Qué leer.

"Se acercan tiempos confusos en los que la sátira va a ser muy difícil de reconocer"

Creación cultural

El guionista y director de televisión publica su segunda novela, Un lugar al que volver, una historia de padres e hijos en busca de raíces comunes

"En la política actual hay un rechazo a la razón, hace años que es pura emoción"

Francesc Miró
21/02/2019 - 21:40h
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Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista. FOTO: PATRICIA J. GARCINUÑO

Fragmentos del libro de Pedro Sánchez
José A. Pérez Ledo afirma que es de extrema derecha, pero solo por la mañana. "Sobre todo cuando madrugo", describía en su antiguo blog mimesacojea.com. También decía que hasta el segundo café no era capaz de reconciliarse con los derechos civiles. En Twitter aún se llama como el blog que comandaba, pero hoy es guionista, director de televisión y articulista.

Si te has tomado en serio las primeras líneas de este artículo, si te has formado una opinión muy concreta de su autor nada más empezar a leer, has caído en su trampa. No eres el primero: esta misma semana en Telecinco se hacían eco de unos fragmentos paródicos que él había inventado sobre el libro de Pedro Sánchez, Manual de resistencia. Pasó lo mismo cuando satirizó las memorias de Jose María Aznar. Confiesa que aún hoy circulan en Internet textos suyos como si los hubiese escrito el expresidente de su puño y letra. Su estilo satírico juega siempre con la difusa línea que separa realidad y ficción.

Es creador y director de los programas de televisión Órbita Laika, que tendrá quinta temporada muy pronto en La 2, Ciudad K y Escépticos. Colaborador de este periódico, la SER y Radio Euskadi. Escribe, además, los podcasts El gran apagón y Guerra 3, ambos de ficción. Hace poco publicó Los enciclopedistas, un cómic que escribió con Alex Orbe al dibujo, y venía de publicar la novela Esto no es una historia de amor.

Ahora llega a nuestras estanterías su nueva obra, editada también por Planeta. Un lugar al que volver es una historia intergeneracional sobre la búsqueda de raíces, el olvido voluntario y los instantes decisivos que duran segundos pero marcan vidas enteras. Parece que entre el autor de las novelas y el de las columnas satíricas medie un mundo, pero no. Todo forma parte de un show que él mismo dirige.

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Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista. FOTO: PATRICIA J. GARCINUÑO

¿Cómo nace Un lugar al que volver?

Todo parte de la historia de un conocido que me contó que, estando en el paro, una mujer estadounidense le había propuesto hacer de guía y chófer para enseñarle España. Pensé, hostia, es una idea muy buena por los elementos que contiene: choque de culturas, un viaje sin destino...

Al mismo tiempo, me rondaba la cabeza contar una historia de padres e hijos. Y no sé en qué momento todo confluyó y se formó la idea de una madre con su hija, descendientes de españoles, que conocen a un padre y su hijo, y emprenden un viaje por España con todo lo que eso implica.

Implica que ambos redescubren unos lazos familiares olvidados y, a medida que avanza la historia, comprenden por qué no los tenían. En cierto sentido, ¿cree que su nueva novela tiene una lectura generacional? ¿Habla de una generación de españoles que ha perdido parte de sus raíces?

Puede ser. Hablamos mucho de la memoria histórica y siempre aludimos a ella como la memoria del país. Por supuesto que lo es. Pero también hay una historia común que al mismo tiempo es personal y familiar. A todos nosotros nos conforma la historia de nuestro país, pero también nuestra historia personal directa. El hecho de ser hijos de obreros o no. Nacer en un pequeño barrio de Bilbao o haber nacido en el centro de Madrid. Que tu abuelo fuese a la guerra o no. Que tus antepasados tuvieron que exiliarse o no. En definitiva, una suma de pequeñas historias familiares que creo que muchos olvidamos.

Mucha gente de mi generación no tiene ni idea de quienes fueron sus abuelos. Tienen una vaga idea de quienes fueron o son sus padres, pero ni idea de quienes eran realmente sus abuelos. No saben qué circunstancias vivieron, qué pensaban o cómo vivían. Y creo que eso nos conforma como personas y como país. Los recuerdos familiares también son parte de la memoria histórica.

Han pasado tres años desde Esto no es una historia de amor, pero no ha dejado de escribir. Está en la radio, la tele, en prensa y hasta ha escrito un cómic. ¿Siente que quien mucho abarca poco aprieta?

Priorizo las cosas en función de mis trabajos reales y ficticios. Los ficticios son escribir novelas y cómics. Los reales son las colaboraciones en prensa y fundamentalmente la tele. Ahora con Órbita Laika, que vuelve a La 2. Sin embargo, en mi trabajo hay mucho de actualidad: los artículos satíricos que hago para eldiario.es, los titulares cómicos para la SER... De repente meterme en una historia de ficción donde no hay política –bueno, ya me entiendes, realmente lo que no hay son políticos y titulares del día–, es una liberación absoluta.

En relación a eso, muchas veces los periodistas cometemos errores pero nos escudamos en que la rutina y los ritmos de producción nos impiden hacer todo lo bien que quisiéramos nuestro trabajo. ¿Cree que es posible equilibrar el rigor y la profundidad con los ritmos a los que nos enfrentamos?

Creo que la forma de hacerlo es a pequeña escala, a una escala casi artesanal. Yo he trabajado en programas enormes y me he hecho programas pequeñitos como Escépticos u Órbita Laika. Lo que se hace en estos programas sería muy difícil o directamente imposible en dinámicas grandes de producción.

En televisión diría que incluso es más difícil de equilibrar que en prensa, aunque sé que siempre vais fatal de tiempo. Pero aunque sea difícil es necesario, es nuestro trabajo. Y cometemos errores porque somos humanos. Si tú a alguien le dices que eres periodista y piensa en Spotlighto en Todos los hombres del presidente, pues obviamente no piensa que el periodismo lo hacen personas completamente normales a las que les gustan las cosas normales y cuya vida no es una incesante persecución de la verdad.

Recuerdo un artículo satírico que publicó a raíz del tratamiento informativo del caso Julen, en el que decía que " si bien la profesión periodística es muy hermosa, no es menos cierto que difícilmente da para pagar el alquiler, no digamos ya para cenar fuera".¿Cree que la precariedad es ya parte de esta profesión? ¿Cómo combatirla?

Si hay alguna forma de salir de esto, va a ser por la vía de nuevos modelos de ingresos. El modelo económico tradicional hace aguas por todas partes y no tiene pinta de que vaya a mejorar. No tiene pinta de que de repente las redacciones se vuelvan a llenar de periodistas y vayáis todos holgados de curro. Pero van a surgir nuevos modelos. Yo trabajo en la radio y ya sabes que la radio ha muerto mil veces. ¡La dan por muerta cada treinta años! Pero es un hecho que sigue viva y muy viva. Pues lo mismo con otro tipo de medios. De hecho, siguen naciendo medios, como Archiletras de Arsenio Escolar, que es muy de nicho pero parece funcionar. Cosas así dan esperanza, ¿no?

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Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista. FOTO: PATRICIA J. GARCINUÑO

Pasando por delante de la Casa del Libro de Gran Vía, he visto el escaparate lleno de ejemplares del libro de Pedro Sánchez, Manual de resistencia, y he recordado un artículo suyo en el que recogía supuestos fragmentos del libro. ¿Se nos vienen tiempos en los que la sátira será más necesaria que nunca?

Empiezan a acercarse tiempos en los que la sátira va a ser muy difícil de reconocer. Todavía siguen circulando fragmentos de las memorias de Jose María Aznar que publicó Planeta, con las que también hice un artículo satírico. ¡Y la gente sigue pensando que es real! No he leído el libro de Pedro Sánchez pero me jugaría algo a que hay partes que no son muy distintas al texto que escribí. La sátira siempre va a ser necesaria si no queremos volvernos locos como sociedad. Pero también es cierto que hasta yo mismo escribo chistes que, antes de darlos por buenos, me cercioro en la prensa de que no hayan acontecido de verdad. Hay que tener cuidado porque son tiempos, como mínimo, confusos [Risas].

En sus artículos, así como en sus programas, mediante el humor vehicula un discurso razonado y comprometido con la realidad. ¿Cree que el humor es la mejor manera de llegar al público con determinado mensaje?

No sé si es la mejor manera pero desde luego es un lenguaje que lo posibilita. Hay gente que hace cosas como las que hacemos nosotros pero desde la seriedad y lo hace extraordinariamente bien. El humor es un lenguaje que sirve para comunicar cualquier cosa, también ciencia, por qué no. Aunque la nueva temporada de Órbita es un poco distinta en ese sentido. Pero, por ejemplo, Los enciclopedistases una forma de hablar de la Ilustración a través del género negro y el cómic.

Son lenguajes que sirven para cualquier discurso. El Intermedio lleva hablando de la política nacional desde hace años. ¡Mucha gente se entera de lo que pasa en este país por El Intermedio, no por los informativos! El humor es un vehículo tan válido como cualquier otro para armar información o divulgación.

Ahora que menciona Los Enciclopedistas, en su nueva novela los dos protagonistas son distintos tanto por su origen como por su forma de pensar. Ella cree en el destino y él es un racional empedernido. Ese choque entre razón y superstición ya estaba en las viñetas que hizo con Alex Orbe. ¿Es un motivo recurrente en su obra?

Yo, fíjate, creo que no sé ni de qué va la novela. Porque por un lado es esa historia familiar de la que hemos hablado, pero por otro está también ese encuentro entre una mujer supersticiosa y un hombre racional. Y cómo esas dos formas antagónicas de entender la vida les unen, en cierta manera.

Suelo decir que hay dos formas de escribir, la estructuralista en la que todo está muy milimetrado con la estructura cerrada antes de ponerse, y las obras más libres. Esta novela es muy libre porque aunque yo sabía lo que tenía que pasar, no sabía dónde acababan sus historias y a partir de ahí me he dejado llevar completamente.

En relación a esa conexión entre sus obras, ¿cree que vivimos tiempos en los que la razón se desprecia?

Sí, ya lo creo. De hecho no recuerdo haber vivido ningún momento en el que la razón haya sido tan menospreciada. Ahora no nos extraña escuchar declaraciones de políticos en las que nos digan a la cara que "los hechos no son relevantes". Para mí hay un ataque clarísimo y directo a la razón y en política lo vemos.

Muchas veces nos quejamos de que los parlamentarios de hoy no son buenos. Cuando alguien consigue ordenar sujeto, verbo y predicado, como Aitor Esteban, nos parece el mejor parlamentario de la democracia actual. ¡Simplemente porque consigues entender lo que dice! Que no le quito mérito, ¿eh? Pero estaremos de acuerdo en que no es Oscar Wilde... Y esto ocurre porque en la política actual hay un rechazo a la razón, hace años que es pura emoción.

Pero ocurre en todos los ámbitos de nuestra vida; en la ciencia, en la salud, en la comunicación... ¡Hasta se han creado etiquetas como la de fake news! Que bueno, viene a decir que los medios siempre han mentido pero que ahora están mintiendo de una forma absolutamente innovadora. Tanto que la ponemos en inglés para que parezca moderno. El anglicismo ha marcado la línea divisoria entre las mentiras mediáticas de ayer y las de hoy. Ahora las llamamos fake news.

¿Cómo cree que se combate esta era de la superstición? ¿Pueden hacerlo desde la divulgación programas como Órbita Laika, que usted dirige?

Bueno, no creo que Órbita Laika tenga el alcance necesario para mejorar el país. [Risas]. A La 2 le gustaría, desde luego [Risas]. No, ahora en serio: no creo que exista receta alguna. Lo más fácil es decir que solo se combate la sinrazón con educación. También es verdad que la historia nos ha enseñado que la educación no lo arregla todo. Depositar toda la fe de nuestro futuro en el sistema educativo es probablemente una falacia.

En el caso de España... no sé que necesitamos. Necesitamos más cultura pero no sé como se consigue eso. Seguramente haciendo un esfuerzo colectivo por mejorar como sociedad con pequeñas voluntades. Dese los medios de comunicación, que podrían intentar ser más sinceros, hasta los nuevos partidos -o las renovaciones de los viejos-, que hiciesen un esfuerzo por ser más honestos... Todo el mundo que tenga un papel en lo público debería hacer lo posible por apoyar la razón, no por alimentar la confusión. Y eso está estrechamente ligado con la cultura.

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Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista. FOTO: PATRICIA J. GARCINUÑO

En su libro también aborda como a veces en la ruptura de lazos entre padres e hijos dificulta esa misma educación de la que hablamos. ¿Cree que, como sociedad, hemos delegado muchas responsabilidades educativas en el colegio?

Lo que está claro es que cuando uno es padre tiene que asumir el compromiso que eso supone con la nueva persona y hasta te diría con la sociedad. Dar por hecho que la labor de educación se limita a la escuela es ridículo. Tomás, el protagonista de esta novela, detesta los libros. De hecho, hay un momento en el que cree que todo lo que le pasa es culpa de los libros que se están vengando de él por tantos años de desprecio. Y sin embargo, hay un momento en el que su hijo le da una lección de escepticismo, cuando conocen a una tarotista y es el propio chaval el que defiende que eso te lo crees porque te lo quieres creer.

Dejarlo todo en manos del sistema educativo es un error y una delegación de funciones muy grande. Es como confiar en que la democracia funcione si la dejamos solamente en manos de políticos. Ni puede hacerlo todo la política, ni la comunicación, ni los médicos, ni los abogados. Tenemos que colaborar todos.

Ritxar Bacete decía en Nuevos hombres buenos que la paternidad nos hace más feministas porque nos abre los ojos a la empatía y a la participación en los cuidados. ¿Qué opina? ¿Cambia la paternidad la visión del mundo?

Llevo mes y medio de padre, que es lo que tiene mi hijo de vida [risas]. Pero yo te diría que sí. Yo he sido siempre una persona muy fría, pero no puedes ser frío con un bebé.

Hay un hecho incontestable en la paternidad que es que cobras consciencia. Ese cliché de que te cambia la vida es falso, no es que te cambie la vida. Pero sí es verdad que en tu vida aparece una persona totalmente desvalida que se muere si no te encargas de ella. Eso te hace madurar y comprender la vida desde una perspectiva completamente distinta basada en que ya no eres lo primero y que hay una persona que depende al 100% de ti.

Hay una explicación muy bonita para eso, ¿sabes? ¿Por qué somos la única especie cuyas crías nacen completamente desvalidas? Porque nuestro cerebro es tan grande que el tiempo de gestación es mucho mayor. Pero si la cabeza siguiese creciendo, la mujer no podría expulsar al bebé. Por eso la criatura se expulsa en un momento muy anterior al que debería con la confianza evolutiva de que los adultos la cuiden. Es algo muy bonito: la bondad, el cariño y la protección hacia tus hijos es un sentimiento puramente evolutivo.

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Jose A. Pérez Ledo durante la entrevista. FOTO: PATRICIA J. GARCINUÑO

https://www.eldiario.es/cultura/libros/entrevista-perez-ledo-satira_0_870363141.html
 
Un libro contra los hombres y no a favor de las mujeres
Es un libro beligerante, lo cual en sí mismo no es un rasgo negativo, de no ser porque eso entorpece y debilita su propia lógica

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Un libro contra los hombres y no a favor de las mujeres
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 22.02.2019 - 05:15ACTUALIZADOhace 9 horas

Sólo basta leer el título para saber a qué atenerse. Se trata de La guerra más larga de la Historia: 4.000 años de violencia contra las mujeres. En sus páginas las periodistas y filólogas Isabel M. Reverte y Lola Venegas, así como la abogada Margó Venegas proponen un libro de vocación divulgativa escrito no con las estructuras del reportaje, como aseguran sus editores en la cubierta, sino como una recopilación, más o menos histórica, que documenta lo que las autoras consideran modalidades de violencia y agresión contra las mujeres y que dividen en tres grandes apartados: Violencia Cultural, Violencia Física y Violencia Estructural.

Si algo de esto le suena, no lo dude: está rodeado de 'fachas'Si algo de esto le suena, no lo dude: está rodeado de 'fachas'
Es un libro beligerante, lo cual en sí mismo no es un rasgo negativo, de no ser porque eso entorpece y debilita su propia lógica. La premisa de la que parten sus autoras es arriesgada metodológicamente, además de acusatoria: para ellas la violencia contra la mujer forma parte no necesariamente como parte de un proceso de transformación política, antropológica o cultural de la convivencia entre los seres humanos a lo largo de la historia, sino como un proceso lineal y preconcebido de dominación y exterminio de los hombres hacia las mujeres. Es decir, equipara la convivencia entre ambos casi como una relación colonial.

Desde hace casi 4.000 años, según las autoras, las mujeres han sido objeto de ataques constantes que tienen una expresión total que va desde la religión y las tradiciones hasta las leyes y la conformación del Estado y del poder, un apartado en el que no mencionan por ejemplo, figuras de peso como Isabel I de Inglaterra o la mismísima Isabel La Católica. El punto de partida es difuso y su explicación es casi dogmática, porque no ofrece una proposición matizada sino una sucesión de argumentos concluyentes y sentenciosos.

“¿Cuándo empezó todo? ¿En qué momento los hombres consiguieron someter a las mujeres y estas aceptaron la sumisión y desvalorización que, sin duda, se encuentra en el origen de la violencia?”, escriben las autoras, quienes se pasean desde explicaciones evolucionistas y factores biológicos hasta lo que los marxistas llamaron “la histórica derrota del s*x* femenino”. En un mismo folio las autoras pasan de atribuir a la Odisea la “desvalorización” de las mujeres –y de transmitir esos valores a Europa, una afirmación correosa no del todo justificada-, a denunciar la por**grafía actual. Ocurre muchas veces a lo largo de la lectura. Afirmaciones de una complejidad profundísima acaban con brochazos de Perogrullo.

Apartado de citas
El hecho de que el libro tenga un aparato de citas no lo hace serio por sí mismo, sino mucho peor, lo convierte en un edificio caótico, que no conserva ni el rigor académico ni la claridad y la contundencia periodística. Hablan con cierta laxitud de feministas egipcias al mismo tiempo que aportan etiquetas genéricas para procesos complejos que demandan una lectura más compleja. Al momento de trazar un origen se remiten al patriarcado como concepto informe en el que todo cabe. La propia noción de familia está planteada en clave bélica, de perpetua oposición. Más que un libro a favor de la mujer, parece un libro en contra de la masculinidad, un razonamiento que autoras a las que podría considerarse voces clásicas del feminismo como Susan Sontag o Doris Lessing se oponían por su componente excluyente.

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La cubierta del libro publicado por Espasa.
Novedades editoriales: madres y mujeres
En clave ficción, muchos de los libros de este trimestre visitan el tema de la madre. Por ejemplo, el libro que el argentino Jorge Fernández Díaz escribió para contar la historia de la suya y que Alfaguara reedita 18 años después. Pero si Jorge Fernández Díaz se valió de la vida de su madre para contar la historia de un país y un tiempo, hay otros autores que se valen de la figura materna para escarbar en la idea sobre si realmente conocemos a los que nos rodean. Así lo ha hecho el escritor y traductor húngaro András Forgách en El expediente de mi madre (Anagrama), un libro que presentó recientemente en el festival BCNegra, y en cuyas páginas se despliega una indagación tanto personal como colectiva. Valiéndose de la investigación y la narración novelesca, Forgách plantea un libro efectivo y profundo en el que no se limita a reconstruir el pasado, sino a adentrarse en las nociones de memoria, verdad y ocultación a partir de la figura de su madre.

La madre, mejor dicho su ausencia, es lo que pone en marcha la nueva novela Anne Tyler, ganadora de los premios Pulitzer, National Book Critics Circle y Pen/Faulkner, quien regresa con El baile del reloj (Lumen), un libro que relata la vida de Willa Drake, una mujer cuya biografía se traza en la pérdida, desde la desaparición de su madre a los once años hasta un matrimonio y una viudez que llegan igual de pronto. Sin embargo, una llamada la empuja a abandonarlo todo y acudir en la ayuda de la exnovia de su hijo. El lugar del cuidador resitúa el de la madre, el territorio de la protección y el calor humano, una isla del espíritu en medio de la aspereza que el destino ha procurado a esta mujer.

También dedicado a la figura de la madre, el hermoso libro de Luis Antonio de Villena publicado por Cabaret Voltaire. Se titula Mamá y en él Villena vuelca una evocación, un trazo, una estela de amor y herida ejecutada de una manera mestiza, a mitad de camino entre la oración y el fervor, construyendo sus páginas desde la veta de la contradicción: aquello que de tan fuerte termina por convertirse en necesidad y cicatriz. “Es una plegaria y una obsesión. No hay amor sin daño y sin éxtasis, y la parte más débil queda siempre tremendamente desamparada. Por eso el grito que resuena no es el de ella―que descansa plácida―es mío el grito desgarrador y solitario que se oye. Estepario lobezno, tras la pérdida”, escribe Villena sobre ese territorio inabarcable de quien habla del origen… No importa cuánto tiempo transcurra entre quienes pierden o se reinventan, la madre es el puerto en el mar bronco de los afectos. También la escritora Nuria Labarri reflexiona sobre este tema en su novela La mejor madre del mundo (Literatura Random House, 2019)
https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/libro-hombres-favor-mujeres_0_1220878630.html
 
Pistoleros y forajidos del salvaje oeste según Gregorio Doval


Autor: Juan Antonio González Fuentes

Entre el año después del final de la Guerra Civil americana, 1866, y el año 1900, los estudiosos aseguran que en el lejano oeste estadounidense se produjeron aproximadamente 20.000 muertos por arma de fuego. Es decir, estamos hablando de casi 455 muertos al año, casi 38 muertos al mes. Pues bien, un número reducidísimo de esos muertos a balazos lo fueron en aquellos duelos cara a cara en calles desiertas y polvorientas que el cine de Hollywood, las novelas y las leyendas han logrado convertir en mito para el imaginario colectivo. Al revés, la inmensa mayoría de aquellos muertos sucumbieron a emboscadas traicioneras, a tiros por la espalda, a venganzas cuidadosamente planeadas, a enfrentamientos desiguales entre pistoleros borrachos, a engaños y demás artimañas muy poco nobles y edificantes, etc…

Y es que bastante poco se sabe en términos generales de lo que es por todos conocido como el Far West o el Salvaje Oeste. Ya ha quedado claro que el cine y la literatura se han encargado durante décadas y décadas de ofrecer una visión romántica y muy distorsionada de la auténtica realidad. Realidad protagonizada casi siempre por pistoleros pendencieros y asesinos sin escrúpulos que la leyenda ha transformado en héroes populares, en tipos envueltos en un atractivo aire de inconformismo y hábitos libertarios necesariamente al margen de la ley. Ya lo dice un veterano periodista en la película de John Ford El hombre que mató a Liberty Valance: “Esto es el Oeste, y cuando la realidad se convierte en leyenda, sólo se imprime la leyenda”.

El entretenidísimo libro que ahora leo por pura casualidad, pues lo adquirí en la librería de una gran superficie haciendo tiempo mientras Ella estaba en la peluquería, se encarga precisamente de arrojar algo de luz sobre la leyenda, es decir, procura ofrecer al lector español una aproximación fiel, verídica y bien documentada a la historia no del lejano oeste americano, sino a un aspecto muy concreto del asunto: los más famosos pistoleros, los más conocidos forajidos de leyenda.

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Gregorio Doval: Salvaje Oeste. Pistoleros y forajidos (Ediciones Nowtilus, 2009)

El libro, publicado por la madrileña Nowtilus, está enmarcado dentro de la colección “Breve Historia de…”, y lleva por título Salvaje Oeste. Pistoleros y forajidos. Su autor es el periodista y guionista Gregorio Doval (Madrid, 1957), a quien debemos otros tres títulos dentro de la misma colección, todos relacionados con el Salvaje Oeste: La conquista del Oeste, Indios norteamericanos, y Cowboys.

En las más de 300 páginas de este libro, Gregorio Doval hace un ligero pero clarificador y documentado repaso a los principales hitos e iconos del salvaje oeste relacionados con todo lo que tenga que ver con pistoleros y forajidos. Desfilan por el volumen los célebres saloons, tahures, los sheriffs como domadores de ciudades sin ley, las primeras comunidades de mineros y ganaderos, duelos como el célebre del Ok Corral, las mujeres como protagonistas casi siempre en la sombra… Y por supuesto las vidas y hechos verdaderos de los más destacados protagonistas de aquellos tiempos: Wyatt Earp, Billy el Niño, Pat Garrett, Bat Masterson, Sundance Kid, Wild Bill Hickok, Butch Cassidy, Buffalo Bill, el juez Roy Bean

Yo, que soy un furibundo aficionado a los western y a todo lo relacionado con la historia y las leyendas del salvaje oeste, nunca podré agradecerle lo bastante a Gregorio Doval su esfuerzo y la escritura de estos “manuales” de lectura rápida y feliz (se incorporan además en ellos imágenes impagables). En cuanto termine este título iré a por los restantes casi con devoción y el anhelo de un adolescente.

De momento, en esta fría y lluviosa tarde de domingo santanderina, prosigo tumbado en la cama la lectura de la vida y milagros de estos pistoleros y forajidos de leyenda, teniendo mi prodigiosa réplica de un colt 45 a mano, y con el dvd de Cielo amarillo de William Wellman, con Gregory Peck, Anne Baxter y Richard Widmark, esperando su oportunidad para desenfundar primero.

***


Última reseña de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-Justo Serna: Héroes alfabéticos. Por qué hay que leer novelas (PUV, 2008)

http://ojosdepapel.com/Index.aspx?blog=900
 
Reseña de "Cuestión de locura", de Ismaíl Kadaré


Radiografía de un país

“Cuestión de locura”. Ismaíl Kadaré. Alianza. 320 páginas / 20 euros

En el prólogo a Carlota Fainberg, Muñoz Molina afirma que la novela corta “es tal vez la modalidad narrativa en la que mejor resplandece la maestría”. De este modo, las cuatro novelas cortas que forman este volumen no hacen sino ratificar la enorme calidad de Ismaíl Kadaré como narrador. Escritas a lo largo de cuarenta años, las obras tienen como eje central la localidad de Gjirokaster —lugar de nacimiento de Kadaré— y representan, con la excepción de La estirpe de los Hankoni (ambientada en el siglo XVIII), un documento extraordinario de la vida en Albania en la segunda mitad del siglo XX, es decir, en la era comunista y bajo el férreo dominio de Enver Hoxha.

Cuestión de locura es un relato marcadamente autobiográfico, narrado por un niño que asiste al cambio de época que representa la llegada a Albania de la influencia soviética. A través de las peripecias del protagonista, y siempre de un modo implícito, conocemos la intrahistoria de este acontecimiento; sabemos de vidas y sucesos anónimos que nunca aparecen en las crónicas oficiales, y que en este caso muestran cómo los rencores, las envidias y los odios ancestrales fueron vengados por los oportunistas que se hicieron con el poder.

En El desprecio —quizá la obra más perfecta del conjunto—, una aristócrata desposeída intenta recuperar sus privilegios concertando el matrimonio de su hija con un joven afecto al Partido. Se inicia así un profundo estudio psicológico y social a la manera de las novelas del diecinueve, trazado con una escritura sobria y la intensidad propia del género. A continuación, una historia escrita a los veintiséis años, Días de juerga, indica la temprana e insólita madurez del escritor. Esta novela, que fue censurada por el régimen comunista, describe las divertidas andanzas de dos estudiantes zascandiles, empeñados en contravenir todas las normas del momento.

Finalmente, La estirpe de los Hankoni es la crónica novelada del nacimiento, auge y decadencia de una familia marcada por el infortunio, escrita con ciertas reminiscencias a los Buendía de Cien años de soledad y reducida a lo puramente esencial. Las traducciones del albanés de Ramón Sánchez Lizarralde son dignas de alabanza. A la altura de este autor extraordinario llamado Kadaré.

Publicado el 21-3-09 en el semanario cultural Ababol de La Verdad de Murcia

Para leer la reseña ampliada, tal y como apareció en prensa, pincha la imagen:



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Ismail Kadaré (Gjirokaster Albania, 28 de enero de 1936) es uno de los escritores albaneses más famosos. Estudió en la Universidad de Tirana y en el Instituto Gorky de literatura universal de Moscú hasta 1960. Ese mismo año, tras la ruptura de relaciones entre Albania y la Unión Soviética regresa a su país donde se dedica a escribir para distintas revistas de literatura y publica sus primeras poesías. Sin embargo es con su primera novela El General del Ejército Muerto, publicada en 1963, con la que consigue reconocimiento dentro y fuera de su país como uno de los escritores albaneses de mayor talento. Desde entonces ha publicado numerosas obras que lo han situado como uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX, entre ellas destacan El Palacio de los Sueños, Abril quebrado, El Monstruo o Los Tambores de la Lluvia. Su obra ha sido traducida a más de 40 idiomas. En 1990, justo antes de la caída del comunismo en Albania, Kadaré solicitó asilo en Francia, afirmando que "Las dictaduras y la literatura auténtica son incompatibles... Un escritor es el enemigo natural de una dictadura." Kadare permaneció en Francia hasta 1999, momento en el que regresa a Albania. Kadaré es probablemente el intelectual más importante de Albania y uno de los más activos en Europa, donde su activo compromiso jugó un destacado papel en el esclarecimiento internacional del drama de los albaneses de Kosovo. Desde la estabilización parcial de la situación de los albanokosovares, Ismail Kadaré vuelve a pasar largas temporadas en Tirana tras casi nueve años de autoexilio en Francia. (Fuente: Wikipedia)
http://aguasdeceniza.blogspot.com/2009/03/resena-de-cuestion-de-locura-de-ismail.html
 
Primer capítulo de 'La hija de la española', de Karina Sainz Borgo
Vozpópuli anticipa el primer capítulo de la novela 'La hija de la española' (Lumen), obra de Karina Sainz Borgo que saldrá a la venta el 7 de marzo.

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Primer capítulo de 'La hija de la española', de Karina Sainz Borgo Tere García
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PUBLICADO hace 3 horas

Enterramos a mi madre con sus cosas: el vestido azul, los zapatos negros sin cuñas y las gafas multifocales. No podíamos despedirnos de otra manera. No podíamos borrar de su gesto aquellas prendas. Habría sido como devolverla incompleta a la tierra. Lo sepultamos todo, porque después de su muerte ya no nos quedaba nada. Ni siquiera nos teníamos la una a la otra. Aquel día caímos abatidas por el cansancio. Ella en su caja de madera; yo en la silla sin reposabrazos de una capilla ruinosa, la única disponible de las cinco o seis que busqué para hacer el velatorio y que pude contratar solo por tres horas. Más que funerarias, la ciudad tenía hornos. La gente entraba y salía de ellas como los panes que escaseaban en los anaqueles y llovían duros sobre nuestra memoria con el recuerdo del hambre.

Si todavía hablo en plural de aquel día es por costumbre, porque el pegamento de los años nos soldó como a las partes de una espada con la cual defendernos la una a la otra. Mientras redactaba la inscripción para su tumba, entendí que la primera muerte ocurre en el lenguaje, en ese acto de arrancar a los sujetos del presente para plantarlos en el pasado. Convertirlos en acciones acabadas. Cosas que comenzaron y terminaron en un tiempo extinto. Aquello que fue y no será más. La verdad era esa: mi madre ya solo existiría conjugada de otra forma. Sepultándola a ella cerraba mi infancia de hija sin hijos. En aquella ciudad en trance de morir, nosotras lo habíamos perdido todo, incluso las palabras en tiempo presente.

Seis personas acudieron al velatorio de mi madre. Ana fue la primera. Llegó arrastrando los pies, sostenida de un brazo por Julio, su marido. Ana parecía atravesar un túnel oscuro que desembocaba en el mundo que habitábamos los demás. Desde hacía meses, se había sometido a un tratamiento con benzodiacepina. El efecto comenzaba a evaporarse. Apenas le queda- ban pastillas suficientes para completar la dosis diaria. Como el pan, el Alprazolam escaseaba y el desánimo se abría paso con la misma fuerza de la desesperación de quienes veían desaparecer todo cuanto necesitaban: las personas, los lugares, los amigos, los recuerdos, la comida, la calma, la paz, la cordura. «Perder» se convirtió en un verbo igualador que los Hijos de la Revolución usaron en nuestra contra.

Ana y yo nos conocimos en la facultad de Letras. Desde entonces, compartimos una sincronía para nuestros propios infiernos. Esta vez también. Cuando mi madre ingresó en la Uni- dad de Cuidados Paliativos, los Hijos de la Revolución arrestaron a Santiago, su hermano. Ese día apresaron a decenas de estudiantes. Terminaron con la espalda en carne viva por los perdigones, apaleados en una esquina o violados con el cañón de un fusil. A Santiago le tocó La Tumba, una combinación de las tres cosas dosificada en el tiempo.

Pasó más de un mes dentro de aquella cárcel excavada cinco pisos por debajo de la superficie. No había sonidos ni ventanas, tampoco luz natural o ventilación. Solo se escuchaba el paso y el traqueteo de los rieles del metro por encima de la cabeza. Santiago ocupaba una de las siete celdas alineadas, una detrás de la otra, así que no era capaz de ver ni saber quiénes más estaban detenidos junto a él. Cada calabozo medía dos por tres metros. El suelo y las paredes eran blancos. También las camas y las rejas a través de las que hacían pasar una bandeja con alimentos. Jamás les daban cubiertos: si querían comer, debían hacerlo con las manos.

Ana había dejado de tener noticias de Santiago hacía semanas. Ni siquiera recibía ya la llamada por la que pagaban sumas semanales de dinero; tampoco la estropeada fe de vida que le llegaba en forma de fotos, desde un número de teléfono que nunca era el mismo.

No sabemos si está vivo o muerto. «No sabemos nada de él», me contó Julio en voz muy baja, apartándose de la silla en la que Ana se miró los pies durante treinta minutos. En todo ese tiempo, levantó la mirada para hacer tres preguntas.

—¿A qué hora enterrarán a Adelaida? —A las dos y media. —Ya —murmuró—. ¿Dónde? —En el cementerio de La Guairita, en la parte vieja. Mi mamá compró la parcela hace mucho tiempo. Tiene bonitas vistas. —Ya... —Ana parecía hacer un esfuerzo adicional, como si pronunciar aquellas palabras resultara una tarea titánica—.

¿Quieres quedarte con nosotros hoy, mientras pasa lo más duro?—Saldré hacia Ocumare mañana muy temprano para ver a mis tías y dejarles algunas cosas —mentí—. Te lo agradezco. Tú tampoco lo estás pasando muy bien.

—Ya. —Ana me dio un beso en la mejilla y se marchó. Quién quiere velar a un muerto ajeno cuando barrunta el suyo. Aparecieron dos maestras jubiladas con las que mi madre aún mantenía contacto: María Jesús y Florencia. Dieron sus condolencias y se marcharon también rápido, conscientes de que nada de cuanto dijeran corregiría la muerte de una mujer demasiado joven para desaparecer. Salieron de ahí apretando el paso, como si intentaran ganar ventaja a la parca antes de que fuera a buscarlas también a ellas. A la funeraria no llegó ni una sola corona de flores excepto la mía. Un centro de claveles blancos que apenas cubría la mitad superior del ataúd.

Las dos hermanas de mi madre, mis tías Amelia y Clara, no acudieron. Eran mellizas. Una era gorda y la otra flaquísima. Una comía sin parar y la otra desayunaba una tacita de caraotas negras mientras daba chupadas a un cigarrillo de liar. Vivían en Ocumare de la Costa, un pueblo del estado de Aragua cercano a la bahía de Cata y Choroní. Ese lugar donde el agua azul lame la arena blanca y al que separan de Caracas carreteras in- transitables que se caían a pedazos.

A sus ochenta años, las tías Amelia y Clara habrían hecho, como mucho, un viaje a Caracas en toda su vida. No salieron de aquel poblacho ni siquiera para ir al acto de grado de mi mamá, la primera universitaria de la familia falcón. Lucía preciosa en aquellas fotos, de pie, en el aula magna de la Universidad Central de Venezuela: los ojos muy maquillados, el carda- do del pelo aplastado bajo el birrete, sujetando el título con las manos rígidas y una sonrisa más bien solitaria, como de mujer con rabia. Mi mamá guardaba aquella fotografía junto con su expediente académico de licenciada en Educación y el anuncio que mis tías contrataron en El Aragüeño, el periódico regional, para que todo el mundo supiera que las falcón ya tenían una profesional en la familia.

A mis tías las veíamos poco. Una o dos veces al año. Viajábamos al pueblo durante los meses de julio y agosto, a veces en carnaval o Semana Santa. Les echábamos una mano con la pensión y además ayudábamos a aligerar la carga económica. Mi madre les dejaba algún dinero y de paso las chinchaba: a una para que dejara de comer y a la otra para que comiera. Ellas nos agasajaban con desayunos que a mí me daban náuseas: car- ne mechada, chicharrón frito, tomate, aguacate y café de guarapo, un brebaje con canela y papelón que colaban con una media de tela y con el que me perseguían por toda la casa. El bebedizo me ocasionó no pocos desmayos, de los que ellas me despertaban con sus quejas de matronas locas.

—¡Adelaida, chica, si mi mamá viera a esta niña, tan flacuchenta y enclenque, le daba tres arepas con manteca! —decía mi tía Amelia, la gorda—. ¿Qué le haces a esta criatura? Parece un arenque frito. Espérate aquí, m’hija. Ya vengo... ¡No te mue- vas, muchachita!

—Amelia, deja a la niña; que tú tengas hambre todo el tiempo no significa que el resto también —respondía mi tía Clara desde el patio mientras vigilaba sus árboles de mango, fumando un cigarrillo.

—Tía, qué haces allá fuera. Entra, ya vamos a comer. —Espérate, estoy viendo si los sinvergüenzas del terreno de al lado vienen a tumbar los mangos con una vara. El otro día se llevaron tres bolsas.

—Aquí está; cómete solo una si quieres, pero hay tres más —decía mi tía Amelia, de vuelta de la cocina, con un plato en el que había servido dos bollos de harina rellenos de picadillo de cochino frito—. falta te hace. ¡Come, come, m’hija, que se enfría!Después de fregar los platos, se sentaban las tres en el patio a jugar bingo hasta que remitiera la plaga, aquellas nubes de zancudos que aparecían puntuales a las seis de la tarde y que espantábamos con el humo que desprendían las brozas secas al contacto con el fuego. Hacíamos una pira y nos juntábamos para verla arder bajo el sol extinto del día. Entonces alguna de las dos, unas veces Clara y otras Amelia, se revolvían en sus poltronas de esterilla y, refunfuñando, decían la palabra mágica: «Difunto».

Así se referían a mi padre, un estudiante de Ingeniería al que los planes de boda se le borraron de la cabeza cuando mi madre le dijo que esperaba un bebé. A juzgar por la rabia que destilaban mis tías, cualquiera diría que las dejó plantadas a ellas también. Lo recordaban mucho más ellas que mi madre, a la que jamás escuché pronunciar su nombre. Porque de mi papá nunca más se supo. Al menos así me lo contó ella. Me pareció una explicación más que razonable para no extrañar su ausencia. Si él jamás había querido saber de nosotras, por qué teníamos que esperar algo de su parte.

Nunca entendí la nuestra como una familia grande. La familia éramos mi madre y yo. Nuestro árbol genealógico comenzaba y acababa en nosotras. Juntas formábamos un junco, una especie de planta de sábila de esas que son capaces de crecer en cualquier lugar. Éramos pequeñas y venosas, casi nervadas, acaso para que no nos doliera si nos arrancaban un trozo o incluso la raigambre entera. Estábamos hechas para resistir. Nuestro mundo se sostenía en el equilibrio que ambas fuésemos capaces de mantener. El resto era algo excepcional, añadido, y por eso prescindible: no esperábamos a nadie, nos bastábamos la una a la otra.

[Hasta aquí el primer capítulo de 'La hija de la española'. Si quiere seguir leyendo, puede comprarlo tanto en versión papel como en digital a partir del 7 de marzo]

https://www.vozpopuli.com/altavoz/c...sainz-borgo-primer-capitulo_0_1222978900.html
 
Mujeres que viajan solas: diez consejos para sentirte segura
Andrea Bergareche, autora del blog Lápiz Nómada, publica un libro con experiencias y consejos para explorar el mundo en solitario
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@abcviajar
Actualizado:08/03/2019 07:40h
20 El épico viaje de una española que recorre el mundo sola y en autostop

Viajar es sinónimo de conocer nuevas ciudades, descubrir distintas culturas o compartir experiencias con gentes de otros países. Esto lo sabe bien Andrea Bergareche (Bilbao, 1991), autora delBlog Lápiz Nómada, que con tan solo 27 años ha viajado a 20 países y es un ejemplo de esa nueva generación de mujeres jóvenes que se decide a emprender sus viajes en solitario.

Consciente de que muchas tienen dudas y miedos a la hora de dar el paso, Bergareche ha recopilado en el libro Yo viajo sola textos y dibujos que comparte con su comunidad viajera -400.000 personas han pasado por su blog- así como consejos prácticos, desde la elección del destino al equipaje necesario, diferentes formas de transporte y alojamiento o cómo velar por la seguridad en todo momento.

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Portada del Libro Yo viajo Sola de Andrea Bergareche
La autora asegura que «el libro invita a las mujeres a enfrentarse al miedo, a cumplir sus sueños y a vivir la experiencia liberadora de viajar en solitario», aunque tomando una serie de precauciones como investigar el lugar antes de llegar, no viajar sola de noche o intentar pasar desapercibida. Estos son los diez consejos para viajar segura de Andrea Bergareche.

Diez consejos para viajar segura


1. Investiga acerca del lugar

El primer consejo para sentirte segura es investigar el lugar antes de llegar. Averigua qué clima hay, cuál es el nivel de seguridad, qué problemáticas se acusan, y hazte con el mapa para comprobar en qué zona está tu hostal y cómo llegar. Tener esta información te hará sentir más confiada que si aterrizas a un lugar del que no sabes nada.

2. Viaja comunicada Todas tenemos un teléfono con el que es superfácil estar conectada en cualquier momento, así que allí donde vayas compra una tarjeta SIM que te permita llamar, mandar tu ubicación si lo necesitas o contactar con el número de emergencias (apúntatelo en caso de necesitarlo).

3. Trata de no viajar sola de noche

Siempre que puedas es mejor llegar a los sitios de día, sobre todo si es una ciudad grande y desconocida, así, en el caso de que te pierdas, habrá gente en la calle a la que preguntar. Igualmente, si una zona te da mala espina, busca otro camino. Si vas a tomar un taxi de noche, asegúrate de que sea un taxi autorizado o usa alguna aplicación como Uber o Grab, donde puedas ver por dónde vas, y, en caso de que lo necesites, mandar la ubicación a alguien más.

4. Pasa desapercibida Dependiendo del lugar, una extranjera vestida al modo occidental puede llamar mucho la atención, por ejemplo en países musulmanes. Por eso, fíjate en cómo visten las mujeres locales y, como dice el refrán, «donde fueres haz lo que vieres». No solo pasarás más desapercibida, sino que será un signo de respeto que te permitirá acercarte más a la gente del lugar.

5. Lleva lo más importante en una bolsa aparte Guarda siempre un poco de dinero en varios sitios distintos para que, si lo pierdes o te roban, no te quedes sin nada. De igual forma, lleva varias tarjetas de débito o crédito por separado y hazte con una bolsita de tela que puedas ocultar en el interior de tu ropa.

6. Usa siempre las taquillas en los hostales

Uno de los sitios en los que más robos se producen son los hostales. Por eso, lee bien las referencias del establecimiento, lleva siempre un candado contigo y deja las cosas de valor en un armario bien cerrado o en una caja fuerte. En el caso de que no haya, puedes usar una malla de acero antirrobos con la que atar tu mochila a algo fijo.

7. Mantente alerta en las estacionesOtro de los lugares donde hay más robos es en las estaciones de autobús. Por eso es importante mantenerte alerta y no dejar tus pertenencias desatendidas ni dormirte. Un buen consejo es meter siempre un brazo o una pierna en alguna de las asas o los tirantes de tus mochilas, para evitar tirones.

8. Usa un cubremochilas Evitará que tu mochila se moje en caso de lluvia y hará más difícil que te roben, tanto cuando vayas por la calle como en los transportes públicos, o hasta en los aviones.

9. Aprende a deshacerte de los hombres pesadosDependiendo del país y de la cultura, tendrás que enfrentarte más o menos al acoso por parte de los más babosos. Por eso, es importante que aprendas a decir que no con firmeza y que te armes de paciencia. Unas gafas de sol y unos auriculares te ayudarán a ignorarlos y, en algunos países, como India, llevar un anillo de casada te hará parecer más respetable. Si te preguntan, di siempre que estás casada o que tienes novio.

10. Confía en tu instintoSe suele decir que las mujeres tenemos un sexto sentido, por eso es tan importante aprender a escucharlo. Al final, todo es cuestión de cabeza y sentido común, si te subes a un coche ajeno o estás caminando por una calle a oscuras y te encuentras incómoda, o te habla alguien que no te da buena espina, lo mejor es hacerle caso a tu instinto y salir de ahí lo antes posible. Es mejor equivocarse o prejuzgar que exponerse a riesgos innecesarios.
https://www.abc.es/viajar/noticias/...ara-sentirte-segura-201903080138_noticia.html
 
El primer hombre, de Albert Camus, cumple 25 años
Este año se cumple el aniversario de la publicación de esta novela póstuma, fundamental para comprender cabalmente la vida y la obra de Camus.

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Un detalle de la edición de 'El primer hombre', de Albert Camus, publicada por Tusquets. Planeta
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 7.3.2019 - 5:15

Albert Camus estaba escribiendo las últimas páginas de este libro cuando lo sorprendió la muerte. El manuscrito, de unas 144 páginas entonces, apareció dentro de un maletín negro hallado a pocos metros del árbol contra el que se estrelló el Face Vega que su editor Michel Gallimard conducía a gran velocidad cuando una rueda pinchó ocasionando el accidente. Fue imposible reconstruir el sentido de aquellos folios, hasta que la hija del escritor aportó unas claves para su publicación, en 1995, hace ya 25 años, con el título El primer hombre.

Protagonizada por Jacques Cormery, un personaje que hace las veces de alter-ego, Albert Camus vuelca en esta novela los episodios vitales en la historia de este hombre. Hijo de un emigrante que murió en el frente de la Primera Guerra Mundial, Cormery es el fruto de su unión con una menorquina analfabeta y casi muda. Sin padre, educado en un miserable barrio de las afueras de Argel por una abuela autoritaria, que le inflige castigos corporales ante una madre impotente, exhausta por su trabajo "en casas ajenas", Camus narra cómo ese niño va haciéndose lentamente, construyéndose a sí mismo, hasta el punto de retratarse en el que se considera uno de sus libros más conmovedores.

El manuscrito apareció dentro de un maletín negro hallado a pocos metros del árbol contra el que se estrelló el coche donde viajaba

Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, Camus empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel. Empezó a ser conocido como escritor en 1942, cuando se publicaron su novela corta El extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayoEl mito de Sísifo, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo. En las claves de esa biografía están los amasijos del niño que Camus narra en El primer hombre.

Divida entre la infancia y la juventud, esta novela póstuma contiene los puntos de fuga de un personaje complejo y aún polémico para la sociedad francesa. Durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, fue su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro, El malentendido y Calígula, prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas a un amigo alemán.

Entre la justicia y mi madre, elijo mi madre… dijo Albert Camus hace ya más 60 años, cuando recibió el Nobel de Literatura, en 1957. Fue su respuesta a un periodista que aquel día le pidió su opinión sobre Argelia,. Sí. Argelia. Aquel tema que atravesó su vida y su obra como una estaca. Dijo Hannah Arendt, que tanto Camus como su generación se vieron "tragados por la política como si los absorbiera la fuerza del vacío". Sin embargo, la verdadera responsabilidad intelectual del Nobel parecía alojarse en otro sitio, en una región más compleja de lo que éste significa. Y este libro forma parte de ese proceso.

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Cubierta de 'El primer hombre'.
https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/primer-hombre-albert-camus_0_1222978580.html
 
Autocracia positiva: siga consejos de autoayuda de Vladimir Putin
Publicado por Diana M. Bonet
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Jot Down para Editorial Debate

Los analistas de lo que ha denominado Angela Merkel recientemente como «tiempos tempestuosos» advirtieron de que los herederos de los estados comunistas, conscientes de que no podían ganar las guerras, sí que podían ganar las mentes. De esa filosofía surgió un desarrollo de la desinformación sin precedentes en su magnitud. En pocos años el mundo podría cambiar para siempre con estas tácticas, y si eso ocurre hay un hombre que seguro que sonríe y pronuncia alguna frase de Hannibal Smith; ese hombre es Vladimir Putin.

Cuando recogió la Rusia hecha pedazos que le legó Boris Yeltsin, Putin era un hazmerreír. Un individuo anodino, sin carisma ninguno, con un apellido que en castellano se prestaba a simpáticos juegos de palabras. Pero con mano de hierro estabilizó su país, que llevaba diez años de sobresaltos económicos, e instituyó un liderazgo incuestionable que cumple este año dos décadas. Un periodo en el que ha recibido la paradójicamente gloriosa acusación de haber colocado en el poder al actual presidente de los Estados Unidos. Y todo gracias a un arma tan letal y mortífera como el Facebook.

A la vista de que en los próximos veinte años quizá acabemos con un retrato del susodicho en el salón para no levantar sospechas, por lo que solo queda rendirse ante la evidencia de que nos encontramos ante el maestro de maestros. Eso es al menos lo que ha debido de pensar el escritor Rob Sears antes de publicar Técnicas de coaching de Vladimir Putin (Debate, 2019), un divertido análisis pormenorizado de los rasgos de la personalidad y los hitos de la biografía del presidente ruso de los que extraer sabios consejos para el día a día. Un trabajo no exento de valor, porque satirizar al hombre más temido del mundo requiere cierto aplomo.

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La obra comienza señalando su propio peligro. Si todo el mundo sigue página por página los consejos de este manual de autoayuda para el autócrata de hoy, todo el mundo conspirará para ejercer su dominio contra todo el mundo. Sin embargo, eso mismo es lo que ocurre todos los días en las redes sociales. Por lo que cobra especial sentido el valor que le da el autor a su libro: sirve para que no se aprovechen de ti.

En ese aspecto, las vivencias de Putin resultan muy instructivas. Por ejemplo, Sears señala unas palabras de Luidmila Putina, la exesposa del presidente, sobre el carácter del que fuera su marido: «Vladimir Vladimirovich me ha puesto a prueba toda la vida. Siempre he tenido la sensación de que me observaba. Era como si estuviese esperando a ver si tomaba la decisión correcta, si superaría el siguiente test». Nadie dijo que el hombre quisiera resultar simpático.

Los consejos llegan después de cada perla biográfica bajo el epígrafe «Sé más Vlad», ahí se apela a que sepas localizar e identificar tu pequeño Putin interno y logres sacarlo al exterior. Puedes aprender del Putin generoso, el que le regala una cama con dosel a Berlusconi que luego resulta que es en la que tiene encuentros con la prost*t*ta Patricia D’Addario; puedes fijarte en el Putin precavido, el que a través del SORM (System for Operartive Investigative Activies) puede rastrear todas las llamadas teléfonicas, emails, navegación web, transacciones de tarjeta de crédito, mensajes en chats y foros de sus ciudadanos; o el Putin romántico, ese que se casó en los ochenta porque los agentes que permanecían solteros eran puestos inmediatamente bajo sospecha y no podían, entre otras cosas, ascender.

Al lado de cada uno de esos epígrafes Sears muestra su faceta de humorista más descarnada y acompaña cada consejo de un chiste gráfico. Una ilustración en la que explica cómo sería llevar a cabo las enseñanzas de coaching de Putin en la vida real. Putinismo aplicado a la vida en pareja, la oficina, hasta en los transportes públicos se pueden hacer uso de sus enseñanzas.

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El consejo más repetido es el de la perseverancia. Aguarda tu momento oportuno, reza una recomendación. Putin se pasó años, la mayor parte de su carrera como oficial subalterno del KGB, recopilando recortes de prensa en Dresde (Alemania Oriental), muy lejos de la verdadera acción de los superespías de la Guerra Fría. Sin embargo, desde ahí, consiguió llegar a lo más alto.

«Si la pelea es inevitable, hay que ser el primero en golpear». Son declaraciones del propio presidente ruso. Así se abrió paso desde las oficinas del gris burócrata hasta una de las salas de máquinas de la geoestrategia mundial. Pero no todo es fuerza. También hubo colaboración. Saber gestionar equipos. En su día trascendió que su amigo Vladimir Litvinenko le redactó la tesis doctoral que Putin presentó con cuarenta y cuatro años en la Universidad Minera de San Petersburgo.

Para hacerse respetar en la distancia corta Putin no ha dado una voz más alta que otra. Recurrió, revela Sears, al viejo truco de las estrellas del rock de estadio, que no es otro que aparecer dos horas tarde. Lo hizo a pequeña escala, su mujer Liudmila recordaba cómo lloraba cuando la hacía esperar en sus primeras citas y utilizó el mismo criterio años más tarde en el Vaticano. Apareció una hora tarde a su encuentro con el papa.

Con Merkel fue más refinado. En un ejemplo de saber emplear bien la información personal que toda persona derrama hoy en día en el ciberespacio se presentó ante ella con un perro labrador, precisamente la raza que atemorizaba a la canciller desde que era niña. Y a Obama supo robarle el protagonismo recurriendo a lo inesperado. Cuando el líder americano pronunció un importante discurso en su visita a Moscú en 2009 después de ser elegido presidente, Putin se llevó todo el share saliendo por televisión al mismo tiempo a lomos de una Harley Davidson rodeado del peligroso clan de moteros los Lobos Nocturnos.

Por si quedan dudas, la verdadera razón de ser de este manual está en el capítulo «Tú elevado a la potencia de Putin». En el cuarto consejo, «confíale tus finanzas a un músico» se habla de Serguéi Roldugin, un violoncelista y uno de sus amigos más antiguos. Los papeles de Panamá pusieron de manifiesto que controlaba un grupo de empresas del que se sospecha que sirve para ocultar la fortuna del presidente. Es ahí donde podemos cuantificar el éxito del personaje y el valor de esta guía de autoayuda. Según Business Insider, la fortuna de Putin podría ascender a 200.000 millones de dólares.
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https://www.jotdown.es/2019/03/autocracia-positiva-siga-consejos-de-autoayuda-de-vladimir-putin/
 
Reino Unido apuesta por la literatura hispana, a la espera del Brexit
ABC habla con Samanta Schweblin, Juan Gabriel Vásquez y Alia Trabucco Zerán, nominados al premio Booker International
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Inés Martín Rodrigo@imartinrodrigo
Actualizado:15/03/2019 01:16h

Será cosa del destino o pura casualidad, pero el martes pasado, casi a la misma hora a la que el Parlamento británico rechazaba, por segunda vez, el acuerdo del Brexit, se hacía pública la llamada «longlist» del prestigioso premio Man Booker International, que cada año reconoce una obra de ficción, de entre las millones publicadas en todo el mundo, traducida al inglés. Entre los trece escritores, de procedencias dispares, que pasaron esta primera criba –el 9 de abril se anunciará la «shortlist», con seis candidatos y, finalmente, conoceremos al ganador el próximo 21 de mayo– figuran tres latinoamericanos: la argentinaSamanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), por «Pájaros en la boca»; el colombiano Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973), por «La forma de las ruinas», y la chilena Alia Trabucco Zerán (Santiago de Chile, 1983), por «La resta».

Una inclusión que no es un hecho aislado, sino sintomático de una realidad cada día más incontestable: la fuerza de la literatura hispana en todo el mundo. El año pasado, sin ir más lejos, fue notable la presencia de autores españoles en la carrera por este galardón:Gabriela Ybarra y Javier Cercas estuvieron en la «longlist» y Antonio Muñoz Molina llegó hasta la «shortlist». Lo sucedido en esta edición tiene, si cabe, más mérito por la coincidencia con el tremendo lío del Brexit, y refleja, quizás, que mientras la política está empecinada con posturas nacionalistas, la cultura va por otros derroteros, mucho más aperturistas.

Una rica tradición
A la espera de ver qué depararán las siguientes votaciones, ABC ha logrado recabar las posturas de los tres escritores hispanos honrados este año con la nominación, pertenecientes a tres generaciones de tres países distintos. De viaje todos, como no podía ser de otra manera, dada la probada universalidad de su literatura, se muestran encantados con el mero hecho, ya, de estar en la «longlist» y, sobre todo, convencidos de que su presencia en la lista británica no es casual. «Llevo muchos años admirado por lo que los latinoamericanos están haciendo con esta tradición desmesuradamente rica que les ha tocado en suerte. En los últimos treinta años, mis colegas latinoamericanoshan publicado libros extraordinarios que sobrevivirán muchos años, y también de ellos me he alimentado», confiesa Vásquez.

Valeria Luiselli como de Javier Cercas, aunque hagamos libros tan distintos».

La distancia física impuesta por el charco que nos separa desaparece gracias a la fuerza de una lengua que ya hablan 577 millones de personas. Y, por eso, tener la oportunidad de escribir en español es una suerte que debe reconocer el que la tiene, como hace el colombiano. «Mi lengua carga encima una tradición compleja, mestiza y extraordinariamente rica, y tratar de trabajar con ese material es un privilegio y también un reto».

La fuerza del español
En el vasto territorio que ocupa la literatura hispana, «muy saludable, con autores excepcionales, buenos editores y una gran cantidad de lectores», en palabras de Schweblin, conviven, también, diferentes rasgos. La riqueza de matices que aportan los distintos escritores, portadores de voces únicas, aunque vertebradas en el español, hace que el panorama, según Trabucco Zerán sea «muy diverso». «Se están escribiendo libros magníficos. Recomiendo absolutamente todo lo de Lina Meruane. También a Alejandra Costamagna y Nona Fernández, ambas excepcionales. Sigo también todo lo que publica Yuri Herrera y últimamente leí más de Cristina Rivera Garza, excelente. En fin, la lista es larga: Rita Indiana, Maximiliano Barrientos, Cabezón Cámara», enumera la chilena.

Toda esta versatilidad que demuestra la narrativa hispana contrasta con la cerrazón que domina el país que otorga el Booker International, cuna de la más alta literatura (ay, si Shakespearelevantara la cabeza). La coincidencia en el calendario entre la nominación y la votación es para Vásquez la «metáfora de un país que quiere abrirse al mundo, que siente curiosidad por el mundo, y que está enfrentado de mala manera a los nacionalismos, las xenofobias y los populismos de manual».

Y remata Trabucco Zerán: «En un momento en que los nacionalismos han resurgido con peligrosa fuerza, curiosamente hay un interés mucho más fuerte por “lo extranjero” a nivel literario. Son formas de resistir, de confrontar y confrontarnos con materiales culturales diversos, que enriquecen, que interpelan y hacen ver lo valioso e importante que es lo extranjero en general. Bien por el Booker International, que visibiliza la importancia de la diversidad. Cae en buen momento, sobre todo políticamente».
https://www.abc.es/cultura/libros/a...spana-espera-brexit-201903150116_noticia.html
 
Arte y Letras, Libros, Literatura
La mejor ciencia ficción la están escribiendo mujeres
Publicado por Kiko Llaneras
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Fotografía: artnoose (CC BY-NC-SA 2.0)
La ciencia ficción la inventó una mujer —Mary Shelley—, pero después fue un género masculino: la mayoría de lectores y escritores eran hombres. De los treinta y cuatro autores que han sido nombrados «Gran Maestro» por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción de Estados Unidos, solo seis son mujeres. Además, hubo que esperar veintiocho años desde la creación de este título para que en 2003 llegase la primera, que fue Ursula K. Le Guin. Pero desde entonces las cosas han cambiado mucho. Aunque el tópico seguirá diciendo que las historias del futuro, del espacio y de otros mundos son «cosas de chicos», la realidad es tozuda y muy diferente. Ahora mismo, las mejores novelas de ciencia ficción las están escribiendo mujeres.

Las mujeres dominan los premios más conocidos. Desde 2014, para el premio Nebula a la mejor novela de ciencia ficción ha habido veinticuatro mujeres nominadas y solo once hombres. Los tres últimos ganadores han sido tres escritoras: Naomi Novik, Charlie Jane Anders y Nora K. Jemisin. El premio Hugo lo ha ganado Jemisin tres años consecutivos —un hito que ningún autor había conseguido—, pero antes lo obtuvieron Ann Leckie (2014), Jo Walton (2012) y Connie Willis (2011). En otros géneros los premios importan poco, pero el mundillo de la ciencia ficción les da mucho valor.

Los premios, además, son solo la punta del iceberg. Por debajo vemos que cada vez más mujeres escriben ficción especulativa (que es el paraguas para la ciencia ficción, la fantasía, el terror y las historias de superhéroes), al menos desde los años noventa. En paralelo, o como consecuencia, todos esos géneros han ido ganando lectoras, sobre todo adolescentes. A nadie le sorprende que Harry Potter, Los juegos del hambre o Divergente tengan más éxito entre las chicas, aunque son libros de fantasía y ciencia ficción. Ahora mismo, en Goodreads, que es la red social sobre libros con más usuarios del mundo, la ciencia ficción tiene más lectoras que lectores.

Pero ¿qué ciencia ficción están escribiendo las autoras de esta nueva ola? He hecho una lista con algunas de sus novelas de más éxito. Es una lista incompleta, con omisiones que no dudo que serán indignantes, pero que debería servir. Son seis ejemplos de lo que estas autoras aportan al género: una atención mayor por los personajes, más mujeres en roles protagonistas y reflexiones originales sobre diversidad, s*x*, poder o feminismo.

Justicia auxiliar, de Ann Leckie (Ediciones B). La novela de ciencia ficción que más me ha gustado en años. Ganó el Hugo, el Nebula y el Locus en 2014. La historia está ambientada en un remoto imperio galáctico y sigue los pasos de Breq, un ente con aspecto humano, pero que en realidad es la conciencia artificial que gobernó una nave de guerra. La novela está llena de aciertos, empezando por su narrador. Aunque Breq habla en primera persona, a menudo es omnisciente: la nave observa todo lo que ocurre en sus pasillos, escucha todas las conversaciones y puede leer las emociones de sus tripulantes con una intuición inhumana.

Leckie ha escrito una novela que funciona como un clásico, aunque tiene dos líneas argumentales, personajes cuidados y muchos aspectos originales. Leckie también añade algunas piezas para la reflexión feminista. En Justicia auxiliar no hay ningún personaje del que sepamos si es un hombre o una mujer. El narrador es una radchaai y su cultura no distingue a las personas por su s*x*. Breq usa pronombres femeninos para todas las personas y se refiere a «la capitana» o «las niñas», sin distinción entre hombres y mujeres. Cuando describe una persona dice que es corpulenta, atractiva o que tiene el pelo largo, pero no menciona su s*x*. Al principio esto produce extrañeza, que es lo que Leckie quiere, pero acabas representándote a los personajes a tu manera.

La quinta estación, de Nora K. Jemisin (Ediciones B). Con esta novela Jemisin ganó el Hugo y fue finalista del Nebula en 2016, dando comienzo a una serie de tres libros que ha tenido un enorme éxito. Es una novela a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía, que arranca despacio —al menos para el lector impaciente en el que me he convertido—, pero que luego construye un mundo interesantísimo. La Quietud es un planeta inestable, azotado por temblores que colapsan las distintas civilizaciones con regularidad. Es una tierra violenta que somete a los humanos… mientras estos someten a ciertos mutantes con poderes orogénicos. La novela tiene tres mujeres como protagonistas, algo que es casi una constante en esta lista.

Todos los pájaros del cielo, de Charlie Jane Anders (Insólita). Anders ganó el Nebula y fue finalista para el Hugo tomando una fórmula típica del cómic: los protagonistas son dos niños raros y marginados que sobreviven al instituto, aunque ambos tienen poderes (Patricia es una bruja y Laurence un genio geek). En muchas cosas es una típica novela juvenil para millennials o postmillennials. Pero eso es una novedad, porque hasta poco era raro encontrar relatos de ciencia ficción que pusiesen una relación personal en el centro de la historia. La novela ocurre en un futuro inmediato y el tono me recordó a Ready Player One, la novela de Ernest Cline que Spielberg llevó al cine el año pasado.

Six Wakes, de Mur Lafferty. Finalista del Hugo y del Nebula este año, la novela de Lafferty aún no tiene edición en español. De ella me gusta sobre todo el planteamiento: la Dormire es una nave generacional que se dirige a un planeta lejano con miles de colonos en animación suspendida y una tripulación de seis personas, todas clones, que durante cuatrocientos años morirán y resucitarán varias veces para ir gobernando la nave. Estos clones superlongevos darían para muchas reflexiones, aunque el libro apenas las sugiere. Lafferty ha preferido seguir un esquema que le gustaba mucho a Isaac Asimov y ha escrito una novela de misterio que arranca con un crimen por resolver. La novedad es que los muertos, reencarnados, serán quienes investigarán su propia muerte para averiguar cuál de ellos los mató a todos.

El largo viaje a un pequeño planeta iracundo, de Becky Chambers (Insólita). Otra space opera que narra las aventuras de una tripulación multiespecie. Tengo que reconocer que es un subgénero que no me gusta demasiado, aunque es muy popular en cine y televisión (pensad en Star Trek, Firefly o Guardianes de la galaxia). Chambers, no obstante, ha incorporado a su primera novela novedades que hacen el libro mucho más interesante. El centro de la historia son los personajes, y en especial Rosemary Harper, una humana marciana que comparte nave con dos siameses sianat, una médico de raza grum, una inteligencia artificial y una piloto aandrisk. Este lío de razas lo explota Chambers para construir una utopía multicultural sobre diversidad, género y s*x* no convencional. Es una novela optimista y casi tierna.

El poder, Naomi Alderman (Roca). La novela de Alderman se distingue por dos razones. Primero, porque es la única de la lista que debe su éxito al circuito de literatura mainstream y no al de ciencia ficción. La novela se coló en las listas de los mejores libros de 2017 según New York Times y Washington Post, y hasta Barack Obama la ha leído. También es la única novela con una reflexión feminista en el centro de la historia: un buen día las mujeres (y solo las mujeres) descubren que pueden emitir rayos eléctricos, igual que algunas anguilas, convirtiéndose de golpe en el s*x* dominante. Desde esa premisa la novela responde dos preguntas: cómo usarán las mujeres sus poderes y qué forma tendrá la sociedad a partir de ese momento. La novela suele relacionarse con El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood y la serie de televisión de HBO que la recrea, porque su autora fue mentora de Alderman y es una de sus influencias reconocidas.

El poder es un ejemplo perfecto de ficción especulativa. Lo que a veces se llama literatura del «¿Y sí…?», historias que parten de una premisa fantástica o improbable, pero exploran sus consecuencias con verosimilitud. ¿Y si las mujeres desarrollasen poderes? Es un truco para hablarnos de nosotros y de nuestras sociedades. Son novelas que funcionan como un experimento, cambian una pieza de la realidad y observan que pasa. Muchas de las obras de ficción que más me gustan responden a preguntas así: montones de libros (como El día de los trífidos o Los desposeídos), pero también películas (Hijos de los hombres), series (The Leftovers) o videojuegos (Last of Us).
https://www.jotdown.es/2019/03/la-mejor-ciencia-ficcion-la-estan-escribiendo-mujeres/
 
Los excesos de Michael Caine, el actor que formó «equipo alcohólico» con John Lennon
El actor, al que John Wayne le pidió antes de morir que saliera del hospital «cagando leches», coqueteó con Bette Davis, casi se le va de las manos «violar a Jane Fonda» delante de Otto Preminger y fue perseguido en Almería por Brigitte Bardot
Se publica en España «La gran vida» (Ed. Fulgencio Pimentel), un segundo ejemplar autobiográfico del actor

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Michael Caine en «Alfie»
Lucía M. Cabanelas
Redactora
MadridSEGUIR
Actualizado17/03/2019 a las 23:27

Ha pasado a la historia como un aristócrata del cine, con aire altivo y embutido en la clásica americana british. Pero ni nació rico ni sir, y, por no ser, ni siquiera es Michael Caine. Se llama, en realidad, Maurice Joseph Micklewhite, pero, como ya había alguien con el mismo nombre, se sentó en un banco de Leicester Square y se inventó otro mientras echaba un vistazo a todos los estrenos. Su actor favorito, Humphrey Bogart, protagonizaba «El motín del Caine». No había más que hablar. «Así me llamaría. Porque era corto, porque era fácil de pronunciar y porque me sentía un amotinado. Y porque, como el Caín del Antiguo Testamento, yo también había sido expulsado del paraíso».

Después de una odisea y casi seis décadas al pie del cañón, consiguió rendir a Hollywood, estrechando la distancia entre su londinense Elephant & Castle natal y una meca del cine que a veces solo entiende de estirpes. Haciendo del acento cockney un manifiesto, logró que el dialecto de los bajos fondos sonara como el del más snob de los británicos y que su blefaritis, esa enfermedad «leve pero incurable, no contagiosa, que hace que los párpados se inflamen», sedujese a Shelley Winters, la madre de la Lolita de Stanley Kubrick a la que le bastó una mirada suya para caer rendida a sus pies en «Alfie». «Me daban un aire somnoliento y apático, y cierto aire desabrido puede resultar atractivo», reconoce Michael Caine en su autobiografía «Mi gran vida» (Ed. Filgencio Pimentel), «un mamotreto escrito por un actor viejo y vanidoso» en el que alterna glorias y fracasos, malas rachas con lujosas fiestas. Lejos del estricto ego de otras estrellas, él siempre lo ha tenido claro: «Soy un actor y trabajo para ganarme la vida. Y por eso creo que cuando hubo que metamorfosearse de estrella en actor principal, una vez que me hice a la idea, fui capaz de hacerlo».



«Cuando decía que iba a ser actor, me respondían: "¿Tú? ¿Y qué vas a hacer? ¿De bufón?" Y se partían. Si decía que quería subirme a un escenario, replicaban: "¿Para barrerlo?"»


Curtido por la vida, fue quien quiso en sus más de 170 películas, en las que alterna sin miramientos su fachada de donjuán con la de mayordomo o espía. No en vano, mientras todo el mundo se dejaba la piel por sobrevivir en plena Depresión, él escondía su timidez bajo la máscara de lo que sería en el futuro cada vez que abría la puerta de casa. Porque cuando su familia, pobre, se retrasaba al pagar las facturas y el casero iba a cobrar el alquiler, lo recibía y le recitaba, de carrerilla, el guión que su madre había escrito para el actor, que ya apuntaba maneras: «Mi mamá no está». Sí estaba, escondida detrás de la puerta, orgullosa de ese chico «de ojos ridículos, orejas de soplillo y, para colmo, raquítico» que ya daba lecciones de interpretación con tres años y le salvaba los muebles. Nada mal para un niño al que, cuando decía que iba a ser actor, respondían siempre lo mismo. «"¿Tú? ¿Y qué vas a hacer? ¿De bufón?" Y se partían. Si decía que quería subirme a un escenario, replicaban: "¿Para barrerlo?"».

Capaz de lo mejor y lo peor, Michael Caine, veterano de la Guerra de Corea, formó con John Lennon «un pequeño equipo alcohólico» en Cannes y le tiró una copa a Woody Allen, pero antes merodeó por Londres, desesperado, en busca de trabajo con actores como Albert Finney, Peter O'Toole, Sean Connery o Richard Harris. Si algo no se le puede achacar es falta de criterio, al menos para elegir compañía: todos terminaron convertidos en imprescindibles. Algo que no le libró de la cárcel, a donde le empujaron, «sin blanca y famélico», por no pagar la manutención de su hija a su primera esposa.

Pese a todo, se convirtió en un galán rubio cuando el espectador los prefería morenos; en un sex symbol a pesar del augurio del presidente de Embassy Pictures, que vaticinó su fracaso en las comedias románticas porque «en pantalla parecía... un mari**n». Michael Caine sorteó todos los baches, y ninguno le impidió que la Academia le nominara hasta en seis ocasiones, reconociendo su trabajo con dos Oscar («Hannah y sus hermanas», «Las normas de la casa de la sidra»). «Yo era un joven que siempre había soñado con Hollywood y se había preguntado cómo sería: resultó que era una especie de torbellino con las mejores cosas de la vida... en las que no tenía cabida la vida real», resume el intérprete, que se dio de bruces con la vida que soñaba, pero que nunca esperó llegar a conseguir.

Pero cuando John Wayne se cruza en tu vida, poco importa el pasado repleto de picardías y fiestas de un hombre que «fumaba como un carretero» y «bebía como un cosaco, dos botellas de vodka al día». «Habla bajo, despacio y no hables mucho», le aconsejó el actor, símbolo de América durante décadas. Aunque Rita Hayworth, «el auténtico glamour de Hollywood», te reciba en casa ebria y con un albornoz mugriento. Aunque Brigitte Bardot te busque «pog todas pagtes» en Almería y Scarlett O'Hara te enseñe a imitar el acento sureño para «La noche deseada». Aun cuando la «legendaria» Bette Davis casi te tire los trastos porque le recuerdas a Leslie Howard. Incluso cuando casi se te va de las manos «violar a Jane Fonda» delante de Otto Preminger. Antes del chismorreo, haces caso al consejo de El Duque, que, a punto de morir y ante las lágrimas de Caine, le dijo: «¡Sal de aquí cagando leches y diviértete un poco!». Y lo haces, pero en lugar de hablarlo, lo escribes. En dos libros si hace falta. La típica galantería de un cockneyinfiltrado en la élite del cine

https://www.abc.es/play/cine/notici...oholico-john-lennon-201903172327_noticia.html
 
La «insidias» ocultas del rey portugués para evitar la gesta naval más grande de España
Agustín R. Rodríguez se zambulle en «La primera vuelta al mundo, 1519-1522» (Edaf, 2019) en la expedición de Magallanes y Elcano
En sus páginas, el académico y Doctor en Historia se adentra por primera vez en las causas que permitieron este viaje y su influencia en el devenir de Europa. Dos factores hasta ahora olvidados por los expertos
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Manuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:20/03/2019 02:16h
0Lo dice la RAH: la Primera Vuelta al Mundo fue exclusivamente española

«Desde que abandonamos esta bahía hasta la jornada presente, habíamos recorrido más de 14.460 leguas y logrado la circunvalación del mundo, de levante a poniente. El lunes 8 de septiembre echamos el ancla junto al muelle de Sevilla y descargamos la artillería completa». Con estas palabras dio por finalizada el aventurero italiano Antonio Pigafetta una de las gestas navales más destacadas de la historia de España: la primera vuelta al mundo. El mismo evento que cumple este año nada más y nada menos que 500 primaveras. Aquel viaje se extendió durante tres años (de 1519 a 1522) en los que Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano tuvieron que hacer frente a un millar de vicisitudes para lograr su objetivo inicial: encontrar una nueva ruta hasta las islas Molucas.

La mayor parte de los inconvenientes se relacionaron con las dificultades provocadas por la navegación de la época. Desde las molestas lluvias, hasta las privaciones de alimento. Sin embargo, los marinos también tuvieron que hacer frente a la envidia del monarca luso Manuel I. Un rey que, arrepentido por haber despreciado a Magallanes, hizo todo lo posible para que la gesta no se completara con éxito bajo el paraguas de la Corona hispana. Así lo confirma a ABC el Doctor en Historia y académicoAgustín R. Rodríguez González: «Se opuso frontalmente a ella, tanto por vía diplomática como por medios insidiosos, desde la conspiración, amenazas y algunas cosas más, como por medio de la fuerza, cuando todas las anteriores fracasaron».

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Rodríguez sabe bien de lo que habla, pues no ha pasado ni un mes desde que ha presentado su última obra: « La primera vuelta al mundo, 1519-1522» (Edaf, 2019). Libro en el que, por primera vez en nuestro país, se analiza tanto el viaje de Magallanes y Elcano, como las causas que permitieron que se produjera y su posterior significado para Europa. La obra, además, arriba hasta las librerías en un momento de ebullición política en torno al 500 aniversario de la gesta y después de que la Real Academia de la Historia emitiera un dictamen (a petición del director del diario ABC) en el que se confirmaba la «plena y exclusiva españolidad» de la primera vuelta al mundo. El académico está de acuerdo con esta apreciación debido a que «fue realizada bajo los auspicios de Carlos I y de Juana de Castilla».

Sir Francis Drake para gloria de la bandera inglesa. Gesta acometida... ¡Más de medio siglo después que la sufragada por Carlos I! Durante su narración de la circunnavegación británica, el académico desvela hechos tan destacados como que el que fuera uno de los enemigos más odiados de la historia de nuestro país pudo completar su viaje gracias a «las cartas, derroteros y demás documentación» elaborada por los navegantes de nuestro país y que llegó a raptar a varios marineros «para que le orientasen».

La nueva obra de Rodríguez también deja un hueco para explicar las circunnavegaciones organizadas por otros países a partir del siglo XVII. Entre ellas destaca la que orquestó Holanda, el «verdadero enemigo de España» a pesar de que los ingleses han querido venderse como tal. «Su escuadra partió el 13 de septiembre de 1598, dando inicio así a un largo y penoso viaje, tardando no menos de catorce meses en llegar al Estrecho de Magallanes y embocar el entonces llamado Mar del Sur», añade el académico en su obra. La misión estuvo plagada de ataques, batallas y hasta una matanza de marineros. Mención aparte requiere la vuelta al mundo de la vacuna, viaje organizado por el médico militar Francisco Javier Balmis y Berenguer para llevar a América una cura efectiva contra la viruela.

1-¿Cuál fue la importancia de la gesta de Magallanes y Elcano?

Fue realmente única en la Historia del Mundo: una cosa era suponer que la Tierra era una esfera y otra demostrarlo cumplidamente, con el añadido de probar que el mundo era un lugar comprensible para la mente humana, sin prodigios ni zonas especiales, haciendo posible la primera globalización, en la que todos salimos ganando, pese a los inevitables costes.

2-¿La primera vuelta al mundo debería ser recordada como una gesta española o portuguesa?

Indudablemente fue una gesta española, por más que participaran en ella Magallanes y algunos otros nacidos en Portugal, realizada bajo los auspicios de Carlos I y de Juana de Castilla.

«Indudablemente fue una gesta española, por más que participaran en ella Magallanes y algunos otros nacidos en Portugal»
3-¿Cómo veían los portugueses a Magallanes? ¿Era para ellos un héroe?

Las valoraciones han sido un tanto ambivalentes, por un lado orgullosos de que un paisano fuera el promotor del proyecto, por otro dolidos de que lo realizara bajo la bandera de otro país, que por muy vecino y hermano que fuera, era considerado un competidor en la expansión ultramarina. E incluso antes de Colón, con los problemas por Canarias y el norte de África.

4-¿Llegó Magallanes a España rechazado por Portugal?

Magallanes, que era más soldado que navegante, y que había participado en la expansión portuguesa en luchas, de las que le quedó una cojera por heridas en combate, se sentía poco y mal recompensado, pidió nuevos honores al rey de Portugal, que fueron rechazados tajante y duramente, por ello probó suerte en España. Y aquí sí que obtuvo el apoyo necesario, repitiéndose el caso de Colón.

5-¿Qué buscaba en realidad Magallanes? ¿Pretendía circunnavegar el mundo?

Realmente seguía con el sueño de Colón: llegar al fabuloso Oriente navegando siempre hacia el Oeste, y en concreto a las Molucas, las islas de las especias, entonces de gran demanda en Europa. Pero nunca se planteó dar la vuelta al mundo.

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Juan Sebastián Elcano
6-¿Cuántos marinos españoles componían la tripulación?

Las cifras varían según las fuentes, en general predominaban vascos y andaluces, con representaciones de prácticamente todas las regiones de España. Pero cabe recordar que, por entonces, los dominios de Carlos I incluían no solo España, sino buena parte de Italia, la herencia de los Hausburgo, y, por supuesto, el Sacro Imperio. Y además Sevilla, puerto por entonces de llegada y salida de la navegación a América, había recibido a gran cantidad de europeos de todas las procedencias, atraídos por las increíbles oportunidades que ofrecía tan colosal empresa como era el Nuevo Mundo.

7-¿Atacó Portugal a la flota española para evitar la gesta?

Las órdenes de Manuel I de Portugal fueron tajantes: detener y apresar a cualquier buque de la expedición que navegara por aguas o tocara en puertos dominados por Portugal. Así apresaron a la nao “Trinidad” en las Molucas, tras su fracasado intento de volver cruzando el Pacífico a América, o a 13 tripulantes de la “Victoria” cuando quisieron comprar provisiones en Cabo Verde. Incluso cuatro naos portuguesas armadas salieron a apresarla, aunque Elcano supo evadirlas.

8-¿Cómo calificaría el papel del rey portugués en esta aventura?

Se opuso frontalmente a ella, tanto por vía diplomática o intentando halagar con promesas a Magallanes como por medios insidiosos, desde la conspiración, amenazas y algunas cosas más, como por medio de la fuerza, cuando todas las anteriores fracasaron.

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Magallanes


9-¿Cómo debería ser recordada por los españoles esta circunnavegación?

Como un hecho trascendental en la Historia del Mundo, y por muchos motivos, no sólo geográficos, sino desde lo económico a lo cultural, realizado con muy escasos y precarios medios, pero con una fuerza de voluntad realmente formidable, unida a una gran pericia marinera y una enorme capacidad de sufrimiento.

10-¿Cómo fueron las condiciones del viaje?

Realmente terribles: con buques que a lo largo de tres años de navegación hacían agua, con velamen destrozado, sin provisiones salvo arroz hervido, el cuero del aparejo o ratas, sufriendo el escorbuto por falta de vegetales frescos y con el trabajo incesante en las bombas para achicar el agua.

«La noticia corrió por toda Europa como un reguero de pólvora, pero lo cierto es que las recompensas materiales fueron escasas»
11-¿Fue Elcano recibido como un héroe en España?

Efectivamente, la noticia corrió por toda Europa como un reguero de pólvora, comentando la hazaña, incluso con el lema que le otorgó Carlos I de: “Primus circundedisti me”, pero lo cierto es que las recompensas materiales fueron escasas.

12-¿Cómo se tomó el rey portugués la consecución de este suceso?

Bastante mal, como era de esperar: a Elcano hubo que ponerle escolta, y la siguiente expedición española a las Molucas, mandada por Loaisa y con Elcano como segundo jefe y asesor náutico, degeneró en una pequeña guerra en las islas entre españoles y portugueses por su posesión, al final resuelta diplomáticamente por un tratado entre los dos países.
https://www.abc.es/historia/abci-in...l-mas-grande-espana-201903200216_noticia.html
 
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