¿Qué fue de...?

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Sabrina y Samantha Fox se fotografían 30 años después
Las cantantes mantuvieron una marcada relación de competitividad y fueron dos iconos de los 80


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Las cantantes Sabrina Salerno y Samantha Fox en una imagen actual que ha tuiteado Sabrina el 8 de enero del 2016.


EL PERIÓDICO / BARCELONA VIERNES, 8 DE ENERO DEL 2016 - 12:32 CET

Sabrina Salermo y Samantha Fox fueron máximas rivales y a la vez, dos iconos de los 80'. Las dos cantantes, aparte de incendiar las pantallas de los televisores con sus atrevidos videos, mantuvieron una marcada relación de competitividad. Aún así, en mayo del 2010, más de 20 años después, decidieron hacer las paces y se reunieron para interpretar un cover del tema“Call me”, de Blondie. Este tema les sirvió para volver alpanorama musical.

Ahora, 30 años despúes de sus inicios, Sabrina ha querido recordar su estupenda relación con la explosiva modelo colgando unafotografía juntas en Twitter. En la imagen podemos ver a las dos cantantes sonrientes y mostrando su complicidad.
 
Me encantan Sabrina y Samantha :D, lo suyo era competitividad en los medios pero siempre se han llevado bien.
 
Victoria Abril, actriz maravillosa. Me encantó en "Nadie hablará de nosotras" y "Amantes".

Creo que ahora está viviendo en Londres, uno de sus hijos estudia allí.

No debe andar muy bien de dinero. Hace mucho tiempo que no hace una buena película. Y su aventura musical tampoco acabó bien...

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Aparte del disco aquel de "Putcheros" con canciones brasileñas y algún otro, ya a finales de los 70 probó suerte como cantante pop y grabó discos, incluso participó en la preselección (a puerta cerrada) para escoger canción española en Eurovisión y quedó bien clasificada, fue el año que escogieron a Betty Missiego, 1979
 
20 años del 'Mississippi', el programa que hizo trasnochar a España

Pepe Navarro dirigió y presentó el primer late night español, que nos dejó a grandes personajes para el recuerdo. ¿Cuáles fueron las claves de su éxito?
Por VALERIA VEGAS 6 de noviembre de 2015
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D. R.

Este otoño se cumplen 20 años del primer late night que irrumpió en nuestras pantallas. En 1995 llegaba a la parrilla televisiva Esta noche cruzamos el Mississippi, un formato novedoso en España de nombre inaudito que todo el mundo acortó a su última palabra y que supuso todo un fenómeno social, objeto de análisis televisivo y padre de otros muchos programas que llegarían después. He aquí un análisis nostálgico del programa que hizo que en España se durmiese mucho menos.

PEPE NAVARRO, UN VISIONARIO CAPITANEANDO EL BARCO
Desde principios de los ochenta el público norteamericano estaba acostumbrado a programas como Late Night with David Letterman y otros shows nocturnos conducidos allí por Jay Leno o Conan O´Brien, a los que mostraban absoluta fidelidad después de cenar. España no concebía un formato estrella para después de la medianoche, ¿qué espacio de la parrilla era ese? Todas las cadenas apostaban por rellenar ese hueco con películas, debates o repeticiones de emisión.

Fue entonces cuando Pepe Navarro, obsesionado con la idea, decidió apostar por una franja horaria con la que nadie se atrevía, esa que hay pasadas las doce de la noche. Con un doble cometido –director y presentador– se embarcó casi a finales de 1995 en Esta noche cruzamos el Mississippi, un título que ya dejaba adivinar las aguas turbulentas que se avecinaban. Pepe venía curtido de trabajar en todas las cadenas como conductor de magazines matinales, presentador del telediario y hasta imagen publicitaria de diversas marcas. Resultaba amistoso y atractivo; en definitiva, el rostro ideal para darle vida a las descafeinadas madrugadas.

UN FORMATO INNOVADOR SIN INVITADOS DEL MONTÓN
El directo era un requisito indispensable para el formato y así se encargaba de recordárnoslo Pepe Navarro mirando su reloj y dando la hora cada cierto tiempo. El periodista seguía los pasos de sus referentes americanos a través de gestos tan sencillos como su sempiterna taza de café, un micrófono retro y el skyline de la ciudad como fondo constante del decorado, recordando su nocturnidad.

PARODIANDO A LA HIJA DE MARÍA TERESA CAMPOS (TERELU) EL DIRECTOR SE SACÓ DE LA MANGA UN HIJO LLAMADO "PEPELU", EL CUAL APARECÍA SIEMPRE EN MITAD DEL PLATÓ PARA DAR INFORMACIÓN BANAL E INCORDIAR A UN PADRE QUE RENEGABA DE ÉL.

Desde su asiento Pepe Navarro recibió a personalidades de todos los ámbitos: cantantes, actores, políticos, escritores, deportistas... Desfilaron por su sofá personajes tan populares como Carmen Alborch, Jesulín de Ubrique, Marta Sánchez, Terenci Moix, Victoria Abril y Emilio Aragón. Las entrevistas se completaban con asuntos de la crónica rosa, que en ocasiones se tornaba amarilla, según mandase la actualidad.

Los debates eran uno de los platos fuertes del programa, y giraban en torno a temas tan variopintos como las adicciones, el s*x* o los fenómenos paranormales. El espectador sucumbía ante las explicaciones surrealistas de curanderos y videntes que igual predecían a través de eructos o viendo las nalgas o quedaban hipnotizados ante el discurso erótico de estrellas del por** como el italiano Rocco Siffredi o la neumática Lolo Ferrari, que por entonces ostentaba el record de los pechos más grandes del mundi. En el espacio de Pepe Navarro tenían cabida por igual el autor de un best-seller o una stripper de sala X. Su originalidad e ingenio se vieron galardonados con el Premio Ondas de 1996 al mejor programa de entretenimiento.

UN REPORTERO MALEDUCADO, UN HIJO SECRETO Y UNA prost*t*ta CALLEJERA
El secreto de su éxito se basó en un plantel de colaboradores –algunos ya asiduos desde programas anteriores del presentador– que aportaban la nota de humor a través de sketches ya grabados, entrevistas a pie de calle o gags junto a algunos de los invitados de más renombre. Todos ellos eran actores por entonces desconocidos, y el Mississippi supuso su gran lanzamiento.

Parodiando a la hija de María Teresa Campos (Terelu) el director se sacó de la manga un hijo llamado "Pepelu", el cual aparecía siempre en mitad el plató para dar información banal e incordiar a un padre que renegaba de él. Fue un personaje efímero ya que al año y medio de su debut, el actor que lo interpretaba Carlos Iglesias se marchó para protagonizar la exitosa serie Manos a la obra.

Para dar el contrapunto, cuando se abordaban temas de s*x* estaba Doña Reme, una mujer que sufría sofocos, sudores y disgustos ante cualquier cosa que atacara su moral. Era la nota cómica ante cualquier actor por**, siempre bajo un estricto guión que hacia incomodar al invitado de turno.

También Florentino Fernández comenzó su andadura en el programa de título kilométrico. Bajo un sencillo disfraz, logró popularidad con sus delirantes personajes de Crispín Klander y Lucas Grijander. Éste último venía a ser una parodia exagerada del humorista Chiquito de la Calzada, que llegó a interponer una demanda ante lo que consideraba un plagio descarado de sus frases y gestos. La gente lo disfrutaba por igual y ya ni distinguían de dónde provenía cada una de esas incongruentes palabras. Florentino se convirtió años después en un rostro habitual de la pequeña pantalla y condujo (con menor éxito que Navarro) sus propios late nights.

Hubo una colaboradora, posiblemente el gran descubrimiento del programa y el personaje que más ha calado en la memoria colectiva, que no surgió de la actuación ni sabía lo más mínimo lo que era un guión. Cristina Ortiz, alias La Veneno, era una prost*t*ta transexual descubierta por las cámaras del programa mientras relizaban un reportaje en el Parque del Oeste. Su impacto entre la audiencia hizo que empezase a acudir semanalmente para contar sus experiencias, impactando a la audiencia con su cuerpo escultural y una verborrea soez casi inédita en la televisión hasta entonces.

Para cubrir eventos varios contaron a Santiago Urrialde, un actor que encarnaba al personaje de Rambo, rozando siempre el histrionismo. Su momento culmen llegó cuando se encontró por fin de frente con su adorado Sylvester Stallone, que andaba entonces de promoción por España y cedió a fundirse en un emotivo abrazo.


LO QUE VINO DESPUÉS
Todos los colaboradores hicieron célebres varias coletillas que la gente incorporó a su lenguaje habitual y que en algunos casos llegan hasta hoy Es posible que no haya mayor señal del triunfo de un producto televisivo que esa. Cualquier lector de más de 30 años recordará expresiones como “No siento las piernas”, “¡Digoooo!”, “Paspas”, o todas las referencias sociopolíticas del hilarante país de Chiquitistán (con su propio cuerpo de baile y su éxito musical, Amatoma). El programa comercializó un vídeo con los mejores momentos, un disco con las canciones que sonaban durante el programa y hasta un peculiar teléfono que daba señal bajo un “¡Cuidadín, cuidadín!” en vez del clásico tono de llamada, y un “¡No puedorr!” que anunciaba que la línea comunicaba.

Todos hicieron su agosto personal mientras el programa estuvo en antena.La Veneno se lanzó de forma efímera al mundo de la canción, además de ser imagen de un disco recopilatorio al igual que el personaje de Rambo, y Lucas Grijander escribió un libro a modo de diccionario con sus expresiones más variopintas. Lo que se dice una fuente inagotable de merchandising.

Una inefable Sonia Monroy ejerció entonces de insinuante gogó tras una cortina que mostraba su silueta en cada salto a la publicidad, y el verano del 1996 tuvo su correspondiente hit gracias a La danza de los 40 limones, melodía repetitiva que hizo popular Juan Antonio Castillo, cantautor surrealista que se quitó la vida en diciembre de 1996.

En julio de 1997 el programa llegó a su fin. Mantenía audiencias millonarias, pero las críticas se habían afilado tras el cambio de rumbo del formato, que empezó a dedicar muchísimo tiempo a la crónica negra (especialmente al juicio por el asesinato de Alcasser). Pepe Navarro fue sustituido por Javier Sardá en la franja del late de Telecinco. Antena 3 decidió fichar al presentador cordobés para competir con la cadena amiga. Nació así el efímero La sonrisa del pelícano, espacio casi clónico al Mississippi que fue cancelado de forma abrupta por la cadena por "vulnerar su código deontológico".

Sin embargo, el espíritu del primer late night español germinó. Esta noche cruzamos el Mississippi fue la semilla de un formato que, a pesar de que ahora mismo se encuentra desterrado de la televisión española, le ha dado grandes éxitos. Y que quitó el sueño a sus espectadores, pero a cambio les dio conversación para la hora del almuerzo.

http://www.revistavanityfair.es/act...varro-lucas-grijander-pepelu-late-night/21496
Alcasser fue su tumba televisiva.
 
Gracias, @LeeMarvin, por traer el artículo de Pilar Miró. De lo que ahí se relata yo ya conocía la triste historia de Claudio Guerín que, aunque ahí lo pintan de accidente, yo siempre había leído que se suicidó tirándose del campanario el último día del rodaje. Luego me dejó un poco con el culo torcío lo de su afición a los toros (jamás me lo hubiera esperado de ella) y lo de Blas Piñar (¿¡!?).

En temas sentimentales era claramente una mujer adelantada a su tiempo, lo cual puede que en aquellos tiempos no le beneficiara a la hora de encontrar una pareja estable.
En Cuarto milenio dijeron que tras la muerte de Claudio Guerín, Pilar viajó hasta el pueblo en el que falleció. Subió al campanario y llorando dijo: ¿Por qué te has suicidado?
 
En Cuarto milenio dijeron que tras la muerte de Claudio Guerín, Pilar viajó hasta el pueblo en el que falleció. Subió al campanario y llorando dijo: ¿Por qué te has suicidado?

Efectivamente. La historia la leí hace ya tiempo, pero por lo visto hizo ese viaje al día siguiente del suceso. Terrible.
 
'Dinastía': la oda al lujo que enamoró a la clase media

Se cumple el 35 aniversario del inicio de la serie que elevó a la categoría de arte televisivo las hombreras, las peleas de gatas y las bodas con aristócratas centroeuropeos.

Por BORIS IZAGUIRRE

12 de enero de 2016 / 16:32

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Un martes cualquiera en la vida de los Carrington.

© Cordon Press

Hubo un momento, en el siglo pasado, en que Estados Unidos dictaba las tendencias del mundo. Se conoció como los ochenta. La influencia empezó en 1978 con la aparición de una discoteca llamada Studio 54 y sus noches de música disco, poppers, cocaína y dólares. Los años siguientes vieron ídolos caer y levantarse, hombreras y cardados crecer y el culto al dinero y la fama hincar a muchos de rodillas. En diciembre de 1980 un loco asesinaba a John Lennon. Y en enero de 1981 un ex actor, Ronald Reagan, se convertía en presidente de la nación más poderosa del mundo. En paralelo, una familia sin problemas económicos, pero con ingentes desórdenes morales, asomaba su orgulloso cuello desde la televisión. Se apellidaban Carrington y vivían del petróleo y la pasión. Aparecían precedidos por una fanfarria que recordaba a Versalles a ritmo de anfetaminas. Los índices de audiencia no les acompañaron pero, al final de ese año, el mundo entero se deleitaba pronunciando un título, Dinastía. La década que convirtió la nostalgia en pasatiempo encontraba al fin un producto que perfilaba su identidad.

‘DALLAS’, EL PRECEDENTE
Los culebrones existen en la televisión estadounidense desde finales de los años cincuenta. Se emiten durante el mediodía y por eso reciben el nombre genérico de daytime dramas, melodramas de besos prolongados y maldades descabelladas. Los decorados eran baratos y sus actores jamás alcanzaban estatus de estrellas, pese a contar con millones de fieles. A finales de los setenta, la CBS planteo trasladar ese mismo sistema de ficción al horario estelar. Así nació Dallas, una serie con patriarca despiadado —J.R—, esposa alcohólica —Sue Ellen— e hijos al borde de un ataque de nervios que malgastaban su dinero y sus vidas gracias al poder del petróleo en la siempre árida llanura de Texas. Dos temporadas en dique seco hicieron reaccionar a la competencia directa, la cadena ABC.

Aaron Spelling, el Orson Welles televisivo del siglo XX y creador de clásicos como Los ángeles de Charlie, llamó a una pareja de guionistas, Esther y Richard Shapiro, judíos como él, y les dio sólo una premisa: amor y lujo. La serie iba a llamarse Petróleo. Su estructura principal se fraguó en la impresionante mansión de Spelling en Beverly Hills (la más grande de toda California y que despertaría años después rumores de que podría estar valorada en un billón de dólares). Observando el jardín infinito, el despliegue de servicio domestico y los amplios pasillos que serpenteaban entre distintas partes de la mansión, los Shapiro imaginaron la casa de los Carrington en Denver, Colorado. Allí viviría una familia rica, dioses de un olimpo moderno, rodeados de todas las plagas contemporáneas. Amores y traiciones, infidelidad, adicciones, ninfomanía, incesto latente, homosexualidad, matrimonios forzados entre familias rivales, caídas por escaleras, disparos furtivos, caballos desbocados y peleas de gatas cubiertas de alta costura. Todo sería posible en Dinastía, como rebautizaron el proyecto. Lo único invariable es que cualquier acción tenía que suceder dentro de la estructura familiar de los Carrington. Los personajes decían sin aspavientos palabras en francés, como el nombre del hotel La Mirage, o hablaban de Gstaad, Bruselas, París y Londres como segundas residencias. En muchas de las tramas, los guionistas rendían homenajes a grandes clásicos del Hollywood sentimental como Sabrina, de Billy Wilder, donde el amor, el poder y la familia construían el único soporte de la acción.

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Alexis, Blake y Kristle, o lo que es lo mismo: Joan Collins, John Forsythe y Linda Evans.© Cordon Press
BLAKE CONTRA J.R.
Al nacer a la sombra de Dallas, el personaje masculino principal de Dinastíadebía ser recio y paternal, pero menos conflictivo y desalmado que J.R, el patriarca de la familia Ewing. Blake Carrington era ante todo un señor, impecablemente vestido, de voz grave y porte señorial. J.R se comportaba como un vaquero, con sombrero en la cabeza y botas sobre el escritorio. Blake hablaba francés sin perder hombría, sabía de vinos, arte moderno y pintura impresionista y disfrutaba con el crepitar del fuego en todas las chimeneas de su casa, conduciendo coches imponentes y luciendo canas exquisitamente peinadas. El actor elegido para interpretarlo en un principio fue George Peppard, el suave y rubio protagonista deDesayuno con diamantes.

“DINASTÍA SE RESUMIÓ EN OFRECER GLAMOUR, LUJO Y RIQUEZA A LA GENTE EN UN MOMENTO EN QUE NO ERA UN PROBLEMA SER RICO Y DEMOSTRARLO”, DIRÍA LINDA EVANS.

“Peppard entró con mal pie y aires de diva”, comentaría Esther Shapiro. “Todo le parecía mal y no hacía mas que morder su enorme cigarro y escupir al suelo. Tuve que decirle: ‘¡Pare! ¡Está ensuciando el suelo de mi mansión!”. El actor fue eliminado y sustituido por John Forsythe, un galán maduro recordado en parte por su papel junto a Lana Turner en uno de los últimos éxitos de la estrella,Madame X. “En un principio, un personaje así podía resultar antipático para la audiencia estadounidense”, afirmarían los Shapiro. “Pero Forsythe supo dotarle de un control ante la situación, una firmeza en sus argumentos, una fiereza en su mirada que lo hacían verosímil. Es la referencia del hombre de negocios contemporáneo”.

Blake Carrington triunfaba en los negocios pero fracasaba al frente de una familia de pasiones enfermizas. Su hija, Fallon, estaba aquejada de complejo de Electra y de una ninfomanía tan esclavizante como democrática —se acostaba con sus entrenadores de equitación, el chófer de su padre y el heredero de la familia rival, los Colby, con quien querían casarla—. Inspirada en el personaje de Dorothy Malone en Escrito en el viento (el icónico melodrama de Douglas Sirk de los años cincuenta), era una mujer que no sabía hacer otra cosa que vivir a cien por hora, apretando el acelerador sin previo aviso. Su hermano, Steven, escondía su homosexualidad. Krystle (Linda Evans), la nueva señora Carrington, tenía que soportar la antipatía de Fallon, que la trataba como una arribista y conspiraba para que su primer matrimonio con un torpe ingeniero petrolífero resurgiera y así incomodar su vida con papá Blake.

Aún así, pese a las luchas familiares, s*x* fácil, dinero a borbotones y decorados de verosímil riqueza, la serie no terminaba de despegar. Sucedió entonces que Steven, el hijo gay armarizado, invitó a casa de su padre a su mejor amigo de San Francisco. Papá Blake los pillo besándose delante de la chimenea de la biblioteca y desató sobre ellos toda su furia. El combate abrió los ojos a una generación de espectadores gays que se volvieron fieles. En el forcejeo, el amigo de Steven se golpeó la cabeza contra una esquina de la masiva chimenea y murió. Padre e hijo estaban unidos por el homicidio involuntario, el odio y un conflicto nuevo aún sin nombre: la homofobia. Los Shapiro elaboraron un terrible juicio para Blake Carrington en los capítulos sucesivos. Mientras la audiencia empezaba a responder, el matrimonio de guionistas se reservaba su mejor carta: la madre de los hijos de Blake, Alexis, entrando en el juicio al final del último episodio de la primera temporada. Una inmensa pamela negra ocultaba su rostro y casi su delicado cuerpo que, vestido de blanco y negro, avanzaba en la sala del tribunal. Entonces ocupó su puesto, dijo su nombre (“¡Alexis Carrington!”), levantó el ala de la pamela y descubrió el rostro de Joan Collins.

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Antes que Amanda, Heather Locklear fue Sammy Jo.© Cordon Press
PELEAS DE GATAS
Joan Collins podría definirse como una estrella apagada para el momento en que apareció en Dinastía. El show corría casi la misma suerte y no conseguía imponerse a Dallas. “Joan Collins entendió ese papel en el primer instante”, declararía John Forsythe. “Y también comprendió que la línea entre ella y el papel que interpretaba necesitaba confundirse”.

El plan funcionó y Alexis Carrington y Joan Collins fueron una. La voz, el acento británico de la actriz, su sensualidad sofisticada pero marchosa y sus increíbles trajes dispararon la audiencia y también los presupuestos.“Crearon algo nuevo: un marketing añadido. La gente veía mis trajes y quería tenerlos”, aseguraría la actriz años después. El creador del vestuario, Nolan Miller, adquirió tanta popularidad que diseñó una línea de ropa con el nombre de la serie para ser vendida en grandes almacenes de Estados Unidos. El primer desfile contó con la presencia de Collins, Evans y Forsythe. “El gentío empujaba las puertas de Bloomingdale’s (el célebre almacén neoyorkino) y lo que iba a ser un pase de moda pronto se convirtió en una pesadilla. Golpes, vasos rotos, una histeria incontrolable. Nadie se fijó en la ropa. Mucha quedó destrozada”, relataría el diseñador.

Los looks, el maquillaje, las joyas y los peinados eran tan importantes como los diálogos. Pero también el discurso subterráneo que denotaba que la serie sucedía en tiempo real, aunque sin afrontar la actualidad. Las pasiones y conflictos subrayaban su carácter universal. Lo que les sucedía a los Carrington podía pasar también a los Pérez o a los Smith, la única diferencia era que los Carrington no caminaban, se deslizaban. No lloraban, se destrozaban. Amaban, sí, pero hasta la muerte. Todo episodio de Dinastíaincluía al menos una pelea entre las dos rivales femeninas, Alexis y Krystle. Esas escenas pasaron a denominarse “peleas de gatas” y crearon un género dentro del género que hoy no superaría las reglas de lo políticamente correcto porque se trata de una humillación entre dos mujeres que podría interpretarse como un juego sádico destinado a satisfacer el morbo masculino. Era el hombre, Blake Carrington, el que culminaba las luchas como un Zeus moderno que apaciguaba a las mujeres bajo su mando. Controvertidas, las escenas acumulaban puntos de audiencia. La pelea mas vista actualmente en YouTube sucede en la cabaña para pintar que Alexis tenía en la mansión Carrington: Krystle había descubierto que Alexis disparó al aire mientras paseaba embarazada sobre su caballo. El disparo enloqueció al animal y derribó a Krystle, arrastrada varios metros, perdiendo así el hijo que esperaba. Con tamaña revelación, Krystle se presenta en la cabaña donde Alexis da las ultimas pinceladas a un retrato de Blake. Alexis la abofetea pero se olvida que Krystle la supera en altura y atletismo. Mientras la golpea, araña y arrastra, Krystle también destroza la estancia, al estilo country inglés, estampando su cara contra los horribles cuadros que acaba de dibujar. Todo vuela: jarrones, caballetes, lámparas... Y también se desgarran los carísimos trajes y elaborados cardados. Vencida y con el traje hecho harapos, Alexis no puede hablar y Krystle le espeta: “Si quieres repetirlo, silba. ¡Si es que puedes!”.

Aparte de subir la audiencia, las peleas desarrollaron partidarios de cada una y profundizaron las personalidades de ambas. Alexis tenia mas instinto de supervivencia y el favor de la audiencia joven y los gays. Se casa con el magnate rival, Cecil Colby, en una ceremonia realizada en la clínica donde éste agoniza. Viuda, al igual que Jacqueline Kennedy Onassis, Alexis incorpora los apellidos de sus maridos a su nombre, y es la temible empresaria Alexis Carrington Colby.

Era la mala, pero muchas mujeres de esa década la vieron como un símbolo de la mujer hecha a sí misma. Mientras, Krystle tuvo con conformarse con representar el peor de los tópicos de las mujeres ricas: ser un adorno impecablemente conservado. La rivalidad entre los personajes quiso extrapolarse a la realidad, en un principio para generar más publicidad sobre la serie. “Mientras los periódicos sensacionalistas se ofuscaban en hablar de Joan Collins y Linda Evans, los que de verdad no se soportaban eran Joan Collins y John Forsythe”, reconoce uno de los compañeros en un documental sobre Dinastía. “Joan pensaba que era homosexual porque jamás mostré interés alguno por ella ni sus avances”, declararía Forsythe. Collins siempre se burló con británico humor de esos comentarios. Su carrera había empezado en los años cincuenta en Hollywood, con títulos que vemos cada Semana Santa como Tierra de faraones, de Howard Hawks, decayendo hacia películas de terror de serie B. También fue protagonista de escándalos y romances con hombres que iban desde Warren Beatty a uno de los hijos del dictador dominicano Rafael Trujillo. Collins supo contarlo todo en su divertido y apasionante libroPasado imperfecto. “En vez de ser la sucesora de Elizabeth Taylor estaba mas empeñada en ser la chica más loca de Hollywood”, declararía. Linda Evans, por su parte, era el típico producto californiano de su primer marido, John Derek, director y productor que también creó a la mujer diez, Bo Derek. Amigas o gatas, juntas irradiaban glamour y competitividad, características que definirían las aspiraciones de muchas espectadoras de los años ochenta.

El brillo de Krystle y Alexis terminó eclipsando a otros personajes femeninos. Fallon jamás pudo superar su complejo de Electra. Pamela Sue Martin, la primera actriz que la interpretó, manifestó su aburrimiento y quiso aventurarse en una carrera cinematográfica. El tándem de Spelling y el matrimonio Shapiro conjuró un accidente que la desfiguraba y así el personaje podía reaparecer con el rostro de una nueva actriz. La estrategia no era nueva para Dinastía ni Dallas. El primer Steven Carrington, Al Corley, se fue de la lengua en una entrevista para Interview, la revista de Andy Warhol, y vertió venenosos comentarios sobre sus compañeros de reparto. Spelling lo liquidó de inmediato con un accidente en uno de los pozos petroleros de las empresas Carrington donde se le creía muerto. Reapareció al otro lado del mundo con un nuevo rostro e interpretado por otro actor, pero con la misma sexualidad confusa. Jack Coleman fue el actor elegido para interpretar al nuevo Steven, que se enamoraría de una camarera llamada Sammy Joe e interpretada por una jovencísima Heather Locklear. La actriz se convertiría en uno de los iconos de la televisión americana tras su paso por Melrose Place y sus matrimonios con rockeros de vida hardcore como Richie Sambora. Su personaje gustó a los espectadores porque era uno de ellos: vulgar y corriente, pero introducida por matrimonio en una familia rica y caprichosa, igual que hoy podría sucederle a las llamadas princesas plebeyas de las monarquías europeas.

Buscando una nueva Alexis, Spelling contrató a una inglesa de linaje aristocrático, Catherine Oxemberg, hija en la vida real de la princesa Elizabeth de Yugoslavia, una de las mas hermosas damas de la jet set internacional. Catherine interpretaría a Amanda, la hija perdida de Alexis y Blake, implantada en Denver para fomentar una rivalidad con Fallon, plagio de la de Alexis y Krystle.

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Rock Hudson, Linda Evans y el fantasma del SIDA en los ochenta.D. R.
En los ochenta se miraba siempre a los años cuarenta, cincuenta y sesenta. En Estados Unidos se veneraba a ídolos como las Supremes y la familia Kennedy, pero también estrellas con el glamour hollywoodiense de Joan Crawford. Por eso las hombreras fueron tan importantes en Dinastía.“Necesitábamos crear un vestuario que fuera tan excesivo y rotundo como los personajes”, declararía Miller, el diseñador. “Las hombreras creaban una imagen potente, como la de Joan Crawford en sus películas. Y materiales lujosos, sedas, pieles, lentejuelas. Hicimos un vestido que pesaba mas de diez kilos por la cantidad de lentejuelas”. La ostentación caló hondo. El mundo entero, de Andalucía a Nigeria, Caracas y Fráncfort, sabía lo que pasaba en Dinastía. “En los ochenta era el espejo en el que todo se reflejaba. Mujeres luchadoras, hombres trepas, capitalismo puro y duro, trastornos psicológicos y minorías como los gays, que incluso organizaban visionados de la serie en bares donde la gente acudía disfrazada de los personajes”, relata un cuarentón seguidor de la serie. Su lujo fue adoptado por los nuevos ricos y millonarios de entonces. “Llegó un momento en que no sabías si los Trump (Donald y su primera esposa, Ivana) imitaban un capitulo de Dinastía en la vida real”. España iniciaba el momento decisivo de su transición y también del boom económico en el que el estilo de vida Carrington acapararía muchos seguidores. El matrimonio de Carmen Cervera con Heini Thyssen-Bornemisza fue quizás el momento mas emblemático de la dinastización que emprendía la sociedad española.



Excusándose en su éxito, Dinastía terminó por hacer aceptable a los ojos del mundo el disfrute del derroche. Minimizó la negatividad de la ostentación. “Dinastía se resumió en ofrecer glamour, lujo y riqueza a la gente en un momento en que no era un problema ser rico y demostrarlo”, diría Linda Evans.

Precisamente a esta actriz le tocó lidiar con el toro más complicado. Rock Hudson, el legendario galán cinematográfico, entró a formar parte del elenco de la serie, como interés romántico de Krystle, cuando estaba infectado de sida. “El día que rodaron la escena del beso, Linda estaba muy nerviosa”, relataría Joan Collins. “Por todo el plató corrían rumores. Mi peluquero me susurró: ‘Tiene sida’. ‘¿Qué es eso?’, le pregunté yo”, confesaría la actriz. “No sabíamos nada y la ignorancia es una de las cosas más dañinas para el ser humano” admitiría Diahann Carroll, otra de las actrices de lujo de la serie y único personaje afroamericano. “Todo el mundo le decía a Linda que no lo besara, que no lo tocara. Fue imposible. Después del rodaje, Linda histérica se lavaba la boca con todo tipo de dentífrico y jabón, arruinándose el maquillaje”, contaría Collins. Hudson murió en el año 1985, escasos meses después de intervenir en Dinastía. Su muerte convirtió el sida en una enfermedad reconocible en Estados Unidos y en del mundo. La Administración Reagan, reacia a considerarla una enfermedad de interés nacional, se vio obligada a cambiar su actitud.

FIN DE LA FIESTA
A partir de 1985, la exigencia por mayores puntos de audiencia enloqueció a nuestros guionistas y planteamos a Spelling abandonar la serie”, relataría Esther Shapiro en una entrevista. “No lo hicimos, pero tampoco pudimos evitar la escalada de exageración en los guiones.”Dinastía era sinónimo de escabroso. “Uno de mis hijos introducía una sustancia venenosa en la pintura de las paredes de la oficina de otro de mis hijos”, recordaba Joan Collins entre risas. Entonces parecía irreal, pero en septiembre de 2004 espías rusos intoxicaron al entonces candidato presidencial de Ucrania, Víctor Yúschenko, envenenando con dioxinas su plato de comida durante un almuerzo.

Durante 1989 llegó el no va más. Durante la boda de Amanda con el príncipe de Moldavia (monarquía centroeuropea ficticia), el elenco al completo estaba reunido en la iglesia cuando un ejército de guerrilleros comunistas entró y empezó a disparar a bocajarro contra el reparto,poco antes de que la pantalla se congelase y fundiese a negro. Sería uno de los finales de temporada mas parodiados de la historia de la televisión. “Muchos de los actores no sabíamos si íbamos a volver la temporada siguiente. Veíamos a los asistentes de producción derramando kétchup en nuestras caras y entendíamos que los que estaban bañados en salsa no regresaríamos después de vacaciones”, relataba Ali MacGraw, otra de las estrellas.

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Alexis Carrington Colby, después de la boda moldava. Tenía muy poco kétchup encima...© Cordon Press
En 1989 Reagan ya era historia, Bush padre se convertía en el nuevo presidente de la nación y Wall Street sucumbía a una de sus numerosas crisis tras la de 1929. El sida extendía la muerte en personas de ambos sexos y la ostentación tenía sus días contados. La mítica compañía aérea Pan American presentaba pérdidas y cerraba sus puertas. Estados Unidos veía muchos de sus símbolos desaparecer. En noviembre del 89 cayó el muro de Berlín, Gorbachov lideraba la Perestroika y el capitalismo perdía el enemigo que le servía de referencia. En cierta manera, la historia real consiguió acabar con la Dinastía ficticia, al mismo tiempo que el poderío económico y social de estados Unidos empezaba a resquebrajarse.

Sus fanáticos la han llorado desde entonces. Treinta años después de su creación, la serie mantiene su magia. Los ricos siempre consiguen fascinar cuando se les retrata como trágicas figuras atrapadas en su irrealidad.En crisis o en bonanza, hombreras o minimalismo, mujeres peligrosas y hombres pasivos, patriarcas elegantes frente a divorciadas apasionadas, la nueva Dinastía puede hacerse con los mismos guiones de los ochenta y casi los mismos decorados y vestuarios... Con sólo una diferencia: los nuevos Carrington tendrán que ser chinos o rusos. 
http://www.revistavanityfair.es/la-...n-krystle-carrington-fallon-rock-hudson/21737
 

Mujeres desesperadas: ¿Qué fue de ellas y cómo siguen sus vidas?

Casi cuatro años han pasado desde que las mujeres más desesperadas de la televisión se despidieran en una de sus míticas partidas de póker, y aunque sus caminos se han separado, algunas han vuelto a dar que hablar en sus carreras. Felicity Huffman, de hecho, ha sido una de las nominadas en los últimos Globos de Oro por su nuevo papel en ‘American Crime’, aunque finalmente Lady Gaga le arrebatara el premio. Mientras, Eva Longoria estrena una nueva serie o Teri Hatcher se ennovia con Matthew Perry en la pequeña pantalla.


Teri Hatcher

La patosa Susan Mayer se despidió de Wisteria Lane siendo la única a la que le dejaban un final abierto. Tras la muerte del gran amor de su vida, Mike Delfino (James Denton) su personaje hablaba con su hija ficticia interpretada por Andrea Bowen, y reflexionaba que “quizá aún habría un gran amor para ella”. Y, como si de una premonición se tratara, en el nuevo papel que interpretará, volverá a conocer el amor. Será en The Odd Couple, la ficción estadounidense creada por Matthew Perry y Danny Jacobson para la CBS que se emite desde el 19 de febrero de 2015 y que acaba de renovar para una segunda temporada. En ella, Teri interpretará a la novia del protagonista, Matthew Perry (Friends).

Felicity Huffman

Es la que más triunfa en el terreno de la interpretación y para muchos de los fans de la serie, la mejor actriz de todas desde el capítulo uno. Lynette Scavo se marchaba del barrio ficticio situado en Fairview con su marido Tom (Doug Savant) para emprender un salto profesional en su carrera como publicista en Nueva York. En la vida real, Felicity no ha tenido que mudarse. No, al menos de cadena, puescontinúa en ABC pero ahora con American Crime, como protagonista en una ficción que denuncia cuestiones políticas y sociales y que le ha servido para optar al último Globo de Oro como mejor actriz protagonista. Finalmente se lo ha arrebatado Lady Gaga por su debut como actriz en American Horror Story: Hotel.


Eva Longoria

Mujeres desesperadas fue la serie que dio a conocer a esta divertida latina que hoy, una década después de su estreno, ha convertido en productora de la pequeña pantalla en Estados Unidos. Desde que Eva Longoria interpretara a la egoísta Gabrielle Solís, todo han sido éxitos para ella. Numerosos spots televisivos, imagen de firmas e incluso ser productora junto a Marc Cherry (creador de la propiaMujeres desesperadas), de Devious Maids (Criadas y malvadas en español), considerada la hermana pequeña de la ficción. Además, Longoria acaba de estrenar Telenovela -como actriz y también como productora- el pasado mes de diciembre en la NBC. Una ficción coral que pretende reírse de lo exagerados que son los culebrones usando ‘gracietas’ repletas de clichés y con el lado más cómico de la actriz como protagonistas. Aunque su estreno no ha tenido buenas críticas, seguro que seguiremos viendo a Eva en la pantalla, de un modo u otro. Además, en el plano personal, acaba de comprometerse con José Antonio Bastón, presidente de Televisa.


Marcia Cross

Es la que se ha tomado, junto a Teri hatcher, las vacaciones más largas desde el fin de la serie. Bree Van de Kamp era esa ama de casa perfecta y preocupada por el qué dirán que terminó abandonando el barrio junto a su nuevo marido para entrar en política hasta convertirse en senadora. Y, al igual que Huffman, parece que Cross tampoco ha tenido que cambiarse de cadena. La serie Quantico, estrenada en ABC el pasado mes de septiembre, ya la ha introducido en el capítulo final de su primera mitad de temporada, y parece que lo hará para mantenerse. Marcia dará vida a Claire, la mujer del director adjunto del FBI Clayton Haas (interpretado por Mark Pellegrino –Lost, Sobrenatural, Gossip Girl).


http://tendencias.vozpopuli.com/tel...adas-que-fue-de-ellas-y-como-siguen-sus-vidas
 
Seguramente este no sea el mejor lugar para preguntar por ello... pero alguien sabe como se llamaba una serie norteamericana de la decada de los 90, que contaba las historias de dos amigas separadas que vivian con sus respectivos hijos, una de ella con dos hijos y la otra con una?
la he recordado muchas veces, pero no se el nombre. Y me encantaba.
 
Seguramente este no sea el mejor lugar para preguntar por ello... pero alguien sabe como se llamaba una serie norteamericana de la decada de los 90, que contaba las historias de dos amigas separadas que vivian con sus respectivos hijos, una de ella con dos hijos y la otra con una?
la he recordado muchas veces, pero no se el nombre. Y me encantaba.

Me suena mucho a "Kate y Allie":

kate y allie
 
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