables para combatir ningún tipo de dolencia. El alcohol es un tóxico, y recomendarlo para combatir un resfriado sería una irresponsabilidad, puesto que su consumo excesivo puede ser un riesgo para la salud.”

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Las infusiones tampoco curan, pero ayudan a entrar en calor. PIXABAY.COM


A estas alturas solo una buena noticia puede salvarnos de la desolación más absoluta. Toda nuestra fe está en manos de un buen caldo. “Muchas veces los resfriados y catarros cursan con fiebre, lo que puede llevar a una ligera deshidratación si se descuida la ingesta de líquidos. El consumo de caldos hechos en casa es, por tanto, una buena alternativa para potenciar su ingesta. Además, el hecho de que estén calientes reconforta y genera una sensación de mejora subjetiva, pero no curan”. Concuerda con ella el médico de familia Marc Tarín, quien remarca que “es importante una buena hidratación, dadas las pérdidas de líquido que conlleva todo proceso febril”.

El doctor Tarín advierte que si estamos acatarrados no es necesario tomar protectores de estómago inhibidores de la bomba de protones -vamos, el Omeprazol de toda la vida- porque, aunque se cree que siempre que se toman antiinflamatorios estos protectores son necesarios, en realidad no es así. Tarín también explica que en estos casos “a nivel alimentario las comidas copiosas no son recomendables, porque es el propio virus lo que te deja KO, y el cuerpo así lo pide, porque directamente ‘no te entran’”.

El doctor desmonta también el mito de comer helado –o de tomar líquidos demasiado calientes- cuando nos duele la garganta. “Las temperaturas extremas son igual de malas, pues no dejan de ser una agresión física contra una mucosa inflamada. Así que mejor ni una cosa ni la otra”. Lo cierto es que en cuanto a los caldos -sin que nos abrasen la garganta- existen diferentes estudios que nos pueden explicar, aunque sea por aproximación, por qué nos hacen sentir mejor cuando nuestra vida es como una resaca sin alcohol. En uno de ellos, que recibió bastante difusión allá por el año 2000, Stephen Rennard -un médico de la Universidad de Nebraska-, teorizaba que la sopa de pollo contribuía a aliviar los síntomas del resfriado al inhibir un tipo de leucocitos que ayudan a luchar contra las infecciones (lo que hace que el cuerpo “crea” que está mejor).

El doctor Rennard llevó a cabo el estudio basándose en la receta de caldo de su abuela lituana, que por lo visto llevaba pollo, cebolla, boniato, chirivías, nabos, zanahorias, apio, perejil, sal y pimienta. Ni Rennard ni nosotros mismos estamos muy seguros de por qué funcionaba ese caldo, pero apostamos nuestro dinero a que el suyo era el laboratorio que mejor olía del universo. El caso es que sus experimentos ganaron cierta notoriedad, y fueron los primeros en lanzar una serie de estudios similares. La universidad tiene incluso una web dedicada en cuerpo y alma al caldo de pollo, receta de la abuela incluida(aunque el estudio reconocía que las sopas compradas también servían).

Por ñoño que parezca, ¿será verdad que lo que nos cura es el cariño con el que nos dan la sopa?. Responde una vez más Bernácer que “el comfort food es un concepto anglosajón para indicar determinados platos que se asocian de forma muy significativa con relaciones cercanas. Suelen ser recetas tradicionales, relativamente calóricas y ricas en hidratos de carbono”. La apetencia por este tipo de recetas durante momentos en los que no nos encontramos bien física o emocionalmente parece venir por la relación emocional que hacemos entre esas recetas y determinadas personas de la familia, situaciones tradicionales o momentos en los que han cuidado con nosotros, sobre todo cuando éramos niños.


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Amor de madre en una taza. PIXABAY.COM

Más recientemente, un estudio publicado en el American Journal of Therapeuticsrelaciona uno de los compuestos del caldo, la carnosina, con un aumento de las defensas hacia las infecciones respiratorias, lo que lo haría bueno en caso de gripe. Más allá de que estos estudios necesiten o no todavía otros que los refrenden y amplíen, el componente emocional es importante. Aparentemente, el efecto placebo -es decir, el fenómeno por el cual creemos que nos sentimos mejor porque pensamos que un remedio funciona- es real en el caso de los resfriados, según un estudio publicado en otra revista médica, Annals of Family Medicine.

Es decir, que delante de un resfriado o una gripe no nos quede otra que hidratarnos bien, tomárnoslo con calma, y comer sopitas calientes, que pueden que no curen, pero sí que nos harán sentir mejor. Sean o no de pollo, porque los fluidos calientes contribuyen a dilatar el flujo sanguíneo y, con ello, descongestionar la nariz. Por eso te proponemos una rica sopa de miso vegana para que, aunque no tengas una abuela lituana como el doctor Rennard, tu alma y tu cuerpo puedan recuperarse igual.

Dificultad

La puedes hacer aunque te encuentres como para tirarte a la basura.

Ingredientes

Para 6/8 raciones

  • 6 cucharadas de pasta de miso blanco
  • 200 g de champiñones
  • 200 g de espinacas
  • Un trocito de 5 cm de jengibre
  • 2 l de agua o caldo
  • 1 cucharada de aceite de sésamo
  • 100 g de quinoa
  • 1 cebolla tierna
  • 1 boniato pequeño
  • 1 cucharadita de aceite de oliva
  • Una pizca de guindilla o chile en polvo (opcional)
Preparación

  1. Pelar y cortar a dados el boniato. Limpiar y cortar a rodajas los champiñones. Pelar el jengibre y cortar la cebolla tierna en rodajas.
  2. Calentar el aceite en una olla y añadir los champiñones. Sofreír a fuego medio hasta que dejen de soltar agua. Añadir una cucharada de miso y un chorro de agua o caldo -que iremos sacando del total de los dos litros-, y disolver. Repetir hasta haber desleído todo el miso.
  3. Añadir el boniato, la quinoa, el aceite de sésamo y el jengibre rallado, y dejar cocer un cuarto de hora, o hasta que los dados de boniato se rompan al apretarlos con un tenedor.
  4. Añadir las espinacas, y dejar que pierdan la rigidez. Añadir la cebolla tierna y espolvorear con la guindilla al gusto. Tomar caliente (y debajo de un edredón).
https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2017/11/16/articulo/1510828347_484365.html
 
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Para tod@s l@s laminer@s..:hungry::hungry:...
Saludos :)
pilou12
Pero bueno, compi @pilou12 , ¿es que me vas a dar la jubilación anticipada en este Hilo?, de ahora en adelante, Presidenta Vitalicia de las Cocinas Oídas y por Oir, "me has puesto los pavos a la sombra":LOL::LOL::LOL::):):)
Me has dejado sin habla, "yo ya no sé si contratar criada o ponerme a servir", gracias, gracias y gracias.
Fenomenales tus aportes, que impregnan de dorados rayos este modesto Hilo, desde ya designada Jefa de Cocina y de Compras de Vituallas, en Lonjas y Mercados. Aún, estoy buscando el sombrero....
Con mi agradecimiento, te deseo la mas feliz de las veladas vespertinas,
Saludos cordiales,
Serendi, maestro de nada y aprendiz de todo.
 
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